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Anaximandro, el gran filósofo griego, creía que el origen

de todo era el ápeiron, término con el cual se define la

materia indeterminada e infinita: se dice que “todo sale

y todo vuelve al ápeiron según un ciclo necesario”.

Nuestra interpretación gráfica del ápeiron, creado

a partir del símbolo del infinito, representa

al ser y los cuatro elementos (aire, agua,

tierra y fuego) como su unidad.

En el sello editorial Ápeiron, los lectores podrán encontrar

obras sobre bienestar, salud, crecimiento personal

y búsqueda del equilibrio entre mente y cuerpo.



Primera edición en Panamericana Editorial Ltda., bajo el sello Ápeiron, febrero de 2020

© 2018 Mary Mueller Shutan

Publicado originalmente por Findhorn Press

© Panamericana Editorial Ltda.

Calle 12 No. 34-30, Tel.: (57 1) 3649000

www.panamericanaeditorial.com

Tienda virtual: www.panamericana.com.co

Bogotá D. C., Colombia

Editor

Panamericana Editorial Ltda.

Edición

Alejandro Alba García

Traducción

Juan Pablo Mojica Gómez

Diagramación

CJV Publicidad y Edición de Libros

Diseño de cubierta

Jairo Toro

Imagen de cubierta

© Muratart

Shutterstock

ISBN Impreson: 978-958-30-5984-1

ISBN Digital: 978-958-30-6351-0

Prohibida su reproducción total o parcial

por cualquier medio sin permiso del Editor.

Impreso por Panamericana Formas e Impresos S.A.

Calle 65 No. 95-28, Tels.: (57 1) 4302110-4300355

Fax: (57 1) 2763008

Bogotá D. C., Colombia

Quien solo actúa como impresor.

Impreso en Colombia – Printed in Colombia

El deva corporal

“El deva corporal es simplemente un libro grandioso. A través de una serie de visualizaciones sencillas, Shutan lleva al lector en un viaje poderoso y efectivo hacia el autoentendimiento, la autosanación y la autoliberación. Su escritura está llena de sabiduría y revelaciones profundas, lo que hace que el viaje al que nos invita sea confiable y seguro. Muy recomendado”.

Robert Henderson, autor de Emotion and Healing in the Energy Body

“Mary es una maestra talentosa y compasiva, y este libro es ideal para cualquier persona que esté lista para superar la mentalidad de una solución rápida. Los ejercicios pueden parecer sorprendentemente sencillos en el papel, pero trabajar en ellos con paciencia y concentración revela su potencia y profundidad. El deva corporal resulta de gran valor como libro práctico para la autosanación, como compendio de técnicas sanadoras y como guía para una visión expandida del Yo”.

Jonathan Howard Katz, compositor y pianista

“En El deva corporal, Mary Mueller Shutan nos ofrece un acercamiento, con conciencia del cuerpo y basado en el trauma, a la sanación ancestral y cultural. Su trabajo no nos deja sino humildad y respeto hacia los diversos tipos de experiencias de vida, de una forma que es absolutamente necesaria en los círculos espirituales contemporáneos”.

Daniel Foor, Ph. D., autor de Ancestral Medicine

“El deva corporal es una hermosa introducción para establecer una relación compasiva con tu cuerpo y entender la increíble capacidad para la salud y el bienestar que existe dentro de cada uno de nosotros. Mary es realmente talentosa al poner en palabras y entender cómo acceder a tu propio deva corporal interno y vivir una vida más equilibrada y conectada”.

Jeanne Gorham, terapista craneosacral

“Todos los trabajos de Mary Shutan son brillantes. Su cuarto libro, El deva corporal, bien podría ser su mejor obra hasta el momento. Este libro le permite al lector conectarse con la sabiduría de su propio cuerpo de una manera aterrizada, que es un paso importante para una mayor autoconexión y crecimiento espiritual. Hay mucho material disponible que lleva el viaje espiritual de una persona fuera de sí mismo; El deva corporal te trae de vuelta hacia ti mismo”.

Alexis Edwards, doctor de medicina oriental y sanador intuitivo

Contenido


Introducción

Primera parte

Trabajo introductorio

Nuestros cuerpos tienen alma

Capítulo 1. El deva corporal

Capítulo 2. Trabajo con la resistencia y los bloqueos

Capítulo 3. Trabajo con el miedo y las emociones

Capítulo 4. Trabajo con el niño interior

Segunda parte

Trabajo intermedio y avanzado

Capítulo 5. Trabajo con contratos

Capítulo 6. Sanación en el útero

Capítulo 7. Sanación de la familia y los ancestros

Capítulo 8. Sanación de las vidas pasadas

Capítulo 9. Sanación de las energías culturales

Capítulo 10. Trabajo con arquetipos y la multitud de yos

Capítulo 11. Sanación del mito central

Capítulo 12. La unión de las piezas

Pensamientos de cierre

Recursos adicionales

Acerca de la autora

Introducción

La mayor parte de la medicina, ya sea alopática u holística, entiende la enfermedad. Nos etiquetan y nos reducen a una enfermedad. Somos cáncer o fatiga crónica o depresión. Nos abordan solo a partir de aquello que es patológico, por aquello que está mal en nuestro interior. Nuestro tratamiento y cuidado se basa en los padecimientos nombrados y los desequilibrios que tengamos, no en quiénes somos como individuos. Nuestro tratamiento y cuidado se enfoca en la enfermedad, no en la salud.

