Читать книгу Santo. El enmascarado de plata - Álvaro Arturo Fernández Reyes - Страница 9

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Introducción


La sociedad se basa en el culto del Héroe.

A toda dignidad jerárquica

en que se cimienta la asociación humana,

es lo que llamaríamos Heroarquía, o Jerarquía,

porque es sagrada también...

Thomas Carlyle

Para cada pueblo de toda época, el culto al héroe ha sido fundamental para la cohesión social. Su práctica devela en buena medida las entrañas culturales, nos muestra gran parte del esquema mental de una comunidad. La figura heroica goza en todo momento de una impresionante adaptación a las necesidades y a los cambios cada vez más vertiginosos de las sociedades contemporáneas; se reintegra sin dificultad alguna a las exigencias de renovación hasta mantenerse como parte fundamental de los ritos y mitos de la modernidad.

Dentro de la inmensidad de producciones culturales del México moderno, el rito y el mito que giran en torno de la figura heroica de Santo, el Enmascarado de Plata, pone sobre la mesa diversas producciones culturales. La recuperación de viejas tradiciones y la creación de nuevas constituyen un caldo de cultivo para este luchador, pronto convertido en emblema de una sociedad en plena modernización, y en un símbolo representativo del imaginario de un país que experimenta cambios tanto en sus valores como en sus sueños y aspiraciones.

Santo es un fenómeno que trasciende su tiempo y a los héroes forjados en el ecosistema mediático. A diferencia de Batman o Superman es un héroe real, ficticio en sus hazañas pero de carne y hueso, al que en su momento se podía tocar y ver; además aparecía en historietas, en películas, en programas de radio y de televisión, en teatros como escapista o en la confrontación ritual sobre el ring luchando a dos de tres caídas sin límite de tiempo.

El Enmascarado de Plata rompe con la línea —si la hay— que delimita la fantasía y la realidad; infinidad de anécdotas así lo demuestran, y deben tomarse en cuenta como elementos que circulan en la memoria colectiva, porque son testigos e indicadores de que un héroe de tal naturaleza sólo puede crearse en ciertas condiciones que otorga nuestra cultura. “Santo es una liga importante entre la fantasía y la realidad, y la separación entre estos dos conceptos se vuelve relativa […] Precisamente es ahí donde todos podemos tener la fuerza suficiente para que la realidad sea como a nosotros nos gustaría que fuese”.1

En ese sentido, Santo es un héroe transmedia, es decir que se construye a través de las narrativas transmedia (nt), de los mundos narrativos nacionales que se expanden, como dice Carlos Scolari, a través de lenguajes como el verbal o el audiovisual y de medios como el cine, la lucha libre o el cómic: “Las nt no son simplemente una adaptación de un lenguaje a otro […] (por ejemplo del libro al cine) […] abarca diferentes medios y lenguajes. De esta manera el relato se expande, aparecen nuevos personajes o situaciones que traspasan las fronteras del universo de ficción”.2 Santo es un personaje que se construye a través de canciones, novelas, revistas, biografías, videoclips, carteles, pinturas, videos, filmes e historietas, así como en el ciberespacio, entre otras manifestaciones que recrean al legendario héroe y dan vida a sus obras, ya sea con motivo recreativo o incluso de manipulación política y económica.

En síntesis, su presencia nos lega una proposición y reinterpretación del momento histórico. Por tanto, con el análisis del mito de Santo proponemos una vía para estudiar los mitos modernos, para contribuir al conocimiento de la cultura y lograr al menos un sugerente acercamiento a comprender lo que somos, lo que imaginamos y lo que queremos ser.

Así, llegamos a la pregunta que rige este ensayo: ¿cómo se construye un mito moderno?, y acotada en un estudio de caso nos preguntamos: ¿cómo se construye el mito de Santo, el Enmascarado de Plata?, ¿qué factores fungieron como caldo de cultivo para su mitificación?, ¿cómo se edifica la imagen del héroe enmascarado y se convierte en objeto de producción y consumo cultural?

