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LA VERDAD SOBRE LA MASACRE

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Antecedentes


Todo comenzó en 1869, cuando fue terminado el transcontinental en Utah , el Pacific Transcontinental , éxito de un gran plan de reconstrucción por el Gobierno de los Estados Unidos, para incrementar la economía después del desastre de la Guerra de Secesión.

Los transcontinentales, es decir la unión de las Costas del Pacifico con las del Atlántico, significaban comercio, expansión y riqueza en un periodo donde las grandes ferrovías comenzaban a propagarse en Europa con timidez. La empresa Americana fue enorme y de gran respeto en línea con su tradición, y fue el modelo para el Sistema Capitalista que a partir de ahí se difundió. Para un negocio como ese claramente fue necesario invertir muchísimo dinero y el Gobierno tuvo una enorme deuda pública, contando con el hecho que habría recuperado los gastos con la venta del oro gracias al sistema New York Gold Exchange, que tenía el deber no solo de favorecer el campo abierto sino también controlar el valor del oro y mantenerlo estable.


La Pacific Railroad inaugurada en 1869 fue una empresa colosal, que involucro dos grandes compañías que nacieron a tal fin, la Union Pacific y la Central Pacific, pero también comprometió mucho al Gobierno de los Estados Unidos. La construcción de la ferrovía, que unía dos puntos estratégicos para los comercios Americanos, es decir la costa Atlántica con California y el Pacifico, representó el comienzo de la era moderna no solo para América sino también para el mundo entero, poniendo en marcha el sistema de las ferrovías. Fue una hazaña descomunal, pero el escándalo que implicó los presupuestos “inflados” y las subvenciones Estatales por poco no generó la caída del Sistema Democrático Americano, dada la probada implicación del presidente Ulysses Grant.


Esto atrajo a un grupillo de especuladores, como James Fisk y Jay Gould y otros canallas como ellos, los cuales tramaron alrededor del entonces Presidente Ulyses Grant , para encargar el trabajo principal de compra y venta del metal amarillo a un compañero, el tal General Daniel Butterfield , que entonces se convirtió en tesorero principal de los Estados Unidos. Daniel convenció a Grant que era necesario que el Gobierno comprase oro, el cual tenía que ser puesto de nuevo en circulación para mantener estable la economía. Sin embargo, Grant no lo vendió, sino que lo compro a nombre de Gould y Fisk , y esto causó un fuerte aumento de los precios y una peligrosa inflación.

El Gobierno, dándose cuenta de la estafa, vendió cuatro millones de dólares en oro en 24 horas, causando la caída del valor. Claramente el mecanismo infame es más complicado, pero espero que esta simple narración de los hechos de una idea de lo que generó la tremenda crisis económica, agravado por el siguiente escándalo del Pacific Transcontinental Road la cual se descubrió que había especulado a su vez sobre las subvenciones Estatales exagerando los informes de gastos, estableciendo un verdadero monopolio sobre los territorios de su competencia del que había expulsado el Estado.

La crisis llevó a muchos inversores en bancarrota, bloqueó las industrias y obligó a millones de empresas a cerrar; entre ellos el estado de California, que acababa de terminar la ferrovía dejando millones de desempleados en la calle, fue el más afectado. La mayoría de los trabajadores eran Chinos, contratados en cantidad por las Compañías gracias a las presiones Gobernativas, que como hemos visto había organizado muchos tráficos desde China procurándose trabajadores de precio bajo. Éstos, juntos a los desocupados de la ferrovía de Utah, claramente se fueron a Chinatown, único lugar en América capaz de acogerlos, donde la Mafia proveyó para colocarlos y hacerlos entrar en las compañías. A parte del mercado clandestino y de la importación de los productos Orientales, aun así, había poco trabajo; los únicos a sobrevivir, una vez más, eran los Chinos, que se adaptaban a un trabajo de 15 horas al día por pocas monedas.


Thomas Nast criticó abiertamente el sistema político Americano y sus leyes raciales como mordaz y perspicaz en uno de sus periódicos más prestigiosos de aquella época el Harper’s Weekly. He aquí uno de sus diseños intitulados Go West- Go East- donde expone de impacto las desastrosas leyes de Jim Crow.


