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CAPÍTULO 1

ECONOMÍA Y COMPORTAMIENTO

La economía conductual es un tema de moda. Generalmente, su investigación se destaca en los boletines académicos de economía y ciencias más importantes. Cuenta con una alta visibilidad en las redes sociales, y los periodistas regularmente escriben sobre los libros y la investigación más recientes que sobresalen en el campo. En todo el mundo, los gobiernos y otros organismos legislativos están incorporando las ideas de la economía conductual en sus diseños de políticas, ya que la colaboración de economistas a la hora de diseñar sus modelos es una tendencia en aumento y generalizada.

¿Qué es la economía conductual y por qué existe tanto interés en ella? La economía conductual amplía los principios económicos mediante el efecto que tienen las influencias sociales y psicológicas, así como un cálculo racional de los beneficios y costos, en nuestras decisiones. También extiende el marco de la economía, lo que permite un acceso más sencillo para un público más amplio. La economía es, sin duda, un tema bastante fundamental, ya que prácticamente trata de nuestro bienestar, el de nuestros niños y el de las futuras generaciones en un nivel personal, nacional e internacional. Sin embargo, también es considerada por muchos como un tema desconocido y tecnocrático. Las personas sin experiencia en la economía tienen más dificultades a la hora de aprender los conceptos claves. La economía conductual tiene el potencial de cambiar este escenario, ya que muchos consideran que es un tema mucho más interesante. Brinda una presentación más intuitiva y menos matemática de nuestra toma de decisiones.

La economía conductual también es interesante debido al pluralismo y la diversidad en sus principios básicos. Los economistas conductuales reúnen una amplia gama de otras disciplinas con la economía; por ejemplo, la psicología (en especial, la psicología social), la sociología, la neurociencia y la biología evolutiva. Mediante esta mezcla de ideas entre varias disciplinas, los economistas conductuales enriquecen nuestro entendimiento de las conductas económicas y financieras, sin necesidad de abandonar el lado analítico que generalmente se asocia con la economía convencional.

¿Por qué la economía conductual es diferente?

La mayoría de los economistas describe a las personas como calculadoras matemáticas; son capaces de agregar de manera fácil y precisa los costos y beneficios monetarios de sus decisiones en monedas, sin preocuparse de las acciones de quienes se encuentren a su alrededor. La mayoría de los economistas comienzan con la suposición de que los problemas económicos surgen de fallas en los mercados y sus instituciones complementarias, no porque las personas son propensas a fallar por su cuenta. Las barreras impiden que las empresas pequeñas ingresen a los mercados, y permiten que los monopolios grandes y de mayor capital dominen los mercados, eleven los precios y limiten la producción. Es posible que la información se tergiverse. Puede que no existan algunos mercados; por ejemplo, no hay mercados naturales para los cigarros y la contaminación, por lo que los precios no representan completamente el equilibrio entre los beneficios y costos de estos factores.

La racionalidad en la economía conductual

Mientras los economistas convencionales dirigen su atención desde los límites hasta la racionalidad, no se imaginan que las personas son seres extremadamente racionales. En lugar de eso, se enfocan en algunos límites de la toma racional de decisiones. Muchos economistas conductuales extraen algunas ideas de Herbert Simon, quien fue un psicólogo y científico informático, que obtuvo un premio Nobel en economía. Es famoso por su concepto de racionalidad limitada, una idea que postulaba la irracionalidad a la hora de decidir, debido a diversas limitaciones cognitivas. Estas limitaciones cognitivas pueden limitar nuestra capacidad de elegir las mejores estrategias. Los límites en la capacidad de la memoria o el procesamiento numéricos significan que a veces nos vemos influenciados hacia una opción en particular porque no tenemos el tiempo de procesamiento cognitivo o de la información, o las ganas de considerar otras opciones.

Los economistas conductuales también desarrollan otros conceptos de racionalidad. Vernon L. Smith, otro ganador del premio Nobel, desarrolla el concepto de racionalidad ecológica. Smith plantea la hipótesis de que los contextos y las circunstancias en los que nos encontramos determinan la maleabilidad de la racionalidad. De forma similar, Gerd Gigerenzer afirma que estamos impulsados por una racionalidad práctica: debemos decidir de forma rápida, pero “moderada” en el mundo real. No tenemos tiempo para recopilar demasiada información o de aplicar reglas complejas en la toma de decisiones. Decidimos rápidamente y con sencillez. Generalmente, esto funciona sin problemas; sin embargo, otras veces nos lleva a prejuicios conductuales sistemáticos.

