Читать книгу Más políticas para otra política - Ángela Paloma Martín Fernández - Страница 7
Prólogo
ОглавлениеNecesitamos líderes más humanistas, necesitamos líderes más feministas.
Cuando alguien me hace la pregunta sobre si soy feminista, siempre respondo lo mismo; soy profundamente feminista porque me considero profundamente humanista y creo en la igualdad de derechos y deberes de todos los seres humanos y, sobre todo, creo en la igualdad de oportunidades independientemente de cualquier variable de diversidad biográfica, de origen o de pensamiento.
Conocí a Ángela Paloma hace unos años, cuando contactó conmigo como hacen muchas personas, hombres y mujeres que forman parte del ecosistema de diversidad que tenemos en España. Porque la diversidad y la igualdad generan alianzas, lazos y apoyos y su ecosistema crece a través de la generosidad y la colaboración entre todas las personas que formamos parte de él.
Un tiempo después, Ángela se volvió a poner en contacto conmigo para que leyera su libro, fue una sorpresa y un gran honor, porque siempre le he considerado una mujer excelente, con elevada preparación y muy clarividente en cuanto a su visión del papel de la mujer en espacios de poder, más concretamente en política. Su libro me fascinó, me reencontró con el espacio político y me hizo ver lo importante que es aumentar el balance de género en partidos e instituciones, sobre todo en puestos de poder. Porque las mujeres no somos un grupo minoritario siendo más del 50 por ciento del talento mundial, nuestro único problema es que estamos infrarrepresentadas en posiciones de poder, influencia y liderazgo y esto se repite dramáticamente en cualquier escenario; empresarial, judicial, académico, de medios de comunicación, cultura, deporte, ámbito social y por supuesto espacio político.
Tras haber comentado con ella algunos aspectos técnicos sobre el libro, me propuso escribir el prólogo, tarea que afronto con muchísima responsabilidad.
Diversidad, igualdad, paridad, balance de género, poder, privilegios, estereotipos…, todos estos términos se mezclan y repiten en nuestro día a día, reflejados en los medios de comunicación, discursos públicos y discusiones dentro del ámbito privado. Lo complejo de la diversidad y la igualdad es que trasciende los ámbitos organizativos y tiene una causa clara en la interpretación social de los roles de género.
En este libro que ahora comienzas encontrarás reflexiones a las grandes preguntas que nos solemos hacer: ¿Existe el liderazgo femenino y el masculino? ¿Por qué es tan difícil que las mujeres accedan a puestos de responsabilidad también en la política? ¿Qué provoca la invisibilización del talento de las mujeres? ¿Es difícil liderar en política con un estilo diferente al de la confrontación y la división al que estamos tan acostumbrados?
Mi reflexión personal sobre la dificultad que tienen las mujeres en el espacio político es que, para ellas, es muy difícil ser distintas. En estructuras de poder donde prima el pensamiento único y la confrontación con el otro, estilos mucho más consensuadores y dialogantes se utilizan en puestos no visibles como comisiones de negociación y tareas técnicas específicas realizadas por ellas de forma excelente. En primera línea se prefieren liderazgos batalladores y dialécticos, que promuevan el «nosotros frente a ellos» y que estamos viendo que no hacen nada por avanzar y crear un espacio de verdadero servicio público, que es lo que debe ser la política.
Este libro constituye una verdadera llamada a la acción a las mujeres y hombres en política, porque necesitamos de todas las miradas para construir una sociedad más justa y sostenible y, sobre todo, más igualitaria. Porque la riqueza de una sociedad se mide por la calidad de su democracia, y una democracia que no represente a hombres y mujeres no puede ser inclusiva.
Como en el resto de los ámbitos, el hablar frecuentemente del tema (porque está en la conversación de los medios y de la sociedad) no nos puede despistar de un peligro evidente; las mujeres seguimos teniendo muy poca representación en el ámbito político. A nivel mundial, como expresa la ONU, somos menos a la hora de votar, en cargos electos, en la administración pública, la estructura de partidos o en el mundo académico relacionado. Hay una gran brecha entre la indudable capacidad para liderar que tienen muchas mujeres, sobre todo como agentes de cambio activas, y su derecho a participar por igual en la gobernanza democrática.
Hay un problema claro de visibilidad, así que las mujeres que ya están deberían tomar un propósito claro de legado, de ponérselo más fácil a las mujeres que vienen detrás y de transformarse en auténticas líderes que inspiren, sin perder su autenticidad y el valor de su mirada singular.
Debemos ayudar a las mujeres políticas a trabajar las barreras internas que se puedan encontrar, esas creencias limitadoras que cada mujer tiene sobre su propia autopercepción del liderazgo y éxito. Más fuertes aún son las barreras externas y estructurales, los estereotipos de género y las dificultades para tener los contactos y recursos necesarios para lograr estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
En una conversación mantenida con una embajadora de un país nórdico en España, hablábamos de cómo en el parlamento europeo las mujeres siguen ocupando la presidencia de las comisiones relacionadas con lo social y los cuidados, pero no son visibles en las comisiones consideradas más estratégicas, como economía, exteriores o trabajo. Esa segregación, que también se observa en el mundo corporativo, hace que nuestros liderazgos se perciban como menos influyentes y estratégicos.
Es ciertamente triste que en el espacio político sigan poniéndose por delante las cuestiones económicas a las cuestiones de ética y valores, y esto es algo que explica la distancia de los ciudadanos con los políticos, al no encontrar la vocación de servicio público que la esfera política debería tener.
Por último, como dice la autora en uno de los capítulos, tenemos que tener claro que «todas valen lo bastante», basta de poner un doble rasero sobre la mujer en política, sobre cómo se expresa, sobre su capacidad dialéctica, sobre si están o no lo suficientemente preparadas… Hay una doble exigencia clara profundamente injusta a la hora de valorar el talento de las mujeres, también en política. La visión y aportaciones de las mujeres son profundamente necesarias para transformar la realidad, dejemos entonces que participen con voz y derecho propio, porque el futuro solo tiene sentido con un balance de género en todos los ámbitos de la sociedad.
Respetemos la diversidad de las propias mujeres, de sus motivaciones y objetivos, de lo que aportan y lo que opinan, la pluralidad es riqueza y los liderazgos de las mujeres también lo son. Debemos ser las propias mujeres las que demos un ejemplo máximo de inclusión en el ámbito político, defendiendo las injusticias que se cometan contra otras mujeres y creando una red natural de apoyo que nos ayude a avanzar.
Como bien dijo Madeleine Allbright, primera mujer en convertirse en secretaria de Estado en el gobierno de Estados Unidos, en su frase más célebre: «Existe un lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres».
Me gustaría cerrar este prólogo con otra frase menos famosa de Madeleine, pero con un maravilloso y profundo mensaje:
«Me llevó mucho tiempo desarrollar mi propia voz, y ahora que la tengo no me voy a quedar callada». Deseo que este libro ayude a muchas mujeres que están y estarán en política a que desarrollen su propia voz.
Marta GARCÍA-VALENZUELA
Experta en diversidad y liderazgo