Читать книгу Tres mil viajes al sur - Manuel Machuca - Страница 5

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Aurea mediocritas

El barrio que me habita sabe hablar en dialecto

como haría Berceo,

conoce cómo suena sin dudarlo la voz del tapicero,

no teme a que se manchen sus dedos

de albero enfanguecido,

aprendió cómo huele diciembre

en la nariz de un niño…

Vuelve cada dos lustros a acortarme la falda

cuando me salen granos,

no pide que dedique un poemario

a sus bancos sin pipas.

Cuando el mundo se torna árido rascacielos,

tribuna del pedante

vuelvo a sus plazoletas a esperar cómo el tiempo

se alarga a voluntad;

las líneas de mi mano adivinaron

que siempre se regresa torpemente

al lugar del delito.

Anabel caride

Tres mil viajes al sur

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