Otro economista con interesantes ideas sobre lo que representa un ser racional es Harvey Leibenstein, quien desarrolló el concepto de racionalidad selectiva, un término similar a la racionalidad ecológica de Vernon L. Smith. Decidimos cuando ser extremadamente racionales y, a veces, aprovechamos al máximo toda la información disponible. Sin embargo, podemos optar por no salir del statu quo en otras situaciones, y permanecer en lo que Leibenstein describe como áreas inertes. Esto hace que nuestras decisiones sean mucho más “cómodas”. No siempre adaptamos nuestras conductas a las nuevas circunstancias de manera eficaz. Cuando nuestra conducta no es flexible, Leibenstein afirma que existen dos explicaciones: ya sea que hayamos decidido que los costos de cambiar las decisiones son muy altos o, en otros casos, seamos demasiado holgazanes e indiferentes para cambiar.

Por lo tanto, los economistas conductuales cuentan con una gama compleja de perspectivas sobre lo que significa ser racional. En su mayoría, permiten que nuestra racionalidad sea variable y dependa de las circunstancias en las que nos encontramos. Cuando no tenemos acceso a información confiable, cuando estamos en un apuro, cuando enfrentamos limitaciones cognitivas o influencias sociales; son situaciones que pueden llevarnos a tomar decisiones que, en un mundo perfecto con bastante tiempo e información, se podrían mejorar.

Limitaciones de los datos

Aunque este tipo de economía tiene mucho potencial, una restricción clave para los economistas conductuales radica en la búsqueda de datos importantes y confiables. Los economistas conductuales generalmente utilizan experimentos para recopilar datos, en contraste con el método empírico tradicional en la economía, que comprende el uso de métodos econométricos y estadísticos para analizar datos publicados e históricos, recopilados por gobiernos y organismos estadísticos internacionales.

A menudo, los economistas conductuales están tratando de inferir algunos elementos sobre los procesos involucrados en los pensamientos y sentimientos de las personas, sin aún saber exactamente qué impulsa las decisiones humanas. Las fuentes comunes de datos económicos no son tan útiles en este punto, ya que tradicionalmente, los datos económicos tratan sobre elecciones y resultados analizados (por ejemplo, los índices de empleo y desempleo en un contexto macroeconómico).

Los economistas conductuales pueden confiar en los datos de las encuestas; por ejemplo, las preguntas sobre las percepciones de las personas sobre su propia felicidad y bienestar están siendo incorporadas en los censos. Sin embargo, los datos de las encuestas tienen limitaciones: ¿cómo identifica un investigador una muestra representativa? ¿Cómo lidia un encuestador con las respuestas falsas o mal informadas en las preguntas de las encuestas?

Datos experimentales

Los experimentos en los laboratorios son probablemente la fuente de datos más común para los economistas conductuales. El problema que surge con muchos experimentos en los laboratorios es que se llevan a cabo en las universidades, por lo que esto se traduce, generalmente, en estudiantes universitarios como participantes experimentales. Es posible que las decisiones de los estudiantes en los experimentos no se relacionen de manera adecuada con las decisiones en el mundo real, en cuyo caso, estos datos experimentales carecerán de validez externa; por lo que las conclusiones de los experimentos no se traducirán adecuadamente al mundo real. De esta forma, si un estudiante participa, por ejemplo, en un experimento relativo a las operaciones comerciales, es posible que sus decisiones observadas tengan poca conexión con la forma en la que los verdaderos operadores se comportarían, ya que los estudiantes cuentan con conocimientos y experiencia limitados, y, probablemente, estarán menos motivados a tener éxito.

Otro obstáculo significativo para los datos experimentales confiables es el diseño experimental. Los experimentadores pueden encontrar dificultades a la hora de desarrollar un experimento controlado “sin obstáculos” en el área de la economía. Algunos economistas han criticado los primeros hallazgos de los economistas conductuales, en función de que las respuestas de los participantes de los experimentos mostraron confusión sobre lo que se supone que estaban experimentando, y las anomalías conductuales identificadas no eran prejuicios sistemáticos genuinos. También existen ventajas y desventajas éticas. ¿En qué variables debería un experimentador poner a prueba a sus participantes, especialmente si son pacientes vulnerables de un hospital, por ejemplo? ¿Es legítimo engañar a los participantes experimentales? ¿Es posible diseñar un experimento artificial que no involucre ningún engaño en lo absoluto?

Las herramientas como Survey Monkey, Prolific Academic y Task Rabbit, así como las aplicaciones móviles que van en aumento, permiten realizar experimentos en línea. Estos métodos no son costosos y pueden representar una forma muy fácil y rápida de obtener grandes cantidades de datos experimentales. Sin embargo, ¿cómo se asegura el investigador de que se está utilizando una muestra representativa? ¿Cómo lidian con el problema de los participantes sin motivación que, tal vez, solo presionar las teclas de la computadora aleatoriamente, interesados solo en ganar dinero con el ejercicio? Motivar a los participantes experimentales para que se comporten de forma realista en las pruebas experimentales es un problema significativo para los economistas conductuales, especialmente con los presupuestos académicos de la investigación que, a menudo, son limitados.

