Читать книгу El Arte de Amar a Tres Yo, Tú y Nosotros - Maria del Mar Cegarra Cervantes - Страница 10

Оглавление

Capítulo II

Miércoles por la mañana. Es temprano. Laura llega al consultorio.

Su primera sesión es con una pareja que sigue hace más de seis meses. Laura ha estudiado en varias escuelas de psicoterapia, pero el método que más la inspira es la Biosíntesis. Un abordaje holístico e integrador, que trabaja el cognitivo, el transpersonal, el espiritual. Fue el trabajo más completo y profundo que encontró estudiando e investigando. Sabe que en esta área nunca puede dejar de actualizarse.

Más que una área, la Biosíntesis es una filosofía de vida. Una manera sana de vincularse a sí mismo, a los demás, con el mundo. Laura trabaja fundamentalmente con el potencial evolutivo y los recursos de cada uno.

Esta pareja siempre le deja una sensación de opresión en el pecho. Y mucha tristeza. En Biosíntesis el cuerpo del terapeuta también es su instrumento de trabajo. Él dice mucho, y ayuda a traducir lo que está pasando en profundidad, incluso cuando, muchas veces, eso no es evidente.

Carla tiene 38 años y alrededor de un metro sesenta. La parte superior del cuerpo está muy desarrollada. Lleva el pelo corto, pecho enorme, caderas estrechas y unos 35 kilos de exceso de peso. Su aspecto está poco cuidado. Dice que la esclavitud a que el mundo de la moda obliga a las mujeres, le disgusta mucho, y que el amor no puede ser dominado/controlado por eso. Habla la mayor parte del tiempo. Ocupa enérgicamente la sala con toda la intensidad que lleva dentro. Parece explotar con tanta emoción y deseo reprimidos. La mirada es desesperada, controladora y parece decir sin voz “¡liberadme de esta cárcel!”.

Laura siente éste ansia de “libertad”, en un nivel muy profundo. Pero las normas no lo permitirían. Carla no se lo permitiría a sí misma.

Carla es la más mayor de tres hermanas, con una diferencia de 10 años entre ella y su hermana del medio. Fue, por lo tanto, criada como hija única gran parte de su infancia. El padre quería tener un hijo, no una hija.

Para que el padre (a quien ella adoraba) la aceptara, Carla anuló su feminidad. Algo más habitual de lo que imaginamos..

Estudió contabilidad.

De niña tuvo muchos problemas respiratorios, entre otros, de salud. Por eso, no había podido ser deportista. El padre era profesor de educación física, y dueño de varios gimnasios. Carla consigue la admiración del padre al asumir la contabilidad de los gimnasios. En eso, ella demuestra competencia, y el padre, no entiende nada de ese asunto. A Carla le encantan las manualidades y hace piezas realmente bonitas que marcan presencia en los gimnasios. Su presencia está allí.

A los diez años, Carla descubre que el padre tiene una familia paralela, con un hijo de 5 años al cual adora. A partir de ahí, Carla empieza a engordar tremendamente. Tiene que ganar peso para soportar aquella realidad. Después nacen sus hermanas, recibidas amorosamente por el padre. Al final, el padre ya tiene “el niño” sano, deportista, igualito que él. Carla es la niñera del hermano y de las hermanas. También es ella la que se encarga de la casa, porque la madre siempre está deprimida. La madre sólo tiene energía para cuidar “un poco” de la casa. Rápidamente se agota y recurre a Carla para que continue limpiando y haciendo las compras y más compras. La madre tiene todo tipo de enfermedades: tensión alta, diabetes, colesterol, piedras en la vesícula (que después eliminó), problemas renales y cardíacos. Carla se encarga de todo y, claro, viven todos juntos, en un edificio de familia. Los padres en la planta baja (donde también hay un jardín que todos frecuentan), en los pisos de arriba Carla y su marido, las hermanas y sus familias. Todo gira alrededor de la madre, facilitándole la vida, y la del padre intentando no contrariarle para que no se marche, llevándose el dinero que mantiene a la familia. Carla se casa a los 21 años con Paulo, hijo de una pareja amiga de sus padres.

Paulo tiene 43 años, alrededor de un metro ochenta, hombros estrechos y caderas anchas. Los movimientos corporales son lentos, la piel y voz son finas. Tiene una barriga enorme.

Viene a la cita porque ella quiere. Carla lo decide prácticamente todo. Sonríe con jovialidad pero parece ni estar en la sala. Las pocas veces que mira a Carla, no hay ternura, cariño, o cualquier tipo de amor. Es una mirada indiferente, deseosa de que aquello termine pronto para “irse a su vida”. Paulo es funcionario en hacienda. Tiene por hobby construir aviones y trenes. Carla odia esta afición. Como el marido es lento y tiene poca o ninguna iniciativa, le molesta que él gaste la poca energía que tiene “en esos juegos”.

