Читать книгу La primavera de la Iglesia - Miguel Delgado Galindo - Страница 4

Оглавление

Prólogo

A partir del Concilio Vaticano II, y aun antes, se puede reconocer en la Iglesia el desarrollo de un nuevo momento asociativo de los fieles: junto al asociacionismo tradicional han nacido los nuevos movimientos eclesiales.

No se pueden ignorar los muchos y variados antecedentes de esta dimensión en el monaquismo, las órdenes mendicantes, las cofradías y terceras órdenes, las fraternidades y pías uniones, las congregaciones e institutos seculares, la acción católica, etcétera. Sin embargo a estos nuevos movimientos se los considera uno de los frutos de la amplia y profunda renovación espiritual promovida por el Concilio.

Juan Pablo II vio esto claramente cuando, en 1998, afirmó que los movimientos son uno de los frutos más significativos de la primavera de la Iglesia pos-conciliar y señaló que ellos son un motivo de esperanza para la comunidad eclesial y para los hombres de nuestro tiempo, una obra del Espíritu Santo. En su mensaje vislumbró esta nueva etapa asociativa caracterizada por diversos carismas comunitarios, que nuclean particularmente a laicos.

Su Santidad expresaba que no hay contraste u oposición entre la dimensión institucional y la carismática en la Iglesia, de la cual los movimientos son una expresión significativa, y que estas dimensiones son co-esenciales en su constitución divina. Ambas dimensiones hacen presente el misterio de Cristo y su obra salvífica en el mundo. Así el carisma de cada movimiento, en cuanto don del Espíritu para la Iglesia, contribuye a la realización de su misión en el mundo1.

Por otra parte, a la luz de las exigencias que plantea la nueva evangelización, las diversas asociaciones eclesiales ofrecen un valioso aporte y tienen un alto relieve en la vida de la Iglesia ante la creciente secularización que, con diversos matices y expresiones, constituye uno de sus mayores desafíos.

La misión universal de la Iglesia exige que el apostolado de los fieles crezca y se profundice en el campo del asociacionismo internacional, ya que el mismo ofrece aportes para la edificación de la comunidad de los pueblos en la paz y fraternidad, así como también en la formación de la responsabilidad y solidaridad universal2.

Sin la colaboración mutua de los fieles, como es el caso de los movimientos, sería difícil desarrollar una acción pastoral que incida socialmente y contribuya a transformar el medio ambiente secularizado según el Evangelio de Jesús.

En relación con esto, el Papa Benedicto XVI ha expresado que existe todavía la tendencia a identificar unilateralmente la Iglesia con la jerarquía, olvidando la responsabilidad común de todos los fieles –laicos y ministros ordenados–, es decir, olvidando la misión común del pueblo de Dios. Entonces, vale la pena preguntarse: ¿en qué medida se reconoce y favorece la responsabilidad de todos los miembros del pueblo de Dios, en particular de los laicos? Tal vez es necesario un cambio de mentalidad para que, respetando las vocaciones y las funciones de los ministros ordenados y de los laicos, se promueva la corresponsabilidad de todos los miembros del pueblo de Dios. Esto exigirá pasar de considerar a los fieles laicos colaboradores del clero a reconocerlos realmente como corresponsables del ser y del actuar de la Iglesia, favoreciendo la consolidación de un laicado maduro y comprometido3.

Los movimientos contribuyen a revitalizar esos aspectos de la vida eclesial que parecían haberse opacado o debilitado y revelan de un modo dinámico la eclesiología conciliar. Este hecho es valorado por los pastores de la Iglesia: particularmente el magisterio pontificio –tanto el de Juan Pablo II como el de Benedicto XVI– ha puesto de relieve la importancia de los movimientos en la misión de la Iglesia. Así se ve reflejado en el estudio y reflexión que Monseñor Miguel Delgado Galindo aporta en esta obra.

En muchas ocasiones los pontífices han expresado que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades constituyen un don singular del Señor y un recurso inapreciable para la vida de la Iglesia. Invitaron, especialmente a los obispos, a acogerlos con confianza y valorizarlos en sus diversas aportaciones para que sean de utilidad para todos de forma ordenada y fecunda. Ellos señalaron también que el Vaticano II se refiere en diversos documentos al tema de las nuevas comunidades eclesiales. También el Catecismo de la Iglesia Católica subraya el valor y la importancia de los nuevos carismas, cuya autenticidad se garantiza por su disponibilidad al discernimiento de la autoridad eclesiástica.

