Читать книгу La península ibérica en la Baja Edad Media - Martín Ríos Saloma - Страница 9

Introducción

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El 13 de agosto de 1521 la ciudad de México-Tenochtitlan se rindió ante el ejército aliado conformado por soldados castellanos e indígenas procedentes de distintos altepeme. El sitio había durado tres meses, y fue la experiencia desarrollada por los ejércitos castellanos durante los siglos xiii, xiv y xv —en su guerra contra los musulmanes que habitaban la península ibérica— la que les aconsejó la mejor estrategia para derrotar a la poderosa capital del señorío mexica: el corte de los suministros de agua y víveres para vencer a los habitantes de la ciudad por hambre.

Este hecho hace necesario insertar el proceso de reconocimiento, conquista y colonización de los diversos señoríos indígenas de Mesoamérica en una perspectiva histórica de larga duración con el fin de explicar en qué medida las experiencias, las estructuras y las formas de organización política, económica, militar, ideológica, religiosa y cultural de la península ibérica determinaron las maneras de actuar de Hernán Cortés y sus soldados castellanos.

En los libros escolares de nuestro país suele explicarse la Conquista en términos nacionalistas, por lo que, según esta interpretación, España conquistó México en el siglo xvi. Sin embargo, los países que hoy en día llamamos España y México no existían en aquella centuria y su formación fue producto, precisamente, de un contacto continuado y una influencia mutua a lo largo de los tres siglos en que las tierras que hoy conforman la nación mexicana fueron parte integrante de la monarquía hispánica.

Es por ello que hablar de “España” en la Baja Edad Media es inexacto pues, en realidad, en el siglo xv existían en la península ibérica cinco entidades geopolíticas: el reino de Portugal, la Corona de Castilla —conformada a su vez por distintos reinos—, la Corona de Aragón —integrada por los reinos de Valencia, Aragón, Sicilia, Mallorca, Menorca y el condado de Barcelona—, el reino de Navarra y el emirato de Granada. Fue gracias al hecho de que los reyes de Castilla, Isabel y Fernando —conocidos también como los Reyes Católicos—, apoyaron el primer viaje de Cristóbal Colón (1492) y a que el papa Alejandro VI les concedió la soberanía sobre las islas y tierras que descubriese Colón —y que acabarían llamándose América— que el Nuevo Mundo quedó sometido a la jurisdicción de los soberanos castellanos. Así pues, Castilla —y no España— fue la que en realidad impulsó el proceso de conquista e integración de los pueblos indígenas de Mesoamérica a la monarquía hispánica.

Ahora bien, en el momento en que ocurrió la conquista de Tenochtitlan, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón habían muerto y desde 1516 su nieto, Carlos de Gante, los había sucedido en el trono con el título de Carlos I, dado que había heredado las coronas de Aragón y Castilla. Carlos era hijo de la reina Juana, quien a la vez era hija de los Reyes Católicos, y de Felipe de Habsburgo, hijo del emperador alemán Maximiliano de Habsburgo y Margarita de Borgoña, por lo que, en 1519, al morir su abuelo paterno, heredó el título de Rey de Romanos y se convirtió en virtual emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, de tal suerte que sus dominios se extendieron por buena parte de Europa.

Frente a la parte alemana, borgoñona e italiana del imperio, los habitantes de la península ibérica desarrollaron un sentido de identidad y pertenencia anclado en una rica herencia cultural y una historia compartida que se remontaba a los tiempos en que Hispania formaba parte del imperio romano y en los que su extensión geográfica se correspondía con la de la península ibérica. Es por ello que en el siglo xvi muchas personas identificaban a la península con España, al tiempo que la Corona de Castilla, la más extensa y la más poblada, pretendía erigirse desde la época de los Reyes Católicos en rectora de los destinos peninsulares, asimilándose también con España. Como consecuencia de estas concepciones, a lo largo de los siglos se ha repetido que España conquistó América, cuando en realidad, y jurídicamente, fue una conquista castellana.

El presente libro tiene como objetivo central ofrecer un panorama histórico sobre la península ibérica a fines de la Edad Media que permita al lector inte­resado conocer y comprender el contexto del cual procedían los capitanes y soldados castellanos que a partir de 1519 se internaron en el actual territorio de nuestro país y que acabarían por fundar una nueva entidad geopolítica: el reino de la Nueva España.

La península ibérica en la Baja Edad Media

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