Читать книгу Sologuren - Mirko Lauer - Страница 4

Оглавление

[La poesía ha reaparecido...]

La poesía ha reaparecido, no dice cómo.

La cosa

Es que llega y acomoda sus letras,

Más que sus palabras o sus frases,

Y por las noches suelta un silbido asmático

Que la presenta al alba

Desordenada o no sobre la página.

Ha vuelto

Con una claridad de la que no sé nada,

Fácil como un plagio, sucia

Como si hubieran frotado

Sin éxito contra sus versos,

Cincuenta borradores.

Simplicissimus.

Antes no estaba, y ahora está

En la punta del lápiz hb2,

En páginas tentativas de una libretita,

En la fantasía de un libro definitivo.

Yo dejo que me estafe

Haciéndome sentir que es una poesía nueva,

Joven, renacida,

Con versos que no duelen,

Que no van a regresar a perseguirme.

Pero todo es late style,

la poesía de un viejo construida

Con la constante negación

De sus locuras juveniles.

Con la vanidad de esas traiciones

Evita imaginar lectores, y ya no explora

Valiosos lenguajes de la juventud.

Hoy reliquias traspapeladas en antiguos cajones.

¿Volvió para quedarse? No se sabe,

Pues de nada depende,

De nada azul, de nada plateado.

Para Sologuren

Todo estaba en el diccionario,

Esa sala de espera de los significados,

Donde hay palabras que pueden matar poemas

O salvarlos.

«Nunca dejes de ser poeta», me decía.

Pero yo aprendí

Que todo está en el tiempo dedicado

A tratar de no escribir poesía.

Ya está aquí otra vez. ¿Cómo tratarla?

Como siempre,

No consumándola, dejándola partir

Convertida en silencio,

Tiras de tinta,

Rastro de sueños sin aroma.

Pero también el hedor

de los poemas no escritos

Puede ser insoportable.

Podría ser peor. La poesía

Podría haber vuelto

Recitada a través

De alguno de mis agujeros,

Profanando mi cuerpo en su llegada.

Bajando por la boca pastosa, subiendo

Por las súbitas catedrales de aire,

Instalándose

En mis oídos hambrientos de música.

Poesía hasta por los poros,

Por así decirlo.

Un verso de Sologuren: Poesía

No me niegues tus dones / por más tiempo.

¿Sabía

Lo que estaba escribiendo?


[Volver a comenzar...]

Volver a comenzar, ¿por cuánto tiempo

Puede la originalidad colgar

De ramas viejas?

Frutas que nadie ha probado,

Tiemblan a la espera del reconocimiento,

Extraño momento.

La realidad

Está tirada por el suelo,

Un poco seca, un poco podrida,

Extraña trufa.

Lo original es prisionero de sí mismo,

Y condenado a disolverse en la repetición.

No tiene dónde ir,

Ni es un lugar al cual se puede regresar.

Volver a comenzar,

Salto a mil vacíos.

Lo convencional, en cambio, tiene un fondo,

Que acoge la locura de la invención,

La arrogancia suicida

De palabras que se deslumbran

Ante el espejo

De lo nunca antes dicho,

Camino del espasmo epiléptico

Del vómito dadá.

Página tasajeada por espantadas cesáreas,

Por alaridos sin vértebras,

Extraña la calma de un soneto,

O la tranquilidad en las babosas mieles

De lo ya escrito.

En el mundo de la originalidad,

Volver a comenzar

Es desaparecer.


[Los jóvenes empiezan a llegar...]

Los jóvenes empiezan a llegar.

Mientras hurgan,

Preguntan por mis papeles,

& todo lo que pueden devorar

Teléfono-cámara-grabadora,

Y su sincera curiosidad.

Han leído mis antiguos poemas y ahora

Quieren saber qué pasa con ellos,

Y conmigo.

Les informo que no pasa nada.

¿Qué interés podría tener

Esta frágil serenidad entrenada

En mis sesiones de natacion?

El tema es papeles a medio borronear,

Aquello que Yuri Lotman llama

La comunicación yo-yo,

Violentos garabatos de intimidad.

Acaso los jóvenes intuyen

Que en realidad lo más valioso

Está en lo que ya hace mucho

Perforan ágiles polillas:

Cartas de amigos desaparecidos,

Libros dedicados con frases vehementes,

Anécdotas presas del olvido,

Gruesas indiscreciones de lo literario

Son jóvenes ambiciosos y severos,

Que llegan sabiendo exactamente cómo

Me estoy volviendo mugre.

No les pueden pasar inadvertidos

Los cuellos volteados,

Los zurcidos apenas invisibles,

Los calzoncillos secretos

Manchados a diario por la próstata.

En entrevistas infidentes

Les pago el amable interés

Con una irresponsable vanidad

Y les alcanzo

También perfumes y pestilencias

De un panteón de colegas

cuyos célebres nombres omito en vano:

Intensos desaseos,

Letales desencuentros familiares,

Falsas biografías,

Severas tristezas,

Veladas mezquindades,

Santidades burdeleras,

Duras elegancias. Todo ello

Intentando hacer interesante

Una vida entre poetas.

Nada de eso es mío,

Pero esta misma tarde

Se lo pueden llevar

Los interesados.


[Entrego el último inédito...]

Entrego el último inédito

Que me van a sacar.

Están esperando que me jubile

Y ponga en remate mis bibliotecas.

Quieren exprimir conceptos de mi poesía.

Este catedrático que revisa mis textos

Y los mete a su archivador,

Ya le conozco

Su único terno horrible y lustroso.

A sus asistentes, entre idiotas y pendejos,

Ágiles burócratas de la literatura,

Nunca los he visto antes.

Pero al final son todos ellos

Los que me van a pasar la notificación.

Seguro que me ven triste y cansado.

Me pregunto

Qué van a hacer con mis ensayos.

¿Y mis poemas

Que sin duda jamás han entendido?

Mejor así.


[Luego de haber adornado...]

Luego de haber adornado

Rosáceas plaquetas los poemas,

Que descarté apenas escritos,

Se volvieron indescifrables

Pruebas de mi vanidad.

Pero aun así, olvidados y feos,

Todos están allí, juntos

Como la obra de otra persona

Que no me cae bien.

Culpables de sí mismos,

Ocupando páginas que no reconozco.

Sin duda esperan reaparecer

En las obras reunidas, en las completas,

En la reedición, en la antología,

En la página pirata de Internet,

Usurpando mi nombre

Sin pudor alguno.


[Ahora la vejez me ha vuelto...]

Ahora la vejez me ha vuelto

Un verdadero artista de la mentira:

Debilidad por todos los poros,

Modestia en cada frase,

Sentimientos hábilmente impostados,

Versos falsamente confesionales.

Hay una ganancia canosa y neta

En el paso de nunca decir lo que hay

A siempre decir lo que no hay:

De esa manera nada se disipa,

Y todo empieza a regresar

A una farsa originaria asentada

En un jardín de flores patulecas

Donde bandadas de pájaros calvos

Vuelan hacia atrás

En busca de sus plumas perdidas.

El día las esparce desordenadas

En un moaré indescifrable y apestoso.

Pero en realidad siempre soy yo

Juntando palabras derribadas

Que luego no tengo fuerza para recoger.

Sologuren

Подняться наверх