Paulo es hijo único y creció con su madre y su abuela materna. El padre, aunque casado con la madre, estaba ausente. El padre y la madre tenían una relación tortuosa. La madre tenía miedo a la posible violencia del marido. Decía constantemente que “tu padre es muy malo, tienes que estar a mi lado para que el no te trate mal ni a tí ni a mí”. Y así era. Paulo era confidente de la madre. Fue Carla quien se declaró, diciendo que entre ellos podría “funcionar”. Eran tan amigos que se casaron. Tuvieron una hija “con enormes problemas de aprendizaje y alergias severas”. Siempre estaban corriendo de medico en médico.

La dinámica entre ellos se resume así: Carla ordena y Paulo obedece. Frecuentemente Carla hace una lista de tareas para que Paulo las haga. El las hace con tardanza, de una en una, y tarda mucho tiempo en ejecutarlas. Es bueno observar que, cuanta más presión recibe Paulo, más lento es. Los papeles se acumulan durante meses. Las cosas por arreglar, semanas. Se olvida muy a menudo. Y al final de los interminables monólogos de Carla (diálogos no eran ciertamente) el concluye: “tienes razón, lo haré”.

Y lo hacía. Algunas cosas. Pero nunca lo que ella pedía o idealizaba. Carla vive con ese estrés. Sin nadie que la ayude, rebajando frecuentemente a su marido, a quien echa rapapolvos constantes. Paulo no escucha, no se pelea. Sigue a su ritmo.

Ambos son muy religiosos y practicantes. El divorcio no es una opción.

Explorar el tema de la sexualidad con una pareja suele ser muy delicado.

Nuestra mentalidad empieza a estar más abierta pero, aún hay muchos tabús, vergüenza, desconocimiento, minusvalorización (u ocultación de su importancia por miedo a críticas).

Laura tiene dificultad en abordar este tema, por eso, lo hace delicadamente.

Con este cuadro y basándose en su experiencia, sabe que la sexualidad surgirá como un tema problemático, y en cierta manera no satisfactorio para ninguno de los dos. Laura tiene que encontrar el momento adecuado para introducirlo. Seguramente en un momento de menor tensión.

– Me gustaría abordar algo delicado, pero muy importante para vuestra vida a dos.

La consulta de un psicoterapeuta corporal tiene habitualmente más espacio, y un colchón para trabajos corporales. Es común que todos vayan descalzos, eso crea una menor rigidez, un menor dominio del lado racional, permitiendo así una “danza” entre el pensamiento, la emoción y el sentimiento.

Proveniente de un área muy académica, Laura había encontrado en la Psicoterapia Corporal, una manera de vincularse a sí misma y al otro, incluyendo todas las dimensiones del ser humano y todas sus diferentes maneras de comunicarse.

– Me gustaría que me mostrarais como soléis dormir. De qué lado duerme cada uno. Si lo hacéis al mismo tiempo, y cuál es vuestra postura habitual .

Estos rituales son altamente esclarecedores de la relación. Estamos delante del territorio del cuerpo, en un momento en que caen las defensas, y el inconsciente se manifiesta, los impulsos del cuerpo se quedan sin mascara, surgiendo muchos, muchos detalles...

Los dos aceptan y Laura deja que le enseñen. Carla duerme del lado de la puerta, ocupa mucho espacio y se mueve bastante. Paulo, duerme de lado y ocupa poco espacio. Normalmente, se despierta en la misma posición en la que se ha dormido. Carla bromea con esta situación.

Dice que intenta tocarle y que algunas veces le pide que la abrace. Pero el nunca está de humor. Dice que haría demasiado calor y sería imposible dormir.

Carla y Paulo duermen en la misma cama pero cada uno en su territorio. Carla deseando ser abrazada y Paulo deseando que le dejen en paz.

¿Podemos hablar de vuestra intimidad?

Todo cambia en la sala. Carla cambia de color. Empieza a bromear y enseguida (después de un silencio de Laura y una mirada esquiva de Paulo) llora copiosamente, sin conseguir articular una palabra.

– ¡Me doy cuenta de que es un tema difícil para vosotros!

– No es un tema difícil. Creo que es normal. ¡No sé porque está así! – dice Paulo.

– Nunca sé si va a pasar ese día o no. ¡No siento que pueda acercarme! – confiesa Carla tremendamente angustiada.

En una relación con este perfil, es común que pase que el hombre (habitualmente pasivo a diario) domine en la sexualidad. Es él quien decide cuándo y de qué manera, sin preocuparse de la satisfacción de su compañera. En realidad, consciente o no, esta es la manera que tiene de “vengarse” de una relación en la cual es muy criticado y presionado, además de sentirse “engullido” por una familia simbiótica (la de Carla) que no le deja gran espacio.

