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Introducción

María Angélica Garzón Martínez

El 10 de diciembre de 1882, Salvador Camacho Roldán da la bienvenida a las vacaciones de un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia mediante un discurso celebrativo del entusiasmo estudiantil por acercarse al conocimiento y de la prosperidad que los nuevos científicos aportarán al país. Alienta a los jóvenes universitarios a gozar de su tiempo de descanso regocijándose con el abrazo de sus madres y con el calor de hogar; invita al contacto con la naturaleza, al reencuentro con sus pueblos y a no olvidar a su nodriza, la universidad, donde los condiscípulos intelectuales se reúnen en torno al gran proyecto de la patria.

Hallo en este discurso, y en la figura de su autor, algunas claves para entender el desenvolvimiento en Colombia de una ciencia que, si bien llegó tempranamente, casi siglo y medio después de su aparición seguimos reclamando su consolidación: la sociología. El discurso —que se ocupa de una ciencia apenas naciente e indaga por las leyes del desarrollo histórico de las naciones— es un mensaje significativo para quienes se forman en ciencias sociales y determinan un interés específico en la sociología, gracias a su exposición de principios, que bien pueden constituirse en el objeto de una ciencia apenas en proceso de construcción y que, finalizando el siglo XIX, no contaba aún con corpus y métodos definidos1. Obras como La división del trabajo social o Las reglas del método sociológico de Émile Durkheim, o La ética protestante y el espíritu del capitalismo de Max Weber, tenidos como padres de la sociología, fueron escritas casi en paralelo con esta alocución.

De allí que Henao señale una temprana asimilación de la sociología en Colombia: “una ciencia más en boga en Inglaterra y Estados Unidos”2 y asocie dicha asimilación a las inquietudes de los patricios de la época por la debilidad de la nación. Así, el discurso de Camacho Roldán también es de interés general porque evidencia las angustias y esperanzas de una generación de pensadores que apuestan por consolidar la nación colombiana en una época convulsionada que propone grandes cambios en búsqueda del progreso: la Regeneración, movimiento que apostó por la estabilidad de un país que en su vida constitucional no había podido superar las guerras civiles, revoluciones, golpes y toda una serie de trastornos internos en el Estado3.

Finalmente, es significativo porque se constituye en la primera lección de sociología impartida en Colombia, o en su lección inaugural4. A pesar de que dos años antes, en un escenario similar, Rafael Núñez había nombrado a la sociología como un curso obligatorio de educación política por ser una ciencia capaz de modificar criterios dominantes, es en el discurso de Camacho Roldán donde se elabora sobre su carácter científico y su objeto de conocimiento.

Nacido en 1827 en Nunchía (Casanare), Salvador Camacho Roldán fue una figura desta- cada en diferentes ámbitos de la vida nacional. Abogado de la Universidad del Rosario, ejerció como periodista, político, literato y docente, además de ser un viajero incansable. Protagonizó importantes debates con respecto al gobierno, la sociedad, la cultura y la economía. Inspirado por la caída de la monarquía francesa, al igual que buena parte de Latinoamérica5, adoptó ideas liberales y de progreso que delinearon su proyecto de modernización del país, haciendo hincapié en la necesidad de conectar el territorio nacional mediante vías de comunicación y de fomentar la agricultura, la industria, el comercio, la educación y, en especial, la salvaguarda de las libertades individuales.

Hijo de su época, encarnó bien el espíritu civilizador de mediados del siglo XIX promovido por una naciente burguesía ilustrada que cimentaba su fe en paradigmas de evolución y progreso. Hizo parte de unas élites que luchaban por imponer sus ideales frente al proyecto nación: una figura territorial, política y administrativa que cohesionara a la población bajo un mismo ideal y le permitía igualarse o, por lo menos, transitar los rumbos históricos de la sociedad europea o norteamericana para lograr su mismo nivel de desarrollo.

