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Capítulo 1 · Nada más que decir excepto esto
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Osho:
He leído su literatura, lo he escuchado. Su lenguaje tiene un encanto hipnótico y es muy claro. Algunas veces habla de Mahavira, algunas de Krishna o Buda y algunas otras también sobre Jesús o Mahoma. Divulga secretos del Gita de una manera muy inspiradora, da pláticas sobre los Upanishads y los Veda, y no evita dar sus pláticas en templos o iglesias. De la misma manera, sostiene que no ha recibido influencias de ninguno de los personajes mencionados anteriormente. Dice que no está de acuerdo y que no tiene nada que ver con ninguno de ellos.
Continuamente critica y destruye las creencias religiosas ancestrales y sus escrituras. ¿Cuál es su propósito? ¿Quiere establecer su propia religión? ¿Quiere mostrarnos que tiene un conocimiento ilimitado? ¿O quiere confundir a todos? Habla y explica en palabras, pero al mismo tiempo dice: “No se llegará a ningún lado apegándose a las palabras”.
Usted dice: “Ni me crean ni se apeguen a mí;
de otra manera, cometerán el mismo error.”
También dice que esta negación de sí mismo es una invitación.
Por favor, explique quién y qué es usted y qué es
lo que quiere hacer y decir.
¿Cuál es su intención?
En primer lugar, no estoy influenciado por Mahavira, Buda, Cristo o Mahoma. La belleza de la religión es que, en un sentido, siempre es vieja. Es en este sentido que las experiencias religiosas son conocidas por muchas personas. Ninguna experiencia religiosa es tal que uno pueda decir: “Es solamente mía”.
Para esto existen dos razones. En primer lugar, al tener una experiencia religiosa, muere el sentido de “sólo-mía”. Es por eso que en este mundo, un reclamo de “sólo-mío” se puede hacer de todo, pero no de una experiencia religiosa. Ésta es la única experiencia que va más allá de la órbita del “sólo-mío”, porque esta experiencia sólo se puede tener con la muerte del “sólo-mío”. Es por eso que un reclamo de “sólo-mío” puede estar ahí para todo, pero no para una experiencia religiosa.
Es en este sentido que yo hablo de Mahavira, Jesús, Krishna, Cristo y otros: todos tuvieron experiencias religiosas. Cuando digo que no estoy influenciado por ellos, solamente significa que lo que hablo viene de mi propia experiencia y conocimiento. Me refiero a ellos, uso sus nombres, porque lo que yo he llegado a conocer coincide con lo que ellos llegaron a conocer. Pero, para mí, la prueba está en mi propia experiencia.
En esta prueba he encontrado que ellos están en lo cierto, y es por eso que uso sus nombres. Lo que estoy diciendo lo digo por experiencia propia. Ellos también prueban estar en lo correcto en esa experiencia; por eso es que hablo sobre ellos. Ellos son mis testigos, y también son testigos de mi experiencia. Pero esta experiencia no puede decirse nueva, aunque, en otro sentido, pueda llamarse nueva. Éste es el acertijo y el misterio fundamental de la religión.
Una experiencia religiosa puede llamarse nueva, porque será absolutamente nueva para cualquiera que la esté viviendo por primera vez. No ha sucedido antes. Pudo haberle ocurrido a otro, pero para quien la ha experimentado por primera vez, resulta de este modo. Es de tal manera nueva, que no puede entender que esa misma experiencia pueda haberle ocurrido a alguien más.
En otras palabras, mientras esta experiencia tenga relación con la conciencia de la persona, la experiencia sucede por primera vez. La experiencia es tan original, tan fresca, que cualquiera que la tiene, nunca llega a sentir que pueda ser vieja. Es como la frescura de una flor abriéndose en la mañana, sus pétalos húmedos con el rocío, los primeros rayos del sol cayendo sobre ellos. Al ver esta flor, alguien que la hubiera visto por primera vez no podría decir que esa flor es vieja, aunque cada mañana se abra una nueva flor.
Cada mañana el rocío y los rayos del sol caen sobre flores nuevas. Los ojos de alguien pudieron haber visto estas flores todos los días, pero cualquiera que haya visto la flor en este escenario por primera vez, no puede siquiera pensar que esa flor haya sido vista antes. Es tan nuevo que si quien lo experimenta afirma que la verdad nunca puede ser vieja, que siempre es nueva y original, no está equivocado.
Decimos que la religión es ancestral y eterna, porque la verdad es imperecedera. Pero la religión también es nueva, porque cada vez que la verdad se realiza, la experiencia es nueva, fresca y virginal.
Si una persona cree que la religión es vieja o si cree que es nueva, no será inconsistente con la verdad. Si dice que la verdad es eterna y sostiene que no puede ser nueva, no podrás decir que sea inconsistente. Por otro lado, alguien más puede sostener que la verdad es siempre nueva.
Si preguntamos a Gurdjieff, diría que la religión es eterna y ancestral; si se le pregunta a Krishnamurti, diría que es absolutamente nueva, que nunca podría ser vieja. Sin embargo, ambos son consistentes.
La pregunta que me haces no se la podría hacer ni a Gurdjieff ni a Krishnamurti. Sus respuestas sólo serían verdades a medias. Las medias verdades pueden ser siempre consistentes, pero una verdad total siempre es inconsistente, porque en una verdad total el opuesto también queda incluido.
Una persona puede decir que la verdad es luz y sólo luz. Entonces ignoraría la oscuridad y la vería como falsa. Pero el sólo llamar a la oscuridad falsa, no niega la existencia de la oscuridad. Puede ser consistente, porque niega la oscuridad y no se preocupa por su existencia. Su filosofía puede ser clara, correcta y consistente, como las matemáticas. En su filosofía no habrá acertijos. Sin embargo, alguien que dijera que en todos lados hay oscuridad y sólo oscuridad, y que la luz es sólo una ilusión, puede ser también consistente.
Las dificultades surgen cuando una persona dice que hay oscuridad y que también hay luz. Alguien que acepta la existencia de ambas, está aceptando, de hecho, que la oscuridad y la luz solamente son extremos de la misma cosa. Si la oscuridad y la luz fueran dos cosas diferentes, entonces, al incrementar la luz, no se reduciría la oscuridad y, al disminuir la luz, no aumentaría la oscuridad. Pero es un hecho que debido al aumento o decremento de luz, la oscuridad puede disminuir o aumentar. El significado es claro: la luz es, de alguna manera, parte de la oscuridad y viceversa. Ambas son dos extremos de una cosa.
Entonces, cuando trato de decir verdad total, surge la dificultad de que parezco inconsistente. Estoy diciendo al mismo tiempo dos cosas que parecen contradictorias. Digo que la verdad es eterna y que está mal llamarla nueva, y al mismo tiempo, también digo que la verdad es siempre nueva y que no tiene sentido llamarla vieja. Cuando digo estas dos cosas al mismo tiempo, intento atrapar toda la verdad de una vez, en su completa plenitud.
Siempre que la verdad sea dicha en su plenitud, en sus múltiples significados, por tanto opuestos, se habrán hecho declaraciones inconsistentes. La teoría de Mahavira de styatavada es sólo un intento de balancear los puntos de vista opuestos. Contra todo lo que se diga en la primera oración, deberá hacerse una declaración opuesta en la segunda. De esta manera, también queda incluido y comprendido lo opuesto, que de otra manera permanecería sin decirse.
Si se deja fuera lo opuesto, la verdad será incompleta. Por tanto, todas las verdades que aparecen claras y sin ambigüedad, en realidad, son medias verdades. La inconsistencia es inherente a la verdad, y de ahí su belleza y complejidad. Pero su poder radica en la inclusión de opuestos polares.
Es interesante notar que algo falso no puede incluir su opuesto. Aquello que es falso sólo puede vivir en el polo opuesto a la verdad, mientras que la verdad absorbe dentro de ella a su propio opuesto. Es por eso que la falsedad no es ambigua, es clara.
La vida como un todo está cimentada en opuestos polares. En la vida nada ocurre sin la lucha de opuestos, pero tratamos de eliminar las inconsistencias con nuestra mente y nuestros razonamientos. Nuestro razonar es un intento de hacer consistente lo que en su totalidad aparece inconsistente. En la existencia, todas las inconsistencias están juntas. Vida y muerte están unidas entre sí.
La lógica parece pulcra, porque divide las cosas en opuestos. Por lógica, la vida es la vida y la muerte es la muerte; no pueden ir juntas. Con lógica decimos que A es A, y no B. Decimos que la vida es la vida, no la muerte. De manera similar, la muerte es la muerte; no la vida. De esta manera, nuestros conceptos se hacen pulcros y matemáticos, pero se pierde el misterio de la vida. Es por eso que no se puede llegar a la verdad razonando. Uno es el intento de ser consistente y el otro, por su propia naturaleza, es inconsistente. Puede, entonces, lograrse la consistencia razonando. Se puede razonar tan bien, tan lógico, que no es posible ser derrotado en una discusión. Pero la verdad se escapará.
No soy un filósofo o un practicante de la lógica, pero siempre la uso. La estoy usando con el único propósito de conducir tu pensamiento a un punto donde pueda ser impulsado a salirse de ahí. Si no se agota el razonamiento, no se puede ir más allá. Estoy subiendo por una escalera, pero mi meta no es la escalera; debo soltarla. Uso el razonamiento sólo para conocer lo que está más allá de él. No quiero dejar establecido nada por medio del razonamiento. En cambio, lo que quiero es probar su inutilidad.