Carla, con todo un universo pasional atrapado en su cuerpo, y con un deseo enorme de descarga, se frustra, acumulando día tras día la falta de autonomía en todas las dimensiones de su vida.

Consecuentemente, se vuelve más obsesiva, más controladora, más grosera y más compulsiva con la comida. El erotismo y la seducción pura, simplemente no existen. Cuando hay sexo, es con ausencia de afecto y es principalmente genital. Un ciclo/círculo, muy doloroso.

A Carla y a Paulo les falta el Amor o impulso sexual.

No se sienten eróticamente atraídos el uno por el otro, tratándose sí, de una necesidad fisiológica. No están en el Amor romántico (probablemente nunca han estado), tenían sí, algún apego. Sobretodo Carla por él.

Laura siente que si Paulo tuviera la oportunidad, se marcharía. Y no la echaría de menos. Ni siquiera le guardaría afecto.

Pero la psicoterapeuta sabe que esta es la manera de vivir de muchas parejas: aventurarse en algo nuevo (por muy poco interesante que sea la vida presente) es “terrorífico” para la mayoría de las personas.

Por eso se encuentran muchas parejas con vidas “escandalosamente absurdas”, sin amor, ni afecto, sin intereses comunes, con malos tratos físicos o psicológicos (o los dos), con la ausencia de vida sexual, y aun así, permanecen juntos.

Ese miércoles, el tema de la sexualidad fue tratado con más profundidad que en cualquier sesión anterior. Mejor dicho, nunca había habido espacio para hablar de sexualidad hasta ese día.Hasta entonces, habían trabajado territorios, cadencia, disminución de la crítica, necesidades de cada uno.

Carla había ganado consciencia de que presionaba y criticaba demasiado a Paulo.

Paulo se había dado cuenta de, que esa circunstancia, era en cierto modo, permitida por él, por su dificultad de expresar lo que siente/teme/ detesta: conflicto, gritos, confusiones. Ambos tienen responsabilidad.

La palabra responsabilidad significa tener la capacidad de dar respuesta. En este caso, la respuesta que cada uno da, activa el lado más disfuncional del otro. Cada individuo se defiende como le es posible. Si siente que se tiene que defender permanentemente, sobra poco tiempo, poco espacio y poca energía para que se abran nuevas posibilidades. La defensa le ocupa todo el tiempo. Einstein decia que “loco, es el que espera un resultado distinto haciendo siempre lo mismo”.

Laura se da cuenta que Carla empieza a tener compasión por Paulo e incluso por sí misma. La rabia que hasta entonces la había dominado, se había convertido en una tristeza subyacente.

Paulo, por su lado, parece ganar fuerza y capacidad de expresión. Está más receptivo, como si la terapia le “inyectara” fuerzas para por fin tener columna vertical y decir lo que nunca se había atrevido. Laura sabe cuáles son las consecuencias de esa apertura. La nueva postura de Paulo no siempre es bien recibida, lo que proviene del hecho de que él nunca se haya enfrentado antes a nadie.

Laura explica que esto puede pasar.

El día en el que el tema de la sexualidad fue tratado de forma más clara, Paulo se expresó con una violencia, que hasta entonces, no parecía que formase parte de su personalidad:

– Hace años que me siento machacado por todos. ¿Cómo pueden querer que les eche de menos, o que me den ganas de abrazar o ponerme romántico? Hace muchos años que las humillaciones me han quitado la alegría de compartir. ¡Me encanta estar sólo! ¡Por lo tanto dejadme estar sólo! Yo no insulto, no rebajo, no me quejo, no me pongo enfermo, nunca me opongo a los programas familiares, no tengo voz en la familia, soy “el calzonazos de la familia”, entonces al menos dejadme estar sólo con mis cosas. De esta manera, podéis quedaros con todo el resto, que no me importa.

El tema de la sexualidad siempre mueve la energía disponible. En ese día, Paulo “recuperó” su sitio. Y se enfadó mucho. Estuvo a punto de levantarse y no volver.

– Laura sabía que esto podía pasar. Esa estructura de personalidad tiene un límite muy propio. Es difícil saber cuando estamos delante de la Ultima “gota”, porque se trata de personas “aparentemente muy tranquilas”. Pero un día pasa. La copa se desborda, y las decisiones son definitivas. Y no hay como volver atrás. Es radical. Algo radical pasa.

Laura había seguido varios casos semejantes, normalmente por iniciativa de la mujer. Es ella quien pide al hombre que reaccione para ser él. El hombre que ella idealiza. Pero cuando el hombre recupera su sitio, su poder, lo que pasa es que él se va. Es su manera de decir, “basta”.