La idea central es que una construcción de tal naturaleza germina a partir de la mitificación que sufre un objeto o un personaje —en el sentido que guía a Umberto Eco con su estudio sobre el mito de Superman—, como una “simbolización inconsciente […] como proyección en la imagen de tendencias, aspiraciones y temores, emergidos particularmente en un individuo, en una comunidad, en todo un periodo histórico”.3

Asimismo, con la idea de que todo mito produce ritos, Santo surge de los ritos colectivos del espectáculo masivo que se crea por tradición, superstición, devoción, hábito o adecuación a una costumbre. El rito —indica Gillo Dorfles en Nuevos ritos, nuevos mitos— es una actividad institucionalizada “que podría tener carácter sagrado, bélico, político [...] pero que podría ser también alegre, lúdico, artístico, psicopatológico y tecnológico, etcétera”.4 Santo es mito en la medida en que su imagen sufre un proceso de simbolización a través de los rituales transmedia y se convierte en la imagen simbólica, pues su imagen es la parte visible del símbolo, la extensión que hace posible la representación.5

En resumen, el objetivo de esta investigación es realizar un estudio sobre cómo se da el proceso de mitificación, de su imagen y de los objetos culturales a él asociados; sobre la manera en que representa el proceso del cambio sociocultural particularmente en una ciudad y, en general, en un país que se “moderniza” reinventando sus antiguas costumbres y tradiciones.

Las fuentes y documentos obtenidos para esta investigación no agotan el tema pero son vastos. Se revisaron poco más de cien números de las historietas de Santo el Enmascarado de Plata (sic), de los cuales más de la mitad están registrados en videograbaciones, fotografías, la gran mayoría en fotocopias y una sola historieta original (véase apéndice 1). Se consultó un material fílmico muy completo: 48 de las 52 películas del Enmascarado (53 contando la película “apócrifa” El vampiro y el sexo), además de documentales sobre cine, historieta y lucha libre, programas de televisión, cortometrajes y largometrajes que utilizan su imagen como protagonista o como elemento circunstancial (véase apéndice 2). Asimismo, se recabó material escrito de periódicos, revistas y novelas que contienen reseñas, entrevistas, críticas, datos biográficos, material visual con fotografías de exposiciones donde explotan su imagen, de performances, de publicidad, de historietas, de libros de cine y de héroes multimedia, de carteles, de objetos de consumo cultural y de fetiches.

Una agotadora pero interesante búsqueda se realizó en tianguis y librerías de segunda, tiraderos y bazares; se tejieron relaciones con personas que dedican tiempo a obtener la mayor cantidad de objetos de culto de Santo. Visité numerosas veces la Hemeroteca Nacional asistí a la Cineteca Nacional y a la Filmoteca de la unam, al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades y al Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos (ahora desaparecido), ambos de la Universidad de Guadalajara, así como a diversas bibliotecas de universidades e instituciones de la capital jaliscience y la Ciudad de México.

Asimismo, entrevisté a René Gaviño, mercader de fetiches del Enmascarado que operaba con un letrero, “Compro todo lo del Santo”, en el tianguis de la Lagunilla; al arquitecto Roberto Shimizu, el mayor coleccionista de objetos relacionados con el Enmascarado —hasta hace una década, 40 mil entre cartas personales de Santo, máscaras y objetos, libros, revistas, historietas, programas de lucha, etcétera— y quien se consideraba “un elegido de Dios porque posó en sus manos todos los objetos que lo llevaron a escribir un libro”6 aún inédito sobre la historia de la lucha libre, que como eje central tiene la biografía del Enmascarado de Plata. También tuve la oportunidad de hablar con Cristian Symet, otro de los más importantes coleccionistas.

