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INTRODUCCIÓN

Aunque no hay acuerdo entre los críticos sobre cuál de sus dos grandes obras redactó antes Macrobio, si las Saturnales o el Comentario al «Sueño de Escipión» de Cicerón, lo cierto es que rige en ambas una clara voluntad enciclopedista y compendiaria, y un decidido afán pedagógico. Macrobio se limitó a variar el formato estilístico, y los mismos temas (o similares) que discute ciñéndose al monólogo del árido comentario, los debate igualmente bajo la amena y dinámica hechura del diálogo.

En cualquier caso, Macrobio, tanto en las Saturnales , como en el Comentario, expresa su amor por la Antigüedad romana y su vinculación con el paganismo tradicional.

Como alto funcionario del Estado, Macrobio asiste, desde una atalaya privilegiada, al desplome de la autoridad imperial derrotada por los bárbaros invasores, y al auge y triunfo definitivo de la Iglesia, madre de la nueva civilización. La derrota de Eugenio ante las legiones de Teodosio en la sangrienta batalla del río Frígido el 5 de septiembre del año 394 d. C., y el asedio y posterior saqueo de Roma por los visigodos de Alarico el 24 de agosto del 410 d. C. marcaron trágicamente el final del Imperio y del Paganismo, cuyo vacío de poder terreno y espiritual colmará rápidamente el cristianismo triunfante.

En el campo cristiano se vive un auténtico renacimiento cultural: en Oriente, con grandes escritores como Basilio, Gregorio Nazianceno, Gregorio de Nisa, Juan Crisóstomo; en Occidente, con hombres de acción y de pensamiento como Hilario de Poitiers, Eusebio de Vercelli, Zenón de Verona, Lucífero de Cagliari, o poetas como Prudencio, Ausonio y Paulino de Nola, además de los tres supremos padres, Ambrosio, Jerónimo y Agustín, quienes, aunando de manera indisoluble cristianismo y tradición romana, forjaron la nueva concepción espiritual del mundo.

En el campo pagano, se asiste, como reacción anticristiana, a un renacer de los estudios de gramática y de retórica con gran interés por la erudición anticuaria y la lectura de los clásicos profundizando en su pensamiento. Florecen las escuelas de retórica, las investigaciones filológicas, los comentarios a las obras de los clásicos y el amor por la filosofía, en especial el neoplatonismo. Destacan en Roma el rétor Mario Victorino, el gramático Carisio, el historiador Ammiano Marcelino, el biógrafo Aurelio Víctor, el poeta Claudiano y la figura descollante del gramático y comentarista Elio Donato, cuyos esfuerzos por restaurar el clasicismo secundaron los personajes más conspicuos de la aristrocracia senatorial, como Símaco, Pretextato, Nicómaco Flaviano, Cécina Albino y Rufio Albino, protagonistas todos ellos de las Saturnales, junto con un jovencísimo Servio.

Como bien apostilla Nino MARINONE 1 : «A la exaltación de este ambiente que intentaba hacer revivir un pasado ya caduco para siempre, a la memoria de los últimos hombres que aún podían llamarse “romanos” dedicó Macrobio las Saturnales, una obra cimentada en la gramática, en los estudios literarios y en la indagación erudita, así como en la filosofía. En ella afloran ya sensibles las tendencias alegóricas y astrológicas que se acentúan en Las nupcias de Mercurio y Filología, la bizarra enciclopedia sobre las artes liberales de Marciano Capela: estamos ya en los umbrales del Medievo».

BREVE BIOGRAFÍA Y ELENCO DE OBRAS

Macrobio Ambrosio Teodosio, vir clarissimus et inlustris, vivió a caballo entre los siglos IV-V d.C. No era natural de Italia, sino oriundo de alguna de las provincias más latinizadas del imperio: África, Hispania, o tal vez Egipto. Alcanzó el rango senatorial y en su carrera política llegó a desempeñar las más altas funciones del Estado, como los cargos de vicarius Hispaniarum (399-400), procónsul de África (410) y prefecto del pretorio (430) 2 .

Macrobio es autor de tres obras que se conservan total o parcialmente. En primer lugar, los siete libros de Las Saturnales, un simposio literario, a imitación del Sobre la república de Cicerón, donde, con ocasión de las fiestas saturnales, dialogan algunos invitados importantes sobre temas anticuarios, en especial sobre Virgilio. Se ha transmitido incompleto. En cambio, nos han llegado intactos los dos libros del Comentario al «Sueño de Escipión» de Cicerón, un escrito gracias al cual se ha transmitido el texto ciceroniano objeto del comentario. Por último, un tratado gramatical perdido, Diferencias y similitudes entre el verbo griego y el latino, que sólo se conserva en excerptas de excerptas hechas en la Edad Media 3 . Las dos primeras obras están dedicadas al hijo del autor, Eustacio; su obra gramatical, a un Símaco, que podría ser el hijo del orador de las Saturnales (nacido hacia el 384) o un nieto, que fue cónsul en 485 4 .

LAS «SATURNALES»

Los siete libros de las Saturnales son las supuestas conversaciones mantenidas por una serie de personajes —algunos de rango senatorial elevado— que se reúnen en un banquete para celebrar durante tres días las fiestas de las Saturnales. La obra se ha transmitido incompleta; falta el final del libro II, el comienzo del libro III, la segunda mitad del libro IV, y el final del libro VII.

Datación de las Saturnales

En la cronología absoluta de las obras completas de Macrobio 5 , los partidarios de la datación temprana del nacimiento del autor (350-360 d. C.) sitúan la fecha de composición de Las Saturnales generalmente en el 395 6 , la del Comentario en el decenio anterior 7 , y la del tratado gramatical entre 395 y 400; para los partidarios de la datación tardía del nacimiento (hacia 385-390), Macrobio compondría el tratado gramatical hacia 420-425 y el Comentario y las Saturnales entre 430 y 440. No obstante, tampoco hay total acuerdo en cuanto al orden cronológico de redacción de las obras. H. Georgii 8 , partidario de la datación temprana de Macrobio, data la publicación de los Saturnalia alrededor del 395 y sostiene que el Comentario apareció después, poco antes del 410. También J. Flamant 9 sostiene que el Comentario fue redactado «quelques années après» de las Saturnales, «car la science du Commentaire est bien supérieure à la vague propédeutique qu’on ensegnait dans les écoles» 10 . La misma argumentación sostiene Regali; teniendo en cuenta al destinatario de ambas obras, Eustacio, considera que lo más lógico es pensar que, en la instrucción del hijo, el estudio de la filosofía venga después de las otras disciplinas 11 . Recientemente, Armisen-Marchetti (2001) 12 , partidario de la datación tardía, abunda en la argumentación de Regali: la larga dedicatoria de los Saturnalia (praef. 1-2) hace suponer un joven adolescente en edad de frecuentar la escuela del grammaticus (doce o quince años); en cambio, la dedicatoria del Comentario (I 1, 1, vita mihi dulcedo pariter et gloria) cuadra mejor a un hombre joven, de unos veinte años, en edad de completar con el contenido filosófico de la obra su formación escolar. No obstante, también cuenta con partidarios la hipótesis contraria, formulada hace ya largo tiempo por Wissowa 13 : el Comentario es la obra más temprana, pues en él Macrobio da un tratamiento más amplio a una docena de temas que son comunes a ambas obras, lo cual indica que, cuando escribió las Saturnales , tenía en mente el Comentario y quería evitar repetirse.

El marco ficticio: la fiesta de las Saturnales

Las Saturnales 14 eran una festividad dedicada al dios Saturno. Oficialmente se celebraban el día de la consagración del templo de Saturno en el Foro romano, el 17 de diciembre, con sacrificios y un banquete público festivo. Pero esta fiesta era tan popular, que de forma no oficial se festejaba a lo largo de siete días, del 17 al 23 de diciembre. A finales del siglo I d.C., las autoridades se vieron obligadas a prolongar las vacaciones judiciales definitivamente a cinco días. Probablemente, en sus orígenes, las Saturnales fueron la fiesta de la finalización de los trabajos del campo, celebrada tras la conclusión de la siembra de invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, incluidos los esclavos domésticos, tiempo libre para descansar de las tareas diarias.

En las Saturnales la realidad social danzaba dentro de un juego de inversiones, en un carnavalesco mundo al revés: el señor actuaba como esclavo, el esclavo como señor; lo que antes estaba prohibido, se autorizaba en estos días locos; lo que antes era ahorro y contención, ahora estallaba en lujo y derroche. Había además una especie de rey del desgobierno o Saturnalicius princeps 15 . Era la fiesta del caos, el bullicio y la licencia; por eso era la fiesta más popular del calendario; y el 17 de diciembre, «el mejor día» del año, optimus dierum , según Catulo, XIV 15. Durante la festividad, los esclavos tenían libertad para hacer lo que quisieran, e incluso para decir a su señor verdades incómodas. Las apuestas en los juegos de azar, como los dados y las tabas, ilegales el resto del año, estaban permitidas durante estos días de absoluto desgobierno.

Durante las Saturnales, los romanos se intercambiaban regalos, en su origen velas de cera y figuritas de barro (sigillaria) 16 . Luego, por influencia griega, fue habitual regalar a los amigos (o conocidos a los que se debía algún favor prestado) algún pequeño detalle o un regalo en dinero. En ocasiones, el regalo podía esconder alguna broma o sorpresa. Así, Licinio Calvo envió a su amigo Catulo una insufrible colección de poesías contemporáneas como regalo en las fiestas de las Saturnales 17 . Y alguien tan bromista como el emperador Augusto, según Suetonio 18 , lo mismo enviaba a sus amigos regalos suntuosos como objetos absurdos o viejos.

El objetivo de las Saturnales

El propósito aparente e inmediato de Macrobio en las Saturnales es puramente pedagógico: según él mismo precisa en el Prefacio dirigido a su hijo Eustacio, como padre preocupado por la educación de su vástago, quiere poner a disposición de su hijo un conjunto misceláneo de conocimientos que cree que pueden serle muy útiles para completar su formación, estimular la memoria y la inteligencia, entrenar su elocuencia y educar su estilo, al tiempo que le permitan, si fuere necesario, hacer una rápida consulta sobre cualquier cuestión.

No obstante, con interés erudito, lo que Macrobio ambiciona es redactar una suerte de enciclopedia práctica, un compendium que salve del olvido el tesoro de la cultura clásica. Tres amplias secciones, que se presentan unitariamente como un tratado completo de educación, cubren las disciplinas del trivium (gramática, retórica, dialéctica) y del quadrivium (aritmética, música, geometría, astronomía) 19 . Se trata, en definitiva, de una miscelánea de tradiciones y antigüedades paganas, semejante en muchos aspectos a las Noches Áticas de Aulo Gelio, y adopta la forma de una serie de diálogos a semejanza de los diálogos de Platón. El tema central (libros III-VI) es el comentario de las obras de Virgilio, si bien las observaciones de Macrobio nada contribuyen a la crítica literaria virgiliana, pues no atienden a la valoración de los méritos poéticos de Virgilio. En los Saturnalia culmina la tendencia creciente que ve en Virgilio no un gran poeta, sino una autoridad de sabiduría y erudición prodigiosa, omnisciente e infalible. Sus versos son oraculares, porque nunca resultan falsos y porque su significado, a menudo oculto, precisa de la agudeza de un comentarista que lo desvele. Macrobio señala numerosos paralelos entre Homero y Virgilio, así como los préstamos que Virgilio toma de escritores latinos arcaicos. Para los filólogos, buena parte del valor de esta obra reside en que gracias a ella se han preservado muchos fragmentos del poeta Ennio.

En el prefacio de las Saturnales (5-10) podemos encontrar una justificación poética de la tarea llevada a término: Macrobio, inspirándose en Séneca 20 , compara su labor con la de las abejas que, libando el jugo de flores diferentes, elaboran finalmente un producto único de sabor idéntico, pero coherente y refinado.

EL GÉNERO SIMPOSÍACO. LA FORMA DIALOGADA: EL «BANQUETE» DE PLATÓN 21

Pero las Saturnales son algo más que un mero compendio de la sabiduría pagana, ya que demuestran una clara voluntad literaria que la distinguen de una simple enciclopedia. Macrobio organiza todo el material de que dispone dándole la estructura de un diálogo —si bien a base de largos monólogos— entre los diversos participantes de una serie de banquetes que se ofrecen mutuamente ciertas personalidades de la aristocracia romana con motivo de la celebración de las fiestas Saturnales, que tienen lugar del 17 al 19 de diciembre.

Características del simposio platónico

Desde el punto de vista genérico, las Saturnales se encuadran bajo el marbete del simposio literario, género que remonta hasta el Banquete de Platón, obra maestra del género, en la que se encuentran por primera vez las características que quedarán fijadas como rasgos distintivos en el ulterior desarrollo de la literatura simposíaca 22 :

El marco. Una serie de personajes reunidos para celebrar un banquete hablan entre ellos sobre temas diversos.

El narrador. Uno de los personajes invitados no puede asistir, pero hace que uno de los invitados le relate las discusiones.

Los personajes :

a) El número : el número de los personajes asistentes es variable, pero tiene unos límites precisos, determinados por el número de las Gracias (tres) y el de las Musas (nueve) 23 .
b) La procedencia : la mayoría de los invitados son personas distinguidas del lugar donde se celebra el banquete, si bien, en el caso de los banquetes literarios de autores romanos, hay siempre participantes que proceden de tierras foráneas, como bárbaros, egipcios o griegos.
c) El perfil cronológico y científico : todos los personajes responden a un perfil establecido. Unos son viejos; otros, jóvenes, y otros de mediana edad. Unos son gramáticos; otros, filósofos o rétores; otros, expertos en teología; otros, literatos, sin que tampoco falte el médico ni el gran conocedor de la Antigüedad.
d) Los papeles fijos :

1)El anfitrión : papel obligado, ya que alguien tiene que ofrecer el banquete. Se le suele presentar como vanidoso y con ganas de impresionar a los asistentes.

2)El moderador : su papel recae sobre la persona de más prestigio y puede coincidir con el anfitrión. Se encarga de aligerar las tensiones, de conducir y reconducir el diálogo cuando se desvía de los objetivos, y de decir la última palabra.

3)El invitado imprevisto : es el individuo o intruso que se presenta de improviso en el banquete sin que haber sido invitado.

4)El invitado incómodo : coincidente o no con el anterior, se trata del invitado cuya característica más destacada es la de no tener el más mínimo respeto por las reglas elementales de la cortesía: interrumpe las explicaciones de los otros invitados, hace observaciones molestas, preguntas insidiosas y alusiones ofensivas.

5)El bromista : la voluntad de reflejar, en cierto modo, la realidad requería necesariamente la presencia de un invitado bien dotado para la broma y la agudeza.

6)El invitado humillado : es el contrapunto del papel anterior e incluso puede ser su víctima. La humillación se suele traducir en lágrimas o en indignación, e incluso puede provocar que el humillado abandone la reunión.

7)El gran bebedor : suele participar un personaje que no se cansa de beber ni de reclamar una y otra vez más vino en copas cada vez más grandes.

8)Los enamorados : es característico del simposio griego la presencia de una pareja de invitados unidos por vínculos afectivos como reflejo del reconocimiento público de la pederastia en Grecia. La pareja formada por Sócrates y Alcibíades en el Banquete representaba la justificación del subtítulo de la obra: Sobre el amor.

En definitiva, el «banquete» —o symposion — es una forma particular de diálogo platónico, en la que se relatan las conversaciones tenidas en la mesa, desde el momento en que los comensales han acabado de comer y empiezan a beber charlando amigablemente. La mezcla de lo serio y lo ameno o divertido es otro elemento propio del género.

El simposio literario en Grecia y Roma 24

La voluntad de Macrobio de imitar a Platón no admite dudas, ya que el propio Macrobio cita explícitamente a su modelo griego (Sat. I 1, 3). Ahora bien, no se inspira directamente en los diálogos del pensador griego, ya que entre la época de Platón y la de Macrobio, el cultivo del género simposíaco dio abundantes frutos 25 .

Jenofonte nos ha legado el otro «simposio socrático» importante. A diferencia del simposio platónico, aquí se discute más de una sola cuestión, y se ofrecen descripciones de las diversiones que entretienen el banquete. Su simposio se presenta desde el comienzo como continuación de sus apomnemoneúmata ; contiene, es cierto, coloquios, pero no hay ningún verdadero diálogo; no hay tampoco, por ello, un marco de las conversaciones; tampoco se aprecia la composición artística, grandiosa y uniforme, que provoca admiración en el simposio platónico; la defensa de Sócrates, que en el diálogo platónico sólo ocupa una parte del discurso de Alcibíades, aquí lo abarca y domina todas y cada una de las escenas.

Del Simposio de Aristóteles, mencionado por Diógenes Laercio 26 , sólo conocemos un único fragmento transmitido por Ateneo (XV 674f-675a), además de un Escolio a Teócrito 27 que hace referencia al mismo pasaje. Generalmente se identifica esta obra con su diálogo Sobre la ebriedad (Perì méthes).

Académicos y peripatéticos, al igual que Epicuro, se sirvieron de esta forma literaria, como marco propicio para las discusiones filosóficas. Ateneo (V 186e) criticó la falta de arte del Banquete de Epicuro. No obstante, el género simposíaco no se limita al debate filosófico y en su variante de «charlas variadas de mesa» (problémata symposiaká) 28 es utilizado con frecuencia como vehículo para la exposición de enseñanzas misceláneas: Aristóxeno de Tarento (siglo IV a.C.) trata diversas cuestiones musicales en sus Sýmmikta sympotiká (Ateneo, XIV 632 ab); Heraclides de Tarento (fl. circa 75 a.C.) trata, en su Banquete , de los efectos medicinales, terapéuticos y dietéticos de la comida y la bebida (Ateneo, II 64 a); y Dídimo Calcéntero (circa 80-10 a.C.), en sus Sýmmikta symposiaká , aborda cuestiones literarias y anticuarias.

Plutarco de Queronea (circa 50-circa 120 d.C.) se sirve del diálogo como forma literaria con profusión y ambición, combinándola con el ambiente simposíaco al menos en dos obras: los nueve libros de los Simposiakà problémata o Cuestiones convivales (Moralia 46) y el Septem Sapientium Convivium o El banquete de los «Siete Sabios» (Moralia 13) 29 , donde Plutarco retoma el antiquísimo relato popular sobre la vida y las opiniones de los siete sabios localizando el escenario del banquete en la corte de Periandro, tirano de Corinto (625-585 a.C.). El mismo planteamiento, aunque tal vez con intención dramática, sigue Décimo Magno Ausonio (?-circa 395 d.C.) en su Ludus septem sapientium , donde pone en escena a los siete sabios para que expliquen el sentido de las frases que les hicieron famosos. Todavía en la Antigüedad tardía el llamado Convivium Ciceronis 30 , originado en el siglo V a partir de la mezcla de las sentencias del de Demetrio Falereo y del de Sosíades, y más tarde ampliado a partir de Isidoro, la Biblia y Publilio Siro, atestigua la popularidad de la idea de que los Siete Sabios de la Antigüedad expusieron sus opiniones en un banquete 31 .

Ateneo de Náucratis, en Egipto (fl. circa 200 d.C.) 32 , contribuyó también al desarrollo del género simposíaco con su Banquete de los sabios (Deipnosofistas) en quince libros (originalmente quizás treinta), redactado tras la muerte de Cómodo en 192 d.C. Se trata de una abigarrada obra miscelánea, a la que le da forma de banquete, que se prolonga bastantes días, al que asisten numerosos sabios (¡veintinueve!) de diversas tendencias, y que tiene lugar en casa del distinguido romano Larense; para imprimir variedad y dinamismo, Ateneo le da igualmente la forma dialogada al estilo del Banquete platónico, y de este modo un gran número de invitados, que en muchos casos son personajes históricos (por ejemplo, Galeno y Ulpiano de Tiro), exponen cuestiones de filosofía, literatura, jurisprudencia, medicina, etc. Ateneo utilizó la Biblioteca de Alejandría con provecho y nos ha transmitido un valiosísimo arsenal de citas, en especial de la Comedia Media y Nueva, cuyas obras se han perdido: menciona a 1.250 autores, da los títulos de más de 1.000 obras, y cita más de 10.000 versos. Junto con el rétor griego Hermógenes 33 , Ateneo es, sin duda, la principal fuente para conocer la teoría antigua del género simposíaco; ahora bien, mientras la teoría del primero se orienta hacia los simposios de Platón y Jenofonte, la del segundo deriva de Homero 34 .

Según Jerónimo 35 , un joven Lactancio (circa 240-circa 320 d.C.) compuso en África un simposio de contenido erudito, tal vez gramatical, cuando todavía era pagano, pero sólo han sobrevivido sus obras cristianas.

Metodio de Olimpo (?-311 d.C.) 36 , obispo de Filipos de Macedonia, aunque debió pasar gran parte de su vida en Licia, hasta el punto de que se le ha creído por mucho tiempo obispo de Olimpo, pequeña ciudad de Licia, era un hombre de refinada cultura, con buen conocimiento de los clásicos griegos y de Platón, y un excelente teólogo. Como asiduo lector de Platón, a Metodio le gustaba imitar sus Diálogos. De hecho, se han conservado tres tratados suyos, en forma de diálogos: el primero, Aglaofón o sobre la resurrección , reproduce, en tres libros, una disputa que tuvo lugar en casa del médico Aglaofón de Pátara, y en él refuta la doctrina de Orígenes sobre la preexistencia del alma y la resurrección en un cuerpo espiritual (sin la carne) y defiende, en cambio, la identidad del cuerpo humano con el cuerpo resucitado; el segundo, Sobre el libre albedrío , dirigido contra el sistema dualista de los valentinianos y de otros gnósticos, trata de probar que el responsable del mal es el libre albedrío del ser humano; el tercero, El banquete o Sobre la castidad (más conocido como El banquete de las diez vírgenes) , lo concibió como la réplica cristiana a la obra homónima del gran filósofo; en el banquete intervienen diez doncellas que ensalzan la virginidad y sus ventajas. Todas encomian la pureza o castidad como tipo de vida cristiana perfecta y la manera ideal de imitar a Cristo 37 .

En la literatura latina, además de las Saturnales de Macrobio, tenemos noticias de otros simposios «platónicos» perdidos, como el que, según nos informa el comentarista Servio 38 , escribió C. Cilnio Mecenas (?-8 a.C.), un sindeîpnon en el que participaban Virgilio, Horacio, Mesala y otros contemporáneos. El comentarista ciceroniano Quinto Asconio Pediano (9 a.C.-76 d.C.) 39 redactó también un Symposion , donde, al parecer, trataba acerca de los ejercicios físicos de la palestra como promotores de salud y longevidad 40 . Asimismo, algunos fragmentos de Aulo Gelio podrían considerarse igualmente simpóticos, como, por ejemplo, el banquete ofrecido por el filósofo Tauro (Noches áticas VI 13).

Variantes del banquete literario «platónico»

El banquete filosófico serio fue parodiado por la diatriba filosófica popular del cínico Menipo de Gádara (primera mitad del siglo III a.C.) en su Symposion , del que sólo nos ha llegado un breve fragmento transmitido por Ateneo (XIV 629e). Bajo su influjo y modelo 41 , cultivaron esta variante del género simposíaco un buen número de autores griegos y romanos cuyas obras nos permiten conocer las características del simposio menipeo.

El epigramatista Meleagro (fl . 100 a.C.), paisano de Menipo, compuso un simposio, del que Ateneo (XI 502c) nos transmite un breve fragmento, que constata la presencia del gran bebedor, pero no permite afirmar que el amor desempeñara un papel importante como en sus epigramas.

C. Lucilio (siglo II a.C.) recurre varias veces a la forma literaria del banquete en sus Saturae : en el libro V (221-227 Marx) describe un convite en el que participan L. Emilio Paulo y M. Servilio Gémino, equipados con un mixtarius (crátera para mezclar vino y agua) y un urceus («un cántaro»); se pide beber de izquierda a derecha, y hay una riña de esclavos donde uno rompe una escudilla de madera en la crisma de otro; en el libro XXX (1.060-1.077) describe el festín bastante deplorable ofrecido por un tal Trogino (lechos viejos, mesas cojas, alimentos viles como la achicoria, conversación necia, riña, invitado borracho apodado Calix , «el Copa»); en el libro XX Lucilio debió dedicar una satura 42 , conocida por Cicerón (Bruto 160 L.), a describir el banquete ofrecido por un nuevo rico, el pregonero Granio, en honor de Lucio Licinio Craso, tribuno de la plebe: nos han llegado fragmentos donde se describen los suculentos manjares servidos, las conversaciones sostenidas y la crítica a la Lex Calpurnia de pecuniis repetundis , impulsada en 149 a.C. por el tribuno Lucio Calpurnio Pisón Frugi y que establecía un tribunal permanente para tratar de casos de extorsión; en el libro XXVIII se describe un banquete de filósofos en Atenas 43 , al que debió asistir el propio Lucilio, con indicación del orden de ocupación de lechos.

El polifacético Marco Terencio Varrón (116-27 a.C.) es autor de, al menos, tres simposios: describe un banquete en la obra titulada Hydrocyon o Caninum prandium , y asimismo en la sátira menipea titulada Nescis quid vesper serus vehat , sátira que conocemos bien por Aulo Gelio (Noches áticas XIII 11): Varrón brinda consejos para los banquetes (como, por ejemplo, el número y clase de los invitados), la forma en que se ha de conversar en la mesa y los postres. En Agatón Varrón describe un banquete nupcial.

Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.) contribuye al género simposíaco con una pieza sumamente satírica y de excepcional comicidad, su célebre Cena de Nasidieno (Sátiras II 8), donde un amigo de Horacio, el poeta cómico Fundanio, le describe la ridícula cena ofrecida por un nuevo rico, Nasidieno, a la que asiste Mecenas con tres amigos (Vario, Visco y Fundanio), y dos «sombras» o parásitos. Horacio sigue aquí de cerca la diatriba cínico-estoica contra el lujo.

No obstante, en la literatura romana, la muestra más destacada del simposio satírico es la famosa Cena de Trimalquión , en el Satiricón (XXVI 7-LXXIX 7) de Petronio (?-66 d.C.), donde intervienen catorce comensales junto con el anfitrión, Trimalquión, un liberto enriquecido y grotesco; en ella encontramos evocaciones precisas y burlescas del Banquete de Platón: a) la llegada tardía de Habinnas, borracho, con su acompañamiento podría recordar la de Alcibíades, ebrio también, y sus comastas; b) la entrada, al final, de numerosos esclavos para participar en el festín se puede relacionar con el segundo grupo de comensales que irrumpe en el Banquete de Platón, rompiendo definitivamente el hilo de la conversación; c) el tema del amor pederástico sobre el que versa la obra platónica podría estar bufonescamente recordado mediante la presencia del amado de Trimalquión, el esclavo Creso.

Luciano de Samósata (siglo II d.C.) recurrió al género simposíaco en uno de sus diálogos más genuinamente lucianescos, El banquete o Los Lapitas (Convivium). Ya el doble título recuerda la diatriba satírica «menipea» en la que se inscribe este simposio; en cambio, el relato marco con que arranca el diálogo imita de forma evidente el relato marco platónico: Filón ruega a Lícino que le cuente los pormenores de la riña de filósofos ocurrida durante el banquete nupcial celebrado en casa de Aristéneto, ya que se ha enterado de parte de lo ocurrido gracias a Carino, pero resulta que éste no asistió al banquete, sino que lo que sabe se lo ha oído decir a Diónico, el médico, quien, sin embargo, sólo asistió a la parte final del banquete, por lo que no presenció personalmente toda la riña; Carino, por tanto, recomendó a Filón que, si quería conocer con certeza todos los pormenores, le preguntara a Lícino, quien sí asistió a todo el banquete y presenció personalmente toda la riña. Todo el diálogo lucianesco —parodia del solemne Banquete platónico y del mítico banquete nupcial de Hipodamia, donde tuvo lugar el combate entre lapitas y centauros— es un enérgico ataque, lleno de gracia y humor, contra los filósofos e intelectuales fatuos e hipócritas (frente a la sencillez del pueblo y la auténtica sabiduría, la que predica con el ejemplo de la propia vida).

El emperador Juliano (332-362 d.C.), en El banquete de los Césares , una sátira al estilo de Menipo de Gádara, muestra a los dioses y a los grandes emperadores en un banquete olímpico que Rómulo-Quirino ofrece durante la fiesta de las Saturnales del año 362 d.C., y confronta a los Césares con el tipo de soberano ideal de su tiempo. La mezcla de prosa y verso es un rasgo característico de la sátira menipea.

