Читать книгу Comprometida - Морган Райс, Morgan Rice - Страница 8
CAPITULO UNO
ОглавлениеLondres, Inglaterra
(Septiembre de 1599)
Caleb se despertó con el repicar de las campanas.
Respirando pesadamente, se sentó de golpe y miró a su alrededor. Había estado soñando que Kyle lo perseguía, y que Caitlin le tendía una mano buscando su ayuda. Estaban en un campo lleno de murciélagos, contra un sol de color rojo sangre; todo se veía muy real.
Ahora, mientras miraba alrededor de la habitación, trató de saber si todo eso era real, o si estaba realmente despierto y había regresado en el tiempo. Después de escuchar su propia respiración por varios segundos, sentir la fresca humedad en el aire, y escuchar el latido de su propio corazón en medio del silencio, se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Realmente estaba despierto.
Caleb estaba sentado en el interior de un sarcófago abierto. Miró alrededor de la habitación oscura como una caverna y vio que estaba llena de sarcófagos. Los techos eran bajos con arcos y las ventanas eran aberturas estrechas por las que entraba muy poquito sol. Había suficiente luz para poder ver. Entrecerró los ojos ante el reflejo, metió la mano en el bolsillo, y se aplicó sus gotas en los ojos, feliz de conservar las gotas todavía. Poco a poco, el dolor se desvaneció y él se relajó.
Caleb se levantó de un salto, en un solo movimiento, y dio una vuelta por la habitación, mirando en todas direcciones. Todavía estaba en guardia, no quería que lo atacaran o emboscaran antes de que tuviera la oportunidad de orientarse. Pero no había nada ni nadie en la habitación. Sólo silencio. Al notar los pisos de piedra antiguos, las paredes, el pequeño altar y la cruz, supuso que estaba en la cripta subterránea de una iglesia.
Caitlin.
De nuevo, Caleb dio una vuelta por la habitación en busca de algún rastro de ella. Experimentó una sensación de urgencia mientras se apresuraba al sarcófago que tenía más cerca. Con todas sus fuerzas, quitó la tapa.
Su corazón se llenó de entusiasmo con la esperanza de encontrarla. Pero el sarcófago estaba vacío.
Caleb se apresuró por la habitación yendo de un sarcófago al siguiente abriendo cada una de sus tapas. Pero todos estaban vacíos.
Caleb se desesperaba más y más mientras empujaba la última tapa, lo hizo con tanta fuerza que cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Pero ya tenía la sensación de que no la encontraría y, como los demás, estaba vacío – había tenido razón. Se dio cuenta que Caitlin no estaba en esa sala, y empezó a sudar frío. ¿Dónde podría estar?
La idea de haber regresado en el tiempo sin ella le provocó un escalofrío en la columna vertebral. Ella le importaba más de lo que él podría decirle y, sin ella a su lado, su vida, su misión, no tenían ningún propósito.
De repente, se acordó de algo y metió la mano en el bolsillo para comprobar si todavía estaba allí. Afortunadamente, estaba. El anillo de bodas de su madre. Lo sostuvo en la luz y admiró el zafiro de seis quilates perfectamente cortado, montado sobre una banda de diamantes y rubíes. No había podido encontrar el momento oportuno para proponerle matrimonio. Esta vez estaba decidido a hacerlo.
Por supuesto, si ella había regresado.
Caleb oyó un ruido y giró hacia la entrada, algo se estaba moviendo. Esperaba con todas sus ganas de que fuera Caitlin.
Pero se sorprendió al encontrarse mirando hacia abajo mientras la persona doblaba la esquina y ver que no se trataba de una persona. Era Ruth. Caleb se alegró de verla porque había sobrevivido el viaje en el tiempo.
Caminó hacia Caleb moviendo la cola, sus ojos se iluminaron al reconocerlo. Caleb se arrodilló y ella corrió a sus brazos. Quería a Ruth, y le sorprendió lo mucho que había crecido: parecía ser el doble de grande, y es veía como todo un animal. También se animó al encontrarla: quizás Caitlin también estaba allí.
Ruth se volvió de repente, salió corriendo de la habitación y desapareció por la esquina. A Caleb le desconcertó su reacción y salió corriendo tras ella, quería ver dónde iba.
Entró a otra cámara abovedada, también estaba llena de sarcófagos. A simple vista pudo ver que todos habían sido abiertos y estaban vacíos.
