Читать книгу Mi jardín salvaje - Liliana Ponce - Страница 6

Оглавление

DE TRAMA CONTINUA, 1976

Brillo de lo blanco…

Brillo de lo blanco que encandila

(nada ha caído).

Debilitamiento que demuestra que el blanco

no engendra.

Otro posibilita todo.

Naturaleza–

(escribo bajo el susurro de una voz que

no te ha conocido

huyendo del frío,

riesgo del amanecer, y aún desde la aguda negación).

Discontinuo, nunca llamado.

Lugar que ha ocupado el lugar ocupante.

Decía: azul encendido

nada sagrado como ella atravesando las palabras

con su cuerpo.

Ella abrió la puerta…

Ella abrió la puerta, pero yo estaba ya dormido

sobre charcos narcóticos.

Pero esto fue, en realidad, antes de conocerla.

Cuando estaba, y yo no había nacido

o ya estaba muerto:

descubriría el cuerpo, cerraría su majestad definitiva

en lo imposible nocturno.

en su boca arde la noche…

en su boca arde la noche

descorre un paño azul

lleva al fondo la piedra, tapa el agujero

ni olvido

ni saciedad

todo lo que se ha amado destella aún, termina

ni viaje

ni amor

en el mar los puentes se desploman con vehemencia

apoyan el fuego donde se abre el tajo

donde babean

Este gris que se abre…

Este gris que se abre, que comienza en el arrobamiento,

escribe el acto de perder en el lugar presente,

como la marca de una sed a la que yo mismo había

abandonado.

Pero la llama de dios es tan habitual a la araña,

que desaparece.

La llama es dios y se sacia en el propio

pensamiento.

No rechazaría esta baba, el único punto, estrangulado

entre los restos,

recordando que no sería él el desierto, el menos vacío,

en el extremo,

un amo demente.

La Edad de Oro que expira lanza un frío por encima

del ojo y recorre con él.

En ningún sentido yo.

–El fuego vuelve al movimiento donde lo

universal es interior al ser.

Este gris espectral que se abre y llama tardíamente

a una liberación,

arranca su verdadera atadura,

no absorbe la parte ciega –por estrechas vías revela

la entrega imaginaria, el poder de la

muerte que durmiendo rara vez nos une.

Está en el curso de su cuerpo incluso en ruinas,

ahora tegumentos húmedos, oleosos –al mismo tiempo

que el objeto se deshace puesto en tela de juicio.

Una ola de nieve…

Una ola de nieve se estrella contra la noche.

Rodeados de mordaces estrellas nocturnas,

retornamos.

En la puerta de bronce

las sombras buscan el sueño perdido

y la cierran de golpe.

Un hombre ha sido muerto…

Un hombre ha sido muerto.

Fue cuando dejó de oír ambiguamente.

Un hombre ha sido muerto

–quien sabía que alguien dibujaba el círculo.

Hasta aquí

desde la cuerda que arrastraba habitaciones vacías.

El suelo ha desaparecido.

El cielo ha desaparecido.

Mi jardín salvaje

Подняться наверх