Читать книгу Economía y trabajo en el sector agrícola - Nelson Florez Vaquiro - Страница 4
Introducción
ОглавлениеEn la primera década del siglo XXI, la agricultura mundial se ha caracterizado por la volatilidad en los precios de los cereales, lo que ha provocado vastas externalidades en el comercio internacional del resto de bienes agrícolas. Para el sector agrícola, los conflictos sociales, los factores políticos, el régimen de subsidios, las condiciones físicas y químicas de la tierra cultivable, las enfermedades y plagas en los cultivos, la infraestructura, la tecnología, la mano de obra, el tipo de semillas cultivadas y, en especial, el clima —heladas, nevadas, sequías, el régimen de lluvias—, son determinantes para la dinámica de los eslabones de la producción.
Esos factores también impactan en la movilidad de los precios internacionales. Si en los países que son grandes productores tiene lugar un clima adverso, esto influye en el nivel y calidad de la producción, contribuye a la escasez y al alza de los precios internacionales. Un fenómeno de este tipo conlleva inseguridad alimentaria a los países con déficit en la producción de alimentos o que viven en un contexto de conflicto civil. En tanto que una sobreproducción y su consecuente exceso de oferta tienden a ocasionar una caída de los precios.
Por otro lado, en las dos décadas más recientes, el sistema económico mundial ha hecho fuertes inversiones para diversificar la producción de energía, en aras de disminuir la fuerte dependencia respecto del petróleo; es así como los bienes agrícolas han cobrado importancia no solo para la alimentación humana en las próximas décadas —según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la población mundial pasará de los actuales 6800 millones de personas a 9100 millones en 2050, un tercio más de personas que demandarán alimentación—, sino también como proveedores para la producción de biocombustibles y la alimentación de animales destinados a la producción cárnica —la producción actual de carne suma más de doscientos millones de toneladas, y se estima que para 2050 puede alcanzar una demanda de 470 millones de toneladas—. Todos estos factores influyen en la fijación de los precios y han generado enormes retos a los gobiernos nacionales para que en las próximas décadas promuevan políticas de agricultura sostenible, en búsqueda del crecimiento e inclusión en el sector, y permitan a la vez la reducción del hambre, de la pobreza y de las desigualdades sociales concentradas en las zonas rurales de los hogares de productores y trabajadores agropecuarios.
Dentro de esos retos se encuentran: la disminución de la dependencia alimentaria; el incremento de la frontera, producción y productividad agropecuarias; el uso eficiente del agua para el cultivo; la mayor investigación en los efectos del uso de semillas transgénicas o mejoradas, y la preservación de la diversidad biológica y genética de las semillas autóctonas; el otorgamiento de subsidios y transferencias agrícolas; la mayor protección o apertura del sector que derive en mejores ingresos y salarios para los productores y trabajadores agrícolas; las inversiones en la red de infraestructura de las zonas, unidades productivas y viviendas rurales; la definición del destino y cuotas de la producción agrícola para la alimentación humana, generación de biocombustibles, y consumo animal; y la investigación e innovación en todas las etapas del proceso productivo de la agroindustria, que estimule la productividad y generación de valor.
En las últimas dos décadas del siglo XX, México se caracterizó por grandes cambios económicos, políticos y sociales. Tales circunstancias hicieron imprescindibles diversas reformas estructurales que se dirigieron hacia objetivos como el proceso de modernización del Estado, la desregulación de las reglas administrativas que —se argumentaba— obstaculizaban el funcionamiento del mercado, la focalización de los subsidios a la demanda, las privatizaciones de las empresas industriales y comerciales del Estado, la descentralización, la apertura económica, la vinculación al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) en 1986, y la firma de acuerdos económicos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, entre otras medidas. Se buscaba adecuar el país a las nuevas exigencias del sistema económico internacional, que promovía, entre otras cosas, la reducción de la intervención del Estado, y permitir el predominio de las fuerzas del mercado.
En esta situación, diversos autores han señalado que la apertura comercial, el tipo de cambio y los precios de los bienes e insumos han impactado fuertemente la economía y, en especial, la actividad agrícola del país, pese a los programas específicos creados para estimularla.
Una de las consecuencias del conjunto de las trasformaciones emprendidas fue la profundización de la heterogeneidad del sector agropecuario como un rasgo estructural del mercado laboral mexicano. Al respecto, Lara (1998) sostiene que la apertura comercial de finales de los ochenta y la firma del TLCAN, agudizaron la polarización económica, regional y social en el campo.
La parte del sector empresarial que había sustentado su rentabilidad en una serie de apoyos y subsidios otorgados por el Estado (riego, infraestructura carretera, insumos subsidiados, excepción de impuestos, precios de garantía, etc.) entró en un proceso de reajuste, y, dadas las nuevas condiciones de competitividad del mercado mundial, muchas empresas tuvieron que abandonar sus operaciones, mientras que otras buscaron reestructurarse.
En este contexto, es necesario resaltar la importancia de realizar investigaciones en las que se identifiquen las características de la estructura productiva y ocupacional del sector agrícola en los años recientes. Así, el fin de este trabajo es diseñar un estudio que nos permita conocer la estructura y condiciones laborales de los trabajadores agrícolas, además de analizar las fuentes de ingresos de las unidades familiares agrícolas, y resaltar las diferencias fundamentales que puedan existir en el nivel estatal del país. Así, el objetivo central de este trabajo es conocer las características de la economía y las condiciones laborales y de vida de los trabajadores del sector agrícola.
Es así que, según la forma en que se organiza el proceso productivo, nos planteamos las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las principales características económicas del sector agrícola mexicano a inicios del siglo XXI? ¿Existe una regionalización de la estructura de producción, y cuáles son sus características en el ámbito de los estados? ¿Cuáles son las condiciones de trabajo de los productores y trabajadores agrícolas en México a finales del siglo XX y la primera década del siglo XXI? ¿Existe una diversidad entre la composición y las principales fuentes de ingresos de los hogares agrícolas en México?
