Читать книгу Propios y Próximos - Luis Íñigo-Madrigal - Страница 7

Los artilugios de Artefactos

Оглавление

Ea, quæ dicet vir bonus, omnia salva dignitate ac verecundia dicet nimium enim risus pretium est, si probitatis impendio constat. Quintiliano, Institutionis oratoriæ, Libro VI, III, 35.

Las siguientes páginas examinan Artefactos, de Nicanor Parra1, con prescindencia (salvo en los casos imprescindibles) del resto de la producción del autor y de las reflexiones críticas sobre ella2. Nos limitaremos, además, a analizar la retórica de la obra, de la cual pueden extraerse diversas conclusiones, que no agotaremos.

* * *

Los Artefactos de Nicanor Parra están impresos en doscientas cuarenta y dos tarjetas, sin foliar, contenidas en una caja de cartón en cuya tapa está impreso, en el frontispicio, el nombre del autor y el de la obra; uno de los costados menores de la misma tapa trae el logotipo de Ediciones Nueva Universidad, el nombre de esa editorial, y las frases Universidad Católica de Chile, Vicerrectoría de Comunicaciones. La caja, además de las doscientas cuarenta y dos tarjetas, incluye una doble hoja en cuya primera página aparece una fotografía de Parra; en las segunda y tercera están impresas unas palabras de presentación, firmadas por Cristián Santa María, Director (de Ediciones Nueva Universidad); y en la cuarta, los datos editoriales de la obra.

Las tarjetas, impresas en blanco y negro, muestran por el anverso un texto, en ocasiones ilustrado, que varía de una tarjeta a otra, y por el reverso, en todos los casos, la reproducción del lado destinado a escribir de una tarjeta postal, más algunos datos editoriales.

Los textos sin ilustrar (cincuenta y cuatro, de los cuales cincuenta apaisados) están manuscritos por Parra, en la mayoría de los casos con mayúsculas, y enmarcados sin excepción en un recuadro trazado a mano alzada. Algunos presentan correcciones y enmiendas; otros, errores ortográficos; y muy pocos un esbozo de ilustración.

Los textos ilustrados (por Guillermo Tejeda, quien también efectuó la diagramación) son más numerosos (ciento ochenta y ocho, de los cuales ochenta y siete apaisados); sus dibujos en la mayoría de los casos se limitan a reproducir la imagen de alguno de los objetos mencionados en el texto respectivo, o a subrayar el sentido más obvio de este, si bien en algunas oportunidades establecen una posibilidad de interpretación de él o lo completan en diversos sentidos3.

Los primeros ‘artefactos’ de Parra aparecieron en 1967 en la revista venezolana Imagen4: de ellos algunos se repiten en Artefactos, en tanto otros han sido suprimidos. Por otra parte, Marlene Gottlieb, que manejó el manuscrito de la obra5, cita algunos ‘artefactos’ que no aparecen en la edición definitiva6 y otros que fueron posteriormente variados o refundidos en esta7. Finalmente, valdría la pena señalar que algunos versos publicados en anteriores obras del autor pasaron textualmente o con alguna modificación a constituir ‘artefactos’.

* * *

Con estos escuetos antecedentes examinemos ahora Artefactos desde el punto de vista de la retórica8. Ello significa incluirlos en la categoría de “discurso en general”, i.e. aquella “articulación de los órganos del lenguaje (por tanto, una sucesión fónica) o de sus sustitutos análogos (por ejemplo, la escritura), que discurre en el tiempo y que el hablante juzga en relación con una situación establecida, con la intención (voluntas) de cambiar esa situación”.

Se trata en este caso, claro está, de la especie de “discursos de uso repetido”, entre cuyas subespecies (“discursos fijados para la evocación repetida de actos de conciencia colectivos con validez socialmente relevantes”) los tratados retóricos incluyen a la literatura.

* * *

Disposición:

Comenzaremos el análisis de Artefactos por la dispositio de la obra, tratando en conjunto sus disposiciones interna y externa.

La distribución de los distintos ‘artefactos’ en tarjetas sin foliar, que pueden ordenarse de infinidad de maneras posibles9, simula evitar la linealidad de cualquier discurso, ofreciendo en cambio una apariencia de la circularidad propia del lenguaje o del contenido de la conciencia del poeta. De esta suerte se invierte el proceso regular en la obra literaria, es decir, la conversión del lenguaje y de un contenido de conciencia en discurso, discurso cuya linealidad es convertida en el acto de lectura nuevamente en circularidad, i. e., en contenido de la conciencia del lector.

Artefactos, por el contrario, propone una copia de posibilidades de combinación que las distintas lecturas pueden convertir en diversos discursos, no solo porque se pueda optar entre diversas disposiciones del conjunto, sino también en cuanto es posible (teóricamente) eliminar de ese conjunto algunos de sus integrantes.

Sin embargo, esa posibilidad es solo aparente o, en todo caso, limitada en un doble sentido: primero, en cuanto es imposible variar la disposición de cada uno de los elementos elegidos para el discurso (la linealidad de cada artefacto); y, segundo, porque es imposible introducir nuevos elementos en el conjunto, restringido, en el mejor de los casos a doscientas cuarenta y dos partes. Esto es, dentro del conjunto solo es posible la modificación por detractio o por transmutatio, pero no por adiectio ni por inmutatio. En ese sentido, el recuadro que encierra los artefactos manuscritos (y que en la versión impresa de los que no reproducen directamente los originales suele estar representado solo por los límites de la tarjeta) indica, no conscientemente, el carácter cerrado y acabado de cada uno de los artefactos, pero también el carácter ‘seriado’ del conjunto, que en la versión impresa encuentra expresión también en el anverso común a todos sus elementos.

La condición aparentemente abierta de la disposición de los Artefactos es parte de la ‘parcialidad’ del discurso en cuanto pretende influir al lector convirtiéndolo en cómplice.

El carácter fragmentado del discurso por, otra parte, hace que los medios de la amplificación queden en manos del lector, que al optar por distintos ordenamientos puede crear subseries con amplificación conceptual.

Desde el punto de vista de la dispositio, sin embargo, lo fundamental del carácter de los Artefactos es la alienación que suscitan (entendida en el sentido retórico de “efecto anímico que ejerce en el hombre lo inesperado como fenómeno del mundo exterior”), vivencia que se opone a la de lo habitual, cuya forma extrema es el tedio. La vivencia de la alienación empieza a ser provocada por la disposición de la obra y continúa siéndolo por su elocutio. Cuando el grado de alienación es excesivo, el hablante suele disculparse por ello. En ese sentido cabe interpretar el ‘artefacto’ “Chao. Y perdón si me he excedido en el uso de la palabra”, final posible de cualquier ordenación elegida.

Talvez valga anotar que la serie de poco comunes procedimientos gráficos y de diagramación de Artefactos (letras de diversos tamaños y colores en los originales; letras de distintas familias y cuerpos en la versión édita; disposiciones caligramáticas o excéntricas de los cuerpos léxicos en unos y otra, etc.), representan, en el lenguaje escrito, los diversos recursos de la voz y los gestos con que la pronuntiatio ironiza, realza o reemplaza el discurso oral, aunque puedan considerarse también como medios de alienación.

Expresión lingüística:

A continuación tratamos la expresión lingüística de los artefactos, dividiéndola según los preceptos que la rigen en todo discurso, a saber, los de la gramática y los de la retórica.

Puritas: La más notoria característica gramatical de los Artefactos es su vulneración constante de la ‘corrección idiomática’ (puritas) del discurso, entendiendo por corrección idiomática el uso del idioma por la mayoría o por un grupo social determinado de la sociedad en que se produce el discurso.