Carla estaba estupefacta.

Intentó decirle que no entendía cómo podía ser tan ingrato. Después de todo lo que ella y su familia habían hecho por él.

Laura tuvo que utilizar su autoridad terapéutica e intervenir.

– Calma y cuidado. Cuando uno de vosotros se esté quejando de algo, el otro no critica, como mucho puede decir “yo te acojo, llevo conmigo la tarea de entenderte en profundidad”.

En esta sesión, cada uno acogió el sentir del otro. Ambos distintos, pero legítimos. Lo hicieron mirándose a los ojos y cogiendo las manos el uno del otro, como que diciendo “yo te acojo y llevo conmigo la tarea de entenderte en profundidad”.

Cada uno encuentra sus palabras para expresar lo que le es posible, pero es necesario decirlo con las palabras, con la mirada, con el cuerpo y con el alma.

La sesión de ese miércoles de Carla y Paulo terminó así.

Laura se despidió de Carla y Paulo con un abrazo, como siempre.

Es maravilloso poder abrazar a las personas.

Laura aún se acuerda cuándo esto estaba “prohibido o era poco adecuado” en el vínculo terapéutico, y peligroso para la clínica.

Cuánto Amor verdadero, apoyo y verdadera humanidad se pueden transmitir con un abrazo sentido, dado con respeto, claridad y dedicación para con el otro.

Laura atiende a Luís y Matilde en la siguiente cita. Están haciendo terapia hace tres meses. El había pedido la primera cita. Siempre es interesante saber quién toma la iniciativa. Suele ser el que está más asustado con la relación, o el que tiene más urgencia en solucionar la situación. Después, las cosas pueden cambiar mucho, pero sólo el simple hecho de negociar si van a ir a terapia o no, con quién la van hacer y quién pide la cita es todo un proceso. Realmente, el proceso terapéutico no empieza cuando se entra en el consultorio, sino cuando se decide buscar ayuda. Ahí, el camino empieza a ser posible. Son las 10:30 de la mañana.

Luís tiene 40 años. Se cuida mucho, y siempre va perfumado y bronceado. Hasta en marzo. El cuerpo es atlético y proporcionado. Las manos muy cuidadas. La postura es la de un líder. Muy seductor, con una voz grave y pausada. Nada impulsivo. Piensa todo lo que dice. Hace pausas racionales, para después presentar sus argumentos. Muy racionales. Es director-general de una empresa y tiene mucha responsabilidad porque es socio mayoritario. Es un autentico Don Juan.

Laura siente las “miradas” de Luís. Poco a poco, ese “clima” se va calmando. Laura está acostumbrada a que sea así. Sabe que tiene que enviar señales tranquilizadoras y totalmente claras. Aunque sea una mujer, ella es psicoterapeuta. Y jamás será más que esto.

El espacio clínico y el “setting terapéutico” tienen que ser creados con claridad, seguridad y confort para navegar en estos temas tan delicados de nuestra vida. Sin esto, no es posible que haya un proceso terapéutico, solo interferencias. Luís había venido sólo a la primera sesión. A veces esto pasa. Viene uno de los dos, y después trae al otro.

Después de que Luís decidiera que aceptaba a Laura como psicoterapeuta suyo y de su mujer, el proceso se inició. La pareja ya iba por su décimo segunda sesión.

Luís había decidido iniciar un proceso terapéutico porque, según decía “su mujer no estaba bien”. Hace unos años, había sido Matilde la que lo sugirió, pero en ese momento él pensaba que era ridículo. En esa época, Matilde estaba al borde del agotamiento. Acababa de tener gemelos y era obvio que Luís tenía a “otras”. El decía que eso no importaba y que hasta era normal en los hombres, que ella no debía preocuparse, que ella era la mujer de su vida.

Después del nacimiento de los gemelos, Luís pareció calmarse y se volcó en el trabajo, teniendo Matilde que ocuparse de todo, absolutamente de todo en casa.

Matilde trabaja en correos, gana mucho menos que él, pero no quiere dejar de trabajar para no depender completamente de su marido. Luís hubiera preferido que ella se hubiera quedado en casa, cuidando a sus hijos y esperándole.

