Читать книгу Ideas creativas para un matrimonio feliz - Michael Perrot - Страница 7
ОглавлениеCapítulo 1
La comunicación
Imparte luz a tu matrimonio
Por qué algunos no conversan;
pautas para hablar;
discrepar sin ser desagradable;
aprendiendo a escuchar.
Significa hablar y escuchar el uno al otro. ¿Por qué? Para comprender y ser comprendido. Al conversar, introduces a tu pareja en tu mundo interior; al escuchar, entras en el mundo de tu pareja. Por hablar y escuchar, viene el entendimiento. ¿Cómo funciona tu esposo? ¿Cómo se siente tu esposa? La manera en que pueden suplir las necesidades, el uno para el otro.
¿Alguna otra razón? Sí, la comunicación demuestra que tú te preocupas por ella. Tienes interés en lo que ella piensa. Tú te preocupas suficientemente para hablarle y escucharle. Escuchas sus aspiraciones y sus temores, compartes su tristeza y su gozo. Ambos dedican tiempo el uno al otro.
Pero…
Él dijo: “Nosotros no discutimos, simplemente no hablamos”.
Ella dijo: “No hay nada de qué conversar”.
¿Por qué es así? Aquí hay algunos…
Estorbos en la comunicación
* Los años formativos. La manera en que los padres se comunican el uno con el otro y con sus hijos puede influir enormemente en las vidas y los matrimonios de estos. Pero, aunque los años formativos explican, ellos no disculpan. Tú no puedes quedarte callado como tu padre o gritar como tu madre. Tú debes elegir.
* El temor. ¿Tienes temor de parecer débil o ridículo cuando hablas? ¿No opinas porque consideras que es mejor no hablar para no ser rechazado o ser objeto de burla? ¿O no dices nada para evitar una explosión de ira?
* La paz a cualquier costo. Haces cualquier cosa para evitar conflictos. Hay que esconderlos bajo la alfombra. Pero, una actitud de “sí señor, no señor, lo que usted diga señor” produce un dictador y un adulón. Hay paz en cierto sentido, pero no existe respeto ni para el dictador ni para el adulón.
* Las críticas. Los comentarios negativos pueden dejarte pensando, “¿Vale la pena hablar? Él me humilla siempre. ¿Por qué preocuparme en hacerlo?”. Expresiones tales como: “Hablarte es como hablar a la pared”, “Qué idea tan estúpida”, “Qué tontería”, y “¡No seas niño!” podrán agradar al que habla, pero destrozan al que escucha.
* La televisión. Ver un programa juntos puede ser un tiempo de compartir y de provisión de material para comunicarse, pero cuando una persona pasa muchas horas delante del televisor o la computadora, la otra bien podría pensar “Él lo/la prefiere más que a mí”. Entonces la herida se convierte en ira, la ira lleva a la renuncia y esta al silencio.
* La hora de acostarse. Si van a la cama a diferentes horas, probablemente se levantarán a diferentes horas; así hay menos comunicación al comienzo y al final del día.
* Demasiadas ocupaciones. Si están demasiado ocupados para hablar o escucharse el uno al otro, realmente se encuentran demasiado ocupados. Si te hallas demasiado ocupado, te encontrarás demasiado cansado; y si te encuentras demasiado cansado, la rabia se agitará inmediatamente y el diálogo se romperá.
Si están demasiado ocupados para hablar o escucharse, realmente se encuentran demasiado ocupados. |
* Demasiada locuacidad. Si una persona acapara todo el tiempo hablando, la otra deja de hablar y, al final, también deja de escuchar.
* El resentimiento. Las heridas pasadas (lejanas o recientes) se traen al presente. Al recordarlas, vives el dolor otra vez. Es como si estuviera ocurriendo ahora mismo. Se disparan palabras amargas o se guardan en un silencio amargo. Una pareja tenía lo que ellos llamaban “palabras amargas”, que duraban unas horas; “palabras más amargas”, que duraban unos días; y a veces “palabras súper amargas”, que podían durar hasta semanas. Las palabras amargas y las recriminaciones son obstáculos para hablar y escuchar.