Cuando nos brindan cuidado, tendemos a recibir solamente tratamiento para una parte del todo. No somos un cuerpo íntegro: somos un intestino delgado o una vejiga o una emoción o un tobillo o una pierna. O somos una constelación de síntomas que ya tienen una etiqueta: enfermedad de Crohn, síndrome de estrés postraumático, lupus. Luego, nos segmentan aún más con base en la percepción de la separación entre la mente y el cuerpo. Los médicos tratan nuestras dolencias físicas, aquellas que se pueden etiquetar y examinar (y que en últimas saldrán a la luz en un examen de laboratorio), mientras que los psicólogos y los terapeutas se ocupan de nuestras emociones o de nuestra “mente”. Si hemos tenido alguna breve experiencia con las terapias holísticas, puede que hayamos recibido un cuidado que ayuda al cuerpo y a la mente o un cuidado que entiende que nuestras mentes, emociones y cuerpos pueden ayudarse o herirse entre sí. Aunque esto puede ser una especie de revelación para algunos (y algo pasado de moda, para otros), si tuvieras que preguntarle a alguien con depresión si experimenta síntomas físicos debido a su condición, la respuesta sería un rotundo sí. Asimismo, si le preguntaras a alguien con cáncer si está lidiando con emociones difíciles o si ha expandido su perspectiva espiritual como resultado de la experiencia, la respuesta también sería un rotundo sí. No existe ninguna duda sobre la capacidad de la medicina alopática para ayudar en el cuidado de una emergencia o su habilidad para ofrecer productos farmacéuticos a quienes los necesitan para garantizar el equilibrio y el funcionamiento adecuados de sus sistemas. Y dado que en la medicina alopática aún no se ha aceptado del todo el conocimiento de que el cuerpo y la mente sí interactúan —incluso décadas después de la introducción del término psiconeuroinmunología—, bien podríamos estar a muchos años de cualquier tipo de sistema en la medicina convencional que permita un acercamiento a la sanación diferente al puramente mecanicista. Si bien este tipo de cuidado es importante, apenas si vislumbra una pequeña parte de nuestro potencial de sanación.

La mejor forma de comprender nuestra historia a nivel individual es mediante los métodos de sanación como la medicina tradicional china y el ayurveda. Ambos entienden que, si cinco personas entran a un consultorio con dolor estomacal en el mismo punto y por cinco razones completamente distintas, esas cinco personas necesitan un tratamiento de acuerdo con su historia, sus patrones y la singularidad de su mente, cuerpo y espíritu. Así, esas cinco personas, con el mismo dolor de estómago, podrían recibir diferentes tratamientos cada una, puesto que el motivo de su dolor sería diferente.

Nuestras emociones, pensamientos, cuerpo y espíritu crean en conjunto nuestra salud o enfermedad relativas. Lo que somos no es solo un cuerpo y luego una mente. Somos un todo. Es más, no somos solo mente, emociones y cuerpo, también somos energía y espíritu. La mayoría de las formas de cuidado, incluso los tratamientos holísticos, dejan de lado el hecho de que en realidad somos energía, materia, espíritu, mente y emociones. Solo cuando entendemos todos los aspectos de las cosas, así como nuestra historia particular, podemos tener todas las piezas del rompecabezas de aquello que está desequilibrado en nuestro interior. Es a través de la comprensión de todos los aspectos que componen nuestros desequilibrios que podemos empezar a sanarnos de una forma real y profunda.

No somos una enfermedad o un desequilibrio, ni siquiera un dolor. No estamos segmentados ni somos criaturas puramente mecánicas: somos personas íntegras. No deben tratarnos así y no sanaremos así. Cuando nos tratan de esa manera, buscamos síntomas, buscamos suprimir cualquier cosa que nos incomode. Al mirar nuestro interior, al buscar nuestra constelación particular de razones por las que nos sucede una enfermedad, un desequilibrio o un dolor, podemos tratarlos desde la raíz. Podemos sanar la raíz. Podemos entender en verdad quiénes somos y cómo opera la enfermedad u otro padecimiento que se ha manifestado en nosotros. Podemos alinearnos con nuestra integridad y salud innatas, en vez de hacerlo con nuestros desequilibrios y enfermedades.

Sanación en vez de curación

Nuestros cuerpos primero comienzan a hablarnos en susurros. El dolor es un grito. Si empezamos a escuchar nuestro cuerpo, podemos comprenderlo cuando esté susurrando en vez de esperar a que grite. Si nuestro cuerpo grita, podemos empezar a entender por qué lo hace y a tranquilizarlo. Tenemos la conciencia inherente, el conocimiento y la capacidad de sanar nuestro interior. Muchos de nosotros simplemente no tenemos las herramientas para acceder a este recurso, que en este libro llamamos deva corporal.

