Читать книгу Cuaderno de un loco - Natalia Hatt - Страница 11

PÁGINAS 8 Y 9

Оглавление

Esa misma tarde volví a tu facultad a eso de las siete, pero esta vez para ver si él estaba trabajando en el gimnasio, con ánimos de investigarlo. Cursás todo de mañana y sé bien a qué clases puedo meterme y a cuáles no. Vengo haciéndolo desde hace varios meses, casi desde principios de año.

Quizá te preguntes cómo fue que me fijé en vos, dónde te vi por primera vez. Te voy a contar todo sobre eso.

Fue en abril pasado, cuando te mudaste a este barrio. Estaba deambulando por la vereda, sin propósito —suelo hacer eso, salgo a caminar y camino hasta que mis pies decidan que quieren descansar—. Ese día solo había caminado una cuadra y vi un camión de mudanzas frente a esa casa linda de dos pisos que varias veces me había parado a contemplar, la que ahora es tu casa.

Me ganó la curiosidad y me detuve; quería saber qué vecinos nuevos tendría. Antes vivía una pareja con gemelos insoportables. Sabía que no iba a extrañar verlos en el barrio a esos malcriados. Bueno, mirando y mirando, te vi salir por la puerta de enfrente a buscar más cajas para entrar.

Hacía bastante calor. Llevabas tu pelo en un rodete desprolijo, una musculosa roja y blanca a rayas y una calza pescadora negra bastante ajustada. Tus lentes enormes te daban un aire de intelectual y sofisticada al mismo tiempo. Me pareciste hermosa y simpática, lo cual me pareció extraño. Nunca me habían atraído demasiado las chicas —tampoco los hombres, no te vayas a confundir—.

***

Quizá será porque en el secundario mis compañeras se burlaban de mí porque era gordo y usaba anteojos culo de botella. Incluso cuando bajé de peso y me puse lentes de contacto seguían ignorándome y tratándome como a un insecto. Me decían que nunca se fijarían en un tipo como yo y que moriría virgen. Las mujeres siempre fueron malas conmigo y se encargaron de dejarme pisoteado en el suelo cada vez que pudieron.

Vos parecés una chica muy dulce; le sonreís a la gente que pasa caminando por la vereda. A mí aún no porque no me he atrevido a acercarme lo suficiente. Ya no soy feo, pero me da miedo no resultarte atractivo y que se repita la misma historia.

Por eso decidí no presentarme pero igual quise seguirte cada paso. Necesitaba saber todo de vos. Te seguí a la facultad y averigüé tu nombre, empecé a ir a las clases muy concurridas y te observaba cuando las cortinas de tu casa estaban corridas. Trotaba detrás de vos en el parque y caminaba a solo unos metros de distancia cuando salías a hacer compras. Aún lo sigo haciendo.

Pero, bueno, ¿a qué venía todo eso? Me fui por las ramas. Ah, te contaba que fui a verlo a él. Cuando llegué justo se iba porque había terminado su última clase. Iba a seguirlo, pero un cartel pegado en el vidrio me llamó la atención. Fui a leerlo:

«Se busca personal de limpieza. Varón o mujer mayor de 18 años».

Entré a preguntar. Hablé con el encargado, un tipo musculoso de unos treinta años. Le comenté que era estudiante y que necesitaba trabajar solo un par de horas al día. Al parecer le resulté convincente, aunque dijo que estaría a prueba las primeras dos semanas antes de que me contratara definitivamente. Debo ir de lunes a sábado a las diez de la noche, hora a la que cierran. Me toca limpiar el salón, la oficina de administración y los baños. No es un gimnasio demasiado grande, y en unas dos horas termino con todo. Me pagan ciento veinte pesos la hora, así que voy a hacerme unos seis mil pesos al mes. Nada mal, justo lo que necesito y un poquito más. Voy a poder comprarme ropa.

Y de paso voy a poder averiguar más sobre él. Sé que anda en cosas turbias y lo voy a demostrar.

Cuaderno de un loco

Подняться наверх