Luís es hijo de un militar jubilado de la Fuerza Aérea, ingresado con Alzheimer. La madre idolatra al hijo, y viceversa. El hijo ve a la madre como una diosa, y la madre considera que su hijo es un hombre perfecto, mucho mejor que su propio marido. Padre e hijo nunca se llevaron muy bien, porque el hijo cree que el padre no trata muy bien a la madre. Luís tiene una hermana hippie, de quien tiene mucha vergüenza. Su hermana tiene tatuajes “y esas porquerías” dice Luís, refiriéndose a su hermana. Es vegetariana y vive con una mujer, “es tortillera”, dice él. La realidad es que la hermana, a su manera, parece haber encontrado alguna paz y equilibrio en la vida. Aunque suponga un disgusto para Luís, a los gemelos les encanta su tía. Se divierten muchísimo con ella y le hacen todo tipo de confidencias. Los críos tienen ahora 14 años.

Hace 4 meses Luís descubrió que su mujer tenía a una relación extra-conyugal. Matilde llegó a marcharse de casa durante una semana, enamorada del vecino, un poco más joven, que trabajaba en una cafetería, justo al lado de casa. Al parecer, Luís no perdió la cabeza ni se descontroló, pero estaba destrozado. Por los hijos, le pidió a Matilde que volviera a casa. Ella se resistió, pero tras una semana conviviendo con su “novio”, lo reconsideró. Incluso porque había detestado la experiencia, él se había vuelto tan posesivo que ella se asustó.

En ese momento Luís se quedó en estado de shock. ¿¿¿¿¿Cómo era posible que su mujer le hubiera engañado.????? Sólo podía estar enferma, “el otro” la debía haber manipulado. Al final, ella es muy ingenua.

Tras su regreso a casa, hubo una gran pelea a tres, y el otro hombre desapareció del barrio.

Laura entendió que se había tratado de un “asunto de hombres” y que Luís le habría hecho “algo” tan bien hecho que el “otro” no tuvo más ganas de volver.

Como se quedaron expuestos, los vecinos se enteraron. Luís y Matilde cambiaron de casa, de barrio, los niños cambiaron de escuela, todo esto en una semana. Esta es la eficiencia de este tipo de hombre. Todo hecho en tiempo record.

Para su Ego, quedarse allí era demasiado.

El motivo inicial de Luís no pasaba por cuestionar su rol como hombre y compañero de su mujer y sí por encontrar un argumento fuerte para convencerla de que él era fenomenal, siendo lo que le pasaba a ella, una acción neurótica, y eso estaba mal.

Bueno. la realidad no era esta.

Matilde, hija del medio de un grupo de tres hermanas, era de alguna manera el patito feo. Era ella quién se encargaba de todo, pero, como era muy callada y tímida, las hermanas la maltrataban, sobretodo la hermana mayor, que había visto como su paraíso en la niñez terminaba cuando Matilde nació, pareciendo seguir aferrada a eso. Matilde era muy delgada, muy sana y guapa, pero nunca le gustó estudiar. Era muy diferente de sus hermanas, no se parecía a ellas para nada.

Ellas eran altas y fuertes; tenían (sobre todo la más mayor), hipotiroidismo y asma. Ambas habían hecho estudios superiores. Matilde se había estudiado secretariado. Y no quería más. En realidad, le hubiera gustado ser peluquera y esteticista. Pero no la dejaron.

Era una especie de Cenicienta de su familia. Como no había querido estudiar, tenía que hacer todo lo demás. Entonces, organizaba las fiestas de todos, cocinaba mucho, cosía. Incluso después de casada y de tener su propia casa, seguía haciéndolo a menudo para los padres y para las hermanas.

Matilde tenía unos ojos de un azul profundo, y un pelo largo que era su orgullo. Se sentía inferior a los demás, y la acusaban de ser fútil y superficial. A ella le encantaba su cuñada, y nadie entendía por qué se reían tanto juntas. Pensaban que estaban locas.

Matilde y Luís se casaron enamorados. Para Matilde, casarse levaba implícita la idea de libertad. Pero no fue eso lo que pasó. Y ella se sentía engañada.

Su familia supo de su aventura y Matilde fue crucificada. ¡¡¡¿Una mujer casada con un hombre que gana tanto dinero haciendo esto?!!! Los padres de Matilde (ambos extremamente religiosos), dejaron de hablarle durante dos meses, sólo hablaban con Luís y los niños. ¡¡¡Fue Luís quien intercedió para que la perdonaran!!!

Y cuando “volvieron” con su hija, la relación no volvió a ser lo mismo. Matilde se sentía “manchada” en su honor. Sutilmente, Luís le hacía sentirse aún peor, porque, además de lo que había pasado, él transmitía a todos la idea de que ella era poco inteligente y bastante desequilibrada.

En las últimas sesiones (más duras para Luís) Laura intentaba dar voz a los sentimientos de cada uno, ayudándoles a expresar legítimamente lo que sentían, sin que hubiera manipulación de parte a parte. Lo que Luís tenía en mente no estaba pasando. En cuanto a Matilde, expresaba poco a poco, que hacía mucho tiempo que no se sentía feliz, habiendo pensado incluso en suicidarse. Confesó sin embargo, que había abandonado esa idea por pensar en huir y no volver a contactar con la familia. Y todo esto, porque no se sentía valorada, ni tan poco se valoraba a si misma. Tal vez, empezando de cero, en otro sitio, fuese más feliz.