Hay una diferencia entre sanar y curar. Sanar es algo que surge de usar las herramientas que están en este libro, y es diferente a curarse.

Pero ¿cuál es la diferencia?

La diferencia es que sanar nos permite liberar energías, emociones y experiencias alrededor de un desequilibrio, una enfermedad o un dolor. Sanar puede llevarte a una comprensión total de por qué se manifiesta un desequilibrio en tu vida, qué función está cumpliendo y todos los diversos “componentes” que han causado su aparición: las emociones, las experiencias, las creencias, así como los factores causales físicos y genéticos.

Aunque esto pueda hacer que los síntomas desaparezcan, o incluso que algo se cure, no siempre es así. Esto implica que si alguien padece cáncer terminal puede que aun así muera físicamente, incluso si se sana. Tenemos muchos temores culturales alrededor de la muerte, y suelo usar ese ejemplo para compartir que podemos sanar de formas que curarán cualquier desequilibrio que tengamos. Pero también podemos encontrar la sanación como una forma de entender por qué nos han sucedido ciertas experiencias; esto nos permite aceptar y dejar ir las emociones y las creencias que tenemos frente a la situación y a afrontar cualquier obstáculo que nos traiga la vida con paz y preparación.

Entiendo que esto sea algo difícil de escuchar y que confunda a algunos lectores que en este punto esperaban algo más sencillo, una solución simple a todo lo que sobrellevan en este mundo. Sin embargo entender que alguien puede sanarse a profundidad y aun así tener dificultades físicas, emocionales, mentales y espirituales en su vida hace parte de describir con autenticidad el proceso y de radicalizar la noción de lo que un libro de autoayuda puede lograr en verdad. Todos tendremos dificultades. Vivir en un cuerpo físico es difícil. Será inevitable que nuestras vidas nos desconcierten. Experimentaremos pérdidas, conexión, alegría y desazón, y es parte de la belleza de este mundo que vivamos todo esto.

Pero podemos capear el temporal de los altibajos en nuestras vidas de una mejor manera. Podemos experimentar más libertad y expansión en nuestras vidas. Podemos dejar de sabotearnos a nosotros mismos y convertirnos en quienes estamos destinados a ser en realidad. Al mirar hacia nuestro interior, podemos valorar más este viaje y soltar el peso que hemos venido acumulando en nuestra vida diaria. Podemos entender cabalmente quiénes somos, por qué somos, y hacernos más conscientes sobre por qué a nuestros cuerpos y a nuestras vidas les falta equilibrio.

Esto puede ocasionar un gran cambio físico, una disminución de los síntomas y más alegría y risa en tu mundo. Espero sinceramente que así sea, pues el peso del mundo y la pesadumbre de lo que sobrellevamos es con frecuencia una carga increíble. A menudo no somos conscientes del peso que cargamos hasta que empezamos a deshacernos de él. Tampoco solemos advertir cuántas creencias limitantes tenemos, ni el impacto que tienen en nuestras vidas, hasta que nos damos cuenta de que no las necesitamos para moldear nuestro mundo.

El llamado a la acción

Durante décadas, se nos ha hecho un llamado a la acción para que nos responsabilicemos de nuestra propia sanación y, a medida que la meditación y el trabajo interior crecen en popularidad, estamos aceptando cada vez más el hecho de que debemos ser partícipes de nuestro propio proceso de sanación para lograr una recuperación verdadera.

Esto no quiere decir que tengamos que dejar de visitar a los sanadores, los profesionales de la salud y a otras personas en nuestro camino, pues pueden resultar de gran ayuda (y nos pueden sacar de verdaderos atolladeros). Pueden ayudarnos con compasión, escucharnos con mucha atención e impulsarnos de formas muy profundas. Alguien que se ha ocupado de su propio camino de sanación con intensidad puede ser un potente catalizador para nuestro proceso. Uno de mis maestros solía decir: “Compartir el dolor es disminuir el dolor”, y para mí no hay nada más cierto.

Trabajar así puede implicar emociones y experiencias muy intensas y significativas. Esto es parte del proceso, pues la sanación puede ser maravillosa y, por momentos, incómoda. Estamos tan acostumbrados a insensibilizarnos que tememos o ignoramos cualquier tipo de dolor o dificultad. Mirar hacia dentro requiere valor, puesto que no siempre es agradable pensar en lo que no ha sanado en nuestro interior. Pero solo cuando sacamos a la luz nuestras heridas podemos confrontarlas y, finalmente, liberarnos de ellas.

Si en verdad estamos listos, podemos mirar en nuestro interior. Podemos entendernos a nosotros mismos de una manera distinta, más a fondo. Podemos darnos cuenta de por qué sentimos dolor, por qué estamos enojados, por qué reaccionamos o nos pensamos o nos entendemos de determinada manera. Podemos saber por qué nos relacionamos con el mundo de cierta forma. Podemos entender por qué “andamos en círculo” o repetimos los mismos comportamientos y patrones una y otra vez, y así liberarnos de ellos. Podemos saber de dónde vienen nuestras creencias y cambiarlas.