Precisamente porque hay un florecimiento de nuevos movimientos y comunidades eclesiales, es importante que los pastores ejerzan sobre ellos un discernimiento prudente y sabio. En este sentido Benedicto XVI expresó que hace tiempo se están estudiando modalidades oportunas para darles un reconocimiento pontificio a los nuevos movimientos y comunidades eclesiales, y que no son pocos los que ya lo han recibido. También señaló que los pastores deben tener en cuenta este dato a la hora de discernir oportunamente según su competencia4.

La importancia de este fenómeno se deduce no sólo del número, difusión y crecimiento, sino también de la diversidad de experiencias y las problemáticas conexas de índole pastoral, teológica y también jurídica. Como realidades nuevas en la Iglesia, necesitan que se esclarezca aún más cómo discernir sus carismas, cómo la autoridad debe reconocerlos y aprobarlos como instituciones eclesiales, qué normas rigen su vida, entre otros desafíos.

Por ende, es necesario tratar teológica, pastoral y canónicamente esta nueva realidad eclesial. Así lo deja ver el escrito de Mons. Delgado Galindo, actual subsecretario del Consejo Pontificio para los laicos.

Mons. Delgado Galindo busca dilucidar algunas de esas cuestiones e ilustrar acerca de este tema: los movimientos eclesiales, el ministerio petrino y la apostolicidad de la Iglesia. Asimismo destaca el lugar de los fieles laicos ante la nueva evangelización y completa sus reflexiones con un texto sobre la Santa Sede y las asociaciones internacionales de fieles.

Esta obra, compuesta por tres artículos, dedica la primera parte5 a presentar estas nuevas realidades y su lugar en la Iglesia, y señala que la misión de los movimientos en la edificación del pueblo de Dios depende del carisma propio. Además esclarece que los miembros que pertenecen a ellos, de acuerdo con su estado de vida, mediante su presencia y acción en el mundo, son invitados a ser testigos de la acción del Espíritu y están llamados a realizar su propia vocación también en el ámbito intraeclesial.

El segundo trabajo describe, con la ayuda del rico desarrollo de la enseñanza eclesial, la novedad de la nueva evangelización y el llamado a la misión propia de los laicos. Además expone los desafíos que pueden plantearse en ese contexto y reflexiona sobre la ministerialidad laical.

Por último, la tercera parte versa sobre el reconocimiento de estas nuevas realidades eclesiales y sus estatutos, en las diversas agrupaciones de fieles y según las disposiciones de la Iglesia. Presenta y analiza la configuración jurídica de las asociaciones de fieles, el reconocimiento por parte de los pastores y las relaciones con los mismos. También señala aquellos aspectos relevantes, desde el punto de vista pastoral, que permiten comprender mejor a dichas asociaciones.

Considero que el presente texto busca aportar una mayor comprensión de esta temática de actualidad eclesial y ofrecer una elaboración seria a partir de la ciencia y experiencia de Mons. Delgado Galindo en su servicio desde el Consejo Pontificio para los laicos.

Ciertamente lo presentado ofrece la posibilidad de un tratamiento más exhaustivo pero aquí es loable la claridad y simplicidad del autor, quien pone al alcance de todos su sabiduría jurídico-canónica, sin dejar de lado la impronta pastoral en las temáticas y en la orientación de la reflexión.

Pbro. Lic. Marcelo J. Gil, MPD

1. Cf. Juan Pablo II: Mensaje a los participantes en el congreso mundial de los movimientos eclesiales; disponible en: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/1998/may/documents/hf_jp-ii_spe_19980527_movimenti.html

2. Cf. Concilio Ecuménico Vaticano II: Decreto sobre el apostolado de los laicos Apostolicam actuositatem, n. 19 y Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo Gaudium et spes, n. 90.

3. Cf. Benedicto XVI: Discurso durante la inauguración de la Asamblea eclesial de la diócesis de Roma; disponible en: http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2009/may/documents/hf_ben-xvi_spe_20090526_convegno-diocesi-rm.html

4. Cf. Benedicto XVI, Identidad católica de movimientos y nuevas comunidades; disponible en http: www.aicaold.com.ar/index.php?module=displaystory&story_id=14423&format=print&edition_id=867.

5. Fue publicada originalmente con el título Movimenti ecclesiali. Ministero petrino e apostolicità della Chiesa, por Edizione Vivere in, en Bari, junio de 2007.

La primavera de la Iglesia

Подняться наверх