Читать книгу Mi camino: El camino de las nubes blancas - Osho - Страница 5

Capítulo 2 · El misterio más allá de la mente

Оглавление

¿POR QUÉ SOMOS TAN AFORTUNADOS DE TENERTE CON NOSOTROS Y POR QUÉ ESTAMOS CONTIGO?

Los por qué nunca tienen respuesta. A la mente le parece que siempre que preguntas “por qué”, obtienes una respuesta. Sin embargo, esa es una de las falsas suposiciones. Nunca un “por qué” ha sido ni podrá ser respondido. La presencia existe, no tiene un “por qué”. Si preguntas, si insistes, quizás puedas crear una respuesta, pero esa respuesta habrá sido creada; no será en realidad una respuesta. El cuestionamiento en sí es básicamente absurdo.

Los árboles existen, no puedes preguntar por qué.

El cielo existe, no puedes preguntar por qué.

La presencia existe, los ríos fluyen, las nubes flotan, no puedes preguntar por qué.

La mente pregunta por qué, lo sé. La mente es curiosa; desea saber el por qué de todo. Sin embargo, esta es una enfermedad de la mente y es algo que no puede ser satisfecho porque, si respondes a un por qué, entonces de inmediato surge otro. Cada respuesta únicamente origina más preguntas. Y la mente no estará satisfecha a menos que obtengas la respuesta definitiva, y no puede haber una respuesta definitiva. Por respuesta definitiva me refiero a que ya no podrás preguntar por qué nunca más. Sin embargo, no existe tal posibilidad. Cualquier cosa que se diga, volverá a relacionarse con el por qué.

Esta ha sido la absurda búsqueda de todas las ideologías: ¿Por qué existe este mundo? Así entonces, idearon y crearon una teoría al respecto: Dios lo creó. ¿Pero por qué creó Dios al mundo? De nuevo más teorías y, finalmente: ¿Por qué existe Dios? Por lo tanto, lo primero que hay que conocer es este atributo que tiene la mente de seguir preguntando por qué. Así como las hojas brotan de los árboles, los por qué brotan de la mente: si cortas una hoja, crecen muchas más. Puedes reunir muchas respuestas, pero la respuesta no estará ahí. Y, a menos que la respuesta esté ahí, la mente seguirá adelante, incansable en su búsqueda. Así entonces, esto es lo primero que me gustaría decirte: No insistas mucho en los por qué.

¿Por qué insistimos? ¿Por qué queremos saber la causa? ¿Por qué queremos profundizar en algo y llegar hasta sus orígenes? ¿Por qué? ...Porque si conoces todos los “por qué”, si conoces todas las respuestas de algo, te habrás convertido en el maestro de ese algo. Entonces ese algo podrá ser manipulado. Entonces ese algo no será un misterio; no causará asombro ni duda. Lo has conocido, has matado el misterio.

La mente es una homicida, una asesina —la asesina de todos los misterios—. Y ésta se siente cómoda con todo lo que esté muerto. Con todo lo que está vivo, la mente se siente incómoda, pues ya no puedes ser el amo total. La vida, lo vivo, siempre está ahí, impredecible. Con algo vivo, el futuro no se puede precisar y no sabes hacia dónde irá, hacia dónde conducirá. Con algo muerto, todo es cierto y preciso. Te sientes cómodo. No te preocupas, más bien estás seguro de eso.

En la mente existe la necesidad de convertir todo en una certidumbre, pues la mente le teme a la vida. La mente crea la ciencia tan sólo para matar toda posibilidad de vida. La mente intenta buscar explicaciones. Una vez que se ha encontrado la explicación, el misterio se disuelve. Preguntas “por qué” y obtienes una respuesta, entonces la mente se siente cómoda. ¿Qué has conseguido a través de eso? No has conseguido nada, has perdido algo, se ha perdido un misterio.