Raúl Criollo, biógrafo de Santo, me proporcionó además de información sobre la vida y obra de Santo, fotocopias de revistas sobre cine y sobre lucha libre prácticamente imposibles de conseguir.7 Dentro de los creadores también entrevisté a cineastas y artistas plásticos como Luis Hampshire quien —al igual que Raúl Criollo, becario del Fonca— inmortaliza en sus cuadros al Enmascarado; él fue uno de los entrevistados con quienes encontré mayor afinidad en ideas, que se evidencia a lo largo de esta investigación.8

Además, Víctor Martínez, creador y comerciante de máscaras, descendiente de Antonio Humberto Martínez Ruiz, a quien se atribuye el invento de la máscara de luchador, me compartió el relato histórico sobre el nacimiento de esta prenda. María Guadalupe Cruz,9 erudita en materia de lucha libre, articulista independiente, ex directora del Museo de Culturas Populares y de relaciones públicas de la Arena México, me mostró un amplio panorama del fenómeno de la lucha libre, de la máscara de luchador y de sus implicaciones psicológicas y sociológicas.

También el Hijo del Santo contribuyó con información biográfica y anécdotas; plasmó en entrevista sus consideraciones sobre el legado del “superhéroe” en la cultura mexicana y la responsabilidad de ser la continuación de un mito; la influencia e interrelación entre personaje y persona, así como la penetración de lo fantástico en el imaginario de la cultura popular.10

Finalmente, con Irene Herner, autora de Mitos y monitos, historietas y fotonovelas en México y de Tarzán, el hombre mito,11 sostuve una charla sobre los lectores de historieta que hubo en la época de Santo, del estilo y de la carga ideológica del medio, del arraigo de este héroe en la cultura mexicana y el vínculo que crea entre la fantasía y la realidad. Armando Bartra, coautor de la investigación más completa sobre la vida de la historieta en nuestro país, Puros cuentos. La historia de la historieta en México,12 me obsequió información invaluable sobre Santo y su existencia en la historieta.

Entre los trabajos sobre el Enmascarado, como se puede constatar, predominan las publicaciones en periódicos y revistas, entrevistas, artículos y crónicas; creo que esta investigación se justifica también por la carencia de estudios publicados con rigor, aunque surgen cada vez más tesis de grado y posgrado tanto nacionales como en otros países sobre personajes de lucha libre desde distintas disciplinas.

En la medida de lo posible he intentado cerciorarme de lo concerniente al Enmascarado y, cotejando diversas publicaciones, encontré incluso novelas como Xanto, novelucha libre de José Zárate,13 entrevistas como la de Elena Poniatowska en el primer tomo de Todo México,14 así como artículos o crónicas en libros, revistas y periódicos, además de varias biografías difíciles de conseguir.15

Existen algunos ensayos clásicos, como el de Carlos Monsiváis en Los rituales del caos16 que dedica un apartado que contiene una sustancial crónica en el capítulo “La hora de la máscara protagónica”, con datos biográficos tanto del hombre como del luchador; del personaje de historieta como del personaje cinematográfico, y de la “supervivencia” de Santo como mito, como ícono de nuestra cultura. La mencionada Irene Herner en su libro Mitos y monitos... trata brevemente al Santo de historieta y su acercamiento al paradigma de la “norteamericanización” sin perder de vista su poder para identificarse con la cultura mexicana.

De 2004 a la fecha han surgido referencias imprescindibles que tocan la imagen del Enmascarado. Podríamos resaltar la revista Luna córnea, que publicó en su número 27 un especial de lucha libre. Mencionemos otras publicaciones como El futuro más acá, coordinada por Itala Schmelz,17 que indaga en la ciencia ficción autóctona, donde Santo forma parte del objeto de estudio. Ya en 2009 surgió un libro de lujo dedicado a nuestro héroe titulado Santo, el Enmascarado de Plata. Imágenes, coordinado por Lydia Gabriela Olivares,18 que consiste en una formidable recopilación de fotografías recuperadas incluso de los archivos familiares.

