Читать книгу Anamorfosis - Maria Gómez Rodrigo - Страница 6
Оглавление1 Introducción
Este trabajo surgió, en principio, por una curiosidad, seguramente la misma que todos experimentan al observar una pintura anamórfica en una imagen bidimensional.
¿Quién no se ha preguntado cuál será el «truco» o la «pericia pictórica» de esa «ilusión óptica»? Seguramente nos asaltan las mismas preguntas: ¿Cómo se hace? ¿Cuál es la fórmula? ¿Qué proyección geométrica hace que sea posible el efecto de tres dimensiones? ¿Quién no ha intentado rastrear con la mirada la superficie pictórica intentando comprender una anamorfosis?; ¿quién no ha buscado «dentro» y «fuera» de la pintura, es decir, se ha fijado en el espacio que ocupa, la ha comparado con las proporciones de todos los elementos próximos a ella (baldosas, farolas, árboles y personas) en el intento de establecer medidas para poder dibujarla con la mente y descifrarla? Algo nada fácil. Pues, precisamente, ese efecto en 3D es el que interrumpe, desorienta y confunde la percepción, con lo que entran en conflicto la realidad y la irrealidad de la representación, y es necesario hacer un esfuerzo para separar ambas percepciones, que chocan la una con la otra. Pero al fin y al cabo, eso es una anamorfosis, y la finalidad es, en cierto modo, pintar una «mentira» para ver una «verdad», o al revés, lo cual hace que recibamos un estímulo visual alterado y que el cerebro procese e interprete algo que parece una continua contradicción.
La curiosidad generada por todo ello nos llevó a poner en práctica la pintura anamórfica, a experimentar con ella una y otra vez hasta encontrar su fundamento teórico. Los resultados de esta tarea llevada a cabo han sido la base de este estudio, que exponemos con mucha cautela. Decimos cautela porque las conclusiones que arrojamos son exclusivamente empíricas y porque el ánimo que nos ha llevado a divulgar este trabajo es, fundamentalmente, estimular a cualquier persona que desee realizar una anamorfosis para que se ponga «manos a la obra» y disfrute con la experiencia.
No obstante, vamos a seguir narrando alguna de esas experiencias que constituyen una parte muy importante del trabajo; así que, antes de pisar el suelo callejero en el que vamos a pintar una anamorfosis, es necesario comprender muy bien cómo se desarrollará la anamorfosis que nos disponemos a realizar y tener resueltos los bocetos preparatorios para evitar errores y, así, comenzar a dar los pasos fundamentales sobre la gran superficie del suelo, trazando las fugas en las que se proyectará la pintura.
Hablamos de gran superficie porque siempre es conveniente imaginar de antemano cómo será de grande nuestra futura obra. Porque debemos pensar que su tamaño puede implicar vernos perdidos en una especie de laberinto lineal que, en muchas ocasiones, se hace incomprensible. Trazos y fugas que nos rodean y que engañan nuestra lógica constantemente, y, así, poco a poco, surgen las pequeñas conquistas, no sin antes experimentar algu-nos fracasos, como también ha ocurrido en nuestro caso. Fueron muchos los trazados realizados sobre los diferentes suelos callejeros que, al mismo tiempo que nos proporcionaron grandes satisfacciones, también nos depararon buenas dosis de frío, viento, lluvia y, cómo no, transpiración, gimnasia obligada y las terribles agujas de ácido láctico (agujetas) clavadas en los músculos.
Como veremos, nuestro estudio se ha centrado en las anamorfosis planas, que constituyen una pequeña parte de su gran mundo,[1]porque es bien conocido que, a lo largo de la historia del arte, se ha experimentado mucho en relación con este sistema de representación.
También cabe mencionar que la anamorfosis, a veces, debido al desconocimiento que en general se tiene de ella, puede ser confundida con otros virtuosismos pictóricos relacionados con perspectivas ilusorias como trampantojos, ilusiones ópticas, incluso figuras imposibles, géneros todos muy atractivos e interesantes del arte; sin embargo, cada uno de ellos es un mundo en sí mismo, y por tanto, requiere una técnica muy específica en cada caso.
Con la finalidad de comprender el fundamento de esta técnica mediante su ejecución, básicamente, hemos puesto en práctica las proyecciones anamórficas, es decir, hemos experimentado el desarrollo de éstas tal y como debieron de hacerlo en épocas pasadas. Por tanto, dejaremos a un lado todo tipo de complejidades que relacionen el proceso visual con el mecanismo mental encargado de traducir tal información para alcanzar finalmente la percepción, porque somos conscientes de que éste sería un terreno resbaladizo cuya competencia debe corresponder a otros especialistas en la materia que, con mejor información, puedan verter oportunas teorías al respecto.
Apenas nos atrevemos a especular sobre si la representación, la visión y la percepción de una realidad fingida (como es una anamorfosis) pueden crear en nosotros un juego que nos produzca percepciones engañosas, a pesar de que conozcamos los mecanismos y recursos pictóricos utilizados. Probablemente, cuando observamos las complejas formas y colores de una anamorfosis, que entran en pugna con nuestra percepción visual, nos dejamos influenciar por la experiencia previamente adquirida de nuestra realidad visual.
Antes de concluir toda esta narración de voluntades, pesquisas y avatares surgidos de los trabajos anamórficos, no puedo olvidar la idea fundamental que motivó este trabajo, y que es, en definitiva, la más importante. Nos referimos, evidentemente, a la docencia universitaria como inductora fundamental de este trabajo. Así pues, la técnica de proyecciones anamórficas ha formado parte de la docencia de Innovación Educativa en la asignatura Técnicas Artísticas y Conservación de Bienes Culturales Muebles en el Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Valencia, y en las aulas no solamente hemos explicado los fundamentos teóricos, sino también hemos hecho partícipes de los resultados de las anamorfosis realizadas en las calles de Valencia a los alumnos, que se han convertido en testigos presenciales de algunas de ellas. Esto ha despertando gran interés y entusiasmo en ellos; incluso, algunos comenzaron espontáneamente la experiencia de realizar alguna pintura anamórfica y llegaron a implicar a familiares y amigos en esta tarea. Todo esto nos ha llevado a proponer este tipo de actividades pictóricas con amplias convocatorias en la Universidad de Valencia.
Y qué mejor lugar para experimentar que en el medio universitario, pues ya sabemos que el docente, normalmente, se involucra muy fácilmente en nuevas exploraciones siempre con la finalidad de volcarlas hacia la enseñanza. Pues ya sabemos que el talante universitario es formar, pero, sobre todo, es estimular y sembrar en el alumnado inquietudes hacia la investigación.
En definitiva, este trabajo tan sólo pretende ser un medio de consulta fácil para cualquiera que desee realizar una anamorfosis, con el objetivo de que sus indicaciones puedan constituir una herramienta en sus primeros pasos. Tampoco se trata de un manual para hacer pintadas en las calles porque, como ya hemos comentado, hablamos de una técnica geométrica ligada a las técnicas artísticas cuya representación requiere un conocimiento previo para ser proyectada. Del mismo modo, sirve para comprender mejor muchas de las pinturas de los grandes maestros.
[1] Las anamorfosis pueden ser de muchas formas: cónicas, cilíndricas, piramidales, especulares (en las que se utilizan espejos para percibir el resultado final de la imagen), ópticas, anópticas o catóptricas según la orientación de la mirada, etc.