Muy pocos en América estaban al tanto de las graves condiciones las cuales los esclavos modernos estaban forzados, raptados de su Patria a menudo por cuenta de los Estados Unidos o inmigrados en América para escapar del hambre. Con las familias retenidas en China y las Leyes Americanas que, con la excusa de frenar la introducción clandestina de mujeres destinadas a la prostitución prohibía la esposas de encontrar sus maridos, esta pobre gente no tenía una vida propia y se encontraban entre tres hogueras: la tierra natal, América y la Mafia, que trabajaban unánimes para aprovecharlos. La prosperidad de las bodegas de Chinatown a menudo eran ficticias y muy poco se beneficiaban; los ingresos de las apuestas, de las casas de opio y de los licores pasaban directamente por las manos de la mafia, que a su vez abonaba una buena cantidad a las Autoridades locales. La mismas América se enriquecía con el comercio de los productos Chinos, que en 1870 llegaron a incluir también la fruta, la verdura, pescado y productos de primera necesidad que venían “comprados” en el extranjero a muy bajo precio, mandando en bancarrota las empresas locales que no lograban competir con los precios. Alrededor de 1880 toda la economía nacional comenzó a depender de la importación-exportación con China la cual, basándose en la filosofía del todo oriental por la cual “si no puedes acabar con tu enemigo desde afuera, hazlo desde adentro” impuso un Comisariado para verificar “las condiciones de sus súbditos” en la Patria extranjera. Prácticamente, gracias a su Mafia, se aseguró el control total de la inmigración China en América para llenarla de Chinos y mantener los Estados en un tipo de sumisión oculta. Para parar el golpe y retomar el control de su País sin perder los beneficios de los tráficos con China he aquí que fueron promulgadas las famosas Leyes Raciales , la cual siguió una oleada de libros, carteles y seminario sobre el “ Peligro Chino


El gran incendio de Chicago le costó a América 200 millones de dólares de aquella época. He aquí una imagen extraída del Harper’s Weekly diseñada por John Chapin, que muestra el puente en Randolph Street, completamente destruido por las llamas.


El Gobierno, confiando en el congénito deseo de manipulación del pueblo Americano y de su radicado racismo, definió precisamente los Chinos como “no deseados” privándolos de cualquier personalidad jurídica y concediendo plena inmunidad al individuo, que por lo tanto se sintió autorizado a “ hacerse justicia propia” .

La masacre de Los Ángeles fue una directa consecuencia de este perverso mecanismo: como siempre en tiempos de crisis son los mismos Gobiernos que, para cubrir sus culpas, culpan a alguien y los únicos que al final sacan provecho de las guerras entre los pobres.

El incendio de Chicago del 8 de octubre de 1871 completó el cuadro: se trató de uno de los desastres más trágicos de América, la cual toda la ciudad hecha de madera fue reducida a cenizas dejando en el suelo los cuerpos carbonizados de 300 personas, 110.000 vagabundos en la calle y en la memoria 18.000 edificios de los cuales quedó solo una única pared. La investigación que siguió determinó que se trató de uno de esos eventos nefastos desencadenados por la ira de Dios y después de haber cerrado el caso de la farsa sobre la vaca (Irlandesa) que habría provocado casualmente el incendio haciendo caer al suelo una lámpara, el caso fue cerrado.

En realidad, muchos dicen que NO FUE la mano del destino sino la humana en originar el incendio, y por los habituales motivos sucios de dinero y poder.

Muchas cosas no cuadran en aquel incendio como por ejemplo la intervención de los Bomberos, cuyo cuerpo heroico era considerado como un ejemplo de organización y de vigilancia para los Estados Unidos, dedicado a defender del fuego una ciudad de madera y en pleno desarrollo donde el promedio de incendios era de… ¡2 al día! El Departamento de Bomberos estaba muy equipado: en 1866 tenía once camiones completos, dos sistemas de extintores manuales, trece carros flexibles, un camión elevador con escalera, 120 bomberos, 125 voluntarios y 53 caballos. En 1871 dotaba, único en su campo, Knocke-Pattent Hose Elevator , una torre de agua capaza de generar y dirigir un chorro de agua de alta potencia.

Esto significaba cuan experto y equipado fuese el Cuerpo de Bomberos que la noche del 8 de octubre de 1871 se encontró sofocando las llamas del famoso incendio. Sin embargo, al menos se señalan dos errores imperdonables y groseros del Departamento, suficientes para perder el control de las llamas.


He aquí una foto del cuerpo de los Bomberos de Chicago con una de las varias estaciones equipadas, en 1871, meses antes del gran incendio. El equipamiento era muy moderno y de última generación para esos tiempos. Se pregunta QUÉ pudo haber originado esos errores groseros que fueron fatales para la ciudad.


El primer error se trata de la intervención rápida: se sabe que los Bomberos se activaron SOLO 2 horas después del primer aviso, y solo porque después del primer aviso se agregaron otros más.

