Читать книгу Gato Dentro de Una Pecera - Max Marshall - Страница 8
Capítulo 4: La Pata en el acuario
ОглавлениеUn día, mientras Sam se sentó por el acuario, viendo los peces se deslizan con gracia a través del agua, un travieso pensamiento apareció en su cabeza. Lo que si podía atrapar más peces por llegar más cerca de la fuente? Con un movimiento de su cola y a un determinado brillo en sus ojos, Sam comenzó a incubar un plan.
En primer lugar, él recorrió la habitación, buscando el punto de vista ideal. Y luego, con un grácil salto, él delimitada en la mesa cercana, sus bigotes aquiver con emoción. Desde allí, podía ver el acuario en todo su esplendor, sus aguas cristalinas señas de él más cerca.
Con un sentido de la anticipación que cursan a través de sus venas, Sam hizo su jugada. Se arrastró hasta el borde de la mesa, su corazón latiendo con fuerza, con entusiasmo, y luego, con un audaz salto, aterrizó en la cima del acuario con un suave golpe.
Por un momento, Sam se tambaleaba al borde de sus patas patinar en la suave superficie de vidrio. Pero luego, con una expresión determinada, se estabilizó a sí mismo y a la ampliación de las patas en el agua por debajo. Podía sentir el frío abrazo del agua que envuelve a él, sus corrientes suave tirón en su piel.
Con un estremecimiento de emoción, Sam comenzó a cazar. Él se deslizan y se abalanzó, sus patas se adentraba en el agua con la velocidad del rayo. Y para su deleite, él encontró que él era la captura de peces después de los peces, sus garras rasgando sin esfuerzo como ellos se lanzaron pasado.
Pero como los minutos pasaban, Sam triunfo volvió a la agitación. Se dio cuenta de que se estaba volviendo demasiado atrapados en la emoción de la persecución, olvidando las consecuencias de sus acciones. Estos peces no son sólo juguetes, ellos eran seres vivos, que merecen respeto y amabilidad.
Con el corazón en un puño, Sam retiró sus patas desde el agua, sus ojos nublados por la culpa. Él sabía que había cruzado una línea, que le había fallado a su deseo de aventura en la nube de su juicio. Pero él también sabía que no era demasiado tarde para hacer las paces.