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Introducción

La utilización de la ventilación no invasiva (VNI) ha ido aumentando en el transcurrir del tiempo debido a la observación del éxito o la mejoría rápida de signos y síntomas de diversas etiologías.

La creciente diversidad de entidades clínicas para lo cual la VNI es actualmente una opción produce un peligro no tan latente que es, más que su subutilización, la sobreutilización de este noble recurso de tratamiento o sostén que hace que se lo utilice mal o erróneamente.

Para evitar o frenar esta situación, tanto el sobreuso como su falta de aplicación en el momento y situación adecuados, se debe conocer la herramienta en sí misma y todo lo que concierne a la relación VNI-paciente.

La baja prevalencia de su uso en algunos hospitales se relaciona con el escaso conocimiento o experiencia con la técnica, insuficiente equipamiento tecnológico e inadecuado fundamento. A pesar de esas limitaciones, su uso se está incrementando más allá de las unidades de cuidados intensivos y respiratorios, incluyendo el departamento de emergencia, salas de recuperación posquirúrgicas, neurología, salas de oncología y unidades de cuidados paliativos.

Para obtener el máximo rendimiento de la técnica y mejorar el pronóstico de los pacientes, es fundamental saber: ¿cuándo, cómo y dónde aplicar la VNI? Y se podría agregar qué es y quién puede aplicarla.

Con un ejemplo alcanza:

Con el siguiente ejemplo quedará clara la importancia de conocer cómo funciona la herramienta de trabajo para no cometer errores graves.

George Gregory, MD fue un profesor emérito en la universidad de California, San Francisco. Pero su momento más honorable para la ciencia iba a ser una noche en que se propuso salvar la vida de un infante que sufría de distrés respiratorio neonatal a través del uso de la presión positiva continua, CPAP (Continuous Positive Airway Pressure).

Mai, Yaster y Firth (2013) citan un texto de Gregory: “El infante estaba en distrés respiratorio. (...) Los cardiólogos pensaban que tenía enfermedad cardíaca congénita. Él no tenía enfermedad cardíaca congénita. El bebé estaba respirando a 150 latidos por minuto, entonces intubé su tráquea y puse una presión al final de la espiración de 6-8 mm Hg sobre el tubo usando una modificación Jackson-Rees de la pieza en T de Ayres. En la próxima hora, la PaO2 (presión arterial de oxígeno) rozó los 230 mm Hg”. (p. 1)

La siguiente figura (Figura 1) es el CPAP utilizado por Gregory:


Se observa claramente que al final del circuito de salida espiratorio va conectado a una columna de agua que es la verdadera presión continua.

Sin esta columna no hay CPAP, sino disconfort.

Lamentablemente en el ámbito diario ha sorprendido encontrar el mismo dispositivo de bolsa conectado al tubo endotraqueal como paso previo de extubación, pero sin la presión positiva continua, lo que genera gran esfuerzo respiratorio del paciente.

NOTA: el sistema Jackson-Rees (sin la presión positiva) es la bolsa utilizada para proveer anestesia.

El paciente que trató Gregory es actualmente director de arte de una escuela.

Bibliografía

Mai CL, Yaster M, Firth P. The development of continuous positive airway pressure: an interview with Dr.George Gregory. Paediatr Anaesth. 2013 Jan;23(1):3-8.

Ventilación no Invasiva en Pediatría

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