El Departamento se justificó argumentando el hecho de que “ pensaban que la nube de humo señalada pertenecía a otro incendio, controlado en la misma zona el día antes” .

Muy extraño y casi grotesco, para Bomberos expertos.

Además, en los anuarios del Departamento, no se hace mención de un incendio similar que, aún más extraño, se originó en un aserradero.

El siguiente error es absurdo: sabiendo que se trata de un nuevo incendio, ¡el Departamento envió las bombas… a otra dirección! Se habló de “error de comunicación” entre los agentes, cosa difícil de comprender ¡para gente acostumbrada a intercambiarse rápidamente y con precisión cierto tipo de información! Además, y esto me parece sospechoso, el Departamento había intervenido en cuatro pequeños incendios intencionados, precisamente en esa zona, por lo que la conocía muy bien. ¿COMO pudo no haber pensado que también el quinto incendio del día podría haber tenido lugar ALLI?

De cualquier manera, los errores fueron fatales y, a pesar de los siguientes esfuerzos y la colaboración por parte de las ciudades cercanas, la furia del incendio destruyó todo, y cuando llegó a quemar el acueducto la población entendió que había perdido la batalla contra el fuego. A esta altura, la pregunta es: ¿si realmente el incendio fue intencionado QUIEN y PORQUE habría hecho esto?


He aquí la majestuosidad del primer rascacielos Americano, el Home Insurance Building, finalizado en Chicago en 1888. Obra magna de William LeBaron Jenney que inauguró la de los altísimos edificios, símbolo del poder Americano.


Tenéis que saber que la gran mayoría de los edificios en el corazón de la vieja Chicago estaba en ruinas, de barrio, y ocupada ilegalmente por la denominada escoria, es decir todos esos pobres de etnias diferentes que allí encontraban refugio. En estos edificios, el vicio, la mafia y la prostitución eran comunes y a menudo en manos de los Clanes Irlandeses, que eran muy odiados y temidos.

Frederick Law Olmsted, padre de la arquitectura de New York, fruncía la nariz ante los edificios de Chicago, definiéndola “ retrógrada hecha por inmigrantes, bar y casas de madera, ahogada en sus manías de grandeza que la lleva a construir edificios gigantes de tipo grosero y discutible”.

( the Nation, 1870) Además Chicago estaba muy atrás en la Industrialización, penalizando a Estados Unidos.

Como en la época de Nerón el incendio permitió arrasar con todo lo malo, indeseable y promiscuo que frenaba Chicago en su carrera hacia la modernidad la cual, sin ese evento fortuito, nunca habría podido librarse de manera neutral. Al fin y al cabo, el incendio representó un buen negocio para la ciudad que se benefició de la ayuda del Estado y de los privados que la reconstruyeron desde el principio y que el mismo año albergó la primera escuela de Arquitectura de los Estados Unidos (cuyos miembros destacados pertenecían al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de la Guerra de Secesión) inaugurando al final en 1885 ¡El Home Insurance Building , el primer rascacielos de América!


Horace Bell en 1880.Se trata de una personalidad interesante: os invito leer en la página web.


En cualquier caso, los tres eventos desafortunados crearon un sustrato favorable a la tragedia del 24 de octubre de 1871, la cual participó activamente más de la mitad de la ciudad, ya malhumorada con respecto a los inmigrantes Chinos, presentados a la opinión pública como esquiroles.

Aquella noche, más allá de las declaraciones de los varios protagonistas como Bilderraine que negaron y cambiaron sus versiones una y otra vez, las cosas fueron así.

Bilderraine, armado hasta los dientes y junto a un pelotón de guardianes (atención, no POLICIAS sino simples ciudadanos autorizados a mantener el orden por el sheriff local) se metió en el callejón de Negro Alley dirigiéndose a la casa y negocio de Yuen. Algunas fuentes hablan de la presencia del mismo Hing con ellos, quizás como guía. La clara intención de Bilderraine era aquella de robar el oro escondido en un tronco, del cual todos estuvieron al tanto solo a la mañana. El escuadrón se encontró delante las guardias de Yuen, que como sabemos, era un mafioso; los guerreros Tong comenzaron a disparar en defensa y, según las reglas definidas entre la mafia y la policía, sin salir del callejón. Los enfrentamientos privados, efectivamente, estaban al orden del día y por esto regularmente: el sentido era “ disparaos incluso encima, pero hacedlo en vuestra casa” y en Negro Alley COTIDIANAMENTE así eran las cosas.

