Читать книгу La Pastoría de la Nonna - Nuria Lorente Sancho-Miñana - Страница 7
Prólogo
ОглавлениеÉrase una vez una aldea pequeña del sur de Italia llamada Botonia. En la misma punta de la península se encontraban unos personajillos muy curiosos, y digo muy curiosos, niños, porque no eran humanos como tú y como yo; sí, ya sabéis, con manos y con pies, sino que eran comida italiana de la mismísima Italia.
La aldea era una aldea mágica, escondida entre los frondosos bosques del Aspromonte, y en su interior, en una zona oscura albergaba… ¡sí, lo adivinasteis! BOTONIA. En Botonia como en todas las aldeas, había un alcalde con su ayuntamiento, el cuál era muy peculiar; pues este ayuntamiento estaba hecho de tagliatella, con dos campanas a cada lado con forma de tomates, ¡sí! y dos tomates asados enormes que a cada hora tañían con la melodía típica botoñesa. El mismo alcalde era una albóndiga de carne, con monóculo, pelo cano y bastón; además era muy querido por la gente del pueblo, ya que siempre estaba preocupado intentando mejorar su calidad de vida e intentando que no entrasen los malvados vecinos humanoides. Hace muchísimo tiempo un niño muy curioso se despistó de su zona de juegos en el parque, mientras que sus padres estaban muy preocupados buscándolo, él se topó en el frondoso bosque con Botonia.
Asombrado el niño con tanta comida, no se percató de que los habitantes podían hablar, tenían su propia vida… y empezó a zampar, mientras tanto, la milicia botoñesa consiguió atraparlo con sus redes y sus armas, lo barrieron con hierbas provenzales antimemoria, para que no se acordase de nada de lo que había visto ni vivido, y lo devolvieron al parque junto a sus padres.
Desde aquel día el alcalde estaba preocupado y temeroso de que volvieran a suceder más espectáculos como ese, puesto que sufrieron muchas pérdidas, destrozos, infortunios… además de la pérdida de habitantes de Botonia; por lo que el alcalde Albondiguil —así es amigos, ese era su nombre—, decidió poner en marcha un plan B junto a su grupo de albondiguillas parlamentarias del ayuntamiento, para que no volviera a ocurrir lo mismo, pero nunca se iban a imaginar lo que le iba a ocurrir a esta aldea tan maravillosa y con tanta paz, desde ese momento.