Читать книгу Obesidad infantil en Argentina - María Celeste Nessier - Страница 6
ОглавлениеPrólogo
Este es un trabajo meritorio, derivado del Programa de Líderes de Salud Internacional Edmundo Granda Ugalde, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), que aplica en extenso el modelo conceptual de salud internacional en un problema creciente de salud pública, como es el de la obesidad infantil y en adolescentes. Este libro, fruto de un proyecto de investigación, cumple la misión de indicar que la solución parte de reconocer la complejidad de las causas y esta debe enfocase no solo en los comportamientos individuales y en los tratamientos clínicos, sino en enseñarnos a entender las causas inmersas en los entornos globales y locales que incrementan los ambientes obesogénicos. Al mismo tiempo, propone alternativas de soluciones coherentes y en diversos niveles, teniendo en cuenta la investigación y la experiencia de los actores entrevistados.
Es este trabajo, Bibiana Gabriela García y María Celeste Nessier lograron unir sus saberes y su experiencia profesional en la aplicación de un modelo generado por la OPS/OMS en el 2007-2008, que desarrolla en profundidad la propuesta de las dimensiones internacionales de la salud incluidas en el libro Salud internacional, un debate norte-sur, producto de la reunión de residentes de salud internacional en Quebec, Canadá, en 1991.
En forma resumida, en la década de los ochenta se consolida el enfoque de los determinantes sociales de la salud y la propuesta de la promoción de la salud como un camino de la «nueva salud pública» para que las políticas públicas trabajadas en forma intersectorial y con el empoderamiento de los ciudadanos abran paso a un mundo mejor, con calidad de vida y que resuelva las inequidades e injusticias sociales.
A inicios del nuevo milenio, siglo XXI, era neoliberal y de fuerte globalización, se lanzan los Objetivos de Desarrollo del Milenio y, recientemente, de Desarrollo Sostenible para lograr el cumplimiento de metas universales que logren un mundo con mayor equidad y cuidado de la gente y del planeta. La Organización Mundial de la Salud, en el informe de la Comisión de Determinantes Sociales de la Salud, convoca a «reducir las desigualdades en una generación».
En este nuevo milenio se hizo necesario que la salud pública, en este caso desde la Organización Panamericana de la Salud, construyera un modelo de salud internacional que contemplara las fuerzas o determinantes internacionales y que reconociera que los modelos de desarrollo, el comercio, la cooperación internacional y la ciencia y la tecnología influyen y determinan las respuestas, los sistemas de salud y los comportamientos de todos los espacios nacionales y locales en los que los seres humanos crecen y construyen sus vidas.
Los tratados de libre comercio, con el modelo neoliberal, transformaron nuestras sociedades. Se hizo más necesaria la diplomacia global para viabilizar una regulación internacional que protegiera la vida de la influencia creciente de las multinacionales. Estas crecen por la fuerza globalizadora servida por la conectividad y la movilidad transnacional de los recursos financieros, lo que modifica los modos de producción, de consumo y de vida.
Este libro ha permitido que nos preguntemos acerca de los orígenes de la palabra obeso, que viene del latín obedere, término formado por las raíces ob (‘sobre’ o ‘que abarca todo’) y edere (‘comer’), es decir, ‘alguien que se come todo’ o come más de lo necesario. Esto significa que se necesita un límite. En este caso, tendríamos que pensar que el límite debe ser el comportamiento individual. Sin embargo, en este libro se muestra que existen fuerzas o determinantes internacionales que, a través del mercadeo, logran el incremento del consumo de productos como el tabaco, el alcohol, la sal, los alimentos azucarados, los ultraprocesados o las comidas rápidas. Por lo tanto, es necesario regularlas para reducir los entornos obesogénicos.
Consumir más de lo que se gasta en energía propicia la acumulación de grasa y el sobrepeso. Hipócrates asoció la obesidad con la muerte súbita y la ubicó como un riesgo. En el siglo xvi, se describe la obesidad como ‘un problema clínico’. Siglos después, se estudian los factores genéticos.
Por otro lado, la sociedad ha señalado al individuo y su familia como responsable de la obesidad, y la medicina intenta resolverlo limitando las cantidades, mejorando la calidad de los alimentos, incrementando el ejercicio y, en casos más severos, utilizando medicamentos y hasta tratamientos quirúrgicos.
En la actualidad, se limita el reservorio de recepción humana de alimentos con altos costos para los sistemas de salud, mientras que se mantiene abierto el mercadeo internacional de productos alimenticios no saludables. Las regulaciones se dirigen a las familias y a los individuos, sin observar la influencia de los determinantes sociales de la salud. Estos últimos, como bien lo muestra esta publicación, requieren de una nueva lógica para enfrentar el crecimiento del problema observado, en el que se ha puesto un mayor foco de interés desde mediados del siglo xx.
Esta publicación también nos orienta sobre las tensiones y los conflictos que existen entre los diferentes actores y nos hace analizar en profundidad el peso de los determinantes internacionales y la débil expresión de los Gobiernos y las políticas públicas para proteger la vida y la salud de los ciudadanos. Los diversos testimonios de los actores entrevistados y el análisis de las autoras del libro reafirman que, frente a un problema tan complejo, se requieren respuestas asertivas en tres planos: el internacional, el nacional y el entorno individual, familiar, laboral y comunitario.
