Читать книгу FÁBULAS Y CUENTOS - Liliana S. Manograsso - Страница 8

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Cuenta una vieja leyenda que existía entre las montañas un lugar especial, llamado el bosque de los milagros. Era visitado por mucha gente que buscaba serenidad, alejarse del ruido de la ciudad, encontrando un lugar fresco, tranquilo, donde pasar un rato agradable.

Cierto día, tres árboles que se erguían muy cerca uno del otro, comenzaron a dialogar. Se llamaban el árbol de la tristeza, el árbol de la compasión y el árbol de la alegría. Curiosamente, el que tenía las ramas más caídas, marcado su tronco por el paso del tiempo y de las manos de la gente al abrazarlo, y presentaba también menos hojas que los otros porque el viento que azotaba muy fuerte lo desnudaba más que a los demás, era el árbol de la alegría.

Reparando en todo esto, el árbol de la compasión lo interrogó:

—No comprendo, si tu savia, tu raíz, tu naturaleza es alegría… tu aspecto parece mostrar lo contrario.

—No creas –respondió. –Más allá de las inclemencias del tiempo y el paso de los años, mi esencia no cambió; por eso el viento esparce mis hojas por donde es necesario que llegue la alegría, y mis ramas se vencen para cobijar a todo aquél que me elige para sentir bienestar junto a mí. ¡Soy feliz, mi esencia es feliz! No soy feliz para que los demás lo vean, soy feliz porque disfruto lo que hago.

—¿Y tú, árbol de la tristeza? – interrogó el árbol de la compasión, siempre estás muy solo.

A lo que el árbol le respondió:

—Mi tronco es débil, mis frutos caen ensuciando todo a mi alrededor y la gente no puede acampar a mi cobijo. Mi copa no es frondosa, los rayos del sol no llegan hasta mí porque la copa del árbol de la alegría lo impide; la gente no me busca, aunque estoy siempre junto a todos los árboles.

—¿Y tú, árbol de la compasión? –preguntaron la tristeza y la alegría –¿Qué nos dices de tu vida en este bosque?

La compasión respondió:

—Yo cobijo a ambas, las protejo desde lo alto de mi frondosa copa para que tú, tristeza, aunque la gente no te elija para su bienestar, sigas estando en ese lugar dando los frutos que, aunque ellos no saben, los alimentan para crecer, y cuando los recogen para comer van caminando hacia el árbol de la alegría, buscando su abrigo, recorriendo y disfrutando en nuestro bosque de los milagros.

Los tres árboles permanecieron juntos hasta que un día el árbol de la tristeza, tan angustiado de su soledad se secó, y la gente eligió para siempre buscar cobijo en la compasión, pegadita, muy muy cerca de la alegría.

MORALEJA: estar tristes, sentir amargura, es una forma de darnos cuenta que algo no está bien. Cuando revisamos qué nos sucede y lo comentamos para recibir ayuda y contención, encontramos el motivo de la tristeza y lo podemos solucionar, disfrutando nuevamente la vida como merecemos y elegimos hacerlo, hallando alegría.


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