Auctoritas: La única muestra de auctoritas que se encuentra en Artefactos es una ironía sarcástica que vuelve ridícula a la autoridad (“Calzados Bata. / Piececitos de niño, / azulosos de frío,/ ¿cómo os ven y no os cubren?/ ¡Dios mío!”, que repite versos de la Mistral); otros tipos de discurso escrito o de uso repetido (fórmulas religiosas, refranes y frases proverbiales, frases históricas) también aparecen ironizadas (“Acúsome Padre de que en un abrir y cerrar de ojos inoculé muchachas resplandecientes”, “Bueno es el curanto, pero no tanto”10, “Ceux qui n’ont pas de confiance en moi, ye [sic] les enmerde”, “De boca cerrada no salen moscas”, “L’Etat c’est moi. La Revolución cubana soy yo”, etc.). Algunas muestras de lenguaje supuestamente elevado, o tal vez de vetustas, lo son por antítesis con los pensamientos sórdidos o banales que expresan (“No me pienso mover de esta mesa: si se me descompone el estómago voy a proceder a vomitar aquí mismo”; “– ¿Qué flores son esas, Dios Santo? / – Nenúfares”)11. Sin embargo, los rasgos más reiterados del lenguaje de los Artefactos no están en concordancia con el uso oral del lenguaje ni de la mayoría, ni de ningún estrato o nivel social de Chile en la época en que se escribieron; hay en ellos, por una parte, la exageración de algunas diferencias diatópicas y diastráticas del español de Chile (sobremanera en el campo de los verba obscena) y, por otra, la introducción de una gran cantidad de elementos ajenos a su ámbito lingüístico.

Barbarismos, verba peregrina, dialectalismo, etc.: Así abundan en Artefactos, A) Barbarismos: esto es, palabras que ni existen ni han existido en ningún idioma (“Compañeros: se ruega no confundir gue-gue con güe-güe. Se suplica no confundir el arte en la Revolución con la revolución en el arte”, y otros), campo en el cual lo más notable son las palabras pretendidamente extranjeras. B) Verba peregrina, extranjerismos, de los cuales hay más de una veintena, con absoluta predominancia de anglicismos: uno de ellos “Don’t make fun of nature, you old fool” aparece ‘traducido’ en otro artefacto. C) Dialectalismos, que conforman el grupo más importante dentro de las palabras de cuerpo léxico no idiomático, entre los que incluyo frases proverbiales locales (‘arreglarse los bigotes’, ‘bototo’, ‘chucha’, ‘cocos’, ‘conchetumadre’, ‘correrse la paja’, ‘diuca’, ‘el que se manea es vaca’, ‘fregar la cachimba’, ‘guatapiques’, ‘güevón’, ‘hueva’, ‘importar una hueva’, ‘¡las patitas!’, ‘mala cueva’, ‘mechona’, ‘meterse [algo] por la raja’, ‘pasar a llevar’, ‘patalear’, ‘pequén’, ‘pisar los callos’, ‘poqueque’, ‘por mientras’, ‘poto’, ‘puh’, ‘putah la payasá’, ‘puta madre’, ‘sepa Moya’, ‘soltarse las trenzas’, ‘ver[la] chueca’ y otros); su abundancia está determinada por el público al que se endereza el discurso y la predominancia entre ellos de verba obscena no es gratuita. D) Neologismos, poco abundantes (“Ambigüedad: Ambigüevadas”, “La poesía chilena se endecasilabó, ¿quién la desencasilabará? ¡El Gran Desencasibilabador!”, “Verdumnia: verdad a medias”. E) Finalmente, entre las alteraciones de los cuerpos léxicos, debe citarse la immutatio metaplástica (cinco casos), uno de cuyos ejemplos es particularmente interesante: se trata del ‘artefacto’ “Que quede bien en claro que ni la propia Unidad Popular me hará arrear la bandera de la Unidad Popular” (cursivas mías); en rigor no se trata de una immutatio metaplástica, ni tampoco de una annominatio per immutatione, en cuanto no hay cuerpo léxico cambiado en él; pero el verbo ‘arrear’ (‘conducir el ganado de un punto a otro’) en virtud del contexto invoca al verbo ‘arriar’ (‘bajar la bandera que está izada’), sobremanera en el español de Chile, en donde los verbos en -ear , de gran abundancia, siguen, en las formas de tema débil, el paradigma verbal ‘-iar’ , sincretismo que refuerza el equívoco en el caso que nos ocupa.

Solecismos: Las alteraciones de la sintaxis idiomáticamente correcta, en que determinados solecismos son utilizados como ‘figuras gramaticales’ son muy escasas. Significativo es el caso del ‘artefacto’ “El profesor y la criatura: – ¿Qué edad tú tienes, Marisela? – Dos años, pero no me toque las nalgas”, en que la presencia de un pronombre sujeto delante del verbo, fenómeno del español de las Antillas, apunta a la supuesta nacionalidad de los dialogantes.

Perspicuitas: En el terreno de la comprensibilidad intelectual del discurso (perspicuitas) y en especial de la claridad de la formulación lingüística, encontramos (aparte, naturalmente, de los casos mayoritarios en que lo que el hablante quiere decir es comprendido plenamente por el oyente) algunos casos de obscuritas, fenómeno de alienación, que establece entre ambos un cierto grado de complicidad, como quizá sucede en los dos últimos ejemplos citados.

* * *

Ornato:

Las cualidades fundamentales y omnipresentes del ornato en Artefactos son las del hilare dicendi genus caracterizado por las agudezas, los rasgos de ingenio y el humor, en combinación con el acutum dicendi genus, que se sirve de medios intelectualmente alienantes, paradójicos, en el lenguaje y en el pensamiento, induciendo al oyente a descifrar la paradoja, y produciéndole (si lo logra) alegría por su propia inteligencia, convirtiéndolo así en cómplice del autor. Lo acutum ocurre en una serie de figuras (ironía, annominatio, traductio, distinctio, reflexio, zeugma, subiecto, etc.); junto a lo acutum, lo ridiculum (como burla de los defectos del contrario), sirve también para captarse la simpatía del público. Enumeramos a continuación algunos de los recursos ordenados en relación al hilare y lo acutum:

Sustitución sinonímica:

El más notorio empleo de la sustitución sinonímica en Artefactos se produce en el campo de los dialectalismos, arcaísmos y neologismos (en cuanto sustituciones de un verbum proprium) a los que ya nos hemos referido. Aparte de ello hay numerosos casos de sustitución sinonímica con intención irónica que sería largo enumerar.

Tropos:

El reemplazo de una palabra por otra empleada en el sitio y sentido natural dentro de la frase (tropi) comunica a la palabra empleada trópicamente una nueva significación que el oyente reconoce por el contexto de la frase y de la situación; en este sentido la función principal de los tropos es la alienación. De allí que su uso en Artefactos tenga gran importancia.