Paralelamente se desarrolla una variante del simposio, el deîpnon 44 , donde se describe el banquete en sí, su opulencia y sus divertimentos, con fines burlescos y satíricos: en el siglo IV a.C. Filóxeno de Léucade (Ateneo, I 6d; IV 146-147), Hegemón de Tasos (Ateneo, I 5b), y Matrón de Pítane con su Banquete ático (Ateneo, IV 134-137), y a mediados del siglo III a.C. Numenio de Heraclea, y ya en el siglo I a.C. Timárquidas de Lindos en Rodas (Ateneo, I 5a) 45 , escribieron banquetes en verso que parodiaban la alta poesía épica homerizante. Las Epístolas simposíacas de Hipóloco y Linceo de Samos describían, en prosa, lujosos banquetes (Ateneo, IV 128c). Según la Suda, también escribió un libro de epístolas simposíacas un tal Melesermo de Atenas, de datación desconocida, pero que, al parecer, perteneció a la Segunda Sofística. Ateneo menciona asimismo (VI 244a), como autor de un deîpnon en prosa, a un discípulo de Sócrates, Querefonte, de Esfeto en el Ática (siglo V a.C.), si bien se trata más exactamente de una epístola en prosa dirigida al parásito Cirebión. Este tipo de epístola mímica, de corte lucianesco, encontraría imitador, siglos más tarde, en el sofista Alcifrón (siglos II-III d.C.), entre cuyas Epístolas supuestamente escritas por atenienses del siglo IV a.C. (pescadores, agricultores, prostitutas, etc.) también figuran cartas de parásitos, donde se describen pequeñas escenas, en su mayoría cómicas o chuscas, de un banquete, al que el supuesto autor de la epístola ha acudido invitado o no.

Ateneo (IV 156d-158a) nos ha transmitido igualmente un deîpnon que no tiene nada que ver con los anteriores, obra de un tal Parmenisco, titulado tôn kynikôn deîpnon («El festín de los cínicos»). En una epístola a Molpis el autor nos relata algo de un banquete bastante modesto en casa de un tal Cebes de Cízico, al que asisten nueve cínicos y dos prostitutas. Aunque no faltan discursos directos de los invitados, se hecha, no obstante, de menos una epídeixis sophías directa y un diálogo formal. Por eso, aunque se detectan influencias de la literatura simposíaca, esta epístola no puede ser calificada como un symposion.

En conexión con los deîpna , Diógenes Laercio menciona dos perideîpna o banquetes fúnebres: el Plátonos perideîpnon o «El banquete fúnebre de Platón» (III 2) del filósofo académico Espeusipo (circa 407-339 a.C.), y el Arkesiláou perideîpnon o «El banquete fúnebre de Arcesilao» (IX 115 [IX 12, 6]), del filósofo escéptico Timón de Fliunte (circa 320-230 a.C.). Pero el perideîpnon era justamente un encomio de los muertos, un epitáphios 46 ; no guarda, pues, ninguna relación con el deîpnon y menos aún con el Symposion ; de hecho, un perideîpnon es un solo y único discurso, y se trata, por tanto, de una nueva rama de la literatura simposíaca creada por Espeusipo, el sobrino de Platón y su sucesor al frente de la Academia.

Características formales de las Saturnales

Macrobio asumió y aplicó las características platónicas del género simposíaco, si bien con matices. A grandes rasgos, el marco de las Saturnales no diverge apenas del tradicional, salvo que en realidad se celebran tres banquetes en vez de uno, ya que la acción se desarrolla durante tres días; además, hay una vigilia y en cada jornada, según explica el narrador 47 , la mañana se reservó para el debate de las cuestiones más serias, y luego, la comida (cena) hacia las 14:00 horas 48 , y el resto de la jornada, durante la cual, tras las libaciones, entrada la tarde, se sirvió el postre (secundae mensae) , se dedicó a temas menos serios y más lúdicos.

Además, aunque las Saturnales toman la forma de un diálogo, no se acomodan exactamente a la mayoría de los diálogos platónicos, pues les falta el vigor y la vivacidad de éstos, sino que Macrobio tiene presente el modelo de los diálogos de Cicerón: las Tusculanas , las Leyes , el Catón el Viejo , o el Lelio. Incluso la justificación pedagógica del prefacio de las Saturnales recuerda mucho a la de Cicerón en el prefacio de Los deberes , obra dirigida a su hijo. Pero, en particular, Macrobio tiene presente la República de Cicerón, diálogo que le debía ser más familiar que ningún otro puesto que le había dedicado un comentario. Tampoco hay que descartar la posible influencia ejercida por algunos de los diálogos de Séneca, como el De la vida bienaventurada , el De la ira o el De la providencia , ni la notable coincidencia que podemos hallar entre las Saturnales y los Diálogos de Sulpicio Severo, contemporáneo de Macrobio.

LOS PERSONAJES HISTÓRICOS DE LAS «SATURNALES» 49

Doce personajes (ocho romanos, tres griegos y un egipcio) participan en los banquetes de las Saturnales , número simbólico que resulta de la suma del número de las Musas y el de las Gracias 50 . Tres personajes sobresalen entre los demás como representantes de la aristocracia pagana: Pretextato, Nicómaco y Símaco. Dos personajes sólo aparecen en el Prólogo para introducir el diálogo conforme a las leyes del género: Decio Albino y Rufio Postumiano.

Tal como en el Banquete de Platón Apolodoro, a demanda de Glaucón, narra el banquete de Agatón, siguiendo, a su vez, el relato de Aristodemo 51 , del mismo modo en Macrobio, en exacta correspondencia, Postumiano, a pregunta de Decio, expone en enero del año siguiente los temas tratados semanas atrás durante los banquetes de las Saturnales , en los cuales no participó pero de los cuales tiene un relato exacto que le hizo Eusebio el 23 de diciembre. Por tanto, el tratado entero hay que imaginarlo como un relato puesto en boca de Postumiano (= Apolodoro), que Decio (= Glaucón) se limita a escuchar, pero del que Apolodoro no es testigo directo, sino una tercera persona que se lo ha relatado, Eusebio (= Aristodemo) 52 .

Rufio Postumiano, famoso abogado, era nieto de Rufio Volusiano, cónsul por segunda vez en 314 d.C. 53 . Aparece mencionado en el epistolario de Símaco como miembro de la embajada nombrada en 395 y enviada a la corte imperial para solicitar ayuda con ocasión de una grave carestía 54 . Se le describe como un abogado responsable, tan volcado en las causas judiciales de sus clientes que incluso durante las Saturnales tiene que trabajar, lo que le obliga a declinar la invitación a los banquetes de sus amigos, enviando en su lugar al rétor griego Eusebio.

Cécina Decio Albino fue consular de Numidia, gobernador de Campania (397-398), cuestor en 399 y prefecto de Roma en 401-402 55 . Era hijo de Cécina Albino, uno de los interlocutores de la obra 56 , y debía de tener entre quince y veinte años en el momento del diálogo.

Ni Postumiano ni Decio participan en los banquetes; se limitan a dar forma al diálogo introductorio o diálogo marco, que es un elemento estructural recurrente y preceptivo en las obras simposíacas. Los verdaderos participantes son doce, y se van incorporando poco a poco al banquete en grupos de tres en tres. La celebración de las fiestas en honor de Saturno comienza la víspera, es decir, el 16 de diciembre, en casa de Pretextato, donde se encuentran de visita Rufio Albino y Avieno. A este primer grupo de tres personas se unen hacia la tarde Símaco, Cécina Albino y Servio. A todos ellos se unen a la mañana del día siguiente, 17 de diciembre, Flaviano, Eustacio y Eusebio (en sustitución de Postumiano), y posteriormente, sin haber sido invitados, Evángelo, Disario y Horo. En el transcurso de la obra se celebran tres banquetes: el día 17 en casa de Pretextato, el 18 en la de Flaviano y el día 19 en la de Símaco. A continuación se ofrece un estudio pormenorizado de los doce verdaderos participantes, presentados por grupos de tres en tres según su orden de aparición.

Primer grupo

VETIO AGORIO PRETEXTATO , nacido en torno al año 310 y muerto hacia finales del 384, cuando era cónsul designado para el año siguiente, era un destacado miembro de la nobleza senatorial romana y un gran defensor del paganismo. El anfitrión de la primera jornada es, por tanto, el contertulio de más edad, pues tenía cerca de setenta y cuatro años en la fecha ficticia del diálogo (383), muy próxima a su muerte. Ejerció las más altas magistraturas: procónsul de Asia y de Acaya, prefecto de Roma en 367-368, año del conflicto entre los dos papas, Dámaso y Ursino, en el que intervino con imparcialidad; prefecto del Pretorio de Iliria, de Italia y de África en 384, y cónsul designado en el año de su muerte. Enemigo acérrimo del cristianismo, se ocupó de la restauración del culto pagano y desempeñó igualmente numerosos cargos religiosos, tanto dentro de la mayoría de los colegios sacerdotales (augur, curial de Hércules, pontífice del Sol y de Vesta, quindecemvir sacris faciundis) , como vinculados a los grandes cultos orientales, como Serapis (neocorus) , la Gran Madre (tauroboliatus) , Mitra (pater sacrorum) y la infernal Héctate (hierofante, esto es, sacerdote que iniciaba en los misterios) 57 . No resulta nada extraño que Macrobio ponga en boca de este ilustre representante del paganismo una larga intervención donde desarrolla la teología solar: el culto al sol como divinidad única y sincrética de todas las demás (Sat. I 17-23). Durante su pretura, restaura el Pórtico de los Di Consentes 58 ; bajo Valentiniano, Pretextato, como gobernador de Acaya (nombrado por Juliano 59 ), protesta por la prohibición de los sacrificios nocturnos, ya que comprometía la celebración de los misterios griegos. En las Saturnales participa como el máximo especialista en cuestiones religiosas, y como tal, explica la fiesta de las Saturnales (I 7, 17-I 10), expone la historia del calendario romano (I 12-16), y muestra la erudición religiosa de Virgilio (I 24, 16; III 1, 12). Representa el sincretismo de cultos paganos y orientalizantes frente al tradicionalismo y, sobre todo, el enemigo común, el cristianismo. Es célebre su respuesta a Dámaso, que intentaba convertirlo: «Nómbrame obispo de Roma y me haré al punto cristiano» 60 . Redactó una versión latina de la adaptación que hizo Temistio de las Analíticas de Aristóteles y contribuyó a la depuración de textos de autores latinos antiguos como Horacio.

CEYONIO RUFIO ALBINO , prefecto de Roma en 389-391, es presentado como un apasionado de la Antigüedad y gran entendido en métrica virgiliana; de hecho, Servio le dedica un opúsculo sobre métrica y él mismo redactó un tratado de métrica en verso, intitulado De metris 61 . En las Saturnales , elogia los arcaísmos de Virgilio y señala los préstamos de poetas arcaicos (VI 1-5).

AVIENO es el más joven de los participantes, junto con Servio; Macrobio considera a ambos demasiado jóvenes para tomar parte en las discusiones (cf. Sat. VI 7, 1 y VII 3, 23). Aunque tradicionalmente se le identificaba con el poeta Postumio Rufio Festo Avien(i)o, autor de una Descripción de la Tierra , de la Ora Maritima y de un par de Aratea inspirados en Arato de Solos, o con alguno de sus muchos hijos, en la actualidad se tiende a identificarlo con el fabulista Avi(a)no, a quien Macrobio introduce en su obra para agradecerle su dedicatoria de las 42 Fábulas uno o dos años antes 62 . La participación del fabulista Avieno en las Saturnales —narrando algunas anécdotas y agudezas (II 4-7)— implica un anacronismo, pues Avieno, contemporáneo de Macrobio, no hubiese podido realmente asistir a unos banquetes celebrados en el año 384; no obstante, la introducción de personajes anacrónicos es un procedimiento ya empleado en otras obras del género simposíaco (por ejemplo, en el Banquete de los siete sabios de Plutarco).

Segundo grupo

QUINTO AURELIO SÍMACO (circa 340-405) 63 , procónsul de África en 373-374, prefecto de Roma (384-385), cónsul en 391, es el anfitrión de la tercera jornada (libros IV-VII). Fue una de las mayores personalidades de su tiempo, ilustre representante de la aristocracia senatorial, renombrado orador y hombre de cultura, acérrimo defensor de la tradición, de los derechos del Senado y de la religión pagana, y el más conspicuo antagonista del cristianismo. En el verano del 384 (supuesto año de los banquetes de las Saturnales) , Símaco, en un célebre discurso, suplicó al emperador Valentiniano II que repusiese en el Senado el Altar de la Victoria. Desde los días de Augusto, quien lo instauró en el año 29 a.C. en la Curia, los senadores habían ofrecido incienso en este altar al principio de las sesiones del Senado, pero había sido retirado por Constancio, considerándolo una ofensa al cristianismo, luego repuesto en tiempos de Juliano y de nuevo retirado en el 381 por el joven emperador Graciano, cristiano devoto y hasta beato, el primero en abandonar el título de Pontífice Máximo, y que además confiscó las rentas de las Vestales y otros sacerdotes. Al año siguiente, el Senado pidió que se revocaran estas decisiones, pero el papa Dámaso y Ambrosio, obispo de Milán, lograron persuadir a Graciano para que ratificara la decisión. Tras la muerte de Graciano en 383 se organizó otra petición y es la que Símaco dirige a Valentiniano II en su famosa Relatio , una equilibrada y noble petición de tolerancia religiosa y respeto por las tradiciones del pasado. No triunfó en su propósito, ya que un escrito del obispo Ambrosio (Epístolas 17) 64 inclinó al emperador a rehusar la petición. La disputa debió de ser sonada, dado que cuando, hacia el 400, Estilicón devolvió al Senado la efigie (no el altar) de la diosa de la Victoria, el poeta cristiano Prudencio escribió también una refutación de sus argumentos recogiendo de nuevo las ideas ambrosianas en su poema Contra Símaco : lo viejo, ya trasnochado, debe ceder ante la grandeza de lo nuevo. Además de fragmentos de ocho de sus discursos (dos de ellos panegíricos de Valentiniano II), se conserva su epistolario, con unas novecientas cartas, escritas entre el 364 y el 402, dirigidas a personalidades de su tiempo, y organizadas en diez libros a la manera de Plinio el Joven: nueve libros de cartas privadas; un libro de relationes , esto es, los informes oficiales que como prefecto de la Urbe enviaba al emperador Valentiniano II. Aunque algunas de las cartas están dirigidas a personajes que encontramos en las Saturnales o hace mención de ellos, ninguna está dirigida o hace mención de Macrobio, lo cual es una grave objeción para la teoría tradicional que pretende hacer de Macrobio un contemporáneo de Símaco, al que incluso habría dedicado su tratado Sobre las diferencias y afinidades entre el verbo griego y latino. En las Saturnales Símaco es un anfitrión de profunda humanidad y de refinada cortesía, que sabe relanzar el debate y apaciguar las disputas. Macrobio nunca le hace intervenir en las cuestiones religiosas; en cambio, le confía el elogio de Virgilio orador (I 24, 14) y la exposición de los sensa rhetorica en Virgilio (al final del libro IV, hoy perdido); además Símaco narra un buen número de ocurrencias atribuidas a Cicerón (II 3, 1-13) y enmienda una cita que Celio Antípatro tomó prestada de los Orígenes de Catón (I 4, 26). Macrobio dedicó su tratado gramatical Diferencias y afinidades entre el verbo griego y latino , hoy perdido, a un Símaco, que podría ser el hijo del orador de las Saturnales (nacido hacia el 384) o un nieto, que fue cónsul en 485 65 . Símaco fue el último gran orador romano dentro de la tradición clásica y el último senador cuya correspondencia se recopiló y se publicó.

PUBLILIO CEYONIO CÉCINA ALBINO es presentado en las Saturnales como amigo íntimo de Símaco, con quien comparte edad, carácter y aficiones 66 , y como erudito anticuario (tal como su hermano mayor, Ceyonio Rufio Albino) 67 , experto, sobre todo, en la obra de Varrón; es además el padre de Cécina Decio Albino. Fue gobernador de Numidia en 365, y pontífice máximo, esto es, sacerdote de Vesta. Aunque pontífice pagano, tenía una esposa cristiana y una hija igualmente cristiana y madre de santa Paula. En una célebre carta, Jerónimo 68 evoca en una conmovedora estampa el signo de los tiempos: ¡la nieta cristiana cantando aleluya en brazos de su abuelo pagano!

SERVIO es el célebre gramático autor de un comentario a Virgilio, de un comentario a la gramática de Elio Donato y otras obras menores sobre métrica. Para su cronología, el único dato que tenemos es que en el año 384, supuesta datación de los banquetes de las Saturnales , Servio, según Macrobio, era un muchacho muy tímido que se sonrojaba fácilmente, muy joven en comparación con la generación de Pretextato 69 . Por tanto, la fecha de su nacimiento podría fijarse en torno al año 370 d.C. Por otra parte, Servio es elogiado reiteradas veces como «el más grande de todos los gramáticos» y como «el más docto de los maestros que comentan cada día Virgilio a la juventud romana» 70 ; por tanto, cuando Macrobio redacta las Saturnales , Servio debía de haber alcanzado ya la plena madurez como comentarista y gramático. Sin duda Servio, por su corta edad en 384, no pudo intervenir en las discusiones de Símaco, Pretextato y sus amigos, pero Macrobio lo introduce anacrónicamente 71 en la obra como muestra de admiración, colocándolo junto a las grandes figuras del siglo IV ; ¡un gramático famoso como Servio, especialista en Virgilio, tenía que participar en una conversación que trata sobre Virgilio! Curiosamente, pese a que gran parte de las Saturnales está dedicada al estudio e interpretación de Virgilio, su intervención nada tiene que ver con la obra virgiliana 72 . Respecto al papel que desempeña, Servio es el principal portavoz cuando se trata de cuestiones gramaticales, si bien sus intervenciones están presididas por la modestia 73 ; su timidez es tan extrema que Avieno habla por él en I, 24, cuando todos los personajes anuncian el tema del que van a hablar. Su intervención en el libro VI tiene un aire escolar, que recuerda el comentario de las obras de Virgilio. Servio enumera palabras y expresiones poéticas virgilianas que han contribuido a enriquecer la lengua, y explica, como si del Servio auténtico se tratara, ciertos pasajes que el joven Avieno no comprende.

Tercer grupo

VIRIO NICÓMACO FLAVIANO (circa 334-394 d.C.) 74 , el anfitrión de la segunda jornada (libro III), era hijo de Volusio Venusto, y tuvo un hijo que se casó con la hija de Símaco 75 . Ostentó numerosos cargos: gobernador de Sicilia (364-365), vicario de África (376-377) 76 , quaestor sacri palatii de Teodosio, varias veces prefecto del pretorio de Italia (382-383 y 389-394), cónsul designado para el 394. Hombre de acción y compromiso, baluarte del paganismo, brindó su apoyo al usurpador Eugenio 77 , a pesar de que era cristiano, tal vez porque viera en Eugenio la última oportunidad de restaurar los cultos paganos y las prácticas adivinatorias. En septiembre del año 394, en la batalla del río Frío (Frigidus) , traicionado por las tropas que guarnecían el paso de Ober-Leibach en los Alpes Julianos, que franquearon el paso a las tropas de Teodosio I, se suicidó 78 , y Eugenio fue asesinado. Era un gran entendido en derecho augural y arte adivinatorio, como precisamente se nos presenta en las Saturnales , pese a que no nos ha llegado, debido a la laguna del comienzo del libro III, su elogio de Virgilio, que debía subrayar la ciencia augural del poeta. Como escritor, compuso obras filosóficas y gramaticales, y se le atribuye la redacción de una obra histórica, unos Anales , dedicados a Teodosio, que llegaban hasta el año 366 y que pudieron servir de fuente a Amiano Marcelino; fue también un notable traductor y, según Sidonio Apolinar (VIII 3), vertió al latín la Vida de Apolonio de Tiana , obra de Filóstrato, para difundir la imagen de este taumaturgo considerado como una réplica pagana de Cristo.

EUSTACIO , amigo griego de Flaviano, es presentado no tanto como un verdadero filósofo, sino como profesor de filosofía, experto conocedor de las tres escuelas filosóficas: la Academia, la Estoa y el Perípatos. La laguna del comienzo del libro III nos priva de su intervención acerca de los conocimientos de Virgilio en astronomía y filosofía y su deuda para con los griegos. La identificación de este personaje con el filósofo neoplatónico Eustacio de Capadocia, discípulo de Jámblico y de Edesio, no pasa de ser una arriesgada hipótesis 79 ; además, este Eustacio sería demasiado anciano para ser amigo de Flaviano.

EUSEBIO , de origen griego, es un rétor profesional, que ha tenido la fortuna de poder suplir la ausencia de Postumiano. Aparece en las Saturnales como un magnífico orador de extraordinaria facundia y cultura, ya en el umbral de la vejez, cuya función es elogiar las cualidades retóricas de Virgilio como orador (Sat. I 24, 14), si bien la laguna del comienzo del libro V nos priva de su intervención; trata acerca de los diferentes géneros de pathos en Virgilio (Sat. IV) y desarrolla los méritos del poeta en los cuatro estilos o genera dicendi (Sat. V 1). Personaje de difícil identificación, se trata, según Marinone 80 , del autor de un tratado métrico (De numeris) mencionado por el gramático Rufino (siglo V ), autor de un comentario métrico a Terencio y un tratado sobre las claúsulas métricas de la oratoria, y por el gramático Grilio (siglo V ), comentarista del tratado Sobre la invención retórica de Cicerón, y pudiera tratarse igualmente del comes sacrarum largitionum del 395 y el praefectus praetorio Italiae del 395-396 81 . No obstante, la poca información sobre el personaje de Eusebio ha inducido a algunos autores a pensar que se trata de un personaje genérico inventado por Macrobio 82 .

Cuarto grupo

EVÁNGELO es presentado como el antipático que, con actitud arrogante y casi ofensiva, hace objeciones petulantes, deja caer insinuaciones hirientes o incluso cínicas, y formula preguntas embarazosas; porello hay quienes defienden que se trata de un personaje inventado por Macrobio, y que su nombre griego, «el que anuncia la buena nueva», no es más que una velada alusión al Evangelio cristiano o incluso a su condición de cristiano 83 . No obstante, Símaco 84 menciona en su epistolario a un tal Evángelo, persona no amiga y temeraria, que en el 397 no dudó en desafiar las inclemencias del tiempo y las peligrosas condiciones del camino para asistir a la toma de posesión de Honorio en su cuarto consulado. Macrobio, pues, introduce, como en los demás casos, un personaje histórico, cuya caracterización realista pero poco respetuosa —indicio de que el aludido era ya difunto— le sirve para quebrar el ambiente de monótona concordia y previsible consenso de todos los demás interlocutores, imprimiendo así variedad y vivacidad a la conversación. Su escasa cultura (no admira a Virgilio) y su desprecio de los griegos desentonan igualmente con el perfil erudito y helenizante de los demás comensales. El anuncio de la llegada de este personaje —I 7, 1— es recibido con disgusto por los demás invitados reunidos en casa de Pretextato en la mañana del 17 de diciembre. Llega además por casualidad, acompañado del médico Disario y de Horo. Los tres son invitados por el anfitrión a pasar con ellos la jornada. Desempeñan, pues, en el plan general de la obra el papel del ákletos 85 , el personaje no invitado que se presenta por sorpresa, una figura típica e inevitable en toda obra simposíaca, desde que Alcibíades irrumpiera, sin haber sido invitado, en el Banquete de Platón 86 .

DISARIO era un médico griego que ejercía su profesión en Roma, a juicio de Macrobio, el mejor entre sus colegas (Sat. I 7, 1); es mencionado dos veces en el epistolario de Símaco 87 . En el 384, supuesto año de las Saturnales , Disario, como Eusebio, se hallaba ya en el umbral de la vejez (cercano a los sesenta años). En el plan de Macrobio, sirve, sin duda, para cumplir el papel de médico, otro de los personajes típicos del género (como el médico Erixímaco en el Banquete de Platón); de hecho, interviene durante la tercera velada a propósito de cuestiones médicas, un ingrediente esencial del género.

HORO , hijo de Valente, era un púgil egipcio, que se convirtió a la filosofía después de haber logrado una última victoria, después de muchas, en las Olimpíadas de Antioquía en 364. Se convirtió en filósofo cínico, seguidor de Antístenes, Crates y Diógenes. Este personaje exótico aparece en las correspondencias de Libanio y de Símaco 88 . Su función es ofrecer en las conversaciones el punto de vista de la cultura egipcia, y desempeña el papel del cínico, como Cinulco en Ateneo.

En los turnos de intervenciones se observa una jerarquía casi constante, en la cual el orden queda determinado por la edad y el rango del personaje. De este modo, el primero es siempre Pretextato; le siguen Flaviano y Símaco; vienen luego los dos Albinos y Eustacio; a continuación, Avieno, Evángelo, Eusebio y Servio, como en II 2, 1-15. En cambio, en VII 4, 16 la intromisión de Evángelo provoca el desplazamiento de Eustacio, quien, a su vez, poniéndose a la cola y cediendo el turno a Eusebio, hace pasar a Avieno después de Servio. Los últimos son siempre Disario y Horo. Estos personajes son los que integran la trama de la obra. Sus conversaciones, en la mayoría de los casos, se reducen a larguísimos monólogos, entre los que se intercalan pequeños diálogos. Para romper la monotonía, destacan las figuras de Avieno y Evángelo como verdaderos resortes dramáticos que provocan los diálogos y discusiones que aparecen muy de cuando en cuando en la obra. Evángelo, por su actuación, puede compararse en cierto modo al Alcidamante del Banquete de Luciano 89 .

No obstante, hay puntos en los que Macrobio se aleja de las normas simposíacas: no incluyó la figura del invitado humillado que se va, ni tampoco la del que llora; ha suprimido las escenas bufas y las licenciosas, así como la escena de la pelea; ha eliminado asimismo la figura del invitado ridículo y la del borracho. El personaje del gran bebedor aparece discretamente bajo los rasgos de Evángelo, y en el libro VII se trata el argumento típico de los efectos del vino, expuesto por el médico Disario. Tampoco incluyó Macrobio a la pareja de enamorados. En este último caso, la supresión responde a las diferencias culturales entre Grecia y Roma en lo tocante a la pederastia.

Macrobio se esforzó por respetar en las Saturnales la regla que imponía la mezcla de temas serios y cómicos, dos géneros contradictorios difíciles de combinar. Acrecentaba la dificultad la gravitas de los principales personajes del diálogo. Macrobio innovó en este punto recurriendo a un procedimiento original consistente en alternar las cuestiones serias y las amenas entre las sesiones matinales y las vespertinas.

MARCO CRONOLÓGICO DE LOS BANQUETES DE LAS «SATURNALES»

La acción dramática de la obra se desarrolla en la época en que florece por última vez el paganismo, con figuras como Símaco, Pretextato, etc. En concreto, Macrobio elige como marco cronológico las últimas fiestas saturnales que vivió Pretextato, que muere poco después en enero de 385 d. C. Es decir, los diálogos ficticios de las Saturnales tendrían lugar los días 17, 18 y 19 de diciembre del año 384 d. C 90 . Macrobio tenía bien presente que la cercanía de la muerte de un personaje principal era un rasgo formal propio de la literatura de tipo dialogado. Tanto el Fedro como el Teeteto platónicos transcurren en los últimos días antes de la muerte del anciano Sócrates. Ateneo imaginó sus diálogos poco antes de la muerte de Ulpiano y Cicerón planteó el desarrollo de su República durante la Fiesta Latina del invierno del 129 a.C., poco antes de la muerte de Escipión Emiliano, tal como hizo en el tratado Sobre la vejez con respecto de Catón y en el diálogo Sobre el orador con respecto a Craso 91 . En la fecha ficticia de los banquetes, 384 d.C., Pretextato había rebasado los setenta años, Flaviano era casi un cincuentón, tal como probablemente su amigo Eustacio, y Símaco tenía cuarenta y pocos años, y Cécina Albino cincuenta y poco; Eusebio y Disario, «en el umbral de la vejez, se acercaban a los sesenta años»; Rufio Albino, Evángelo y Horos debían de tener cuarenta y tantos, ya que el primero vivía aún en el 416, el segundo, como ya vimos, dio claras muestras de temeridad y energía en el 397, y el tercero era campeón olímpico en el 364; por su parte, Avieno y Servio son explícitamente presentados como jóvenes de menos de veinte años.

Si aceptamos la datación tardía del nacimiento de Macrobio y por tanto la datación tardía de la fecha de composición de sus obras, en torno al 430, fecha de composición de las Saturnales , todos los personajes, a excepción de los dos jóvenes, estaban ya muertos, la misma circunstancia que en la República de Cicerón, un argumento más para la datación tardía de las Saturnales 92 .

ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LAS SATURNALES

La actual división en siete libros no es, en realidad, la originaria de Macrobio. Se debe a las lagunas y a los subtítulos de los manuscritos más antiguos. De hecho, la actual división en libros no la encontramos claramente delineada hasta el siglo XV , concretamente en el códice Parisinus Regius 8677 93 . Marinone 94 propone una organización de las Saturnales basada en las jornadas de la fiesta de las Saturnales, y, dentro de éstas, en las partes del día (mañana-tarde-noche):

Prefacio §§ 1-16
Prólogo I 1-2
Víspera (día 16, casa de Pretextato) I 3-5
Primera jornada (día 17, casa de Pretextato): libros I-II
a) mañana I 6-24
b) tarde II 1-7
c) noche II 8-laguna
Segunda jornada (día 18, casa de Nicómaco): libro III
a) mañana laguna-III 1-12-laguna
b) tarde laguna-III 13-17
c) noche III 18-20
Tercera jornada (día 19, casa de Símaco): libros IV-VII
a) mañana laguna-IV-VI 9-laguna
b) tarde VII 1-16 laguna
c) noche laguna

En cuanto al contenido de las conversaciones 95 , el tema más importante es Virgilio: se nos ha perdido el comienzo del libro III (sesión matinal del día 18), donde Eustacio disertaba sobre Virgilio y la filosofía y la astronomía (y la astrología), y Flaviano sobre Virgilio y el derecho augural, pero sí se nos ha transmitido la intervención de Pretextato sobre Virgilio y el derecho pontifical (III 1-9). Al comienzo del libro IV (sesión matinal del día 19), una laguna nos ha privado de la exposición de Símaco sobre Virgilio y la oratoria, pero subsiste la parte final de la exposición de Eusebio sobre Virgilio y la retórica, consagrada a las diferentes clases de pathos en Virgilio. En cuanto al libro V (igualmente sesión matinal, día 19), Eusebio trata sobre el estilo de Virgilio (V 1), y Eustacio sobre Virgilio y los préstamos griegos, en especial homéricos (V 2-22). En el libro VI (sesión matinal del día 19), Rufio Albino y Cécina Albino disertan sobre Virgilio y los préstamos de los poetas latinos arcaicos, tanto en forma de versos (Rufio Albino) como de vocablos (Cécina Albino), y Servio estudia las figuras estilísticas y retóricas (VI 6) y algunos pasajes difíciles (VI 7-9).

Al bloque temático virgiliano (libros III-VI) preceden debates sobre instituciones políticas y religiosas: historia de las Saturnales (I 7-10), trato de los esclavos (I 11), historia del calendario (I 12-16), teología solar (I 17, 23). Cierran la obra los desarrollos más científicos y técnicos, consagrados a las cuestiones médicas, y a los problemas de la digestión y la visión (VII 4-16). Entre los grandes desarrollos se insertan las agudezas de hombres ilustres (II 1-7), el vino y los placeres (II 8-laguna), el lujo y refinamiento en la mesa y la comida (III 13-17), la variada calidad de frutas (III 18-20) y los temas de conversación en los banquetes).

FUENTES Y ORIGINALIDAD DE LAS SATURNALES 96

Macrobio no pretende escribir una obra original 97 . Él mismo se presenta, en el prefacio, como un humilde compilador, describe su obra como una mera miscelánea enciclopédica de nociones útiles y declara honestamente su método de trabajo: «No he reunido de manera desordenada cosas dignas de memoria, como amontonándolas, sino que la disparidad y variedad de temas, la diversidad de fuentes y la confusión de épocas las he dispuesto ordenadamente en una suerte de cuerpo, de modo que las cosas que había ido anotando sin orden y confusamente para socorro de mi memoria, resultaran ordenadas y ensambladas como miembros de un mismo cuerpo 98 ». Con la misma humildad y franqueza anuncia el tratamiento que da a sus fuentes: «No me reproches como defecto si los préstamos que tomaré de mis diversas lecturas los desarrollo con frecuencia con las mismas palabras con las que los propios autores contaron las cosas, pues la presente obra no promete un alarde de elocuencia, sino un cúmulo de conocimientos; y debes estar satisfecho si repasas el saber de la Antigüedad unas veces claramente con mis palabras, otras veces fielmente con las propias palabras de los antiguos, según que la materia aconseje la traducción o la cita 99 ». Por lo general Macrobio no cita al autor del que toma las noticias, a pesar de que las reproduzca «con las mismas palabras con las que los propios autores contaron las cosas 100 ». Sí suelen aparecer, en cambio, indicaciones de las fuentes originarias que el autor de la fuente principal ya citaba. Además, dentro de la fuente principal, no mencionada, pueden aparecer citas de otros autores, regularmente nombrados.

Por desgracia, la pérdida casi total de los libros que contenían los argumentos desarrollados en las Saturnales impide llegar a conclusiones definitivas y seguras. Por lo general se producen dos situaciones: o bien no se aprecia correspondencia alguna con textos conservados, en cuyo caso hay que identificar la fuente con una obra hoy perdida que trataría un argumento similar, o bien se detecta una correspondencia con textos conservados, y se discute sobre cuál influyó en cuál, o si ambos derivan de una hipotética fuente común. Se puede identificar razonablemente el origen de una determinada discusión, pero no reconocer la fuente. En cualquier caso, hay que descartar la derivación directa de todos los autores citados. Es más, la incongruencia en el orden y en la forma de las citas, la disparidad a veces en la interpretación de pasajes iguales y las repeticiones no homogéneas de temas ya desarrollados, invitan a pensar que las Saturnales fueron construidas en gran parte con materiales de segunda mano. En realidad, con plena certeza, sólo se puede afirmar que Macrobio utilizó profusamente, aunque no lo cite ni mencione nunca, las Noches áticas de Aulo Gelio (siglo II d.C.), muy de cerca las Cuestiones simposíacas de Plutarco (siglos I-II d.C.) para la redacción del libro VII 101 , y raras veces las Epístolas de Séneca (siglo I d.C.) para la redacción del Prefacio y de una parte del libro I 102 . Estos autores son fuentes seguras e indiscutibles de Macrobio, porque sus obras se han conservado y se pueden cotejar con las Saturnales. En cuanto a otros autores, sólo se puede formular conjeturas: Alejandro de Afrodisíade, Amiano Marcelino, Asconio Pediano, Ateneo de Náucratis, Ateyo Capitón, Casio Hemina, Catón, Cicerón, Cornelio Labeón, Dídimo Calcéntero, Domicio Marso, Donato, Gayo Meliso, Gneo Gelio, Jámblico, Mateo el Evangelista, Plinio el Viejo, Porfirio, Sereno Samónico, Séneca, Servio Sulpicio Rufo, Suetonio, Temistio, Trebacio y Varrón. Cabe además pensar que Macrobio no leyó íntegramente a todos los autores que cita, sino que, a buen seguro, recurrió con frecuencia a compilaciones, sobre todo si se tiene en cuenta que cita a ciento veintiséis autores 103 y que, con frecuencia, las pretendidas influencias no afectan más que a una parte muy pequeña de la obra, y a veces se reducen a una o dos palabras 104 .

Para la redacción del prefacio, Macrobio utilizó a Aulo Gelio para los §§ 2-3 (Noches áticas, prefacio 2-3) 105 , a Séneca para los §§ 5-10 (Epístolas morales a Lucilio LXXXIV 2-10) 106 , y de nuevo a Gelio en la parte final para los §§ 13-16 107 . El prólogo, aunque presenta en I 1 algunas analogías con los Deipnosofistas de Ateneo de Náucratis 108 (en especial, en la crítica a la disparidad de edad de los personajes que Platón introdujo en sus diálogos), se debe al cálamo de Macrobio.

En cuanto a los temas tratados en la víspera o vigilia, la división del día legal tiene su paralelo en Aulo Gelio (III 2) para la primera parte (I 3, 2-10), mientras que la segunda parte (I 3, 11-12) depende, quizás indirectamente, de la obra perdida El año romano de Suetonio (más que de El libro de los días que formaba parte de las Antigüedades humanas de Varrón) 109 . En la discusión sobre las formas gramaticales algunas secciones, como I 4, 17-27 y el capítulo I 5 casi entero, guardan relación con pasajes de Gelio libremente adaptados e insertados.

En cuanto a la primera jornada, las explicaciones del nombre Praetextatus (I 6) derivan probablemente de los Libros de las cosas recónditas de Sammónico Sereno 110 , si bien con el injerto de un fragmento de Aulo Gelio en los §§ 19-25.

En las objeciones discutidas en I 11, se observan analogías con Séneca (Epístolas morales a Lucilio XLVII) en los §§ 7-15 y con Aulo Gelio (Noches áticas II 18) para los §§ 41-44. Para el tratamiento del calendario romano (I 12-16) Macrobio se sirve como fuente principal de El año romano de Suetonio, si bien lo enriquece con aportaciones personales o de otros autores, como los Fastos de Cornelio Labeón 111 . Para su exposición de la teología solar (I 17-23), inspirada en el sincretismo neoplatónico pero con influjos estoicos, se ha propuesto como fuente principal alguna obra de Porfirio —Sobre los nombres de los dioses (Renhardt), Sobre el Sol (Börtzler, Courcelle), Sobre las imágenes de los dioses (Bidez), o las tres (Flamant)— 112 , si bien no directamente, sino a través de algún intermediario latino. G. Wissowa 113 descarta, en cambio, a Porfirio como fuente principal directa ya que Macrobio lo cita explícitamente en I 17, 70, y propone, a su vez, el Sobre los dioses de Jámblico en una compilación latina. Se ha pensado también en Mario Victorino o Cornelio Labeón como fuente directa, pero este último es mejor considerarlo como fuente secundaria, dado que Macrobio lo cita explícitamente en I 18, 21 como apoyo a la tesis principal.

En cuanto a las conversaciones de la tarde (II 1 -7), es difícil precisar la fuente de Macrobio, ya que la mayor parte del material sólo nos es conocido precisamente por las Saturnales. No obstante, sí se puede establecer que los bona dicta recogidos por Macrobio reflejan una tradición favorable a Augusto y se hacen eco en muchos aspectos de la propaganda anticesariana. Posiblemente Macrobio se valió, como fuentes, de al menos dos colecciones de bona dicta : una, ordenada por personajes, para II 3-5 (II 3: Dicta Ciceronis ; II 4: Dicta Augusti ; II 5: Dicta Iuliae) , y otra, con una disposición diferente, para II 2 y II 6-7. No obstante, mientras los Dicta Ciceronis están ordenados según los personajes a cuya costa fueron formulados (III 3, 2-4: amigos y familiares de Cicerón; 5-6: sus enemigos políticos, Vatinio y Rébilo; 7-8: Pompeyo; 9-13: César), tanto los Dicta Augusti como los Dicta Iuliae se organizan internamente en dos secciones: los dicta formulados por Augusto y por Julia, y los formulados a costa de ellos mismos; todo lo cual apunta, como fuentes, a dos colecciones distintas: una de bromas de Catón organizadas según sus víctimas, y otra de bromas de, o a costa de, miembros de la familia imperial organizadas según sus nombres 114 . Tampoco faltan coincidencias con Gelio en II 2, 1-3 (= V 5), en II 2, 15-17 (= XIX 11), y en II 7, 2-5 y en II 7, 10-11. También la disertación vespertina sobre el vino y sus placeres en II 8 encuentra paralelos en Gelio: II 8, 2-3 (= XIII 11, 1 y 6-7), II 8, 4-9 (= XV 2) y II 8, 10-16 (= XIX 2).

En cuanto a la segunda jornada, lo que se nos ha conservado de las conversaciones virgilianas de la sesión matinal se puede dividir claramente en dos partes. El tratamiento del derecho pontifical (III 1-19) presenta correspondencias muy significativas con el comentario virgiliano conocido como Servio de Daniel, que está constituido por la obra original de Servio acrecentada —tal vez durante el siglo VII o el VIII — por una masa considerable de escolios publicados en 1600 por el humanista de Orléans Pierre Daniel. Si estos Scholia Danielis , o buena parte de ellos, derivan, como parece probable, del perdido comentario virgiliano de Elio Donato, es fácil identificar a este último como la fuente, si bien no exclusiva, de Macrobio 115 ; en consecuencia, las concomitancias de Macrobio con el Servio genuino se explican por derivación de una fuente común, Elio Donato. Es difícil determinar la presencia de material procedente de otras fuentes secundarias o comunes a Macrobio y Donato, como Cornelio Labeón o un tratado específico sobre los verba pontificalia 116 . La segunda parte, objeciones y respuestas (III 10-12), por la amplitud del desarrollo, parece derivar de una monografía virgiliana más que de un comentario virgiliano ad versus. El procedimiento de Macrobio es claro: primero ofrece una disertación propiamente dicha sobre el tema y luego añade una exposición más amplia sobre problemas particulares. El mismo procedimiento repite luego en V 18-22 y VI 7-9.

La parte conservada de las conversaciones de la tarde, sobre el lujo y el refinamiento en la mesa de los tiempos antiguos (III 13-17), deriva con toda probabilidad de los Libros de las cosas recónditas de Samónico Sereno, que Macrobio leyó directamente o bien, puesto que menciona a Sereno en los capítulos 16 y 17, a través de una compilación posterior; tampoco hay que descartar algún tratado virgiliano, en tanto que las concomitancias con Gelio en III 17 se deben simplemente a la coincidencia de tema. En cuanto a la disertación vespertina sobre la fruta (III 18-20), la fuente parece ser Verrio Flaco, que Macrobio pudo leer directamente o a través de algún compilador posterior, tal vez Samónico Sereno.

Para los tratamientos virgilianos de la tercera jornada, la forma de la exposición, totalmente inadecuada para las conversaciones, obliga a descartar una elaboración directa del material por parte de Macrobio, que, a buen seguro, se sirvió de obras especializadas en cada uno de los temas. La monografía sobre la retórica que está en la base del libro IV es, con toda probabilidad, la misma empleada para los géneros de estilo en V 1. En el tratamiento de los préstamos griegos de Virgilio (V 2-17), H. D. Jocelyn, profundizando en los trabajos de Linke y de Wessner, observó las trazas de una tradición antivirgiliana que proclama la inferioridad de Virgilio con respecto a Homero 117 . Las respuestas a estas críticas datarían del siglo I y serían la obra perdida de Asconio Pediano (Contra los detractores de Virgilio). Se detecta además la utilización de un léxico más tardío que el de los tratados y comentarios consagrados a Virgilio. Por tanto, Macrobio parece haber utilizado aquí dos fuentes de signo contrario, sin que podamos precisar si Macrobio se encontró ya hecho el trabajo de conciliación de ambas tesis o lo realizó él mismo. Se detectan asimismo coincidencias casi literales con Gelio, que, no obstante, cabe atribuir a una fuente común. Sin duda, el autor más citado de esta sección (V 2-7) es Homero, en citas cuya longitud va desde un verso aislado al pasaje entero 118 . La sección V 18-22, donde se discuten algunos casos particulares de derivaciones virgilianas de la literatura griega, constituye, sin duda, una sección diferente por su gran erudición y por los autores citados (Dídimo, Éforo, Valerio Probo, etc.); sus fuentes son diversas, destacando entre ellas Samónico Sereno y Ateneo. El capítulo V 21 presenta analogías con El banquete de los sabios de Ateneo, y ambos, Macrobio y Ateneo, remontarían a Dídimo Calcéntero 119 , a cuya sabiduría Macrobio accedería por mediación de Sereno Samónico 120 .

La sesión matinal de la tercera jornada, consagrada a Virgilio, continúa en el libro VI 121 . La sección VI 1 -5, sobre la imitatio virgiliana de poetas latinos antiguos, deja entrever igualmente la utilización de dos fuentes de signo contrario, una de tradición antivirgiliana que remonta a la crítica anterior a Asconio Pediano, reconocible en los capítulos 1 -2, e identificable tal vez con el tratado de Perelio Fausto sobre los furta virgilianos de versus y loci (cf. Donato, Vida de Virgilio 44-46), anterior a Asconio; y otra de tradición favorable, obra de un autor que se esfuerza por defender a Virgilio de las acusaciones de innovaciones lingüísticas y semánticas, probablemente de fines del siglo I d.C., reconocible en los capítulos 4-5, mientras que en el capítulo intermedio, el capítulo 3, se vislumbran los esfuerzos por conciliar los contrastes entre ambas partes trazando una línea de desarrollo Homero-poetas latinos arcaicos-Virgilio, sin que se pueda determinar si Macrobio mismo concilió ambas tendencias o si se las encontró ya reunidas en una misma fuente, obra de un autor anónimo que ensambló en un único corpus ambas partes añadiendo el capítulo 3. En cuanto a los autores latinos citados en esta sección (VI 1-5), Ennio 122 es, con mucho, el autor que proporciona el modelo de un mayor número de pasajes; le sigue Lucrecio, y, a más distancia, Accio, Vario, Furio Ancíate y Lucilio; todos los demás, Afranio, Catón, Catulo, Cicerón, Cornificio, Egnacio, Hostio, Julio César Estrabón, Laberio, Levio, Nevio, Pacuvio Pomponio, Sisenna, Sueyo y Varrón, aparecen una o dos veces citados 123 . Es una nómina muy extensa y heterogénea, en la que tienen incluso cabida autores de mimos, de tragedias y de obras didácticas.

La tercera disertación virgiliana presenta una primera sección sobre las innovaciones de Virgilio en el lenguaje figurado (VI 6) que parece tomada de la misma fuente usada para la retórica en el libro IV. La siguiente sección (VI 7-9) está enteramente extractada de varios pasajes de Gelio, en algunos casos reproducidos casi literalmente, en otros sometidos a un proceso de adaptación para darle forma de diálogo: VI 7, 4-19 (= II 6), VI 8, 1-6 (= V 8), VI 8, 7-13 (= X 11), VI 8, 15-22 (= XVI 5), VI 9, 1-7 (= XVI 6), VI 9, 8-11 (= XVIII 5).

En cuanto a la tercera y última jornada, todos los problemas discutidos tienen su paralelo exacto en las Cuestiones simposíacas de Plutarco en lo que respecta a VII 1 -7 y 15 y 16, y en parte también 12-13, y en los Problemas de Alejandro de Afrodisíade en lo que respecta a VII 8-11 y en parte 14, al igual que 4 y 7; además, en los capítulos 12, 13 y 15 se advierten coincidencias con Gelio: VII 12, 24-27 (= XIX 5), VII 12,28-31 (= XVII 8), VII 13, 8 (= X 10), VIl 15,4-7 (=XVII 11). Una parte de la ciencia médica del libro VII proviene de las Aporías médicas y problemas físicos de Pseudo-Alejandro 124 .

LENGUA Y ESTILO 125

De entrada, pudiera pensarse que la multiplicidad de citas de tan diversos autores latinos debía necesariamente distorsionar el estilo de Macrobio, pero, de hecho, la lengua de las Saturnales resulta, en general, bastante homogénea, hasta el punto de que se puede concluir que Macrobio, cada vez que reprodujo una fuente, se esforzó por adaptar la cita a su propio estilo personal. En realidad, esta práctica concuerda con su declaración de intenciones contenida en el prefacio 126 . Precisamente la comparación con Gelio permite constatar que Macrobio se preocupó siempre por hacer más diáfana la exposición abreviando, ampliando o, sobre todo, sustituyendo vocablos y expresiones que le parecían más acordes con la tradición clásica; además, introdujo, a veces, nuevas figuras estilísticas y retóricas, otras veces cambió el orden de las palabras con la intención de obtener cláusulas rítmicas. Asimismo, se puede afirmar por la sintaxis que, si bien presenta las características de la edad tardía, reconocibles, sobre todo, en ciertos usos del infinitivo, del participio, del gerundio y del gerundivo 127 , evidencia el intento por adecuarse a las formas clásicas.

INFLUENCIA, PERVIVENCIA, FORTUNA LITERARIA DE LAS «SATURNALES»

Macrobio gozó de gran popularidad en el Medievo 128 . Pese a sus frecuentes incoherencias y errores, Macrobio fue, no obstante, el principal transmisor de la ciencia antigua y del neoplatonismo al Medievo occidental; de hecho, permitió a eruditos medievales (y hasta renacentistas) que no leían latín acceder al neoplatonismo a través de una fuente antigua. Las innumerables citas en escritores medievales, su presencia en los catálogos de las bibliotecas monásticas y el elevado número de manuscritos conservados son evidencias de la vasta circulación de sus obras, y de que Macrobio era muy leído y estimado como autoridad en ciertas materias, en especial, astronomía y geografía, y en la interpretación de los sueños. De hecho, se puede afirmar que, junto con Boecio, Marciano Capela, Calcidio e Isidoro de Sevilla, fue Macrobio uno de los autores más influyentes en la Edad Media por su función de puente entre el pensamiento antiguo y el pensamiento medieval.

Ahora bien, cabe precisar que, si comparamos la influencia que las dos obras más significativas de Macrobio han ejercido en la posteridad (dejando aparte el tratado gramátical), resulta más que evidente que las Saturnales han quedado eclipsadas por el Comentario del «Sueño de Escipión» , que ha acaparado el interés de los estudiosos medievales en una relación porcentual en torno al 90 o 95 % a su favor 129 . Esto se debe a que el Comentario proporcionaba a sus lectores un vasto compendio, claro y variado, de los conocimientos científicos de la cultura clásica pagana: aritmética, música, astronomía y geografía, además de la visión platónica del alma y las virtudes y la teoría de los sueños en la Antigüedad. A esto se une el hecho de que la parte más estrictamente filosófica de las Saturnales se ha perdido, y otros temas que podían ser quizás atractivos, como el sincretismo solar o la división del tiempo, aparecen tratados en ambas obras. Por ello, vamos a estudiar aquí únicamente la pervivencia de las Saturnales en aquellos autores y obras donde es más que evidente, remitiendo para un tratamiento más amplio al capítulo específico que dedicamos a la fortuna de la obra macrobiana en la Introducción al Comentario al «Sueño de Escipión» 130 .

Aunque hay indicios de que tanto Boecio como Casiodoro conocían las Saturnales , la presencia de esta obra es más clara en Isidoro, obispo de Sevilla (570-636), quien en sus Etimologías , enciclopedia universal de los saberes de su tiempo, utiliza pasajes de las Saturnales , a saber: en el libro V, a propósito de la división del día civil en Roma (Sat. I 3), del magnus annus (Sat. I 14; cf. asimismo Com. II 11, 6), de las calendas, las nonas, las idus y demás días del calendario romano (Sat. I 15-16); en el libro XI hay referencias al dedo anular (el digitus medicinalis) y a la derivación de la palabra pollex (Sat. VII 13, 7 y 14); y en el libro XIII se habla del agua fresca del mar Negro (Sat. VII 12, 34). Es asimismo evidente la conexión entre Etimol. XIX 1-2 y XX 5 (nombres de diferentes tipos de recipientes para beber) con Sat. V 21, aunque no se puede descartar una fuente común para ambos, tanto en este caso como en los anteriores, que bien pudiera ser Ateneo de Náucratis.

Las referencias al día romano, al mes romano y a las calendas, nonas e idus romanas que Beda el Venerable (673-735) hace en los capítulos 7, 9, 12 y 13 de su Sobre el cómputo del tiempo se corresponden con los pasajes macrobianos de Sat. I 3 y 12-15, y hacen sospechar que tanto Isidoro como Beda manejaron un compendio de los Saturnalia conocido como la Disputa de Horo y Pretextato , que contiene una colección de excerptas del libro I 131 . Resulta inexplicable, sin embargo, que, al hablar de la influencia de la luna en el capítulo XXVIII, Beda no tenga presente el tratamiento que Macrobio, siguiendo a Plutarco, hace del tema en Sat. VII 16.

El éxito de Macrobio no decae con el renacimiento carolingio; de hecho, queda claro, por los catálogos de bibliotecas carolingias conservados y por otros testimonios, que ejemplares de la obra de Macrobio fueron copiados en los escritorios de Corbie, Tours, Fleury, Ferrières, Auxerre, Lorsch, Reichenau y Sankt Gallen, entre otros monasterios 132 . Entre los más de una docena de manuscritos de autores clásicos que anotó de su puño y letra Lupo de Ferrières (circa 805-862), abad de Ferrières, figura un manuscrito de Macrobio (el Parisinus Latinus 6370 , siglo IX in.) , al mismo tiempo que incluyó fragmentos de las Saturnales en algunas de sus obras 133 . También se detecta una presencia difusa tanto de las Saturnales como del Comentario en el irlandés Juan Escoto Erígena (810-877), quien cita a Macrobio como fuente en su Martiani expositio , al menos dos veces (13.1; 365.21) y, según Cora Lutz 134 , extrae sus ideas sobre el alma y el Alma del Mundo de Calcidio y Macrobio, y sus doctrinas astronómicas de ambos autores y de Plinio el Viejo. Remigio de Auxerre (841-908), discípulo de Heirico, conoce tanto las Saturnales como el Comentario , y los utiliza en su comentario a las Nupcias de Mercurio y Filología de Marciano Capela, en especial para las digresiones aritmológicas, astronómicas y geográficas 135 . Ercamberto de Freising y Milón de Saint-Amand también parece que leyeron la obra de Macrobio, así como los compiladores de los comentarios carolingios de Marciano Capela 136 .

En los siglos X y XI parece que hay menos interés por Macrobio, y aunque no faltan autores que lo conozcan (el papa Silvestre II, Helpe-rico de Auxerre, Bovo II de Corvey, el Anonymus Einsidlensis , Adalboldo de Utrecht, Onulfo de Espira o Managoldo de Lautenbach), no se detecta, sin embargo, ninguna huella clara de las Saturnales.

Con el renacimiento cultural del siglo XII , el prestigio de Macrobio llega a su apogeo, sobre todo entre los integrantes de la Escuela de Chartres, núcleo principal de los estudios sobre la filosofía neoplatónica 137 . Guillermo de Conches (1080-1154) 138 , fervoroso seguidor de la doctrina platónica (nos Platonem diligentes) , conocía bien las obras de Macrobio, como atestiguan tanto sus citas en sus dos tratados sistemáticos, Dragmaticon y Philosophia mundi , como sus glosas al Comentario , conservadas en seis manuscritos (también hizo uso de las Saturnales ) 139 . Pero especialmente deudor de Macrobio es Juan de Salisbury (1115-1180) 140 , discípulo de Abelardo y de Guillermo de Conches, quien en su obra principal Polycraticus, sive de nugis curialium et vestigiis philosophorum , dedicada al célebre Thomas Becket de Canterbury, no sólo elogia explícitamente a Macrobio 141 , sino que además reproduce literalmente numerosas excerptas de éste, sobre todo de las Saturnales , aunque se omiten las palabras y pasajes en griego. Hay indicios de que Juan de Salisbury pudo haber manejado un texto de las Saturnales más completo que el que nos ha llegado a nosotros y que incluiría la parte perdida del final del libro VII 142 . De hecho, en el libro VIII (capítulos 6, 7 y 16) del Polycratus hay referencias a declaraciones hechas por un tal Portunianus —que hoy en día por lo general se considera que se trata de Postumiano, el personaje que refiere a Decio el relato que Eusebio le hizo de cuanto se dijo en el banquete (Sat. I 2, 1-4)— que Juan de Salisbury debió tomar de partes del texto de los Saturnalia que hoy en día no se conservan 143 , lo mismo que una sentencia —descrita como una cita de la obra de Macrobio— que parece encajar en la laguna del final del libro II de las Saturnales 144 .

También en el siglo XII , y en un plano similar, habría que colocar al historiador inglés Guillermo de Malmesbury, el cual, además de citas esporádicas en otras obras suyas, como los Gesta regum , incluye partes del libro II de las Saturnales al comienzo del De paradoxis 145 . Igualmente, encontramos citas de las Saturnales en la obra intitulada Panormia de Osbern of Gloucester (mitad del siglo XII ) y en las Magnae derivationes de Uguccione de Pisa (muerto en 1210) 146 . Junto con Calcidio y Marciano Capela, Macrobio es la principal fuente de Bernardo Silvestre de Tours (siglo XII ) en su obra neoplatónica sobre la creación del mundo (De mundi universitate) , y sin duda las Saturnales inspiraron su Comentario a los seis primeros libros de la «Eneida» de Virgilio.

La influencia de las Saturnales de Macrobio alcanzó hasta el ámbito de la medicina, como atestigua Guy de Chauliac (1300-1368), quien menciona el nombre de Macrobio en el primer capítulo de su Ars chirurgica (1363) 147 .

