Читать книгу Salvar el pueblo, gobernar las almas - Mario Andrés Mejía Guevara - Страница 10
Ensamble estratégico de lo múltiple
ОглавлениеEsta segunda parte trata de la definición y uso del concepto operativo de “dispositivo”.3 Nos aproximaremos a la obra de Michel Foucault, para comprender la forma en que ese concepto responde a exigencias y necesidades propias de la búsqueda intelectual del autor, por lo cual examinaremos su rol e importancia en las investigaciones concernientes a las relaciones entre saber y poder.
Es evidente que en la obra de Foucault existen conceptos importantes alrededor de los cuales se buscarán definiciones precisas para poder desplegar su significado y su alcance teórico. Sin embargo, abordar de esa manera conceptos como enunciado, discurso, dispositivo, biopolítica, poder, saber, episteme, entre otros tantos, no es necesariamente la vía más apropiada para comprenderlos. Como se ha dicho en repetidas ocasiones, más que un sistema filosófico, la obra de Foucault funciona como una caja de herramientas y, en ese sentido, hay una severa distancia con relación a las definiciones y a la coherencia de las filosofías sistemáticas. Eso no quiere decir que en la obra de Foucault no exista un plan de trabajo, un cuadro de direcciones posibles o una preocupación metodológica para producir nociones y conceptos operacionales. Cuando hacemos referencia a la caja de herramientas, queremos insistir más en el plano del procedimiento que en la zona de las definiciones de un pensamiento que navegó continuamente, que siempre permaneció en movimiento y en el que las seguridades podían volver fácilmente al estado de duda y de incertidumbre. En resumen, un pensamiento que en su movimiento se transformaba y al que no le era ajena la contradicción.
En ese orden de ideas, abordar el concepto de dispositivo no equivale a buscar el lugar y el momento exacto en el que la definición pudo haber sido construida, ni a reconstituir los trazos para ofrecer una definición por lo demás nunca propuesta. Si bien no pretendemos abandonar las indicaciones realizadas por el mismo Foucault en el caso particular del concepto de dispositivo, nos parece más interesante dar cuenta de su operatividad, de la maniobrabilidad que este permitió, de su pertenencia a las herramientas de Foucault. Dicho de otra manera, queremos intentar responder a preguntas como: ¿qué es lo que el concepto de dispositivo permitió hacer a Foucault?; ¿bajo qué tipo de procedimiento aparece este en su obra?
En una entrevista de 1977 para el Bulletin périodique du champ freudien, Foucault hace una aproximación entre dispositivo y episteme. En ese pasaje, dice:
Lo que quisiera hacer, es intentar mostrar que lo que llamo dispositivo es un caso mucho más general de la episteme. O mejor, que la episteme es un dispositivo específicamente discursivo a diferencia del dispositivo que es discursivo y no-discursivo, sus elementos son mucho más heterogéneos (Foucault, 2001, p. 300).4
El concepto de episteme surge para analizar las condiciones de posibilidad que determinaron el funcionamiento de ciertas formaciones discursivas en la cultura occidental (Foucault, 1992). Episteme del siglo XVI, episteme clásica, episteme moderna: he aquí tres momentos de configuración. Tres superficies donde los elementos discursivos dispersos entran en relación, creando formas particulares de saber. No obstante, la episteme se limita al orden del discurso, a las relaciones enunciativas, a la forma de lo enunciable (Deleuze, 1989). Aunque el concepto de episteme remite a una multiplicidad y a una pluralidad de enunciados, estos permanecen inscritos en la dimensión del discurso. La episteme nos lleva a la economía de enunciados en el interior del campo de producción de discursos. Por su parte, con la noción de dispositivo, la multiplicidad de enunciados puede ser entendida en su relación con heterogéneos elementos no-discursivos. La idea de dispositivo permite el despliegue de otras dimensiones con relación al discurso sin limitarse necesariamente a él. Es decir, con la noción de dispositivo se adquieren nuevas dimensiones, crecen las relaciones posibles, se extiende la heterogeneidad de líneas constitutivas. Ya no se restringe a lo meramente discursivo, sino que se favorece la agrupación de elementos no-discursivos, lo que permite que el concepto de episteme aumente su volumen y se modifique. Ante esa modificación surge la necesidad de otra palabra, de otro apelativo: dispositivo.
