Читать книгу Imaginando lo representado en el cuadro - Manuel Roldán Pérez - Страница 12

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Morayma

(Pintura y apuntes de Carmen López Rey)

—Todavía me acuerdo del tute de andar que nos pegamos el mes pasado cuando hicimos la Ruta de las esculturas y bustos de Córdoba. —Dijo Rafael a Victoria.

—Y yo, pero mereció la pena. Son magníficas en su mayoría, y sobre todo por la cultura que encierran.

—Pues ahora no vamos a caminar tanto, pero si algo. Y es que ir desde la Plaza del Potro, donde está el Museo de Julio Romero de Torres, a los Jardines de Colón, donde está el Palacio de la Merced, y allí exponen unos fantásticos cuadros, tiene también un paseíto.

—Anda y no te quejes, que el andar es bueno. —Le dijo sonriendo Victoria a Rafael.

—No si yo no me quejo por el andar, sino por las cuestas. Y es que a mi, me cuesta subir las cuestas.

—Venga y no hagas chistes malos. Cuestas las de Puente Genil, que desde la calle La Plaza al Romeral, si que hay un par de cuestas, las de la cuesta Baena y la calle Aguilar. —Le recordó Victoria.

—Si pero nadie dice de Puente Genil la llana. Y de Córdoba es publico y notorio, que le llaman: “Cordobita la llana”. Y mira el desnivel que hay desde el río a las Tendillas.

—Ah, por cierto, creo que ya se de donde viene ese calificativo cariñoso. Pues el otro día, no se porqué, vi en internet, en un traductor, que “el paraíso” en árabe se pronuncia “aljana”, e investigando sobre ello, hay quien dice que con el transcurso de los tiempos fue derivando a: “alyana”. No obstante, siguiendo con la investigación, leí que paraíso en árabe se escribe “Jannah”, así que no van muy decaminados.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Pues que en muchos textos andalusíes se nombre a Córdoba con nostalgia como “el paraíso”.

—Ahora entiendo, cuando decían “Córdoba alyana”, no significaba “Córdoba la llana”, sino “Córdoba el paraíso”.

—Oye eso es precioso lo que dices. —Dijo Rafael eufórico por lo que le dijo Victoria.

Así hablando, hablando, se hallaron delante del Museo de Julio Romero de Torres. Y al salir:

—Mira al frente. La Posada del Potro que ahora es el Centro del Flamenco Fosforito.

—¡Es verdad! Que orgullo ver que un paisano ha llegado tan lejos.

—Lejos, lejos lo que nos queda el Palacio de la Merced. Anda vamos que se nos hace tarde.

Así que callejeando por el casco antiguo llegan a Las Tendillas, donde el reloj le dio la hora con rasgos de guitarra flamenca, suben por la Cruz Conde, tuercen por la Ronda de los Tejares, y ya están prácticamente entrando en la sala de exposiciones.

—Te has dado cuenta de lo precioso que es este palacio, en especial su fachada.

—Claro. Es un orgullo tener un edificio así. Pero vamos a contemplar los cuadros que hay expuestos y saborear lo que veamos.

Así parándose de cuadro en cuadro, quedan asombrados al ver la perfección de representación de estas columnas y arcos de la Mezquita.


—Ohhh. Mira que belleza de este. —Y Rafael cogió a su mujer cariñosamente del brazo y la puso delante de este lienzo.


—¿Quién es? —Preguntó Victoria a Rafael.

—Creo que es Morayma, una noble granadina árabe, que fue la esposa de Boabdil.

—Pues era muy joven, y muy bonita.

—Y tanto. Los cronistas de aquella época la describían como muy linda y seductora. Incluso un poeta musulmán aseguraba que tenía los ojos grandes y expresivos, y que a través de sus ropas se adivinaban unos hombros, brazos, caderas y talle clásicos y de opulentos contornos.

—Pues la pintora lo ha sabido reflejar muy bien en su lienzo.

—Oye, y ¿con qué edad se casó con Boabdil?

—Con quince años, pero pocos días después de su boda, su suegro encarceló a su esposo y a ella la confinó en un Carmen de Granada.

—Y ¿eso, hasta cuando estuvo confinada?

—No se, pero a partir de entonces no pudo ver a sus tres hijos, Aixa, Áhmed, y Yüset, hasta después de la conquista de Granada por los Reyes Católicos.

—Y ¿ella también fue expulsada hacia Fez con su familia?

—No. Ella murió poco antes de que partieran, siendo enterrada en la mezquita de Mondújar, un pueblo de la provincia de Granada.

Algo mas sobre Morayma le explicó Rafael a su mujer.

—Uf, que lección de historia me has dado. Pero a mi me interesa más el lado humano de la pintura.

—Ah, para eso hemos de imaginar lo que sintió la artista que pintó el cuadro.

—Pues yo te lo voy a mostrar, por mi sentido femenino y admiradora de la pintora:

•Me da la impresión de que está embarazada, esperando un hijo varón.

•El tocar su vientre es señal de que tiene fe en este, su hijo, que será quien consiga recuperar todo lo perdido por su marido y antepasados.

•Y si ello no fuera posible, al menos habría ganado el amor de su familia.

•Y fíjate con detalle, la pintora ha sabido translucir las dunas del desierto sobre el vientre de Morayma.

—Me dejas anonadado. Qué bonito lo has dicho.

—Más bonito lo ha pintado Carmen López Rey, que mira su segundo apellido hace consonancia con la realeza del cuadro.

—Es verdad, si la vemos, la felicitamos.

—Me creo que no va a poder ser, porque ya vienen a decirnos que nos vayamos pues van a cerrar.

—Vámonos, y que no es por eso, sino porque se nos ha hecho tarde y hemos quedado en la Arruzafa con unos amigos y seguro que ya estarán allí.

Imaginando lo representado en el cuadro

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