Regia además un tipo de hora límite para todos los habitantes de Chinatown, que de todos modos preferían estar encerrados en casa después de las 20:00. Quedaban abiertas solo las bodegas del vicio y también allí se accedía según otros reglamentos aptas a preservar la seguridad de los clientes.

Los Chinos por su paz y porque no eran estúpidos, no infringían fácilmente estas reglas que permitían a todos una pacífica, si bien difícil, convivencia. No es casualidad que la intrusión de los vigilantes fue organizada a eso de las 20:30 aunque en el juicio se habló de las 18:00 e incluso de las 16:00…por razones obvias. Aun así, la verdad sobre el horario salió enseguida a la luz, gracias también al testimonio directo de un periodista y abogado de Los Ángeles, un tal Horace Bell que sin embargo no fue admitido en los actos. Bell escribió varios artículos sobre la cuestión, siempre rechazados por los historiadores como “poco fiables” dado sus pasados sin duda edificantes. Sin embargo, Bell continuo a sostener su versión, describiendo con detalles considerables la conspiración entre el jefe de Policía Baker y la Mafia China, además de la esclavitud misma de las Autoridades Locales a una política sin duda corrupta. Solo con la documentación sacada 140 años después corrobora finalmente su testimonio. Bilderraine fue herido en la espalda y cayó de rodillas chiflando el silbato para pedir refuerzos; mientras tanto el grupo, viendo la mala situación, hizo marcha atrás. Ni siquiera para hombres adiestrados era aconsejable enfrentarse cara a cara con guerreros Tong, sobre todo en su casa. Sin embargo, Bilderraine afirmo que Thompson, heroicamente, con la pistola empuñada al igual que el “justiciero de la noche” parece que haya dicho “¡Voy yo!” mientras que desde la esquina del edificio Coronel el policía Celsis le estaba gritando “¡Cuidado, están armados!” Desafiando el peligro Thompson se coló SOLO en el callejón oscuro, abrió la puerta de la casa de dónde venían los disparos y aquí recibió una bala en el pecho, que lo condujo a la muerte dos horas después. A este punto los policías Celis y Kerren abriéndose paso entre las balas sacan del callejón el cuerpo sin vida de Thompson y lo llevan a la calle para prestar los espantosos cuidados. La noticia de la herida y de la consiguiente muerte del hombre parece haber reforzado la multitud que dio comienzo a la masacre. Lo demás es historia. Esta fue la versión oficial llevada al proceso, y la ÚNICA a la cual los jueces le dieron credibilidad, aunque muchos testimonios de ciudadanos reputados la renegaron varias veces.