Si bien es en Les mots et les choses (1992) donde Foucault hace uso del concepto de episteme, no es allí donde menciona el enlace entre los elementos discursivos y los no-discursivos. Aunque dejada en la sombra, tal articulación heterogénea será esbozada teóricamente por primera vez en L’archéologie du savoir (Foucault, 2008). En efecto, uno de los propósitos de la arqueología, dice Foucault, es definir las formas específicas de articulación entre las formaciones discursivas y los dominios no-discursivos como las instituciones, los acontecimientos políticos, las prácticas y los procesos económicos, etc., pero a un nivel diferente del análisis simbólico y del análisis causal. Para la arqueología, se trata de mostrar cómo una práctica como la política hace parte de las condiciones de emergencia, de inserción y de funcionamiento de los discursos. En otras palabras: el discurso como práctica que se dirige a un campo de objetos que se encuentra entre las manos de un cierto número de individuos con ciertas funciones en la sociedad, se articula con prácticas que le son externas y que no son discursivas, pero son parte de su existencia y de su funcionamiento (Foucault, 2008). En una entrevista de 1971 Foucault (2001) afirma que el texto La arqueología del saber no expone una teoría pues, por ejemplo, él no “sistematizó las relaciones entre las formaciones discursivas y las formaciones sociales y económicas […] esas relaciones fueron dejadas bajo la sombra. Habría sido necesario elaborar tales relaciones para construir una teoría” (p. 1025).5 De tal forma, sin que en ese texto se haya forjado el concepto de dispositivo ni se haya hecho en él una sistematización, la articulación entre lo discursivo y lo no-discursivo es un tema ya identificado para el análisis de las relaciones entre saber y poder como parte de la condición de emergencia de los discursos.
Afirmar que la obra de Foucault hace una transición del saber al poder para finalmente acabar en el sujeto sería trazar una linealidad que ignora las tensiones y movimientos ejecutados por Foucault. Pero esos movimientos no pueden ser representados por una línea directa y unidireccional entre tres puntos, pues en el paso de “episteme” a “dispositivo” no es el cambio de lo discursivo a lo no-discursivo, o del saber al poder, lo que se opera. Si hay algún tipo de relación entre esos dos conceptos, esta no sería lineal, similar a un cambio de tema, sino, al contrario, multidimensional; esto quiere decir que con el concepto de dispositivo fue posible para el autor dar cuenta de formas, lugares y articulaciones de una diversidad heterogénea de elementos discursivos, institucionales, arquitecturales, reglamentarios, legislativos, administrativos, científicos, filosóficos, morales, filantrópicos, etc.: “de lo dicho, así como de lo no-dicho, he aquí los elementos del dispositivo” (Foucault, 2001, p. 299).
Ahora bien, con el conjunto de elementos heterogéneos que Foucault reúne bajo el nombre de dispositivo, lo que procura es establecer las relaciones existentes entre la economía de enunciados y las relaciones de poder. En efecto, lo que surge como horizonte posible para la emergencia y operatividad del concepto de dispositivo se consolida cuando Foucault aspira a superar el análisis del poder de la triple condición del sujeto, de la unidad y de la ley, para focalizarlo en las relaciones u operadores de dominación. Dicho de otra manera, observar las relaciones de poder en lo que tienen de factual, de efectivo: las estrategias globales, las tácticas locales, los instrumentos técnicos.
Ante la pregunta ¿qué es el poder?, Foucault (1997) propone más bien “determinar cuáles son, en sus mecanismos, en sus efectos, sus relaciones, esos diferentes dispositivos de poder que se ejercen, en niveles diferentes de la sociedad, en ámbitos y con extensiones tan variadas” (pp. 13-14). El dispositivo como un conjunto, una globalidad múltiple que hace efectivo al poder; estrategias globales que hacen posible el ejercicio local del poder. Esta manera de asir el poder se debe al interés, por parte de Foucault, de no concentrar tanto el análisis en el quién ni en el porqué del poder, sino más bien en el cómo.
Es eso lo que explica la aparición, al lado del concepto de dispositivo, de las nociones de estrategia, tecnología, mecanismo, táctica, relaciones de fuerza, entre otras más, nociones que pertenecen al vocabulario de lo que era conocido como arte de guerra durante los siglos XVIII y XIX. Foucault hace de ese conjunto de palabras sus fuentes semánticas para abordar la pregunta sobre el cómo del poder. De allí que invierta el aforismo de Clausewitz y enseguida lo transforme en interrogante: ¿hay que concebir la política como la continuación, por otros medios, de la guerra? (Foucault, 1997).