Podemos ser participantes activos en nuestro propio proceso sanador y evolucionar hacia quienes estamos destinados a ser en este mundo. Podemos recobrar el poder que libremente les hemos dado a otros con la esperanza de que nos sanen, y darnos cuenta de que los recursos para sanarnos siempre han estado en nuestro interior; tan solo han estado esperando a que los reconozcamos y que trabajemos con ellos.

Más importante aún, podemos empezar a liberarnos de los lazos que nos atan. El trabajo de sanación efectiva te permite entender los mensajes que tu cuerpo y tu espíritu tratan de transmitir. Estos mensajes te permiten vivir desde una posición de verdad y autenticidad en el mundo. Este mundo necesita personas auténticas. Necesita personas que estén dispuestas a mirar su interior. Necesita personas dispuestas a ir más allá de sus creencias limitantes, emociones fuertes y otras energías que causan dolor, tanto en lo personal como en lo colectivo.

Nuestra cultura está cambiando y nosotros también. Estamos listos para la autenticidad. Estamos listos para la complejidad. Estamos listos para mirar adentro. Estamos listos para dejar ir las promesas vacías y los métodos de sanación rápidos y fáciles. Y este libro te enseñará cómo hacerlo… o, al menos, te presentará una nueva manera de lograrlo.

Mediante este libro, aprenderás a aligerar tu carga, a sanar y a entenderte en un nuevo nivel. Al entendernos a nosotros mismos en toda nuestra complejidad, podemos dejar de lado las ilusiones que otros nos han dado, las curas milagrosas que todos anhelan y nadie encuentra y la salud y la riqueza repentinas; y, en cambio, mirar en nuestro interior para sanarnos y entender quiénes somos en realidad en un nivel más profundo. Este conocimiento nos permitirá aventurarnos en nuestras vidas con mayor libertad y alegría, con un sentido de propósito y conexión, que muchos de nosotros añoramos pero que rara vez encontramos.

Presentación del deva corporal

Este libro te iniciará en lo que es el deva corporal o la conciencia espiritual del cuerpo. En este momento, algunos de ustedes pueden creer que la espiritualidad es algo que está fuera de ustedes mismos, o utilizarla para escapar de sus cuerpos y sus vidas. Pero, en realidad, la espiritualidad debería acercarnos a nuestros cuerpos y a nuestras vidas. Deberíamos poder ser más sanos, entendernos a nosotros mismos en un nivel más profundo y volvernos más conscientes de nuestro cuerpo si estamos comprometidos con el camino espiritual. Aprender a trabajar con la conciencia espiritual de tu cuerpo —el deva corporal— te permitirá hacer todo esto.

El deva corporal no precisa de una religión o un camino espiritual específico para trabajar; por el contrario, el deva corporal puede darte un mayor sentido de la espiritualidad en cualquier camino espiritual o religioso con el que ya estés conectado.

El deva corporal nos permite comunicarnos con un recurso interior que nos brindará información sobre nuestro cuerpo, mente, emociones e incluso patrones espirituales. Podemos aprender a usar el deva corporal para entender y sanar todo, desde el dolor físico hasta los patrones de infancia y las vidas pasadas.

El deva corporal representa nuestra salud interior. Es nuestra vitalidad, nuestra esencia, la sabiduría y la conciencia de nuestra forma humana. Retornar a este recurso una y otra vez a lo largo de este trabajo abre una perspectiva que se enfoca en la salud y el conocimiento interior profundo, más que en la historia, el dolor, el trauma, la emoción o lo que sea que permanezca sin sanar en nuestro interior. Todo el tiempo escuchamos sobre lo que no hemos sanado dentro de nosotros; es tiempo de centrarnos en la salud y la sabiduría inherentes de nuestros cuerpos y utilizarlas como aliadas para volvernos más completos.

Tenemos una conciencia muy inteligente en nuestra forma humana. Podemos saber lo que nuestros cuerpos quieren, podemos descubrir quiénes somos y movernos en este mundo a partir de una sólida base de entendimiento de lo que queremos y necesitamos de nosotros mismos y del mundo. Imagina poder preguntarle a tu cuerpo por qué siente dolor, cómo puedes seguir avanzando en tu vida o incluso qué cenar. Todo esto y más es posible si tra­bajamos de manera consciente con esta inteligencia.

Este libro te enseñará lo que debes saber para conectarte y trabajar con la conciencia del cuerpo humano. En cierta forma, este trabajo es muy sencillo: nos estamos comunicando con la sabiduría inherente de nuestros cuerpos. Lo que se ofrece en este libro es cómo conectarse y comunicarse con esta conciencia y las diferentes maneras en las que podemos trabajar con ella para lograr la sanación.

Este trabajo es práctico por naturaleza, y aprenderás a usar muchas herramientas y recursos que te facilitarán trabajar con tu deva corporal. Aprenderás a conectarte con la conciencia del cuerpo como un todo, la conciencia de las partes individuales del cuerpo, así como la forma de enfocarte en temas o patrones específicos y de resolverlos con el deva corporal. A final del libro hay un capítulo que explica cómo unir todas las piezas o cómo utilizar mejor este método en conjunto.