Definido por Uribe Celis como positivista, ilustrado, anticlerical y liberal de firmes convicciones6, Camacho Roldán es un conocedor del territorio, su geografía, geología, agricultura y economía: “Un partidario de las tendencias descentralizadoras y federalistas (…) parte del ala moderada de los radicales”7; en general, y en palabras del mismo Uribe Celis, un self-made man que gracias a su experiencia en diversos temas y su capacidad descriptiva y analítica elabora una prolija obra económica, literaria, periodística y sociológica8. Signatario de la Constitución Política de 1886, apeló a la separación de poderes en el Estado, propuso la agricultura como industria nacional, llamó la atención sobre la necesidad del desarrollo industrial, la necesidad de preservar la garantía de las libertades individuales y de estructurar el Estado moderno a partir de postulados científicos.

Bajo la influencia del positivismo, particu- larmente del organicismo y evolucionismo de Spencer9, dirigió su interés sociológico a la forma en que colectivos humanos asentados en un mismo territorio adquieren sentimientos comunes y desarrollan formas de solidaridad10. El desencantamiento del mundo descrito por Max Weber alimenta el pensamiento de aquellos intelectuales europeos que abrazan la idea de la historia como un proceso lineal de mejora, de razón, de saber como poder, en la que el hombre es artífice de su destino11. Camacho Roldán no es ajeno a este pensamiento y, de la mano de la teoría de Spencer, supone la existencia de un cambio social regido por leyes —al estilo del mundo material y las leyes físicas— que puede conocerse, dictaminarse y controlarse. A partir de esto, en su discurso, propone comprender la sociedad como el producto de la evolución en el que estructuras complejas sustituyen las arcaicas, abriendo paso a grados mayores de libertad individual.

Para Camacho Roldán, la sociología indaga por el cambio social, sus leyes y sus formas, particularmente, por aquella que denomina na- ción; una organización que surge de un proceso histórico motivado por el anhelo de seguridad y libertad individual, por lo tanto, una estructura social edificada en los cimientos del derecho, de la razón. Dicha organización cuenta con unas reglas generales que implican relaciones de autoridad y obediencia, en donde destaca la división del trabajo, de intereses y de factores diversos. Sus asociados conforman los órganos de un mismo cuerpo y aquí asoma el tema principal del discurso y uno de sus aportes más importantes en términos sociológicos: el esfuerzo por definir un objeto de estudio. Aunque el discurso versa sobre la nacionalidad, tal categoría puede asimilarse con el concepto de sociedad pues refiere a una estructura particular de organización colectiva12.

La estructura social descrita por el autor se sustenta en diferentes tipos y formas de organización: civil, militar, industrial, intelectual. La primera se orienta a mantener la paz, la segunda a la defensa de la nación, la tercera al desarrollo económico y la cuarta a la orientación de todo lo anterior. Los vínculos de cohesión de la población se producen desde sentimientos de colectividad desarrollados a partir de una historia y un porvenir en común y a través de elementos como la lengua, la tradición, la jurisprudencia, la literatura, entre otros. Ahora bien, para el autor, el vínculo más fuerte de la unidad de una nación es la comunidad del derecho y la libertad individual, señalando así el papel social de las organizaciones políticas: garantizar el desarrollo del individuo.

Otros temas del resorte de la sociología que hacen parte del discurso, como el cambio social, el derecho de propiedad o el gobierno, ocupan varios tramos y evidencian el interés del autor por exponer la complejidad y variantes de la nueva ciencia. Su argumento principal es que la sociedad transita hacia formas sociológicas que dan primacía al individuo y a su capacidad de pensamiento. Esto propone mayores grados de especialización, una división del trabajo profunda y redes de intercambio económico más densas que van delineando lo que puede considerarse una sociedad moderna que ha alcanzado grados importantes de progreso. El motor de todo este proceso tiene que ver, en buena parte, con la idea de propiedad que encierra a su vez una concepción de individualidad.