Perífrasis: Las perífrasis, esto es, las sustituciones del verbum proprium por el conjunto de datos que tienen como contenido la sustancia y los rasgos característicos de la cosa indicada, abundan en Artefactos (por ejemplo: “Antipoesía: máscara contra gases asfixiantes”, “Energúmeno: fiera corralada”, “Hay dos clases de bosques: penetrables e impenetrables. La Maritza es un bosque impenetrable”, “Hombre nuevo, hambre nueva”, “Mala cueva: pisé una piedra blanda”, “Revolución cultural: 99 = 100”, “Satisfecha la curiosidad, me multiplico por cero. Las canciones de los ancianos son como bostezos de tumba”, “USA: donde la libertad es una estatua” y muchos otros). Especialmente notables son los casos de perífrasis difíciles o paradójicas, en que el verbum proprium se añade como glosa; así, por ejemplo, en “Toro: vaca de sexo masculino”. Característica relevante de las perífrasis enumeradas es que, de las posibilidades de su empleo (esto es, como medio del ornatus alienante o como necesidad condicionada por el imperativo social de evitar los verba obscena, sordida o humilia), ellas estén siempre enderezadas al ornatus, puesto que el lenguaje obsceno y escatológico no es evitado en absoluto en los Artefactos: sirva como ejemplo la perífrasis “piedra blanda”, que tanto por su estructura de oxímoron como por el contexto en que se encuentra (en el que existe otro verbum obscenum) resulta no ocultadora sino potenciadora del verbum proprium al que reemplaza.

Sinécdoques: En el terreno de la sinécdoque de lo amplio se encuentran en los Artefactos sinécdoques de la especie por el género, y de lo singular por el plural. En el de la sinécdoque de lo reducido, del todo por la parte, pero los ejemplos son escasos.

Antonomasia: De las distintas especies de antonomasia, se encuentran sustitución de un nombre propio por una perífrasis (“Los tres ladrones: el buen ladrón, el mal ladrón… y el del medio…”); sustitución de un nombre propio por un apelativo (“Perdona la franqueza: hasta la estrella de tu boina, ‘Comandante’, me parece dudosa… y sin embargo se me caen las lágrimas”); antonomasia ‘vossiana’, es decir, sustitución de un apelativo por un nombre propio (“Fin de cueca: / No creo en Redentores / ni en Salvadores”)12. Tal vez “el rey de la selva”, nombrado en dos ‘artefactos’, sea un caso de antonomasia autorreferida al propio hablante; se trataría de un apelativo de carácter metafórico.

Énfasis: El énfasis, que “designa un rasgo característico mediante un concepto que contiene a este rasgo como tal, pero sin expresarlo”, corre el riesgo en el lenguaje oral de ser malentendido como lenguaje superfluo: por ello suele realzarse enérgicamente en la pronuntiatio: en Artefactos las señales de la voz y de los gestos que en el lenguaje oral sirven para enfatizar, están (o deberían estar) representados por la tipografía y la diagramación. En cuanto tropo en sentido estricto, el énfasis es, sin embargo, poco usado.

Litotes: A pesar de su carácter de ironía perifrástica, tan de acuerdo con el tono general de Artefactos, el empleo del litotes es escaso (acaso hay un solo ejemplo: “Compañera mechona13: no importa que no seas virgen, el movimiento te necesita”).

Hipérbole: Lo mismo sucede con la hipérbole que solo aparece en combinación con otros tropos, v. gr. como hipérbole metafórica (“¿Y ahora qué? Se me puso la diuca14 como fierro, pero solo dispongo de la mano”), en una comparación lexicalizada en el español de Chile (como fierro, “muy duro o resistente”), o como hipérbole irónica (“El pan hace mal. Todos los alimentos hacen mal”).

Metonimia: Tampoco la metonimia alcanza gran representación (“Queme(n) esa bandera chilena: mucho mejor una hoz y un martillo”, y algunas otras).

Metáfora: De los tropos por salto, la metáfora es asimismo poco usada (por ejemplo “La muerte es una puta caliente”, y otros), incluso contando los casos de metáforas de carácter sexual lexicalizadas en el español de Chile ya citadas.

Ironía: Lo contrario sucede con la ironía, como tropo de dicción (como tropo de pensamiento, v. infra). La utilización parcial, explícita o tácita, de discursos ajenos con intención irónica “hasta tal punto que las palabras… se han de entender en un sentido que está contrapuesto a su sentido propio” se emplea en buena parte de Artefactos. Una lectura que ignore la situación en que se producen en cuanto discurso, corre el riesgo de malentender muchas de las muestras de ironía que hay en ellos (“Aló, ¿con la Casa de la Cultura? – Sí, conchetumadre”, “A nosotros nos importa una hueva que la catedral sea de madera, de ladrillo o de piedra: la cuestión es que el Señor esté adentro”, “¡Así eh que aquí el que trabaja mah gana mah y el que trabaja menoh gana menoh! ¡No, puh papá!: Hay que pensar después de hablar”, “Ellos, los perlas, se arreglan los bigotes como Dios manda y a nosotros nos vienen con la musiquita de que seamos patriotas”, “Entre araucanos: – ¿Y cómo está el hijo? – Grande: ya le pega a la mamá”, “Se pierden algunas batallas y se termina perdiendo la guerra”, “Vencerán, pero no convencerán”, “¿Ven? Vencieron, pero no convencieron”, y otros muchos, algunos ya citados).

Ornatus difficilis: Especialmente notables es en Artefactos el alto grado de combinación de tropos, característica del ornatus difficilis, que provoca una acentuada vivencia de alienación. Sirva de ejemplo el artefacto “Como dice Patricio Manns: ‘Hay que saber tratar a las violetas’”, en donde ‘violetas’ participa de la metalepsis, la sinécdoque, la antonomasia, el énfasis, la metonimia y la metáfora (violetas, violeta, flor delicada, humildad, Violeta Parra) y de la ironía (en cuanto apropiación parcial de la parte contraria: Patricio Manns es un conocido compositor y cantante chileno).

Figuras de lenguaje:

La modificación de la formulación lingüística por medio de las cuatro categorías modificativas del todo lineal abunda, en algunas de sus posibilidades, en Artefactos.

I) Tratamos primero de las figurae per adiectionen:

Geminatio: La repetición en contacto de una parte de la oración en un lugar cualquiera (geminatio), incluyendo los casos en que el contacto es relajado por interposición de una parte corta de la oración que no se repite (v. gr., un vocativo) se encuentra abundantemente, por ejemplo: “Aló, aló. Conste que yo no soy el que habla”, “Bueno, bueno…, pongámosle que soy marxista”, “Donde cantan y bailan los poetas / no te metas, Allende, no te metas”, etc.

Redittio: El enmarcamiento de un grupo de palabras por el mismo miembro oracional, se emplea al menos en un par de Artefactos ya citados.

Anáfora: Presente, por ejemplo, en “A mí nadie me pisa los callos,/ a mí nadie me pasa a llevar,/ aunque sea Fidel en persona/ o la propia Unidad Popular” y otros varios.

Complexio: La combinación de anáfora y epífora es escasa: “La poesía precede a la acción. / Poesía es acción. / La poesía surge de la acción”.

Paronomasia: De otra categoría es el empleo de figuras como la paronomasia, donde a la modificación de una parte del cuerpo léxico corresponde una modificación (alienante) del significado de la palabra. Dentro de la paronomasia incluimos también la annominatio per immutationem (“Cuba sí, yankees también”, “De boca cerrada no salen moscas”, “He visto tantas tontas banderas que ya no sé ni cómo se llaman”, etc.). Especialmente interesante es el caso del ‘artefacto’ “Eclipse: si los maricones volaran no se vería la luz del sol”, que repite un dicho vulgar chileno sustituyendo el verbum obscenum del dicho original (‘huevones’), por otro (‘maricones’).

Diáfora: La diversidad de significación de miembros de la oración repetidos por énfasis de la segunda posición, se encuentra tanto en su aplicación positiva (en un ‘artefacto’ ya citado) como en su aplicación negativa: “Todo es poesía, menos la poesía”.