Por tanto, mis declaraciones son inconsistentes e ilógicas. Mientras aparezcan como lógicas, por favor, entiende que solo estoy usando un sistema que las hace ver así. Estoy preparando el terreno para lo que sigue. Estoy afinando los instrumentos; la música aún no comienza.
Donde se pierda la línea que divide la razón de la no-razón es donde empieza mi música única y original. Tan pronto como los instrumentos estén afinados, empezará la música. Pero no confundan la afinación con la música; de otra manera, habrá dificultades. Se preguntarán: “¿De qué se trata? Antes usabas el martillo para el tambor, ¿por qué ya no lo usas?”. Sucede que el martillo sólo es para afinar el tambor, no para tocarlo. Una vez que el tambor está afinado, no tiene uso el martillo. No se puede tocar el tambor con el martillo.
De la misma manera, razonar es solamente la preparación para lo que está más allá de razonar. Una de las dificultades que tengo es que aquellos que aprueban mis razonamientos, después de pocos momentos, descubren que los estoy llevando dentro de un área de oscuridad. Mientras se pueda ver el razonamiento, habrá luz y las cosas parecerán brillantes y claras. Pero entonces, alguien dirá que prometí mostrarle la luz y ahora estoy hablando de conducirlo a la oscuridad. Entonces estará enfadado conmigo y me dirá: “Me gusta lo que has dicho hasta ahora, pero no puedo ir más allá contigo”. Confía en mí para razonar con él, sobre la verdad, y luego le digo que debemos ir más allá del razonamiento para alcanzar la luz.
Aquellos que creen en la confianza tampoco me aceptarán, ni me seguirán, ni caminarán conmigo, porque quieren que hable solo de misterios incomprensibles. Entonces ambos tipos de individuo tendrán problemas conmigo.
Los creyentes en la razón sólo me seguirán hasta cierto punto, mientras que los creyentes en la verdad, que creen en lo irracional, no me seguirán para nada; nunca entenderán que solamente si siguen mas allá de cierto punto, podré llevarlos dentro de la inconsistencia.
Entiendo esto. La vida es así. La razón puede ser sólo un instrumento, no una meta. Por eso, siempre haré declaraciones ilógicas después de haber hablado de asuntos completamente lógicos. Estas declaraciones parecerán inconsistentes, pero estarán bien pensadas y no serán hechas sin razón. De mi lado hay una razón lúcida.
En ciertos momentos diré que no estoy influenciado por Mahavira, Buda, Krishna o Cristo, que no digo nada bajo su influencia, que todo lo que digo, lo digo después de haberlo conocido por mí mismo. No obstante, cuando llegué a mi propia realización, supe que era idéntica a la que ellos habían tenido antes que yo. Entonces, cuando hablo sobre ellos o cito textualmente lo que dijeron, yo mismo me olvido de que he estado hablando de ellos. Me fusiono totalmente con ellos, de tal manera que sus declaraciones se vuelven mías.
De hecho, no veo diferencia alguna entre mis declaraciones y las suyas. Cuando empiezo a hablar acerca de ellos, hay una realización profunda de que solamente estoy hablando de mí. Entonces, cuando repito sus declaraciones no creo condiciones, me disuelvo completamente en ellos y en sus palabras. Aquellos que me hayan escuchado decir que no tengo influencia de ellos, se preguntarán: “¿Cómo es que te haces uno con ellos? Aun a los que están completamente bajo su influencia no les pasa eso; mantienen una distancia”.
Aquellos que están influenciados por alguien o por algo tendrán necesariamente que mantener una cierta distancia entre ellos y la fuente de su influencia. Aquellos que son influenciados, son ignorantes. Somos influenciados sólo por ignorancia. Con el conocimiento de uno mismo la sola palabra influencia no tiene significado.
En el conocimiento de uno mismo no existe la posibilidad de la influencia. Más bien existe una similitud en la experiencia, una resonancia similar, la escucha de voces similares. Si estoy cantando y al mismo tiempo llega la misma tonada de alguien más, mi ritmo y el ritmo del otro cantante son a la vez uno con el otro, no hay espacio entre nosotros para ser influenciados. Para ser influenciado, para ser un discípulo, es necesaria la distancia, es necesario lo otro.
Sin embargo, en lo que a mí concierne, no hay distancia. Cuando empiezo a explicar los conceptos de Mahavira o cuando hablo del Gita o Krishna, más o menos estoy explicando mis propios conceptos. Krishna o Cristo o Mahavira proporcionan una oportunidad, una excusa, una ocasión para hablar, pero olvido pronto que estaba hablando sobre ellos. Empiezo con ellos pero termino sólo con lo que he conocido. Ni siquiera estoy consciente del momento en que dejo de hablar de ellos y empiezo a explicar mis propios conceptos, o de cuando me he fusionado completamente con ellos.
Tal vez sería interesante para ustedes saber que no he leído el Gita ni siquiera una vez. Seguido lo he empezado, pero después de leer ocho o diez líneas, siento que ya fue suficiente y cierro el libro. Cuando hablo del Gita, a medida que lo hago, siento realmente que lo estoy escuchando por primera vez. Como no tengo antecedentes sobre él, no tengo manera de criticarlo. Aquel que haya estudiado el Gita, que lo haya ponderado y que haya pensado a profundidad en sus declaraciones, sólo podrá criticarlo o definir lo que ha leído. No habiendo leído el Gita, no puedo hacer ninguna de estas cosas.
Se puede mencionar otra cosa interesante, que cuando elijo leer el Gita, lo retiro a los pocos minutos, pero cuando me encuentro con un libro muy ordinario, lo leo de principio a fin, porque no forma parte de mi experiencia. Esto puede parecerles extraño. No puedo evitar leer completo un libro ordinario, porque no se encuentra dentro del rango de mi experiencia. Sin embargo, cuando empiezo a leer el Gita, retiro el libro después de pocas líneas, ya que no siento que pueda mostrarme nada nuevo.
Si me dan una historia de espías, puedo recorrerla toda, porque sería algo nuevo. Pero el Gita de Krishna parece como si hubiera sido escrito por mí. Lo sé, porque conozco todo lo que se encuentra escrito ahí. Sin leerlo, es sabido.
Entonces, cuando hablo del Gita, de hecho no estoy hablando del Gita; es solamente una excusa. Empiezo con el Gita, pero hablo sólo de lo que quiero hablar y sólo acerca de lo que puedo hablar. Si ustedes sienten que me ubico demasiado en el Gita, no es porque esté influenciado por Krishna, sino que Krishna dice las mismas cosas que yo estoy diciendo.
Entonces, lo que yo hago no son comentarios sobre el Gita. Lo que Gandhi ha dicho del Gita son sus cometarios o explicaciones. Ellos estuvieron bajo una influencia profunda del Gita. Pero lo que yo estoy diciendo no proviene, para nada, del Gita. Las opiniones tocadas por el Gita son también tocadas por mí. Ellas me llevan a mis propias opiniones; empiezo a explicar mi propio yo. El Gita sólo me proporciona una ocasión. Cuando estoy hablando de Krishna, durante esos precisos momentos en los que estoy revelando a Krishna en su mayor profundidad, empezarán a sentir que estoy hablando de mí mismo. Es en esos momentos que estoy hablando solamente acerca de mí.
Lo mismo es cierto con Mahavira, Cristo, Lao Tse o Mahoma. Para mí, lo único que diferencia a uno de otro es el nombre. Son diferentes lámparas, pero la luz que brilla dentro de ellos es la misma. Ya sea que la luz esté ardiendo en la lámpara de Mahavira, o de Buda, para mí no hay diferencia.
Muchas veces hablo en contra de Mahoma o de Mahavira o de Buda. Esto provoca un problema. Estoy hablando en profundidad sobre ellos y, sin embargo, al mismo tiempo también estoy hablando en su contra. Siempre que parezca que estoy hablando en contra de ellos, parece así sólo porque el escucha está dando importancia a la lámpara. Pero, para mí, cuando estoy revelando algo de mucha profundidad, hay un énfasis en la luz. Entonces, siempre que parece que estoy hablando en contra, es porque el énfasis está en la lámpara y no en la luz.
Cuando veo a una persona que está enamorada de la lámpara y del material que está hecha, siempre hablaré en contra de la lámpara. La persona se confundirá. Es natural que se confunda, porque para ella no hay distinción entre Mahavira la lámpara y Mahavira la luz eterna. Para ella, la lámpara y la luz son la misma cosa. Es por eso que cuando me parece que alguien está poniendo mucho énfasis en la lámpara, empiezo a hablar en contra de ella. Cuando siento que lo que se discute es la luz, me vuelvo uno con ella. Ésta es la diferencia.
Hay una diferencia entre la lámpara de Mahavira y la lámpara de Mahoma. Debido solamente a esta diferencia es que hay diferencia entre una jaina y un mahometano. Las lámparas están hechas diferentes. La lámpara de Cristo y la lámpara de Buda también son diferentes; están destinadas a eso. Pero éstas son diferencias del cuerpo, del entorno y de la forma. Para aquellos aficionados a la forma y al entorno no será visible la luz, porque para quien quiera que vea la luz, olvidará la lámpara. Es imposible que alguien aún recuerde la lámpara después de haber visto la luz. Se recuerda la lámpara sólo después de que no se pueda ver la luz.
La condición de un seguidor es tal que sólo puede permanecer en la sombra oscura de la lámpara y ver desde ahí. Desde ahí no puede ver la luz; sólo se ve el fondo de la lámpara. Los fondos de todas las lámparas son diferentes y hay una oscuridad profunda bajo de ellas. Sus seguidores tienen peleas sobre los fondos. Entonces, cuando veo a alguien parado bajo la sombra de alguien, hablo con severidad en contra de eso.