Ruth siguió corriendo, gimiendo y también salió corriendo de esa habitación. Caleb empezó a preguntarse si Ruth lo conduciría a alguna parte. Corrió tras ella.
Después de recorrer más habitaciones, Ruth finalmente se detuvo en una pequeña alcoba al final del pasillo, apenas iluminada por una antorcha. En el interior, había un sarcófago de mármol de diseño intrincado.
Caleb se acercó lentamente, conteniendo la respiración, esperando, sintiendo que Caitlin podría estar dentro.
Ruth se sentó a su lado y se le quedó mirando. Ella gemía desesperadamente.
Caleb se arrodilló y trató de empujar su tapa de piedra. Pero era mucho más pesada que los otras y apenas se movió.
Se arrodilló y empujó con más fuerza, con todas sus fuerzas hasta que comenzó a ceder. Siguió empujando y, en unos momentos, la tapa se desprendió por completo.
Caleb se sintió aliviado al encontrar a Caitlin acostada allí, inmóvil, con las manos cuidadosamente dobladas sobre el pecho. Pero su alivio se convirtió en preocupación cuando la examinó y vio que estaba más pálida de lo que jamás la había visto en su vida. Sus mejillas no tenían color y sus ojos ni siquiera reaccionaban a la luz de las antorchas. La miró más de cerca y se dio cuenta de que parecía no estar respirando.
Se echó hacia atrás con horror. Caitlin parecía estar muerta.
Ruth gimió más fuerte: ahora él entendía.
Caleb se inclinó y colocó firmemente ambas manos sobre sus hombros. La sacudió suavemente.
"¿Caitlin?", dijo con preocupación en su voz. "¿¡CAITLIN !?" llamó más fuerte, mientras la sacudía con más fuerza.
Pero ella no respondía, se le congeló todo su cuerpo al imaginar lo que su vida sería sin ella. Sabía que era peligroso viajar en el tiempo y que no todos los vampiros sobrevivían a los viajes. Pero él nunca había contemplado la posibilidad de morir en el viaje de regreso. ¿Había cometido un error al alentarla a continuar la búsqueda y cumplir con su misión? ¿Debería haber renunciado y haberse establecido con ella en el último lugar?
¿Y si lo había perdido todo?
Ruth saltó sobre el sarcófago, puso sus cuatro patas sobre el pecho de Caitlin, y comenzó a lamer toda su cara. Pasaron varios minutos y Ruth no dejaba de lamerla, gimiendo.
Cuando Caleb se inclinó para sacar a Ruth, se detuvo. Le sorprendió ver a Caitlin abrir un ojo.
Ruth aulló, feliz, mientras saltaba del pecho de Caitlin y corría en círculos. Caleb se inclinó, igualmente feliz, mientras Caitlin abría los dos ojos y empezaba a mirar a su alrededor.
Se apresuró y cogió una de sus manos heladas, calentándola entre las suyas.
"¿Caitlin? ¿Puedes oírme? Soy yo, Caleb."
Poco a poco, ella empezó a incorporarse y él la ayudó, colocando suavemente una mano detrás de su cuello. Estaba tan feliz de verla parpadear, entrecerrando los ojos. Podía ver lo desorientada que estaba, como si hubiera despertado de un sueño profundo, muy profundo.
"¿Caitlin?", preguntó de nuevo, en voz baja.
Ella lo miró fijamente, con sus ojos marrones tan hermosos como él los recordaba. Pero algo, se dio cuenta, estaba mal. Ella no sonreía y, cuando parpadeó, sus ojos tenían la mirada propia de un extraño.
"¿Caitlin?", preguntó de nuevo, esta vez estaba preocupado.
Ella lo miró directamente con los ojos bien abiertos y con sorpresa, se dio cuenta que ella no lo reconocía.
"¿Quién eres tú?", ella preguntó.
A Caleb se le cayó el corazón al piso. ¿Era posible? ¿El viaje había borrado memoria? ¿De verdad lo había olvidado?
"Caitlin", le preguntó otra vez, "soy yo. Caleb."
Él sonrió, esperando tal vez que eso la ayudaría a recordar.
Pero ella no le devolvió la sonrisa. Se limitó a mirarlo con una mirada vacía, parpadeando varias veces.
"Lo siento," dijo finalmente. "Pero no tengo idea quién eres."