En el siglo XIII el triunfo de las doctrinas escolásticas de base aristotélica supone una importante devaluación del prestigio de Macrobio, que, de hecho, no se volverá a recuperar hasta finales del siglo XV , cuando el neoplatonismo recobra fuerza merced al interés que despierta en la Academia de Florencia. Con todo, durante el siglo XIV , autores como Dante Alighieri (1265-1321) y Giovanni Boccacio (1313-1375) estaban muy familiarizados con el Comentario al «Sueño de Escipión». Y Macrobio es asimismo uno de los autores clásicos más citados en las obras de Francesco Petrarca (1304-1374) 148 , que lo califica como scriptor egregius 149 y encuentra en Macrobio un apoyo para defender su platonismo frente al de Aristóteles, que no es de su agrado. No sólo leyó el Comentario , que toma como modelo directo en muchos pasajes tanto en el De vita solitaria como en el África , sino también las Saturnales ; prueba de ello es la incorporación de la figura de Evángelo en el De sui ipsius et multorum aliorum ignorantia.

Por la misma época, y en lengua catalana, el enciclopedista y recopilador del saber medieval Francesc Eiximenis (1327-1409) incluyó diversos pasajes de las Saturnales en el capítulo cinco del Terç del Crestià , cuando trata acerca de la ebriedad 150 .

En el resurgir de la popularidad de Macrobio en el siglo XV tiene mucho que ver la Academia de Florencia y su renovado interés por el neoplatonismo. El helenista Marsilio Ficino (1433-1499) 151 , el filósofo más sobresaliente del Quattrocento, aunque era sobradamente capaz de leer a Platón y a Plotino en griego, no desdeñaba, sin embargo, las fuentes latinas, y en su Theologia Platonica de animarum inmortalitate (Florencia, 1482) cita muchas veces a Macrobio (v. gr. la interpretación alegórica de la aurea catena homérica, el tratado de la virtud 152 , o la comparación del sol con Dios: Sol vero maxime Deum ipsum tibi significare potest , afirma Ficino; cf. Com. I 2, 15).

La influencia de Macrobio en el Renacimiento alcanza a muchos otros autores que no nos es posible aquí mencionar, pero que han sido investigados por C. R. Ligota 153 , a cuyo estudio remitimos.

Con el Humanismo y el redescubrimiento de los clásicos se incrementó el interés por los textos originales y los compendios cayeron en desuso, y en consecuencia el interés por Macrobio declinó 154 . En el siglo XVI , no obstante, el autor todavía suscita cierto interés, como atestiguan las numerosas ediciones del Comentario que se suceden, a ritmo vertiginoso, por toda Europa, o incluso las variadas colecciones de anécdotas divertidas y respuestas ingeniosas, en ocasiones auténticos libros de chistes, que se inspiran de manera directa o indirecta en el libro II de las Saturnales.

Macrobio (Saturnales II ) y la teoría de la risa de Cicerón (Sobre el orador II 54-71): las colecciones de facetiae del Renacimiento

De hecho, Macrobio es el último cultivador en la Antigüedad de un género, las facetiae («chistes, chanzas, ocurrencias, donaires, agudezas»), que remonta su tradición al apotegma griego, un relato breve que muchas veces encierra una enseñanza moral en una anécdota histórica, o al menos, recoge el dicho de alguien sabio o notable, si bien en la facetia encierra siempre humor o agudeza.

La principal doctrina al respecto la formula Cicerón en el diálogo Sobre el orador , donde, para concluir con el gran bloque de la inventio , trata, por boca de César Estrabón, sobre el humor o ridiculum (II 54-71, §§ 216-289) como medio de persuasión muy influyente 155 , que mediante agudezas y efectos emotivos sobre el auditorio, haciéndolo reír/sonreír, engrandece la imagen del orador (éthos) o ridiculiza al adversario (páthos). Para Cicerón las facetiae son un excelente condimento tanto para la charla como para la oratoria forense (II 67, § 271); distingue, además, dos modos de conseguir el ridiculum : a) mediante la cavillatio , que en ocasiones se llama festivitas , que es un humor difuso, no hiriente, provocado mediante un discurso que testimonia más el ingenio de quien lo dice, que una situación desairada de quien es objeto de él; b) mediante la dicacitas , es decir, la frase ingeniosa, el dicho agudo, puntual y mordaz. Como bien matiza J. J. Iso 156 , con la cavillatio o la festivitas Cicerón se está refiriendo a un tipo de humor que apunta al éthos ; con la dicacitas , el humor apunta al páthos. Además, Cicerón ofrece una división del humor, del ridiculum , según se base en la situación (ridiculum in re ; por ejemplo, una anécdota simpática), o tenga por fundamento la palabra (ridiculum in verbo ; por ejemplo, una agudeza verbal). Cicerón no sólo aporta la teoría del humor a la posteridad, sino también una colección de facetiae , como recurso retórico del perfecto orador. Es más, según Quintiliano 157 , el propio Cicerón era sumamente aficionado a los chistes y dichos ingeniosos «tanto en la conversación de la vida diaria, como en los debates oratorios y en los interrogatorios a los testigos», hasta el punto de que sabemos, por Plutarco y Macrobio, que Catón llegó a exclamar: Quam ridiculum habemus consulem! («¡qué cónsul tan chistoso tenemos!»), y que, en lamisma línea, enemigos suyos, como Vatinio, lo llamaban scurra consularis («bufón que había alcanzado el consulado») 158 . Según Quintiliano 159 , su liberto Tirón «u otro» hizo una edición de sus chistes en tres libros, y en una carta de finales del año 45 a. C., el propio Cicerón le da las gracias a Gayo Trebonio por haber publicado una colección de chistes suyos 160 .

Durante el siglo I a. C. las colecciones de chistes, anécdotas, dichos y apotegmas fueron muy populares, y su publicación respondió muchas veces a razones de propaganda política. Sabemos que igualmente recopilaron colecciones de facetiae Catón 161 , el hermano de Cicerón, Julio César (Dicta collectanea) , el emperador Augusto, el poeta satírico Marco Furio Bibáculo (Lucubrationes) 162 , el jurisconsulto Aulo Cascelio (Liber bene dictorum) 163 , el gramático Gayo Meliso (Libellus iocorum) 164 , el poeta Domicio Marso (De urbanitate) 165 , y ya en tiempos de Nerón, el orador Gneo Domicio Afro 166 , maestro de Quintiliano. Bajo el influjo de Cicerón, el humor aparece en la preceptiva retórica con un papel destacado en Quintiliano, quien incluyó en el libro VI de su Enseñanza oratoria una sección específica sobre la risa en el discurso y añade un catálogo de muestras (VI 3, 1-112: De risu). De estas colecciones antiguas nada nos ha llegado salvo el material empleado por los enciclopedistas tardíos Aulo Gelio y Macrobio.

La facetia , en cuanto que recurso oratorio, está emparentada con la chreía (o anécdota), con la sententia (apotegma, aforismo), con la fábula, con el exemplum o memorandum , o con el epigrama. De hecho, a veces se solapa con ellos, pues una anécdota puede ser amable, una sentencia aguda, una fábula chistosa, un ejemplo cómico, o un epigrama sutil. Lo que define a la facetia es el humor verbal, sea en forma de breve relato (nuestra «chanza» o «donaire»; en italiano, conto o facezia) o de frase chistosa (nuestra «agudeza» o «salida ingeniosa», arguta responsio ; en italiano, rencontre o motto , o pronta risposta). La duración no es necesariamente un criterio. Macrobio habla normalmente de bona verba.

La tradición retórica ciceroniana de la facetia clásica 167 , aparentemente olvidada desde Macrobio (siglo V d.C.), resucita en 1344 con los Rerum memorandarum libri de Francesco Petrarca, quien incluye al final del libro II una antología de facetiae (II 37-91 ) 168 . En su breve introducción (II 37), Petrarca deja bien claro, tal como antes Cicerón y Quintiliano, que los chistes son parte de la elocuencia, y afirma que podemos llamar al género de los chistes facetiae, sales (porque sazonan nuestro discurso) o incluso, como Cicerón, apothegma , si bien tiene claro que estos «dichos» han de ser cómicos, puesto que los distingue de los dichos sabios, al estilo de los Apotegmas de Plutarco, a los que dedica una sección aparte, De sapientia (III 31-99). El conjunto de la obra sigue de cerca el modelo de los Hechos y dichos memorables de Valerio Máximo (circa 29 d.C.), una colección de exempla , o anécdotas ejemplares, que, sin embargo, no tiene una sección específica de facetiae. Tal como Valerio, Petrarca divide las anécdotas en Romana y Externa , pero añade una tercera división, Moderna. La mayoría de las 114 facetiae , sin numerar y sin título, las tomó Petrarca, como él mismo declara (II 38, 68, 73, 85), de las anécdotas simpáticas del libro II de las Saturnales de Macrobio (II 1-7 y III 7), así como de las Vidas de Suetonio. Petrarca distribuye su colección en tres secciones: De facetiis ac salibus illustrium (II 37-61), De mordacibus iocis (II 62-84), De ingenio paupertatis (II 85-91). Casi todos los chistes, tanto romanos como foráneos y modernos, son atribuidos a personajes famosos, desde la Antigüedad (Diógenes) hasta época reciente (los papas Bonifacio VIII y Juan XXII, Dante, etc.), si bien la inmensa mayoría, tal como en Macrobio, están relacionados con Augusto y Cicerón. Petrarca dice admirar la agudeza de Augusto, de su hija Julia (cavillatrix in primis iocundissima , II 50), y la capacidad de Augusto y Julio César de hacer bromas sobre ellos mismos (III 68 y 69).

Siguiendo el modelo de Petrarca, las colecciones renacentistas de facetiae menudearon en Italia 169 . El primero en secundarle fue Poggio Bracciolini, entre 1438 y 1452, si bien la primera edición completa de su Liber Facetiarum no apareció impresa hasta 1470 170 . Son 273 facetiae , sin numerar pero con título; no siguen ningún orden particular; no se incluyen facetiae clásicas; la mayoría, aunque cómicas, persiguen un fin satírico contra los tres blancos favoritos del exemplum medieval: la corrupción de la Iglesia, la lujuria femenina y la estupidez de los campesinos. Es la más influyente de todas las colecciones renacentistas, con 34 ediciones entre 1470 y 1500, y una gran difusión en Francia en el siglo XVI 171 .

En 1455 Antonio Beccadelli (Panormita) redacta sus De dictis et factis Alphonsi regis Aragonum libri quatuor , impreso en Pisa en 1485 (edición muy rara) y más tarde en Basilea en 1538, con comentario de Eneas Silvio Piccolomini, luego papa Pío II 172 . Más que una colección de chistes, son anécdotas cuya intención es crear un retrato idealizado de Alfonso el Magnánimo siguiendo el retrato de Augusto en Suetonio y Macrobio. Un componente esencial de este espejo de príncipe es una lista de facete dicta de Alfonso, que, sin embargo, más que facetiae son dicta 173 . En realidad, a partir de aquí se puede hablar de dos tipos básicos de colecciones latinas de relatos breves: las colecciones de hechos y dichos, que imitan el canon de Valerio Máximo, cuyo primer exponente son los Rerum memorandarum libri IV de Petrarca; y las colecciones de dichos, que siguen como modelo los Recuerdos de Sócrates de Jenofonte, encabezadas por la obra de Becadelli y a la que se suma el Commentarius de Piccolomini. Las colecciones de dichos (dicta) , en los que sólo esporádicamente aparece algún factum , se dividían, a su vez, en dos subtipos diferenciados: las colecciones de facetiae , integradas por relatos graciosos, y las colecciones de apophthegmata , transmisoras de la sabiduría moralizadora de la Antigüedad, formadas casi exclusivamente de apotegmas, según el canon de los Apotegmas de Plutarco. Ahora bien, en las colecciones de facecias tenía también amplia cabida el apotegma, sobre todo, el apotegma de arguta responsio , exponente de agudeza y consiguiente gracia, pero, con frecuencia, eran relatos de mayor amplitud narrativa que el sencillo apotegma. En las colecciones de facecias renacentistas podían también insertarse esporádicas secuencias moralizadoras —fábulas, sentencias, prodigios...— pero el conjunto era predominantemente jocoso, con presencia de relatos eróticos e incluso escatológicos.

Entre 1466 y 1471 debió redactar Ludovico Carbone sus Cento trenta novelle o facetie 174 . Se trata de la primera colección de facetiae en lengua vernácula, italiano con fuerte acento del dialecto de Ferrara, Combina facetiae modernas con antiguas, y entre estas últimas incluye 22 tomadas del diálogo Sobre el orador de Cicerón (35-43, 45-46, 48-57 y 105) 175 .

Gran difusión tuvo a finales del siglo XV la Mensa philosophica , un anónimo cuya fecha de composición se ignora, editado por primera vez en 1470 176 . Los libros I y III tratan del vino, la carne, los vegetales, los condimentos y cuestiones relativas al apetito y la digestión. El libro II trata de los comensales, y el libro IV («De honestis ludis et iocis») es una antología con 241 breves anécdotas, sin número ni título, pero organizadas en 45 secciones, según sus protagonistas, la mayoría religiosos o representantes de clases sociales. El Prefacio y la introducción del libro IV citan a Macrobio, y todos los chistes de las primeras secciones de la antología han sido tomados de Macrobio, si bien la fuente principal de la antología es, sin duda, el exemplum medieval 177 .

La colección italiana de facetiae mejor conocida, después de la de Poggio, son los Motti e facezie del Piovano Arlotto , obra anónima compuesta entre 1477 y 1488, pero impresa por primera vez en 1514-1516 178 . Son 218 anécdotas variadas: historietas cómicas, réplicas agudas, chistes prácticos, fábulas morales, dichos sabios, y relatos sobre la justicia, la compasión y la caritâ de Arlotto Mainardi, párroco de Santo Cresci en la diócesis de Fiesole. La intención de la colección es claramente hagiográfica, y las largas retahílas de sententiae de la parte final están tomadas de la muy popular Vida de filósofos basada en Diógenes Laercio.

Hacia 1480 se redactó una colección de más de 400 brevísimas anécdotas, máximas y proverbios en italiano, la mayoría relacionados con la familia Medici y sus allegados 179 . Se trata del llamado Bel libretto o Detti piacevoli , tradicionalmente atribuido a Angelo Poliziano, aunque no faltan quienes defiendan el anonimato de su autoría 180 .

Entre 1480 y 1520 se redactó otra colección anónima, de 280 anécdotas, debida tal vez a varias manos, titulada Facezie e motti 181 , que reutiliza parte del material del Bel libretto.

En 1486 Agustín Tünger redactó la primera colección bilingüe conocida, en latín y alemán, y la dedicó al conde Eberhard de Württemberg; permaneció inédita hasta 1874 182 . Son 54 apophthegmata , en realidad anécdotas ejemplares —al estilo del exemplum medieval— acompañadas de comentarios morales (sobre clérigos corruptos e hipócritas, profesores vanidosos y avarientos y mujeres lascivas).

Aunque no se puede hablar en términos de colección propiamente dicha, un famoso cultivador del género fue el gran polígrafo humanista Leonardo da Vinci 183 . En sus cuadernos encontramos dispersas una veintena de simpáticas anécdotas, redactadas entre 1490-1504, que el propio Leonardo a veces llama facetia o facietia , pero otras veces no identifica genéricamente y entonces no es fácil distinguirlas de las fábulas, a las que era muy aficionado. La mayoría de las facezie son fábulas o divertidas anécdotas, pero hay dos particularmente interesantes porque revelan una inesperada influencia clásica, a saber: la anécdota del hombre «atado a» una espada mucho más grande que él resulta incomprensible excepto para quienes supieran que se trataba de una de las famosas bromas atribuidas a Cicerón, que Leonardo pudo leer en las Saturnales de Macrobio 184 ; análogamente, la broma a costa del hijo feo de un consumado pintor deriva igualmente de las Saturnales de Macrobio 185 . Por supuesto, esto no quiere decir que Leonardo leyera estas anécdotas directamente de las obras de Macrobio y Cicerón, pues pudo leerlas en algunas de las muchas colecciones del siglo XV , a parte de que muchas de estas anécdotas circulaban oralmente 186 .

En las postrimerías del Quatroccento, hacia 1499, debió componer Giovanni Pontano su tratado De sermone , que, no obstante, no conoció su primera edición hasta 1509 187 ; en seis libros, el humanista neolatino desarrolla su propia teoría sobre el humor y la agudeza ilustrándola con más de 200 facetiae , muchas de origen clásico (Plauto, Marcial, Cicerón y Quintiliano), otras muchas contemporáneas (Poggio, Panormita, y el Bel libretto ) 188 .

En Alemania también surgieron muchas colecciones de facetiae en el siglo XV . Así, el humanista Heinrich Bebel (1472-1516), poeta laureado del emperador Maximiliano, publicó, entre 1508 y 1512, la colección más popular en el Renacimiento tras la de Poggio, y una de las más extensas: 441 breves anécdotas y fábulas, con títulos, en tres libros 189 .

En 1508 Johannn Adelphus Muling o Mülich publicó sus Facetiae Adelphinae , dentro de una compilación más amplia y variada denominada Margarita facetiarum 190 . Son 82 breves, delectabiles et iocundae sententiae , como el propio Adelphus las califica en su prefacio.

En 1510, el cardenal Paolo Cortesi (1465-1510) publicó un manual sobre el ideal de príncipe de la Iglesia, titulado De cardinalatu , dedicando un capítulo a la oratoria apropiada para un cardenal, con una sección específica sobre «Facetie et Ioci » 191 . No recoge facetiae clásicas; la mayoría de las anécdotas tienen que ver con personajes famosos «contemporáneos» (Dante, Alfonso de Aragón, Cosimo de Medici, Mantegna, bastantes papas), pero algunas son anónimas. Todas sus facetiae son claramente cómicas, ninguna pertenece a la tradición sapiencial, ninguna es obscena ni bromea a costa de la religión. Para Cortesi, la risa es proprium hominis 192 .

Los Facetiarum exemplorumque libri VII de L. Domicio Brusoni (Roma, 1518), pese a su título, es una colección apotegmática que encierra unos cuatro mil apotegmas, dispuestos por materia.

Junto a estas compilaciones humanistas, llama la atención, por contraste, una colección de claro tenor «medieval» que se hizo rápidamente popular e influyó en la mayoría de las colecciones posteriores, titulada Schimpf und Ernst 193 , obra de un judío converso que llegó a ser un conocido predicador franciscano, Johannes Pauli. Las principales fuentes de Pauli son Geiler von Keyserberg y las colecciones de exempla medievales, pero también cita a un ramillete de autores clásicos y, con frecuencia, a Petrarca. La mayoría de las anécdotas son en gran manera didácticas, pero un buen número son muy divertidas 194 .

El propio Erasmo de Rótterdam, que, como Pontano, consideraba la festivitas como un atributo esencial del buen humanista, redactó un breve coloquio, Convivum fabulosum (1524) 195 , donde nueve personajes, cuyos nombres evocan la risa (Gelasinus, Eutrapelus) o la urbanidad (Asteus), narran diez ridiculae fabulae. Paganathus pone el broche final al coloquio sentenciando: Nihil iucundius, quam quum serio tractantur nugae 196 . En 1531 publica Erasmo la colección apotegmática por antonomasia del Renacimiento, su best-seller Apophthegmata 197 , que sigue directamente el modelo de Plutarco. En la epístola dedicatoria a Guillermo de Cleves casi llega a identificar los apophthegmata con las facetiae de Cicerón, quien tenía muy claro la diferencia entre la facetia y la sentencia. Siguiendo la línea del humanista holandés, las otras dos colecciones sobresalientes de apotegmas del siglo XVI son los Apophthegmata de Lycosthenes (Basilea, 1555) y los Apophthegmata de Paolo Manuzio (Venecia, 1577).

En el año 1524 se publicaron otras dos colecciones de facetiae. La primera, con el título de Ioci ac sales mire festivi 198 , es obra del conocido humanista Ottomar Nachtgall o Nachtigall, Luscinius (1487-1536). Algunos de los 232 ioci son breves anécdotas ingeniosas, combinando facetiae antiquae y facetiae modernae ; otros son fábulas, fragmentos autobiográficos, prolijas disquisiciones morales —como los Adagios de Erasmo— o epigramas que siguen el modelo de Marcial o de Tomás Moro 199 .

La segunda colección es la primera que se presenta explícitamente como una antología de facetiae entresacadas de colecciones previas, las Iocorum veterum ac recentium duae centuriae (1524) del humanista belga Adrian Barlandus (von Baarland) 200 . El subtítulo de la primera centuria es «Ioci ex Macrobio », si bien a las facetiae tomadas de Macrobio siguen otras tomadas de Quintiliano, Cicerón, Suetonio y el De sermone de Pontano. Casi todas son breves anécdotas, que siguen muy de cerca a sus fuentes. La Centuria Secunda es una antología de anécdotas de Diógenes Laercio, citas de los coloquios de Erasmo, y epigramas de Marcial y Ausonio 201 .

Entre las colecciones anónimas inglesas de época Tudor conocidas como jestbooks , las dos primeras antologías de merry tales desconectados concebidas como imitación de los libros de facetiae son A Hundred Mery Talys , obra anónima de 1526, del círculo de Tomás Moro, y Tales and Quicke Answeres (1532) 202 . No se trata de adaptaciones de facetiae continentales, sino de compilaciones «originales». Por ejemplo, muy pocos de los 100 merry tales de la primera colección tienen fuentes obvias (sólo uno es de origen clásico). Setenta y cuatro de los cuentos concluyen con moralejas explícitas, lo que confiere un marcado carácter didáctico a la colección 203 . Testimonio del éxito de ambas colecciones durante el siglo XVI es el amplio uso retórico de sus bromas que se atestigua en las obras de Tomás Moro, Hugh Latimer y John Harington 204 . Este último humanista inglés compuso epigramas, algunos de los cuales son muy similares a las facetiae y reformulan, de hecho, versiones más antiguas de facetiae continentales; en uno de ellos (Epigrama 368) 205 incluso se hace eco de una de las anécdotas que sobre Julia, la hija de Augusto, recopila Macrobio en el libro II de las Saturnales (cf. II 3, 9): «Como aquellos que conocían sus desvergüenzas, se preguntaran asombrados cómo era que paría hijos que se parecían a Agripa, ella, que entregaba su cuerpo a tanta gente, replicó: “Es que yo nunca embarco a un pasajero si la nave no está llena”».

La anécdota de Macrobio ya había sido recogida por Pontano 206 . Por su parte, Harrington, que atribuye la ingeniosa respuesta a una gran dama romana sin identificar (a great Roman Lady) desarrolla las metáforas: cuando el marido de la dama observa: «Straungers lodge their Arrowes in thy quiver»; ella admite: «My bark was sometimes steered with forren ore»

Yet stowd I no mans staff but first perswaded the bottom with your ballast full was laded 207 .

Uno de los best-seller del siglo XVI en toda Europa, El Cortesano de Baltasar de Castiglione 208 , redactado entre 1508-1516, pero publicado por primera vez en 1528, contiene una sección sobre el tipo de humor que conviene a un cortesano (II 42-93), que sigue muy de cerca el modelo de la retórica del humor del De oratore de Cicerón, La grazia del cortesano ideal incluye el discurso elegante basado en las cinco categorías de la retórica ciceroniana, y como el orador ideal, el cortesano ideal debe saber cómo hacer buen uso de las facezie. Castiglione emplea sus 93 facetiae para ilustrar su minuciosa teoría sobre las fuentes del humor, tomada, parágrafo a parágrafo, de la teoría ciceroniana del humor (Sobre el orador II 54-71). Divide las facezie en una urbana e piacevole narrazion continuata (la cavillatio de Cicerón) y una subita ed arguta prontezza (la dicacitas de Cicerón), y añade a estas dos una tercera categoría, burle o bromas pesadas, que Cicerón jamás hubiera aprobado, Castiglione subdivide luego la categoría de las narrazione en tres: il recitar con bona grazia alcuni difetti d’altri, certe affettazioni estreme , y una grande e ben composta bugía. En la sección de pronta acuttezza distingue hasta 35 técnicas para provocar la risa, ilustradas con facetiae de Cicerón, Poggio, Pontano y otros 209 . En la misma línea de la retórica del humor se sitúa el Arte of Rhetorique (1553) de Thomas Wilson 210 , si bien se centra en la figura del predicador y el empleo del humor como arma retórica en sus sermones.

A partir de 1530 las colecciones de facetiae recopilan casi siempre anécdotas procedentes de una mezcla de fuentes diversas, incluidas las colecciones precedentes, perdiendo así con ello su marchamo individual y adoptando un carácter netamente colectivo. Entre ellas, destacan la colección del humanista alemán Joachim Gast, Convivales sermones (1541) y la de Lodovico Domenichi, Facetie et motti arguti di alcuni eccelentissimi ingegni, et nobilissimi signori , Florencia, Torrentino, 1548.

En el ámbito portugués, la primera colección latina de sentencias y apotegmas de personalidades griegas y latinas, autores sagrados y personajes ilustres son las Sententiae et Exempla , publicados en Lyon en 1557 (o tal vez antes en Coimbra en 1554) 211 , obra de un tal Andreas Eborensis Lusitanus, identificado con el célebre humanista André de Resende o con el rico comerciante André Rodrigues da Veiga. En 1585 vio la imprenta una colección parecida en todo a la española de Juan de Timoneda, Contos e historias de proveito de Gonçalo Fernandes Troncoso. La primera colección apotegmática en lengua portuguesa no aparecerá hasta comienzos del siglo XVIII , a saber, los cinco tomos de la Nova Floresta o Sylva de vários apotegmas (Lisboa, 1706-1728), compuesta por Manuel Bemardes, miembro de la Congregación del Oratorio de Lisboa, y que contiene dichos sentenciosos espirituales y morales de autores cristianos (desde la tradición patrística); se trata, por tanto, de apotegmas sagrados 212 .

Entre las numerosas colecciones paremiológicas españolas del siglo XVI 213 , cabe aquí citar, por su mayor adecuación al concepto de facetia , en primer lugar aquellas colecciones constituidas por secuencias de apotegmas o de cuentos, en series numeradas o agrupados en torno a un personaje histórico, y cuyo principal móvil es el realce del ingenio: Vida y excelentes dichos de los más sabios filósofos que hubo en este mundo , de Hernando Díaz (Sevilla, 1520); Libro de los dichos y hechos del rey don Alonso , de Juan de Molina (Valencia, 1527); Hazañas valerosas y dichos discretos del Ilmo, y Excmo. Sr. Don Pedro Manrique de Lara , de Pedro Manrique de Lara (?); Sobremesa y Alivio de Caminantes (Zaragoza, 1563; Valencia, 1569), Buen Aviso y Portacuentos (Valencia, 1564), de Juan de Timoneda; Cuentos , de Juan Aragonés (en las ediciones del Sobremesa de Timoneda de Medina del Campo, 1563 y Alcalá, 1576); Floresta española de apothegmas o sentencias, sabias y graciosamente dichas, de algunos españoles , de Melchor de Santa Cruz (Toledo, 1574); Las seiscientas apotegmas , de Juan Rufo (Toledo, 1596); Liber facetiarum et similitudinum Ludovico de Pinedo et amicorum (circa 1550). En segundo lugar, aquellas colecciones cuya secuencia es la disertación, en forma narrativa o con esquema de diálogo, y con intención fundamentalmente erudita y doctrinal: Suma de todas las Crónicas del mundo (Valencia, 1510); Silva de varia lección , de Pero Mexía (Sevilla, 1540, con adiciones en la edición de Zaragoza, 1555), Silva Eutrapélica , de Juan Pérez de Moya (Valladolid, 1557); Filosofía vulgar , de Juan de Mal Lara (Sevilla,. 1568); Silva curiosa , de Julián de Medrano (París, 1583); Historias prodigiosas y maravillosas de diversos sucesos acaecidos en el mundo , de Andrea Pescioni (Medina del Campo, 1586); Miscelánea. Silva de casos curiosos (o Varia historia), de Luis Zapata de Chaves (1592); Fabulario de cuentos antiguos y nuevos , de Sebastián Mey (Valencia, 1613).

En general, las colecciones paremiológicas españolas del siglo XVI tienen, de entre las fuentes clásicas grecolatinas, una filiación especialmente directa con Plutarco y Diógenes Laercio, de entre los autores griegos, y con Valerio Máximo, Aulo Gelio y Macrobio de entre los latinos. No obstante, el influjo de estas fuentes clásicas no siempre es directo, sino que hay que contar con los humanistas latinos como mediadores de este influjo, en especial, Erasmo con sus Adagios y sus Apotegmas ; esta última colección en la traducción del bachiller Francisco Támara (Amberes, 1549) o en la del médico Juan de Jarava (Amberes, 1549).