El misterio te incomoda porque es algo más grande que tú, algo que no puedes manipular, algo que no puedes usar como una cosa; algo que agobia, algo que subyuga, algo frente a lo que te encuentras desnudo e impotente —algo frente a lo que simplemente te desvaneces—. El misterio te deja una sensación de muerte; en consecuencia, una gran duda de por qué esto y por qué aquello. Esto es lo primero que hay que recordar.

Pero no penséis que estoy evitando vuestra pregunta. No la estoy evitando, os estoy diciendo algo acerca de la mente: el por qué hace preguntas. Y si podéis retener la sensación del misterio, os responderé. Si se retiene la sensación del misterio, entonces no resulta peligroso responder, más bien puede resultar ventajoso. Entonces cada respuesta os adentrará más en el misterio. Entonces la curiosidad no será mental sino que se convertirá en una investigación, una profunda investigación del ser.

¿Puedes ver la diferencia? Si anhelas una explicación, entonces está mal y yo seré el último en satisfacerla porque entonces me convierto en tu enemigo y mato las cosas que se encuentran a tu alrededor. Hasta los teólogos han hecho de Dios algo muerto, lo han explicado tanto, han respondido tantas cosas acerca de Dios, que por eso Dios está muerto. La humanidad no le ha dado muerte, los sacerdotes, ellos le han dado muerte. Lo han explicado tanto, que ya no queda ningún misterio. ¿Y qué es Dios si no hay misterio en él? Si es sólo una teoría que puedes discutir, una doctrina que puedes analizar, una creencia que puedes aceptar o rechazar, entonces tú eres más grande y este Dios es sólo parte del mobiliario de tu mente, es una cosa muerta.

Siempre que hable contigo, recuerda esto: cualquier cosa que yo diga, no es para matar tu indagación, no es para darte explicaciones. No me interesa darte respuestas. Más bien, por el contrario, es para hacerte más inquisitivo y que puedas penetrar profundamente en los misterios. Mis respuestas te traerán cuestionamientos más profundos y llegará un momento en que todos los cuestionamientos se terminarán —no que hayas recibido todas las respuestas sino que toda respuesta será insustancial—. Entonces, el misterio será total, entonces se encontrará por todos lados, dentro y fuera. Entonces te habrás vuelto parte de él; entonces flotarás en él; te habrás convertido también en un ser misterioso y, sólo entonces, las puertas se abrirán.

Ahora puedo responder por qué estoy con vosotros y por qué vosotros estáis aquí conmigo. Lo primero: no es sólo aquí, en este momento, que vosotros estáis conmigo —habéis estado antes—. La vida está tan estrechamente vinculada, que fluye como un río. La dividimos en pasado, presente y futuro, sin embargo, la división es sólo utilitaria. La vida no se divide. El fluir de la vida es coincidente.

El río Ganges en su origen mismo, el río Ganges al atravesar el Himalaya, el río Ganges en las planicies, el río Ganges al caer en el océano, es uno solo. Es coincidente. El origen y el final, el principio y el fin, no son dos cosas por separado, es un solo fluir. No es pasado y futuro, es un eterno presente. Esto debe ser profundamente entendido.

Vosotros habéis estado conmigo. Vosotros estáis conmigo. No es una cuestión del pasado. Si podéis estar en silencio, si podéis dejar la mente a un lado por un momento, si podéis convertiros en una nube blanca suspendida sobre una colina, sin pensar, tan sólo existiendo, podréis sentirlo. Vosotros habéis estado conmigo, vosotros estáis conmigo, vosotros estaréis conmigo. El estar conmigo no es una cuestión de tiempo.

Alguien le preguntó a Jesús: “Tú hablas de Abraham, ¿cómo sabes de él?... Porque existe un gran intervalo entre los días de Abraham y los de Jesús, miles de años”. Y Jesús dijo una frase muy misteriosa, la más misteriosa que jamás haya aseverado. Dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy”. Antes que Abraham fuese, yo soy: el tiempo se disolvió.

La vida es un eterno presente. Siempre hemos estado aquí y ahora, por siempre, para siempre. En diferentes formas, con diferentes aspectos y, por supuesto, en diferentes situaciones. Pero hemos existido por siempre y para siempre.