Reflexio: Muy significativo desde el punto de vista de la intención (voluntas) del hablante de los Artefactos es el ejemplo de reflexio (antanaclasis), realización dialógica de la diáfora, que se encuentra en “–¡Presidente! El país está que naufraga y Ud. probándose chaquetitas. –¿Chaquetitas? ¡Toca! Son de gamusa [sic] legítima”, en donde el término repetido (‘chaquetitas’) tiene una significación diferente, determinada por el interés de cada parte: “probándose chaquetitas” equivale, para el primer dialogante, a ‘preocupado de banalidades’; “chaquetitas” es interpretado por el segundo dialogante como un diminutivo peyorativo, ‘chaquetas de mala calidad’.

II) Las figuras de la acumulación (ya como acumulación coordinante, ya como acumulación subordinante) no tienen gran importancia en Artefactos (“Fighting for peace. Fucking for chastity”, “Poemas impertinentes./Poemas que no vienen al caso./Poemas por debajo de la pierna./Poemas provisorios, por mientras”, y algún otro ejemplo).

III) Las figuras per detractionem, que reciben el nombre general de elipsis, tampoco son de demasiada relevancia (por ejemplo “Antes sí. Ahora no”, “Dos paraísos por falta de uno”, “Y todavía tienen cara de cantar la Canción Nacional”, etc.).

IV) Las figuras per ordinem tienen poca representación en cuanto fígurae per transmutationem (anástrofe, hipérbaton, sinqiusis) pero mucha en cuanto isocolon:

Anástrofe: Hay un caso interesante de anástrofe en el ‘artefacto’ ya citado “He visto tantas tontas banderas que ya no sé ni cómo se llaman”, en que la anteposición del adjetivo se combina con una suerte de paronomasia disfrazada de geminatio.

Isocolon: Las distintas especies de isocolon, es decir, de correspondencia sintáctica de la composición de varias partes (siempre plurimembres) de un todo sintáctico, abundan en los Artefactos. Paralelismos de distintas especies, de preferencia bimembres (a menudo con contenido antitético incluso en forma de quiasmo) o trimembres; con igualdad de significación de las partes (interpretatio), o diversidad de significación de las partes (subiunctio, adiunctio, disiunctio); igualdad fónica de los cuerpos léxicos, etc., se encuentran en cerca de cuarenta ‘artefactos’, muchos de ellos ya citados, constituyendo una de las formas de ornato más importante, usada en frecuente combinación con otros recursos de la elocutio.

Figuras de pensamiento:

Examinamos ahora las figuras de pensamiento, es decir, las que afectan a los pensamientos (auxiliares) hallados por el hablante en la elaboración de la materia, dividiéndolas según las cuatro categorías modificativas.

I) En primer lugar, las figurae per adiectionem de las que mencionamos solo algunos ejemplos, que pueden ampliarse con los dados para los tropos y figurae elocutionis correspondientes.

Commoratio una in re: La repetición del mismo pensamiento con repetición de los mismos cuerpos léxicos o solo conceptual (commoratio una in re), es utilizada, por ejemplo, en “Menos mal que tenemos citroneta. Menos mal que no estamos enfermos de cáncer. Menos mal que todavía se nos para la diuca”.

Diéresis: La diéresis del pensamiento en varios pensamientos parciales, que aparecen como enumeración (evidentia), en algunos ‘artefactos’ ya citados.

Entinema: El esquema de la construcción de silogismos, reducido y aplicado a los pensamientos (enthynema), por ejemplo, “Nadie vio jamás un carabinero muerto en la calle. De lo que se deduce que esos seres mueren en la cama, porque no vamos a decir que son inmortales”.

Epífrasis: La adición de un complemento a una oración (o un grupo de palabras) sintácticamente conclusa se encuentra, entre otros, en “Esta mujer no me inspira confianza; de repente me puede estrangular (evidentemente me refiero a mi sombra)”, “Este viejo se olvida de todo, hasta de abrocharse el marrueco. ¡A ver! (Le da un zamarrón y se lo abrocha ella misma)”, “La poesía morirá si no se la ofende: hay que poseerla y humillarla en público. Después se verá lo que se hace”, etc.).

Definición: La definición, que es empleada literariamente con intención alienadora, figura correspondiente a la perífrasis, tiene varios ejemplos, ya enumerados bajo ese tropo.

Conciliatio: La interpretación de una palabra de la otra parte de manera favorable a la parte propia (conciliatio) se encuentra en el ‘artefacto’ ya citado “– ¡Presidente! El país está que naufraga y Ud. probándose chaquetitas. –¿Chaquetitas? ¡Toca! Son de gamusa [sic] legítima” (v. supra, reflexio), y otros.

Dubitatio: La dubitatio, como posibilidad ofrecida al auditor de elegir entre dos o varias designaciones de la misma cosa, aparece en: “Decida Ud., amigo lector: Un sujeto de 60 años, argentino, que se dedica a encumbrar volantines, ¿de qué lo calificaría Ud.?: a) ¿de deportista normal y corriente?; b) ¿de explorador espacial?; c) ¿de grandulón con alma de niño?”, etc.

Antítesis: La antítesis, como contraposición de dos pensamientos, abunda en Artefactos; sus ejemplos se encuentran entre los dados para el isocolon y otros.

Oxímoron: Parece existir solo en el ya citado “Mala cueva, pisé una piedra blanda”.

Loci communes: De singular importancia en los Artefactos es el empleo del ‘lugar común’, pensamiento infinito que se emplea como argumento u ornato en el tratamiento de una quaestio finita. La formulación habitual de los loci communes en Artefactos es el de la “oración que aparece con la pretensión de alcanzar validez como norma reconocida para el conocimiento del mundo, relevante para la vida, o como norma para la vida misma”, es decir, la sentencia (sententiae). Encontramos así ejemplos de: sentencias comprobatorias (incluyendo interrogaciones retóricas y exclamaciones); sentencias exhortativas; sentencias como silogismos; sentencias colocadas al final de un proceso argumentante o narrativo, es decir epifonemas, extraordinariamente abundantes, tanto como para estar presentes en un tercio de los ‘artefactos’.

Símiles: Las figuras de lo símil (similitudo, exemplum) son escasas (“Estos enamorados puta madre se parecen al mar en sus vaivenes y se parecen al sol en sus manchas” y “Para no ir demasiado lejos, tomemos el caso de Adán y Eva”).

II) Entre las figurae per detractionen, la brevitas (que consiste en dejar de lado los pensamientos propiamente necesarios para los fines de comunicación), sobre todo como expresión imperativa usada en sentencias, y a veces formulada paradójicamente, tiene amplia representación. Ver los ejemplos dados al tratar la sententiae.

De las figurae per ordinem, el hysteron proterón correspondiente a la anástrofe, y que consiste en agregar como epífrasis conceptual aclarativa un pensamiento a otro que, aunque puesto antes, corresponde a una fase posterior en el curso de acontecer; se encuentra, por ejemplo en “Anoche quedó en claro: ya no soy el mismo del año 20”; la subnexio, como unión de uno o varios pensamientos a otro (u otros), está ya ejemplificada en el entinema, la antítesis, etc.

III) Entre las figurae per inmmutationem se cuentan algunos de los recursos más importantes de Artefactos:

Alusión: Así, entre los tropos que sustituyen un pensamiento por otro, el énfasis que oculta la manifestación de un pensamiento importante tiene, en su variante lúdica, gran representación; se trata de la alusión, figura que exige al oyente un esfuerzo intelectual y que sirve a la obscuridad alienante y a la broma, por ejemplo: “El humo no deja ver las nubes”, “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”, “Sacre cœur de Jésus, ayez confiance en moi”, “Si fuera justo Fidel, debiera creer en mí tal como yo creo en él. La historia me absolverá”, etc.

