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Palabras preliminares



Vida y obra de Mark Twain

Mark Twain es el seudónimo con que Samuel Langhorne Clemens llegaría a ser conocido en el mundo literario.

Samuel nació en Florida, en el estado sureño de Missouri. Su padre se dedicaba a especular en tierras, ocupación lucrativa en un país en plena etapa de expansión y de incorporación de nuevos territorios. Florida era apenas un puesto fronterizo a orillas de un afluente del río Misisipí. Este contacto, durante la niñez, con los caudalosos ríos del sur, influiría para siempre en el escritor.

Cuando Samuel tenía cuatro años, su familia se trasladó a Hannibal. El pequeño poblado estaba en las riberas mismas del Misisipí. Allí transcurrió la infancia de Samuel, de la que el escritor extraería las vivencias para sus grandes novelas: Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn.

La muerte del padre puso brusco fin a la infancia dichosa. Samuel, de doce años, se vio obligado a ganarse la vida, para lo cual ingresó como aprendiz en la imprenta de uno de sus hermanos mayores. Allí empieza pronto a colaborar en un periódico. Escribe viñetas y breves rellenos humorísticos, que muestran ya la liviandad y el humor que caracterizarían a sus obras.

Pero iba a tener que esperar hasta los veintidós años para lograr la oportunidad con que había soñado: ser piloto de un barco fluvial. Según confesó en una de sus obras autobiográficas esta actividad le agradó y satisfizo “más que ninguna de cuantas tuvo después”, y fue fundamental para su formación de escritor.

La Guerra de Secesión interrumpe el tráfico de los vapores por los grandes ríos. Samuel vuelve entonces al periodismo y, como millares de sus compatriotas, se deja tentar por la posibilidad de enriquecerse rápido, para lo cual viaja al Oeste en busca de minas de plata.

En 1865 publica su primer relato: “La famosa rana saltarina del distrito de Calaveras”.

Continúa viajando como corresponsal. Primero hacia el Pacífico, a Hawai; luego a Europa y al Cercano Oriente. Su vida errante se interrumpe en 1867, cuando se casa con Olivia Langton. Se establece entonces en Hartfort, en el estado de Connecticut. Allí vivirá hasta 1890. Durante estos veintitrés años escribirá el grueso y lo mejor de su obra.

Su primera novela apareció en 1869: Inocentes en el extranjero. Pero Twain no conoció el éxito hasta la publicación, tres años más tarde, de su segunda novela: Pasándolo mal. En esta obra el escritor –a quien ya se le conoce por su seudónimo– aprovecha la rica experiencia de haber tenido que ganarse duramente la vida cuando la guerra civil le impidió continuar siendo piloto fluvial.

Pero el éxito definitivo lo obtiene en 1876, con Las aventuras de Tom Sawyer. La obra describe la traviesa infancia dorada de un niño que vive a orillas del Misisipí.

En cierto modo, esta novela se completa con la aparición, ocho años después, de Las aventuras de Huckleberry Finn. Su protagonista, al contrario de Tom Sawyer, es un niño indigente, que debe luchar salvajemente por su existencia.

Tal vez al crear a Tom y a Huck, Twain quiso dar vida a las fuerzas antagónicas que luchaban en él mismo. Tom, símbolo del hijo de familia semiacomodada, con esclavos negros a sus órdenes, sujeto a la disciplina de la escuela y del hogar, a horarios de estudio, de comidas y de sueño. Huck, símbolo del niño vagabundo, hijo dudoso de un borrachín de pueblo, que vive libremente, sin orden ni horarios de ninguna especie.

En 1882 aparece El príncipe y el mendigo. Twain es ya un escritor conocido y en plena madurez, que al año siguiente publicará otra de sus obras autobiográficas: Vida en el Misisipí. En ella narra sus años de piloto fluvial.

Unos años después, en 1889, su temática da un vuelco con la publicación de Un yanqui en la corte del rey Arturo. El protagonista de la novela es trasladado a la Inglaterra medieval para que la industrialice. Un cataclismo tecnológico la destruye.

Tras esta sátira de la revolución industrial, Twain vuelve a su personaje favorito: en 1894 publica Tom Sawyer en el extranjero, y en 1896, Tom Sawyer, detective.

Twain ha logrado fama y dinero, el que pierde en especulaciones y malos negocios. Para recuperarse se transforma en un gran conferenciante que hace largas giras. Estas experiencias las vierte en Siguiendo el Ecuador, su última obra, publicada en 1897.

Pero Mark Twain ya no es el escritor rebosante de buen humor y vitalidad. La muerte de su hija Joan, en 1896, le ha afectado profundamente.

Así, rodeado de fama, pero sumido en un negro pesimismo, Twain muere en 1910.

Las aventuras de Tom Sawyer

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