Читать книгу Las manifestaciones artísticas en el ámbito prehispánico - Jessica Marcelli Sánchez, Ángela Renée de la Torre Castellanos - Страница 3
La didáctica del arte prehispánico y sus interpretaciones: una visión desde una licenciatura en Historia del Arte
ОглавлениеJessica Marcelli Sánchez
CUTONALÁ / Universidad de guadalajara
El presente artículo surge a partir de la observación de las virtudes y deficencias de las primeras generaciones de la licenciatura en Historia del Arte de la Universidad de Guadalajara, en específico de la materia de Arte Prehispánico. Dicha licenciatura se oferta por primera vez en la Red Universitaria y exige una atenta revisión de los resultados de los primeros grupos de egresados y su respuesta a los actuales planes de estudio. Por tal motivo, es necesario analizar los factores que causan dificultad en el aprendizaje para su posterior modificación, si fuera el caso pertinente. En el presente apartado no se pretende hacer un análisis sobre la historia del arte prehispánico, sino en encontrar las rutas y pautas más convenientes a seguir por los estudiosos y los docentes de la materia a nivel de pregrado, así como las dificultades que se han presentado en su estudio.
La materia de Arte Prehispánico resulta una parte fundamental en los programas académicos de las licenciaturas de Historia del Arte a nivel nacional, así como en la proyección internacional que pretende conformar. Al estudiar las expresiones artísticas a través de su trayectoria histórica, los pasos por recorrer en el arte prehispánico son largos y es necesario dedicar varios años para analizar el contexto histórico y cultural que ayudará a identificar y entender ciertas manifestaciones artísticas. Del mismo modo, es necesario establecer parámetros de estilos basados en la repetición de técnicas y formas según la zona geográfica en específico, como lo han planteado con anterioridad algunos estudiosos.1
El estudio del arte prehispánico es importante para ayudarnos a sentar una base, comprender y dar valor a nuestro pasado y al mismo tiempo evocar su importancia al presente. Las manifestaciones artísticas prehispánicas resultan imprescindibles para el estudio histórico–artístico, aunque aún en la actualidad es difícil disfrutarlas sin los esquemas que requieren un contexto cultural por entender. Los rasgos pendientes por analizar en dichas manifestaciones hacen al espectador ubicarlas con mayor facilidad en un museo de corte antropológico que disfrutarlas en un museo como obras de arte. Son obras que se admiran por su complejidad cultural, más que por su estética.
Sin embargo, la inclusión de arte prehispánico, a nivel de pregrado en historia del arte, supone un problema inicial: los estudiantes no cuentan con las bases necesarias propias del contexto histórico y cultural pertinentes para analizar de manera puntal las manifestaciones artísticas prehispánicas que suponen ser vistas en los primeros semestres. A nivel de posgrado, cuando se han madurado los contextos históricos y culturales del periodo prehispánico, resulta más sencillo un acercamiento a los aspectos artísticos de las manifestaciones, acercamiento que conlleva un alto grado de dificultad a nivel de pregrado.
Sobre la temática, la estudiosa Beatriz de la Fuente refiere que durante el desarrollo de la materia en la Ciudad de México se buscaron diferentes enfoques para tratar de explicar las obras de arte, que en sí mismas se constituían como obras históricas.2 Del mismo modo, los enfoques para explicar dichas obras de arte fueron obligadamente en su primer momento de corte arqueológico y antropológico, para después analizar su parte artística.
Es por esto que el docente deberá de contar con el apoyo de otras disciplinas que amparen su objeto de su estudio y que no se limiten a las artes plásticas, como lo son la arqueología y la antropología, por nombrar algunas. Del mismo modo, el docente enfrentará la problemática de identificar las manifestaciones que entran en la categoría de arte, de aquellas que se han ganado su lugar en la historia como objeto de culto, de aquellas que son de uso cotidiano, de aquellas llamadas artesanías, es decir, de una amplia gama de expresiones culturales. Delimitar las fronteras que deben existir en el estudio multidisciplinario y definir parámetros precisos para establecer qué es arte y qué no lo es, serán cuestiones por enfrentar y analizar al momento de impartir dicha materia.
Para el docente es necesario seleccionar la metodología y las herramientas que serán las indicadas a utilizar en su estudio y, sobre todo, definir las fronteras entre las diversas disciplinas. Se trata de crear un equilibro que reconozca la postura del historiador del arte. Sin duda, la arqueología, la antropología e incluso la paleontología serán indispensables para estudiar el arte prehispánico, pero la cuestión sería ¿hasta qué punto el historiador del arte es o debería ser autónomo en su estudio?
Beatriz de la Fuente, por ejemplo, deja en claro que el arte prehispánico sirve para comunicar no sólo experiencias estéticas, sino para apreciar que un producto humano se constituye por sí mismo en una obra histórica. Lo anterior significa que la obra de arte guarda y transmite mensajes de acuerdo con una estructura convencional, codificada y reconocida por el pueblo que le dio origen.3 Queda claro que los mensajes se van a transformar con el paso del tiempo, en la medida que nuestra sociedad y preceptos cambian, por lo que el uso de diversas materias se vuelve vital.