Pautas para conversar
Esto es lo que dice un esposo:
Estábamos tan ocupados con los hijos, la casa y el trabajo que en realidad no hablábamos, excepto de las cosas cotidianas de nuestras vidas. Así que un día conseguí un cerrojo y lo coloqué por dentro de la puerta de la cocina. Después de cenar juntos, puse a los niños en otro cuarto y cerré la puerta con el cerrojo. Regresé a la mesa y tomé otra taza de té con mi esposa. Del otro lado de la puerta, se levantó un ruido como de una guerra civil, que rápidamente llegó a ser ¡una guerra nada civil! Pero fingimos ignorarla.
Después de un tiempo, los niños entendieron y nos daban el espacio que tanto necesitamos. Tendríamos una segunda taza y hasta una tercera —tal vez por unos veinte minutos. Hablamos de cosas triviales, de las ocurrencias del día. Pero también compartimos cosas profundas, las penas y aspiraciones, los gozos y dolores. Reímos juntos. Pero la práctica que comenzamos ese día sentados a la mesa de la cocina, llegó a ser el hábito de años y fue la base de un matrimonio mejor del que hubiéramos soñado.
* Hazlo una prioridad. Si ustedes no hablan ni se escuchan el uno al otro con frecuencia, nunca llegarán a ser muy íntimos y, sin darse cuenta, vivirán más y más separados. Nada es más importante que la comunicación. Como dijo una esposa: “Cuando me habla mi esposo, siento más ser una persona”. Separa en tu día tiempo para hablar. ¿Después de la comida? ¿Cuando los niños están en cama? Naturalmente, si trabajan en horas distintas, tendrán que adaptarse. Ustedes no van a encontrar tiempo, pero tendrán que hacerlo, porque siempre hay tantas cosas que distraen e interrumpen. Programen un tiempo y protéjanlo. Apaguen el teléfono. Ocupen a los niños en algo.
Ustedes no van a encontrar tiempo; tendrán que hacerlo. |
* Haz un esfuerzo. No es fácil cuando estás cansado, estresado o preocupado y cuando solamente quieres dejar de pensar. Un esposo muy decidido dijo: “Quisiera ver televisión, pero voy a conversar con mi esposa”.
* Haz preguntas. ¿Qué ha ocurrido hoy día? ¿Cosas graciosas o cosas difíciles? ¿Qué crees que debo hacer en esto? ¿Cómo te sientes? ¿Qué quisieras hacer? ¿Algunas ideas? Algunas personas ofrecen información fácilmente, mientras que en otras es necesario sacárselas.
* Compartan las comidas. La palabra “compañerismo” viene del latín que significa ‘una persona que come pan con otra persona’. En todas partes del mundo, las familias hablan y se relajan durante las comidas. No pierdas esto. ¡Ustedes pueden masticar otras cosas además de la comida!
* Compartan los intereses. Ten interés en lo que le interesa a tu pareja. Si el deporte o ciertos pasatiempos son importantes para tu esposo, trata de aprender acerca de estos intereses. Trata de comprender su entusiasmo. ¿Cómo podría tu esposo hablarte acerca de estas cosas si tú no tienes la menor idea acerca de ellas? Como esposo, quizás no estás involucrado en algún interés de tu esposa, pero hazle preguntas hasta tener algún concepto acerca de lo que significa. Cuanto más intereses en común ustedes tengan, tanto más comunicación habrá. ¿Y qué de alguna actividad nueva que podrían disfrutar juntos?
* Compartan los sentimientos. Los hombres conversan fácilmente en la esfera de los hechos —cómo su equipo ganó el partido, el costo del combustible, etc.—, estas cosas son parte de la comunicación. Pero, para sentirse cercana, una mujer tiene que compartir los sentimientos, sean de sí misma o de su esposo. Los varones, en particular, tienen que trabajar bastante para poder compartir en este nivel. El expresar sus penas y aspiraciones les hace sentirse vulnerables; sin embargo, el compartir los sentimientos lleva a la confianza y al amor.