Es por eso que siempre digo que un seguidor nunca entenderá. Para hacerse un seguidor, tendrá que estar bajo la sombra, en la oscuridad, debajo de la lámpara. Entre más es uno un seguidor, más estará en la densidad de la lámpara. Aquellos seguidores que están en la periferia de la sombra pueden entender un poco a los otros, pero los que están directamente en la densidad de la sombra, nunca lo podrán entender. Sin embargo, si alguien verdaderamente quiere ver la luz, tendrá que ir completamente fuera de la periferia de la sombra. Una vez que haya visto la luz, para él ya no tienen ningún significado las controversias sobre las lámparas.
Entonces, para mí, no hay diferencia, ya sea que hable de Cristo o Krishna o Buda. Estoy hablando de la misma luz, una luz que ha iluminado muchas lámparas. Pero no tengo influencia de las lámparas. Solamente hablo de aquello que conozco. Cada vez que siento cierta resonancia, cada vez que siento que está vibrando la misma nota, no soy capaz de negarlo, porque negarlo también estaría mal, sería como estar parado dando la espalda a la luz. El seguidor comete el error de sentarse bajo el fondo de la lámpara. Volver la espalda o sentarse en la sombra son errores similares. Pero si se le pregunta a Krishnamurti, él no aceptaría esta resonancia. No aceptaría que lo que le pasó a él pudiera haberle pasado también a Krishna. Tampoco aceptaría que lo que le pasó a él pudiera pasarle a otros. Esto no lo discutiría.
Esto está mal, porque la verdad es totalmente impersonal. La grandeza de la verdad no disminuye si uno acepta que también fue revelada a alguien más. Por el contrario, su grandeza aumenta; no disminuye. La verdad no es tan débil como para echarse a perder simplemente porque haya sido experimentada también por alguien más. De ahí que también está mal la tentación de negar que la verdad pudiera ser compartida con alguien más.
Por tanto, mi dificultad es ésta: siempre que vea la verdad, la aceptaré. Para nada estoy influenciado. Pero siempre que vea que en nombre de la verdad la gente se aferra a algo que no es verdad, lo negaré y me opondré a ello. Todo lo que hago lo hago totalmente. Es por eso que cuesta trabajo entenderme. Estoy en contra de de los compromisos, porque nadie, nunca, podrá alcanzar la verdad comprometiéndose.
Está en mi naturaleza decir lo que digo con toda la fuerza de mi ser vital. Luego, si alguien está hablando acerca de la verdad, diré que Mahavira es Dios, que Krishna es una encarnación de Dios y que Jesús es el hijo de Dios. Pero si alguien que sólo está hablando de las lámparas dice estas cosas, entonces digo que el orador es culpable de un acto criminal. En ambos casos, en cualquier cosa que afirme, cuando la afirme, sostendré completamente lo que dije.
Cuando hago declaraciones sobre algo. No siempre recuerdo mis declaraciones previas sobre el tema. Pero las declaraciones son verdaderas y completas, y no se niegan unas a otras. Si estoy hablando de su cuerpo, mis declaraciones siempre estarán orientadas a la muerte, pero si estoy hablando acerca de ustedes, diré que son inmortales. No piensen que estas dos declaraciones son opuestas; de cualquier modo, la una no niega a la otra. No hay necesidad de algún compromiso entre ellas. Su cuerpo está destinado a morir; está orientado a la muerte.
Si tú crees que es tu cuerpo, entonces estableceré, con fuerza, que te vas a morir. No permitiré la menor oportunidad de que te salves. Si la discusión es sobre el alma, entonces diré que nunca has nacido. Luego, tú no has nacido y eres inmortal; no surge la pregunta de la muerte. Estas dos declaraciones son completas en sí mismas; no se cancela la una con la otra. Sus dimensiones son diferentes. De esta manera es como todo esto siempre crea dificultades.
La dificultad se vuelve aún más confusa debido a que todas mis declaraciones son habladas y no escritas. Hay cierta indiferencia en las declaraciones que están escritas por ahí. No están dirigidas a nadie. El escucha o el lector no está sentado enfrente mientras se escribe. El escucha o el lector está fuera del cuadro. Pero cuando se habla, el escucha está presente y también es tomado en consideración. Entonces, siempre que hablo de algo, no soy el único responsable de la declaración. El escucha también es responsable.
Entonces se comparte la responsabilidad. En definitiva soy responsable de las declaraciones, pero el escucha es también responsable por haber creado una situación que provocó que la declaración fuera hecha de una forma particular. Si ahí hubiera estado otro escucha, mis declaraciones podrían haber sido diferentes; en la presencia de un tercero, podrían nuevamente ser diferentes; si mis declaraciones no estuvieran dirigidas a nadie, nuevamente podrían haber sido diferentes.
Todas mis declaraciones están dirigidas, y todas las palabras habladas están más vivas. Éstas reciben vida tanto del orador como del escucha. Entonces, cuando no hay un escucha, el orador estará haciendo una especie de puente hacia algo que no está ahí. No hay otra ribera a la que pueda cruzar el puente. Pero ¿cómo puede haber un puente sin dos riberas? No puede ser. Un puente apoyado en una sola ribera está destinado a caerse.
Entonces, en este mundo, todas las declaraciones significativas acerca de la verdad son habladas y no escritas. Si escribo algo, escribo cartas, porque una carta es tan buena como algo que hubiera sido hablado. Está dirigida. No he escrito nada salvo cartas, porque para mí son una manera de hacerlo hablado. Cuando escribo una carta, el otro siempre está frente a mí.
De esta manera, cuando hablo delante de miles de personas al mismo tiempo, las declaraciones son multiplicadas por miles. Cuando ellas son reproducidas por alguien, él también se incluye a sí mismo en las declaraciones que reproduce. Esto crea más y más dificultades, pero esto es como es, y no estoy interesado en intentar hacer algo al respecto. Estoy interesado en que ustedes entiendan completamente la dificultad. Si pueden entender la complejidad de la verdad revelada, sólo entonces crecerán.
Por tanto, no estoy interesado en reducir esta complejidad, porque en el intento de hacerlo, se destruiría la integridad de la verdad. Puede ser simplificada, pero entonces algunas de sus partes serían dañadas. Entonces sería tan buena como muerta. Por tanto, soy el último interesado en reducir su complejidad. Mi único interés es que ustedes puedan encontrar la simplicidad en el mismo corazón de la complejidad. Entonces crecerán.
Si lo deseo, puedo hacer parecer simple la complejidad. En esto no hay problema. Entonces, mis declaraciones se volverán claras y matemáticas y se acabarán mis dificultades. Pero no estoy preocupado por mis dificultades; no son ninguna dificultad. Pero si ustedes pueden ver lo simple en la complejidad, si pueden ver la verdad con sus contradicciones; si pueden ver la consistencia en la inconsistencia, entonces hay crecimiento y se levantará su visión. Y solamente que se levante su visión, lo verán. Sólo entonces, para ustedes la complejidad se volverá simple.
Mientras se escala una montaña, vemos muchos senderos en nuestro camino hacia arriba: dificultad, senderos empinados, cortes entre ellos. Pero llegando a la cima, los mismos senderos parecen fáciles. Cuando pueden ver todo en su totalidad, en su extensión, ven que todos los senderos se dirigen hacia la punta. Ni se corta uno con el otro ni se dirigen uno contra el otro. Cuando alguien está subiendo, todos los senderos, excepto el suyo parecen ir en sentido equivocado. Pero cuando alguien que está viendo desde la punta dice que todos los senderos se dirigen hacia la cima, o cuando le dice a una persona que este sendero está bien y a otra que está equivocado, entonces se crea confusión.
Todas mis declaraciones están dirigidas a alguien; cada una de mis declaraciones tiene su dirección correcta. Tales declaraciones son para el beneficio de una persona en particular en los términos de su circunstancia particular. Si veo a una persona con una mente dividida en un cierto sendero y le digo que ese sendero está bien y que los otros están mal, entonces esta declaración sólo es para su beneficio. Después de llegar a la cima, ella también sabrá y se reirá al ver que los otros senderos también se dirigen hacia arriba.
Sin embargo, si después de alcanzar la mitad del camino hacia la cima, encuentra a su lado otro sendero de asenso y empieza a caminarlo y si un poco después encuentra un tercer sendero hacia arriba e intenta ir por él también, puede que no llegue a la cima con esa mente incierta y dividida. A esa persona tendría que decirle: “Vas en el sendero correcto, sigue en él, los otros senderos están equivocados”. Pero si otra persona en un sendero contiguo se encuentra en una situación similar, también con una mente dividida, le diré la misma cosa: que su sendero es el correcto. Si sucede que ambas se encuentran y comparan las dos diferentes declaraciones, se crearán dificultades.
Buda y Mahavira no tuvieron que enfrentar situaciones como ésta. Sus declaraciones no fueron grabadas en su presencia. Y debido a esto, después de quinientos años, sus seguidores tuvieron problemas. La pregunta que se hacen de mí no se la harían de Buda.
Entonces, después de quinientos años surgieron diferentes sectas. Se han hecho declaraciones, pero no han sido grabadas; entonces, no ha habido forma de compararlas. Una cosa fue dicha a una persona, y otra cosa fue dicha a otra, y una tercera a una tercera, pero ninguna de las tres grabaron nada. Luego, no existe la oportunidad de comparar que a una persona se le dijo esto, a otra persona se le dijo aquello y que a una tercera se le dijo algo completamente diferente. Estas declaraciones se hicieron a tres diferentes personas en privado, para su beneficio personal. Pero cuando fueron escritas, los problemas brotaron por todas partes.
