Читать книгу La mente del futuro - Luis Muiño - Страница 28

1. Nos quieren por nuestros factores diferenciales. Saben que cada individuo es un mundo y nos ayudan a canalizar nuestro potencial individual y a buscar nuestros propios objetivos.

2. Nos transmiten entusiasmo. Basta con pequeños gestos suyos (un chiste, una comida o un abrazo) para cambiar nuestro estado de ánimo.

3. Nos escuchan activamente. Una definición de amigo es «persona que te pregunta qué tal estás y se queda a escuchar la respuesta». Los optimizadores nos hacen preguntas abiertas (del tipo de «¿Y qué sentiste?») y evitan convertirse en protagonistas con frases como «Pues lo mío es peor».

4. Nos ayudan a aceptar errores puntuales. Son personas que nos ayudan a cambiar nuestras pautas explicativas permanentes («Soy un fracasado») por frases circunstanciales («Tuviste un mal día»).

5. Nos hacen las preguntas adecuadas. Pensar con ellos es mejor que hacerlo solo. Por ejemplo, plantean cuestiones que conducen a posibles soluciones o alientan sentimientos vitalistas en vez de preguntar una y otra vez por los motivos de la desesperanza.

6. Nos ayudan a enmendarnos sin empeñarse en cambiarnos. Aceptan que, cuando les pedimos que nos echen una mano en cuestiones puntuales, no estamos buscando ayuda para enderezar el rumbo de nuestras vidas.

7. Nos tratan con realismo. Huyen de las frases motivadoras idealistas («Si tú quieres, puedes») pero nos animan fomentando nuestras mejores virtudes.

8. Nos hacen sentirnos iguales a ellos. Nos muestran sus fallos y eso nos permite relajar nuestro nivel de autoexigencia y mostrarnos vulnerables.

9. Nos invitan a tener relaciones de igualdad. Los optimizadores nos hacen favores, pero también son capaces de pedírnoslos: no buscan estar ni por encima ni por debajo de nosotros.

10. Nos permiten ser independientes. Saben mantener la distancia emocional necesaria para poder ayudarnos sin convertirse en necesarios.