Santo ocupa un lugar en el contenido del libro del español Sergi Sánchez, El libro gordo de los superhéroes: de Santo el “Enmascarado de Pla-

ta” a Batman “El Hombre Murciélago”,19 donde intenta una recopilación de los superhéroes más importantes de nuestra cultura, de la historieta, del cine y la televisión; el autor traza un panorama del surgimiento de cada paladín de la justicia y la respectiva ficha técnica de las obras. Vale mencionar unas líneas en este libro sobre Santo y su “cine frijol” a propósito del comentario de José Luis Guarner: “El encanto de los filmes fanta-mexicanos procedía de una mezcla de analfabetismo e inocencia virginal que los rebozaba del espíritu del cine primitivo”; Sergi Sánchez lo cuestiona con la metáfora del frijol: “un frijol siempre será un frijol, es decir, un buen paladar no puede dejárselo perder, y esa no es precisamente una decisión analfabeta”.

Como podemos ver, el análisis exhaustivo sobre los mitos modernos implica una inagotable tarea que involucra diversas disciplinas, y su ejecución evidentemente depende de las necesidades de la investigación y de las funciones que del mito se desprendan: mística, cosmológica, sociológica, pedagógica o de entretenimiento. En ese sentido, habrá que decir que estos mitos llamados “aparentes” tienen un diálogo estrecho con los mitos “auténticos” (formados por los héroes nacionales o por los personajes religiosos, o bien por pasajes que explican el más allá o el origen del hombre, por ejemplo).

El mito de Santo funciona a través de una figura moderna que remite a la imagen o a la estructura de un relato semejante al relato de antiguos mitos; también acude a la fábula con su enseñanza moral o a la alegoría representante de cierta idea de justicia. Sin embargo, surge en una cultura masificada y soportada tanto en los avances tecnológicos como en la industrialización de símbolos, y su función —a pesar de ser multifuncional y de representar una ideología— es en primer plano de entretenimiento.

Anteriormente el estudio de este tipo de mitos se enfocaba en la alienación. Roland Barthes en Mitologías,20 además de hacer una propuesta metodológica para su análisis, muestra un profundo pero irónico trabajo sobre los mitos aparentes como una representación ideológica que promueve el sistema imperante y el orden establecido. Siguiendo esta postura barthiana, algunos estudiosos —es el caso de Hugo Cerda en Ideología y cuentos de hadas21— sostienen que a través y desde el simbolismo del mito religioso hasta los mitos modernos de alienación masiva (mito de cine, televisión y cómics), la ideología dominante manipula los mecanismos vitales para el desarrollo psíquico del niño y lo somete a patrones ideológicos que garantizan el régimen de dominio y el sistema de valores de la clase dominante.

Ante tal directriz de investigación, y sin restar importancia a sus valiosas aportaciones, creemos precisamente que analizar el mito moderno o aparente como aparato de control ideológico requiere entenderse también con su aspecto positivo, como un ejercicio de la imaginación que produce y reproduce símbolos representativos de la sociedad contemporánea con sentido lúdico y recreativo.

En virtud de lo anterior, realizar un estudio sobre la mitificación de Santo implica por una parte indagar en el contexto, los espacios donde tienen lugar las relaciones sociales; además, nos lleva a elaborar también una aproximación a las situaciones que enfrenta nuestro mito y su consumidor durante la modernización de la Ciudad de México. Por otro lado, es importante verlo dentro del relato, abordar su desplazamiento en la historieta que construye la épica; en la lucha libre, donde se edifica su imagen como ídolo de las multitudes; en su trayectoria, en la formación de personajes y su intercambio simbólico en la arena; pero sobre todo en su paso por la producción cinematográfica, en la construcción fílmica del mito heroico.22

De ahí que este ensayo se estructure en cuatro capítulos que tejen la épica del héroe transmediático. En el primero se aborda el sincretismo cultural, la confrontación entre la modernidad de la Ciudad de México y los sectores sociales que la alimentan con costumbres y tradiciones manifestadas en la vecindad, el barrio, los cines y la arena de lucha libre. Esa tensión entre la tradición y la modernidad será la mediadora en la construcción del mito del héroe enmascarado. Asimismo, se retoman los crecientes medios de comunicación formadores de las entrañas de la época y de nuevas mentalidades. Se atiende el star system: las estrellas y los mitos de la industria cinematográfica de la primera mitad del siglo xx, sus desplazamientos a nuevos géneros acorde a las necesidades del momento histórico.