Es por eso que, desde hace mucho tiempo, las viejas religiones insistieron en no hacer escrituras. Cuando las cosas se graban, se vuelven claras las contradicciones. Tan pronto como son escritas, empezarán los cuestionamientos. Al principio, las declaraciones son personales. Inmediatamente después de que son escritas dejan de ser personales.
Entonces, las dificultades a las que me enfrento no las enfrentaron Buda o Mahavira. Pero ahora no hay salida. Ahora todo lo que se habla será grabado, aunque haya sido dirigido a una persona en particular. Después de que es grabado, se convertirá en una propiedad de la sociedad. Luego, todas esas declaraciones hechas en tiempos diferentes y a personas diferentes se pondrán juntas, y será imposible encontrar un hilo de consistencia. Así es como debe suceder; no hay otra forma. Y yo pienso que es bueno. Si se hubieran grabado las declaraciones en presencia de Buda, él hubiera podido responder a ellas. Pero fueron escritas después de quinientos años. Entonces, cuando surgen las preguntas, no hay un Buda para responder. El resultado fue que una persona que creyó en la verdad de una declaración fundó su propia secta, mientras que otra persona que creyó en la verdad de una declaración contraria fundó otra secta. Cualquiera que estuviera arraigado a una declaración estableció una secta. Todas las sectas nacen de esta manera.
Conmigo no hay posibilidad de que nazca alguna secta. Para aclarar, se me puede preguntar directamente. No hay necesidad de esperar hasta mañana; se puede aclarar ahora.
También me han pedido que clarifique porque, aunque hablo en palabras, sin embargo, mantengo que nada puede ser transmitido por medio de palabras. Para aquellos que quieren hablar, no hay otra forma excepto la de usar palabras. Comúnmente, sólo puedo expresar lo que quiero decir en palabras, pero también es cierto que lo que tiene que ser dicho no puede ser transmitido por medio de éstas. Ambas cosas son verdad. Nuestra situación es tal, que sólo podemos hablar en palabras. Para el diálogo no hay otra forma.
Deberíamos tratar de cambiar esta situación. Para aquellos que pueden entrar en una meditación profunda, es posible el diálogo aun sin palabras. Pero para llevarlos dentro de una meditación profunda, en el principio tendré que usar palabras. Llegará un tiempo, después de un esfuerzo sostenido, en el que será posible una comunicación sin palabras. Pero mientras llega ese tiempo, tendré que expresarme en palabras.
Para llevarlos a ese mundo sin palabras, tendré que usar palabras; ésta es la situación. Pero también está llena de peligros. Tendré que hablar en palabras, sabiendo perfectamente que si se apegan a ellas, si creen en ellas tal cual, entonces todas las molestias que nos estamos tomando serán inútiles. Estamos tratando de alcanzar lo que no tiene palabras, pero debemos hablar en palabras. Ésta es una clara impotencia; no hay otra alternativa. Si ustedes se apegan a las palabras, todo el esfuerzo será inútil, porque el propósito es llevarlos dentro de lo que no tiene palabras. Mientras hablemos sólo en palabras, tendremos que hablar contra de las palabras, y en ese hablar en contra también tendremos que usarlas. No hay otra manera.
Uno puede guardar silencio; no hay problema. Hay algunos que debido a este problema permanecen en silencio. Evitan las complicaciones, pero ellos supieron que lo que tenían que decir no podía ser comunicado.
Yo no tengo problema en permanecer en silencio, puedo permanecer en silencio y no sería sorprendente si lo hago, porque parece casi un esfuerzo imposible hacer lo que trato de hacer. Estoy intentado hacer posible lo imposible. Pero si permanezco en silencio, con mi permanecer en silencio nada se podrá lograr, nada podrá ser comunicado a ustedes. El peligro es el mismo.
Si hablo, se apegarán a mis palabras. El peligro consiste en que si se apegan a las palabras, no sucederá lo que quiero lograr y comunicar. Pero si permanezco en silencio, no existe la cuestión de comunicar nada. En primera instancia, si hablo, existe la posibilidad de que lo que haya dicho alcance a llegar a algunas personas. Si le hablo a un ciento de personas habrá al menos una que tal vez reciba lo que he dicho sin apegarse a las palabras. Para las otras noventa y nueve, el esfuerzo será inútil. ¡Que así sea! Al menos, de esta manera algo podrá ser comunicado a alguien, pero si permanezco en silencio, ni siquiera se presentará esta única posibilidad. Por tanto continúa mi esfuerzo.
Es interesante hacer notar que alguien que cree que las cosas pueden ser comunicadas con palabras no habla mucho. Habla poco y con eso termina. Pero alguien que cree que las cosas no pueden ser expresadas con palabras hablará mucho, porque por mucho que hable, sabe que lo que tiene que decir aún no ha sido transmitido. Hablará una, otra y otra vez.
Los discursos de Buda durante un largo periodo, en la mañana y en la tarde diariamente por cuarenta años, no fueron porque pensara que mediante las palabras las cosas pudieran expresarse o comunicarse. Era porque cada vez, después de hablar, sentía que lo que había que decirse aún no había sido comunicado. Entonces, Buda hablaba otra vez. Y lo decía de alguna manera diferente, de alguna otra forma, con diferentes palabras. Por eso pasó cuarenta años hablando.
Pero entonces, permanece el miedo de que si hablo por un periodo tan largo de tiempo, como de cuarenta años, podría suceder que la gente se apegaría sólo a mis palabras. Debido a que durante cuarenta años, mi método de entrega ha sido mediante palabras. Tendría que ir gritando: “¡No se apeguen a mis palabras!”. Ésta es una situación particular. Sin embargo, no hay forma de salir de ella.
Para considerar a alguien más allá de las palabras, se deben usar las palabras, no hay otra forma. La situación es algo como esto: hay un cuarto y, para salir del cuarto, deben darse de cinco a diez pasos dentro del mismo cuarto. Desde donde estamos sentados, deben darse de cinco a diez pasos para salir. Alguien podría preguntar: “¿Cómo podemos salir del cuarto caminando dentro de él?”. Todo depende de cómo se camina dentro del cuarto.
Si una persona camina dando vueltas y vueltas dentro del cuarto, podría caminar kilómetros y no saldría del cuarto. Pero una persona también puede caminar directo hacia la puerta, no en círculo, sino en línea recta. Si mientras camina, lo hace en círculos, simplemente caminará alrededor del cuarto. Si camina en línea recta hacia la puerta, también podría salir caminando por ella. Pero en ambos casos sólo estará caminando dentro del cuarto.
Si le digo a una persona que ha dado muchas vueltas en el cuarto que podría caminar sólo diez pasos y estar fuera del cuarto, inmediatamente me preguntaría si me he vuelto loco. Diría: “Está hablando de dar sólo diez pasos, pero yo he caminado kilómetros y aún no he salido del cuarto”. Ella no dice nada falso, pero simplemente se ha estado moviendo en círculos una y otra vez.
Es interesante notar que en este mundo todo va alrededor una y otra vez. Nuestro movimiento es circular. Todo el movimiento es circular. A menos que hagas un esfuerzo, las cosas se moverán en círculo. Para andar recto se requiere un esfuerzo considerable.
En este mundo, todo el movimiento es circular. Ya sea el átomo, o un cuarto, o la vida de un hombre, o un pensamiento, todose mueve alrededor en este mundo. Se requiere un gran esfuerzo para caminar recto; en sí, caminar derecho es un gran logro.
No se dan cuenta en qué momento empezaron a caminar en círculo. Por eso se dice en geometría que no se puede dibujar una línea recta. Todas las líneas rectas sólo son partes de un gran círculo. Tenemos la ilusión de que las líneas son rectas, pero no hay tal cosa como una línea recta en este mundo.
No se puede dibujar una línea recta: eso es sólo una definición. Euclides dijo que la línea recta es sólo una definición. Es imaginaria; no puede ser dibujada. De cualquier manera que dibujáramos una línea recta, solamente la podríamos dibujar en la Tierra. Como la Tierra es redonda, la línea también será redonda. Podemos dibujar una línea recta en este cuarto, pero será solamente una parte del gran círculo de la Tierra.
* * *
¿Es una curva?
Es una curva tan pequeña que no podemos verla. Pero si vamos extendiéndola en una punta, encontraremos que realmente es un círculo que va alrededor de la Tierra. Encontraremos que la línea recta se ha convertido en redonda; es por eso que resulta imposible dibujar una línea recta.
Cuando pensamos profundamente en esto, el gran problema en la meditación consiste en que todos los pensamientos son circulares. Hasta nuestra conciencia se mueve en círculos. Lo que es más arduo, lo que es la mayor tapascharya, austeridad, es dar un salto fuera de este movimiento circular. Pero no parece haber otra salida.
Las palabras también se mueven en círculo. Nunca tenemos una idea de cómo pueden ser circulares las palabras, pero las palabras son circulares. Cuando definen una palabra, usan otras palabras. Si abren el diccionario y ven la palabra hombre, encuentran que el significado es “ser humano”. Si después buscas la palabra humano, el significado es “lo que tiene las cualidades del hombre”. ¿Qué es todo esto? Es una gran locura. No sabemos cómo definir hombre o ser humano. ¿Que significa esto?