Ironía: De la misma manera, la ironía como tropo de pensamiento (esto es, la substitución del pensamiento indicado por otro que está en relación de oposición con aquel) está presente en multitud de ‘artefactos’. La ironía, en tanto ocultación de la propia opinión, se manifiesta a través del énfasis, la perífrasis y otros tropos; de la vuelta a la situación-discurso, en ejemplos ya citados. En tanto defensa de la opinión de la parte contraria, a través de la parodia como imitación parcial en varios otros, también ya citados. La ironía como tropo de pensamiento es, en primer lugar, ironía de dicción, y los ejemplos de ella también pueden sumarse a los dados. En Artefactos la ironía quiere siempre ser entendida como tal, es decir, con sentido antitético.

Aversio: Finalmente, la aversio, “modificación de la perspectiva del curso del discurso con respecto a los tres elementos de la situación-discurso: al orador, al objeto del discurso, al oyente”, ocupa gran número de ejemplos: 1) Como apartamiento del hablante de sí mismo (sermocinatio), en que el orador pone su discurso en boca de otra persona, en estilo directo, imitando su modo de hablar característico, se encuentra como: a) Discurso sin diálogo (que incluye a la ironía de la simulación), en “Acúsome, Padre de que en un abrir y cerrar de ojos inoculé muchachas resplandecientes”, “Aquí se está usando demasiado papel higiénico, señores. Propongo que en lo sucesivo cada cual traiga su propio rollo”, “¡Defiéndase, Profesor! Esa Profesora pretende chuparle la diuca”, “Gringos tales por cuales: ¡Los obligaremos a bajar los pies del escritorio!”, “Pierdan cuidado, que para salvar nuestra Santa Madre Iglesia Católica, somos capaces de asociarnos hasta con el Diablo”, “¡Raza de fornicadores!…, católicos tenían que ser”, y varios otros. b) Diálogo, en “–Mao, ¡deja que abran las cien flores! / –No: con 99 basta y sobra”, “–No basta con decir que se es revolucionario: se trata de serlo concretamente. / – ¿Cómo? / – ¡Sepa Moya!”, etc. c) Monólogo o reflexión mental, en varios ‘artefactos’ citados y algunos otros. 2) Como desviación del objeto del discurso (digressio), en que el orador en lugar de la materia propiamente dicha trata otra materia, se encuentra con abundancia en sus diversas variantes: a) Como tratamiento de la situación-discurso, enderezada a lograr la credibilidad: i) haciendo patente la estructuración del discurso, por ejemplo en los ‘artefactos’ “Juguetes para gigantes. Armas de fuego para menores de edad. Poesías para grandes y chicos”, “Léaseme al revés con un espejo”, “Necesito reírme del prójimo. Si no me río de alguien ando de malas pulgas todo el día”, “No por ambición. Ni siquiera por deporte: en defensa propia”, etc. ii) confesando que el contrario tiene razón en uno u otro argumento sin importancia, quedando así cerca de la ironía (concessio), por ejemplo en “¡Claro que cantan bien!…, pero Violeta Parra hay una sola”, etc. iii) exteriorizando un pensamiento chocante, que enemista al público con el orador (licentia), por lo que suele acompañarse con una fórmula de excusa, así en “No será poesía, pero es cierto que la cumbre del Cerro Santa Lucía sirve de cagadero municipal”, etc. (los ejemplos pueden multiplicarse y abarcar incluso todo el conjunto de la obra, si se elige como final de esta el ya citado ‘artefacto’ “Chao. Y perdón si me he excedido en el uso de la palabra”). iv) pidiendo consejo al público con respecto a la conformación del discurso, a la vista de la dificultad de la materia: “¿Qué hacemos con la Universidad? Los grados que otorga son títulos nobiliarios”, etc. b) Como introducción de pensamientos narrativos, descriptivos, de ornato y argumento, y generalizantes (loci communes epidícticos que alaban o censuran objetos infinitos), como en los ‘artefactos’ “El Padre eterno terminó fugándose con una colegiala”, “La música no me agarra; ni menos la puesía [sic]”, “Plataforma de lucha: rehabilitación del yo; supremacía del individuo; completa amoralidad y el Club de los Ególatras”, “¿Qué más canción que el transcurso del tiempo”, y en varias decenas más, a los que se pueden agregar los lugares comunes en forma de frases que pretenden validez normativa para el conocimiento del mundo y de la vida (sententiae), como en los ‘artefactos’ “Condecoración: toda medalla tiene dos caras”, “Death has not future”, “El culo de un hombre no se cambia por las nalgas de una mujer”, “El pensamiento muere en la boca”, “Entre dos novias se ama a la que nunca existió”, “La catástrofe es una e indivisible”, “La muerte es un hábito colectivo”, “Mendigo alegre no inspira piedad”, “No se termina nunca de nacer”, “Toda lucha fratricida, todo pensamiento vano”, y muchos otros, algunos ya citados15. 3) Como desviación con respecto a los oyentes (apóstrofe), en que el orador se dirige: a) a la parte contraria, así en “Cuando me muera cómanse mi poto con harina, si quieren; pero no ahora”, “¿Hasta cuándo siguen fregando la cachimba? Yo no soy derechista ni izquierdista; yo simplemente rompo con todo”, “¿Sabe una cosa compadre?… fíjese que su poesía me la meto por la raja”, etc. b) A personas ausentes, ya sean: i) seres sobrenaturales, como en el ya citado “Sacre cœur de Jésus, ayez confiance en moi”. ii) personas imaginadas como presentes, tal en los ‘artefactos’, “Amigo lector: si le besan una mejilla, ponga la otra; o si lo prefiere, responde con un recto al mentón”, “Dime si te molesto con mis lágrimas”, “Estudiantes de humanidades: en vez de escribir palabrotas en los muros de las letrinas (pico – chucha), escriban Dios, escriban Virgen Santísima” y varios más. c) A cosas, como en “Hoja verde, ¡que Dios te marchite!”, y algún otro16.

Conformación sintáctica:

La conformación sintáctica de los ‘artefactos’ es la correspondiente a la inserción “relajada y arbitraria de oraciones… cortas” (oratio soluta); su configuración fonética no presenta singularidades significativas17.

Aptum:

En cuanto “armónica concordancia de todos los elementos que componen el discurso o guardan alguna relación con él” (las partes integrantes del discurso entre sí: causa, ideas, lenguaje, dispositio, pronuntiatio; el conjunto del discurso con sus partes y con las circunstancias sociales de él: orador, público, momento y lugar del discurso), lo aptum explica las diversas elecciones hechas en Artefactos..

* * *

Del examen de la retórica de los Artefactos pueden surgir diversas conclusiones; se trata, en primer lugar, no solo del posible efecto inarmónico que produce la aplicación de un instrumental como el empleado en el análisis a semejante objeto (sensación no buscada que podría llevar a un juicio de valor sobre Artefactos), sino de la demostración del carácter fuertemente retoricado que ostentan (contra la común opinión crítica que postula la, por otra parte imposible, falta de ‘retórica’ en la antipoesía). Empleo retoricado no porque los ‘artefactos’ sigan las “leyes y usos” de la retórica, sino porque son el producto de la sistematización de algunas de esas leyes y usos, esto es de una fórmula o una ‘técnica’.