Te sugiero que primero trabajes con tu deva corporal hasta que te sientas conectado con él antes de pasar a los demás capítulos. Si tienes una conexión sólida con el deva corporal como un todo, contarás con un aliado confiable en este proceso, uno al que puedes volver cuando quieras en busca de respuestas y de asistencia en los siguientes capítulos.

Es bastante normal que estés interesado en algo más avanzado cuando estás comenzando, como el trabajo con patrones ancestrales. Puede ser muy estimulante pensar en ese trabajo y realizarlo. Pero cuando partes de tu propio cuerpo, de la propia conciencia corporal y lo que significan tus experiencias de este mundo y las entiendes, podrás abordar material más avanzado de una manera más profunda. Sanamos mejor mediante el trabajo gradual, al dar un paso (o unos pocos pasos) adelante en nuestras vidas. Cuando nos conectamos con nuestros propios cuerpos y vidas primero, podemos tener una base sólida para pasar a pensamientos y ejercicios más avanzados.

Este trabajo es como conocer a alguien por primera vez, alguien del que has estado desconectado o que no te han presentado de forma adecuada. Para algunos de ustedes será una “conexión” instantánea cuando se den cuenta de que se conocían desde antes o de que se conocían de una forma diferente. Para otros, en especial los que están disociados de sus cuerpos o que los consideran como algo inseguro, puede tomar un poco más de trabajo entablar una amistad con la conciencia del cuerpo. Ambos caminos requieren un poco de disposición. Te sugiero que seas compasivo contigo mismo, independientemente de la situación en la que te encuentres.

Este trabajo siempre es compasivo, incluso cuando estás trabajando con emociones o temas que se consideran “oscuros” o “malos” a nivel cultural. Al ofrecer compasión y conexión, incluso en los aspectos más oscuros de nosotros mismos, podemos mantener cada parte de nosotros en la más alta consideración. Esto no significa que tengamos que volver estas partes sombrías de nosotros en una “luz” agradable o aceptable, sino que mostremos una compasión consciente hacia los aspectos más oscuros de nosotros para que podamos aceptarlos y brindarles sanación.

Este trabajo surge de mis experiencias en terapia craneosacral, con un marco enraizado en la Gestalt, la terapia reichiana y la psicosíntesis, el zero balancing, la medicina china tradicional (acupuntura y herbalismo), el trabajo energético, la terapia centrada en el corazón, el chamanismo y la sanación espiritual, así como la práctica personal de la meditación durante casi veinte años.

He escrito este libro porque creo que muchos de ustedes allí afuera están buscando exactamente esta información. En los últimos diez años, he desarrollado este trabajo al utilizarlo con mis pacientes. Lo he ido afinando y he aprendido lo que realmente funciona (y lo que no) para encontrar algo que sea coherente y útil para todos, desde alguien que apenas está empezando a considerar que su dolor puede tener un componente emocional hasta las personas que han trabajado en un camino espiritual o interno durante décadas. Quiero agradecerles a todos los maestros, estudiantes y pacientes que me han ayudado a desarrollar este trabajo y me han permitido convertirme en quien soy en este mundo. Siempre me siento agradecida de estar al servicio de los que están dispuestos y preparados para mirar en su interior.

Sobre mi travesía hasta este trabajo

La mayor parte de mi vida estuve disociada de mi cuerpo de forma parcial o total. Aunque entendía dónde estaba mi cuerpo físico en el espacio al hacer cosas como caminar o participar en actividades físicas, la idea de que podía estar conectada con la tierra y establecer una residencia real en mi cuerpo no se me ocurrió hasta que tuve unos veinte años.

Cuando me gradué de la universidad, empecé a darme cuenta de manera consciente de lo sensible que era. Comencé a entender que no sentía que mi cuerpo fuera seguro; no se sentía como un lugar en el que pudiera sentirme realmente como en casa. Me protegí a mí misma como consecuencia de mis sensibilidades. Esa protección se reflejaba en que escapaba de mi cuerpo o estaba en cualquier otra parte que no fuera este, y también implicaba que bloqueaba secciones de mi cuerpo o que me cerraba en una armadura o me blindaba como mecanismo para lidiar con la vida. En ese momento carecía de las habilidades para gobernar mis sensibilidades y, en consecuencia, me sentía abrumada por ellas. Cuando estamos así, nos alejamos de nuestros cuerpos y quedamos desconectados. Nos cerramos. No reconocemos quiénes somos y empezamos a odiar partes de nuestro cuerpo a medida que se distancian cada vez más de nosotros.

Empecé a sentir el llamado a corporizarme, a aprender a cuidar y nutrir mi cuerpo de una forma en la que no lo había hecho antes. Me inscribí en una escuela de masajes y obtuve una certificación en terapia corporal asiática y trabajo corporal thai. Siempre me sentí fascinada por la energía y había explorado el reiki, pero en ese momento, la energía, la espiritualidad y la naturaleza física del cuerpo eran para mí tres campos de estudio separados. No podía ver cómo se cruzaban o intercambiaban información entre sí.