Aquellos que usan los diccionarios no tienen idea de que los diccionarios son circulares. Una palabra se usa para definir una segunda palabra, y la segunda, para definir la primera. Un hombre es un ser humano y un ser humano es un hombre. ¿Dónde está la definición de hombre? Entonces, todas las definiciones son circulares; todos los principios son circulares. Para explicar un principio usan otro y para explicar el otro usan el primero. Nuestra conciencia es circular. Es por eso que en la vejez nos comportamos como niños. El círculo es completo.
No importa cuántas palabras sean dichas, sólo se mueven en círculo. Las palabras dan vueltas; no pueden caminar rectas. Si caminas recto, caminarás fuera de ellas, dentro de un mundo sin palabras. Pero como vivimos en las palabras, si tengo que decir algo contra las palabras, tengo que usar palabras para decirlo. Esto es un tipo de locura, pero no soy culpable. Hablo con el conocimiento de que sin palabras ustedes no entenderían y luego hablo contra las palabras con la esperanza de que no se apeguen a ellas. Si esto sucede, sólo así seré capaz de transmitir lo que quiero.
Si sólo entienden mis palabras, se perderán lo que quiero decir. Tendrán que entender mis palabras, pero, junto con eso, cualquier cosa que indique con ellas acerca del mundo sin palabras también ha de ser entendido. Entonces, continuaré hablando en contra de las escrituras, aunque lo que estoy diciendo pueda, en sí mismo, volverse una escritura. Todas las escrituras se hacen así. No hay ninguna escritura valiosa en la que no encuentres declaraciones contra las palabras. Eso significa que no hay escritura que no contenga declaraciones contra las mismas escrituras, ya sea el Gita, o el Corán, o la Biblia, o incluso con Mahavira o Buda.
No hay razón para creer que pueda suceder algo diferente conmigo. El mismo efecto imposible continuará. Mientras hablo una y otra vez contra las palabras, habré hablado muchas palabras. Alguno que otro podrá atraparlas y sostenerlas y hacer de ellas escrituras. Pero no puedo parar de hablar, porque hay una oportunidad en cien de que se vuelvan escrituras. Sólo si dejo de hablar habrá un seguro contra esa única posibilidad. Sin embargo, no hay ninguna base para ese miedo, porque alguien vendrá después de algún tiempo y hablará en contra de mis palabras y de las escrituras que surgieron de ellas. ¡Hace falta que no haya miedo!
Pero aquí sucede algo extraño: en el futuro, mi trabajo en este mundo lo llevará más lejos la misma persona que hable en contra mía. Ahora esto es así: si alguien quiere trabajar a favor de Buda, tendrá que hablar en contra de Buda. Las palabras de Buda. Las palabras han sido recogidas por muchos como piedras viejas, y estas piedras no pueden ser removidas hasta que se remueva a Buda. Con la deificación de Buda, estas piedras se han alojado dentro del pecho de las gentes que las han recogido. Si hay que remover las piedras, Buda también tendrá que ser derribado; de otra manera, permanecerán las piedras.
Ahora podrán entender mi impotencia. Podrán entender por qué tengo que hablar en contra de Buda, aunque sepa muy bien que estoy haciendo su trabajo. Pero ¿de qué otra manera se puede mover a los que se apegan al nombre o a las palabras de Buda? Hasta que se mueva Buda ellos, no podrán moverse. Para moverlos tenemos que molestarnos en disturbar a Buda sin necesidad.
Mientras no se aparten los Vedas, no hay forma de mover a esa gente. Se apegan a los Vedas. Mientras un hombre no esté convencido de que los Vedas son inútiles, no los va soltar. Si de una vez por todas se puede vaciar la mente, se puede hacer algo más.
Pero después de este proceso de vaciado diré las mismas cosas que han dicho los Vedas. Entonces, las dificultades se incrementan más. Surgen a la vida, sin necesidad, amigos falsos y enemigos falsos. Tal como son las cosas, noventa y nueve veces de cien, uno encuentra falsos amigos y falsos enemigos. Un amigo falso es quien toma lo que hablo como escrituras y un enemigo falso es quien cree que hablo en contra de las escrituras y que soy un enemigo de las escrituras. Pero las cosas son así. Es inevitable que así lo sea, y no hay necesidad de que nos preocupemos por eso. Tal es la situación.
* * *
¿Así que usted no quiere escribir?
No, no quiero escribir. Existen muchas razones por las que no quiero escribir. Es absurdo e inútil escribir. Es inútil, porque, ¿para quién voy a escribir? Escribir, a mí, me parece como hacer una carta sin conocer la dirección. ¿Cómo la puedo poner en un sobre y despacharla sin conocer la dirección?
Una declaración siempre va dirigida. Escriben aquellos que quieren dirigirse a las masas. Ésa es la manera en que se dirigen a una multitud desconocida. Pero entre más desconocida es la multitud, menor serán las cosas que se pueden decir. Y entre más cercano y más conocido sea a lo que se dirige el individuo, más profundo podrá ser el diálogo.
Las verdades profundas sólo pueden ser dichas a una persona en particular. A una multitud sólo se pueden decir cosas simples y temporales. Mientras más grande sea la multitud, menor será el entendimiento, y entre más desconocida sea la multitud, más debe actuar uno con la suposición de que no habrá entendimiento. Entonces, mientras más dirigida a las masa sea la literatura, más deberá ser aterrizada y simple. No es posible volar por los cielos con esta clase de literatura.
Si encuentran matices delicados en los significados de la poesía de Kalidas y no los encuentran en la de los poetas modernos, esto no es debido a ninguna diferencia entre Kalidas y los poetas modernos. Esto es porque la poesía de Kalidas era dirigida y recitada en la presencia de un emperador y unas pocas personas selectas, mientras que la poesía moderna se imprime en el periódico. Se puede leer el periódico mientras se toma té en una casa de té, y al mismo tiempo se comen cacahuates, y se fuma. Al poema sólo se le da un vistazo. ¿Para quién fue escrito entonces? Al poeta moderno no le importa saber. Él escribe para todos, para el menor denominador común. Mientras escribe, debe tomar en cuenta a todos.
Mi problema es que me resulta difícil relatar la verdad aun a aquellos que son los mejores entre nosotros. Para aquellos que son menos que los mejores, para el hombre común, no aparece la posibilidad de que sea relatada la verdad. Sólo aquellos de nosotros que estamos entre los pocos elegidos podemos entender los asuntos más profundos. Pero aun dentro de estos pocos elegidos, noventa y nueve de cien no percibirán lo que he dicho. Entonces, no tiene sentido decir tales cosas a una multitud, y sólo se escribe para una multitud.
También hay otra razón para no escribir. Creo que como el medio hace uso de los cambios, el contenido también cambia. Con los cambios del medio, el asunto subjetivo no permanece igual. El medio tiene sus propias condiciones y cambia lo que se ha dicho.
Esto no es fácilmente entendible. Cuando estoy hablando, hay un tipo de medio. Toda la línea de comunicación está viva. El escucha está viviendo y yo también estoy viviendo. Cuando yo hablo, el escucha no sólo escucha: también ve. Los cambios de expresión de mi rostro, los cambios diminutos reflejados en mis ojos, mi dedo levantándose y bajando; él ve todo. No sólo escucha mis palabras, también ve el movimiento de mis labios. No sólo son mis palabras las que hablan, también son mis labios los que hablan. Mis ojos también dicen algo. El escucha toma todo esto. El contenido de lo que he dicho será diferente en la mente de un escucha que en la mente de un lector, porque todo se habrá vuelto parte de esto.
Cuando alguien lee un libro, entonces, en lugar de mí, sólo habrá letras y tinta negras; nada más; yo y la tinta negra no somos equivalentes. No hay un dar y recibir. En los caracteres no aparecen los gestos y los cambios de expresión, no son creadas las imágenes o las escenas. No hay vida; es un mensaje muerto. Cuando alguien está leyendo un libro, se pierde una parte muy significativa del mensaje que permanecería viva mientras estoy hablando. En las manos del lector sólo hay declaraciones muertas.
Es interesante hacer notar que un lector podrá estar menos atento de lo que ha de estar un escucha. Cuando una persona escucha, el grado de atención que está poniendo es mucho mayor que cuando lee. Mientras se escucha, uno debe poner completa atención y concentración, porque lo que se ha dicho no será repetido. No se pueden revivir partes que no fueron entendidas o parcialmente entendidas: éstas se pierden. Cada momento que estoy hablando, lo que se está diciendo se pierde en un abismo sin fondo. Si lograron atraparlo, lo atraparon. De otra manera, fluye lejos y no regresará.
Mientras se lee un libro, no hay ese temor, porque pueden releerlo, la misma página, una y otra vez. Entonces, mientras se lee un libro, no hay necesidad de estar muy atento. Es por eso que el día en que las palabras empezaron a escribirse fue el día en que se disminuyó la atención. Estaba destinado a ser así.
Con un libro, si no han entendido algo, pueden volver la página y leerla de nuevo. Pero no es posible regresar lo que hablo. Lo que se dejó pasar se perdió. El conocimiento de lo que se dijo se pierde para siempre; si se pierde, no puede ser repetido. Esto mantiene su atención en el punto más alto. Ayuda a mantener su conciencia en alerta máxima. Cuando leen en el ocio, no hay daño si algo se pierde, lo pueden leer otra vez. Con un libro, el entendimiento es menor y se incrementa la necesidad de repetición. En la medida que decrece la atención, el entendimiento también decrece.