Decía ser consciente del poco dinero que necesitaba para vivir, estando dispuesta a marcharse sin sus hijos, pues parecía que, ellos estaban en buenas manos y ya habían recibido de ella lo esencial.

Luís, para quien estos comentarios nunca habían merecido un segundo de su atención, pasó a darles importancia. Matilde había encontrado una forma inequívoca de exponer sus sentimientos: ella hablaba en serio.

Luís no podía creer que Matilde pudiera “rechazar” su dinero, su estatus, la familia y sobre todo a él. En esa sesión de martes, Luís explotó violentamente:

– Estoy casado con una “farsante”, adúltera, infantil y mal agradecida. Una niñata ,que no tiene donde caerse muerta, y que encima “escupe en el plato de comida” que le es dado en bandeja de plata. ¡Soy yo quién la va a dejar, no ella a mí!

– Por favor, Luís, haz eso. Yo lo entiendo perfectamente. No me importa que seas tú quien lo haga y que la gente lo sepa. Soy yo la que no puedo vivir más así. La falsedad, las miradas vacías desde siempre, la adoración por el dinero, los prejuicios, la falta de espontaneidad, la crítica permanente, las mismas salidas, los mismos lugares, la constante intromisión. No poder nunca opinar, o hacerlo y que me rebajen, o que me rebajen por quedarme en silencio. El nudo persistente en la garganta, y en el estomago. Desear siempre que mañana no llegue. Serás más feliz con otro tipo de mujer. Yo no soy, para nada, buena para ti.

Una norma en terapia de parejas es que cuando uno habla, el otro no interrumpe. Es una norma importante que tiene que mantenerse, para la creación y establecimiento del diálogo. A veces, es imposible mantenerla, porque hay demasiadas emociones y son muchas ideas las que surgen.

Luís explotó una vez más. Dominado por la ira, y con lágrimas de dolor y rabia dijo:

– Ella no sabe lo que le espera. ¡Todo esto fue una pérdida de tiempo! La única cosa que queda son los niños y ellos se quedan conmigo, no con esta. Jamás le perdonaré. Yo, que estaba dispuesto a perdonarle la traición, a tragarme mi orgullo, incluso sabiendo lo que piensa la gente. esta mujer se ha ganado un enemigo.

Se instaló en la sala un silencio que cortaba la respiración. Matilde quería hablar, pero Laura le hizo una señal para contrariar esa intención. Luís tenía que “organizarse”. Todo esto era muy duro para él también.

Fue el turno de Laura para hablar:

– Estáis sufriendo mucho los dos. Es importante que aceptéis esto. La separación es una opción, y no tiene por qué ser necesariamente la peor. Antes de eso, me gustaría pediros algo muy importante. ¿Puedo tener vuestra atención? ¡Levantaos por favor!

Matilde mira a Luís y haz conmigo, un viaje en el tiempo. Todo forma parte. Hubo una época en la que sentías mucho amor por este hombre. ¿Te acuerdas?

– Si, por supuesto que me acuerdo. En ese momento, él lo era todo para mí. Él era cariñoso, divertido, seguro de sí mismo.

– Quiero que recuerdes lo que más te agradaba de él en ese momento.

– ¡Su seguridad! Parecía capaz de todo en la vida. ¡No había imposibles! Yo sentía mucha admiración por él, porque él hacía las cosas de corazón. Sentía que quizás yo misma pudiese encontrar la forma de hacerlo también. El me decía que lo íbamos a conseguir por nosotros, y que íbamos a construir una vida lejos de todo aquello.

Antes que Matilde siguiese, Laura la interrumpió:

– Muy bien, quédate con esos recuerdos.

Girándose hacía él, continuó:

– ¿Y tú, Luís? ¿De qué te acuerdas de esa época? ¿Qué es lo que te atraía de esta mujer?

Para Luís era más difícil, pero tras un silencio, consiguió hablar:

– Su mirada cristalina, su inocencia, su risa, su femineidad, su olor, su voz que siempre me calmaba. Yo siempre iba con ansiedad y prisa. Ella me hacía parar, pensar mejor, quizás nunca le he dicho esto. Quizás, sólo me esté dando cuenta ahora, pero en esa época, sólo el hecho de estar a su lado, me era suficiente para no sentirme perdido. En aquella época hacia de todo para encontrar una manera de estar con ella y tumbarme en su regazo.