El empleo de otras disciplinas para el estudio del arte prehispánico ayuda a definir la cuestión sobre las fronteras entre los que se consideran objetos artísticos y los objetos utilitarios dentro de todo un contexto histórico y cultural. Sobre esto, un historiador del arte debe definir hasta qué punto un objeto que nace para servir al humano en fines específicos y con una función diversa a lo estético, cambia su lógica funcional para convertirse en una obra de arte y, en el caso de la didáctica, establecer un tiempo para debatirlo en clase. Así como un objeto en su entorno original puede tener un valor de uso cotidiano o un valor de uso ritual, al momento en que pasa a otro medio se convierte en un objeto artístico. Tal es el caso de las piezas prehispánicas sacadas de su contexto, utilitario por ejemplo, y que al ser expuestas en un museo se transforman en artísticas.
Es difícil marcar las constantes que denoten los estilos en expresiones materiales, y además, en aquellas manifestaciones que superan las artes plásticas. En la música, por ejemplo, podemos basarnos en la diferenciación que provocan los instrumentos realizados con distintos materiales, no obstante faltarían datos para poder hablar de estilos musicales propios y evitar caer en generalizaciones. La misma problemática la encontramos en el teatro prehispánico, el cual para su estudio debemos situarlo en una lógica comparativa con el teatro europeo, aunque las representaciones tuvieran otros fines rituales y diferentes características.
Para definir fronteras y marcar constantes es necesario mucho tiempo de clase, considerando que en la licenciatura en Historia del Arte presupone en su programa únicamente un semestre para dicha materia. Por tal motivo, concuerdo con la visión sobre la comprensión del pensamiento visual indígena que presenta César Sondereguer y su propuesta sobre la necesidad de establecer una clasificación sobre la estética prehispánica y su llamado a reconocer la falta de un enfoque fenomenológico de la estética que integre “concepto, diseño, morfología, plástica y comunicación”.4 El autor sostiene la necesidad de examinar los fundamentos ideológicos, temáticos y estéticos que revelarían el contenido integral de la obra plástica. Dicho análisis daría más frutos que el apegarse sólo a un contexto histórico y cultural, y resultaría más sencillo para los fines didácticos que se busca satisfacer.
Siguiendo esta lógica, y considerando que el estudio del arte prehispánico a nivel de pregrado no cuenta con el tiempo suficiente para revisar exhaustivamente el contexto histórico y cultural de las culturas, una metodología para el arte material podría ser la anteriormente planteada por Sondereguer, es decir, en primer término observar la materia y, después, el grado o forma de la intervención humana. La intervención a la pieza por manos humanas podría plantearse como la búsqueda de una solución a una necesidad, sea ésta utilitaria, ritual o estética o incluso a todas ellas. Si el historiador del arte se enfoca al análisis morfológico del objeto prehispánico, es pertinente hacer alusión a los valores que porta el objeto, más allá de la materia en que fue realizado, como lo señalarían los estudios arqueológicos. El objeto podría revelar diferentes aspectos como documento “no textual” y sería posible encontrar, a partir de su apariencia, valores utilitarios o estéticos. Por otro lado, se podría apreciar como bien cultural portante de valores simbólicos e identitarios. El historiador del arte podría enfocar su análisis en dichos valores y podría lidiar con la falta del estudio a fondo histórico de la cultura perteneciente.
Si analizamos un objeto material desde la perspectiva de la imagen, podría observarse como material iconográfico en lo relativo a sus cualidades morfológicas: proporción, textura, color y estructura por un lado, y por otro, por las formas que representa en su volumetría o en las pinturas y grabados de la superficie, ya sean figurativas o abstractas. De esta manera se pueden analizar las piezas desde diferentes perspectivas, ya sea sobre la técnica empleada o por su carácter utilitario. El análisis de las técnicas permite conocer el estado de desarrollo material alcanzado por un grupo social en determinada época. El carácter utilitario determinado por los contextos cotidianos o rituales, se puede deducir de la ubicación del objeto y de la relación entre objetos.5
Sin una clasificación delimitada se deducirán las interpretaciones de las obras por su valor simbólico, por el lugar donde fueron encontradas o por las formas que, a nuestro modo de ver, parecen llenas de un valor estético. Por sus características podemos deducir e interpretar una intención simbólica, probablemente religiosa o propiciadora de efectos relacionados con el bienestar humano. Así mismo, podemos deducir el simbolismo de acuerdo con el análisis de las formas utilizadas, ya sea zoomorfas o antropomorfas.
Al hablar de deducciones podemos asumir que el historiador del arte, al carecer de una clasificación regulada de conceptos estéticos para la parte prehispánica, puede caer en amplias y quizás erróneas clasificaciones. En el panorama actual, y apoyado por la actual bibliografía, resulta evidente la carencia de conceptos estéticos propios para el arte prehispánico que avalen la utilización de términos para su análisis crítico. Para el correcto desarrollo de la materia a nivel de pregrado y buscando definir las mejores rutas didácticas sin el amplio contexto histórico y cultural que requiere el tema, resulta necesario crear un una propuesta para un lenguaje coherente en dicho ámbito para su correspondiente uso iconográfico. En otras palabras, se requiere la realización de un glosario, para establecer parámetros generales a nivel cualitativo que sirvan de patrón para la materia.
De esta manera, la historia del arte puede acercar al observador a un equilibrio entre la estética y la historia, uniendo sus conceptos y métodos para aplicarlos en la apreciación de las manifestaciones artísticas. Delante de una pieza plástica, una expresión musical, una representación de danza o teatro se pueden interpretar a través del simbolismo que encierran, desde nuestra perspectiva actual.