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Prólogo 1

Hermoso título el que Marta Cendrero ha elegido para este libro, La hora de la Luz. Tanto el título como el último capítulo (que bien podría aspirar a convertirse en esencia del enfoque adoptado) “Ser luz”, podrían hacer pensar que estamos ante una aproximación fundamentalmente mística de este fascinante tema. Pero no es así, pues una parte importante de este trabajo muestra el enorme interés que la autora siente por lo que la ciencia tiene que decir acerca de la luz.

Ni que decir tiene que tampoco es un libro exclusivamente científico. La abundancia de datos de orden científico recogidos en esta meditación sostenida sobre la naturaleza y las aplicaciones de la luz y los colores hace que esta obra pueda ser de gran utilidad e interés para muchos de los lectores. Abundan las referencias astronómicas y cosmológicas, cuando se analiza el origen del cosmos, el Big Bang, la radiación cósmica de fondo, la sopa primordial, la estructura de las galaxias y entre ellas la nuestra, la Vía Láctea.

Y, como no podía ser de otro modo, el Sol ilumina tres o cuatro de los capítulos que forman este acertado libro, incluyendo temas de gran actualidad, como el de las manchas y las tormentas solares.

Pero no solo cosmología y astronomía hay en estas páginas, sino también, cómo no, incursiones en las neurociencias, para analizar el cerebro y sus circuitos de luz. Y sobre todo el sistema endocrino y la importancia de sus glándulas, con especial atención a la pineal y la pituitaria.

Estas y otras muchas referencias científicas oportunas muestran el aspecto más visible de esta obra, su lado diurno podríamos decir, su personalidad más externa. Todo ello articulado en torno a la naturaleza y características de la luz. Ahora bien, lo que hace que La hora de la Luz no sea, sin más, un libro de divulgación científica sobre un tema concreto, en este caso la luz, es lo que podríamos llamar su lado nocturno, donde Isis puede mostrarse sin velo. O si se prefiere, adecuando la metáfora a este caso, Surya, Helios, Kinich Ahau, o cualquiera de los muchos nombres que el astro-rey ha recibido a lo largo de la historia pueda brillar con todo su esplendor.

Ese lado nocturno, paradójicamente tan brillante, viene constituido no solo por las abundantes referencias a textos de diversas tradiciones de sabiduría, desde la Bhagavad Gita al Zohar, pasando por el Kybalión, siempre siguiendo el hilo conductor de la luz, aunque ahora ya no solo como principio creador y luz externa, sino como esencia constitutiva de las cosas y luz interior. Es ahí cuando, aquí y allá, sigilosamente, sin hacer demasiado ruido, van apareciendo preciosos textos y referencias de autores como Sri Yukteswar, Paramahamsa Yogananda, Max Heindel o Sri Aurobindo.

Como un ladrón en la noche, se van introduciendo en estas fascinantes páginas cuestiones más concretas, más aplicables, más cotidianas, como el uso terapéutico de la luz solar, con alusiones tan distintas como la de los biofotones de F.A. Popp o el Sun-gazing de Hira Ratan Manek.

Difícilmente imaginamos la luz sin colores. Y justamente, los colores desempeñan un papel importante, y la autora nos deleita en varias ocasiones con el simbolismo de los distintos colores, no solo de los siete principales, sino de aquellos otros muchos (rojo rubí, castaño, melocotón, morado, lavanda, púrpura, etc.) que enriquecen y alegran nuestra mirada y nuestra vida. Su simbolismo esotérico, su simbolismo alquímico, su simbolismo espiritual. En este sentido es especialmente bello e interesante el segundo anexo, en el que a propósito de los siete Rayos de luz se ilustra con hermosas fotografías el color asociado a cada uno de esos Rayos o Aspectos de la Luz primordial.

Quizás la culminación de este desarrollo se halle cuando Marta Cendrero habla de “la experiencia de ser luz” y nos remite a las experiencias de Mirra Alfassa y su “yoga de las células”, su descubrimiento de la chispa de conciencia o núcleo de luz en el corazón de cada célula. “Ser luz” decíamos que era otro de los títulos posibles de este fascinante libro en el que la autora nos ofrece su investigación de este amplio espectro de cuestiones que se engarzan en el tema de la luz. “La hora de la luz” es, quizás, la hora del amanecer de una nueva conciencia en la humanidad en su conjunto y en cada uno de nosotros. Gracias, Marta, por guiarnos por los vericuetos de este deslumbrante mundo de la luz en sus múltiples aspectos. Permíteme terminar recogiendo dos líneas de ese maravilloso poema tan bien elegido por ti y que dice:

Me muevo en un océano de maravillosa luz

Y uno mis profundidades a Sus alturas eternas

2 de febrero del año 2019

Dr. Vicente Merlo

Doctor en Filosofía

Socio fundador de la Sociedad de

Estudios índicos y Orientales (SEIO) y de la

Asociación Transpersonal Española (ATRE)

Presidente de la Asociación Akasha

La hora de la Luz

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