– Me acuerdo de eso. Nunca pensé que fuese tan bueno para ti-dijo Matilde.

– Yo nunca lo dije. No he dicho muchas cosas. Quizás ese sea uno de los motivos por los cuales hemos llegado aquí.

– Me gustaría pediros que os miraseis a los ojos y dijerais el uno al otro: “No sé lo que va a pasar, pero sé que esto es muy difícil, no solo para mí, sino también para ti. ¡Te amé mucho!

En ese momento, Matilde abrazó a Luís, y él se desmoronó. Y lloró desesperadamente. Ella no se lo creía. Nunca lo había visto así. Ella lo abrazó con fuerza y él “se cayó” al suelo literalmente, con su cabeza en el regazo de Matilde. En silencio. Hacía años que esto no pasaba. Ambos habían hecho un viaje en el tiempo. Tras algunos minutos así, se sumieron en la realidad que los había traído allí. Laura también estaba con ellos a una distancia suficiente para que sintiesen que había un “setting” sólo de ellos, y un “setting” de ellos con ella. Fue Laura quien empezó a hablar:

– Llegados a este punto, quiero deciros que todo está abierto, que todo es posible, pero que hace falta mucho trabajo de las dos partes. Lo que estáis sintiendo ahora, si apareció, si emergió, es porque también es una realidad, aunque muy frágil. La libertad y el espacio que quiere Matilde no era para estar sin ti, pero en realidad tampoco está siendo posible contigo, Luís. ¿Entiendes esto?

– Entiendo, pero...

– Espera, ahora hablo yo, ¿vale?

– Luís busca Paz dentro de él, y tu Matilde, puedes ayudarle a encontrarla. Por otro lado, lo has visto con super poderes de un héroe, como él, no fue ese súper héroe, en algún lugar, también tú le abandonaste. ¿Entiendes eso?

– Entiendo! Entiendo perfectamente! Duele tanto..

– Cuando depositamos en el otro nuestra eventual salvación, la relación está condenada al fracaso. Os pido que cada uno asuma su parte, y que hoy, si es posible, vayáis a cenar solos, sólo para hablar de tonterías, de aquella época. ¿Teníais alguna bromita o apodo especial?

Ellos rieron:

– Yo la llamaba de Afro-Afrodite.

– Yo le llamaba el

– Mosquetero.

– Entonces esas son vuestras cosas. Lleváoslas para recordar y disfrutar. El TPC (trabajo para casa) esta noche pasa por sólo hablar de aquella época. Daos este respiro. No habléis del futuro ahora. ¿Estamos de acuerdo?

– Vale, de acuerdo.

– Entonces por hoy, la sesión se termina aquí – añadió Laura. La pareja sale, y el aire que se respira es ahora totalmente diferente. Lo que ha ocurrido se va a unir a todo lo que están viviendo. Va a ser una experiencia más.

Laura conoce la importancia de estos puentes. La importancia que hay en sentirlos, en respirarlos. Y sabe también que son de naturaleza frágil y volátil.

Recibe un mensaje: su próxima clienta se encuentra enferma y no puede acudir a la cita. No es grave. Laura aprovecha ese tiempo para pasear por un jardín cerca del consultorio, donde va a veces para meditar un poco.

Laura nunca se molesta cuando un cliente avisa que no va a ir a la hora de la cita. Cree que si eso pasa, se debe a cualquier imprevisto.

Crea fuertes lazos y vínculos de compromiso con cada uno de sus clientes, y por eso no utiliza la típica norma de: “si no viene, o avisa justo a la hora que no viene, paga igualmente, o paga la mitad”. Siente que no necesita aplicarla.

Sin embargo, si el cliente “falla” la cita recurrentemente, Laura negocia con él, diciéndole que quizás sea mejor volver cuando esté más decidido a hacer psicoterapia. Casi nunca tiene problemas con esta cuestión.

Cuando un cliente falla, Laura quiere saber si pasó algo grave, porque se preocupa verdaderamente de esa persona, y le envía de corazón sus deseos de que, sea lo que sea que haya pasado, se resuelva pronto.

Aprovecha el tiempo disponible e incluso lo agradece, porque tiene muy poco. Intenta transformar todo lo que pasa en buenos momentos. Sea lo que sea.

Claro que esto no siempre funciona en todas las ocasiones, pero todo fluye mejor cuando acogemos lo que nos pasa como parte de nosotros, y no como algo que está contra nosotros.

Laura pasea. A diario se siente agradecida por haber elegido la profesión de psicoterapeuta. El estudio, su constante búsqueda, la dedicación a los casos que le surgen en el consultorio, las lecturas, la meditación, todo esto le permite un estado de “awereness”, que la ayuda en su día a día. En realidad, asiste al estado de “numbing” (entorpecimiento) en el cual vive la mayoría de la gente. Tanta cosa dormida: la sensibilidad, la bondad, la tolerancia, la voluntad de ver al sol, el nacer, el morirse, la compasión, el perdón, el amor, el placer, el erotismo, el descanso.