Por tanto, no es por falta de razón que Buda, Mahavira, y Jesús, todos, escogieron el discurso como el medio para transmitir su mensaje. Ellos pudieron haber escrito, pero escogieron este método. Lo hicieron por dos razones: una, porque la palabra hablada es un medio que abarca todo; más se puede decir. Hay muchas cosas adheridas a las palabras que se pierden en la escritura.
Si piensan en esto, notarán que las novelas perdieron importancia el día que empezaron las películas. Esto se debe a que las películas hacen que las cosas cobren vida. ¿Quién leería una novela? Es una cosa muerta. La novela no puede vivir mucho tiempo. Podría volverse un arte perdido debido a que ahora tenemos medios que están más vivos, lo que McLuhan llama medios “calientes”. La televisión y las películas son medios vivos, medios “calientes”. Hay calor en su sangre.
Pero la palabra escrita es un medio frío, muerto y frío. En él no hay vida; no fluye la sangre. Hasta su teléfono será obsoleto tan pronto como aparezca la fonovisión, tal como el radio se volvió obsoleto con la llegada de la televisión. El radio se ha vuelto un medio comparativamente frío, mientras que la televisión es un medio caliente. Y para mí, hablar es un medio caliente; en él hay calor y sangre.
Hasta aquí no hemos podido encontrar suficientes formas de enfatizar más sobre las palabras que son escritas. Si quiero enfatizar algo mientras hablo, puedo hablar un poco más fuerte. Puedo cambiar los matices de mi voz, su ritmo; entonces se dirige un énfasis. Pero no hay forma de hacer esto en las palabras de un libro. Las palabras sólo están muertas. En un libro, la palabra amor es amor, ya sea que esté escrita por una persona que esté haciendo el amor, o por alguien que no lo esté haciendo, o por alguien que vive enamorado, o por alguien que no sabe lo que es el amor. No hay matices, ni ritmo, ni ondas, ni vibraciones. Está muerto.
Cuando Jesús dice la palabra plegaria, su significado no es el mismo que cuando otra persona escribe la misma palabra en un libro. Toda la vida de Jesús es una plegaria, desde el principio hasta el fin. Cada partícula de él es una plegaria; cada pulgada de su cuerpo está llena de ella. Entonces, lo que Jesús transmite cuando dice la palabra plegaria es muy diferente a lo que transmite la palabra en un diccionario.
Siempre que uno habla, inmediatamente se crea una especie de afinación, un tomar contacto con el escucha. El alma del orador se aproxima pronto a la del escucha. Se abren las puertas; las defensas del escucha empiezan a ceder.
Cuando están escuchando, si tienen una atención completa, tienen que parar sus pensamientos. Entre más atentos estén mientras escuchan, menos pensarán. Se abren sus puertas, se vuelven más receptivos al otro. Ahora algo puede entrar directamente sin ser entorpecido, ustedes y el orador se llegan a conocer el uno al otro. Y en un sentido muy profundo, se establece una relación armoniosa. El discurso llega sin nada; sin embargo, hace un eco profundo en el escucha.
No se puede establecer una relación como ésta cuando uno está leyendo, porque el escritor está ausente. Cuando están leyendo, si no entienden algo, automáticamente tienen que hacer un intento para entenderlo. Pero cuando escuchan, entenderán sin ningún esfuerzo.
Si están leyendo un libro basado en un discurso mío que ha sido transcrito literalmente, entonces, olvidarán que están leyendo, porque me conocen. Después de pocos minutos sienten que no están leyendo, que están escuchando. Pero si se cambian las palabras o se cambia ligeramente el estilo en la transcripción, se romperá el ritmo y la armonización Cuando aquellos que me han escuchado alguna vez leen lo que he hablado, leerme es tan bueno como escucharme. Pero hay una diferencia, porque incluso un cambio en el ambiente cambia la intención de lo dicho.
La dificultad es que lo que estoy tratando de decir cambia de acuerdo con la forma de expresión. Si uso poesía, se impondrán sus propias condiciones: un arreglo particular de palabras, el rechazo o la selección de un tema en particular, el rompimiento o la eliminación de cosas particulares. Si es necesario expresar la misma cosa en prosa, el contenido será completamente diferente.
Es por eso que, en su mayoría, todos los grandes libros del mundo han sido escritos en forma poética. Lo que se dijo estaba tan lejano de la lógica, que era difícil expresarlo en forma de prosa. La prosa es muy lógica; la poesía es muy ilógica. La falta de lógica es permitida y perdonada en la poesía, pero no en la prosa. En la poesía, si en algunos lugares vas un poco más allá del entendimiento lógico, tienes licencia para hacerlo. No así en la prosa.
Debido a que la poesía profunda es ilógica, la prosa profunda debe ser lógica. Si tratan de escribir los Upanishads o el Guita en prosa, encontrarán que se pierde lo que les da vida. El medio cambió y lo que era hermoso en poesía en prosa es torpe y pesado. No tienen lógica, pero la prosa tratará de que la tengan, porque la prosa está en acuerdo con la lógica.
Los Upanishads fueron recitados en forma de poesía; también el Guita. Pero Buda y Mahavira no hablaron en forma poética. Hay una razón para este cambio. Desde el tiempo en el que se escribieron los Upanishads y el Guita, el mundo ha cambiado. El periodo cuando fueron escritos era, en cierto sentido, poético. La gente era sencilla y franca: no había demanda para la lógica. Si se les hubiera dicho: “Dios es”, ellos simplemente dirían “sí”; no darían la vuelta para preguntar: “¿Qué es Dios? ¿Cómo es su apariencia?”
Si vemos cómo son los niños, tendremos una idea de qué clase de gentes debieron haber sido en esos días. Un niño podría hacer una pregunta muy difícil y, sin embargo, estaría satisfecho con una respuesta simple. Un niño puede preguntar de donde vinieron su pequeño hermano o hermana. Le respondes que él o ella fueron traídos por una cigüeña y él queda satisfecho. Luego se va corriendo a jugar. Ha hecho una pregunta muy difícil a la que ni una inteligencia elevada es capaz de responder correctamente. El niño pregunta la más básica pregunta fundamental “¿De donde vienen los niños?”, ustedes contestan que los trajo una cigüeña, y acabándolo de decir, el niño ya se ha ido. Queda complacido con una respuesta muy simple. Y entre más poética sea la respuesta, más complacido quedará. Es por eso que en los libros para niños pequeños tenemos que usar poesía. La poesía alcanza muy rápido el corazón de un niño. Hay un ritmo y una melodía en ella que alcanza rápido su mente. El niño vive en un mundo de ritmo y melodía.
Buda y Mahavira usaron la prosa, porque en el tiempo que vivieron, la gente estaba acostumbrada a usar mucho del pensamiento lógico. Se hacían preguntas diminutas, pero la gente no quedaba satisfecha aún con respuestas largas e intrincadas. Entonces, hacían otras veinticinco preguntas adicionales. Por eso Buda y Mahavira tuvieron que hablar en prosa.
Ahora ya no es posible hablar en poesía. Ahora se escribe poesía por entretenimiento. Alguna vez todos los asuntos serios y fundamentales fueron dichos solamente en forma de poesía. Pero ahora no se pueden decir los asuntos serios en forma poética. Todavía escriben poesía aquellas personas que disponen de tiempo y que tienen un deseo de entretener, pero todos los asuntos de valor son dichos en prosa. El género humano ya no es como niño; se ha vuelto adulto. Piensa con lógica en todos los asuntos. Sólo la prosa puede usarse lógicamente.
Cada medio cambia el contenido. A mi parecer, en la medida que se desarrollen los métodos de comunicación, regresará la transmisión de pensamientos por medio de la palabra hablada. Por un tiempo, la palabra impresa fue la más importante, pero ahora los avances tecnológicos nos están regresamdo la posibilidad de la comunicación directa mediante medios vivos, por causa de la televisión.
Después de un tiempo, nadie estará dispuesto a leer un libro. Yo puedo hablar a todo el mundo por una red de televisión. Todos pueden oír directamente. Entonces no es muy bueno el futuro del libro. Ahora, de alguna manera, el libro no será leído; será visto. Esto debe hacerse popular; el libro debe transformarse. Ahora se han desarrollado los microfilms, entonces es posible ver un libro en una pantalla. Muy pronto se cambian las palabras por imágenes.
Desde mi punto de vista, la escritura se desarrolló por impotencia. No había otra manera. Aun ahora, aquellos que quieren transmitir algo que es muy importante usan el medio del discurso hablado. No sé para quién voy a escribir. Mientras no exista alguien frente a mí, no me surge ningún deseo de hablar. No existe en mí el placer de hablar por hablar.
Ésta es la diferencia entre un escritor y alguien que está iluminado. El literato tiene cierto interés en sólo expresar algo. Está satisfecho si lo logra. Cuando lo hace, parece que deja caer una gran carga de sus hombros.
En mí no hay tal carga. Mientras hablo contigo, no estoy recibiendo placer sólo porque te estoy diciendo algo. Al decirte algo no existe el sentimiento de ser liberado de una carga. Mi decir, en un sentido, es menos una expresión y más una respuesta. No hay en mí un sentimiento de que tengo que decirte algo. Sólo se me ocurrirá decir algo si tú quieres saber algo. La condición de mi mente es tal, que si tú tiras un cubo en mi pozo, algo va a emerger de él. Gradualmente se me ha hace más difícil hablar a menos que se haga una pregunta. En el futuro me va a ser más y más difícil sólo hablar. Entonces, tengo que encontrar excusas.