“La técnica del chiste” tituló Freud, en su famoso libro18, el capítulo en que examina “los más frecuentes y esenciales medios de elaboración del chiste”, para formarse “un juicio sobre la naturaleza de este proceso psíquico”19. Los recursos por él enumerados han provocado un estudio sobre “La retórica de Freud”20, pues, aunque el intento del maestro vienés no contenga propiamente un análisis retórico del chiste, su descripción se puede asimilar al “antiguo catálogo de tropos” hecho por la tradición retórica. En rigor, como señalaba ya Quintiliano, en la oratoria no hay reglas que enseñen a usar del chiste21, sino que los recursos generales de la retórica pueden adquirir carácter de tal en el hilare dicendi genus. Se trata, pues, de un modo de sistematización de lo aptum.

Esa sistematización puede explicar múltiples aspectos de Artefactos, desde sus características editoriales hasta las estilísticas (incluyendo la impresión de ‘chistes”’ que provocan en una lectura ingenua), pero necesita de ciertas precisiones.

Artefactos, en la condición de discurso repetido en que lo hemos leído, esto es, como discurso que se puede repetir “típicamente, periódica o no periódicamente, y que conserva de una vez para siempre (dentro de un orden social supuesto como constante) su utilidad”, ponen de manifiesto con especial crudeza la seria limitación que la suposición parentética de la definición citada supone para cualquier discurso repetido. No queremos (ni podemos) entrar aquí en la discusión de la relación entre enunciados, proposiciones y contexto, pero es indudable que una lectura de Artefactos que ignore o pase por alto el contexto (lingüístico y extralingüístico) en que fueron ‘pronunciados’, será probablemente otra (si no errada) que la que aquí proponemos; se podría objetar ya aquí que no todos los Artefactos fueron ‘pronunciados’ en una misma ocasión, según hemos señalado anteriormente: pero esa objeción serviría, paradójicamente, de corroboración a nuestra hipótesis: la edición de 1972 de los Artefactos selecciona algunos elementos de un cúmulo (prolongable en principio hasta el infinito, dadas las características de los textos) y es esa selección la que se pronuncia en unas circunstancias sociales precisas y no otra22..

* * *

Desde este punto de vista, creemos, el objeto del discurso en los Artefactos es, justamente, esa circunstancia social: en otras palabras, la situación político-social de Chile c. 1972.

A esa situación se refieren, directa o indirectamente, más de una cincuentena de ‘artefactos’, muchos de ellos ya citados23. Pero no es esto lo más importante: el resto del conjunto es “teñido” por aquella situación, al tiempo que sirve, por distintos caminos, para conquistar la simpatía del oyente (del lector) a quien va dirigidos hacia la parte defendida por el hablante (utilitas causae): la de los adversarios del Gobierno de la Unidad Popular.

Carrol E. Word, en una tesis que examina los usos de las técnicas verbales y visuales del chiste en situaciones de conflicto entre grupos sociales24, ha enumerado las funciones (casi siempre inconscientes) que cumple en esas situaciones el humor, estableciendo un esquema que puede aplicarse a Artefactos25.

La primera de esas funciones, la de ‘refuerzo de estereotipos peyorativos del grupo contrario’, que justifica la supuesta superioridad del grupo que emite los chistes respectivos, sirviendo para contener el cambio social y consolidando actitudes sub-culturales que están en discordia con aquellas de la cultura más amplia, tiene ejemplo en varios ‘artefactos’, algunos ya citados.

La función de ‘intensificación del conflicto’, que consolida al grupo que emite los chistes de cara a los contrarios, está presente también en varios ‘artefactos’ (a los que podría agregarse una subclase, que consolida al grupo ‘culturalmente’ y lo opone al contrario, ‘inferior’ en este aspecto: la de los textos en lenguas extranjeras).

La función de ‘elusión del conflicto’, que se manifiesta por la expresión de hostilidad hacia un objeto substitutivo del grupo contrario, se encuentra por ejemplo en los ‘artefactos’ ya citados que hacen mofa de los araucanos, pero también puede leerse en este sentido la serie de artefactos antirreligiosos (o antieclesiásticos)26, los referidos a la Revolución Cubana, etc.

La función de ‘control social’, que varía según el destinatario a quien va dirigido el chiste y se endereza regularmente a la obtención de la aprobación del grupo al cual ese destinatario pertenece (y el hablante a lo menos desea pertenecer), sobremanera si el que habla es ‘culpable’ de conducta desviada, tiene singular importancia en Artefactos (v. gr. “Antes sí. Ahora no”). Examinarla nos llevaría a problemas de sociología del consumo literario que no abordaremos; valga, sin embargo, advertir cómo la condición de poeta (peor aún, de poeta con pasado izquierdista) puede interpretarse aquí como condición de culpabilidad para el grupo cuya benevolencia desea ganarse; en este sentido, la similitud retórica de Artefactos con la retórica general y, especialmente, el especial humor de las publicaciones periódicas más encarnizada y violentamente contrarias al Gobierno de la Unidad Popular en la época señalada, presenta aquí un principio de explicación.

Por último, la función de ‘ayuda al cambio social’, que mantiene la oposición el tiempo necesario para llegar al conflicto abierto27, envuelve de alguna manera a todos los ejemplos invocados en los últimos párrafos, los que en conjunto sirven, además, para extender el conflicto a una zona nueva: el de la (¿anti?) ‘poesía’.

* * *

Los Artefactos de Nicanor Parra son, pues, desde el punto de vista de la retórica, producto de la sistematización de todos los elementos del discurso en orden a promover la risa. Se los puede comparar así a los chistes; como estos, cumplen determinadas funciones en situaciones de conflicto social. Aunque la función de los chistes suele ser inconsciente, el conocimiento de sus mecanismos permite emplearlos conscientemente con determinadas finalidades: no podemos asegurar si ello sucedió con la publicación de Artefactos en el Chile de 1972.