* Asistan juntos a la iglesia. Se ha dicho sabiamente: “Si encuentras la iglesia perfecta, no te unas a ella, pues en el momento en que te juntes, ¡ella dejará de ser perfecta!”. No obstante esto, indudablemente es cierto que una pareja que asiste al culto cada domingo, que trata de construir su vida sobre las enseñanzas de Cristo y se goza de la comunión con otros que tienen igual parecer, tendrá mucho en común.
* Salgan juntos. Ustedes gastan tiempo y dinero en su casa o departamento. ¿Les gusta hacerlo? Sin embargo, necesitan salir del hogar juntos. Si día tras día, mes tras mes, nunca salen, entonces habrán hecho de esta casa, que ha sido un logro tan grande, una cárcel más que un hogar. Salgan a otros lugares, hagan cosas, sea con otros o solos. El salir amplía los horizontes de su vista y provee mucho de qué conversar.
* Tomen vacaciones. Las vacaciones son una buena inversión en el matrimonio y en la vida familiar. Encuentren la oportunidad de relajarse fuera del hogar a pesar de que las vacaciones con niños no son siempre “islas de descanso”. Pero si una pareja puede conseguir tener una “mini luna de miel” de 24 ó 48 horas a solas, tendrá gusto en planearla, gusto en realizarla y gusto en recordarla.
¿Qué de los desacuerdos?
¿Tienes que ganar en cada discusión? ¡En tal caso tus victorias son derrotas! Derrotas para ti, puesto que podrías perder el respeto de tu pareja y, si persistes en que tienes razón, incluso su amor. No son los desacuerdos los que valen, sino la manera en que los manejas.
¿Cómo manejar los desacuerdos?
* Abiertamente. Decide compartir abiertamente lo que piensas y sientes. No te digas, “Si él me amara en verdad, sabría lo que quiero”; ninguno de ustedes puede conocer los pensamientos del otro. Debes decirlo tal como es y sin exagerarlo. Las palabras “nunca” y “siempre” raras veces están asociadas con la verdad. Cuando te esté hablando, no lo interrumpas. Es más fácil ser abiertos cuando hay algo de cortesía.
Mito:“Si él me amara en verdad, sabría lo que quiero”. |
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* En privado. Escoge el lugar. Si es necesario criticar, hazlo cuando no haya otra persona presente. Si criticas en público, tendrás una pareja enojada en privado, no querrá escuchar lo que le dices, y, si hubiera necesidad de cambio, será menos probable que eso ocurra.
* Dócilmente. Escoge tus palabras. “Me sentí herido” es mejor que “Tú me lastimaste”. La primera frase reconoce el dolor; la segunda, juzga. Si uno emplea palabras duras, la tarea se hace más difícil. El “hablar del asunto tal como es” puede servir de pretexto para un ataque. Debes optar por palabras más suaves, pues así hay más posibilidad de ser escuchado. En vez de “No estoy de acuerdo contigo” se puede decir “Mi punto de vista es…”. Uno puede discrepar sin ser desagradable. Las palabras pueden herir… o sanar.
* Tranquilamente. Escoge tu tono de voz. La gente reacciona tan rápidamente y se enoja tan fácilmente que siente no poder controlarse. Pero no es así. La ira aumenta con el nivel de la voz y se la puede controlar hablando sosegadamente. Las palabras y los tonos suaves producen respuestas tranquilas. Acuérdense del dicho: “Cuanto más gritas, tanto menos yo escucho”.
* Honestamente. Escoge el modo. Hay dos trampas. La primera es echar la culpa (“Tú me vuelves furioso”) y la segunda es ir a la defensiva (“No puedo controlarme”). Él se hace la víctima y ve a su esposa como una persona totalmente irrazonable. Pero ella se siente igualmente inocente. Probablemente, la verdad se encuentra en medio de estos dos extremos. “Honestamente, yo sentía que tú te equivocaste, pero ahora veo que he contribuido a esto. Lo siento. Discúlpame”.
