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Presentación

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Para una mejor contextualización de los hechos, este libro se presenta en dos partes complementarias.

La primera de ellas, se ha titulado «Paine, algo más que sandías» y corresponde al testimonio dado por Alejandro del Carmen Bustos González, quien, como sobreviviente de la matanza y testigo clave de los hechos, fue hostigado durante años por los implicados. Lo querían muerto o, por lo menos, muy lejos del lugar. Le ofrecieron dinero, le ofrecieron parcela en el norte, lo golpearon una y otra vez, pero él permaneció en Paine con la esperanza de que algún día se hiciera justicia. «Todos queremos que haya justicia o justicia divina que sea, pero algo tendrá que haber porque conmigo tienen un testigo», declaró en julio del año 1992, «El colorín de Paine»1.

Es, por tanto, el testimonio de este hombre que jamás se ha cansado de repetir que nada malo hizo. En realidad, nunca tuvo clara la razón por la que enfrentó a un pelotón de fusileros compuesto por uniformados y civiles2.

—Cuéntame la firme, Colorín, ¿por qué trataron de fusilarte?, dímelo no más que es pa’saber.

Yo le contesté que a lo mejor era por lo del asentamiento y la Reforma Agraria o por las JAP, o no sé. Pero lo que yo más creía era que se habían equivocado o que alguien me había denunciado por envidia.

—Hay gente muy re’ mala, fíjate, te creo —dijo—. ¿No querís quedarte en mi casa mejor?

Alejandro Bustos González fue el único que sobrevivió en ese grupo de detenidos. Lo dieron por muerto y lo lanzaron al agua. Luego, cuando se enteraron de que seguía vivo, lo buscaron para matarlo, sin lograrlo.

«El colorín de Paine» sabía muy bien los nombres de sus compañeros asesinados esa madrugada, incluso, Orlando Pereira murió a su lado. «Hasta aquí no más, Rucio, voy a morirme», le dijo a modo de despedida.

También conocía a los integrantes del pelotón de fusileros, pero no alcanzó a ver a los espectadores de tan macabro hecho, los mismos que lo delataron cuando sumido en la fiebre, se escondía por los campos, herido de bala y buscando una oportunidad para vivir y poder contar lo que realmente ocurrió.

La segunda parte, que hemos denominado «Luzoro, Bravo y otros culpables de la venganza patronal», corresponde a la labor del poder judicial en torno al esclarecimiento de la verdad y a la imposición de la justicia desde la Corte de Apelaciones de San Miguel y el nombramiento del ministro Héctor Solís Montiel en el año 2007, quien falleció el año 2013.

La meticulosa investigación que encabezó el ministro Solís, quien, a partir de los testimonios de los sobrevivientes y de las familias de las víctimas y con la colaboración de la PDI, el Servicio Médico Legal y un equipo de trabajo multidisciplinario, logró determinar la existencia de las víctimas y los lugares exactos dónde y cómo fueron fusiladas.

Del esclarecimiento de la verdad, se arribó al procesamiento y condenas de militares, carabineros y civiles que participaron en la detención, torturas, fusilamiento y desaparición de 70 personas en Paine.

El 31 de marzo del año 2016, la ministra en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte Apelaciones de San Miguel, Marianela Cifuentes Alarcón, dictó sentencia que condenó a Juan Francisco Luzoro Montenegro a 20 años de presidio como responsable del homicidio calificado de Carlos Chávez Reyes, Raúl del Carmen Lazo Quinteros, Orlando Enrique Pereira Cancino y Pedro Luis Ramírez Torres y el homicidio calificado frustrado en la persona de Alejandro del Carmen Bustos González, hechos cometidos el día 18 de septiembre de 1973, en el sector Collipeumo de Paine.

A pesar de que esta sentencia fue confirmada por la Corte Suprema, la Corte de Apelaciones de San Miguel otorgó la libertad bajo fianza al inculpado, por lo que la ministra Cifuentes ordenó el ingreso de Luzoro al penal Colina 1, en noviembre del año 2017.

Posteriormente, en septiembre del año 2019, la Corte Suprema ratificó la sentencia impartida por la ministra Cifuentes de la Corte de Apelaciones de San Miguel a Nelson Iván Bravo Espinoza, jefe de la comisaría de Paine durante la ocurrencia de los hechos. A este coronel en retiro de Carabineros se le condenó a algo más de 37 años de prisión por su responsabilidad en siete casos de secuestros y homicidios calificados, ocurridos durante la dictadura de Pinochet.

Luego, el 6 de noviembre de 2019 y en pleno estallido social, la ministra Cifuentes emitió un fallo catalogado como histórico porque condenó a presidio perpetuo a cuatro exoficiales del Ejército: Jorge Eduardo Romero Campos, Osvaldo Andrés Alonso Magaña Bau, Carlos Walter Kyling Schmidt y Arturo Guillermo Fernández Rodríguez, en calidad de autores de 38 delitos de secuestro calificado.

Por su parte, los exmilitares: José Hugo Vásquez Silva, Carlos del Tránsito Lazo Santibáñez, Juan Dionisio Opazo Vera, Roberto Mauricio Pinto Laborderie, Jorge Segundo Saavedra Meza, Víctor Reinaldo Sandoval Muñoz y el civil Juan Guillermo Quintanilla Jerez, recibieron condena de 20 años de presidio.

En tanto, los soldados conscriptos a la época de los hechos: Raúl Francisco Areyte Valdenegro y Carlos Enrique Durán Rodríguez fueron condenados a 15 años de presidio en calidad de autor de 14 delitos de secuestro calificado y a 15 años y un día de presidio, en calidad de autor de 38 delitos de secuestro calificado, respectivamente.

En este fallo de primera instancia, la ministra Cifuentes agregó condena de 10 años y un día de presidio al excapitán de Carabineros Nelson Iván Bravo Espinoza, en calidad de autor de 2 delitos de secuestro calificado.

En total, son 14 los condenados, en noviembre de 2019, por la denominada «Causa Paine». Para todos ellos, la investigación judicial determinó su participación en el secuestro calificado de 38 campesinos.

Sin embargo, la mano de la justicia aún no puede asir a la familia Kast y a otras familias patronales de la zona. Son intocables, hasta el momento.

Así los hechos, tanto el testimonio de Alejandro Bustos como la labor de valientes ministros de la Corte de Apelaciones de San Miguel, son dos partes de una misma historia que comenzó un 18 de septiembre de 1973, con la detención y matanza en impunidad de la gente humilde de Paine que, en su gran mayoría, eran campesinos pertenecientes a los distintos asentamientos constituidos a partir de la Reforma Agraria.

Tras casi cinco décadas, esta historia de atropello y barbarie está encontrando justicia, aunque tardía, justicia al fin. Y, en este proceso, ha sido vital «El colorín de Paine», quien supo cumplir el legado de sus compañeros asesinados: «El que quede vivo, que sea hombre y cuente dónde van a botarnos».

Patricia González Sáez

1 En julio del año 1992, Alejandro Bustos conversó con la historiadora Eugenia Hortvitz, el poeta Oscar Montealegre y el escritor Martín Faunes.

2 Según cuenta Alejandro Bustos de una conversación que sostuvo con el comandante Ottone de la Fuerza Aérea de Chile (FACH).

El colorín de Paine: la venganza patronal

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