Si voy a hablar del Guita, necesito una excusa. Si me proporcionas esa excusa, entonces hablaré. Pero se me está haciendo difícil hablar si no me das una excusa. Si no hay un clavo o una clavija en donde colgar algo, entonces es un problema el qué colgar o por qué debo colgarlo. Permanezco en silencio-vacío. Sales de este cuarto y me vacío.
Si alguien tiene el deseo de hablar, la necesidad de hablar, entonces estará listo para hablar aunque no estén ustedes en el cuarto. Su mente preparará lo que va a decir a pesar de que no haya nadie presente. Cuando acumule suficiente material, se verá impelido a hablar.
Para mí esto no es verdad. Estoy completamente vacío. Si surge una pregunta y me hacen hablar, sólo entonces hablaré. Por eso es difícil escribir. Escribir es fácil para aquellos que están llenos.
* * *
¿Por qué no escribe su autobiografía?
También se puede preguntar eso: ¿por qué no escribo mi autobiografía? Podría parecer muy interesante, pero hablando sinceramente, después del autoconocimiento no hay autobiografía. Todas las autobiografías son egobiografías. Lo que llamamos una autobiografía no es una historia del alma. En la medida en la que no conozcas qué es el alma, lo que escribas será una egobiografía.
Es interesante notar que no han escrito sus autobiografías ni Jesús, ni Krishna, ni Buda. No la dijeron ni la escribieron. Para aquellos que se han llegado a conocer, no ha sido posible hablar o escribir de sí mismos, porque después de saber, la persona cambia en algo tan sin forma que lo que llamas los hechos de la vida —hechos como la fecha de nacimiento, la fecha en que sucedió un evento particular— se disuelven. Lo que sucede es que todos estos hechos dejan de tener significado. El despertar de un alma es tan cataclísmica que después de que ocurre, cuando uno abre los ojos, encuentra que todo está perdido. No queda nada; no queda nadie para hablar de lo que sucedió.
Después de que uno ha conocido su propia alma, una autobiografía parece como una versión onírica de sí mismo. Es como si uno estuviera escribiendo el relato de sus sueños: “Un día vio este sueño, el siguiente día otro sueño, y el día después un tercero”. Una autobiografía como ésta no tiene más valor que una fantasía o un cuento de hadas.
Por eso es difícil escribir para una persona iluminada. Al despertar y estar consciente, encuentra que nada merece ser escrito. Todo ha sido un sueño. Permanece el asunto de la experiencia de volverse consciente, pero lo que es conocido a través de la experiencia no pude ser escrito.
Esto es así porque al reducir tal experiencia a palabras la hace ver insípida y absurda. Aún así, siempre hay el intento de hablar de la experiencia de diferentes maneras y mediante métodos diferentes.
Toda mi vida iré diciendo lo que pasó. No hay nada más que decir excepto esto. Pero esto tampoco puede ser escrito. Tan pronto como se escribe, se siente que no vale la pena hablar de eso. ¿Qué hay ahí para escribirse? Uno podría escribir: “He tenido una experiencia del alma. Estoy lleno de gozo y de paz”. Parece absurdo, meras palabras.
Buda, Mahavira y Cristo fueron contando toda su vida, de diferentes formas, lo que conocieron. Nunca llegaron a cansarse. Siempre sintieron que todavía faltaba algo; entonces hablaron nuevamente de diferente manera. Nunca se acaba. Buda y Mahavira podrían terminar, pero permanece incompleto lo que tenían que decir.
El problema tiene dos caras: lo que puede decirse parece como un sueño y sólo parece valer la pena decir lo que no puede decirse. Siempre permanece acechando la mente la sensación de que no es útil decir lo que me ha sucedido. Mi propósito es guiarlos en el sendero que podría llevarlos a la experiencia misma. Sólo entonces podrán, algún día, entender lo que me pasó a mí. Antes de eso no lo pueden entender, y decirles directamente lo que me pasó no tiene ningún objeto. No pienso que lleguen a creer lo que digo. ¿Y de qué me sirve hacerlos recelosos? Sería dañino. La mejor manera es llevarlos por ese sendero, a esa loma desde la cual pueden ser empujados a donde algún día ustedes mismos puedan tener la experiencia. Ese día serán capaces de confiar. Sabrán la forma en la que sucede esto. No existe otra manera de confiar.
La gente se preguntaba en los tiempos de la muerte de Buda: “¿Adónde iremos después de la muerte?”. ¿Qué respondió Buda? Él dijo: “ No he estado en parte alguna, entonces ¿adónde puedo ir después de la muerte? Nunca me he ido a parte alguna y nunca he estado en parte alguna”. Todavía, después de esto, la gente le preguntaba adónde se iría. Pero él había dicho la verdad, porque el significado de la budeidad es la ausencia de lugar. En ese sentido, uno está en ninguna parte, entonces no surge el asunto de estar en alguna parte.
Si pueden estar quietos y en silencio, ¿que más queda excepto la respiración? Sólo permanece la respiración; nada más. Permanece la respiración como el aire dentro de una burbuja. Si logran estar en silencio al menos una vez por algunos minutos, entonces se darán cuenta que cuando no hay pensamientos no hay nada, sólo la respiración. La inhalación y exhalación son nada más que la entrada y la salida del aire en una burbuja o en un globo. Entonces Buda dijo: “ Fui solamente una burbuja; ¿dónde estaba yo? La burbuja se ha reventado y ustedes me preguntan: ‘¿Dónde se ha ido?’”. Si alguien como Buda sabe que es como una burbuja, ¿cómo pude escribir su autobiografía o decirnos algo sobre su experiencia? Cualquier cosa que dijera sería mal entendida.
Hay un santo en Japón llamado Lin Chi. Un día, Lin Chi ordenó que se removieran todos los ídolos de Buda. Nunca ha existido un hombre como él. Tan sólo poco antes había adorado a esos mismos ídolos de Bud; ahora estaba ordenando que los removieran. Alguien se levantó y le preguntó: “¿Estás en tus cabales? ¿Sabes lo que estás diciendo?”.
Lin Chi contestó: “Mientras estaba pensando que yo era, creía que Buda era. Pero cuando yo mismo no estoy ahí, cuando sólo soy una burbuja, entonces entiendo que alguien como Buda no pudo haber estado ahí”.
En la tarde, Lin Chi estaba otra vez adorando a Buda. Nuevamente le preguntó la gente qué estaba haciendo. Les dijo: “Fui ayudado por el no-ser de Buda a mi propio no-ser. Por eso le he estado dando las gracias. Ha sido un agradecimiento de una burbuja a otra, nada más”. Pero estas declaraciones pueden no ser propiamente entendidas. La gente pensó que algo estaba mal con este hombre y que había ido en contra de Buda.
La autobiografía no sobrevive. Hablando en profundidad, el alma en sí no sobrevive. Hasta ahora sólo entendemos que el ego no sobrevive. Por miles de años nos han dicho que cuando uno logra el propio conocimiento el ego no sobrevive. Pero para ponerlo correctamente, el alma misma no sobrevive.
El entender esto lo llena a uno de miedo. Por eso es que no podemos entender a Buda. Él dijo: “El alma tampoco sobrevive; nos volvemos no-alma”. Resulta muy difícil entender a Buda en este mundo.
Mahavira sólo habló de la muerte del ego; tan sólo eso podía ser entendido. No es que Mahavira no supiera que hasta el alma no sobrevive, pero tomaba en cuenta nuestro entendimiento limitado. Entonces sólo hablaba de abandonar el ego, sabiendo que alma de disolvería automáticamente.
Por primera vez, Buda hizo una declaración que había sido un secreto. También lo sabían los Upanishads, Mahavira también lo sabía, que al final el alma no sobrevive porque es una proyección del ego. Pero Buda reveló un secreto que había sido celosamente guardado por mucho tiempo. Eso creo dificultades. Empezaron la pelea aquellos mismos que creían que el ego no sobrevivía. Si el alma tampoco sobrevive, dijeron, entonces todo es inútil. ¿Dónde estamos?
Buda tenía razón. Entonces ¿cómo podría haber una autobiografía? Todo es como una secuencia de un sueño, como los colores del arcoíris que se forman en una burbuja. Los colores mueren cuando se revienta la burbuja. Éste es un resultado muy obvio.
* * *
¿Podría ser de utilidad para otros, si se escribe el proceso de experiencias por las que ha pasado una persona.?
Podría ser útil para el buscador, pero para una persona iluminada es muy difícil escribirlo. Las dificultades del siddha, el iluminado, son diferentes de aquellas del sadhak, el buscador. La dificultad es que para el iluminado no hay espíritus en este cuarto, pero para ustedes los hay. El siddha sabe que no existen los espíritus, pero al mismo tiempo él también tiene un espíritu que ha sido exorcizado con la ayuda de una técnica. Ahora sabe que ambos, el espíritu y la técnica eran falsas.
Sabiendo esto, ¿cómo puede decir que ha alejado al espíritu con la ayuda de una técnica? ¿ Me siguen?. Éste es un problema para el maestro. Él sabe que el espíritu era falso y que la técnica fue sólo una ayuda en la oscuridad. El espíritu era falso y así que también lo fue la técnica que lo alejó. Entonces, ¿cómo puede decir que alejó al espíritu con la técnica? Ahora no tiene ningún significado decir esto. Pero si él pudiera decir que alejó al espíritu con la técnica, esto podría ayudarlos.
El maestro no dirá que alejó al espíritu con el poder de la técnica. Sino que dirá que “se puede hacer desaparecer al espíritu por medio del uso de ciertas técnicas. Si el buscador usa tal o cual técnica, el espíritu se irá”. El maestro no dirá que alejó al espíritu con una técnica, porque sería una declaración falsa. Ahora él sabe que la técnica es tan falsa como el espíritu.