1 Nicanor Parra, Artefactos (Santiago de Chile: Ediciones Nueva Universidad, 1972).

2 Ciertamente abundantes; he aquí una bibliografía sin pretensiones exhaustivas: Fernando Alegría, “Nicanor Parra, el anti-poeta”, Cuadernos Americanos, México, 1960, 209-220; Ibíd., “Nuevos poetas chilenos: 1938-1950”, en su Las fronteras del realismo. Literatura chilena del siglo XX (Santiago de Chile: Zig-Zag, 1962), 191-232, v. espc. 195-211; Ibíd., “Parra anti Parra”, en su Literatura y revolución (México: F.C.E., 1970), 173-189; Ibíd., “La antipoesía”, op. cit., 203-241; Mario Benedetti, “Parra descubre su realidad”, Número, Montevideo, abril-junio 1963, 65-74, reproducido con el título de “Nicanor Parra descubre y mortifica su realidad” en sus Letras del continente mestizo (Montevideo: Arca, 1967), 77-87; Ibíd., “Nicanor Parra, o el artefacto con laureles”, Marcha, Montevideo, 17 de octubre 1969, reproducido en Alfonso Calderón (ed.) Antología de la poesía chilena contemporánea (Santiago de Chile: Universitaria, 1971), 295-311; Luis Dávila, “The Antipoetry of Nicanor Parra”, Dissertations Abstract International (Ohio State), 32, 1971, 423A.; Andrew P. Debigki, “La distancia psíquica y la experiencia del lector en la poesía de Nicanor Parra”, en su Poetas hispanoamericanos contemporáneos: punto de vista, perspectiva, experiencia (Madrid: Gredos, 1976), 158-190; Mary Z. de Shazo, “Nicanor Parra, una poesía comunicativa”, Chasqui, año 3, Nº1, 1973, 26-30; Bertus Dijk, “De gedichten van Nicanor Parra”, De Gids, Amsterdam, Nº133, 1970, 118-125; Luis Droguett Alfaro, “Diálogo apócrifo con Nicanor Parra”, Atenea, Concepción, Nº383, 1959, 74-82; Manuel Durán, “Conversación con Nicanor Parra”, Plural, México, Nº6, 1972, 10-13; Cedomil Goic, “La antipoesía de Nicanor Parra”, Los libros, Buenos Aires, Nº9, julio 1970, 6-7; Ibíd., “L’antipoesie”, Studes littéraires, Québec, Nº3, diciembre 1973, 377-392; Marlene Gottlieb, “La evolución poética de Nicanor Parra. Anticipaciones de las ‘Canciones Rusas’”, Cuadernos Americanos, México, 168, 1970, 160-170; Ibíd., “Del antipoema al artefacto al…: la trayectoria poética de Nicanor Parra”, Hispamérica, Maryland, USA, Nº6, 1974, 21-38; Ibíd., “The poetry of Nicanor Parra”, Dissertation Abstract International (Columbia), 34, 1974, 6440A-6441A; Ibíd., “El mundo en crisis: ‘Emergency Poems’ de Nicanor Parra”, en Jaime Alazraki, Roland Grass & Russell O. Salmón (eds.), Homenaje a Andrés Iduarte, ofrecido por sus amigos y discípulos, Clear Creek, 1976, 155-164; Ibíd., No se termina nunca de nacer: La poesía de Nicanor Parra (Madrid: Nova-Scholar, 1977); Edith Grossman, “The Technique of Antipoetry”, Review 72, Winter 71-Spring 72, 1972, 72-83; Ibíd., “The Antipoetry of Nicanor Parra. Its Theory and Technique”, Dissertation Abstract International (New York University), 33, 1972, 753A-754A; Ibíd., The Antipoetry of Nicanor Parra (New York: New York University Press, 1975); René Jara, “Función de la literatura. Función de la crítica. Leonidas Morales y Nicanor Parra”, Estudios Filológicos, Valdivia, Nº8, 1972, 410-422; Edgard C. Knowlton Jr., “Parra’s ‘La doncella y la muerte’”, Explicator, 30, ítem 69; Ramona B. Lagos, “La ruptura: ley estructural de ‘Preguntas a la hora del té’, de Nicanor Parra”, La Palabra y el Hombre, Veracruz, Nº18, 1976, 26-33; Pedro Lastra, “Notas sobre la poesía de Nicanor Parra”, El Siglo, Santiago de Chile, 24 de abril de 1956; Alfredo Lefebvre, “Nicanor Parra”, en su Poesía española y chilena (Santiago de Chile: del Pacífico, 1958), 181-191; Patricio Lerzundi, “In defense on Antipoetry: An Interview with Nicanor Parra”, Review 72, Nº4-5, Winter 71-Spring 72, 1972, 65-71; Frank Mac Shave, “A Breath of Satire in Chile”, The Nation, Nº17, 19 de noviembre 1977, 535-536; Jorge Millas, “Los hechos y las cosas en la antipoesía de Nicanor Parra”, en su Idea de la filosofía (Santiago de Chile: Universitaria, vol. I), 105 y ss.; Hugo Montes y Mario Rodríguez Fernández, Nicanor Parra y la poesía de lo cotidiano (Santiago de Chile: del Pacífico, 1970); Hugo Montes, “Los artefactos de Nicanor Parra”, Estafeta Literaria, Madrid, Nº589, 1976, 12-13; Leónidas Morales Toro, “Fundaciones y destrucciones”, Revista Iberoamericana, 19-58, Nº72, 407-423; Ibíd., La poesía de Nicanor Parra, Valdivia, Anejos de Estudios Filológicos, 4, 1972; Edward Dave Oliphant, “Poetry and Anti-Poetry in the United States and Chile: Robert Lowell, William Carlos Williams, Enrique Lihn, Nicanor Parra, Dissertations Abstract International, 36, 1975, 2190A-2191A; Mercedes Rein, Nicanor Parra y la antipoesía (Montevideo: Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad de la República, 1970); Stephanie M. Robbins, “Persona in the Poetry of César Vallejo, Jorge Guillen and Nicanor Parra”, Dissertations Abstract: International, (Austin, Texas), 31, 1971, 3551A; Emir Rodríguez Monegal, “Encuentros con Nicanor Parra”, Mundo Nuevo, París, Nº23, mayo 1968 75-83; Ibíd.,

“Meetings with Nicanor Parra”, Review 72, Fall 1972, 43-54; Osvaldo Rossler, “Dos poetas de América”, Arbor, Madrid, Nº329, 1973, 113-119; Federico Schopf, “Estructuras del Antipoema”, Atenea, Concepción, Nº399, enero-marzo 1963, 140-153; Ibíd., “Poemas y antipoemas, tercera edición de una lectura”, La Nación, Santiago de Chile, 29 de octubre 1967, tb. en Norte, IX, Nº6, 1963, 144-147; Ibíd., “Nicanor Parra: ‘Antipoemas’”, Trilce, Valdivia, Nº11-12, 1966, 4-10; Ibíd., “La escritura de la semejanza en Nicanor Parra”, Revista Chilena de Literatura, Santiago de Chile, Nº2-3, 1970, 43-132; Antonio Skarmeta, “El apogeo del antipoeta” (entrevista), Ercilla, Santiago de Chile, 14 al 20 de agosto de 1968, Nº1730, 34-39; Myrna Solotoresvsky, “La ironía ‘Hay un día feliz’ de Nicanor Parra”, Explicación de Textos Literarios, California, 1975, año 3, Nº2, 119-126; Guillermo Sucre, “‘Artefactos’, poemas de Nicanor Parra: La desmitificación por el humor”, Imagen, Caracas, Nº13, 15-30 de noviembre 1967; Armando Uribe Arce, “Como un herido a bala”, La Nación, Santiago de Chile, 9 de julio de 1967; Ignacio Valente, “‘Obra Gruesa’, de Nicanor Parra” , El Mercurio, Santiago de Chile, 1 de junio 1969, 7.; Víctor M. Valenzuela, “Nicanor Parra, an Antipoet Poet”, Revista Interamericana de Bibliografía, Washington, Nº19, 1969, 434-448; Karen Van Hoof, “The ‘Artefactos’ of Nicanor Parra: The Explosión of the Antipoem”, The Bilingual Review / La revista bilingüe, New York, Nº1, 1974, 67-87; Juan Villegas, Interpretación de textos poéticos chilenos, Santiago de Chile, Nascimento, 1977; Miller Williams, “A Talk with Nicanor Parra”, Shenandoah, Nº18, 1966, 71-78, tb. en Arizona Quarterly, Nº23, 1967, 144-151.