* Cariñosamente. Escoge tu postura. No hay necesidad de una batalla entre dos voluntades. Si hay algo complicado de solucionar, deben sentarse juntos. Si están en lados opuestos de la mesa, ya hay una barrera: si se hallan en lados extremos de la habitación, ya existe distanciamiento. Pero si se sientan uno al lado del otro, aunque sus labios digan algo difícil de aceptar, sus brazos dicen “te amo”.
* Con sentido práctico. Escoge un buen momento. En el preciso instante en que tú quieras hablar, ella podría estar demasiado cansada, o él demasiado preocupado para aceptarlo. Tal vez podrían acordar que, si alguno siente que las cosas se están saliendo fuera de control, podrían decir “lo dejaremos para otro momento”. Esto no es excusa para evitar tratar cuestiones importantes; lo que ocurre es que si en este momento continuaran, habría más dolor que progreso. Si es necesario, deben convenir en que discrepan, porque es mucho más importante ser felices que estar en lo correcto.
* Sensatamente. Escoge cuál sería la consecuencia. Pregúntate: “¿Realmente vale la pena discutir esto?”. Dentro de un año, o de aquí a una semana, ¿importará esto? El matrimonio vale más que el problema. No dejen que este desacuerdo los divida o distancie. Estén decididos a fortalecer su relación.
No son los desacuerdos los que importan, sino la forma como los manejas. |
¿Eres bueno escuchando?
* ¿A quién o a qué miras? Un esposo pensaba que estaba ahorrando tiempo al leer el periódico, ver la televisión y conversar con su esposa, todo al mismo tiempo. Lo que pensaba su esposa no se sabe. ¿A quién o a qué miras? ¿A tu esposa o a algún objeto cerca de ella? Debes prestarle entera atención. Mírala, ¡excepto cuando estés conduciendo el vehículo! Escucha con los ojos igual que con los oídos.
* ¿En qué estás pensando? ¿En lo que vas a decir cuando él haya terminado de hablar? Tal vez en verdad no lo estás escuchando.
* ¿Cuáles son los sentimientos detrás de las palabras? Tras las palabras puede haber dolor, agrado o perplejidad. ¿Qué emociones escuchas tras estas palabras?
• “Tú me hablaste toscamente delante de nuestros amigos”.
• “Tú has hecho tantas promesas”.
• “Acaban de informarme que van a despedir a varios del trabajo”.
• “Creo que estoy embarazada”.
• “Los niños han estado terribles hoy”
• “He conseguido ese trabajo”.
* Cuando no comprendes, le preguntas. Pregúntale, por ejemplo: “¿Quieres decir…?” o “¿Estás diciendo…?” o “¿Podrías explicármelo otra vez?”. Hazlo en ese momento o, si esto no fuera prudente, más tarde. Es importante no solamente que tú lo entiendas, sino que también tu pareja sepa que quieres entenderla.
Las tres prohibiciones en el escuchar
* No interrumpas. La interrupción a veces resulta en griterío, pues una voz trata de superar a la otra; en frustración, porque rompe el hilo de los pensamientos de quien está hablando, y en cólera, debido a que se percibe como una intromisión egoísta.
* No descartes. Si tu esposa se siente herida, no le es de ayuda que digas: “No deberías sentirte así” o “Te sentirás mejor mañana” o “No importa”. Nunca debes menospreciar los sentimientos de ella. Si a tu esposo le dices: “Tú nunca me escuchas”, él te va a escuchar menos, pues sabe que esto no es verdad. Él escucha ¡a veces! Pero cuando está escuchándote y tú dices “Gracias por escucharme”, es probable que él te escuche más.
