Читать книгу Libre albedrío - Mark Balaguer - Страница 9
ОглавлениеCAPÍTULO 1
Introducción
En los últimos años, varias personas han argumentado que la ciencia ha demostrado que los seres humanos no tienen libre albedrío. Personas como Daniel Wegner (psicólogo de Harvard) y Sam Harris (neurocientífico y autor de varios libros de “filosofía popular”) afirman que ciertos hallazgos científicos revelan que el libre albedrío es una ilusión.
Si esto fuera cierto, sería menos que espléndido. Y también sería sorprendente, porque realmente pareciera que tenemos libre albedrío. Pareciera que lo que hacemos en cada momento está determinado por decisiones conscientes que tomamos libremente. Supongamos, por ejemplo, que estoy acostado en mi sofá viendo la televisión, y de repente decido levantarme y salir a caminar. Parece que la razón por la que me levanté y salí a caminar es que tomé una decisión consciente de hacerlo. Podría haber seguido viendo la televisión o podría haber hecho algo completamente diferente. De hecho, me podría haber pintado de verde, fingir que era el Increíble Hulk y que estaba enfrentado en una batalla a muerte con una compañía malvada de trapecistas lituanos. Pero no lo hice; fui a dar un paseo. Y cuando hice eso, ejercité mi libre albedrío, o al menos eso nos parece a nosotros. Pero si personas como Wegner y Harris tienen razón, entonces este sentimiento de libertad que todos tenemos es una ilusión. Desde su punto de vista, realmente no tenemos libre albedrío. En otras palabras, no tenemos ninguna elección real sobre lo que hacemos. Más bien, en su opinión, todo lo que hacemos está completamente causado por cosas que están totalmente fuera de nuestro control. Y, nuevamente, según estas personas, existe evidencia científica que respalda la afirmación de que no tenemos libre albedrío.
No confío en estas personas. Y no es que no confíe en la ciencia, por el contrario, realmente confío en ella. Creo que la ciencia es la mejor manera que tenemos de adquirir conocimiento sobre el mundo. Simplemente no confío en las personas. Y realmente no confío en las personas que me dicen que la ciencia ha demostrado que algunas afirmaciones locas son ciertas. Ahora, no me malinterpreten: soy plenamente consciente de que la ciencia ya nos ha demostrado que muchas afirmaciones locas son ciertas. Pero por cada caso en el que la ciencia ha establecido legítimamente la verdad de algún resultado que suena loco, hay miles de casos en los que las personas afirman erróneamente que la ciencia ha establecido un resultado que suena loco. Entonces, la moraleja aquí es esta: el hecho de que alguien con un doctorado y una bata de laboratorio te diga que la ciencia ha establecido alguna conclusión loca no significa que sea realmente cierto. Por supuesto, tampoco significa que sea falso. Mi reclamo es simplemente que tenemos que comprobarlo por nosotros mismos.
Así que estoy completamente abierto a la idea de que la ciencia podría establecer que no tenemos libre albedrío. Después de todo, nuestros procesos de toma de decisiones son procesos cerebrales. En particular, son procesos neuronales, y los procesos neuronales están obviamente en el dominio de la investigación científica. Eso es exactamente lo que hace la neurociencia: estudia los procesos neuronales. Por lo tanto, es una posibilidad real que los neurocientíficos puedan descubrir que no tenemos libre albedrío, simplemente no estoy seguro de que lo hayan descubierto. Por lo mismo, quiero buscar por mi cuenta y ver si tienen razón.
De eso se tratará este libro. Voy a discutir y evaluar los diversos argumentos y experimentos científicos que la gente ha presentado en apoyo de la afirmación de que los seres humanos no tienen libre albedrío. Al final del libro, podremos responder a la pregunta de si los diversos argumentos son buenos; en otras palabras, podremos decir si realmente tenemos buenas razones para renunciar a nuestra creencia de que el libre albedrío existe.
Antes de continuar, quiero presentar un tema que será relevante para nuestra discusión. En términos generales, podemos respaldar dos visiones diferentes sobre la naturaleza de los seres humanos. Estas dos visiones se pueden resumir de la siguiente manera:
La visión espiritual y religiosa de los humanos: cada persona tiene un alma inmortal, o un espíritu no físico, que es distinto del cuerpo físico y que de alguna manera “impulsa” al cuerpo o “le dice al cuerpo qué hacer”.