Datos neurocientíficos y neuroeconomía

En combinación con los datos experimentales, los datos neurocientíficos pueden ayudar a dilucidar algunas influencias clave. Existe una amplia gama de técnicas neurocientíficas. Las decisiones tomadas por pacientes con lesiones cerebrales pueden ayudar a informarnos sobre cuáles áreas del cerebro están involucradas en las decisiones económicas. De forma similar, las técnicas de imagenología cerebral (por ejemplo, las imágenes mediante resonancia magnética funcional, o IRMf) pueden registrar cómo nuestras decisiones económicas se relacionan con las respuestas neurales en regiones cerebrales específicas. Otra técnica, cuya popularidad va en aumento, es la estimulación magnética transcraneal (EMT), que consiste en estimular áreas específicas del cerebro con pulsos magnéticos y observar cómo las decisiones de las personas cambian posteriormente, como consecuencia de esa interferencia temporal. Existen también otras herramientas neurocientíficas más simples y menos costosas, entre las que se incluyen la supervisión de las respuestas fisiológicas (ritmo cardíaco, pulso, etc.) o la medición de los niveles hormonales (por ejemplo, los niveles de oxitocina en estudios de confianza y los niveles de testosterona en estudios de toma de riesgos financieros).

La ventaja fundamental de los datos neurocientíficos es que son relativamente objetivos. Con las encuestas, los participantes podrían expresar una potencial opinión subjetiva poco confiable; o podrían tener razones para mentir o manipular sus respuestas. Es mucho más difícil, sino imposible, para un participante experimental controlar las respuestas fisiológicas medidas con herramientas neurocientíficas, aunque esto no elimina el sesgo de un experimentador en sus diseños experimentales.

Experimentos naturales y Pruebas Controladas Aleatorizadas (PCA)

Como se mencionó anteriormente, un problema existente en los experimentos estándares es que pueden carecer de validez externa. Si podemos detectarlos, los experimentos naturales son una solución, ya que los datos experimentales naturales surgen por casualidad desde eventos y comportamientos del mundo real.

Un ejemplo es un estudio realizado por los economistas DellaVigna y Malmendier sobre las membrecías de los gimnasios y los datos de asistencias, que se describe en el Capítulo 6, en el que se muestran las grandes sumas de dinero que mucha gente paga por membresías de gimnasio que muy rara vez utilizan. Sin embargo, los datos adecuados de los experimentos naturales son poco comunes y no se podría avanzar si se confiara solamente en estas fuentes de datos. Una solución es utilizar Pruebas Controladas Aleatorizadas (PCA). Estos son métodos experimentales que se utilizan generalmente en pruebas clínicas para identificar los efectos de los tratamientos: los efectos en los participantes experimentales que reciben un tratamiento de prueba se comparan con los efectos en los participantes experimentales en un grupo de control que recibe solo un placebo.

Los economistas conductuales aprovechan estos métodos para comparar las respuestas de un grupo de control con las de un grupo de tratamiento.

Sin embargo, como los experimentadores podrían encontrar dificultades para diseñar un equivalente socioeconómico de un placebo, el grupo de control en estos estudios no recibe ningún tipo de tratamiento. Esto significa que, mediante las PCA en la economía conductual, no es posible establecer si es la intervención misma la que cambia las conductas o si es solo algún equivalente económico de un efecto placebo de las personas que responden de forma positiva a cualquier intervención, independientemente de qué tan efectivo puede llegar a ser en realidad. No obstante, las PCA ahora son ampliamente utilizadas por los economistas de desarrollo conductual para estudiar los efectos de las intervenciones de desarrollo en los resultados socioeconómicos.

Temas clave

Existe una enorme fuente bibliográfica sobre la economía conductual; podría llenar una biblioteca por su cuenta. En esta edición de Una introducción muy breve, nos enfocaremos en algunos temas clave, cada uno analizado en los siguientes capítulos: qué nos motiva, cómo las influencias sociales nos afectan, cómo y por qué cometemos errores, cómo juzgamos los riesgos de forma correcta e incorrecta; nuestra tendencia al corto plazo; y cómo la personalidad, los estados de ánimo y las emociones controlan nuestras elecciones y decisiones. Una vez que estos principios conductuales y microeconómicos clave se hayan analizado, veremos de qué manera se pueden unir en un contexto macroeconómico conductual. Luego, se dirigirá la atención hacia las implicaciones de las políticas y las lecciones adoptadas por quienes establecen las políticas. Todo esto se ilustrará con diversos ejemplos de importantes estudios de políticas basados en perspectivas económicas conductuales.

La economía del comportamiento

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