En ese momento no entendía por qué me sentía atraída hacia el trabajo corporal thai o al masaje clínico. Aunque me iba bastante bien en ambos, por ser una persona sensible e introvertida, muchos de mis compañeros de clase eran atletas seguros y confiados de sus cuerpos. También tendían a estar más orientados hacia lo físico y lo científico, y les emocionaba estudiar cosas como la quinesiología, la biología y la anatomía. Luego me di cuenta de que aprender sobre la forma humana, estudiar su anatomía y fisiología, era un escalón importante en mi trabajo posterior. Esto me ha llevado a la comprensión de que nuestros cuerpos físicos son conscientes, y de que las cuestiones físicas, las energías mentales (patrones de pensamiento y creencias), emociones y energías espirituales que están desequilibradas se mantienen como energías estáticas o congeladas en nuestros sistemas.

Es difícil que esta sea la primera vez que alguien haya tenido algunas de estas revelaciones, lo sé. Mente-cuerpo-espíritu ha sido como una expresión de moda durante los últimos veinte años, más o menos. Sin embargo la idea de que había algunos tipos de sanación que podían abarcar más de una de estas áreas (mente o cuerpo o espíritu) fue una revelación para mí en ese momento.

Primero sentí cómo las emociones que liberaba el cuerpo tenían un impacto en su funcionamiento en un curso sobre terapia craneosacral. Para los que no la conocen, la terapia craneosacral es una forma de trabajo corporal con toques ligeros que estimulan el sistema nervioso y las membranas que sirven como el “recu­brimiento” del cuerpo, lo que le da forma y protección a la médula espinal y al cerebro, así como a otras partes de nuestro cuerpo.

También hay un enfoque en los movimientos pequeños de los huesos del cuerpo, a los que rara vez se les presta atención en otras formas de trabajo corporal, al igual que el fluido protector que baña la médula espinal y el cerebro, y la naturaleza fluida de nuestros cuerpos como un todo.

Este era mi entendimiento básico de la terapia craneosacral por entonces, y todavía es la información que la mayoría de los terapeutas craneosacrales suministran en folletos y otros materiales promocionales para introducir el tema.

Pero en realidad era más profundo que eso. Había aquí por primera vez una modalidad que no solo se aproximaba al cuerpo físico, sino también a la naturaleza energética, emocional y física del cuerpo de manera simultánea. Como masajista, había experimentado que las personas tenían liberaciones emocionales en la mesa de masajes. Podían tener una liberación de dolor o incluso de ira, pero esto siempre se abordó como un aspecto de la respuesta a la relajación o de cómo el cuerpo puede aferrarse a las emociones debido al estrés, y que, al aliviarlo, las emociones retenidas se liberan.

En este taller empecé a notar que mi cuerpo se estaba liberando a través de los canales de energía (o meridianos) del cuerpo. Fue fascinante observar que los lugares de mi cuerpo en los que tenía dolor carecían de movimiento energético y que eran puntos que guardaban emociones y recuerdos profundos. Cuando surgían estos recuerdos de la infancia u otras experiencias traumáticas, el área que tenía el bloqueo empezaba a tener fluidez; la energía pasaba por ella y yo podía sentirlo. No solo eso, el dolor o la disfunción en esa parte de mi cuerpo disminuían o paraban completamente en respuesta a la liberación emocional y energética.

Luego empecé a darme cuenta a un nivel más profundo de que nuestra energía nos crea. No somos energías físicas, emocionales y espirituales apiladas unas sobre otras, como una matrioska. Empecé a notar con claridad que nuestra energía, nuestras emociones, nuestra naturaleza física y nuestro estado mental no solo estaban ligados, sino que eran inseparables. Somos energía. Somos conciencia.

No “contenemos” emociones en nuestra forma física, como si fuera un simple recipiente. Nuestro mundo —y lo que somos— es energía. Es la conciencia misma. Una parte de ella es más densa (como nuestro cuerpo físico) y otra no es nada densa (como nuestra naturaleza espiritual), pero toda es energía. Comencé a entender que nuestra energía nos crea y está en un continuo en el que nuestros cuerpos físicos y nuestras vidas son simplemente lo más denso o perceptible. La conciencia crea y forma todo lo que pensamos, hacemos y somos, incluido nuestro cuerpo físico. Nuestra energía nos crea y crea el mundo físico y, si la cambiamos, también cambiamos nuestro mundo.

Aunque esta reflexión sobre cómo estamos hechos de energía ya había cruzado mi mente antes, no me daba cuenta de la manera en que incluso los patrones aparentemente existenciales o espirituales podrían generar desequilibrios en la forma física, hasta que empecé a profundizar en mis estudios.


Cuanta más fluidez tengamos en nuestro cuerpo, más fluidez y tranquilidad habrá en nuestras vidas diarias.Las áreas obstruidas y dolorosas del cuerpo a menudo reflejan creencias obstruidas y dolorosas.