Los individuos son ficciones. La vida no se divide. No somos como islas, somos uno solo. Esta unicidad debe ser percibida y, una vez que percibís esta unicidad, el tiempo desaparece, el espacio carece de sentido. De pronto sois arrebatados del tiempo y del espacio. Entonces existís, simplemente existís.

Alguien le preguntó a Buda: “¿Quién eres?” Y Buda respondió: “No tengo rango alguno. Simplemente soy”.

Soy, pero no tengo rango alguno.

Ahora mismo podéis vislumbrarlo. Si no estáis pensando, entonces ¿quiénes sois? ¿Dónde está el tiempo? ¿Existe algún pasado? ¿Existe entonces algún futuro? Entonces este momento se convierte en la eternidad. Todo el proceso del tiempo es sólo un ahora muy prolongado. La totalidad del espacio tan sólo se ha expandido hasta aquí.

Entonces, cuando preguntáis por qué estoy aquí o por qué estáis aquí, es porque ésta la única manera de estar. No puedo estar en ninguna otra parte, vosotros no podéis estar en ninguna otra parte. Así es como nos hemos reunido. Quizás no podéis verlo ahora mismo. Los lazos no son tan claros para vosotros porque vuestra propia inconsciencia no es clara para vosotros, pues no os conocéis a vosotros mismos totalmente. Vosotros conocéis una décima parte de vuestro ser y las nueve décimas restantes se encuentran tan sólo sumidas en la oscuridad.

Vosotros sois como un bosque con un pequeño claro. Los árboles se han talado y se ha creado un pequeño espacio libre en el cual poder vivir. Pero justo después de ese pequeño claro, se encuentra el oscuro bosque. No conocéis sus fronteras. Y le teméis tanto a la oscuridad y a los animales salvajes, que nunca salís de vuestro espacio. Sin embargo, éste es sólo una parte del oscuro bosque. Conocéis sólo una parte de vuestro ser.

Yo os veo como vuestra total oscuridad, como todo vuestro bosque. Y una vez que veo a un solo individuo en su totalidad, todos los individuos se ven involucrados porque el bosque no se separa. En esa oscuridad, las fronteras se unen, se mezclan y se vuelven una sola.

Vosotros estáis aquí. Si atiendo demasiado a un solo individuo, entonces me estaré concentrando en mí mismo. Sin embargo, aunque me concentre, sigo sintiendo cómo vuestras fronteras se mezclan entre sí. Así entonces, para ciertos fines quizás os tome como un solo individuo aunque en realidad no es así. Cuando no estoy concentrado, simplemente os veo sin veros —sólo una mirada y, entonces, ya no estáis ahí—. Vuestras fronteras se unen con las de los demás y no sólo con otros seres humanos: con los árboles, con las rocas, con el cielo... todo. Las fronteras son ficción, por lo tanto, los individuos son ficticios.

Yo estoy aquí porque no puedo estar en ninguna otra parte. Así es como la vida ha sucedido. Vosotros estáis aquí porque no podéis estar en ninguna otra parte. Así es como la vida os ha sucedido. Pero es difícil aceptarlo. ¿Por qué es difícil aceptarlo? Porque entonces no podéis manipularla, entonces la vida se vuelve más grande que vosotros.

Si yo digo: “Tú estás aquí porque eres un gran buscador de la verdad”, entonces te sentirás cómodo. Si estás aquí porque eres un gran buscador, entonces el ego se ve satisfecho. Entonces, si lo prefieres, puedes marcharte. Entonces eres quien elige. Entonces estarás en control de la vida y no la vida en control de ti. Sin embargo, no es eso a lo que me refiero sino a que estás aquí porque la vida ha sucedido de esta manera. No podrías haber elegido, pues no es tu elección. Aun si te marcharas, ésa no sería tu elección. De nuevo, será así como la vida te ocurra. Si eliges quedarte, ésa tampoco será una elección. La elección no es posible. La elección es posible sólo con el ego.

