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Débora:

La victoria no le pertenece a un hombre

En uno de los textos literarios más antiguos de la Biblia (Jueces 4 y 5), la Palabra de Dios se expresa a través de la memoria viva de una mujer sabia y valiente: Débora.

Liberados de Egipto, los hebreos enfrentaron la vida en el desierto y se propusieron la conquista de Canaán, la tierra prometida por Dios. Allí se unieron a otras tribus de su mismo origen, que estaban siendo oprimidas por los reyes de las ciudades fortificadas. Fueron doce las tribus de hebreos que se congregaron en torno de la fidelidad a Yahvé, conformando una alianza llamada Israel. En los primeros tiempos, no tenían rey, así que las necesidades eran atendidas por líderes transitorios, conocidos como jueces.

Débora está entre los seis grandes jueces que quedaron como héroes en la memoria del pueblo de Israel. Además de jueza era profetisa, pues sabía discernir y orientar a la gente en los momentos críticos. Su método consistía en sentarse debajo de una palmera para resolver los casos que se le presentaban.

Los campesinos israelitas estaban siendo atacados por numerosos reyes cananeos que esclavizaban a la gente, robaban el ganado y se apoderaban de las cosechas. Por si fuera poco, el general Sísara, jefe militar del rey Yabín, los atacó con un arsenal de guerra. Desmotivado, disperso y con sus aldeas muertas, en el pueblo de Israel no había nadie que tuviera el valor de reaccionar.

Débora tomó la iniciativa de ponerse de acuerdo con cada una de las tribus de Israel. Mandó llamar a Barac y le dijo que, por orden de Yahvé, debía organizar a la gente para la guerra. Pero Barac le respondió que solo enfrentaría a Yabín y a Sísara si ella lo acompañaba. Así, Débora se comprometió a ir con él, aunque le advirtió que la gloria de la expedición no le pertenecería: “Yahvé entregará a Sísara en manos de una mujer”.

La victoria del pueblo de Israel se celebra con el Cántico de Débora, que es un agradecimiento a Yahvé (Jueces 5). En el canto se enaltece también a otra mujer: Yael, esposa de Heber, un extranjero que practicaba la herrería y reparaba las armas de los cananeos. Sísara lo consideraba su aliado, así que no tuvo recelos cuando lo invitaron a refugiarse en su tienda. Pero Yael se unió al movimiento liderado por Débora y mató al general, utilizando una estaca de la tienda y un martillo. Por ello, los israelitas la llamaron “bendita entre las mujeres”.

Débora fue una mujer que confió en Yahvé más allá de cualquier cosa. Creyendo en sí misma y en la fuerza del pueblo unido, puso de acuerdo a las tribus, las convocó y las ayudó a organizarse. Además, invitó a la gente a asumir responsabilidades a partir de su fe. En su canto, ella también celebra el triunfo de Dios en la victoria de los campesinos de Israel.


La política… es una altísima vocación,

es una de las formas más preciosas de la caridad,

porque busca el bien común.

(Papa Francisco, Evangelii Gaudium 205).

¡Oh Dios todopoderoso, eres fortaleza

de los débiles y los vulnerables que se unen

en una alianza de paz y fraternidad!

Perdóname si me acobardo

en los momentos críticos

que vive la sociedad de la que formo parte.

Quiero practicar la caridad

en la noble forma que representa

el ejercicio de la política.

Quiero amar a mis semejantes,

haciendo política por el bien común.

Con tu gracia seré una mujer activa

en todo lugar, al servicio del pueblo

que busca condiciones humanas de vida.

Ampara a las mujeres que sufren difamación

y persecución, porque hacen política

con ética y principios cristianos.

Amén.

Mujeres que tocan el corazón de Dios

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