Читать книгу Una Iglesia saludable - Mark Dever - Страница 4
Introducción
ОглавлениеDios, en su bondad y amor no nos ha llamado para ser cristianos aislados. Aunque pecamos individualmente, y somos llamados del mundo individualmente, también somos llamados a estar juntos en una Asamblea Local. Esta asamblea es llamada, en el Nuevo Testamento, una Iglesia.
En nuestros días muchos libros que están en el mercado y muchos oradores que andan por ahí, afirman que casi cada atributo concebible, estilo de adoración, programa de computadora, libro, sistema de sonido, seminario, ministerio, educación, programa, grupo, filosofía, metodología, doctrina, virtud, encuentro espiritual, diseño del aparcamiento o estructura administrativa es la clave de una iglesia exitosa. ¿Quién tiene razón? ¿Cómo puedes saber si una iglesia es saludable? ¿Cómo puedes decir si tú iglesia es saludable? ¿Qué puedes hacer para animar un crecimiento bíblico, sostenible y que glorifique a Dios?
Este pequeño libro es una herramienta para cambiar las iglesias. En él sugiero nueve marcas distintivas de una iglesia saludable. Estas no son los únicos atributos de una iglesia saludable. No son todo lo que uno quisiera decir con respecto a una iglesia. No son ni siquiera necesariamente las cosas más importantes acerca de una iglesia. Por ejemplo, el bautismo y la comunión son aspectos esenciales de una iglesia bíblica, pero aquí no son discutidos directamente. Esto es debido a que virtualmente toda iglesia tiene al menos la intención de practicarlos. Los nueve atributos que aquí se discuten son marcas que pueden distinguir a una iglesia sana, saludable y bíblica de muchas de sus hermanas más enfermizas. Las nueve marcas que aquí se discuten se encuentran raramente en nuestros días, y por lo tanto hay una necesidad especial de que llamemos la atención sobre ellas y las cultivemos en nuestras iglesias.
Por supuesto, de la misma manera que no hay cristianos perfectos en esta vida, tampoco hay iglesias perfectas. Incluso las mejores iglesias se quedan cortas con respecto al ideal. Ni una política correcta, ni una predicación valiente, ni unas ofrendas hechas con sacrificio, ni una ortodoxia doctrinal pueden asegurar que una iglesia florezca. No obstante, cualquier iglesia puede ser más saludable de lo que es. En nuestras propias vidas, nunca podemos ver una victoria completa sobre el pecado, pero como verdaderos hijos de Dios no abandonamos la lucha. Las iglesias no deben abandonar tampoco su lucha. Los cristianos, particularmente los pastores y los líderes de la iglesia, desean y trabajan por ver iglesias más saludables. La meta de este librito es animar justamente esa salud. Con ese fin es que escribo, y con ese fin tú lees, y ambos lo hacemos para que Dios sea glorificado en Su pueblo.
Nuestra adicción al pragmatismo, particularmente al éxito evidente, debe ser reemplazada por una dependencia humilde y confiada en la fidelidad de Dios, concretamente al seguir sus mandatos sin tener en cuenta la respuesta inmediata. Debemos tener categorías para reconocer y animar las labores no sólo de quien está implantando una iglesia en alguna área demográficamente creciente, o en el medio de un avivamiento, sino también de pastores fieles en ciudades o áreas rurales demográficamente estables o decadentes. Debemos ser capaces de animar la obra de Dios como se veía en las labores de Guillermo Carey o de Adoniram Judson, no simplemente en campañas o misiones con grandes números de personas que responden inmediatamente.
Una nota de advertencia: al hacer este reemplazo de metas y prácticas en nuestras iglesias, no debemos descansar en seminarios como los agentes del cambio y de la reforma bíblica. Los seminarios (ya sean denominacionales o de otro tipo) son instituciones que tienen sus propias mayordomías de acuerdo a quienes los constituyen, y deben ser fieles a ellos, o perecer. Esto es cómo debería ser. Por lo tanto, nosotros debemos trabajar para un cambio más largo, más lento y más profundo, al tratar de cambiar nuestras iglesias.
Una vez más, incluso las mejores iglesias se quedan cortas con respecto al ideal, pero por ello no debemos dejar de trabajar. Estamos unidos en nuestro deseo de tener iglesias más saludables, donde Dios sea glorificado en su pueblo. Quiera Dios que este libro se ha usado para ese fin.