* No aconsejes. A menos que tu pareja te pida un consejo. Es posible que ella no necesite palabras como “esto es lo que debes hacer”. Quizás ella solamente desea ser escuchada. Puede ser que en verdad ¡no esté buscando solución! (de diez esposos, nueve no comprenden esto). Ella solamente quiere que tú comprendas lo que siente.
Unas cuantas cositas
* El sexo. Las palabras y el acto sexual van juntos. Un esposo callado tendrá al final una esposa que no responda emocionalmente. Además, por supuesto, poco sexo podría resultar en poca conversación. Sin embargo, lo contrario también es verdad. El sexo satisfactorio anima toda la relación y, cuanto más erótica llega a ser la esposa, tanto más expresivo llega a ser el esposo.
* La comprensión. Ustedes estarán más abiertos el uno al otro si ambos se sienten comprendidos. Estudia a tu pareja en lo que respecta a su punto de vista. Los puntos fuertes y débiles de él. Los gustos y disgustos de ella. Cómo él maneja la presión. El ciclo menstrual. Lo que ella quiere recibir más de él. Lo que a ella le hace sentirse especial. Que el primer propósito sea entenderse el uno al otro; el segundo sería el ser entendido. La comprensión abre la puerta a la comunicación, y esta abre la puerta al amor.
Comprendan ustedes sus raíces. Un esposo estaba en el baño cuando escuchó a su esposa que lo llamaba: “¿Estás ya, Mario?”. Él, irritado, dijo: “¡Déjame, mujer!”. Luego, él quizá pensó: ¿Por qué he respondido así? Ella solamente me ha llamado para ver si yo estaba listo. De repente se dio cuenta de que cuando era niño, su madre nunca le había dejado en paz, fastidiándole constantemente todo el día. Así, cuando escuchó la voz de su esposa, dentro de sí oyó la voz de su madre. El dolor del pasado afectaba la comunicación en el presente.
* Los valores. Si una persona se apasiona por la verdad y su pareja se acomoda a las mentiras, habrá grandes problemas y conflictos continuos. Los intereses pueden variar dentro del matrimonio, pero los valores —sobre todo la honestidad y la fidelidad— necesitan ser los mismos. Ustedes deben obrar los valores compartidos, buenos valores.
* La actitud positiva. Las actitudes y palabras negativas cierran los oídos, los corazones y los labios, pero los cumplidos los abren. Las críticas constructivas son más efectivas si son generosas en elogios: “Bien hecho”, “Eso fue de gran ayuda”, “Eres tan linda”, “¡Qué buena decisión!”. Es más fácil convivir con los cumplidos que con las quejas.
Ciertos psicólogos afirman que las personas necesitan cuatro comentarios positivos por cada observación negativa que reciben. ¡Algunas personas necesitan hasta diez! Especialmente las que han vivido bajo influencias negativas durante su niñez, quienes por su naturaleza no encuentran fácil ser positivas. Sin embargo, uno puede elegir serlo y esto podría llegar a ser buena costumbre.
* La oración. Por lo general, el proverbio antiguo es verdadero: “Los que oran juntos, se quedan juntos”. Esto no es extraño, pues si ustedes pueden hablar juntos al Señor, esta práctica también les ayudará a hablarse el uno al otro. Varios consejeros experimentados observan que es raro encontrarse con parejas que enfrentan problemas matrimoniales serios si práctican oran juntas.
* La relajación. Si trabajas fuerte durante períodos muy largos, tanto la salud como el amor pueden deteriorarse. Los obsesionados por el trabajo no pueden dar lo mejor a su pareja. Si la mente está tensa, probablemente las palabras lastimen más que complazcan. Busca tiempo libre, relaja la mente mediante algún pasatiempo. Escoge divertirte.
* La disculpa. No arruines tu disculpa con alguna excusa. Cuando ha habido intercambio de palabras fuertes o un silencio tenso, decir sencilla y sinceramente “discúlpame” puede abrir la puerta para reanudar la comunicación.
No arruines tu disculpa con alguna excusa. |
La comunicación imparte luz a tu matrimonio.
El cariño trae calidez…