Siempre que el ego no sea alimentado, se podrá sentir el desasosiego y la incomodidad. Por lo tanto, hay dos maneras de estar cómodos: una es seguir alimentando al ego y, la otra, es simplemente dejarlo caer. Y recordad que la primera es temporal. Mientras más alimentéis al ego, más demandante se volverá y en eso no habrá fin.

Por lo tanto os digo: La vida ha sucedido de tal manera, que yo estoy aquí y vosotros estáis aquí. Y eso ha sucedido muchas veces antes y seguirá sucediendo de la misma manera. Si podéis comprender esto, muchas cosas más se volverán posibles de inmediato. Si comprendéis esto, seréis más abiertos y menos cerrados, seréis más vulnerables y más receptivos. Entonces no tendréis miedo. Entonces la vida podrá pasar a través de vosotros. Entonces la vida se convertirá solamente en una brisa y vosotros os convertiréis en una habitación vacía y la vida irá y vendrá... y vosotros lo permitiréis. Permitir es el secreto el secreto de todos los secretos.

De ahí que subraye e insista en que vosotros no estáis aquí por alguna elección de vuestra parte. Yo no estoy aquí por alguna elección de mi parte. Por lo que a mí se refiere, no puede haber ninguna elección porque no lo soy. Por lo que a vosotros se refiere, quizás os imaginéis que estáis aquí por vuestra propia elección, pero eso no es un hecho.

Y yo no alimentaré sus egos porque éstos deben ser destruidos. De eso se trata todo el cometido: de cómo destruiros, porque una vez que vuestras fronteras sean destruidas, vosotros seréis infinitos. Eso puede suceder justo en este momento. No existe obstáculo para eso, sólo existe vuestra persistencia.

Muchas personas vienen a mí y preguntan: “¿Hemos estado contigo antes?” Si digo que sí, se sienten muy bien. Si digo que no, se sienten rechazadas, humilladas. ¿Por qué? Vivimos en la ficción. Vosotros estáis aquí conmigo —eso no es tan significativo—. Estuvisteis conmigo en el pasado —eso parece ser más significativo—. Y os estáis perdiendo este momento cuando podéis estar realmente conmigo, porque el estar conmigo no es un fenómeno físico. Podéis sentaros a mi lado y quizás no estar conmigo. Podéis aferraros a mí durante años y quizás no estar conmigo ni por un solo momento, porque el estar conmigo sólo significa que no lo estáis.

Yo no estoy, y si por un solo momento tampoco vosotros estáis ahí, se llevará a cabo una unión: entonces dos vacíos se unen. Recordad que sólo dos vacíos se pueden unir, no existe la posibilidad de otra unión. Siempre que tengáis una unión, significará la fusión de dos vacíos.

El ego es muy sólido, demasiado sustancial para poder fusionarse. Por lo tanto, podéis luchar, chocar pero no podéis uniros. Podéis tocaros pero nunca estaréis juntos. Podéis uniros y, aun así, no estar unidos. Podéis tocaros mutuamente y, aun así, permanecer sin tocarse. Vuestro vacío seguirá siendo una tierra virgen que no ha sido penetrada.

Pero cuando el ego no está ahí, cuando no estás sintiendo mucho al Yo, cuando no estás pensando en ti mismo en absoluto, cuando no hay un interés personal, a eso, Buda le llama anatta: el no egoísmo. Buda fue muy mal interpretado. En la India, la gente hablaba de atman: el yo, el yo supremo. Todos buscaban al yo supremo, cómo convertirse en el yo absoluto. Y entonces Buda viene y dice: “No existe un yo que deba ser alcanzado; más bien, por favor, sé un no-yo”. Sus enseñanzas no podían ser aceptadas y Buda fue expulsado de este país. No fue aceptado en ninguna otra parte. Un Buda siempre es expulsado. A dondequiera que vaya será expulsado porque te golpea tan profundamente, que no puedes tolerarlo. Él dice que no existes.