El segundo capítulo trata sobre el desplazamiento del héroe que circula entre la realidad y la ficción de la lucha libre y la historieta. Se ofrece un panorama sobre la creación de personajes de la lucha libre en nuestro país, un nuevo espacio propicio para la producción de otras mitologías. Brevemente se exponen datos biográficos de Santo, Rodolfo Guzmán Huerta, y del personaje concebido en las arenas, sus logros y fracasos, su impacto y descenso inducido por el peso de los años. De tal manera damos pie al personaje de papel, su fuerza comercial y recreativa, sus antecedentes, su culminación y su ocaso.

En el tercer capítulo se expone la importancia del Enmascarado de Plata para la industria cinematográfica, se rastrea el surgimiento del cine de luchadores, su contemporánea ola de cine fantástico; en todo caso, lo que llamamos la Época de Plata de la cinematografía mexicana, momento en que la caída de la Época de Oro encontró un respiro con la producción de obras de escasa inversión y rápida recuperación económica. Si bien eran películas carentes de altos valores estéticos, fueron sumamente significativas para el espectador popular.

Finalmente, en el capítulo cuatro se atiende la construcción de la figura heroica al interior del filme, al que se llega principalmente por la vía marcada por los directores que más indagaron y alimentaron la figura heroica, cineastas que de alguna manera fueron clave para la construcción y transformación del mito que iba del clásico blanco y negro y traje de luchador al héroe de technicolor de traje sastre a la moda; de la representación de un rígido código moral a la ambigüedad moral más relajada, que enganchaba con los nuevos gustos del público.

Debo indicar que este libro —con cambios para su publicación— fungió como trabajo de grado durante la etapa de maestría del Doctorado en Ciencias Humanas de El Colegio de Michoacán —apoyado por el Conacyt—, bajo la dirección del doctor Miguel J. Hernández. Resta decir que esta empresa es de alguna manera un trabajo colectivo, en el que algunas consideraciones de profesores, compañeros, amigos, familia, especialistas y fieles seguidores de Santo fueron vitales para hacer realidad una aventura que ahora invito a emprender.

Notas y referencias

1. Entrevista con Irene Herner, Ciudad de México, junio de 2000.

2. Carlos A. Scolari, Narrativas transmedia. Cuando todos los medios cuentan, Barcelona, Deusto, 2013, pp. 24 y 25.

3. Umberto Eco, Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen, 2a. ed., 1997, p. 219.

4. Gillo Dorfles, Nuevos ritos, nuevos mitos, Barcelona, Lumen, 1969, pp. 17 y 74.

5. Del griego póiesis, que significa creación o producción, por tanto mitopoyesis es la producción de mitos.

6. Entrevista con Roberto Shimizu, Ciudad de México, agosto de 2000.

7. Raúl Criollo es uno de los colaboradores en el especial de colección “Santo. Vida, obra y milagros”, Somos, año 10, especial 2, octubre de 1999. Al citar esta revista lo hacemos conscientes de las fuentes que proporcionan la información. Creemos —a reserva de habernos cerciorado anteriormente de la fidelidad de la fuente— en la opinión de Pierre Sorlin en Sociología del cine. La apertura para la historia de mañana (México, fce, 1985), donde dice que existe a su vez un medio homogéneo del cine —y hay que atenderlo—, con determinadas orientaciones, tendencias, posición del campo social como la difusión de revistas que son “cultas” que tratan a los autores regularmente, y de revistas “populares” que tratan a las “estrellas”. Estas también consolidan la forma y el estilo cinematográficos.