En resumen, se podría afirmar que el concepto de dispositivo es el resultado de enlazar las relaciones entre los elementos discursivos y los no-discursivos a partir de la pregunta del funcionamiento del poder, del cómo del poder. Se puede afirmar que el concepto de dispositivo permite articular los enunciados del saber y las técnicas del poder. En otras palabras, ese concepto permite vincular las formaciones discursivas productoras de verdad y las relaciones de poder. Desde ese ángulo, es bajo el nombre de dispositivo como Foucault sitúa las relaciones entre saber y poder, como el concepto operacional que le permitirá dar cuenta de los modos de subjetivación. Al respecto, en una entrevista Foucault aclara:
Primero me gustaría decir cuál ha sido el objetivo de mi trabajo de los últimos veinte años. No ha sido analizar los fenómenos de poder ni arrojar las bases de ese tipo de análisis. Busqué más bien producir una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humano en nuestra cultura (Foucault, 2001, p. 1042).6
Es en Surveiller et punir (Foucault, 1994) donde el autor francés avanza hacia una nueva forma de analizar el poder. Deleuze (2004) reconocerá en ese procedimiento una nueva manera de aproximarse al poder que permite criticar los postulados que han servido tradicionalmente para concebirlo y entenderlo. Pero será en La volonté du savoir (Foucault, 2009) donde desarrollará de forma más metódica su aproximación al poder, no solamente ilustrando sus diferencias a través de una concepción negativa del poder, sino también ofreciendo algunas pistas para una concepción positiva y, como lo dice Deleuze, funcionalista.
Es por lo tanto en ese texto donde la dimensión operacional del concepto de dispositivo gana visibilidad. Después de haber confrontado la concepción opresiva del poder y la tesis de la represión respecto al sexo, Foucault describe el recorrido histórico de la sciencia sexualis. Con el interrogante sobre los procedimientos y técnicas a través de los cuales se producen discursos verdaderos articulados a relaciones de poder, Foucault aborda la producción de verdad sobre el sexo e identifica la confesión como la matriz general de esa voluntad de saber atravesada por relaciones de poder. El capítulo titulado “Dispositif de sexualité” de La volonté de savoir (Foucault, 2009) permite explorar justamente las relaciones entre las técnicas de saber y las estrategias de poder reagrupadas por el concepto de dispositivo. Como si fuera una carta de navegación, Foucault precisa en ese capítulo que su interés respecto al poder es tanto analizarlo como avanzar hacia otra forma de concebirlo. Es decir, se trata para él de sobrepasar la representación y la concepción del poder jurídico y discursivo, que se afirma bajo el privilegio teórico de la ley y de la soberanía, para analizar los numerosos mecanismos y los aparatos que operan efectivamente como procedimientos del poder. En cuanto al método, él propone analizar la formación de un tipo de saber sobre el sexo en términos de poder, entendido este como:
la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo que formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos, las contradicciones que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales (Foucault, 2009, pp. 121-122).
Dicho de otro modo, lo que propone es inscribir en el interior de esas relaciones de fuerza la producción de discursos verdaderos como un momento, un instante estratégico en las tácticas desplegadas en el continuo encuentro y choque de esas fuerzas. En ese sentido, las preguntas formuladas por Foucault sobre la producción de discursos verdaderos alrededor del sexo se encuentran delimitadas por su interés en comprender la manera en que las relaciones de poder hacen posible cierto tipo de enunciados calificables como verdaderos y, a la vez, por su interés en mostrar cómo esos discursos sirven de soporte para esas relaciones: “se trata de inmergir la abundosa producción de discursos sobre el sexo en el campo de las relaciones de poder múltiples y móviles” (Foucault, 2009, p. 128).
En consecuencia, no hay que considerar los conocimientos científicos como un objeto desinteresado y libre sobre el cual se ejerce una censura, una prohibición o una restricción en razón de exigencias económicas o políticas. No se trata tampoco de inscribir los discursos verdaderos en el amplio espectro de la ideología, que tendría como fin esconder la verdad e imponer una máscara para responder a los intereses de clase. Se trata, al contrario, de reconocer que la emergencia de los objetos de saber es posible gracias a la interacción de las relaciones de poder; de reconocer también que, a cambio, si el poder necesita objetos precisos para su ejercicio, hay procedimientos de saber capaces de delimitarlos y de hacerlos visibles.7 Por eso mismo, no existe exterioridad entre saber y poder, entre las técnicas de saber y las estrategias de poder, al contrario, hay lugares de articulación, de encuentro, de coexistencia, de residencia, de apoyo. Dicho de otra manera, existen focos locales de poder-saber (Foucault, 2009).