El humanista sevillano Pero Mexía, que en el «Prohemio» de su Silva declara sentirse muy complacido de ser el primero en emular en lengua castellana a los grandes autores clásicos de colecciones misceláneas, llega a emplear simultáneamente cuatro fuentes al narrar elconocido apotegma de Diógenes, capturado por corsarios atenienses y puesto en venta como esclavo en subasta pública, si bien sólo cita explícitamente dos de sus fuentes (Gelio y Macrobio), omitiendo las otras dos (Diógenes Laercio y Erasmo):

Fue una vez preso Diógenes por ciertos corsarios atenienses, y en su captiverio nunca perdió el ánimo, ni las palabras libres. Poniéndole en almoneda aquel cuyo captivo era para lo vender, le preguntó el pregonero que lo avisase qué habilidad tenía, para que la publicase. Respondió el Diógenes: «Di que vendes un siervo que sabe mandar y gobernar a los libres». Gelio y Macrobio escriben que esta respuesta dio a Geniades, que fue el que lo compró y lo hizo después maestro de sus hijos (Silva. Parte 1.a , capítulo XXVII) 214 .

En lo sustancial coincide con el relato de Macrobio (Saturnales I 11, 42-43):

Incluso Diógenes el Cínico, aunque nacido libre, fue vendido como esclavo. Deseoso de comprarlo, Jeníades de Corinto le preguntó qué sabía hacer, y Diógenes le respondió: «Sé gobernar a los hombres libres (liberi)». Entonces Jeníades, maravillado ante su respuesta, lo compró, lo manumitió y confiándole a sus propios hijos, le dijo: «Toma a mis hijos (liberi) , y gobiérnalos».

En realidad, Macrobio ha copiado textualmente —con alguna pequeña elisión— el texto de las Noches áticas de Aulo Gelio (II 18, 9-10):

También Diógenes el Cínico vivió la condición de esclavo. Pero había llegado a la esclavitud desde la libertad. Como quisiera comprarlo Jeníades de Corinto, le preguntó qué sabía hacer, y Diógenes le respondió: «Sé gobernar a los hombres libres». Entonces Jeníades, maravillado ante su respuesta, lo compró, lo manumitió y confiándole a sus propios hijos, le dijo: «Toma a mis hijos, y gobiérnalos».

A esta versión común, se unen otras dos versiones del apotegma en Diógenes Laercio:

Cuenta Menipo, en «La venta de Diógenes», que, capturado y puesto en venta, le preguntaron qué sabía hacer. Respondió: «Gobernar hombres» (Diógenes Laercio, VI 29).

Sufrió la venta con suma nobleza; pues navegando hacia Egina y capturado por los piratas a los que capitanea Esquírpalo, fue llevado a Creta y puesto en venta; al preguntarle el pregonero qué sabía hacer, dijo; —«Gobernar hombres»... Lo compró Jeníades y llevándoselo a Corinto, lo puso al frente de sus hijos y dirigió toda la casa (Diógenes Laercio, VI 29).

Y otras dos más en Erasmo:

Siendo una vez cautivo Diógenes y puesto en venta en Creta, como el pregonero le preguntara qué sabía hacer y bajo qué título podía recomendarlo al comprador, le dijo: «Di que vendes a un hombre que sabe gobernar a hombres libres». Un tal Jeníades de Corinto, maravillado ante la novedad del pregonero, se acercó a Diógenes, preguntándole si sabía alguna profesión; cuando por boca de aquel hombre supo que era sabio y docto, lo compró, lo llevó a su casa y le confió la educación de sus hijos. (Apophthegmata , III, Diógenes, 20, pág. 204) 215

Laercio añade que, al preguntarle el pregonero bajo qué título quería ser pregonado, respondió que sabía gobernar hombres libres. (Apophthegmata , III, Diógenes, 39, pág. 209).

Se hace, por tanto, difícil determinar cuál de estas cinco versiones es el modelo más próximo.

Pero Mexía se hace igualmente eco del célebre apotegma de Herodes en la jornada de la matanza de los Santos Inocentes (Silva , Parte 2.a , capítulo XXXIV) 216 :

Y esta historia misma de los inocentes, muy más claro a la letra lo escribe Macrobio, autor gentil y latino y muy antiguo, el cual, contando algunos dichos agudos del emperador Octaviano, en cuyo tiempo (como está dicho) nació nuestro Redemptor, dice estas palabras: «Como le fuese dicho a Octaviano que Herodes, rey de los judíos, había hecho matar todos los niños de dos años abajo, y entre ellos a su hijo propio, dijo él que en casa de Herodes más seguro es ser puerco que hijo, porque los judíos no matan los puercos».

El humanista sevillano cita explícitamente como fuente a Macrobio, aunque sin indicar el lugar, que es Saturnales II 4, 11:

Recibida la noticia de que entre los niños de menos de dos años que en Siria el rey de los judíos Herodes había ordenado masacrar, había sido asesinado hasta el hijo del rey, Augusto exclamó: «¡Es mejor ser un cerdo de Herodes que su hijo!».

Resulta extraño, no obstante, esta cita expresa del autor latino, y el silencio elocuente del humanista holandés, ya que Erasmo no sólo es fuente conjunta con Macrobio, sino que es su versión (Apophthegmata IV, Augusto , 23, pág. 281), y no la del autor latino, la que sigue directamente Mexía (como evidencia la existencia en ambos de epílogo explicativo, ausente en Macrobio):

Habiendo llegado hasta Augusto el rumor de la crueldad de Herodes, que había ordenado asesinar a todos los niños en Siria que no hubieran superado los dos años, y que entre éstos había matado hasta a su propio hijo, dijo: «¡Es mejor ser un cerdo de Herodes que su hijo!». Herodes era judío, y los judíos, por asombroso escrúpulo religioso, se abstienen de comer la carne de cerdo.

Sin duda, un prudente Mexía omite, por temor a la censura inquisitorial, toda relación evidente con su fuente y modelo erasmista.

Por su parte, Juan de Timoneda, en Buen aviso (cuento LX) 217 , nos relata el apotegma del pintor consumado con hijas feas:

Habiendo acabado un estrañíssimo pintor de pintar un retrato a un gentil hombre, estándoselo mostrando, maravillado el gentil hombre de la perfección de la pintura, y de la fealdad de dos hijas que estaban presentes, dixo: «Gran desconformidad veo, / con rectamente juzgar, / entre el pintar y engendrar». Conociendo el pintor por qué fin lo dezía, respondió: «En vuestra porfía / no siento reproche, / pues pinto de día, y engendro de noche».

La fuente clásica de Timoneda es, sin duda. Macrobio (Saturnales II 2, 10):

En casa de Lucio Malio, considerado el mejor pintor de Roma, se hallaba casualmente comiendo Servilio Gémino, y como éste viera que los hijos de su anfitrión eran feos, dice: «¡Malio, no esculpes y pintas igual!». Y Malio responde: «En efecto, esculpo a oscuras, pinto a plena luz».

Sin duda, Timoneda conoce también la versión de Erasmo-Támara (Apophthegmata VI, Varie Mixta , 16, pág. 464), muy cercana al modelo latino:

Se hallaba Servilio Gémino, considerado un extraordinario pintor en Roma, comiendo en casa de Lucio Malio, y al ver que los hijos de éste eran feos, dice: «¡Malio, no esculpes y pintas igual!». Y Malio responde: «No me extraña. Esculpo a oscuras, pinto a plena luz».

Timoneda, en cambio, con afán de novedad, se esfuerza por distanciarse en algo de su fuente latina: su pintor es anónimo, tiene hijas (no hijos) y los parlamentos son poéticos. Debe apreciarse también que, en las versiones latinas, a la gracia de la respuesta se une, además, la del juego de palabras entre pingo y fingo («pintar»/«sculpir»), que se pierde en la versión castellana de Timoneda.

Una década más tarde la divertida anécdota macrobiana del virtuoso pintor con hijos feos reaparece en la Floresta Española de Melchor de Santa Cruz (Parte V, capítulo III, 1) 218 :

A un pintor que tenía los hijos muy feos preguntáronle: —¿Cómo pintáis las tablas tan hermosas, y hacéis los hijos tan feos? Respondió: —No es maravilla, porque las tablas pinto de día, y los hijos hago de noche.

La enorme difusión de este apotegma de Macrobio 219 explica su aplicación, en forma inversa, en la anécdota de Miguel Ángel, que, estando enojado con el pintor Pedro Francia, al serle presentado un hijo suyo, y ver que era un muchacho hermoso, le dijo: «Tuo padre fà più belle figure vive que dipinte» 220 .

La presencia, directa o indirecta, de Macrobio en Timoneda se atestigua igualmente en su segunda colección de apotegmas, Sobremesa y Alivio de Caminantes. La primera ocasión es con motivo de la historia de la meretriz Laide y el rétor Demóstenes (Parte 1,°, cuento XI) 221 :

En el tiempo en que Roma florescía, florescieron tres cortesanas, dichas Laida, Lamia y Flor. A la Laida vino a ver una vez el philósopho Demóstenes desde Grecia o Corinto, por si era tan hermosa como le habían notificado; y queriendo revolverse con ella, pidióle tan gran cantidad, que le respondió riendo: «Perdóname, Laida: no permitan los dioses que compre tan caro el arrepentimiento». ¡Estraño dicho, si el día de [h]oy se notasse!

La anécdota la incluyó Macrobio en su colección de facetiae del libro II de las Saturnales (II 2, 1):

Demóstenes, atraído hacia la fama de Laide, cuya belleza admiraba entonces Grecia, acudió a visitarla para disfrutar también él de su famosa pasión. Pero cuando escuchó que el precio de una sola noche era medio talento, se marchó con este sarcasmo: Ouk agorázo tosoútou metanêsai («Yo no compro tan caro el arrepentimiento»).

No obstante, ya antes había recogido esta anécdota Aulo Gelio, quien confiesa que la tomó de El cuerno de Amaltea , obra hoy perdida del peripatético Soción (Noches áticas I 8, 3-6):

«Laide —nos dice (Soción)— era una meretriz corintia que a causa de su elegancia y la belleza de su cuerpo cobraba por sus servicios grandes honorarios. A ella acudían con frecuencia los hombres más ricos de Grecia, y sólo se admitía a quien pagaba lo que pedía, y ella pedía una cantidad desorbitada». De aquí nació, nos cuenta Soción, este adagio bien conocido entre los griegos: «No todo el mundo puede navegar a Corinto», pues en vano iba a Corinto hasta la casa de Laide quien no pudiera pagarle la cantidad requerida. «Un día llegó hasta su casa el gran Demóstenes a escondidas y le solicitó sus servicios. Mas Laide le pidió mil dracmas», lo que equivale a diez mil denarios entre nosotros. Ofendido por semejante petulancia de mujer y asustado por la descomunal cantidad de dinero, Demóstenes se marchó y al partir dijo: «Yo no pago tan caro un arrepentimiento». Mas en lengua griega suena más gracioso lo que refieren que dijo: «No voy a comprar diez mil dracmas de arrepentimiento».

La versión de Erasmo está bastante próxima a la de Macrobio (Apophthegmata IV, Demóstenes , 14, pág. 328):

Cuentan que un día navegó a Corinto Demóstenes, atraído por la fama de la celebérrima meretriz Laide, para disfrutar también él de su famosa pasión. Pero como aquélla estipulara diez mil dracmas por noche, asustado por la magnitud del precio, cambió de parecer, diciendo: Ouk agorázo tosoútou metanêsai , esto es, «Yo no compro tan caro el arrepentimiento», queriendo decir que al placer deshonesto le acompaña el arrepentimiento.

Dos significativas frases de Macrobio, calcadas tal cual en la versión del humanista holandés, a saber: la intención de Demóstenes de solazarse con Laide (ut et ipse famoso amore potiretur , «para disfrutartambién él de su famosa pasión») y la respuesta del rétor griego (ouk agorázo tosoútou metanêsai , «Yo no compro tan caro el arrepentimiento»), no dejan lugar a dudas de que Erasmo conoce y tiene delante la versión de Macrobio.

Sin embargo, el humanista holandés no es la fuente directa del escritor valenciano, sino que éste, sin duda, debió de conocer la larga serie de relatos que, centrados en las tres famosas cortesanas —Laide, Lamia y Flor—, había recogido fray Antonio de Guevara en sus Epístolas familiares (Parte 1.a , epíst. LIX) 222 , entre cuyas secuencias se hallaba una que venía a ser resumen de la versión de Aulo Gelio:

Después de que Layda volvió de las guerras de Italia a Grecia, retráxose a vivir en la ciudad de Corintho, y fue allí tan servida y requestada, que no hubo hombre rico en Asia que a sus puertas no llamase, ni quedó rey ni príncipe que allá no entrase. Aulo Gelio dice que el buen philósopho Demóstenes fue una vez disfrazado desde Grecia a Corintho por la ver, y aun con ella se revolver; y como ella, antes que le abriese la puerta, le enviase a pedir doscientos sestercios de plata, respondió Demóstenes: «No quieran los dioses que yo gaste mi hacienda, ni aventure mi persona, en cosa que apenas la habré hecho, cuando della esté arrepentido». Esto pienso que dixo Demóstenes, por lo que dice el Philósopho, es a saber: «Quod omne animal post coitum tristatur».

En bastantes ocasiones, para actualizar los apotegmas de fuentes clásicas, Timoneda silencia el nombre ilustre de la Antigüedad y atribuye la respuesta ingeniosa a algún rey o caballero anónimo, como en el apotegma siguiente (Sobremesa , Parte 2.a , cuento n.° 146):

Fallescie[n]do un mercader que por muy rico era tenido, hallaron que era más lo que debía que no lo que tenía; y como los acreedores a quien él debía por justicia en pública almoneda le vendiessen la ropa, el rey de aquella tierra mandó a su mayordomo que le comprasse una colcha con que dormía este mercader. Dixo el mayordomo: «¿Búrlase vuestra alteza?». Respondió: «No me burlo, porque tengo necesidad della para poder dormir». Quiso notar que cómo podía dormir un hombre que debisse tanto, pues a él los cuidados le hacían estar desvelado.

La fuente clásica es Macrobio, donde el protagonista es Augusto (Saturnales II 4, 17):

Al tener noticia de la magnitud de la deuda que un caballero romano había logrado ocultar en vida, y que excedía los veinte millones de sestercios, (Augusto) mandó comprar en la subasta pública de sus bienes el colchón de su dormitorio, y a los que se sorprendieron de su orden, les dio la siguiente explicación: «Para dormir, tengo que poseer el colchón en el cual este hombre, pese a deber tanto, pudo conciliar el sueño».

La fuente directa de Timoneda es Erasmo, en la traducción de Támara, tal como demuestra el epílogo explicativo final (Apophthegmata IV, Augusto, 31, pág. 284):

Al morir un caballero romano, se descubrió que tenía tan gran deuda, que excedía la suma de veinte millones de sestercios, y lo había ocultado en vida. Cuando sus bienes fueron puestos en subasta pública para satisfacer con dinero a los acreedores, Augusto mandó comprar el colchón de su dormitorio, y a los que se sorprendieron de su orden, les dijo: «Para conciliar el sueño tengo que poseer el colchón en el cual este hombre, pese a deber tanto, pudo conciliar el sueño». Pues Augusto, a causa de sus ingentes preocupaciones, pasaba muchas veces la mayor parte de las noches en vela.

También del humanista holandés lo toma Melchor de Santa Cruz (Floresta española , Parte V, capítulo II, 2):

Haciendo almoneda de los bienes de un mercader que debía muchos dineros, compró uno un colchón, diciendo que aquél era bueno para dormir, pues dormía en él hombre que debía tanto.

Aunque Santa Cruz conocería, sin duda, las versiones de Jarava y Guicciardini, la brevísima secuencia de la Floresta , en la que el ilustre Augusto es reemplazado por un fulano, depende directamente, por el texto, de la traducción de Támara, y, por el hecho de convertir al caballero romano en un mercader, del relato de El Sobremesa de Timoneda 223 .

En cuanto a Juan de Mal Lara, sirva de ejemplo el siguiente apotegma de su Filosofía vulgar (Centuria 7.a , 69) 224 :

... se les puede dezir lo que cuentan que dixo Cicerón a su yerno Dolabella, hombre pequeño y que traya larga espada ceñida: «¿Quién amarró a mi yerno a la espada?».

Tan conocido apotegma remonta, una vez más, a Macrobio (Saturnales II 3, 3):

El mismo Cicerón, un día que vio a su yerno Léntulo, hombre de corta estatura, armado con una gran espada, preguntó: «¿Quién ató a mi yerno a una espada?».

Ahora bien, idéntico dictum Ciceronis hallamos en Erasmo (Apophthegmata IV, Cicerón , 26, pág. 316). La fuente de Mal Lara han debido ser las dos versiones a la vez, ya que el texto del humanista holandés es copia fiel del de Macrobio (con adición de un epílogo), y el del humanista sevillano traducción de ambas versiones.

De nuevo, Macrobio y Erasmo son las fuentes de Mal Lara en el siguiente apotegma (Filosofía Vulgar , Centuria 9.a , 65) 225 :

No dizen del otro aldeano, que yva a dar la petición al emperador Augusto, como no se avía visto otra vez ante tal persona, temblávale el braço de gran miedo, y hincado de rodillas, sacava y retraya el braço muchas veces. Augusto, mirando en ello, le dixo: «¿Piensas que das el dineroal elefante?». Que es como quando los niños quieren dar pan a un perro bravo o a la mona.

Macrobio relata brevemente el mismo apotegma (Saturnales II 4, 3):

Asimismo, Augusto, como un individuo le presentara, tembloroso, un memorial, y ora alargaba la mano, ora la retiraba, le espetó: «¿Crees que le estás dando una moneda a un elefante? 226 ».

Erasmo se hace eco igualmente de dicho apotegma (Apophthegmata IV, Augusto , 15, pág. 279):

A uno que le alargaba, tembloroso, un memorial, y ora extendía la mano, ora la retiraba, le espetó: «¿Qué? ¿Crees que le estás dando una moneda a un elefante?». En efecto, los niños suelen alargarle moneditas al elefante, que, ante la admiración de los espectadores, las atrapa de tal modo con la trompa, que no hace daño a la mano del niño. Del mismo modo vemos que los niños introducen la mano en la boca de los osos, no sin miedo. Le resultaba enojoso al óptimo príncipe que le tuvieran miedo.

No obstante, la fuente, a su vez, de Macrobio parece ser el secretario personal del emperador Adriano, Gayo Suetonio Tranquilo, quien se hace eco de ella como muestra del carácter afable del Príncipe (Vida de los doce Césares: Augusto LIII 2):

Los días de recepción admitía hasta a las gentes del pueblo, y recibía con la mayor afabilidad las solicitudes que se le dirigían; cierto día reconvino jovialmente a uno que temblaba al darle un memorial, diciéndole «que empleaba tanta precaución como si alargara una moneda a un elefante».

En realidad, la versión más temprana y sencilla de esta divertida anécdota remonta hasta tres siglos más atrás, hasta Quintiliano de Calahorra (35-95 d.C.), quien la incluye en el catálogo de muestras que acompaña su tratado sobre la risa en el discurso, como ejemplo de humor derivado de la analogía o el símil (Sobre la formación del orador VI 3, 59):

Y esta semejanza, que mueve a risa, es unas veces patente, otras suele introducirse en un símil. De esta clase es aquella frase de Augusto, quien dijo a un soldado que se alargaba tembloroso un memorial: «No lo hagas como si le dieras un as a un elefante».

Sólo el hecho de adicionar un epílogo explicativo del modo cauteloso con que los niños dan las cosas a los animales, puede inducirnos a pensar en una dependencia más directa del apotegma de Mal Lara con respecto al del humanista holandés que con respecto al de Macrobio.

Melchor de Santa Cruz incorpora con gran fortuna a su colección de apotegmas algunos procedentes de Macrobio, como el siguiente (Floresta española , Parte VIII, capítulo 6, 1 ) 227 :

Importunaba un corcovado a un juez que le hiciese derecho en un pleito que traía ante él. Respondióle el juez que oírle podía, mas no hacerle derecho.

Sintetiza y actualiza uno de los Dicta Augusti del libro II de las Saturnales (II 4, 8):

Galba, cuyo cuerpo deformaba una joroba, defendía un pleito ante Augusto, y como con insistencia le dijera: «Si ves en mí algo censurable, enderézalo», Augusto le respondió: «Puedo aconsejarte, pero no enderezarte».

No obstante, la fuente directa es Erasmo, que Santa Cruz pudo conocer tanto por la traducción de Támara (fol. 54v) como por la de Jarava(fol. 148r) 228 .

No siempre la adaptación de la fuente clásica es del todo afortunada, y en el camino se pierde muchas veces buena parte de la malicia que carga la respuesta ingeniosa. Ejemplo de ello es el apotegma siguiente de Melchor de Santa Cruz (Floresta española. Parte VI, capítulo VIII, 14 ) 229 :

Un escudero convidó a otro a comer. Y, excusándose el convidado por no echarle en costa, le prometió de no tratarle como a extraño, sino como amigo, con lo que tenía en la posada de ordinario. Después de haber comido muy cortamente, dijo el convidado: «En verdad, señor, que no pensé que éramos tan amigos».

Procede de los dicta Augusti del libro II de las Saturnales de Macrobio (II 4, 13):

Un fulano había recibido a Augusto en su casa con una comida bastante frugal y, por así decirlo, de rancho diario; pues Augusto casi nunca decía que no a una invitación. Así pues, tras un festín sobrio y sin etiqueta, al despedirse de su anfitrión que le decía «adiós», se limitó a mascullar lo siguiente: «No creía que fuera tan (íntimo) tuyo» 230 .

La fuente directa es, sin duda, Erasmo-Támara y/o Guicciardini 231 . Aunque tanto en la fuente latina como en las versiones posteriores se reprocha la frugalidad de la comida, las versiones humanísticas disuelven la calculada ambigüedad de la respuesta de Augusto (Non putabam me tibi tam familiarem) que va desde el exceso de confianza («No creía que fuera tan amigo íntimo tuyo») al tratamiento de esclavo («No creía que fuera tan esclavo tuyo») 232 .

La longevidad y frescura de las facetiae: Augusto y su doble

Las anécdotas divertidas son una de las formas literarias más conservadoras. Aunque difíciles de inventar, es muy fácil, una vez acuñadas, apropiarse de ellas. Esto ha facilitado su pervivencia pasando de autor en autor. Adoptan, además, la forma de un pequeño sistema cerrado análogo a la novela, con sus partes cuidadosamente trabadas para desencadenar el mayor efecto final, y no admiten fácilmente ni la sustitución en bloque ni la reorganización. De este modo, una anécdota puede sobrevivir sin sufrir ningún cambio esencial durante cientos de años. Baste el siguiente ejemplo.

En el libro II de las Saturnales , consagrado explícitamente a las facetiae , narra Macrobio una divertida anécdota destinada a perdurar tal cual hasta nuestros días (II 4, 19-20):

Normalmente, en el caso de Augusto, admiro más las chanzas que soportó que las que él mismo profirió, porque mayor timbre de gloria hay en la paciencia que en la elocuencia, sobre todo cada vez que sobrellevó con ánimo sereno hasta sarcasmos que rebasaban la simple broma. Se hizo célebre la chanza mordaz de un fulano de provincia. Este hombre, de un parecido sorprendente con el César, había venido a Roma y todas las miradas se habían vuelto hacia él. Augusto ordenó que fuera conducido ante su presencia y, tras verlo, le preguntó lo siguiente: «Dime, joven, ¿estuvo alguna vez tu madre en Roma?». Respondió que no, y sin contenerse, añadió: «Pero mi padre muchas veces».

Una versión más temprana pero algo diferente de este cuento la recoge el historiador romano del siglo I a. C. Valerio Máximo en su colección de ejemplos históricos titulada Hechos y dichos memorables (IX 14, 3):

Aquel hombre, en cambio, que todo el mundo en Sicilia estaba de acuerdo en que era sumamente parecido al gobernador de la provincia, era de espíritu insolente. En efecto, como el procónsul le dijera que le asombraba que fuera tan parecido a él, dado que su padre nunca había venido a Sicilia, aquél replicó: «Pero el mío sí que fue a Roma». Con esta broma vengó la castidad ultrajada de su madre arrojando, a su vez, la sospecha sobre la madre de aquél, con más audacia de la que convenía en alguien sometido a las varas y segures.

La historia, que podría incluso remontar hasta un original oriental 233 , se difundió notablemente durante el Medievo y el Renacimiento 234 , si bien, casi siempre, bajo la versión fijada en Macrobio. En el siglo XII Juan de Salisbury narra de nuevo la anécdota en su Policraticus 235 , y no cabe duda de que la tomó directamente de Macrobio. Petrarca se hace eco de ambas versiones, la de Valerio Máximo y la de Macrobio, citando a ambos como sus fuentes 236 . Una temprana variante italiana que aparece en un manuscrito del Novellino que data de la primera mitad del siglo XIV y publicado por primera vez en 1871 por Papanti 237 difiere ligeramente de la versión de Macrobio en dos detalles: no se identifica al emperador por su nombre y se describe al joven como un peregrino. Siguen fielmente la tradición de Macrobio las versiones de la Mensa Philosophica (siglo XV ) 238 , de Johannes Pauli en su colección de anécdotas Schimpf und Ernst (inicios del siglo XVI ) 239 , y de Erasmo de Rotterdam, quien recoge la anécdota tal cual, y sin aducir fuente alguna, en su colección de Apophthegmata (IV Augusto, 33, págs. 284-285) 240 :

Tal como Augusto disfrutaba bromeando con chanzas amables a costa de otros, de igual modo soportó con suma paciencia que las lanzaran contra él o se las devolvieran, a veces harto pesadas. Un joven de provincia había venido a Roma, con un rostro tan maravillosamente parecido a Augusto, que atraía hacia sí la mirada de todo el pueblo. Oído esto, el César ordenó traerlo ante sí, y tras contemplarlo, le preguntó de este tenor: «Dime, joven, ¿estuvo alguna vez tu madre en Roma?». Respondió que no, y percatándose de la chanza, la devolvió, añadiendo: «Pero mi padre muchas veces». Augusto, bromeando, proyectaba cierta sospecha hacia la madre del joven, dando a entender que había sido deshonrada por él; pero el joven desvió raudo la sospecha hacia la madre del César, o hacia su hermana. Pues el parecido lo mismo probaba que él era hijo del César, como que era su hermano o sobrino.

También Pero Mexía, igualmente sin aducir su fuente, incluyó este apotegma en su colección (Silva de varia lección , Parte 1.a , 1540, capítulo XLI) 241 :

También le pasó a Octaviano César otra graciosa cosa con un mancebo que vino a Roma en el tiempo en que él imperaba en ella. Fue ésta: que vino a Roma un mancebo que parecía tanto al mismo Octaviano en el gesto, que a maravilla era mirado por todos; y siendo avisado de esto Octaviano, luego lo hizo traer ante sí, donde se notó y certificó más la grande similitud que había entre ellos. El emperador, como era de dulce conversación y se preciaba de decir algunas veces cosas agudas y graciosas, viendo que todos decían que le parecía mucho, le dijo al mancebo: «Dime, hermano, ¿vino tu madre alguna vez a Roma?». El mozo entendió la malicia y respondióle: «Mi madre, señor, nunca vino a Roma; pero mi padre vino muchas veces»; motejándole a él de lo que él había sido tocado.

De nuevo, es difícil precisar cuál de las dos versiones sirvió a Mexía de modelo directo, Macrobio o Erasmo; si acaso, está más cercano a la versión del humanista holandés (con quien comparte epílogo explicativo inexistente en Macrobio).

Tal como Mexía en la Silva , también Timoneda recoge en su Sobremesa (1563) el apotegma protagonizado por Octavio Augusto y su supuesto sosia (Parte 2.a , cuento XLII):

Fue avisado un rey que un mancebo de su mesma estatura y edad le parescía en grandíssima manera. Deseoso el Rey d[e] ver si era assí, mandóle llamar, y conociendo ser verdad, preguntóle: «Dime, mancebo: ¿acuérdaste si por dicha tu madre por algún tiempo estuvo en esta mi casa?». Respondió: «Señor, mi madre no; pero mi padre sí».

A diferencia de las fuentes latinas, Macrobio y Erasmo, y de la versión de Mexía 242 , Timoneda formula su versión en forma impersonalizada como «un rey», y abrevia el relato suprimiendo tanto la alusión al carácter afable de Augusto (lógico, ya que ha silenciado al protagonista), como la indicación de que el joven se ha percatado de la malicia de la pregunta del emperador.

