Читать книгу Agilidad en 4 estaciones - Melina Jajamovich - Страница 11

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Mi viaje

Cada uno llega al mundo de la agilidad como quiere, puede o los astros disponen. Muchos incluso ya están ahí sin saberlo. En mi caso, no siempre fui ágil. Soy politóloga, palabra que ni mi corrector reconoce, y en otra vida fui consultora para gobiernos de España y la Unión Europea. Amaba ser consultora y no me da vergüenza reconocerlo: me encantaba la ilusión de ser la persona que tenía las respuestas y, más aún, que me pagaran por ello.

Pero hay un “pero”. Me pasaba la vida haciendo planes estratégicos: generando cantidades ingentes de papel, caracteres y conceptos que lamentablemente quedaban encerrados en un cajón y que nadie leía ni aplicaba. Algo fallaba pero aún no entendía qué era.

Después de muchos años y un sinfín de anécdotas, abandoné el mundo de la consultoría y empecé mi aventura como emprendedora. Con pocas seguridades y algo de miedo, fui haciendo escalas técnicas en diversos ámbitos hasta que descubrí que lo mío era el mundo de la enseñanza y el aprendizaje. Entonces, me inventé cinco talleres para start-ups que me abrieron la puerta a trabajar como entrenadora y mentora para distintas organizaciones. Durante años acompañé a emprendedores en distintas fases de desarrollo, de los sectores más diversos y con los sueños más variados. Ellos me permitieron descubrir ciertas cosas que jamás hubiera imaginado en mis días de consultoría:

 Los planes de negocio son difíciles de hacer y de leer. El papel todo lo aguanta pero la realidad no.

 La diferenciación es una clave de éxito

 Encontrar (o desarrollar) un nuevo nicho de mercado exige “get out of the building” (salir del edificio), reto para el que pocos están preparados.

 Pedir feedback temprano y constante es vital. Fracasar rápido y barato, también. Aprender es lo único que no podemos negociar.

 Y algo que a veces suena más bajito pero que es vital: el propósito personal no tiene que faltar a la cita. Aquello que hace que nos brillen los ojos tiene que estar.

De esta forma y casi sin saberlo fui descubriendo la agilidad, porque, en mi opinión, el mundo de las start-ups y el de la agilidad son primos hermanos y comparten ADN. Solo un tiempo después aterricé en los mares ágiles propiamente dichos (y las metodologías), rodeada de ingenieros en sistemas y más… ¡ingenieros en sistemas! Tal vez fue amor a primera vista o quizás fue una cuestión de olfato, lo cierto es que desde que descubrí la agilidad sentí que mi misión es difundir el mindset ágil fuera del ámbito de sistemas y llevarlo a todo tipo de áreas y organizaciones.

Y en ese camino estoy, en un viaje hacia las profundidades de mí misma, analizando muchas de mis creencias, leyendo, aprendiendo, experimentando e intentando vivir los valores ágiles, a través de mi mantra “liberar el talento, promover la colaboración, fomentar la experimentación y asegurar el aprendizaje”. Puedo cambiar de metodología, de intervenciones, de ideas... eso sí, ¡los valores ágiles siguen aquí! Ágil hereje pero ágil al fin: ¡esa soy yo!

Ahora te invito a que descubras al ágil que hay en vos e inicies tu propio viaje. ¡Vamos a la aventura!


Agilidad en 4 estaciones

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