Por tanto, la declaración de una persona así será menos centrada en sí misma. Difícilmente llegará a hablar sobre sí mismo. Habla sobre ustedes y de lo que es relevante para su situación, así que su problema radica en que para poder ayudarlos, tendrá que decir una declaración falsa.
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¿Quiere decir que todo el proceso de sadhana, el proceso de la práctica espiritual, es tan irreal como un fantasma?
Sí, así es, porque lo que logran al final siempre ha estado con ustedes, y de lo que se liberaron nunca los sujetó. Pero esto acarrea una dificultad para el maestro; por eso digo que el maestro tiene sus propias dificultades. Si dice que todo el proceso de sadhana es falso, los pondrá en problemas, porque para ustedes el proceso se vuelve falso, mientras el espíritu permanece real. Hasta un proceso falso es significativo si sirve al propósito de hacer falso al espíritu. ¿Me siguen?
El espíritu no se vuelve falso sólo con llamarlo falso. Es interesante hacer notar que una cosa equivocada no deja de estar equivocada sólo por llamarla correcta, pero cuando algo que es correcto se le dice que está equivocado, inmediatamente lo aceptamos. No importa qué tanto digamos que la ira está equivocada, eso no hace que esté equivocada.
Por otro lado, si alguien dice que la meditación está equivocada, inmediatamente sienten que puede ser; no toma ni un segundo volverse equivocada. No estarán inmediatamente de acuerdo cuando se afirma que una persona en particular es un santo, pero cuando se dice que alguien es un ladrón inmediatamente lo aceptan como una verdad.
Antes de que estén dispuestos a creer que una persona es un santo, tratarán de probarlo, tratarán de probar de varias maneras si esto es así. La razón por la que son tan cautelosos es porque les inquieta que se diga de alguien que es un santo. Se hiere su ego. Tratarán de probar que no es más santo que ustedes.
Cuando se les dice que alguien es un ladrón, no se molestan en probarlo; lo creen inmediatamente, porque hacerlo los hace felices. Les asegura que ustedes no son los únicos ladrones, que alguien más es al menos tan malo como ustedes.
La calumnia y la condena a otro se aceptan fácilmente, pero no sucede así con el elogio. Aun cuando aceptan que alguien es digno de elogio, aun cuando ustedes mismos saben verdaderamente que lo es, todavía la aceptación sigue siendo condicionada. Lo aceptan por el momento, porque no tienen alternativa, pero continúan buscando la oportunidad para cambiar de opinión. Sólo la condena es absoluta.
Aunque algo pase que les haga cambiar su opinión, no se tomarán la molestia de hacerlo.
Esto pasa todo el tiempo en la vida. Cuando se afirma que algo está mal, inmediatamente lo creemos porque eso nos salva de hacer lo correcto. Uno debe estar muy determinado si es que va a continuar haciendo lo correcto. La ira es espontanea; continuamos expresándola, aunque se nos ha dicho que está mal. Pero debe practicarse la meditación, y esto es mucho más difícil. Así que si alguien dice que la meditación es algo falso, nos sentimos aliviados por ser salvados de hacer algo difícil.
* * *
Usted ha descrito la meditación no como una acción, sino como un estado del ser. ¿Nos puede explicar eso?
La dificultad para una persona iluminada es que si les dice todo lo que ha experimentado, perderán para siempre el sendero, porque lo que dice será quitado de su experiencia. Por ejemplo, yo he descrito la meditación como un estado del ser. Lo que digo es verdad, y sin embargo, para ustedes sólo puede ser una actividad, no un estado. Si ustedes creen que es un estado del ser sentirán que no hay nada que puedan hacer para alcanzarlo. Si es una actividad, entonces se les solicita que hagan algo; si es sólo un estado de conciencia, están relevados de la necesidad de actuar.
Pensaran: “Tal vez sea un estado del ser. Entonces no hay nada que pueda hacer al respecto”. Entonces su ira continuará y no harán ninguna meditación. Su sexo, su avaricia continuarán.
Si digo la verdad, no reciben mi ayuda. El problema es que si digo algo teniéndolos en mente, tengo que usar el recurso de decirles lo que no es enteramente cierto. Pero si digo algo teniéndome a mí en mente, no es útil para ustedes. No sólo no es útil; también es peligroso, porque sucede que ustedes son el escucha. En lo profundo, para ustedes será un estorbo si les digo la verdad completa exactamente como la veo.
Es por eso que si digo exactamente lo que siento, no puedo ayudarlos. Por el contrario, lo que diría sería un estorbo para ustedes, como las pláticas de Krishnamurti que dificultaron el progreso de la gente más que ayudarla. Entre más profundo lo veo, más siento que tales pláticas fueron dañinas. Lo que está diciendo es la verdad interior, pero no es útil para ustedes. Para ustedes sólo es una excusa para dejar de hacer todo.
* * *
El silencio es muy poderoso, si es así, ¿por qué hablaría cualquiera en palabras?
Sí, el silencio es muy poderoso, pero primero debe haber gente que pueda oír lo que se transmite en silencio.
¿Por qué es necesario hacer que la gente escuche?
Para mí es necesario porque veo que se están moviendo, sin saberlo, hacia un pozo profundo, y para mí es claro que caerán dentro del pozo y se romperán sus manos o pies. Puedo transmitirles este hecho en silencio. Pero sus oídos no pueden oír mi mensaje silencioso, entonces debo gritarles para advertirles: “¡Tengan cuidado! Se caerán en el pozo”.
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Al hacer esto ¿pierde energía?
¡No, no! No se pierde energía. Alguien que ha conocido la fuente de la energía no pierde energía. Sólo puede perderla alguien que no conozca esta fuente.
Si escribo algo como una autobiografía, podría ser verdad o mentira. Si es la verdad, podría dañarlos. Si fuera falsa, no quisiera escribirla. Si es completamente verdadera, les causaría daño, porque tendría que decir que cualquier cosa que están haciendo es inútil. De buena gana estarían de acuerdo conmigo en que esto es así.
Un día, un individuo vino hacia mí. Dijo: “Dejé de hacer meditación debido a que Krishnamurti dijo que es inútil”.
Conteste: “Has hecho una buena cosa, pero ¿qué ganaste con eso? No ganaste nada. En primer lugar, ¿por qué empezaste a hacer meditación? Querías conquistar tu ira y tu ignorancia. ¿Lograste eso al dejar de practicar la meditación? ¡No! Entonces ¿por qué paraste? ¿Porque Krishnamurti dijo que era inútil?”.
Ustedes sienten: “Cuando una persona realizada dice que es inútil, ¿por qué debería continuar haciéndolo?. Éste es el problema: yo también sé que es inútil; también le he dicho esto a alguien, que es inútil. Pero sólo le digo esto a una persona que ha hecho meditación por mucho tiempo y que ahora puede entender su inutilidad. Esa persona ha llegado a una etapa donde también se debe dejar la meditación.
Pero es peligroso decir en el mercado que la meditación es inútil. Los escuchas pueden no haber hecho nunca alguna meditación. Esta gente ignorante nunca lo ha hecho. Si les dicen que la meditación es inútil, nunca la harán. Se sentirán muy aliviados. Durante cuarenta años, la gente ha escuchado a Krishnamurti y esta tontamente sentado alrededor, sin hacer nada, porque Krishnamurti dijo que la meditación es inútil. Krishnamurti no está equivocado cuando dice esto A continuado diciendo esto toda su vida. Pero yo diría que está equivocado, porque no los toma en cuenta a ustedes ni a sus capacidades. Solamente está hablando de su propia experiencia.
Es por eso que siempre soy muy cuidadoso de no proyectarme y de no decir nada de mí mismo. Si hablo de mí y sólo digo la verdad, para ustedes no será útil. Resulta extraño que si hablo sobre ustedes, teniéndolos en mente, entonces regresarán conmigo y preguntarán: “¿Por qué dijiste esas cosas?” Entonces aparece la oposición. Puedo decir cosas a las que nunca se puedan oponer, pero esas cosas no serán de utilidad para ustedes. Pueden darles una excusa para detenerse donde están.
La dificultad del iluminado es que no es capaz de decir lo que sabe. Entonces, de alguna manera, las viejas tradiciones estaban mucho más correctas y fueron más profundo. Les fueron diciendo cosas de acuerdo con el lugar donde estaban en ese tiempo. Toda la información fue tentativa; nada fue definitivo. A medida que hacían progresos, el maestro les daba cosas nuevas; al ir progresando hacia adelante, les diría: “Ahora suelta esto, suelta esto otro. Se ha vuelto inútil”.
Cuando alcanzas el estado apropiado, se te dice que Dios es inútil, el alma es inútil, la meditación es inútil; pero justo en ese día, no antes. No obstante, esto puede ser dicho en el momento en que esas cosas se han vuelto inútiles; entonces nada es realmente útil. Entonces ustedes sólo se ríen y saben.
Si yo digo que la meditación es inútil y ustedes continúan meditando, entonces siento que son las personas correctas a quién decirlo. Fue bueno que se los dijera. Si digo que las sannyas son inútiles —que tomar las sannyas es inútil— y aún así ustedes se inician en ellas, entenderé que ustedes fueron la clase correcta de personas para decirlo. Eso fue bueno.
Así que estas cosas de las que he estado hablando son la clase de dificultades que enfrento. Todo esto será entendido despacio y gradualmente.