Читать книгу Glory box - Patricia Valley - Страница 6
ОглавлениеCIELO
H.— ¿Qué has hecho hoy?
M.— He abierto la ventana y he mirado al cielo.
Es raro porque el cielo está hoy de un blanco cegador
Es muy raro, porque estoy acostumbrada
a que el cielo de Madrid sea azul...
H.— Antes.
M.— … pero hoy es blanco, como la primera página de un libro, o como un lienzo.
Eso es, nuevo, blanco e inocente.
H.— ¿Pueden ir blanco e inocente en la misma frase?
M.— Como el libro que empieza a escribirse; de un blanco impredecible, sin saber si será casi todo blanco, o un poco blanco y un poco negro, lleno de palabras.
Como la duda por si este cielo será algún día un poco más azul. Impredecible.
H.— ¿Pero con propósito?
M.— No empieces. Mi propósito antes habría sido terminarlo, pero si el destino tiene otros planes, inexorables…
Esta vez es un blanco diferente. La luz de la pantalla del ordenador tiene otro blanco, ¿sabes? Antes era distinto...
H.— Antes...
M.— …pero hoy tiene el blanco de ese cielo, como si se hubieran aunado, como si todo tuviera
el mismo color para no distraernos:
las mascarillas,
los guantes, las batas, los botes de lejía, el cielo,
la pantalla con el documento en blanco.
H.— El silencio…
M.— ¿El silencio es blanco?
H.— La noche es silencio
Y la historia.
M.— El vecino de en frente tiene una terraza preciosa. Bien, en realidad es una azotea, y lo veo bailar desde ahí arriba a él solo sin parar.
Me levanto y está ahí arriba bailando, y cuando me voy a acostar sigue bailando. Lo veo porque la luz de la farola está justo al lado.
A veces, tengo miedo de que se pueda caer, o de que se vaya a tirar, y en cualquier caso ya parece que ningún incidente me sorprenda.
Se le ve a él y de fondo no hay nada, solo el cielo blanco, como si estuviera queriendo escribir su propia historia a cada paso. Como si el cielo fuera la hoja y él, la pluma; o el cielo, lienzo y él, pincel
—y estuviera, a cada movimiento, trazando
las líneas de las palabras o de las sombras.
H.— En el silencio la palabra no existe
No servirá de nada que nos digamos te quiero.
M.— Tendremos que abrazarnos entonces.
H.— No podemos.
M.— Podemos bailar.
Cuando te haces mayor se te pasan las ganas de saber o, al menos, de saber con la cabeza. La mente
siempre tiende trampas.
H.— En el silencio llega todo
En la quietud llega la amplitud
y entonces ves fuera de la caja.
M.— Pero en el baile hay discurso, y por tanto hay mente, y el baile es movimiento.
H.— El baile es corazón, si piensas te caes.
M.— La mente siempre genera trampas.
¿Crees que el final del mundo nos pillará bailando?
H.— Dicen que si bailas en el suelo es porque, en el fondo, tienes miedo, que el suelo es siempre una vía de escape.
M.— …O de conexión, ¿no?
H.— Solo si estás quieto.
M.— Mi vecino es un valiente.