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DE LA HISTORIA DE LA MUJER SULAMITA A LA TUYA

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Darle prioridad a nuestra relación con Jesús y no a la misión que tenemos en Él es la única forma sostenible de seguir a Cristo. Solo Él puede llenarte a diario, satisfacerte y fortalecerte para enfrentar la vida. El trabajo y las personas pueden agotarte, dejarte exhausta y herida, pero Jesús te fortalece con Su hermosura, te sana y te otorga la vida. De manera general, la mujer sulamita constantemente recibía el amor y la intimidad de su novio. Sin embargo, incluso cuando no se encontraba en esa posición de recibir, ella lo extrañaba y reordenaba su vida y sus prioridades. Su liderazgo yacía en su amor por el novio. Después de todo, fue su compromiso, su entrega incondicional y su búsqueda enérgica lo que suscitó las preguntas de sus amigos. Oremos para ser mujeres latinas que puedan recibir el afecto del Señor, que se concentren en su primer amor y que guíen a otros hacia la belleza de Jesús.

Un estilo de vida enamorado. Nuestro amor por Jesús y la relación con Él pueden generar curiosidad espiritual en otras personas. Los amigos de la mujer sulamita postulan una interrogante válida: ¿Por qué es este amor superior a los otros? Nuestro corazón está hecho para amar; Dios nos creó para adorar y amar. Estar enamorados es parte de nosotros. No obstante, si nuestro primer amor no es Jesús, entonces algo más lo es. Así de simple. Las personas, el trabajo, el éxito e incluso el ministerio pueden ser nuestro primer amor. Desde hace algunos años en que he estado buscando intimidad antes que impacto, he notado una afirmación común entre mis amigos: «Tu relación con Jesús me desafía, me aterra; es muy poderosa». Nuestra intimidad con Jesús puede suscitar que nuestros familiares y amigos deseen más. Cuando perciban algo diferente en nosotros, también ellos desearán a Cristo.

Nuestra gente conoce el esfuerzo, saben lo que es trabajar; sin embargo, ¿saben lo que es el amor? El afecto del novio eterno sana, redime, restaura y mucho más. Cuando nuestra comunidad está abatida y sin esperanza, el amor de Cristo nos levanta y nos renueva tras el daño que nos inflige la vida. La intimidad con Cristo beneficia a nuestra familia latina, pero también es importante aprender a mantener la mirada en Jesús y permitirle que llene nuestra visión, que nos libre de apoyarnos en nuestro vigor humano.

Ojos como palomas. La imagen de los ojos como palomas (una invitación que Salomón le hace a la mujer sulamita) es una clave para la intimidad con Dios. Salomón percibe y exalta los ojos como palomas de la mujer sulamita en Cantares 1:15 y 4:1. Las palomas no tienen vista periférica. Es decir, no pueden ver ni a la derecha ni a la izquierda, sino solo al frente. Salomón observa que el amor de la mujer está enfocado en él: «En cuanto a su función, los ojos de las palomas solo ven una cosa a la vez. Esto representa estar enfocados en un solo objetivo».1 Esta idea de poner los ojos en Cristo está diseminada por toda la Biblia y también en la historia de Israel. Dios sabe que nos distraemos con facilidad y nos tornamos ansiosos. Debemos enfocarnos en Él, no en las circunstancias, ni en los fracasos, ni en nuestros amigos quebrantados. El Señor es la fuente del amor perfecto, que nos provee estabilidad y nos recuerda nuestra identidad verdadera. Si nuestro enfoque yace en alguien o algo más, recibiremos un amor imperfecto que jamás podrá satisfacer nuestra alma. Hermanas, roguemos a Dios poder tener ojos como palomas para ver a nuestro novio eterno en todo momento.

Intimidad antes que impacto. Dedicarle tiempo a Jesús antes de ejercer el ministerio es crucial para llenarnos de amor, de vida y de la revelación del Espíritu Santo y de la Biblia. Nuestro mundo cada vez pierde más el interés en la cultura y la moralidad cristiana. Lo que cautiva la atención de las personas es una relación real y apasionada con nuestro Creador. Ellos anhelan un amor radical que sobrepase a la religión y que les ofrezca algo sustancioso. Sin embargo, no podemos suplir su anhelo si nosotros no hemos experimentado ese amor. Jesús vendrá de nuevo para encontrarse con una novia valiente, hermosa y enamorada. Si buscamos la intimidad con Jesús, Él podrá convertirnos en Sus amadas vigorosas, que se unen a Él para levantar a los caídos, enriquecer nuestra realidad con la verdad del cielo y cambiar al mundo con el amor del Señor.

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