Cuando estás desolado, cuando sólo existe un vacío, sucede la unión. Cualquier persona capaz de estar desolada, se fusionará. Y esta es la única manera de volverse uno con la existencia. Podéis llamarlo amor, podéis llamarlo oración, podéis llamarlo meditación o cualquier cosa que queráis.

Estáis aquí porque la vida ha sucedido de esa manera. Yo estoy aquí porque así es como la vida me ha sucedido.

Y esta posibilidad de estar cerca de mí se puede usar, se puede desperdiciar, se puede dejar perder por completo. Si falláis, entonces tampoco será la primera vez. Muchas veces habéis estado conmigo. Quizás no haya sido exactamente conmigo; muchas veces estuvisteis con un Buda, y eso era estar conmigo. Muchas veces estuvisteis con un jina, con un Mahavira y, eso, era estar conmigo. Muchas veces estuvisteis alrededor de Jesús, de Moisés o de Lao Tsé, eso, era estar conmigo. Un Lao Tsé o un Buda no pueden definirse de ninguna manera; son dos vacíos y dos vacíos no tienen cualidades qué comparar. Quizás habéis estado con un Lao Tsé y yo digo que estuvisteis conmigo porque no hay nada qué comparar. Un Lao Tsé es un vacío. Dos vacíos son exactamente lo mismo, no podéis hacer ninguna comparación. Sin embargo, habéis fallado. Habéis estado fallando muchas veces. Podéis fallar nuevamente.

Y recordad que sois sabios, inteligentes, calculadores. Aunque falléis, fallaréis muy sabiamente. Lo racionalizaréis. Diréis que no había nada qué ganar. O buscaréis argumentos que oculten el hecho. Si os volvéis alerta a esta posibilidad de fallar, entonces la unión se vuelve posible de inmediato. Y digo de inmediato, no hay necesidad de posponerla.

Y esto es algo significativo, que la vida ha sucedido de tal manera, que vosotros estáis aquí. Hay millones ahí y la vida no ha sucedido de tal manera. Vosotros sois afortunados, pero no hagáis de eso un alimento para el ego, porque si vuestro ego saca algún provecho de eso y se vuelve más fuerte, os habréis perdido de esa fortuna. Vosotros sois afortunados pero esa posibilidad sigue abierta. Podéis crecer en su interior o podéis salir de ella. Y esto es algo extraño, extraño por muchas razones.

Primero, es muy difícil sentirse atraído hacia una persona que está desolada —muy difícil porque el vacío no es una fuerza tan magnética—. Os sentís atraídos hacia un hombre que “tiene” algo. ¿Por qué nos sentimos atraídos hacia un hombre que tiene algo?, porque tenemos deseos. También nosotros queremos obtener algo. Os sentís atraídos hacia un político que tiene poder porque estáis orientados hacia el poder, deseáis el poder. Entonces cualquiera que lo tenga se convierte en el ídolo, en el héroe. Os sentís atraídos hacia una persona que tiene muchas riquezas. Como sois pobres, en el fondo anheláis las riquezas. Entonces cualquiera que las tenga se convierte en el ideal. ¿Pero por qué debería uno sentirse atraído hacia una persona que no tiene nada?

Esto es una suerte, una rara posibilidad. Algunas veces la vida sucede de tal manera, que os sentís atraídos hacia una persona que no tiene nada, que está vacía. No obtendréis nada de ella, más bien todo se perderá con ella. Es una apuesta. Por lo tanto, sois jugadores —por eso es que estáis aquí—. Y a menos que apostéis todo, perderéis, porque esta apuesta no puede ser parcial —las partes no pueden aceptarse—. Ésa no es la regla de este juego.

Entonces, no vaciléis, apostad todo lo que tengáis. Es algo peligroso y arriesgado. Por eso digo que es extraño sentirse atraído hacia un Buda o hacia un Jesús. Muy pocos se ven atraídos. Vosotros conocéis a Jesús... muy pocos, sólo doce discípulos. Y hombres muy comunes: algunos son pescadores, algunos son carpinteros, algunos son granjeros —no son importantes de ninguna manera—, tan sólo son gente común. ¿Por qué esa gente tan común se siente atraída hacia Buda o Jesús? El ser común es una cualidad muy poco común porque aquellos que no son comunes persiguen un viaje hacia el ego: riquezas, poder, estatus. Un granjero, un pescador, un carpintero —personas insignificantes, totalmente ordinarias, que no buscan beneficio alguno— se ven atraídos hacia Jesús.