En el orden internacional, el Convenio Marco de Control del Tabaco (2004) es un excelente ejemplo de la necesidad de los procesos regulatorios con carácter vinculante para establecer límites al comercio de productos nocivos para la salud. Es necesario propiciar otro acuerdo internacional entre los organismos del sistema de las Naciones Unidas relacionados en forma directa con la salud y el comercio, para lograr un marco regulatorio para reducir los efectos nocivos de los alimentos ultraprocesados, de las gaseosas y otros. El crecimiento de las ventas de alimentos no saludables en el entorno comunitario, en las tiendas minoristas cerca de las escuelas e incluso en los centros universitarios inducen, por sus precios, a un consumo no limitado que crece y produce cambios que conllevan a problemas de obesidad y desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles. Es preciso advertir a los ciudadanos de los riesgos de consumir este tipo de alimentos.
En el orden nacional, es la oportunidad de renovar la promoción de la salud para actuar sobre determinantes sociales para proteger a los grupos más vulnerables. Es deseable propiciar una educación participativa que conlleve a una reflexión crítica y a la búsqueda de modos alternativos de alimentación ligados a determinados procesos productivos (huertas, granjas y otras modalidades). Por otro lado, podría incentivarse la construcción de modelos ligados a sociedades del buen vivir con otros principios y valores relacionados al consumo y al cuidado de la vida y del planeta. Hay que transformar para cocrear, con los ciudadanos y las familias, un nuevo pensamiento sobre lo saludable.
Es loable el planteo de este libro, de vincular la agenda de nutrición con el medioambiente por la sinergia que genera incentivar redes cercanas de nuevas formas de producción y de consumo. Sigue la línea de la Organización Panamericana de la Salud, que está propiciando una nueva red y una visión de la promoción de la salud renovada y transdisciplinaria. Los Estados tendrán que adoptar, en un futuro cercano, medidas regulatorias a través del precio, etiquetado y apoyo a procesos educativos para ser coherentes con la política de construir sociedades más sanas y que valoren las dietas tradicionales, modificadas y asequibles al modo de vida y de trabajo.
En el orden individual, familiar, laboral y comunitario es necesario crear colectivos de trabajo guiados por las universidades, con las escuelas de nutrición, de comunicación social, de educación y de agricultura ecológica para contribuir a renovar una producción de cartillas para diálogos comunitarios y familiares sobre la vida y alimentación saludable. Debemos enseñar a decir «NO» desde el entorno familiar y escolar y aunar, además, esfuerzos para desarrollar la capacidad asertiva, para reducir el consumo de gaseosas, alimentos ultraprocesados y alimentos con alto contenido de sal y azúcar.
Recientemente, han surgido propuestas de modelos de economías y modelos de desarrollo alternativos que ofrecen la posibilidad de un cambio hacia un mundo mejor. Esto nos indica la preocupación de los filósofos, pensadores y teóricos de la economía y de las ciencias sociales para buscar cambios en los modelos de desarrollo para la sostenibilidad del planeta, basados en principios y valores que guíen el presente y el futuro hacia sociedades más justas y equitativas. Se busca un cambio de indicadores de progreso apoyados no solo en el crecimiento infinito del PBI, lo cual es insostenible. Sin duda, las propuestas que avanzan se aproximan a la necesidad de poner límites al crecimiento para cuidar el planeta y la gente y, al mismo tiempo, lograr sociedades que protejan la cobertura de las necesidades básicas de todos los ciudadanos y limiten los excesos de consumo (Teoría del Donut: equilibrio entre las necesidades humanas y límites planetarios).
El modelo capitalista del crecimiento sin límites y sin regulación está llegando a su fin. La pandemia de COVID-19, hoy en día, acelera y clama por cambios de paradigma. Exige un mundo con más salud pública, solidaridad y mejores condiciones de vida para los más vulnerables, además de un equilibrio razonable de la economía de mercado. El mundo está exigiendo en forma creciente modelos que regulen los efectos nocivos de los modos de producción y de consumo que afectan el aire, las aguas, los mares, la tierra, los alimentos.
El rol de la cooperación internacional y la diplomacia global requiere ser fortalecida con múltiples mecanismos, incluyendo el voluntariado internacional para acelerar cambios que mitiguen los efectos de un modelo de desarrollo no sostenible.
Reconocer los determinantes o fuerzas internacionales de la salud en un mundo globalizado nos hace más sensibles para el cambio de paradigmas que nos acerquen a la construcción de una nueva sociedad.
En síntesis: es impostergable una regulación sólida, coherente y participativa a nivel internacional, la reactivación de la promoción de la salud en los Estados, municipios y entornos para lograr una cultura saludable y la moderación del consumo y la asertividad en la escogencia de los productos para contribuir a los productores locales y reducir la salida de divisas a nivel internacional. Todo esto, construyendo redes activas internacionales que modelen el mercado en función de la protección de la vida.
Por último, es recomendable incentivar el rol de los centros de formación de profesionales y técnicos en la construcción de nuevos ejes de responsabilidad social universitaria que contribuyan a las transformaciones en espacios o territorios escuela ligados a las necesidades de las familias y comunidades.
Este libro ofrece la oportunidad de repensar los caminos de la salud pública con relación a un problema creciente muy concreto: la obesidad en niños y adolescentes. El lector apreciará conocer los modelos de análisis utilizados y las propuestas de solución en un ambiente social, económico y sanitario que obliga a modificaciones urgentes.
Dr. Eduardo Guerrero