En suma, la anécdota del joven campesino que era el doble perfecto de Augusto Macrobio se convirtió en un clásico fijo de la tradición erudita, y no hay colección de cuentos donde no figure con muy pocas modificaciones, como, entre otras, en las Nouvelles récréations et joyeta devis (Lyon, 1558), obra póstuma del humanista francés Bonaventure des Périers (circa 1510-circa 1544) 243 , en los Sprichwörter de Johann Agricola 244 , o incluso en la Historia varia de Ludovico Domenichi 245 , quien cuenta la anécdota a costa del papa Bonifacio VIII y un peregrino. De este modo, la divertida anécdota de Macrobio perduró fresca más de quince siglos, pues todavía se hace eco de ella, sin duda por su potencial erótico, Sigmund Freud 246 :

«Serenissimus» is touring the provinces. Seeing in the crowd a man who bears a close resemblance to himself, he inquires, «Was your mother at one time in service at the palace?” «No, your Highness», was the reply, «but my father was».

Declive y olvido de Macrobio

Si en el siglo XVI Macrobio todavía suscita cierto interés, como atestiguan las numerosas ediciones del Comentario que se suceden, a ritmo vertiginoso, por toda Europa, o incluso las variadas colecciones de facetiae inspiradas de manera directa o indirecta en el libro II de las Saturnales , lo cierto es que desde comienzos del siglo XVII el ritmo de ediciones decrece considerablemente y las simples reediciones son, además, más numerosas que las verdaderas nuevas ediciones. Comienza entonces, y persistió durante siglos, una época de denigración de Macrobio, en la que los críticos consideran su obra absolutamente insignificante. El ejemplo más significativo tal vez sea J. Willis, quien, encargado en 1963 de la edición científica de Macrobio, no ve en el texto más que ineptae cantilenae.

Si con su Comentario al «Sueño de Escipión» de Cicerón , Macrobio proporcionó durante siglos tanto el modelo literario para los relatos de sueños ficticios (merced a la obra comentada, el Somnium Scipionis) , como el soporte científico para el recurso literario de insertar hechos maravillosos dentro de lo verosímil a través de sueños clasificados como verídicos y útiles (merced a la clasificación científica de los sueños inserta en el Comentario ), las Saturnales proporcionaron a la posteridad un modelo de simposio literario, además de material erudito, de etimologías y de anécdotas divertidas y dichos simpáticos e ingeniosos.

MANUSCRITOS, EDICIONES, COMENTARIOS Y TRADUCCIONES

La tradición medieval de las Saturnales y la del Comentario son independientes entre sí. La transmisión manuscrita 247 de ambos textos se efectúa por separado, hasta que a partir de la editio princeps (Venecia, Nicolaus Jenson, 1472) empiezan a imprimirse juntos. Sólo cinco manuscritos, entre cientos, anteriores al siglo XV , combinan ambos textos, pero la unión se ha producido en fechas recientes 248 .

Un recuento de los cientos de manuscritos de Macrobio, repartidos por siglo y obras, confirma el entusiasmo medieval por el Comentario , con el pico más alto en el siglo XII (106 manuscritos, frente a sólo 13 de las Saturnales) , mientras que las Saturnales no alcanzan la popularidad hasta el Renacimiento, cuando la fama del Comentario está en franco declive (siglo XV : 61 manuscritos de las Saturnales , frente a 40 del Comentario ) 249 .

En cuanto a la tradición manuscrita de las Saturnales de Macrobio 250 , el texto remonta a una sola copia (hoy perdida), disponible a finales del siglo VIII o inicios del siglo IX . A partir de aquí dos son las hipótesis. Por un lado, el stemma de La Penna 251 , quien hace derivar la tradición de tres subarquetipos: el primero, cercano al códice Parisinus latinus 6.371 (siglo XI ), contiene los siete libros 252 ; el segundo, cercano al códice Bambergensis Class. 37 (M.v.5) (siglo IX ex.), se limita a los tres primeros libros 253 ; un tercero, cercano al códice Vaticanus Reg. lat. 2.043 (siglo X/XI ), contiene los siete libros 254 . Estas tres familias de códices derivan de un único arquetipo, puesto que presentan la misma laguna en la parte final de la tercera jornada. Por otro lado, el stemma de Jacob Willis 255 , para quien los subarquetipos serían dos, pues demuestra que las dos últimas ramas constituyen de hecho los subgrupos de una misma familia (ex uno fuit familia P. ex altero duo codices, germani fratres, iidemque patres familiarum B et V).

En cuanto a las ediciones de las Saturnales , la editio princeps vio la luz en Venecia en 1472, a cargo de Nicolaus Jenson, seguida de tres ediciones en Brescia, entre 1583 y 1585, en la imprenta de Boninus de Boninis de Ragusa, a cargo igualmente de Nicolaus Jenson.

Entre la cuarentena de ediciones posteriores, caben destacar: la primera edición francesa aparecida en París el 1 febrero de 1515, en la imprenta de Jocodus Badius Ascensius (Josse Bade) y Joannes Parvus, en realidad reedición del texto de Joannes Rivius editado en Venecia, el 15 de junio de 1513, en la imprenta de Augustinus de Zannis de Portesio (ad instantiam Do. Lucas [sic] Antonium [sic] de Giunta) ; la primera edición alemana, a cargo del humanista Arnold Haldrein, llamado también Arnold de Wesel (Arnoldus Vesaliensis), aparecida en Colonia en agosto de 1521, en la imprenta de Eucharius Cervicornus aere & impensa M. Godofridi Hittorpii; la del también humanista Joachimus Camerarius (Joachim Kammermeister) (Basilea, Joannes Hervagius, 1535); o las ediciones sucesivas de Johannes Isacius Pontanus y Joannes Meursius (Jan van Meurs), Leiden, Franciscus Raphelengius (ex officina Plantiniana) , 1597; Leiden, Joannes Maire, 1628; Leiden, Arnoldus Doude, Cornelius Driehuysen, 1670 (reedición a cargo de Jacobus Gronovius); Londres, 1694, Typis M.C. & B.M., impensis T. Dring & C. Harper (reedición a cargo de Jacobus Gronovius).

Un gran avance en la edición del texto de las Saturnales tuvo lugar en el siglo XIX con las ediciones de Ludwig von Jan (Quedlinburg-Leipzig, Godofredus Bassius, 1852) y de Franz Eyssenhardt (Leipzig, B. G. Teubner, 1868), además de las ediciones con traducción al francés de Charles de Rosoy (París, 1827, colección Firmin Didot), de Alphonse J. Mahul (París, 1845, colección J.-J. Dubochet, dirigida por D. Nisard), y de Henri Descamps y A. Ubicini Martelli (París, Panckoucke, 1845-1847).

En el siglo XX las ediciones y traducciones de las Saturnales se incrementan un poco. En 1937 apareció en la colección «Classiques Garnier» la edición con traducción francesa a cargo de Henri Bornecque (libros I-III) y François Richard (libros IV-VII). Una nueva traducción al francés de los tres primeros libros (sin texto latino), a cargo de Charles Guittard, apareció en 1997 (París, Les Belles Lettres).

Entre las ediciones más recientes, destacan las de Nino Marinone con traducción italiana (Turín, Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1967, 19972 ) y la de James A. Willis (Leipzig, B. G. Teubner, 1963; Stuttgart-Leipzig, B. G. Teubner, 19702 , reimpresa en 1994).

Las Saturnales han sido también traducidas al inglés (Percival Vaugham Davies, Nueva York-Londres, Columbia University Press, 1969), al rumano (G. Tohaneanu, Bucarest. Academia de Rumanía, 1963), y al catalán (Jordi Raventós, Macrobi. Les Saturnals , vols. I-IV (Llibres I-VII), Barcelona, Fundació Bernat Metge, 2003-2006).

LA PRESENTE TRADUCCIÓN

En la elaboración de las notas reconocemos nuestra deuda con los autores que nos han precedido, en especial con la obra notabilísima de Nino MARINONE (Turín, 1967, 19772 , reimpresa en 1997), así como con las meritorias traducciones con valiosas notas de Henri BORNECQUE y François RICHARD (vols. I-II, París, 1937, Garnier), de Charles GUITTARD (libros I-III, París, Les Belles Lettres, 1997), y de Jordi RAVENTÓS (vols. I-IV, Barcelona, Fundació Bernat Metge, 2003-2006).

Para nuestra traducción hemos seguido el texto latino de la editio altera de James A. WILLIS (Stuttgart-Leipzig, B. G. Teubner, 1970; reimpresa en 1994). No obstante, he aquí las divergencias:

Willis Lectura adoptada
Praef . § 1 Eustachi Eustathi (Marinone)
I
2, 16 Furium Albinum (edd.) Rufium Albinum (codd . Marinone)
4, 12 quod vectigal cum vectigal (Salisburgensis 38, Jan in apparato , Marinone)
4, 22 Cn. Matius Cn. Mattius (Jan, Marinone)
5, 16 Caelio C. Acilio (Marinone)
7, 18 ex veri fonte ex meri veri fonte (codd. , Jan, Eyssenhardt, Marinone)
7, 42 Philostrati Teophrasti (codd. di Gellio II 18, 8, Meurs , Marinone)
7, 43 et quid ecquid (Timpanaro, Marinone)
16, 28 Titus Titius (Gronovius, Zeune, ed. Bipontina, Marinone)
17, 7 Chrysippus Apollinem Chrysippus hos (Jan, Marinone) hos
17, 21 Leandrius (Meursius) Maeandrius (codd ., Jan, Eyssenhardt, Marinone)
17,27 correpto nomine (Willis) corrupto nomine (codd.)
18, 1 Aristoteles Aristocles (Marinone)
18, 11 Sabazium (Meursius) Sebadium (codd.)
18, 16 Naevius Laevius (Escalígero, Marinone)
21,20 Bacin Buchin (Spiegelberg, Marinone)
24, 19 Furius Albinus Rufius Albinus (Marinone)
II
4, 24 Licinius (codd.) Licinus (Marinone)
III
8,2 barbatum corpore, sed barbatum, corpore et veste
veste (codd., edd.) (Timpanaro, Marinone)
8,3 Laevinus (codd.) Laevius (Escalígero, Eyssenhardt, Marinone)
9,8 civitati civitatique (Marinone)
9, 13 *Stonios* Thurios (Huschke in apparatu , Marinone)
11, 5 Tertius (codd., edd.) Titius (Hertz, Marinone)
V
2, 13 ut Venus et Venus (Timpanaro, Marinone)
12, 1 rara ungula (codd . de Macrobio) rapida ungula (codd . de Virgilio, Marinone)
15,9 Antio (codd.) Astur (Jan, Marinone)
17, 12 nubem - fumante nubem - fumantem (codd . de
(codd . de Macrobio, edd.) Gelio, Marinone)
18,5 égeiren épeigen (A. C. Cassio, Marinone)
18,7 aitióteron aitiótaton (codd., edd.)
18, 10 Agesílaos Akousílaos (Schneidewin, Eyssenhardt, Marinone)
19, 13 Granii, viri (Meursius) Carminii, 〈viri〉 (Jan, Marinone)
19, 14 Granii (Meursius) Carminii (Jan, Marinone)
20, 12 Mýthois (codd., edd.) Boethoîs (Fabricius, Marinone)
21, 7 in vestro sermone (Zeunius) in nostro sermone (codd ., Jan, Eyssenhardt, Marinone)
22,3 ipsius deade (Eysssenhardt) ipsiusce (codd ., Jan, Marinone)
VI
1,28 ciebant (Eyssenhardt) ciebat (codd . de Virgilio, Jan, Marinone)
2, 18 quid te ita cum tuo (Eyssenhardt) quid ita *** cum tuo (Marinone)
4,2 male sic (edd . de Macrobio) male sit (codd . de Macrobio, edd . de Lucilio)
4, 8 ut et Theophrasti (edd.) ut e Theophrasti (codd . de Cicerón, Marinone)
4, 16 pineam nuceam cum efifodies (Jan) pineam, nuceam, (hanc atque aliam materiem omnem) cum effodies (codd . de Catón y Plinio, Marinone)
5,2 denique - ferens dein quae - ferit (Marinone)
5,5 Sabinarum (codd.) Saturarum (Eyssenhardt, Marinone)
5, 10 Livius (codd.) Laevius (Ribbeck, Eyssenhardt, Marinone)
VII
3,3 vel alius (codd . Salisburgensis 38) vel alias (codd ., Jan. Marinone)
3, 15 L. Quintus (codd . de Macrobio, edd.) T. Quietus (codd . de Plutarco, Wissowa, Marinone)

1 N. MARINONE , I «Saturnali» di Macrobio Teodosio , Turín, Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1967 (1977, reimpr. 1997), pág. 14.

2 Para un tratamiento exhaustivo de las cuestiones relativas a la biografía de Macrobio (cronología, cursus honorum , cristianismo, etc.), léase la Introducción a mi edición del Comentario al «Sueño de Escipión» de Cicerón , Madrid, Gredos, 2006, esp. págs. 9-26.

3 Este epítome medieval se atribuye dudosamente a JUAN ESCOTO (siglo IX ); cf . M. MANITIUS , Geschichte der lateinischen Literatur des Mitelalters , I, Munich, 1911, págs. 331 y 338; C. E. LUTZ , Johannes Scottus. Annotationes in Marcianum , Cambridge, Mass., 1939, pág. IX.

4 Cf . A. CAMERON , «Macrobius, Avienus, and Avianus», Classical Quarterly 17.2 (1967) 385-399 (pág. 37).

5 Cf . N. MARINONE , I «Saturnali» di Macrobio Teodosio , Turín, Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1967 (1972, reimpr. 1997), pág. 27; C. GUITTARD , Macrobe. Les Saturnales, Livres I-III , París, Les Belles Lettres, 1997, págs. x-xi. Jacques FLAMANT , Macrobe et néoplatonisme latin à la fin du IVe siècle , Leiden, E. J. Brill, 1977 (Études Préliminaires aux Religions Orientales dans l’Empire Romain, 58), pág. 91, las sitúa genéricamente después del 405.

6 Cf . C. H. GEORGII , «Zur Bestimmung der Zeit des Servius», Philologus 71 (1912) 518-526, quien sitúa la fecha de nacimiento de Macrobio c . 360 y estima que era unos diez años mayor que Servio, y data las obras macrobianas entre 395-410.

7 Cf . P. COURCELLE , «Nouveaux aspects du platonisme chez Saint Ambroise (III: Ambroise, lecteur de Macrobe)», Revue des Études Latines 34 (1956) 232 ss.

8 GEORGII , op. cit (1912), págs. 518-526.

9 FLAMANT , op. cit . (1977), pág. 140.

10 Ibídem, pág. 90.

11 M. REGALI , Commento al «Somnium Scipionis» , I, Pisa, 1983, pág. 18: «I Commentarii in Somnium Scipionis l’ultimo in ordine di tempo dei trei lavori di Macrobio rimasti... 〈i Saturnali 〉 affrontano argomenti adatti ad un ragazzo più giovane rispetto al dedicatorio dei Commentarii» .

12 M. ARMISEN-MARCHETTI , Macrobe. Commentaire au Songe de Scipion , París, Les Belles Lettres, 2001, págs. XVI-XVII.

13 G. WISSOWA , De Macrobii Saturnaliorum fontibus capita tria; dissertatio inaugurales philologica , Breslau, 1880, pág. 12. Comparten esta hipótesis P. WESSNER («Macrobius», RE 14.1 [1928] col. 170) y N. MARINONE (op. cit . [1967], pág. 28).

14 Cf . K. BRINGMANN , «El triunfo del emperador y las Saturnales de los esclavos en Roma, en U. SCHULTZ , dir., La fiesta. De las Saturnales a Woodstock , Madrid, Alianza Editorial, 1994 (= Munich: C.H. Beck’sche Verlagsbuchhandlung, 1988), págs. 5-22.

15 Cf . SÉNECA , Apocolocynthosis VIII 2.

16 Cf . MACROBIO , Saturnales I 7, 18 ss.

17 Cf . CATULO , XIV.

18 Cf . SUETONIO , Augusto LXXV: «En las Saturnales solía enviar regalos a sus amigos, consistentes tan pronto en vestidos, oro, plata, monedas de todas partes, antiguas piezas de los reyes o extranjeras, como telas groseras, esponjas, pinzas, tijeras y otros objetos similares, con inscripciones oscuras y de doble sentido».

19 No obstante, la dialéctica no es abordada propiamente, pero los capítulos del Comentario consagrados a las pruebas de la inmortalidad del alma atestiguan que Macrobio había estudiado el arte del silogismo (cf. Com . II 3-16).

20 Cf . SÉNECA , Epístolas LXXXIV 2-10. Ya en el siglo XII Jean de Salisbury (Policraticus 7.10) había reparado en la coincidencia de Macrobio y Séneca en el recurso al símil de la operosa apis ; más tarde lo haría Francesco Petrarca (Familiarium rerum I 8, 3-4). Cf . R. BERNABEI , The treatment of sources in Macrobius’ Saturnalia and the influence of the Saturnalia during the Middle Ages , diss., Ithaca, Cornell University, 1970, págs. 170-172; M. LAUSBERG , «Seneca in der Vorrede zu den Saturnalien des Macrobius», en Festgabe für O. Hiltbrunner zum 60. Geburtag , Münster, 1974, págs. 100-130.

21 Sobre el género simposíaco, sus características, sus diversas formas y su desarrollo histórico, cf . J. MARTIN , Symposion. Die Geschichte einer literarischen Form , Paderborn, Verlag Ferdinand Schöningh, 1931 (Studien zur Geschichte und Kultur des Altertums XVII. Band, l.u. 2 Heft).

22 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 33-138 (análisis de topoi) .

23 Estos límites son fijados por Varrón en una de sus Sátiras Menipeas , según transmite AULO GELIO , Noches áticas XIII 11.

24 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 184-289 (historia del género simposíaco).

25 Como atestigua AULO GELIO en el prefacio a sus Noches áticas (4-9).

26 DIÓGENES LAERCIO , V 22 (V 1, 12).

27 Escolio a Teócrito III 21 p. 122, 16 Wendel.

28 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 167-184.

29 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 247-266 (Plutarco).

30 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), pág. 266 (Convivium Ciceronis) .

31 Diógenes Laercio (siglo III d.C.) dedica el primero de los diez libros que componen su vasta obra, titulada Vidas y opiniones de los filósofos ilustres , a las sentencias, máximas sapienciales y consejos morales de estos antiguos sabios griegos, que en él elevan su cifra a once; cf . C. GARCÍA GUAL , Los siete sabios (y tres más), Madrid, Alianza Editorial, 1989.

32 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 270-280 (Ateneo de Náucratis).

33 Ed. Rabe (1913), págs. 453-454.

34 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 1-32 (la teoría de los antiguos).

35 JERÓNIMO , Hombres ilustres 100.

36 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 286-289 (Metodio de Olimpo).

37 El Banquete es el único escrito de Metodio cuyo texto griego se ha conservado íntegramente. De las otras obras —los otros dos diálogos, las obras exegéticas— sólo tenemos una traducción eslava más o menos completa y algunos fragmentos en griego. Otras obras se han perdido y sólo tenemos noticia de ellas por elogios de Jerónimo: Libros contra Porfirio, Sobre la Pitonisa, Sobre los mártires, Comentario sobre el Génesis, Comentario sobre el Cantar de los Cantares .

38 Cf . SERVIO , Eneida VIII 310, quien también transmite una frase del discurso de Mesala sobre el poder del vino. También la Suda nos informa, en tres pasajes, y citando a Plutarco como fuente, de «una gran mesa en el sindeîpnon de Mecenas» y de una clara adulación de la misma, en realidad un elogio invertido, por parte del parásito Iortio. El papel de bromista de Iorto señalaría al simposio de Jenofonte como modelo de Mecenas, en tanto que el discurso sobre el vino apuntaría más bien al simposio de Epicuro. Cf . P. LUNDERSTEDT , De C. Maecenatis fragmentis , Diss. Jena, 1911; MARTIN , op. cit . (1931), págs. 240-243 (Mecenas).

39 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 243-247 (Asconio Pediano).

40 Según la Suda (siglo V . Apíkios Mákros) , el sexagenario cónsul Junio Bleso, invitado por Apicio a un banquete, presentó al conocido escoliasta Asconio Pediano como epíkletos . También estaba presente un atleta, un tal Isidoro, que, pese a sus noventa y un años, no parecía mayor de sesenta, gran comedor y bebedor, que empinaba el codo como un jovencito. Sólo uno de éstos le había superado, y el anciano había abandonado el festín antes de tiempo, enfermo. Pero los demás ancianos, sobre todo Junio Bleso, se habían mantenido gracias al arte de la palestra; cf . asimismo PLINIO , Historia natural VII 159.

41 Cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 211-240 (Menipo y los imitadores de su Simposio ).

42 LUCILIO , XX 568-569, 573-574, 1.174-1.176, 1.180-1.182 Marx. Cf . L.R. SHERO , «The Cena in Roman Satire», Classical Philology 18 (1923) 126 ss.

43 LUCILIO , XXVIII 751-756 Marx.

44 Cf . MARTIN , op. cit. (1931), págs. 149-166.

45 No obstante, los once libros de Timáquidas, y a tenor de los restos conservados (ATENEO , I 5a; III 82d; VIII 283d; XV 682c; 684f), podrían más bien pertenecer a la épica didáctica, tal como los hexámetros de la Hedypátheia de Arquéstrato de Gela (siglo IV a.C.), quien expuso con buen humor su sabiduría gastronómica adquirida en largos viajes en esta especie de guía de glotones, que, un siglo y medio más tarde, sería fuente de inspiración para el poema didáctico parodístico Hedyphagética («Manjares exquisitos») del poeta latino Quinto Ennio (siglos III-II a.C.).

46 Cf . TEÓN , Progymnásmata 7; MENANDRO , Sobre los géneros epideícticos IX 287, 10 ss. W.

47 Cf. Sat . I 1, 2: «En efecto, durante todo el tiempo de la fiesta consagran la mayor parte del día a debatir sobre temas serios, y a la hora de la comida se entregan a la charla propia del banquete, de modo que no hay momento alguno del día que quede libre de palabras sabias o amenas; pero en la mesa la conversación será más jovial, puesto que resulta más placentera, y menos formal».

48 Cf . J. MARQUARDT , La vie privée des Romains , vol. I, París, 1892, págs. 209 ss.

49 Cf . M. D. GALLARDO LÓPEZ , «El simposio romano», Cuadernos de Filología Clásica 7 (1974) 91-143, esp. págs. 131-136.

50 Cf. Saturnales I 7, 12-13.

51 PLATÓN , Banquete 171a-174a.

52 El mismo artificio platónico de un relato marco inicial que sirve para transmitir la responsabilidad de la veracidad del relato y sus pormenores a una tercera persona, testigo directo de los hechos, ya lo vimos supra en el simposio lucianesco El banquete o Los lapitas .

53 Cf . A. CHASTAGNOL , «La familia de Caecinia Lolliana, grande dame païenne du IV siècle après J.-C.», Latomus 20.4 (1961) 744-758.

54 SÍMACO , Epístolas IV 52, 3; VI 22; VI 26.

55 Cf . FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 64-65.

56 Cf. Saturnales I 2, 3.

57 La columna honorífica de Vetio Agorio Pretextato, en el Museo Nazionale Romano Palazzo Altemps, en Roma, es un prodigio de separación de Religión y Estado: tras el praenomen , nomen y cognomen aparecen dos listas separadas con todos los cargos desempeñados en vida; los cargos religiosos de Pretextato aparecen inscritos en la lista de la izquierda y todos sus cargos civiles en la lista de la derecha, sin mezclar y bien separados, con una clara intencionalidad, en una época en donde la minoría religiosa pagana clama por la tolerancia religiosa frente a la intolerancia del cristianismo triunfante como religión oficial del Imperio.

58 CIL IV 102; AMMIANO MARCELINO , XXVII 9, 10.

59 ZÓSIMO IV 3, 2-4.

60 JERÓNIMO , Contra Juan 8 (33, 361 Migne). Para la vida de Pretextato, cf . TH . W. J. NICOLAAS , Praetextatus , diss., Ámsterdam, 1940; A. CHASTAGNO l, Les Fastes de la Préfecture de Rome , París, 1962, págs. 171-178; FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 26-36.

61 Citado por Victorino (VI, p. 211, 23-24 Keil, CGL); cf . FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 60-61.

62 Fue R. ELLIS (The fables of Avianus , Oxford, 1887, págs. XI-XXXIX), quien, basándose en la lengua y el metro, situó en el siglo IV al fabulista Aviano, al cual Lachmann consideraba del siglo II ; y dando un paso más, propuso, por primera vez, la identificación del fabulista con el Avieno de las Saturnales , ya que en los manuscritos más antiguos Aviano recibe en realidad el nombre de Avieno. La identificación recibió el espaldarazo definitivo de A. CAMERON , «Macrobius, Avienus, and Avianus», Classical Quarterly 17.2 (1967) 385-399, quien demuestra que el primer poeta se llamaba, en realidad, Avienius (como aparece en una inscripción descubierta en la Bulla Regia), y que el segundo recibía, en la mayoría de los manuscritos más antiguos el nombre de Avienus —reforzando la tesis demostrada por A. GUAGLIANONE en su edición paraviana de 1958— y es además el versificador mencionado por SERVIO , Eneida X 272 y 388; contra , cf . W. R. JONES , «Avianus, Flavianus, Théodosius and Macrobius», en Melanges B. E. Perry (Illinois Studies in Languague and Linguistic , t. 58), 1969; C. E. MURGIA , «Avienu's supposed iambic version of Livi», California Studies in classical Antiquity 3 (1970) 185-197; F. GAIDE , Avianus. Fables , París, Les Belles Lettres, 1980, «Introducción»; J. KÜPPERS , Die Fabeln Avians , Bonn, Diss., 1977 (Aviano es un discípulo de Macrobio).

63 Sobre este alto funcionario, cf . G. BOISSIER , La fin du paganisme , París, 1903, vol. II, págs. 155-156 y 267-268; D. ROMANO , Simmaco , Palermo, 1955; G. LO MENZO RAPISARDA , La personalitá di Simmaco e la III Relatio , Catania, 1967; J. P. CALLU , Symmaque , I, París, 1972; FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 37-45. Sus obras han sido traducidas por J. A. VALDÉS GALLEGO en los vols. 281, 310 y 315 de esta BCG.

64 Cf . AMBROSIO , Epístolas 17; 18; 57, 6; cf . PAULINO , Vida de Ambrosio 26; SÍMACO , Relaciones 3; CLAUDIANO , 28, 597.

65 Cf . CAMERON , op. cit . (1966), pág. 37.

66 Cf. Saturnales I 2, 15.

67 El parentesco de hermanos fue defendido con convicción por André CHASTAGNOL , «La familia de Caecinia Lolliana, grande dame païenne du IVe siècle après J.C.», Latomus 20.4 (1961) 744-758.

68 JERÓNIMO , Epístolas CVII 1: «¿Quién hubiera podido creer que la nieta del pontífice Albino, nacida de un voto de su madre, entonaría con voz aún débil su infantil aleluya en presencia del abuelo, encantado con ella, y que el viejo sostendria en su regazo a una futura doncella de Cristo?».

69 Cf. Saturnales I 1, 5; II 2, 12 y VII 11. 1.

70 Cf. Saturnales I 24, 8; I 24,20; VI 6, 1; VI 7, 3; VI 7, 4.

71 Para los partidarios de la cronología tradicional de Macrobio no hay aquí ningún anacronismo.

72 El Servio de Macrobio y el auténtico no coinciden siquiera en la selección de los pasajes que comentan; cf . al respecto J. CONINGTON -H. NETTLESHIP , «On some of the early criticisms of Virgil’s poetry», en The Works of Virgil , I, Hildesheim, 1963 (= 1898), pág. XXXI y ss.

73 Cf . R. KASTER , «Macrobius and Servius: Verecundia and the Grammarian’s function», Harvard Studies in Classical Philology 84 (1980) 219-262: Servio toma parte en las conversaciones de las Sarturnales , en las que participan eminentes miembros de la aristocracia romana, por añadidura eruditos virgilianos, como representante de su profesión, como gramático: su nacimiento no le daría derecho; de ahí su actitud de verecundia propia de un subordinado consciente de su posición. Esto explica su peculiar actitud a lo largo de la obra, en especial en el libro VI.

74 Sobre Nicómaco Flaviano, cf . H. BLOCH , The Conflict between Paganism and Christianity in the fourth Century (ed. A. Momigliano, 1963), capítulo VIII.

75 Este hijo, que fue praefectus urbis por primera vez en 393-394, participó en la revisión del texto de Livio llevada a cabo por los Nicómacos y otros.

76 Como vicario de África, protegió a los donatistas, por hostilidad hacia los católicos; cf . AMIANO MARCELINO , XXVI 6, 28.

77 En el año 392 d. C., a la muerte de Valentiniano II, emperador de Occidente, Arbogasto, magister militum praesentialis y verdadero hombre fuerte en Roma, hizo nombrar como emperador de Occidente a un antiguo rétor, Eugenio, que no será reconocido por Teodosio, el emperador de Oriente. Se produjo entonces una confrontación no sólo política, sino también religiosa, toda vez que Teodosio era cristiano, y Eugenio, aunque nominalmente cristiano, recibía el apoyo de los paganos, especialmente de Arbogasto.