Bilderraine fue herido en la espalda y cayó de rodillas chiflando el silbato para pedir refuerzos; mientras tanto el grupo, viendo la mala situación, hizo marcha atrás. Ni siquiera para hombres adiestrados era aconsejable enfrentarse cara a cara con guerreros Tong, sobre todo en su casa. Sin embargo, Bilderraine afirmo que Thompson, heroicamente, con la pistola empuñada al igual que el “justiciero de la noche” parece que haya dicho “¡Voy yo!” mientras que desde la esquina del edificio Coronel el policía Celsis le estaba gritando “¡Cuidado, están armados!” Desafiando el peligro Thompson se coló SOLO en el callejón oscuro, abrió la puerta de la casa de dónde venían los disparos y aquí recibió una bala en el pecho, que lo condujo a la muerte dos horas después. A este punto los policías Celis y Kerren abriéndose paso entre las balas sacan del callejón el cuerpo sin vida de Thompson y lo llevan a la calle para prestar los espantosos cuidados. La noticia de la herida y de la consiguiente muerte del hombre parece haber reforzado la multitud que dio comienzo a la masacre. Lo demás es historia. Esta fue la versión oficial llevada al proceso, y la ÚNICA a la cual los jueces le dieron credibilidad, aunque muchos testimonios de ciudadanos reputados la renegaron varias veces. Es evidente que se trata de un informe conveniente, que justifica plenamente el trabajo de los oficiales y descarta la furia homicida de la gente, permitiendo el almacenamiento del desafortunado hecho como “una locura colectiva debido al grave periodo de crisis económica y a la competición desleal de los Chinos”. Pero es tan fácil demostrar que las cosas fueron diferentes. En primer lugar, los testimonios; Bilderraine fue el protagonista absoluto y héroe público que en el juicio afirmó “haber visto claramente a Thompson abrir la puerta y caer al suelo con la bala en el pecho”. Nada más lejos de la verdad: de su misma declaración, después modificada, Bilderraine se encontraba en la entrada del callejón cuando pidió ayuda, mientras que la casa de Yuen de donde salieron los disparos estaba precisamente dentro Negro Alley, en una zona oculta del callejón. Además, al menos que Bilderraine no tenga la vista infrarroja, no era materialmente posible ver nada en Negro Alley ya que la zona… no estaba iluminada. Por esto también la Policía se cuidaba muy bien a intervenir en caso de tiroteos y cuando lo hacía iba allí equipada de luces. Lo que suena extraño es la intervención de Celis y Deck, a los que le había sido ordenado de no moverse del Coronel. Se dirá que han violado la orden para salvar al amigo, pero de esta manera no cuadra tampoco: generalmente los guardias heridos eran abandonados en el suelo, sobre todo si en la zona había disparos. Además, no hay que olvidar que Thompson NO ERA un oficial, sino un vigilante, es más un canalla, y normalmente no había una buena relación entre la policía y los ciudadanos improvisados vigilantes. Generalmente a la Policía le importaba mantener una cierta distancia entre ellos, y con gran desprecio: por lo tanto es impensable que los dos grupos hayan violado una orden arriesgando sus vidas para salvar un tal que seguramente le estaba antipático, para llevarlo a la calle y verlo morir. Es probable que Celis y Deck hayan asesinado a Thompson o lo hayan llevado a la boca del lobo, disparando ellos primero para estimular el fuego directo sin cubrirle las espaldas. Algunos testimonios citan un tercer oficial, de nombre Richard Kerren, que parece que estaba en el callejón delante de la tienda de Yuen. Más tarde, cuando el juicio fue archivado, muchos testimonios oculares recordaron haberlo visto salir fuera del callejón justo después de los primeros disparos gritando “¡Han matado a Thompson!” Momentos después aparecieron Celis y Deck con el hombre gravemente herido; entonces los dos estaban ADENTRO de Negro Alley pero no acudieron DESPUÉS, atraídos por los disparos, como testimoniaron. Por último, cabe recordar que en la zona estaban Harris y Gard los dos oficiales heroicos, que tenían el deber de vigilar el edificio. ¿Cómo es posible que siendo cinco no hayan sido capaces de defender a Thompson, que le dispararon dos veces en el pecho a corta distancia? Todo indica que el homicidio de Thompson fue un evento ficticio para justificar una masacre establecida y organizada, que sin duda involucro una multitud de pandilleros pero que actuó ante los ojos de la Policía y de muchos notables del País, que de hecho aquella noche se encontraban en el mismo bando y que de una manera u otra alimentaban viejos rencores contra los comerciantes Chinos. Muchísimos empresarios fueron acusador por el Coronel de haber participado ACTIVAMENTE a la masacre y entre estos hombres destacados estaba el Concejal. George Fall, que fue claramente visto romper un trozo de madera y después un mazo de hierro en la cabeza a dos Chinos. La multitud enfurecida estaba formada principalmente por padres de familia que ejercían los trabajos más diversos y más competitivos con los Chinos como el de campesino, criador de gusanos de seda, comerciante de especias y el agricultor, pero no faltaban los herreros, carpinteros, carniceros y titulares de salones que de una manera u otra habían tenido contactos directos con los mafiosos Chinos. Se calcula que alrededor de 500 personas participaron a la masacre, una décima parte de la ciudad. Las acciones llevadas a cabo tienen un sabor vagamente militar: efectivamente, no se trató de temerarios que, con fusiles y horcas, entran en cantidad en Negro Alley sacando afuera los Chinos a la fuerza, sino de una incursión dirigida y organizada por pocos y que por lo tanto, en contra de lo que el comandante Baker había afirmado en el juicio, podía ser reprimido por las Fuerzas del Orden. Poco después de la muerte de Thompson, que NO HABIA SIDO socorrido, sino que solamente fue llevado a la calle agonizante para que todos lo vieran, un grupo de hombres expertos entró a Negro Alley disparando para llamar la atención a los mafiosos, pero manteniéndose a una distancia de seguridad. Esto permitió a otros subir al techo del edificio Coronel, posicionar tablones de madera para permitir que los disparos de las escopetas hagan agujeros en el alquitrán y abrir fuego directamente contra los Chinos desde adentro, que fueron exterminados fácilmente por la lluvia de balas. El fuego continuo duró uno diez minutos, luego uno desde el techo gritó “¡Hecho, entremos!”. Con esa señal la gente se entró en el edificio y por los callejones escasamente iluminados por las lámparas Chinas, derribando por la fuerza las casas cuya población atemorizada se había puesto a salvo.

Yellow Peril: Aquella Horrible Cara Amarilla

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