Читать книгу Lo que el corazón no puede callar - Oihane Molinero García - Страница 8

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PRIMERA PARTE

TIRA Y AFLOJA

Necesito que tires de mi cuerda una vez más,

he vuelto a caer en la misma trampa,

no me levantaré.

Hoy estoy sola en este oscuro agujero

que cientos de ellos abrieron una y otra vez:

necesito que tires de mi cuerda una vez más.

He vuelto a caer en la misma trampa,

sola y aturdida,

no me levantaré.

NOCHES PROHIBIDAS Y NOCHES EN VELA

Recuerdo que sabías que te amaba,

pero a ti no te importaba,

y yo, desilusionada,

ya sabía lo que me esperaba.

¿Cómo no pude darme cuenta

de que hay almas rotas,

hay sonrisas partidas, hay dolor en las heridas?

Recuerdo que te veía cada día,

que soñaba con que me volvieras a amar.

Mas, nada más observarte,

la mirada apartabas,

y hoy, hoy sigo llorándote.

Fue entonces

en esa noche prohibida

cuando soñé que arrancabas mi ropa,

que echabas las cortinas.

Joder, me deseabas.

En esa noche prohibida

desperté de repente,

no sentía tu frente

y supe que te amaba.

Fue otra noche en vela,

pero acepté que no comprenderías

que yo te necesitaba.

9069,13

Silencio.

Solo yo y el viento.

Me pregunto qué es lo que pasa, dudo de mi existencia.

No hay presencia que me detenga, ¿paciencia? Rompe los esquemas.

Otro más. Y el corazón parece seguir funcionando de una manera un tanto peculiar.

¿No está roto, acaso?

19 DE OCTUBRE

Y, de repente, dejaste de dolerme.

Llegó el 19 de octubre sin darme cuenta.

Y no me dolió pensarte, no me dolió recordar cómo tus manos me envolvían,

cómo tus ojos me desnudaban y cómo tu sonrisa me deslumbraba.

Y, de repente... dejaste de dolerme. Y no me di ni cuenta.

EL LIBRO (DESCRIPCIÓN I)

Necesitaría cada minuto del resto de mi vida si tuviese la valentía de intentar escribirte, y no te confundas: no hablo de escribir para ti, sino de escribirte a ti.

Una vez alguien me regaló un libro. Tenía una de las portadas más bonitas que había visto nunca, sin embargo, lo almacené al fondo de una de mis estanterías. Cogió polvo y fue olvidado. Un día lo tomé, soplé el polvo, lo observé detenidamente y lo abrí, permitiendo que este desprendiera un olor a otoño. Quise recordar quién me lo había regalado, y pensé en el día que demoré su lectura y, solo por curiosidad, me dispuse a leer.

Al principio solamente parecía un buen libro, pero como otro cualquiera. Hasta que leí dos capítulos, me hundí en la lectura y me acabó mostrando sus encantos.

Y fue entonces, solo en ese momento, cuando pensé en por qué el tiempo había pasado sin encontrar sus detalles más bonitos a pesar de que hubiese estado siempre presente, en si había sido yo la que no se fijaba en el libro, o si había sido el libro el que no se dejaba ver.

Y fue entonces cuando leí la última página, y solo pude pensar en la segunda parte.

Lo que el corazón no puede callar

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