8. Todas las entrevistas tuvieron lugar en la Ciudad de México en 2000 y 2001, a excepción de la realizada a la maestra Elba, que tuvo lugar en la ciudad de Guanajuato,; todas fueron hechas en una sesión. Por tanto, en las citas se da por hecho la misma fecha y el mismo lugar al que nos referimos ahora.

9. Guadalupe Cruz estuvo a cargo del número especial “Todo sobre la lucha libre. Máscaras vemos, cabelleras no sabemos”, Somos, año 2, especial 3, 15 de marzo de 2000. Del mismo modo, al citarla, la utilizamos como fuente fidedigna e informante calificado.

10. Entrevista con El Hijo del Santo, Ciudad de México, julio de 2000.

11. Irene Herner, Tarzán, el hombre mito, México, sep, 1974; y Mitos y monitos, historietas y fotonovelas en México, México, unam, 1979.

12. Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecochea, Puros cuentos. La historia de la historieta en México, México, Conaculta, 1994.

13. José Zárate, Xanto, novelucha libre, Planeta, 1994.

14. Elena Poniatowska, Todo México, tomo i, México, Diana, 1960.

15. Anteriormente se han realizado otras biografías como Santo: el ídolo de una generación (13 años del Enmascarado y la lucha libre) de Leopoldo Meraz por la biblioteca de la editorial Hit en 1955; El Santo, historia de una máscara, de José Luis Valero Meré, publicado por la editorial Mexicana de Periódicos, Libros y Revistas en 1982; también el trabajo oportunista de Eduardo Canto publicado con la muerte del cuerpo del héroe, Santo, la verdadera historia del Enmascarado de Plata, por la editorial Universo en 1984; pero estas biografías —dice Raúl Criollo en entrevista— están llenas de errores; no es así con Santo “El Enmascarado de Plata” y Casanova de Noé Cubas Colmenares, publicación en Ediciones Latinoamericanas, que a su vez se retoma en el rastreo histórico de la vida del enmascarado en la world wide web supervisado por el Hijo del Santo, cuyo principal contenido gira en torno de la lucha libre escrita por Fernando Gómez Áreas. Los títulos de las biografías son tomados del artículo de Rubén Sano (periodista que realizó algunas de las más importantes entrevistas con Santo) titulado “Lecturas santificadas” en “Santo. Vida, obra...”, op. cit. Actualmente algunas biografías se cotizan en precios muy altos.

16. Carlos Monsiváis, Los rituales del caos, México, Era, 1996.

17. Itala Schmelz, et al., El futuro más acá, México, Conaculta, 2006.

18. Lydia Gabriela Olivares, Santo, El Enmascarado de Plata. Imágenes, México, Conaculta, 2009.

19. Sergi Sánchez, El libro gordo de los superhéroes: de Santo el “Enmascarado de Pla-

ta” a Batman “El Hombre Murciélago”, Madrid, Midons, Serie B, núm. 14, 1997.

20. Roland Barthes, Mitologías, México, Siglo XXI, 1981.

21. Hugo Cerda en Ideología y cuentos de hadas, Madrid, Akal, 1985.

22. Por medio de los hechos fílmicos que muestran la expresión de una vida del mundo y del espíritu de la imaginación, de los seres y de las cosas, por medio de un sistema de combinaciones de imágenes (visuales: naturales o convencionales; auditivas: sonoras o verbales); y de los hechos cinematográficos, que por el contrario se presentan en un grupo de personas, un fondo de documentos, sensaciones, ideas, sentimientos y otros materiales extraídos de la vida e introducidos a su modo en el cine. Véase Francesco Casetti, Teorías del cine, Madrid, Cátedra, 1994.

Santo. El enmascarado de plata

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