Bajo ese marco, la dimensión estratégica que representa el dispositivo, en tanto conjunto de relaciones de saber y de poder, se hace evidente:
Por dispositivo entiendo un tipo, digamos, de formación que en un momento histórico dado, tuvo por función principal responder a una emergencia. El dispositivo tiene una función estratégica dominante […] lo que supone que se trata de una cierta manipulación de relaciones de fuerza, sea para desarrollarlas en tal dirección, sea para bloquearlas, o para estabilizarlas, utilizarlas. Por lo tanto, el dispositivo siempre está inscrito en un juego de poder, pero siempre vinculado también a un mojón o mojones de saber que de allí nacen pero al tiempo lo condicionan. Eso es el dispositivo: estrategias de relaciones de fuerza que sostienen tipos de saber y que, a su vez, están respaldadas por estos. (Foucault, 2001, p. 299).8
A manera de resumen podemos afirmar que el concepto operacional de dispositivo surge en Foucault en el punto de cruce de dos líneas. La primera, histórico-metodológica, es el conjunto heterogéneo de elementos discursivos y de elementos no-discursivos. La segunda línea, histórico-teórica, se inscribe en el contexto de la pregunta sobre el cómo del poder. A ese nivel, el concepto de dispositivo integra los distintos mecanismos, aparatos, técnicas, estrategias, instrumentos de intervención discursiva y material, enunciados y procedimientos del saber y del poder, en el marco de las relaciones de fuerza.
En una sociedad como la nuestra, múltiples relaciones de poder atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo social; no pueden disociarse, ni establecerse, ni funcionar sin una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento del discurso verdadero. No hay ejercicio del poder sin cierta economía de los discursos de verdad que funcionan en, a partir y a través de ese poder. El poder nos somete a la producción de la verdad y solo podemos ejercer el poder por la producción de la verdad (Foucault, 1997, p. 22).
El dispositivo es entonces un ensamble de múltiples elementos, discursivos y no-discursivos, que hacen efectivo al poder. Es una formación estratégica donde se cruzan, se superponen y se apoyan mutuamente técnicas de saber y mecanismos de poder. Siendo aquel que permite la manipulación de las relaciones de fuerza, el dispositivo aparece en el momento de integrar y codificar mecanismos, procedimientos, enunciados, técnicas, etc., para responder a una urgencia y a una serie de intenciones y de objetivos.
Como lo dijimos previamente, hacia 1870 tiene lugar en Colombia una ruptura epistémica en el campo del saber sobre el “hombre”, a través de la distinción teórica entre “ideas objetivas” e “ideas subjetivas”. Aquello permitió la circulación, en todas las direcciones, de nociones, conceptos, metáforas y métodos en el campo del saber colombiano desde finales del siglo XIX, campo donde tomaron lugar los discursos sobre el hombre, incluyendo los discursos sociales. De tal forma, los dirigentes modernizadores, liberales y conservadores, católicos y laicos, hablan de fines sociales, luchas sociales, defensa social, asistencia social, instituciones sociales, enfermedades sociales, peligros sociales, agrupando la mayoría de estas nociones bajo el ambiguo término de “cuestión social”. Para hablar de aquello, esos dirigentes e intelectuales utilizaron los elementos discursivos de un campo de saber dónde predominaban los métodos y los valores de las “ciencias experimentales”, lo que permitió el cruce complejo y problemático entre las ciencias humanas y las ciencias naturales.
En ese sentido, cuando nosotros hablamos del dispositivo de lo social en el interior de la Iglesia católica en Colombia, queremos identificar las articulaciones de orden discursivo y no-discursivo que aquella institución operó alrededor de lo social para responder a una urgencia estratégica precisa. No se trata de un mecanismo inconexo ni de un plan arquitectónico aislado, menos aún de un concepto teórico desconectado o de un cuadro estadístico disperso; la idea de dispositivo implica las relaciones entre esos diversos elementos, los vínculos que los conectan en el momento en que la Iglesia produce un discurso sobre lo social. De tal forma, encontramos allí enunciados de las ciencias positivas, desplazamiento y cambios conceptuales, líneas teológicas, cuadros estadísticos con relación a la alimentación obrera, la higiene privada, la construcción de barrios y casas, la regulación de imágenes, los planos educativos, los sindicatos, etc. En el momento en que la Iglesia hablaba de lo social y reaccionaba alrededor de objetos tales como obrero, infancia, familia, entre otros tantos, ella se encontraba obligada a hacerlo según las reglas modernas del campo de saber. Aquello para legitimar sus discursos frente a las ciencias —superficie retórica—, pero sobre todo porque la producción de los conocimientos sobre lo social debía responder a las nuevas reglas de verdad —superficie epistémica—. Ese dispositivo supone entonces la integración de diversos enunciados (biológicos, teológicos, económicos, morales…) y de técnicas de intervención (desplazamiento del poder pastoral) por parte de la Iglesia cuando ella racionalizó y habló de una serie de objetos de discurso delimitados para las relaciones de poder. Articulación de lo discursivo y de lo no-discursivo, de la producción de verdad y de los mecanismos de poder, que hizo parte de las líneas constitutivas de lo social en cuanto sector particular en el país.
