Читать книгу El príncipe - Nicolás Maquiavelo - Страница 26
II DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS
ОглавлениеYo dejaré de lado el hablar de las repúblicas,1 porque ya en otra ocasión me ocupé extensamente de ellas. Me ocuparé únicamente del principado e iré tejiendo las tramas descritas más arriba, y discutiré cómo pueden esos principados gobernarse y mantenerse.
Digo pues que en los estados hereditarios y acostumbrados a la sangre de su príncipe hay mucho menos dificultades para mantenerlos que en los nuevos, porque basta sólo con no preterir los ordenamientos de sus antepasados, y después contemporizar con los accidentes: de modo que, si ese príncipe es de normal capacidad, siempre se mantendrá en su estado, a menos que lo prive de él una fuerza extraordinaria y excesiva; y si fuera privado de él lo readquirirá a la primera adversidad que sobrevenga al ocupante.
Nosotros tenemos en Italia, por ejemplo, al duque de Ferrara que no resistió a los ataques de los venecianos en el ’84, ni a los del Papa Julio en el ’10, por otra razón que la de ser antiguo en ese dominio. Porque el príncipe natural tiene menos razones y menos necesidad de ofender, por lo cual es lógico que sea más amado; y si no tiene extraordinarios vicios que lo hagan odiar, es razonable que sea naturalmente bien querido por los suyos. Y la antigüedad2 y continuidad del dominio se borran el recuerdo y las causas de las innovaciones, porque un cambio siempre deja el asidero para edificación del siguiente.