La vida pasa, el tiempo también. Esperamos a que llegue “tal día”, tal “cosa, y, mientras, la vida pasa, y nosotros dormidos, esperando llevar un “chute” de vida solo cuando llega “tal cosa”: el dinero, el momento para tener hijos, la casa, el coche, el viaje, las vacaciones, el trabajo, el príncipe, la princesa.. y la vida pasa, mientras nosotros estamos dormidos, enfadados, expectantes, pero sobretodo desconectados de lo esencial.

También ella asiste a pequeños milagros de “awareness” profundamente encantada.

Laura se siente profundamente bendecida por sentirse un poco mas despierta, lo que le da la posibilidad de ayudar a los demás a despertar también.

Se acuerda súbitamente de que su hija va a tener un examen de matemáticas, una asignatura que detesta y donde tiene muchas dificultades.

Recuerda las dificultades que tuvo también en esta asignatura. Laura no se identifica con el sistema de enseñanza. Lo considera poco humano, demasiado enfocado en las notas y en el conocimiento racional, empujando a padres y alumnos a “correr” absurdamente detrás de resultados. La excelencia jamás podrá basarse en las notas que uno tiene, pero sí en la vida que uno lleva, y por eso, la forma en como está organizada la enseñanza no tiene sentido para ella.

A pesar de esto va encontrando a profesores con una visión cercana a la suya.

Su hija, Clara, es muy nerviosa y sensible. Dibuja maravillosamente. Es un enamorada de la música y no le es fácil hacer amigos. Vive la mayor parte del tiempo en su habitación con “sus cosas”: colecciones, libros, dibujos, diarios, historias creadas por ella. Una fotocopia femenina de su padre.

Laura se siente feliz porque, aunque muy reservada, Clara consigue hablar con su madre. Las dos tienen “un mundo especial”.

Clara adora a su padre, pero con él las conversaciones son cortas aunque eficientes.

A Tomás le gusta poner un sello filosófico en las conversaciones que tiene con su hija, pero siempre se cansa cuando hay necesidad de sostener la emoción por mucho tiempo. Es demasiado para él. Se queda completamente agotado.

Ese día, Laura aprovecha el paseo para llamar a su “hijita”. Clara está probablemente en la pausa de la comida.

– Hola tesoro, ¿cómo estás?

– Mama me duele la barriga, creo que me va a ir fatal, he dormido mal, y las vacaciones aún están tan lejos...

– No te preocupes, si te va mal, te va mal. Te irá mejor en otro momento. No te preocupes por eso. Tarde o temprano aprobarás esa asignatura. Ahora, persigue tu sueño. La vida es mucho más que los estudios. Los estudios están en ella como un medio para, y es importante que encuentres una manera de pasar por esta fase. Sobre todo que te adaptes mejor a la realidad, y para conocerla bien. Sólo así podrás ir creando tu espacio, cómo y dónde quieres estar, lo que quieres conseguir en tu vida, y lo que quieres cambiar.

Acuérdate siempre que no tienes que sentirte agobiada por nada de esto. Jamás me voy a enfadar contigo por no aprobar. Dime lo que necesitas, para poder ayudarte y seguramente que funciona.

Te adoramos independientemente de los estudios. Y ahora, ¿estás mejor?

– Mucho mejor mama. ¡Te adoro! ¿No te pondrás triste si suspendo?

– Me pongo triste porque tendrás que pasar por lo mismo otra vez. Sólo por eso, nada más. ¡Confío mucho en ti y en tu hermano!

– Gracias mama. Aún estoy nerviosa, pero veremos, luego te cuento. Ahora me tengo que ir. Gracias por llamarme mama. ¡¡Muahh!!

Laura sabe que había hecho lo posible en aquel momento.

Mejor que nadie, ella sabe lo equivocado que es ir siempre detrás de los niños, criticándoles y gritándoles. El sistema acaba por tiranizar nuestras relaciones y la gente “se embarca” en eso. Nada iba a perturbar el amor, el cariño y la confianza con los cuales Laura se había ganado a sus dos hijos. Al final, hasta aprender las matemáticas, puede tener su lado bueno y no toxico.

Laura sigue con su paseo. Respira hondo y absorbe todo lo que puede, para sentir la vida a su alrededor. El aire, los sonidos, los ruidos, el calor que empieza a hacerse sentir, el tiempo.

El Arte de Amar a Tres Yo, Tú y Nosotros

Подняться наверх