Estas ideas me siguen desde entonces, y he descubierto cómo podemos sentir las formas en que estamos estancados, sensibles o desequilibrados en nuestras vidas, en nuestra forma física. No solo eso, cuando solucionemos los patrones emocionales y espirituales, nuestro cuerpo físico responderá abriéndose y permitirá más fluidez. A medida que me responsabilizaba cada vez más de mi propio camino de sanación, empecé a entender que podía mirar el mundo exterior para ver lo que no se había sanado dentro de mí. Las cosas a las que reaccionaba y las personas ante quienes reaccionaba me indicaban áreas y desequilibrios en mi cuerpo que necesitaban sanación.

Siempre he tenido tensión en la espalda baja. En mis primeros días en el colegio, tenía pruebas de aptitud física y una de ellas era tratar de estirarse hasta alcanzar los dedos de los pies. Para esto me sentaban en un bloque de madera que marcaba distintos grados de estiramiento. Siempre fui mala para eso. En un taller de zero balancing (otra modalidad práctica que se enfoca en las conexiones entre la mente, el cuerpo y el espíritu, pero cuyo enfoque es en los huesos y las articulaciones y cómo se articulan entre sí a nivel físico y energético), una persona empezó a trabajar en mi espalda baja y comencé a tener una liberación emocional.

Para alguien que haya tenido un trabajo corporal o que sea masajista o se dedique a los estudios de mente-cuerpo, esa experiencia no es poco usual. Pero esta vez no solo tuve una liberación emocional, sino que comprendí un componente ancestral del patrón, comprendí una naturaleza espiritual profunda que se centraba en la pérdida y el duelo.

Toda mi vida he experimentado mucho dolor alrededor de mí. Debido a mis altas capacidades perceptivas, podía verlo y sentirlo. Eso le daba cierto color a mi mundo y tenía un impacto en la forma en que me relacionaba con los demás. Tuve una primera infancia difícil, y los psicólogos siempre sugerían ese periodo como la fuente de esos sentimientos. Pero siempre supe de alguna forma que era más profundo que eso, solo que no tenía la experiencia o el vocabulario adecuado para expresarlo. Entonces tuve una visión de los ancestros formando una fila: ancestros que habían luchado, habían intentado, habían fallado, habían perdido y habían triunfado.

Una vez surgió este patrón espiritual con sus emociones, mi espalda se liberó, y pude tocarme los dedos de los pies. Hasta entonces, solo había sido capaz de alcanzar mis tobillos; ahora puedo enganchar mis dedos alrededor del dedo pulgar del pie. Y todo esto sucedió porque liberé un patrón espiritual y las emociones y las creencias que rodeaban ese patrón a través de mi cuerpo físico.

El gran dolor, que siempre había tenido una presencia palpable, empezó a disiparse y a cambiar por primera vez en mi vida. Hasta ese momento, no me había dado cuenta de la magnitud de la nube de dolor que me envolvía e inundaba mi interior. Con esta sesión de zero balancing no solo me volví consciente de cuánto dolor cargaba, sino que experimenté la claridad de que parte de este estaba empezando a disiparse.

También empecé a darme cuenta de cuántas cosas cargaba que no eran mías, que podemos heredar las emociones, las experiencias e incluso las creencias; cómo experimentamos estas energías como propias porque asumimos con naturalidad que lo que está dentro o alrededor de nosotros nos pertenece. Tardé muchos años en entender que nuestra historia personal es solo una pequeña parte de todo lo que nos moldea y nos conforma, y que una sanación increíble puede efectuarse cuando nos concienciamos de las energías retenidas que nos legó nuestra familia, nuestros ancestros, nuestra cultura, incluso el lugar y el momento en que nacimos, y las liberamos.

Sé lo que puedes estar pensando en este momento: que los masajes y el trabajo corporal tienen como objetivo liberar aspectos del cuerpo, que un buen masaje puede hacer maravillas. Tal vez puedas darte cuenta incluso de cuán importante es el tacto para aliviar situaciones como la depresión, el dolor y los patrones de aislamiento. Pero en ese momento, ya había pasado por la escuela de masajes, había recibido mayor entrenamiento en trabajo corporal y trabajo energético, y había empezado a estudiar mi Máster en Medicina China Tradicional (acupuntura y medicina herbal). Había experimentado bastante trabajo corporal, trabajo energético y terapia, y nada había tenido un impacto en mi espalda, excepto esto.

Ello me permitió tener otra revelación sobre cómo nuestra naturaleza espiritual, emociones, estado mental y cuerpo físico interactúan entre sí. Encontré información separada en cada área o, a veces, encontraba dónde una se superponía con otra. Por ejemplo, encontré mucha información sobre cómo la mente y el cuerpo interactúan, y cómo nuestras emociones se pueden mantener en nuestro cuerpo físico. Pero encontré muy poco sobre lo que realmente estaba buscando: cómo experimentamos nuestra naturaleza espiritual a través de nuestros cuerpos físicos.

Estaba buscando cómo podemos aproximarnos al continuo completo —forma física, mente, espíritu, emociones y energía— a través del cuerpo y de manera simultánea. Estaba buscando cómo se puede explorar nuestra naturaleza espiritual con la conciencia del cuerpo, de manera que tenga un impacto en nuestras vidas diarias y en nuestros cuerpos físicos.