Ser común es algo poco frecuente; ser absolutamente ordinario es algo realmente extraordinario. Se sabe que los maestros Zen decían continuamente: “Vuélvete ordinario y entonces te convertirás en algo extraordinario”. Todo ser ordinario está tratando de ser extraordinario: eso es lo común. Tan sólo sigue siendo ordinario. Eso significa que no debes buscar algo, no debes buscar ningún logro ni debes, de ninguna manera, estar orientado hacia una meta sino vivir momento tras momento, desplazándote. Eso es lo que yo os estaba diciendo: desplazándonos como una nube blanca.

Vuestra presencia aquí es algo extraordinario también por otras razones... porque la mente humana siempre le teme a la muerte. Se aferra a la vida, existe ahí un anhelo por la vida.

Aun en la miseria, ésta se aferra a la vida —un profundo temor a la muerte—. Y cuando alguien viene a mí, viene en realidad a morir, viene a disolverse. ¡Seré un abismo para él, un abismo sin fondo en el cual caerá y caerá y caerá sin llegar a ningún lugar! Si miráis dentro de mí, os sentiréis mareados. Si miráis fijamente a mis ojos, veréis el abismo y, entonces, el temor os atrapará, el caer y caer... Tan sólo imaginad una hoja cayendo dentro de un abismo, y el abismo es infinito y no tiene fondo, de modo que no puede llegar a ningún lugar, tan sólo puede desaparecer; cayendo, cayendo, cayendo, desaparecerá.

El viaje religioso comienza pero nunca termina. Vosotros venís a mí, caéis en mí, desaparecéis y nunca llegáis a ninguna parte. Sin embargo, esa desaparición es la satisfacción. Ninguna otra satisfacción se ha conocido jamás, no existe ninguna otra satisfacción. ¡La satisfacción de la desaparición total! Así como una gota de rocío desaparece por la mañana cuando el sol aparece, o así como en la noche arde una lámpara terrenal, el viento entra y la flama se extingue y la oscuridad... La flama ha desaparecido y no podéis encontrarla por ninguna parte, de la misma manera vosotros desaparecéis.

Es poco frecuente buscar el suicidio: ¡Esto es el suicidio, el verdadero suicidio! Podéis matar al cuerpo en cualquier parte, pero no podéis matar al Yo en cualquier parte. Aquí estaréis listos para el suicidio final: para matar al Yo.

Mas no hagáis de cada una de estas cosas una explicación, pues no lo son. Siempre he estado en contra de las explicaciones. Si por todo esto os volvéis más misteriosos, si por todo esto os volvéis más imprecisos, entonces hasta ahora todo va bien. Si vuestra mente se hace humo y no sabéis qué es qué, entonces esa es la mejor situación.

AL IGUAL QUE TODAS LAS NUBES, LAS NUBES BLANCAS SON DIRIGIDAS POR EL VIENTO. ¿CUÁL ES LA DIRECCIÓN ACTUAL DEL VIENTO? ¿EXISTEN EN ESTA ÉPOCA ALGUNAS POTENCIALIDADES ESPECIALES?

Las nubes blancas no son dirigidas por el viento. El fenómeno de dirección existe sólo cuando hay resistencia. Si la nube blanca quiere ir hacia el este y el viento sopla hacia el oeste, entonces existe una dirección porque ahí hay resistencia. Pero si la nube no va hacia ningún lugar, el este y el oeste significan lo mismo, no hay resistencia. Si no hay voluntad por parte de la nube, entonces el viento no puede dirigirla.