3 En el presente trabajo examinamos solo los textos de Artefactos; para una completa visión de ellos sería indispensable un estudio de (la retórica de) las imágenes que los ilustran o, mejor dicho, de las relaciones entre textos e ilustraciones. Los trabajos ya clásicos de Roland Barthes, “Retórica de la imagen” (1964), cito por la traducción española incluida en La semiología, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1970 (que traduce el original de Recherches semiologiques, Communications Nº4), 127-140; y de Umberto Eco sobre la semiótica de los mensajes visuales, incluido en su La estructura ausente (1968) trad. esp. (Barcelona: Lumen, 1972), 215-320 (v. tb. su Tratado de semiótica general (1976), trad. esp. (Barcelona: Lumen, 1977), espc. “Crítica del iconismo”, 325-360), ofrecen elementos teóricos de fácil aplicación a un estudio de esa naturaleza, para el que no estoy capacitado. Observemos solo que, de las funciones que Barthes señala para el mensaje lingüístico respecto del mensaje icónico (anclaje y relevo), dejando de lado los casos en que palabra e imagen están en una función complementaria (relevo), en Artefactos en ocasiones se ‘invierte’ el anclaje, en cuanto es la imagen la que ayuda a elegir el nivel de percepción de la palabra: véanse, por ejemplo, el ‘artefacto’ en que un ¿sacerdote? besa los pies a un muchacho; de “Entienda, compañero,: no se trata de dogmas religiosos”, en que la frase es dicha por un sacerdote en un campo nudista; de “Las Gracias siguen siendo tres: Libertad, Igualdad, Fraternidad”, en que la palabra ‘libertad’ está ilustrada con un hombre tras rejas, ‘igualdad’ con una choza y un palacio, y ‘fraternidad’ con dos hombres riñendo, etc. Similar función cumplen en ocasiones las características tipográficas del texto, en los casos en que este no presenta ilustración: buen ejemplo es “– ¿Marxista? / – No, laico”, en el que la palabra ‘marxista’, entre otras singularidades diagramáticas, tiene una cruz gamada en lugar de ‘x’.

4 “Artefactos, poemas de Nicanor Parra”, en el suplemento a Imagen, Caracas, Nº13, 15-20 de noviembre 1967.

5 Marlene Gottlieb, “Del antipoema…”, n. 17.

6 “For love and Protection, adopt a poet”, “compañera universitaria, la virginidad produce cáncer, vacúnate hoy mismo”, “Ave Merino Reyes, morituri te salutan”, “Palabras simétricas: Adán-nada, Eva-ave, star-rats, God-dog, pico-chucha”.

7 “Señora buena presencia se necesita con urgencia” (cfr., en Artefactos, “Señorita de buena presencia se necesita con urgencia”), “God is either now here or nowhere” (cfr. “Ultimatum. O dios está en todas partes, o no está absolutamente en ninguna”), “Se ruega no confundir gue-gue con güe-güe” y “Se suplica no confundir el arte en la revolución con la revolución en el arte” ( dos ‘artefactos’ según Gottlieb, cfr. “Compañeros: se ruega no confundir gue-gue con güe-güe. Se suplica no confundir el arte en la revolución con la revolución en el arte”, de Artefactos). Por otra parte, Gottlieb da noticias sobre el manuscrito de los textos, que los diferencian o acercan a la versión impresa: “En el artefacto Parra emplea varios tipos, de varios tamaños y colores, para producir efecto visual en el lector. En algunos artefactos aun dibuja con las palabras… En un caso pinta una botella en vez de poner la palabra (ya hemos dicho que la versión impresa de Artefactos es monocroma, en el ejemplo citado por Gottlieb, en Artefactos se lee: “He pasado la vida tratando de destapar una [botella] de Coca-Cola”, en que la palabra entre corchetes está substituida por la imagen de una botella, y esa botella es una botella de Coca-Cola).

8 Tanto la ordenación adoptada, como las definiciones que aparecen, entrecomilladas o no, de términos retóricos, siguen a Heinrich Lausberg, Manual de retórica literaria, versión española de José Pérez Riesco (Madrid: Credos, 3 vols., 1966-1967-1968), e Ibíd., Elementos de retórica literaria, (Madrid: Credos, 1975).

9 El número de permutaciones es el factorial de 242, cantidad casi inimaginable.

10 Referencia a la frase proverbial “Bueno es el cilantro, pero no tanto”; el ‘curanto’ es un guiso de la cocina del sur de Chile.

11 El ¿único? tipo de lenguaje escrito no ironizado es el periodístico, cuyo uso tiene en Artefactos una función no enderezada a la ironía del lenguaje mismo: p. ej. “Más vale tarde que nunca. / Un anciano de 89 años de edad, aburrido de las arbitrariedades de su mujer, se divorcia y salta por la ventana de un séptimo piso”, “Última hora. Urgente. / Exonerado del lecho nupcial expulsado del cielo por imbécil”.

12 Referencia al Presidente de Chile (1970-1973) Salvador Allende.

13 ‘Mechón, a’, en el esp. coloquial de Chile, ‘alumno de primer año en la universidad’.

14 ‘Diuca’, en el esp. vulg. de Chile, una de las denominaciones del pene.

15 El extraordinario número de lugares comunes epidícticos y de sentencias citadas puede variar, naturalmente, de acuerdo a lo que se considere “objeto del discurso” de Artefactos; cualquier elección posible (v. gr., ‘la poesía’, ‘la religión’, etc.) haría variar los artefactos considerados como digressio, pero su número continuaría siendo, en suma, similar; podría pensarse entonces que Artefactos no tienen ‘objeto’: sí lo tienen, aunque ese objeto en algún sentido sea permutable; a estos problemas nos referiremos en los párrafos finales de este escrito.

16 Dejamos sin tratar los ejemplos de inmutatio de la forma sintáctica, de relativa abundancia.

17 Conviene señalar que en la transcripción de los ejemplos, y dadas las características de la obra, he usado a veces mayúsculas donde no las hay en el original, o viceversa; he puesto acentos donde causas tipográficas (o desconocidas) los habían suprimido; y me he permitido introducir o variar las puntuación de los textos, aun a sabiendas de que todo ello puede significar un principio de interpretación.

18 Sigmund Freud, El chiste y su relación con el inconsciente (1905); cito por la traducción española (del inglés) de Luis López Ballesteros (Madrid: Alianza Editorial, 1969).

19 Ibíd., 75-76.

20 Tzvetan Todorov, “La rhétorique de Freud”, en su Théories du symbole (Paris: Éditions du Seuil, 1977), 285-321.

21 Quintiliano dedica un largo capítulo a ‘la risa en el discurso’: Institutionis oratoriæ, Libro VI, III.

22 Y viceversa, puesto que, hasta el momento, no existe una reedición de Artefactos.

23 La vinculación que los ‘artefactos’ (citados aquí o no) guardan con la situación social antedicha presenta diversos grados de mediatización.

24 Carroll Emerson Word Jr., Freudian theories of wit and humor as applied to certain theories of social conflict (Tesis doctoral) (Boston: University School of Theology, 1959); cito por una reproducción de University Microfilm Inc., Ann Arbor, Michigan.

25 Word extrae esas funciones de ejemplos relacionados con los conflictos raciales norteamericanos pero aclara que “the five functions of humor and wit described in the section above dealing with racial conflict are the essential intergroup functions” (op. cit., 271), por lo que están presentes también en los chistes relacionados con conflictos políticos, si bien el origen de los grupos raciales y políticos es diferente, y por ello en los chistes relacionados con conflictos políticos “certain functions are more predominant”; afirmación que quizá tenga plena validez en el caso peculiar de la política norteamericana, a la cual aplica Word su análisis, pero no en el de la chilena, en que el conflicto político en las fechas que nos interesan es, fundamentalmente, un conflicto de clases, similar a los conflictos raciales en cuanto una clase, como un grupo racial, es “determined mostly from the outside”.

26 No deja de ser curioso que Artefactos fuera publicado por la editorial de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

27 Paradigma de esa función, aun cuando no se trate precisamente de un chiste, es el eslogan publicado y repetido de boca en boca por la derecha chilena en los meses anteriores al sangriento golpe militar del 11 de septiembre de 1973: ‘Junten rabia’.

Propios y Próximos

Подняться наверх