El segundo aspecto de interés del discurso es la definición de leyes sociales. Recordemos que el principal reto para la naciente sociología europea era adquirir estatus de legitimidad como ciencia a partir de un método propio y de su capacidad para determinar leyes asociadas al comportamiento colectivo. Camacho Roldán ensaya el planteamiento de algunas, desde la creencia de que las leyes de la naturaleza pueden ser trasladadas al mundo social. De esta forma, propone una primera ley sociológica que, en sus términos, puede denominarse “crecer y multiplicarse”. Esta ley aplica tanto a seres individuales como colectivos. Hace referencia a fenómenos de transformación que van desde la debilidad, la virilidad y la madurez, hasta llegar a la descomposición, decadencia o muerte. En general, el ciclo de la vida.

El proceso anterior es definido por el autor como evolución, un fenómeno que le resulta “misterioso” y que acompaña la reproducción de la vida, de sus formas físicas, intelectuales y morales. A la vez, dicho proceso se presenta en un escenario de escasez de recursos lo que propone luchas por la supremacía en las que se impone el más fuerte. Estas luchas socialmente se traducen en guerras por territorios, por intereses comercia- les, por independencias o conquistas o por lograr influencia política o social. Así, la primera ley no habla solo de la vida y su reproducción, sino de la confrontación y luchas por imponerse.

De lo anterior se desprende la segunda ley sociológica que es tomada de la propuesta de selección natural realizada por Darwin e interpretada por Camacho Roldán como una selección antropológica y social, donde tribus, pueblos, razas o imperios débiles sucumben ante colectivos más fuertes y mejor adaptados. Para el autor, la historia está llena de vestigios que testimonian este proceso. La lucha del hombre con la naturaleza y del hombre con el hombre propone una tercera ley sociológica: la asociatividad. Esta ley da cuen- ta de la transformación histórica de las formas políticas que varían de la totalidad a una mayor individualidad y garantía de libertades.

Para el autor, el devenir de la humanidad ha consistido en grados más amplios y complejos de asociación: la tribu, la ciudad, el Estado, las naciones. Es la necesidad de adaptarse a la naturaleza y sus cambios lo que le propuso en primer término al ser humano la asociación de sus individuos, de allí vino el lenguaje, los sentimientos, la idea de bien común y una estructuración organizativa. También formas regulativas como el derecho, que pueden pensarse en términos universales a manera de un derecho internacional que tiende a perfeccionarse en concepción y aplicabilidad. Así, el objetivo principal de la organización política es garantizar la libertad individual.

Los orígenes geológicos de la especie humana, las fuentes etnológicas de las razas, la formación de las ideas, la moral, las costumbres y sus cambios, el nacimiento de las instituciones, los límites entre la vida individual y la vida colectiva, entre otros temas, hacen parte de lo que Camacho Roldán define como el “teatro de los estudios sociológicos”, su campo de acción o su escenario. Con esto, el autor no solo se esfuerza por hacer una definición del objeto de estudio de la sociología —la nación— y de las leyes que rigen el cambio social, sino que apuesta por una definición de contenidos y límites para la nueva ciencia. Este es el tercer aspecto para destacar en el discurso: el esfuerzo por darle sustento a la sociología delineando contenidos, bordes, metodología y aplicaciones13.

Así, el discurso de Camacho Roldán es iniciador del canon sociológico colombiano. Es ejemplo de la asimilación temprana que se hizo de la sociología en Colombia alentada por un intelectual que creía firmemente en la capacidad de las élites locales para dialogar con el pensamiento europeo. Aunque sus elaboraciones pueden corresponder a una sociología eurocentrada, espontánea o parecer erradas o inexactas a la luz de lo que hoy conocemos14, el discurso no deja de ser importante en tanto aporte al desarrollo sociológico nacional, a la inquietud de dirigir los rumbos de las colectividades mediante un conocimiento que dé cuenta de sus dinámicas y particularidades y, especialmente, por la preocupación de construir parámetros que le permitan a la nación colombiana enfilarse en las rutas del progreso, del desarrollo o del bienestar.