Podéis dirigir sólo cuando alguien no está listo para flotar, para relajarse, para dejarse llevar. Sin embargo, el fenómeno de la nube significa que es el dejarse llevar en sí. Si el viento dice hacia el este, la nube está lista; ya está moviéndose hacia el este. No ha habido un solo pensamiento hacia el ‘no’, no ha habido una sola negación. Si la nube se estaba moviendo hacia el oeste y el viento comienza a soplar hacia el este, la nube se mueve hacia el este. El viento no está dirigiendo, la dirección es necesaria sólo cuando alguien está en contra.

La gente viene a mí y dice: “Dirígenos”, y sé lo que están diciendo. “Guíanos” y sé lo que están diciendo. No están listos, de lo contrario, ¿cuál sería la necesidad de ser dirigidos y de ser guiados? Ya es suficiente con que estéis aquí conmigo para que todo suceda. El viento sopla hacia el este y comenzáis a flotar hacia el este. Sin embargo, vosotros decís “guíanos”, decís “dirígenos”. Estáis diciendo que estáis en contra, tenéis una negación, tenéis un rechazo; lucharéis. Y si no hay voluntad por parte de la nube, ¿cómo podéis hacer una comparación, cuál es la nube y cuál el viento? El límite existe con la voluntad.

Recordad esto, pues esto habrá de convertirse en vuestro principal pensamiento: el límite entre tú y yo existe debido a tu voluntad. Tú estás ahí, rodeado por una voluntad. Entonces yo aparezco y surge un conflicto. Una nube no tiene voluntad, entonces ¿dónde está el límite? ¿Dónde termina la nube y dónde comienza el viento? El viento y la nube son uno. La nube forma parte del viento; el viento forma parte de la nube. El fenómeno es uno solo, sin divisiones.

Y el viento sigue soplando en todas direcciones. Así que el problema no está en elegir la dirección; el problema está en cómo convertirse en la nube. El viento sigue soplando en todas direcciones. Se mueve, cambia. Siempre está corriendo de una esquina a otra. En realidad no hay una dirección. No hay un mapa; todo es algo inexplorado. No hay nadie que lo guíe y diga: Ahora ve hacia el este, ahora ve hacia el oeste.

Toda la existencia lo ‘perturba’. Es una existencia ondulante, todas las direcciones le pertenecen. Y cuando digo todas las direcciones, me refiero a las buenas y a las malas, a las morales y a las inmorales. Cuando digo todas las direcciones, me refiero a todas. El viento está soplando en todas direcciones. Así ha sido siempre.

Entonces, recordad: no ha habido una época específicamente religiosa ni una época antirreligiosa, no puede haberla. La gente piensa así porque esto les da la posibilidad de viajar hacia el ego. En la India, la gente cree que en la antigüedad había en la tierra una época religiosa y que, ahora, todo se ha corrompido, que esta es la época más oscura. Todo esto es una tontería. Ninguna época es religiosa o antirreligiosa. A la religiosidad no le importa el tiempo sino las cualidades de la mente.

Así que no es una cuestión de si la nube va hacia el este, entonces será religiosa y, si va hacia el oeste, será antirreligiosa. No. Si la nube carece de voluntad, ésta será religiosa dondequiera que vaya. Y si la nube posee voluntad, entonces será irreligiosa dondequiera que vaya. Y existen los dos tipos de nubes: muy pocas son las que carecen de voluntad, millones poseen voluntad, proyectos, deseos e ideas. Luchan contra el viento. Mientras más luchan, más angustia se origina. Y la lucha no lleva a ninguna parte porque nada puede hacerse. Ya sea que luches o no, el viento irá hacia el este y tú tendrás que ir hacia el este. Sólo podrás tener cierta noción de que has estado luchando y de que eres un gran guerrero, eso es todo.

Aquél que comprende deja de luchar. Ni siquiera está tratando de nadar, simplemente se deja llevar por la corriente. Esta corriente la utiliza como vehículo; se vuelve uno con ella y se mueve con ella. A esto yo le llamo entregarse y a esto las sagradas escrituras llamaron la actitud del devoto. Entregado no existes. Entonces dondequiera que el viento te dirija, irás. No tienes ninguna voluntad propia. Así ha sido siempre.