Por lo tanto, es una posibilidad real que los neurocientíficos puedan descubrir que no tenemos libre albedrío, simplemente no estoy seguro de que lo hayan descubierto. |
Por ejemplo, si tienes sed y conscientemente decides ir a la cocina a tomar un vaso de agua, es tu alma la que toma esta decisión consciente y hace que tu cuerpo se levante y comience a caminar.
La visión materialista y científica de los humanos: el ser humano no es más que su cuerpo físico, no hay alma no física. Entonces, todo lo que te hace ser quién eres se puede encontrar en tu cerebro. Tus creencias y deseos, tus esperanzas y miedos, tus recuerdos, tus sentimientos de amor y odio, todo está en tu cerebro, codificado por vías neuronales. Y si queremos saber por qué te levantaste y entraste a la cocina, solo tenemos que mirar tu cerebro. No hay otro lugar para mirar, porque no tienes un alma no física. La sed que sentiste fue algo físico, neuralmente codificado en tu cerebro. Además, tu decisión consciente de ir a buscar agua también fue física: fue un evento físico y neuronal que ocurrió en tu cerebro. Y este evento neuronal hizo que tus músculos se movieran, y así sucesivamente.
El debate entre estas dos visiones es obviamente muy acalorado y controvertido por derecho propio, y no voy a tratar de resolverlo aquí. Pero la diferencia entre estas dos visiones de los seres humanos es importante para nuestro tema por algunas razones. El primer punto a considerar es que los enemigos científicos del libre albedrío, personas como Wegner y Harris, que piensan que la ciencia ha demostrado que no tenemos libre albedrío, generalmente asumen algo así como una visión materialista y científica de los humanos.
Ahora, dado esto, podrías pensar: “Entonces, si creo en Dios y en que tengo un alma no física, no tengo que preocuparme por los argumentos que han dado estas personas. No tengo que preocuparme de no tener libre albedrío”.
Pero no es obvio que esto sea correcto. Puede ser que la creencia en las almas no resuelva el problema. En otras palabras, puede ser que incluso si aceptas la visión espiritual y religiosa, incluso si crees que todos poseemos almas no físicas que manejan nuestros cuerpos, no puedes usar esta creencia para escapar de los argumentos contra el libre albedrío. Puede ser que los argumentos contra el libre albedrío sigan vigentes, tendremos que ver.
En cualquier caso, digamos lo que digamos sobre si la visión espiritual y religiosa puede usarse para bloquear los argumentos contra el libre albedrío, voy a pasar mucho más tiempo buscando una respuesta a los argumentos contra el libre albedrío que todos podamos usar, independientemente de si creemos en almas no físicas. Al hacer esto, a menudo estaré asumiendo por el bien del argumento que la visión materialista y científica de los humanos es correcta. En otras palabras, la pregunta que intentaré responder es si podemos encontrar una manera de responder a los argumentos contra el libre albedrío si asumimos que los seres humanos no tienen almas no físicas. Mi idea aquí es que si podemos encontrar una manera para que los materialistas respondan a los argumentos contra el libre albedrío, entonces los defensores de la visión espiritual y religiosa deberían poder responder de manera similar. Al proceder de esta manera, en realidad buscaremos una respuesta que todos puedan usar.
Pero en el espíritu de total transparencia, para que sepas quién escribe, déjame poner mis cartas sobre la mesa. No creo en Dios, y no creo en las almas no físicas. Tampoco soy un ateo loco que echa espuma por la boca, pero en realidad no creo que existan dioses o almas no físicas. De todos modos, mi visión realmente no importará en este libro porque, nuevamente, voy a buscar una respuesta a los argumentos contra el libre albedrío que todos podamos usar y, lo que es más, voy a abordar la pregunta de si podemos escapar de los argumentos contra el libre albedrío abandonando el materialismo y respaldando la idea de que todos tenemos almas no físicas.