1. Nota aclaratoria: para la construcción de este documento se utilizaron las versiones originales, en francés, de varios textos, por lo que edición y páginas citadas en el cuerpo del texto corresponden a esas versiones. En caso de existir, se consultaron las ediciones en español para verificar y ajustar la traducción, no obstante, algo particular pasa con ciertos textos de Michel Foucault compilados en Dits et Écrits, pues algunos de ellos no han sido traducidos. Para esos casos, además de nuestra traducción transcribiremos el texto en francés en nota a pie de página.
2. “Cuestión textos” es el nombre que recibe un debate político y filosófico que tuvo lugar en Colombia en 1870 en el que se intentaba determinar la cientificidad del tratado Elementos de Ideología del autor francés Antoine Louis Claude Destutt, conde de Tracy (1754-1836), propuesto para ser usado como texto oficial para la enseñanza de filosofía en la Facultad de Literatura y Filosofía de la Universidad Nacional y en algunos establecimientos de secundaria. A propósito del debate y de su impacto en el campo epistemológico local, ver Saldarriaga (2004).
3. Nuestro interés en profundizar en el concepto de dispositivo se debe tanto a su relevancia teórica para nuestro trabajo, como al hecho de evidenciar un reiterativo uso del término que ha conducido a una pérdida en su potencia y alcance analítico. Un texto que ejemplifica lo dicho es el de Giorgio Agamben (2007), donde el autor lo retoma, lo reinterpreta y finalmente lo define como “todo lo que tiene, de una manera o de otra, la capacidad de capturar, orientar, determinar, interpretar, modelar, controlar y ocuparse de los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivos” (p. 31). Aquello lo lleva al punto de ver en un portátil, un televisor, un bolígrafo, en la filosofía o en la escritura, dispositivos en cuanto máquinas de gobierno que pueden producir subjetivación. No se trata para nosotros de tomar la defensa de un sentido “verdadero” o de la “única” interpretación posible del concepto de dispositivo para inaugurar una discusión que solo interesaría a eruditos y exégetas; nos limitaremos, más bien, a destacar la dimensión que el “dispositivo” como concepto permite describir, así como a su alcance analítico respecto a las relaciones de saber y poder.
4. Ce que je voudrais faire, c’est essayer de montrer que ce que j’appelle dispositif est un cas beaucoup plus général de l’épistémè. Ou plutôt que l’épistémè, c’est un dispositif spécifiquement discursif, à la différence du dispositif qui est, lui, discursif et non-discursif, ses éléments étant beaucoup plus hétérogènes (Foucault, 2001, p. 300).
5. Je n’ai pas systématisé les relations entre les formations discursives et les formations sociales et économiques (…) ces relations ont été laissées dans l’ombre. Il aurait fallu élaborer de telles relations pour construire une théorie (Foucault, 2001, p. 1025).
6. Je voudrais dire d’abord quel a été le but de mon travail ces vingt dernière années. Il n’a pas été d’analyser les phénomènes de pouvoir ni de jeter les bases d’une telle analyse. J’ai cherché plutôt à produire une histoire des différents modes de subjectivation de l’être humain dans notre culture (Foucault, 2001, p. 1042).
7. El ejemplo por excelencia de este tipo de relación entre objeto de saber y objeto de poder en Foucault es la emergencia de la vida para la biología y para el biopoder. Sobre la emergencia de objetos de saber con respecto a las relaciones de poder, ver el texto de Deleuze (2004), en particular el capítulo “Topologie: penser autrement”, donde las describe a partir de los términos de Archivo y de Diagrama.
8. Par dispositif, j’entends une sorte –disons- de formation, qui à un moment historique donné, a eu pour fonction majeure de répondre à une urgence. Le dispositif a donc une fonction stratégique dominante (…) ce qui suppose qu’il s’agit là d’une certaine manipulation de rapports de forces, soit pour les développer dans telle direction, soit pour les bloquer, ou pour les stabiliser, les utiliser. Le dispositif est donc toujours inscrit dans un jeu de pouvoir, mais toujours lié aussi à une borne ou à des bornes de savoir, qui en naissent mais, tout autant, le conditionnent. C’est ça, le dispositif : des stratégies de rapports de force supportant des types de savoir, et supportés par eux (Foucault, 2001, p. 299).