Perversiones de andar por casa
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Marina Aguilar Salinas. Perversiones de andar por casa
Sinopsis
Perversiones de andar por casa
Sobre el régimen disciplinario en el siglo XXI. Recogida de datos para una nueva fenomenología de la prisión
Un ejemplo más de la imposibilidad de distinción entre unas cosas y otras
Otra mujer
Relato de la cara
Blanca y otras historias
Hermanas
Las cuatro y cuarto, un domingo en el parque
Señora que fuma
Comentario de una película
Aparecidos
La disciplina del yoga
Casa encantada
Huesitos
Primer día de primavera
Datos de autor
Отрывок из книги
Perversiones de andar por casa- Perversiones de andar por casa es una colección de relatos que tienen en común una especie de convencimiento sobre la imposibilidad de narrar algo grande, algo realmente importante, heroico o elaborado. Apunta a los fallos, a la rotura que hay en todos esos «nosotros», esa gran masa murmurante de otros que nos constituye a cada uno y de la que no podemos escapar. Entonces, los relatos se caen en las lindes, e intentan, desde ellas, ordenarse con pequeñas descripciones acerca de la inadecuación de todos los individuos a su medio, de su incomodidad esencial, del mismo modo que su autora se encuentra, incómodamente, entre las letras y fuera de ellas. La perversión es ese detalle demasiado insignificante o, al contrario, demasiado llamativo para darle un sentido cerrado.
que todos los perversos, es que cree que lo que busca es el goce del Otro,
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Pensándolo mejor, he llegado a la conclusión de que es extraño relacionar ese sonido con el de su lengua al lamer sus órganos urinario-genitales. Pero solo gracias a la extrapolación de un contexto a otro he podido juzgarme, reprobándole a mi memoria su indecencia, y por extensión, a mí misma. O más bien, al miedo a ser anormal, una especie de depravada sexual que irrumpe en forma de imágenes.
Eso me lleva a pensar en otra escena. Constituye un pensamiento de esos que llaman intrusivos. El pensamiento en cuestión se da bajo la forma de una imagen fuertemente saturada, irresistible y repulsiva a partes iguales. Como las anteriores. No es que las imágenes estén en sí mismas dotadas de atractivo o de repulsión. Esa carga les viene dada por no sé qué instancia desconocida. Desde luego, no se trata de un poder de atracción convencional, que diríamos. Es, simplemente, la imposibilidad de apartar la mirada, una especie de magnetismo hipnótico que va aparejado a unas ganas de vomitar figuradas. Nada físicamente comprobable. Todo mental.
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