Antes de comenzar a trabajar, probablemente debería decir algo sobre el hecho de que el libre albedrío es importante para nosotros. Este es un punto que a menudo hacen las personas que escriben sobre este tema. Nos dicen que el libre albedrío es fundamental para la moral, la religión, la política y nuestro sistema legal. De hecho, nos dicen que el libre albedrío es crucial para nuestra concepción de nosotros mismos como seres humanos.
Quizás esto sea cierto, pero huelo a gato encerrado. Personalmente, me parece un intento de justificar la decisión de escribir sobre el libre albedrío. Por otra parte, creo que estas reflexiones intelectuales no llegan a la razón principal de por qué nos preocupa si tenemos libre albedrío. La razón principal de que nos importe esta pregunta es que queremos libre albedrío. Lo queremos por la misma razón que queremos helado, felicidad y sexo, porque es bueno. El libre albedrío es algo intrínsecamente bueno que todos queremos. Entonces, si resulta que no lo tenemos, que el sentimiento de libre albedrío es una ilusión, esto sería malo.
Pero, por supuesto, incluso si el libre albedrío es intrínsecamente deseable, también podría ser cierto que es importante como un medio para otras cosas. Por ejemplo, podrías pensar que necesitamos libre albedrío para justificar la forma en que tratamos a los delincuentes. Podrías pensar que si las personas no tienen libre albedrío, nadie merece ser castigado. Consideremos, por ejemplo, a Bruno Hauptmann, quien fue condenado por secuestrar y asesinar al bebé de Charles Lindbergh. La mayoría de las personas diría que si Hauptmann era de hecho culpable, entonces merecía ser castigado por sus crímenes. Pero si no tenía libre albedrío, si sus acciones fueron causadas por cosas que estaban completamente fuera de su control, de modo que no tenía una opción genuina sobre lo que hizo, entonces es difícil ver cómo sus acciones fueron culpa suya, y es difícil ver cómo podría ser justo culparlo. Igual podríamos encarcelar a criminales como este, solo para protegernos, pero si no tienen libre albedrío, entonces es difícil ver cómo merecen este trato.
El pensamiento moral detrás de este argumento puede ser correcto, pero me cuesta creer que haya algo de uso pragmático real. Incluso si nos convencemos por completo de que las personas no tienen libre albedrío, nada cambiaría mucho. Sería una gran noticia durante unos días, pero luego nos aburriríamos y pasaríamos a la próxima gran cosa, como que Lindsay Lohan fue detenida por manejar bajo la influencia del alcohol, o lo que sea. Y si después del descubrimiento de que los humanos no tienen libre albedrío, alguien secuestrara y asesinara a tu bebé, apuesto lo que fuera a que sentirías indignación moral; sentirías en tu corazón que el asesino merece ser castigado, tenga o no libre albedrío.
Las personas son personas, y si realmente descubrimos que no tenemos libre albedrío, no creo que cambie nada de nada. Pero esto no significa que no sería una gran noticia, porque lo sería. Y también serían malas noticias. Sería como descubrir que no queda más chocolate. No sería el fin del mundo si descubriéramos que tenemos que arreglárnoslas sin chocolate. Luego de unos pocos días seguiríamos adelante, comenzaríamos a comer más vainilla y caramelo, y eso sería el final. Pero esto no cambia el hecho de que nos gusta el chocolate y no queremos vivir sin él. Lo mismo ocurre con el libre albedrío.
(Un evaluador anónimo de este libro se opuso a esta idea porque a algunas personas no les gusta el chocolate. Si esto fuera cierto, por supuesto sería devastador para mi argumento, pero no lo creo posible ni por un segundo. La mayoría de las personas que afirman que no les gusta el chocolate son unos mentirosos que generalmente se pueden encontrar en el estacionamiento detrás del contenedor de basura con barras de Snickers, y los pocos restantes que realmente creen que no les gusta el chocolate están simplemente confundidos. No han probado el chocolate en el lugar correcto. Si estás en esta categoría, intenta comerte un pastel de chocolate Sara Lee entero mientras estás acostado en la cama, debajo de las sábanas, con las cortinas abiertas, viendo repeticiones de Friends. Creo que te sorprenderían los resultados).