78 Probablemente antes del 4 de septiembre; cf . RUFINO , 2, 33.

79 Hipótesis formulada por L. VON JAN , Macrobii Ambrosii opera, proleg ., Quedlinburg-Lipsia, 1848-1852: G. Basse, pág. XXX; cf . FLAMANT , op. cit . (1977), pág. 69. Cf . EUNAPE , Vida de sofistas V 15; VI 46.

80 MARINONE , op. cit . (1967), pág. 35.

81 Cf . BRZOSKA , RE , VI, 1.445, 39 ss.

82 Cf . M. MIRÓ VINAIXA y R. PEREA BUZÓN , «Sobre la historicidad del rétor griego Eusebio en los Saturnalia de Macrobio», Anuari de Filologia XVII, D/5, Barcelona, 1994, págs. 73-76.

83 Hipótesis avanzada por L. VON JAN , op. cit . (1848-1852), pág. XXXI; aceptada, con reservas, por P. COURCELLE , Les lettres grecques en Occident de Macrobe à Cassiodore , París, 19482 , págs. 7-8; pero rechazada duramente por G. BOISSIER , Le fin du paganisme. Étude sur les dernières luttes religieuses en occident au I ve siècle , II, París, 1891, pág. 207 n. 2, y por FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 74-75.

84 SÍMACO , Epístolas VI 7. Hay quienes le identifican con el comes operum publicorum del 357; cf. CIL VI 45 (Dessau 3.222). Cf . JONES -MARTINDALE -MORRIS , The Prosography of the Later Roman Empire , vol. I, A. D. 260-395, Cambridge, 1971, pág. 286.

85 Sobre la figura del ákletos, cf . MARTIN , op. cit . (1931), págs. 64 ss., esp. 69 ss. (sobre Evángelo y Horo).

86 PLATÓN , Banquete 212c-213c.

87 SÍMACO , Epístolas III 37 (carta a Ambrosio, fechada en el 398) y IX 44 (s. d .).

88 LIBANIO , Epístolas 1.279; SÍMACO , Epístolas II 39.

89 M. D. GALLARDO , «Los Simposios de Luciano, Jenofonte y Plutarco», Cuadernos de Filología Clásica 4 (1971) 245 ss.

90 Se han propuesto otras fechas alternativas, si bien muy cercanas al 384 d. C. Marinone (op. cit ., [1967], págs. 35-36) considera que la muerte de Pretextato, que aún vivía en septiembre del 384, ocurrió en noviembre o diciembre de ese mismo año, por lo cual localiza la fecha ficticia de los banquetes durante las Saturnales del año anterior, es decir, 17-19 de diciembre del 383 d.C.

91 Cf . CAMERON , op. cit . (1966), pág. 29: MARINONE , op. cit . (1967), págs. 36-37; GALLARDO , op. cit . (1974), págs. 130-131.

92 Cf . CAMERON , op. cit . (1966), pág. 31.

93 Cf . L. VON JAN , op. cit . (1848-1852), proleg ., págs. xxxi-xxxii.

94 CF. MARINAONE , op. cit . (1967), págs. 40-42; cf . asimismo P. WESSNER , «Macrobius», RE 14 (1928) 172-174; A. S. BENJAMIN , An Historical Commentary on the Second Book of Macrobius ’Saturnalia , Diss., University of Pennsylvania, 1955, pág. 89; J. RAVENTÓS , Macrobi. Les Saturnals , Vol. I (libro I), Barcelona, Fundació Bernat Metge, 2003, págs. 33-38.

95 Cf . MARINONE , op. cit . (1967), págs. 37-40; GUITTARD , op. cit . (1997), págs. xx-xxi; RAVENTÓS , op. cit . (2003), págs. 33-38.

96 Cf . MARINONE , op. cit . (1967), págs. 42-52; GUITTARD , op. cit . (1997), págs. xxi-xxiv; GALLARDO , op. cit . (1974), págs. 139-143; RAVENTÓS , op. cit . (2003), págs. 38-42.

97 Ésta es la tesis de todos los estudiosos de la obra de Macrobio, con la única excepción de E. TÜRK , Macrobius und die Quellen seiner Saturnalien. Eine Untersuchung über die Bildungsbestrebungen im Symmachus-Kreis , Diss. Fribourg en Brisgau, 1962; Ídem, «Les Saturnales de Macrobe, source de Servius Danielis», Revue des Études Latines 41 (1963) 327-349; ídem, «Macrobe et les Nuits Attiques», Latomus 24 (1965) 381-406; ídem, «À propos de la bibliothèque de Macrobe», Latomus 27 (1968) 433-535.

98 Saturnales, prefacio 3. Con casi idénticas palabras AULO GELIO (Noches áticas , prefacio 3) había expresado lo contrario.

99 Saturnales, prefacio 4.

100 Saturnales, prefacio 4.

101 Cf . FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 180-181.

102 Cf . M. C. GRANADOS FERNÁNDEZ , «Séneca en Macrobio», Cuadernos de Filología Clásica 20 (1986-1987) 339-347.

103 Tal es el caso de los historiadores latinos, de los que Macrobio cita 37 pasajes pertenecientes a diecisiete historiadores: Celio Antípatro, Calpurnio Pisón, Casio Hemina, Claudio Cuadrigario, Cornelio Sisenna, Fabio Máximo Serviliano, Fabio Píctor, Fenestela, Gneo Gelio, Julio Higinio, Licinio Macro, Porcio Catón, Postumio Albino, Rutilio Rufo, Salustio Crispo, Sempronio Tuditano y Valerio Ancíate; cf . N. MARINONE , «Frammenti di storiografi latini in Macrobio», Studi Urbinati 49 (1975) 493-527; reproducido en Analecta Graecolatina , Bolonia, Pàtron, 1990, págs. 287-318. Sorprende que de una obra enciclopédica como la Historia natural de Plinio sólo se cite el libro IX a propósito de un tema tan frívolo como los platos de comida de los romanos (HN IX 60, 64, 171 = Sat . III 16, 5; 16, 9; 15, 10). En cambio, de Varrón se computan hasta 45 citas, sobre todo de las Antigüedades humanas y divinas (si bien no es posible localizar una quincena de citas). Entre los poetas latinos, los más citados son Ennio y Accio, seguidos de Lucrecio.

104 Éste es el caso, por ejemplo, de las trazas del Catón el Viejo de Cicerón que en las Saturnales encuentra P. WUILLEUMIER («L’influence du Cato Maior », en Mélanges de philologie, de littérature et d’histoire anciennes offerts à A. Ernout , París, 1940, págs. 383-388): Macrobio, en Sat . VII 9, 1, retoma los dos adjetivos minuta et rorantia que Cicerón (Catón el Viejo 46) empleó para traducir una frase de Jenofonte (Banquete II 26).

105 Cf . E. TÜRK , «Macrobe et les Nuits Attiques », Latomus 24 (1965) 381-406, esp. 381-383.

106 Cf . M. LAUSBERG , «Seneca in der Vorrede zu dem Saturnalien des Macrobius», en Festgabe für O. Hiltbrunner zum 60. Geburstag , Münster, 1974, págs. 100-130.

107 Cf . TÜRK , ibídem.

108 Sat . I 1, 5-6 = ATENEO , XI 505f-506a.

109 Cf . TÜRK , op. cit . (1965), págs. 383-406; C. GUITTARD , «Le problème des limites et subdivisions du jour civil à Rome (Varron, Aulu-Gelle, Macrobe): conticium (-cinum , -cinnum) ou conticuum (-cium) ?», MEFR 88 (1976) 815-842; N. MARINONE , Macrobio, Teodosio. I Saturnali , Torino, UTET, 1972 (= 1967), pág. 44. La atribución a Suetonio remonta a Wissowa (diss ., pág. 31), en tanto que Wessner (RE XIV 193, 12 ss.) identifica la fuente con Varrón.

110 Cf . MARINONE , op. cit . (19722 ), pág. 47.

111 Cf . MARINONE , op. cit . (19722 ), pág. 45; FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 294-297; P MASTANDREA , Un neoplatonico latino, Cornelio Labeone. Testimonianze e frammenti , Leiden, 1979, págs. 56-59; R. BERNABEI , The treatment of sources in Macrobius’ Saturnalia, and the influence of the Saturnalia during the Middle Ages , Ithaca, Cornell University, 1970, pág. 58.

112 Cf . K. REINHARDT , De Graecorum theología , Berlín, 1910; F. BÖRTZLER , Porphyrius’ Schrift von den Götterbildern , Diss., Erlangen, 1903, págs. 49 ss.; J. BIDEZ , Vie de Porphyre , Gand, 1913, pág. 150; P. COURCELLE , Las lettres grecques en Occident de Macrobe à Cassiodore , París, 19482 , págs. 17-25; FLAMANT , op. cit . (1977), págs. 655-668; cf . asimismo F. ALTHEIM , Aus Spätantike und Christentum , Tübingen, 1951, primera parte: Porphyrios’ Schrift über den Sonnengott , págs. 1-58 y 139-152.

113 G. WISSOWA , De Macrobii Saturnaliorum fontibus capita tria , tesis doctoral, Bratislava, 1880, págs. 35-44; cf . asimismo H. LINKE , Quaestiones de Macrobii Saturnaliorum fontibus , tesis doctoral, Bratislava, 1880; E. TÜRK, Macrobius und die Quellen seiner Saturnalien , diss. Fribourgen Brisgau, 1962.

114 Cf . BENJAMIN , op. cit . (1955), págs. 28-29.

115 Para la relación entre los tres autores, cf . N. MARINONE , Elio Donato, Macrobio e Servio commentatori di Vergilio , Vercelli, 1946; op. cit . (19722 ), págs. 46-47. La identificación de Elio Donato como fuente común de Servio y Macrobio remonta a E. K. RAND , «Is Donatus’s Commentary on Vergel lost?», Classical Quarterly 10 (1916) 158-164; cf . asimismo A. SANTORO , Esegeti virgiliani antichi (Donato, Macrobio, Servio) , Bari, 1964.

116 Dado que los Scholia Danielis ofrecen, por lo general, un tratamiento más amplio que Macrobio, no falta quienes sostengan, inversamente, que son los Scholia Danielis los que dependen de las Saturnales , rescatando la vieja teoría que consideraba la compilación de Daniel como una masa heterogénea de notas complementarias a Servio recogidas de diversos autores; cf . É. THOMAS , Essai sur Servius et son commentaire sur Virgile , París, 1879; G. THILO , prólogo a su edición de Servio, Leipzig, 1880; E. TÜRK , «Les Saturnales de Macrobe, source de Servius Danielis», Revue des Études Latines 41 (1963) 327-349.

117 Cf. Sat . V 13, 10-33; 16, 8-14; 17, 1-14. H. D. JOCELYN , «Ancient Scholarship and Vergil’s Use of Republican Latin Poetry», Classical Quarterly 14.2 (1964) 280-295 y 15.1 (1965) 126-149.

118 Las citas homéricas son frecuentísimas en las Saturnales , sólo cuantitativamente inferiores a las de la Eneida : 210 citas de la Ilíada y 67 de la Odisea , la mayor parte de ellas en los libros V y VI, en el ámbito de la discusión de los antecedentes de la poesía virgiliana, y el resto en los demás libros donde Homero es citado como una de las máximas autoridades a las que se recurre para avalar cualquier tema de erudición. Para un análisis detallado del manejo de las fuentes homéricas por parte de Macrobio, cf . E. CABELLA , «Variante omeriche e citazioni mnemoniche nei Saturnalia di Macrobio», Athenaeum 86 (1998) 505-517.

119 Cf . G. WISSOWA , diss. 1880, pág. 45.

120 P. WESSNER , Real-Enc . I, 1928, col. 178-198; cf . col. 190, 1. 35-36.

121 Sobre el libro VI, cf . J. CANTÓ LLORCA , «La erudición virgiliana a fines del siglo IV : Macrobio, Sal . 6», en Homenaje a C. Codoñer , Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991, págs. 29-44.

122 Cf . P. FRASSINETTI , «Ennio epico in Macrobio», en Grammatici latini d’ età imperiale. Miscellanea filologica , Genf, 1976, 219-233.

123 Accio: VI, 1, 56-59; 2, 17; 5, 2; 5, 9; 5, 11; 5, 14; Afranio: VI, 4, 12; 5, 6; Catón: VI, 4, 16; Catulo: VI, 1, 41-42; Cicerón: VI, 2, 33-34; Cornificio: VI, 4, 12; 5, 13; Egnacio: VI, 5, 2; 5, 12; Ennio: VI, 1, 8-24; 1, 50-54; 1, 60-62; 2, 16; 2, 18; 2, 21; 2, 25-28; 2, 32; 3, 2-4; 3, 8; 4, 3-4; 4, 6-7; 4, 18-19; 5, 5; 5, 10; Furio Ancíate: VI, 1, 31-34; 1, 44; 3, 5; 4, 10; Hostio: VI, 3, 6; 5, 8; Julio César Estrabón: VI, 4, 19; Laberio: VI, 5, 15; Levio: VI, 5, 10; Lucilio: VI, 1, 35; 1, 43; 4, 2; 4, 18; Lucrecio: VI, 1, 25-30; 1, 44-49; 1, 63-65; 2, 2-15; 2, 22-24; 2, 29; 4, 5; 4, 7; 4, 9; 4, 11; 4, 14-15; 4, 18; 4, 20-21; 5, 3-4; 5, 7; Nevio: VI, 1, 38; 2, 31; 5, 8-9; Pacuvio: VI, 1, 36; 5, 14; Pomponio: VI, 4, 13; Sisenna: VI, 4, 14-15; Sueyo: VI, 1, 37; 5, 15; Vario: VI, 1, 39-40; 2, 19-20: Varrón: VI, 4, 8.

124 Physici et medici Graeci minores , edición de T. L. IDELER , I, Berlín, 1841, págs. 3-80 (Problemas de Alejandro de Afrodisias).

125 Cf . MARINONE , op. cit . (1967), págs. 51-52.

126 Sat., praef . §§4-9.

127 Cf . L. Von Jan, proleg ., págs. XXXVIII y ss.

128 Para la influencia específica de los Saturnalia , véase R. BERNABEI , The treatment of sources in Macrobius’ Saturnalia and the influence of the Saturnalia during the Middle Ages , Ithaca, Cornell University, 1970. cf . asimismo P. V DAVIES , Macrobius. The Saturnalia , Nueva York-Londres, Columbia University Press, 1969, págs. 23-25; RAVENTÓS , op. cit . (2003), págs. 42-48.

129 Cf . RAVENTÓS , op. cit . (2003), págs. 42-43.

130 Cf . F. NAVARRO ANTOLÍN , Comentario al «Sueño de Escipión» de Cicerón , Madrid, Gredos, 2006, págs. 68-96 («Influencia, pervivencia y fortuna literaria del Comentario al Sueño de Escipión» ), con exhaustiva referencia bibliográfica en nota 144.

131 Cf . K. MARSHALL , «Macrobius: Saturnalia », en L. D. REYNOLDS , ed., Texts and Transmission. A Survey of the Latin Classics , Oxford, Clarendon Press, 1983, pág. 233, n. 4.

132 Cf . L. D. REYNOLDS -N. G. WILSON , Copistas y filólogos. Las vías de transmisión de las literaturas griega y latina , Madrid, Gredos, 1995 (= Oxford, Clarendon Press, 1968), págs. 97-102.

133 Cf . REYNOLDS -WILSON , op. cit . (1995), pág. 104; MARSHALL , op. cit . (1983), pág. 233 nota 6; Antonio LA PENNA , «Le Parisinus Latinus 6370 et le texte des Commentarii de Macrobe», Revue de Philologie 24 (1950) 177-187.

134 C. LUTZ , Johannes Scottus. Annotationes in Marcianum , Cambridge, Mass., 1939, pág. XX; H. SILVESTRE , «Macrobio utilisé par un Pseudo-Érigène et par Rupert de Deutz», Classica et Mediaevalia 19 (1958) 129-132; ídem, op. cit . (1963), págs. 171-174; HÜTTIG , op. cit . (1990), págs. 42-46.

135 Cf . HÜTTIG , op. cit . (1990), págs. 46-52; BERNABEI , op. cit . (1970), págs. 148-150.

136 Cf . MARSHALL , op. cit . (1983), pág. 233.

137 Cf . E. JEAUNEAU , «Macrobe, source de Platonisme chartrain», Studi Medievali , serie terza, 1 (1960) 3-24; Cf. HÜTTIG , op. cit . (1990), págs. 94-119.

138 Cf . HÜTTIG , op. cit . (1990), págs. 94-107; J. A. DANE , «Integumentum as Interpretation: Note on William Conches’s Commentary on Macrobius (I, 2, 10-11)», Classical Folia 32 (1978) 201 -215.

139 Para la signatura de tales manuscritos, cf JEAUNEAU , op. cit . (1960), pág. 6. Guillermo de Conches cita expresamente el nombre de Macrobio cinco veces en las Glosas a Boecio , seis veces en la Philosophia , cuatro veces en las Glosas al Timeo y cinco veces en el Dragmaticon ; al total habría que sumar las numerosas veces que utiliza a Macrobio sin citarlo (ibídem, pág. 22, nota 85); cf asimismo E. JEAUNEAU , «Glosses de Guillaume de Conches sur Macrobe. Note sur les manuscrits», AHMA 27 (1960) 17-28.

140 Cf . PEDEN , op. cit . (1985), pág. 65; Cf. HÜTTIG , op. cit . (1990), págs. 118-119.

141 En el Polycraticus (VIII 10), podemos leer la siguiente alabanza de Macrobio: Siquidem conspicuus est in sententiis, in verbis floridus, et tanta forum venustate redundans ut in institutione convivii et dispensatione Socraticam videatur dulcedinem propinare .

142 Cf . JAN , I, págs. L-LI ; C. CH . J. WEBB , «On some fragments of the Saturnalia », Classical Review 11 (1897) 441; ídem., Joannes Saresbergensis: Polycratus , I, Oxford, 1909, págs. XXXVIII .

143 Cf . WEBB , op, cit . (1909), II, págs. 254, nota 7; 256, nota 12; 257, nota 17; 263, notas 13 y 21; 264, nota 3; 268, nota 14; 270, nota 3.

144 Cf . WEBB , op. cit . (1909), pág. 341, nota 11.

145 Cf . R. M. THOMSON , «The Reading of William of Malmesbury», Revue Bénédictine 85 (1975) 362-402 (esp. págs. 374 y 381).

146 Cf . HUNT , op. cit . (1981-1982), págs. 211-227; H. D. AUSTIN , «The sources of Uguccione’s Illustrative Quotations», Medievalia et Humanistica 4 (1946) 104-106.

147 Cf . E. GRANT , A Source Book in Medieval Science , Cambridge, Massachusetts, 1974, págs. 791 ss. Para el significado de Macrobio en la historia de la medicina, sobre todo por las Saturnales, cf . M. NEUBURGER , «Die Medizin im Macrobius und Theodoretus», Janus 28 (1924) 155-172.

148 De vita solitaria , I, págs. 340-342 (edición de G. MARTELLOTTI , Milán, 1955). Cf . CL . ZINTZEN , «Römisches und Neuplatonisches bei Macrobius», en R STEINMETZ , ed., Politeia und Res Publica. Beiträge... dem Andenken R. Starks gewidmet , Palingenesia IV, Wiesbaden, 1969, págs. 357-376; ídem, op. cit . (1988), págs. 421-427; P. COURCELLE , «La postérité chrétienne du Songe de Scipion», Revue des Études Latines 36 (1958) 229 ss.; ídem, Connais-toi toi-même. De Socrate à Saint Bernard , París, 1974, págs. 557 ss.; J. E. SANDYS , A History of Classical Scholarship , I, Nueva York-Londres, 1967 (Cambridge, 19213 ), pág. 633.

149 De sui ipsius et multorum aliorum ignorantia , pág. 752 (ed. MARTELLOTTI ). Macrobio figura, junto con Gelio, en el apartado de exempla de una lista de libros favoritos de Petrarca, conservada en una hoja volante de un manuscrito de París (lat. 2201); cf . L. D. REYNOLDS -N. G. WILSON , Copistas y filólogos , Madrid, Gredos, 1995 = 1986 (= Oxford, Clarendon Press, 19742 ), pág. 130.

150 Cf . MARTÍN DE RIQUER , Historia de la literatura catalana , Part Antiga, vol. II, Barcelona, Ariel, 1964 (19844 ), pág. 342.

151 Cf . ZINTZEN , op. cit . (1988), págs. 428-431; P. O. KRISTELLER , Die Philosophie des Marsilio Ficino (Das Abendland, Neue Folge 1), Frankfurt a. M., 1972 (= Nueva York, 1943); véase asimismo su Index con los autores citados por Ficino, en pág. 406.

152 Para la interpretación alegórica de la aurea catena homérica, cf. Theol. Plat . II 239 Marcel y Com . I 14, 15; para la teoría de la virtud, cf. Theol. Plat . III 268 Marcel y Com . I 8, 3-13.

153 C. R. LIGOTA , «L’influence de Macrobe pendant la Renaissance», en Le Soleil à la Renaissance. Sciences et mythes. Colloque international tenu en avril 1963 (Université Libre de Bruxelles. Travaux de l’ Institut pour l’Étude de la Renaissance et de l’Humanisme), Bruselas-París, 1965, págs. 475 ss.

154 A este declive no es tampoco ajeno el renacer del estudio del griego, lo que afectó igualmente a otro neoplatónico incluso más popular que Macrobio en la Edad Media, Boecio; cf . GLOVER , op. cit . (1901), pág. 187 n. 1.

155 La inclusión del tema del humor como sección de un tratado de elocuencia es un tanto extraño a la tradición. El propio Cicerón dice haber visto algunos tratados griegos sobre el humor (Sobre el orador II 54, § 217). Aristóteles en su Ética para Nicómaco define la agudeza (eutrapelía) como el término medio entre los dos extremos que representan la bufonería (bomolochía) y la grosería (agroikía) , y en su Retórica (1419b3), para el tema del humor nos remite a una sección de su Poética donde, al parecer, trataba acerca de lo risible o lo cómico, pero tal sección no se nos ha conservado. El Tractatus Coislinianus , de datación incierta, anticipa la división ciceroniana entre humor derivado de las palabras (apò tês léxeos) y humor derivado de los acontecimientos (apò tôn pragmáton) , y entre Cicerón y Macrobio, Plutarco (Cuestiones simposíacas II 1 y VII 8) diserta sobre el tipo de humor que conviene en un banquete: se debe observar el término medio y evitar ofender. El vocablo que, por lo general, Plutarco emplea para referirse al humor es skómma , que conlleva la connotación de un comentario acerbo o mordaz.

156 Cf . J. J. ISO , Cicerón. Sobre el orador , Madrid, Gredos, 2002, pág. 45.

157 QUINTILIANO , Enseñanza oratoria VI 3, 4.

158 MACROBIO , Saturnales II 12.

159 QUINTILIANO , Enseñanza oratoria VI 3, 5; cf . asimismo MACROBIO , Saturnales II 1, 12; AULO GELIO , Noches áticas XIII 9, 2.

160 CICERÓN , Epístolas familiares XV 31,8.

161 Cf . CICERÓN , Sobre el orador II 271; Sobre los deberes I 104. De la época tardía del Imperio proceden los llamados Monosticha y Disticha Catonis , que se leyeron muchísimo en la Edad Media cristiana e incluso, ya traducidos, al comienzo de la Edad Moderna.

162 Cf . PLINIO , Historia natural , prefacio 24.

163 Cf . POMPONIO , Dig . I 22, 45; VALERIO MÁXIMO , VI 2, 12; QUINTILIANO , Enseñanza oratoria VI 3, 87; MACROBIO , Saturnales II 6, I.

164 El gramático Gayo Meliso, liberto de Mecenas, es más conocido como inventor de una forma más elevada de comedia togata, la trabeata , o «comedia caballeresca», que, sin embargo, no logró salvar de su agonía al drama literario en Roma. Encargado por Augusto del cuidado de ordenar las bibliotecas del pórtico de Octavio, a sus sesenta años compiló un libro de chistes, titulado originalmente Libellus ineptiarum («Sandeces»), luego Libellus iocorum («Jocosidades»). cf . SUETONIO , Gramáticos ilustres 21.

165 Cf . QUINTILIANO , Enseñanza oratoria VI 3, 102-112.

166 Cf . QUINTILIANO , Enseñanza oratoria VI 3,42.

167 Cf . B. C. BOWEN , «Ciceronian Wit and Renaissance Rhetoric», Rhetorica 16.4 (1988) 409-429.

168 Cf . PETRARCA , Rerum memorandarum libri , ed. Giuseppe BILLANOVICH , Florencia, Sansón, 1943, págs. 68-103. Esta sección, muy conocida y divulgada en colecciones posteriores, fue traducida al francés y publicada en Lyon hacia 1531 con el título Les paroles joyeuses et dictz memorables des nobles et saiges hommes anciens .

169 Para una historia del género, léase K. VOLLERT , Zur Geschichte der lateinische Facetiensammlungen des XV. und XVI. Jahrhunderts , Berlín, 1911; G. FABRIS , «Per la storia della facezia», en Raccolta di studi di storia e critica letteraria dedicata a F. Flamini , Pisa, 1918, págs. 93-138; L. DI FRANCIA , Novellistica , Milán, 1924,I-II; J. B. LIPKING , Traditions of the facetiae and their Influence in Tudor England , tesis doctoral, Columbia, 1970; B. C. BOWEN , «Renaissance Collections of facetiae , 1344-1490», Renaissance Quarterly 39 (1986) 1-15; ídem, «Renaissance Collections of facetiae , 1499-1528: A New Listing», Renaissance Quarterly 42 (1989) 263-275; M. P. CUARTERO SANCHO , «Las colecciones de relatos breves en la literatura latina del Renacimiento», en Humanismo y pervivencia del mundo clásico. Actas del I Simposio sobre humanismo y pervivencia del mundo clásico , I, 1, Cádiz, Instituto de Estudios Turolenses-Universidad de Cádiz, 1993, págs. 61-91.

170 POGGIO BRACCIOLINI , Opera omnia , ed. Ricardo Fubini, Turín, Bottega d’Erasmo, 1964, I, págs. 420-449: Facetiae (facsímil de la edición de Basilea, 1538). Pueden consultarse asimismo: The Facetiae or Jocose Tales of Poggio , París, Lisieux, 1879 (en latín e inglés); POGGIO BRACCIOLINI , Facezie , ed. Marcello Ciccuto, Milán, Rizzoli, 1983 (latín e italiano).

171 Sobre la colección de Poggio léase: L. SOIS , «Le facezie di Poggio nel Quattrocento francese», en F. SIMONE , ed., Miscellanea di studi e ricerche sul Quattrocento francese , Turín, Giappichelli, 1966, págs. 409-516; H. WEBER , «La facétie et le bon mot du Pogge à Des Périers», en A. H. T. LEVI , ed., Humanism in France at the End of the Middle Ages and in the Early Renaissance , Manchester, Manchester University Press, 1970, págs. 82-105; G. TOURNOY , «Facetiae Poggii?», Romanische Forschungen 85 (1973) 139-144; F. TATEO , «II léxico dei Comici nella facezia latina del Quattrocento», en I classici nel Medioevo e nell’Umanesimo: miscellanea filologica , Génova, Istituto di Filologia Classica e Medievale, 1975, págs. 93-109; ídem, «La raccolta delle Facezie e lo stile “comico” di Poggio», en Poggio Bracciolini 1380-1980 nel IV centenario della nascita , Florencia, Sansoni, 1982, págs. 207-233; L. SOZZI , «Le Facezie e la loro fortuna europea», en Poggio Bracciolini 1380-1980 , op. cit ., 1982, págs. 235-259; J. E. SALEMI , «Selections from the Facetiae of Poggio Bracciolini», Allegorica 8 (1983) 77-183 (con texto latino, introducción y notas).

172 La edición de Basilea de 1571 (ex officina Henricpetrina) fue reimpresa en Frankfurt, Minerva, 1967 (el De dictis de Antonio Panormitano en págs. 472-497).

173 Cf . B. C. BOWEN , «Roman Jokes and the Renaissance Prince, 1455-1528», Illinois Classical Studies 9 (1984) 137-148.

174 Hay ediciones modernas de A. SALZA , ed., Facezie di Ludovico Carbone Ferrarese , Livorno, Giusti, 1900; G. RUZZI , Ludovico Carbone: Facezie e Dialogo de la partita soa , Bolonia, Commissione per i testi di lengua, 1989.