Encontré que la mayoría de los recursos sobre factores espirituales de la enfermedad eran demasiado simplistas: definiciones de diccionario sobre cómo el dolor en la espalda baja proviene de una baja autoestima, por ejemplo. La mayoría de estos recursos vienen de personas que tienen poca experiencia trabajando en o con el cuerpo físico, o con clientes de cualquier tipo; y de una formación mínima en salud o incluso en campos de sanación holística.

Estos recursos nunca han explorado el hecho básico de que todos somos individuos y de que cinco personas pueden venir con dolor en la espalda por cinco razones espirituales, emocionales, energéticas y físicas muy diferentes. Para hacer las cosas aún más confusas, a menudo tenemos muchos patrones, entonces entre esas cinco personas puede haber cientos de razones diferentes por las que se ha manifestado ese dolor de espalda. Hasta que miremos al individuo, y no a la enfermedad o la disfunción, no iremos más allá del tipo de ideologías superficiales que por desgracia son tan prevalentes en los estudios de mente-cuerpo-espíritu, y que al final limitan nuestras propias capacidades de sanación.

En mi propio camino de sanación, empecé a ver que, para que sucediera una sanación significativa, no solo necesitaba abordar la mente, los factores emocionales, los motivos espirituales y las razones físicas para algo que estaba ocurriendo (lo que significa que podríamos acudir a muchos sanadores diferentes: uno para la sanación física y otro para la espiritual, por ejemplo), sino trabajar con el continuo entero, considerando al mismo tiempo los pensamientos, las creencias, las emociones, la naturaleza espiritual y los factores físicos del dolor o los desequilibrios, lo que tiene un impacto mayor en ellos que tratarlos por separado. Lo que se necesitaba era un puente entre todos los aspectos del Yo, algo que pudiera sanar lo físico, lo emocional, lo mental y lo espiritual de manera simultánea.

También empecé a darme cuenta de que podemos trabajar con todo, desde los temas espirituales más esotéricos hasta las molestias y los dolores mundanos que vienen del exceso de trabajo, a través de nuestro cuerpo físico; que, si liberamos cosas a través del cuerpo físico, nuestro mundo y nuestros cuerpos cambiarán de forma significativa para bien. Encontré que al trabajar mediante el cuerpo físico, incluso mientras exploramos algo emocional o de una naturaleza espiritual esotérica, la sanación del espíritu, la mente, las emociones y el cuerpo juntos, tenía un efecto profundo y que cambiaba la vida.

Esto se debe a que siempre estamos enfocados en el mundo físico y en nuestros cuerpos físicos. A menos que abordemos los patrones a través del cuerpo físico, nuestras vidas (y cuerpos) no experimentarán una transformación tan significativa. Cuando nos concentramos en el continuo completo, podemos sanar todo lo que está dentro de este, sin descuidar ningún aspecto de nosotros mismos.

Por mucho tiempo hemos mantenido estas cosas por aparte. Consideramos que somos un cuerpo físico y que nuestra espiritualidad está en otra parte. Consultamos a un médico para buscar la sanación física; a un psicólogo, para la sanación emocional, y quizá a un terapeuta holístico, como un acupunturista, para esa conexión mente-cuerpo-espíritu. Si tenemos suerte, podemos encontrar un terapeuta holístico que haya explorado las conexiones mente-cuerpo-espíritu y nos pueda ayudar a hacer unas mejoras drásticas en nuestras vidas.

Estudié en diversas áreas gracias a la búsqueda de esta información y de cómo articularla. Quería saber cómo y por qué el cuerpo guarda tanta información, cómo estas diferentes áreas (mente, cuerpo, emociones, espíritu) se cruzan y cómo se puede trabajar con ellas en conjunto. He explorado todo, desde material espiritual esotérico hasta ciencias anatómicas y biológicas, para llegar a la conclusión de que experimentamos todo a través de nuestra forma humana, y que, al liberar lo que guardamos en nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestro mundo cambiarán de forma radical.

He trabajado con cientos de pacientes y estudiantes a lo largo de los años, y cada uno de ellos ha sido capaz de aligerar su carga de una forma grande o pequeña. A través de ellos he cambiado y he recalibrado este trabajo para que sea tan sencillo y efectivo como sea posible, y sin sacrificar su profundidad. Y todos ellos han descubierto lo mismo que yo descubrí y sigo descubriendo continuamente: que las emociones, los patrones y los bloqueos retenidos dentro de nuestros cuerpos reflejan dónde estamos bloqueados en nuestras vidas, y que, una vez resolvemos lo que está en el interior, nuestro mundo exterior será mucho más feliz y pacífico, y tendrá fluidez.

Realmente espero que, mediante la exploración de este trabajo, encuentres lo que estás buscando. Quien tiene el valor y la voluntad de mirar hacia dentro es capaz no solo de aligerar su carga individual, sino que tiene un efecto dominó en su familia, seres queridos, amigos, la comunidad y el mundo en su totalidad. Cuando nos sanamos a nosotros mismos, de verdad sanamos al mundo.

El deva corporal

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