En el pasado había Budas, nubes blancas que flotaban; en la actualidad hay Budas, nubes blancas que flotan. En el pasado había furiosas nubes negras llenas de voluntad, deseo, futuro; hoy también están ahí. Con voluntad y deseo eres una nube negra, pesada. Sin voluntad, sin deseo, eres una nube blanca, ligera. Y la posibilidad de que existan ambas está siempre abierta. De ti depende dejarte llevar o no.

No pienses en el tiempo o la época. El tiempo y la época simplemente no son importantes. Si te permites estar vacío, esta será la época dorada. Si permite que el deseo te llene demasiado, esta será la época más oscura que exista, el Kali Yuga. Tú eres el creador del tiempo y la época que te rodean. Tú vives en tu propia época y en tu propio tiempo.

Recuerda que no somos contemporáneos de esa manera. Una persona como Jesús es alguien del pasado; puede sólo estar aquí pero es alguien del pasado. Vive tan eternamente, que no puedes decir que es actual. Vive tan plenamente, que no puedes decir que pertenece a una fracción de tiempo. Él no forma parte del mundo de costumbres que vienen y van. Al vivir con lo absoluto, te vuelves absoluto. Al vivir con lo eterno, te vuelves eterno. Al vivir con lo infinito, te vuelves infinito.

Sin embargo, la pregunta también es acertada en otro sentido. En todo el mundo la gente tiene la sensación de que se aproxima cierta época, cierto tiempo, cierto clímax, cierto punto culminante —algo va a explotar—, como si estuviésemos alcanzando un punto específico en la evolución de la humanidad. Sin embargo, me gustaría decirte que esto es, de nuevo, el viaje del ego hacia esa época. En toda época se piensa así: “Algo está llegando a un clímax con nosotros; estamos aquí, algo especial sucederá en la Tierra”. ¡Así ha sido siempre!

Se sabe que cuando Adán y Eva fueron expulsados del jardín del Edén, Adán le dijo a Eva mientras atravesaban por la puerta: “Estamos atravesando por la mayor transformación que se haya conocido en la historia”. El primer hombre que dice y piensa: “La mayor transformación...”

En cada época se piensa que las cosas están alcanzando un punto culminante, un punto definitivo, un punto omega en donde todo hará explosión y surgirá un nuevo ser. Sin embargo, éstos son esperanzas y viajes del ego que no son muy significativos. Vosotros estaréis aquí durante algunos años; después habrá otros y pensarán lo mismo. El punto culminante se alcanza no con la época sino con el ser individual. Se alcanza el clímax pero se alcanza de manera consciente y no a través de una inconsciencia colectiva.

Te puedes convertir en una persona religiosa. Y el tiempo es bueno, el tiempo siempre será bueno. No pienses demasiado en los demás porque esto podría ser sólo un escape de ti mismo. No pienses en la época y no pienses en la humanidad, porque la mente es tan ingeniosa, la mente humana es tan astuta, que no sabes...

He estado leyendo la carta de un amigo y dice que quedó muy decepcionado de sus relaciones amorosas, que siempre que se enamoraba era tanta la aflicción, que dejó de amar a una persona y comenzó a amar a toda la humanidad. Ahora bien, es fácil amar a toda la humanidad, no hay ningún problema. Amar a una persona es muy, muy difícil; puede ser el infierno mismo. Puede ser el infierno mismo porque puede convertirse en el paraíso.

Seguimos evitando. La gente comienza a pensar en los demás sólo para evitar pensar en sí misma. Comienza a pensar en la época, en el tiempo, en los planetas y en lo que le sucederá a la conciencia humana sólo para evitar enfrentarse con problema básico: ¿Qué le sucederá a mi conciencia?

Vuestra conciencia debe ser el objetivo.

Todo tiempo es bueno, todos los tiempos son buenos para eso.

Suficiente por hoy.

Mi camino: El camino de las nubes blancas

Подняться наверх