La industria nacional, la agricultura, la conexión del país mediante vías, la constitución de un Estado moderno a tono con sociedades europeas y norteamericanas, las garantías a los derechos individuales, entre otros, no son preocupaciones del pasado. En el país actual —los constantes escándalos de corrupción paralizan, entre otras cosas, el desarrollo de su infraestructura; suenan alocadas las ideas de fortalecer la economía mediante la exportación de productos agrícolas, como el aguacate; campea la incompetencia para constituir un Estado de bienestar, o uno moderno o al menos uno social de derecho, pero en cambio es muy eficiente en reprimir con fiereza la protesta social, la búsqueda de garantía de derechos y la protección de los pactos por lograr la anhelada paz— las inquietudes de Camacho Roldán y sus palabras cobran vigencia.

La autorreflexión es responsabilidad de la sociología contemporánea. Conocer qué hemos hecho, en qué momento, bajo qué supuestos y con qué fines permite elaborar nuestra genealogía como académicos, académicas, profesionales y gremio sociológico, identificándola y transformándola de ser necesario. Esto es parte del trabajo intelectual y político que la sociedad y nuestro propio ejercicio nos invita a realizar. Conocer nuestros orígenes como pensamiento, ciencia y acción para entender nuestra historia y reconocer en ella alternativas y matrices diversas de pensamiento y acción es la oportunidad que nos ofrece la relectura de este discurso.

1 Fernando Cubides, “Estudio de la sociología”, en Escuela de litera- tura y filosofía, editado por Fernando Cubides, Luis Javier Villegas y Eduardo Santa, Bogotá: Centro de Estudios Sociales. Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 2004.

2 Alberto Henao, “La influencia del positivismo en la obra de don Salvador Camacho Roldán”, en Cien años de la sociología en Colombia. 1882-1982, editado por Carlos Uribe Celis, Alberto Henao Valencia y Miguel Ángel Hernández, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2010, 156.

3 Javier Ocampo López, “Positivismo spenceriano y tradicionalismo en la Constitución de 1886. La regeneración”, Universitas Huma- nística, vol. 15, n.o 26, 2004. https://revistas.javeriana.edu.co/ index.php/univhumanistica/article/view/10163 (Consultado el 2 de octubre de 2020)

4 Al parecer, según lo documenta Gabriel Restrepo en el prólogo del libro Cien años de la sociología en Colombia. 1882-1982 [op. cit., 9-19], previo al discurso aquí presentado ya se habían impartido clases de sociología en Popayán.

5 Gabriel Restrepo, “Prólogo a la presente edición”, en Cien años de la sociología en Colombia. 1882-1982, op. cit.

6 Carlos Uribe Celis, “Semblanza intelectual de don Salvador Camacho Roldán, precursor de la sociología en Colombia”, en Cien años de la sociología en Colombia. 1882-1982, op. cit.

7 Ibíd., 144.

8 Ibíd.

9 Henao, “La influencia del positivismo”.

10 Gonzalo Cataño, “Salvador Camacho Roldán. Fundador de la sociología en Colombia”, Credencial Historia, n.o 4, 1990. https:// www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/ numero-4/salvador-camacho-roldan-fundador-de-la-sociologia-en-colombia. (Consultado el 15 de junio de 2020).

11 Miguel Ángel Hernández, “La presentación de la sociología en Colombia, los ejes de una polémica”, en Cien años de la sociología en Colombia. 1882-1982, op. cit.

12 Cataño, “Salvador Camacho Roldán”.

13 Fernando Cubides, “Prólogo de la primera edición”, en Cien años de la sociología en Colombia. 1882-1982, op. cit.

14 Uribe Celis, “Semblanza intelectual”.

El estudio de la sociología.

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