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Prólogo

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Uno de los postulados de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es ofrecer igualdad de oportunidades a todas las personas, no solo para acceder a un empleo digno, sino también para el crecimiento profesional. Esta premisa ocupa un lugar central entre las preocupaciones prioritarias de la OIT y se sustenta en un enfoque basado en derechos, es decir, el derecho a que mujeres y hombres no sean víctimas de discriminación.

Esto quedó claramente reflejado en la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo adoptada en 1998 por la Conferencia Internacional del Trabajo, en donde el principio de la no discriminación es reconocido como un derecho humano por la comunidad internacional de gobiernos, empleadores y trabajadores.

Sin embargo, y pese a los grandes esfuerzos desplegados en el ámbito internacional y nacional para promover la igualdad, las mujeres siguen enfrentando grandes desafíos para avanzar en su desarrollo profesional y alcanzar puestos más altos dentro de las empresas.

Si bien es cierto que la legislación antidiscriminación es una herramienta potente para promover la igualdad, también las empresas pueden hacer mucho para sumarse a esta importante causa. Existe un robusto caso de negocios que confirma que las empresas que adoptan una política de igualdad de oportunidades no solo hacen lo correcto éticamente, sino, además, hacen lo que es bueno para ser más rentables.

En este sentido, existen evidencias que apuntan a la necesidad de una mayor diversidad de género en la toma de decisiones de la empresa. Esto es particularmente claro respecto del diseño y la comercialización de productos y servicios considerando los crecientes ingresos de las mujeres. Además, el hecho de que gestionan más el presupuesto familiar pone de relieve su papel preponderante en las decisiones de consumo.

Lo anterior parece haber sido entendido por las empresas. Sin embargo, aunque hoy hay más mujeres en puestos de dirección, estadísticamente hablando, la proporción de mujeres como directoras generales y miembros de consejos de empresas sigue siendo muy inferior en relación con su participación en el mercado laboral y en la gestión en general. Por otra parte, se constata que en cuanto mayor sea la empresa, menos probable será que en su conducción se encuentre una mujer.

La existencia de “paredes de cristal” dentro de las empresas puede ser el motivo de ello. Las “paredes de cristal” dentro de una empresa son aquellas barreras invisibles o estructuras que impiden a las mujeres desplazarse lateralmente a puestos de dirección dentro de las vías centrales de la pirámide jerárquica.

A menudo, las mujeres que alcanzan altos puestos están confinadas en ciertos tipos de funciones como la administración, recursos humanos, comunicaciones y responsabilidad social empresarial. En general, estas funciones se encuentran en los lados de la pirámide y difícilmente las llevan a posiciones superiores de directores ejecutivos de la empresa. Esta realidad fue confirmada por diversos estudios de la Oficina de Actividades para los Empleadores de la OIT en alrededor de 1300 empresas en África, Asia y el Pacífico, América Latina y el Caribe, y Europa Oriental y Central.

Más mujeres en los consejos de administración representan una enorme oportunidad de avanzar en la promoción de la igualdad de género, sin embargo, esto no será suficiente para hacer frente a toda la agenda de la igualdad, algo que no se puede obtener en solitario por las empresas, sino que debe ser asumido por la sociedad en su conjunto.

Para lograr un verdadero avance de la agenda de igualdad de género, las políticas y acciones que lleven a cabo los Gobiernos y el sector privado tienen que abordar también otras cuestiones, tales como la segregación ocupacional, la brecha salarial de género, el insuficiente cuidado de los niños, la violencia contra la mujer, incluido el acoso sexual en el trabajo, tiempo de trabajo y horarios de trabajo flexibles para el trabajo y compromisos familiares.

Felicitamos a Patricia Debeljuh, Sandra Idrovo Carlier y María del Carmen Bernal por la mirada novedosa sobre este tema y el extraordinario trabajo realizado para lograr esta publicación, que, sin duda, constituye un tremendo aporte para las discusiones en el ámbito regional de América Latina, donde existen pocos insumos que analicen en profundidad el fenómeno de la desigualdad de género en el ámbito empresarial y donde, a todas luces, nos queda mucho por hacer.

Lograr el acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo y un mayor equilibrio entre los géneros en la toma de decisiones son dos elementos cruciales para un mundo más justo, en donde la igualdad de género sea una realidad.

Andrés Yurén

Especialista en Actividades con Empleadores

Oficina de la Organización Internacional del Trabajo

para el Cono Sur

El lado femenino del poder

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