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Habla con Dios es una invitación a recordar quiénes en verdad somos, cuál es nuestra esencia divina y cómo, en el juego de la vida, el hechizo del olvido nos hace dejar de lado esta verdad.

Correr el velo y ver qué hay detrás de las fachadas ilusorias que vende el sistema, nos permitirá descubrir lo real. Para ello, habrá que salir del letargo y del adormecimiento –donde el Ser vive anestesiado de su verdad– y asumir el compromiso de reconocer la farsa en la que, día a día, se mueve en un juego que parecería estar comandado por la angustia y el dolor.

Este libro tiene la intención de poder viajar por el mundo de las ideas, recorriendo los mágicos laberintos de la mente, para que el cuestionamiento provoque el debate y ayude a traspasar las fronteras del prejuicio y del temor.

Si bien no pertenece a ninguna religión, no deja de ser religioso en el sentido estricto de la palabra. Religión significa ‘re-ligar’, volver a ligar, volver a unir a Dios y al hombre, reconociendo la Unidad.

Si todos siguiéramos la religión del Amor, sin importar el nombre que luego le demos, sería esa la ley que comandaría nuestras vidas, donde el respeto por el otro, la honestidad y la verdad conformarían las bases de todo vínculo, recordando la igualdad de nuestra esencia, siendo todos parte de una misma especie, como lo es la humanidad.

El presente trabajo está dividido en dos partes: en la primera se relatan las experiencias que me llevaron a su realización final; en la segunda se transcriben los mensajes a la humanidad.

La lectura de este libro tiene un orden aleatorio: tú eliges por dónde empezar; mas solo te recomiendo que vayas procesando los mensajes de a poco, para aprovechar el contenido que cada uno encierra. Este procedimiento es muy revelador para la mente y constituye un recordatorio para el alma.

También puedes utilizar los mensajes a modo de oráculo, tratando de encontrar respuestas a tus preguntas, o pidiendo alguna orientación y guía.

Al ser instrumentos del Universo, todos somos mensajeros del otro. Por eso, toma lo que te sirva para el momento que estés viviendo y recuerda que todo lo que acerques a tu mundo contribuye a tu propia evolución.

Además, puedes cuestionar, interrogar y analizar estos textos; es una excelente manera de hacerlos propios, y de participar activamente en todo lo que leas. Recuerda: «El verdadero dueño de una obra no es quien la realiza, sino quien la interpreta».

Por eso, deseo de todo corazón que interpretes esta obra y te adueñes de ella, solo entonces mi trabajo habrá cumplido su función. Te pido que lo hagas tanto desde la razón como dejando participar a todo tu Ser, para que sean el corazón y el alma quienes también formen parte de este acontecer.

¡Es tan fácil contagiarse del virus del prejuicio! Por eso te sugiero, si puedes, «vacúnate» contra él. Solo así lograrás saber, solo así lograrás entender.

Que así sea.

Habla con Dios

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