La liberación comercial, la austeridad fiscal, los procesos de integración y el nuevo papel del Estado en el desarrollo eliminaron gran parte de la protección de largo tiempo que se daba a la agricultura, lo que la llevó a una repentina exposición a la competencia internacional, la cual, aunque no planeada, ha buscado dinamizar las áreas claves del sector.
Solo aquellos territorios que fueron privilegiados en el siglo XX con políticas públicas enfocadas a la creación de grandes obras de riego, infraestructura y crédito, entre otros, hoy en día han conformado un sector agroexportador competitivo, especialmente en los estados del norte del país, situación que ha contribuido a incrementar la polarización de la estructura de producción agrícola mexicana. Nuestro estudio sugiere que la estructura productiva y del trabajo agrícola es heterogénea y desigual, que la fuerza de trabajo del sector por un lado es precaria —bajos niveles de calificación— con malas condiciones laborales, y por otro, sólo en algunos casos se encuentra cierta estabilidad laboral, una situación caracterizada porque los ingresos dependen cada vez menos de la fuentes de trabajo derivadas del sector, lo que contribuye a que los hogares agrícolas tengan que diversificar sus fuentes de ingresos.
En cuanto a la metodología utilizada en el presente trabajo, debe explicarse que su base es un análisis de estadística descriptiva, el cual se apoya en gráficas, tablas cruzadas y estadística inferencial; asimismo, se ha recurrido al uso de herramientas como los modelos de regresión y el análisis multivariado. Aun cuando muchos estudios han analizado los efectos del TLCAN sobre la economía mexicana, creemos que es importante dar cuenta del estado de la agricultura en México en la segunda década del siglo XXI, y de cuáles son los retos que debe asumir. Por este motivo, aquí se han utilizado las fuentes de información más actualizadas. Es de tener en cuenta que aunque éstas se encuentran relacionadas con la agricultura, su objetivo y unidad de análisis difieren entre sí, por lo que los resultados complementan el presente estudio, debido a la integralidad del análisis y al panorama global que se presenta de la economía y el trabajo en el sector.
De esta forma, para conocer la dinámica económica del sector agrícola se recurrió al uso de datos agregados, y para el análisis de la competitividad de las unidades productivas en el ámbito estatal del sector agrícola se ha recurrido al Censo Agropecuario de 2007. El análisis de componentes principales como técnica ha servido para construir un índice de estructura productiva, y luego, mediante un análisis de conglomerados, hemos dividido la estructura productiva de los 32 estados del país en cuatro niveles, con lo cual se detalla la heterogeneidad productiva que existe en el sector.
Desde la perspectiva del individuo, se ha utilizado el módulo agropecuario de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) correspondiente a los años 1993 y 2003 para analizar la evolución de la estructura del trabajo en el sector (de subsistencia, mixta, moderna), además de las características y condiciones laborales de los trabajadores y productores agrícolas.
Con el propósito de conocer las condiciones de vida y laborales de los trabajadores agrícolas y dar respuesta a la hipótesis de precariedad laboral y desigualdad se ha utilizado la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos 2010 (ENIGH). En este caso, la unidad de análisis ha sido el hogar, y mediante la técnica de regresión logística se ha determinado cuáles son los factores asociados para que un hogar sea agrícola. Para cumplir con este objetivo es que se han considerado las siguientes variables: condiciones de vida (estructura de la vivienda, activos del hogar), nivel individual (sexo, edad, estado civil, parentesco, escolaridad del jefe del hogar), estructura de producción (cultivo en el que se insertan), condiciones del trabajo (jornada laboral, prestaciones sociales, ingreso).
En el uso de estas tres fuentes de información se ha buscado rescatar los tres ejes de análisis ya mencionados:
- Estructura productiva: Censo Agrícola 2007.
- Composición de los hogares agrícolas: ENIGH 2010.
- Trabajo y condiciones laborales: módulos agropecuarios de la ENE 1993 y 2003.
Como puede observarse, las fuentes de información y los periodos de levantamiento difieren respecto a la unidad de análisis; sin embargo, ello más que una limitante de nuestra investigación, es un aspecto positivo, ya que combina tres enfoques de la unidad de análisis para el sector agrícola.
El presente libro se divide en esta introducción, más tres capítulos, unas conclusiones y cuatro anexos. En el primer capítulo se abordan las principales vertientes que estudian la configuración de la estructura de producción agrícola y su relación con la heterogeneidad en las formas de producción y cómo éstas se reflejan en la precarización y el trabajo agrícola; asimismo, presenta una exposición acerca de las características macroeconómicas y sociales esenciales del sector agrícola en México, y un análisis de la estructura de producción en el nivel estatal. Para esto se han empleado datos del Censo Agrícola 2007.
El segundo capítulo se dedica al estudio de la heterogeneidad en el trabajo y la precariedad en las condiciones laborales de los productores y trabajadores agrícolas, recurriendo a la comparación de dos momentos, 1993 y 2003, con información del módulo agropecuario de la ENE.
El tercer capítulo se ocupa de la composición de los hogares agrícolas y sus distintas fuentes de ingreso, cuestión que toma como base los datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del año 2010. El objetivo es conocer las principales fuentes de ingreso de los hogares agrícolas y las diferencias entre éstos y los hogares no agrícolas.
Por último, a manera de conclusiones y recomendaciones, se exponen los más importantes ejes de trabajo a los cuales se deberían de enfocar las actuales políticas públicas orientadas al sector agrícola a fin de estimular su desarrollo y la generación de empleo productivo.