175 Cf . D. DEFILIPIS , «Per una edizione delle facetiae di L. Carbone», Annali della Facoltà di Lettere e Filosofia dell’Università di Bari 19-20 (1976-1977) 227-235.

176 The Science of Dining (Mensa philosophica): A Medieval Treatise on the Higiene of the Table and the Laws of Health , trad. De Arthur S. Way. Londres, Macmillan, 1936.

177 La antología del libro IV ha sido estudiada en detalle por T. F. Dunn, The facetiae of the Mensa philosophica , San Luis, Washington University Studies, 1934. cf . asimismo G. Frenken, «Die älteste Schwanksammlung des Mittelalters (Die Mensa Philosophica eines Kölner Dominikaners)», Jahrbuch des Kölnischer Geschichtsverein 8-9 (1927) 105-121.

178 Una buena edición crítica es la de G. FOLENA , Milán, Ricciardi, 1953.

179 Hay dos buenas ediciones modernas: Angelo Poliziano Tagebuch (1477-1479) mit 400 Schwänken und Schnurren aus den Tagen Lorenzos des Grossmachtigen und seiner Vorfahren , ed. de Albert Wesselski, Jena, Diederichs, 1929; y Angelo Poliziano. Detti piacevoli , ed. de Tiziano Zanato, Roma, Istituto della Enciclopedia Italiana, 1983.

180 Cf . M. MESSINA , «Una raccolta di curiositá letteraria, del tempo di Lorenzo il Magnifico: il codice B.7.2889 del fondo Conventi (Badia Florentina) della Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze», Aevum 25 (1951) 68-78; G. FOLENA , «Sulla tradizione dei Detti piacevoli attribuiti al Poliziano», Studi di filologia italiana (Bolletino dell’Accademia della Crusca) 11 (1953) 431-448; ídem, «Umori del Poliziano nei Detti piacevoli », L’Approdo 3 (1954) 24-30; T. ZANATO , «Per il testo dei Detti piacevoli di Angelo Poliziano», Filologia e critica 6 (1981) 50-98; ídem, «Sull’attribuzione e la cronologia dei Detti piacevoli », Cultura neolatina 43 (1983) 79-102.

181 Hay edición moderna de G. PAPANTI , Facezie e motti dei secoli XV e XVI , codice magliabechino , Bolonia, Romagnoli, 1874, reimpresa en Bolonia, Commissione per i testi di lingua, 1968.

182 Augustini Tünger Procuratoris Curiae Constantiensis ad Eberhardum Ducem facetiae latinae et germanicae. 1486. Apophthegmata LIV , ed. de Adelbert von Keller, Tubinga, 1874 (Bibliothek des Litterarischen Vereins in Stuttgart, 118).

183 LEONARDO DA VINCI , Facezie , en The Literary Works of Leonardo da Vinci , ed. Jean Paul Richter, Oxford, Oxford University Press, 1939, II, 287-291; en LEONARDO DA VINCI , Frammenti letterari e filosofici , ed. Edmundo Solmi (reimpr. Ed. P. Marani, Florencia, Barbèra, 1979), págs. 282-287; y en C. PEDRETTI , The Literary Works of Leonardo da Vinci: A Commentary to Jean Paul Richter’s Edition , Oxford, Phaidon, 1977, 2 vols., II, págs. 273 y 275-276.

184 N.° 8 Richter (ed. supra cit. ) y n.° 10 Solmi (ed. supra cit. ) = Cicerón, Dichos 12 = Macrobio, Saturnales II 3, 3: «El tal Cicerón, un día que vio a su yerno Léntulo, hombre de corta estatura, armado con una gran espada, preguntó: “¿Quién ató a mi yerno a una espada?”».

185 N° 7 Richter (ed. supra cit. ) y n.° 5 Solmi (ed. supra cit. ) = Macrobio, Saturnales II 2, 10. La anécdota, puesta en boca de Evángelo, dice así: «En casa de Lucio Malio, considerado el mejor pintor de Roma, se hallaba casualmente comiendo Servilio Gémino, y como éste viera que los hijos de su anfitrión eran feos, dice: “Malio, no esculpes y pintas igual”. Y Malio responde: “En efecto, esculpo a oscuras, pinto a plena luz”».

186 Cf. C . PEDRETTI , «The Signaturas and Original Foliation of Leonardo Da Vinci’s Libro F.», JWCI 31 (1968) 197-217; C. SPERONI , «TWO Unpublished Tales of Leonardo», Italian Quarterly 12 (1968) 33-38.

187 G. PONTANO , De sermone , S. LUP i-A. RISICATO , eds., Lugano, Thesaurus Mundi, 1954.

188 Cf . S. LUPI , «II De sermone di Giovanni Pontano», Filologia romanza III.8 (1955) 366-417; G. LUCK , «Vir facetus: a Renaissance Ideal», Studies in Philology 55 (1958) 107-121; H.-G. SCHMITZ , «Die Theorie der humanistischen ars iocandi am Beispiegel des De sermone des Jovianus Pontanus», en ídem, Phisiologie des Scherzes: Bedeutung und Rechtfertigung des Ars Iocandi im 16. Jahrhundert , Hildesheim, Georg Olms, 1972, págs. 64-70; F. TATEO , «II linguaggio “comico” nell’opera di Giovanni Pontano». en Acta Conventus Neo-Latini Lovaniensis , Munich: Fink, 1973, págs. 647-657; ídem, «II léxico dei Comici nella facezia latina del Quattrocento», en G. PUCCIONI , ed., I classici nel Medievo e nell’ Umanesimo: miscellanea filologica , Génova, Istituto de Filolologia Classica e Medievale, 1975, págs. 93-109; H. WEHER , «Deux Théoriciens de la facétie: Pontano et Castiglione», Réforme, Humanisme, Renaissance 7 (1978) 74-78; P. NESPOULOS , «Pontano et la plaisanterie», en Acta Conventus Neo-Latini Amstelodamensis , Munich, Fink, 1979, págs. 803-819; G. FERRONI , « La teoria classicista nella facezia da Pontano a Castiglione», Sigma 13 (1980) 69-96.

189 Una buena edición moderna es la de G. BEBERMEYER , ed., Heinrich Bebels Facetien: Drei Bücher , Leipzig, Hiersemann, 1931. Sobre la llamada «Biblia de Bebel», cf . G. HESS , «Ioci Teutonici : Funktion der Sprachmischung in Heinrich Bebels Fazetien», en ídem, Deutsch-Lateinische Narrenzunft: Studien zum Verhältnis von Volksprache und Latinität in der satirischen Literatur des 16. Jahrhunderts , Munich, C. H. Beck’sche, 1971, págs. 260-271; P. ANTHONY , «Studien zu Heinrich Bebels Facetiae und ihren übersetzungen», en Sprache und Sprachhandeln: Festschrift für Gustav Bebermeyer zum 80. Geburtstag , J. Möckelmann, ed., Hildesheim, Olms, 1974, págs. 89-114; J. LEFEBVRE , «Les Facetiae de Heinrich Bebel», Réforme, Humanisme, Renaissance 7 (1978) 36-40.

190 Margarita facetiarum Alfonsi Aragonum regis vafre dicta. Proverbia Sigismundi et Friderici tertii Ro. lmperatorum. Scomata loannis Keisersberg concionatoris Argentinensis. Marsilii Ficini Florentini de Sole opusculum. Hermolai Barbari Orationes. Facetiae Adelphinae , Estrasburgo, Grüninger, 1508; reeditada en 1509.

191 P. CORTESI , De cardinalatu , Castro Cortesi, 1510, libro II, capítulo 9 («De sermone »), «Facetie et Ioci» (LXXXVv-LXXXVIIIr). El libro fue impreso póstumamente en una edición privada, y no ha sido nunca reeditado. Hay una copia en la Houghton Library de Harvard.

192 Cf . B. C. BOWEN , «Paolo Cortesi’s Laughing Cardinal», en A. MORROGH et alii , eds., Renaissance Studies in Honor of Craig Hugh Smyth , Florencia, Giunti Barbèra, 1985,1, págs. 251-259.

193 Hay ediciones modernas de H. ÖSTERLEY , Stuttgart, 1866, y de J. BOLTE , Berlín, H. Stubenrauch, 1924 (2 vols.).

194 Cf . M. BAMBECK , «Peire Cardenal, Guilhem de Montanhagol und Johannes Pauli: Zur Wanderung des Motivs vom Narrenregen», Germanisch-Romanische Monatschrift 34 (1984) 351-355; ídem, «Weder Kuh noch Kalb: Zu einem Exempel bei Johannes Pauli», Archiv 221 (1984) 130-132.

195 Desiderius Erasmus, «Convivium fabulosum », en Opera omnia Desiderii Erasmo Roterodami , 1.3 Colloquia , edición de L.-E. Halkin et alii , Ámsterdam, North-Holland Publishing Co., 1972, págs. 438-449.

196 M. BATAILLON , «Erasme conteur: folklore et invention narrative», en Mélanges... Pierre Le Gentil , París, S.E.D.E.S., 1973, págs. 85-104; H. TRÜMPY , «Theorie und Praxis des volkstümlichen Erzählens bei Erasmus von Rotterdam», Fabula 20 (1979) 239-248.

197 ERASMO DE ROTTERDAM , Apophthegmatum sive scite dictorum libri VI , Basilea, 1531; luego aumentados a ocho libros en la cuarta edición (Basilea, 1532).

198 Ioci ac sales mire festivi, ab Ottomaro Luscinio Argentino.. ., n.p.n.d. [Augustae Vindelicorum, 1524].

199 Cf . CH . SCHMIDT , Histoire littéraire de l’Alsace à la fin du XVe et au commencement du XVIe siècle , París, Sandoz and Fischbacher, 1879, II, 174-208; H. A. LIER , «Ottmar Nachtigalls Ioci ac sales mire festivi: ein Beitrag zur Kenntnis der Schwanklitteratur im 16. Jahrhundert», Archiv für Litteraturgeschichte 11 (1882) 1-50.

200 ADRIANU S BARLANDUS , Iocorum veterum ac recentium duae centuriae , Lovanii, apud Petrum Martnum Alostensem, 1524.

201 E. DAXHELET , Adrien Barlandus: humaniste belge , Lovaina: Librairie Universitaire, 1938, págs. 145-148.

202 A Hundred Mery Talys , H. ÖSTERLEY , ed., 1866; reimpreso por L. R. A. ASHLEY , Gainesville, Fla.: Scholars’ Facsimiles and Reprints, 1970; asimismo, P. M. ZALL , A Hundred Merry Tales and Other English Jestbooks of the Fifteenth and Sixteenth Centuries , Lincoln, University of Nebraska Press, 1963.

203 Cf . J. B. LIPKING , Traditions of the facetiae and their Influence in Tudor England , diss., Columbia University, 1970, Ch. IV, esp. págs. 187-225 y 248-252.

204 Cf . LIPKING , op. cit . (1970), págs. 342-310.

205 The Letters and Epigrams of Sir John Harington , ed. de N. E. MAC CLURE , Philadelphia, 1930.

206 G. PONTANO , De sermone , edición de S. LUPI y A. RISICATO , Lugano, Thesaurus Mundi, 1954, VI, 2, pág. 185.

207 Marido: «Extraños alojan sus flechas en tu aljaba»; dama: «Mi barcaza a veces es gobernada con mineral ¿forren?; pero nunca embarco a nadie sin estar antes segura de que el casco está totalmente cargado con tu lastre».

208 La edición standard del Il Cortegiano es la de V. CIAN , Florencia, Sansón, 19474 . Cf. LIPKING , op. cit. (1970), págs. 291-310.

209 Cf . L. VALMAGGI , «Per le fonti del Cortegiano », Giornale storico della letteratura italiana 14 (1889) 72-93; P. FLORIANI , «Esperienza e cultura nella genesi del Coriegianoi», Giornale storico della letteratura italiana 146(1969)497-529, esp. págs. 514-519; R. GRUDIN , «Renaissance Laughter: the Jesús in Castiglione’s Il Cortegiano », Neophilologus 58 (1974) 199-204; J. GUIDO , «Festive narrazioni, motti et burle (beffe ): l’art des facéties dans le Courtisan », en M. MARIETTI et alii , eds., Formes et significations de la beffa dans la littérature italienne de la Renaissance , 2a serie, París, Université de la Sorbonne Nouvelle, 1975, págs. 171-210.

210 Cf . LIPKING , op. cit. (1970), págs. 311-341.

211 Cf . A. J. DA COSTA PIMPÂO , «André Eborense e o seu livro de “Sentenҫas e ejemplos”», en Escritos diversos , Coimbra, 1972.

212 cf . M. BERGONZINI , «Due opposte collezioni di apoftegmi: la Floresta Española de Melchor de Santa Cruz, la Nova Floresta “Portuguesa” di Manuel Bernardes», Via Spiritus 13 (2006) 121-222.

213 Cf . M. P. CUARTERO SANCHO , Fuentes clásicas de la literatura paremiológica española del siglo XVI , Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1981; A. BLECUA , «La Littérature apophtegmatique en Espagne», en A. REDONDO , L’Humanisme dans les lettres espagnoles, París, 1979, págs. 119-132; M. CHEVALIER , «Proverbes, contes folkloriques et historiettes dans les lettres traditionnelles dans les oeuvres des humanistes espagnols parémiologues», en ídem, L’Humanisme... (1979), págs. 105-118; A. C. SOONS , Haz y envés del cuento risible en el Siglo de Oro. Estudio y Antología , Londres, Tamesis Books Limited, 1976.

214 P. MEXÍA , Silva de varia lección compuesta por el magnífico caballero.... ed. J. GARCÍA SORIANO , S.B.E., 2.a época, Madrid, 1933,t. I, pág. 168.

215 ERASMO DE ROTTERDAM , Libro de Apothegmas, que son dichos graciosos y notables , trad. de Támara, Amberes, 1549.

216 MEXÍA , Silva ..., op. cit ., t. I, pág. 467.

217 JUAN DE TIMONEDA , Buen Aviso y Portacuentos , ed. E. JULIÁ MARTÍNEZ , Obras de Juan de Timoneda , S.B.E., 2.a época, Madrid, 1947-1948 (3 vols.), t. I.

218 M. SANTA CRUZ , Floresta española , ed. de M. P. CUARTERO y M. CHEVALIER , Barcelona, Crítica, 1997, pág. 145.

219 Además de los autores citados, se hacen eco del mismo los siguientes autores y obras: PETRARCA , Rerum memorandarum libri , ed. G. Billanovich, Florencia, Sansoni, 1945, II, 48, 1; Mensa philosophica , s. i., s. 1., circa 1487 (= circa 1470), IV, «De diversis artificibus», K6r; PONTANO , De sermone , ed. de S. Lupi-A. Riscato, Lugano, Thesaurus Mundi, 1954, V, 2, 42; L. DOMICIO BRUSONI , Facetiae exemplaque , Roma, Iacobus Mazochius, 1518, II, fol. 55v; ERASMO , Colloquia , «Puerpera», en Opera omnia , ed. L. E. Halkin-F. Bierlaire-R. Hoven, Ámsterdam, North-Holland Publishing Company, 1972, 1, 3, pág. 469 (alusión); O. LUSCINIO ARGENTINO , Ioci ac sales festivi , Augsburgo, Typis Symperti Ruff., 1524, n.° 198; ERASMO , Apophthegmata, Lyon, Seb. Gryphius, 1548, VI, «Varie Mixta» 16, pág. 464 (traducción de F. Támara, Amberes, Martín Nucio, 1549, fol. 314v); J. GAST , Sermones convivales , Basilea, Bartholomaeus Westhemerus, 1542, M3r-v; LYCOSTHENES , Apophthegmata ex probatis graecae latinaeque linguae scriptoribus , Lyon, Iacobus Stoer, 1594 (= 1555), págs. 241a-b y 362a; L. GUICCIARDINI , L’hore di ricreazione , Venecia, F. GINAMI , 1655, págs. 85-86. Con posterioridad a la Floresta de Santa Cruz, el relato aparece en varios textos castellanos: AMBROSIO DE SALAZAR , Las clavellinas de recreación , Ruán, Adrien Morront, 1614, 105, pág. 204; LOPE DE VEGA , El llegar en ocasión , en Comedias , ed. Marcelino Menéndez Pelayo, Madrid, BAE, 1963-1972, vol. II, 247, pág. 83a; LOPE DE VEGA , Nadie se conoce , en Obras , Madrid, Real Academia Española, 1916-1930, vol. VII, pág. 702b; FRANCISCO DE QUEVEDO , Premática del tiempo, en Obras satíricas y festivas , ed. Jose M.a Salaverría, Madrid, Espasa Calpe, 1965, pág. 57 (alusión). Figura también en otras colecciones latinas: PAOLO MANUZIO , Apophthegmata, Venecia, ex aedibus Manutianis, 1577, VI, págs. 480-481; GERARDO TUNINGIO , Apophthegmata Latina, Leiden, Officina Plantiniana Raphalengii, 1609, pág. 72. También figura, dado que saquea la Floresta española , en la colección francesa Les subtiles et facétieuses recontres de J. B., París, Imprimerie de J. Martin et de Jean de Bordeaux, 1630, pág. 21.

220 G. VASARI , «Vita di Michelagnolo Buonarroti», en Delle vite de ’piu eccelenti pittori, scultori et architecti (1550), Bolonia, Heredi di Evangelista Dozza, 1647, págs. 147-148, y A. CONDIVI , Vita di Michelagnolo Buonarroti , Roma, Antonio Blado, 1553, fol. 48v.

221 JUAN DE TIMONEDA , Sobremesa y Aviso de caminantes , ed. E. JULIÁ MARTÍNEZ , Obras de Juan de Timoneda , S.B.E., 2.a época, Madrid, 1947-1948 (3 vols.), t. I.

222 FRAY ANTONIO DE GUEVARA , «Epístola LIX. Letra para D. Enrique Enríquez en la cual el autor cuenta la historia de tres enamoradas antiquísimas, y es letra muy sabrosa de leer, en especial para los enamorados», Libro primero de las epístolas familiares , Madrid Aldus, 1950-1952 (= BAE, vol. XIII, Madrid 1850).

223 Esta famosa anécdota de Augusto y el colchón o colcha del deudor es reproducida en otras muchas colecciones humanísticas: Petrarca, Rerum memorandarum libri , ed. cit. (1945), II, 38, 11; PONTANO , De sermone , ed. cit. (1954), V, 2, 27; BRUSONI , Facetiae , ed. cit. (1518), V, fol. 162v; LUSCINIO , Ioci ac sales festivi , ed. cit. (1524), n.° 187; ERASMO , Apophthegmata , ed. cit. (1548), IV, «Augustus» 31, pág. 284 (traducción de Támara, ed. cit., 1549, fol. 57r, y de Jarava, fol. 150r); GAST , Sermones convivales , ed. cit. (1542). D4r; LYCOSTHENES , Apophthegmata , ed. cit. (1594), págs. 169a y 244a; MANUZIO , Apophthegmata , ed. cit., IV, pág. 288; TUNINGIO , Apophthegmata Latina , ed. cit. (1609), págs. 13-14; GUICCIARDINI , L’hore di ricreazione , ed. cit. (1655), págs. 44-45; SALAZAR , Clavellinas , ed. cit. (1614), 56, págs. 129-130. El apotegma clásico aparece igualmente aludido en F. DE ARCE , Adagio , quincuagena primera, n.° 39 (glosa al refrán «El que algo debe no reposa como quiere»); y en H. NÚÑEZ , fol. 2ra (proverbio francés: Achète le lit d’un grand débiteur, car á dormir il porte bonheur, «Compra el lecho de uno que está muy adeudado, que para dormir él te traerá buen recaudo»),

224 JUAN DE MAL LARA , Filosofía Vulgar , ed. de Antonio VILANOVA , Barcelona, Selecciones Bibliófilas, 2.a , 1958 (4 vols.). t. III, pág. 121.

225 MAL LARA , Filosofía Vulgar , ed. supra cit. , t. IV, pág. 69.

226 La expresión «tender una moneda a un elefante» parece ser proverbial.

227 SANTA CRUZ , Floresta ..., ed. supra cit . (1997), pág. 241.

228 Reproducen el apotegma clásico otras muchas colecciones humanísticas: PETRARCA , Rerum memorandarum libri , ed. cit. (1945), II, 38, 5; BRUSONI , Facetiae exemplaque , ed. cit. (1518), III, fol. 76v; LUSCINIO , Ioci ac sales festivi , ed. cit. (1524), n.° 38; ADRIANO BARLANDO , Iocorum veterum ac recentium libri tres (1524-1529), Amberes, Michaelem Hillenius, 1529,1, A4r; ERASMO , Apophthegmata , ed. cit. (1548), IV, «Augustus» 20, pág. 280; GAST , Sermones convivales , ed. cit. (1542), E6v; LYCOSTHENES , Apophthegmata , ed. cit. (1594), págs. 36lb-362a; MANUZIO , Apophthegmata , ed. cit., IV págs. 284-285; TUNINGIO , Apophthegmata Latina , ed. cit. (1609), pág. 10. LUDOVICO DOMENICHI (Facezie , Florencia, Appresso y Giunti, 1564 (= 1548), III, pág. 138) cuenta una facecia parecida, en la que un tamborilero giboso, y gracioso, pide al cardenal Gurgense que, puesto que ha ido a Florencia para rehacer todas las cosas mal hechas, que lo rehaga a él. La versión de Santa Cruz se difundió en TUNINGIO , Apophtegmata Hispanica , Leiden, Officina Plantiniana Rapheiegii, 1609, pág. 8: J. B., Les subtiles et facétieuses recontres , ed. cit. (1630), pág. 40; SALAZAR , Tres tratados propios para los que desean saber la lengua española , París, 1643, pág. 116.

229 SANTA CRUZ , Floresta ..., ed. supra cit. (1997), pág. 183.

230 Augusto juega con el doble sentido de familiaris , «amigo íntimo» o «esclavo de la casa»; esto es, le reprocha a su anfitrión que le sirva un rancho de esclavo.

231 L. GUICCIARDINI , L’hore di ricreazione , Venecia, Francesco Ginami, 1565, pág. 30.

232 Reproducen asimismo el apotegma clásico otras colecciones humanísticas: PETRARCA , Rerum memorandarum libri , ed. cit. (1945), II, 38, 7; BRUSONI , Facetiae exemplaque , ed. cit. (1518), II, fol. 32v; BARLANDO , Ioci , ed. cit. (1529), I, A4r; ERASMO, Apophthegmata , ed. cit. (1548), IV, «Augustus” 27, pág. 283 (traducción de Támara, ed. cit., fol. 56v [46 por error de foliación] y de Jarava, ed. cit., fol. 149v); LYCOSTHENES , Apophthegmata , ed. cit. (1594), págs. 114b y 244a. La anécdota clásica reaparece en MANUZIO , Apophthegmata , ed. cit., IV, págs. 287-288; TUNINGIO , Apophthegmata Latina , ed. cit. (1609), pág. 12; SALAZAR , Clavellinas , ed. cit. (1614), 29, págs. 73-74. La versión de Santa Cruz se difundió en GARIBAY , Cuentos , Madrid. Atlas, pág. 218a. Como agudeza de Augusto la mantiene BALTASAR GRACIÁN , Agudeza y arte de ingenio, ed. Evaristo Correa Calderón, Madrid, Castalia, 1969, XLVI, 11, pág. 140. Como dicha por «el otro» indeterminadamente, la cita LOPE DE VEGA , Santiago el Verde, Obras , Madrid, Real Academia Española, 1916-1930, III, XIII, pág. 577b.

233 Cf. J. SCOTT , traductor, Tales, Anecdotes and Letters, translated from Arabic and Persian , Shrewsbury, 1800, págs. 300-301.

234 Sobre las versiones medievales y renacentistas, cf. J. W. HASSELL , Jr., Sources and Analogues of the Nouvelles Récréations et Joyeux Devis of Bonaventure des Périers , University of North Caroline Studies in Comparative Literature, n.° 20, Chapel Hill, N. C., 1957, págs. 76-77.

235 JUAN DE SALISBURY , Policraticus , trad. y ed. de JOHN B. PIKE , Frivolities of Courtiers and Footprints of Philosophers , Minneapolis, University of Minnesota Press, 1938, pág. 207.

236 FRANCESCO PETRARCA , Opera quae extant omnia ..., Basilea, H. Petri, 1554, Rerum memorandarum libri IIII , II, III, ext. 2, pág. 472.

237 Para el texto y una breve descripción del manuscrito del que está tomado, cf . G. PAPANTI , Catalogo dei novellieri italiani in prosa , Livorno, Vigo, 1871,1, iii, XLIX-L (n.° 27). Para una descripción más completa del manuscrito, cf . G. BIAGI , ed., Le Novelle antiche ..., Florencia, Sansoni, 1880, págs. C-CI; cf. asimismo A. D ’ANCONA , «Le Fonti del Novellino », Romania 2 (1873) 385-422 y 3 (1874) 164-194.

238 TH . F. DUNN , The Facetiae of the Mensa Philosophica , St. Louis, 1934, pág. 21 (n.°3).

239 J. PAULI , Schimpf und Ernst , ed. Johannes BOLTE , Berlín, Stubenrauch, 1924, I, 290 (n.° 502).

240 ERASMO , Apophthegmatum sive scite dictorum libri VI , Basilea, 1531, IV Augusto , 33, págs. 284-285. Erasmo incluye otro apotegma parecido, protagonizado por un procónsul romano en Sicilia (Apophthegmatum .., VI, Varie Mixta, 93, pág. 478).

241 MEXĺA , Silva ..., op. cit. , t. I, pág. 247.

242 Cf . textos supra cit .

243 B. DES PÉRIERS , Nouvelles récréations et joyeux devis , Lyon, Robert Granjon, 1558, nouvelle XV-C.

244 J. AGRICOLA , Dreihundert gemeyner Sprichwörter , Leipzig, Blum, 1530, n.° CLIX.

245 L. DOMENICHI , Historia varia , Venecia, 1555, págs. 761-762.

246 S. FREUD , Jokes and their Relation to the Unconscious , trad. de James STRACHEY , Nueva York, 1963, págs. 68-69.

247 Para la historia complementaria de la transmisión medieval del Comentario al «Sueño de Escipión » de Cicerón de Macrobio, léase NAVARRO ANTOLÍN , op. cit. , págs. 97-113.

248 Estos cinco códices son: Paris. lat. 6.370 (francés, siglo IX in.); Paris. lat. 6.371 (¿francés?, siglo XI ), Troyes 514 (francés, siglo XII ex.), Cambridge, Corpus Christi College 71 (escrito en St. Albans, siglo XII ); Paris. lat. 6.367 (escrito probablemente por Richard de Fournival, siglo XIII ).

249 Para la evolución de la popularidad de las obras de Macrobio, se puede consultar la tabla de B. C. BARKER -BENFIELD , facilitada en la obra de REYNOLDS , op. cit. (1983, reimpr. 1988), pág. 224.

250 Para la historia de la transmisión medieval de las Saturnales de Macrobio, léase P. K. MARSHALL , «Macrobius: Saturnalia », en L. D. REYNOLDS , ed., Text and Transmisión . A Survey of the Latin Classics , Oxford, Clarendon Press, 1983 (reimpr. 1998), págs. 234-235; RAVENTÓS , op. cit. (2003), págs. 48-50.

251 A. LA PENNA , «Studi sulla tradizione dei Saturnalia di Macrobio», Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa 22 (1953) 225-252.

252 A este primer grupo pertenecen igualmente el Neapolitanus V. B. 10 (siglo IX-X ), y el Oxoniensis Bodleianus Auct. T II 27 (siglo IX ex.). Willlis, en su edición Teubneriana, agregó a este grupo el Matritensis Escorialensis Q. 1. 1. (siglo XV ), manuscrito muy tardío, muy contaminado y degener filius de la familia.

253 A este segundo grupo pertenecen igualmente el Montepessulanus H. 225 (siglo IX ), el Vaticanus lat. 5.207 (siglo X ) y el Vaticanus Reginensis lat. 1.650 (siglo IX-X ). Willis agregó a esta familia de códices el Matritensis Escorialensis C. III. 18 (siglo XII ).

254 A este tercer grupo pertenecen asimismo el Florentinus Laurentianus 90 sup. 25 (siglo XII-XIII ), el Vaticanus lat. 3.417 (siglo XII ) y el Anglicus o Cantabrigiensis Vniversitatis , Ff. III, 5 (siglo XIII ).

255 J. A. WILLIS , «De codicibus aliquot manuscriptis Macrobii Saturnalia continentibus», Rheinisches Museum 100 (1957) 152-164; ídem. «De Macrobii codice Montepessulano», Rheinisches Museum 97 (1954) 287 ss.

Saturnales

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