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Invocaciones

Ver es imaginar.

Lawrence Durrell

Evocar es un gesto. Es invocar la protección de un tiempo pasado, recobrar las imágenes que la historia ha dejado atrás, sin clausurar la añoranza de lo que todavía no está dicho. El evocar nos impele ante la necesidad de amar o de buscar refugio, el abrazo tierno que a veces nos aprieta o nos quita el aire. La poesía resulta de ese encuentro, a veces doloroso, en el que la vida desaparece tan pronto la palabra se abre camino. Y nosotros, puestos allí para escuchar o para deleitarnos con cada bocado, vemos manar las imágenes por el río de Lete. ¿Qué nos queda?, ¿memoria?, ¿olvido? Tal vez la necesidad de las palabras que se escapan de nuestros labios. Quizá el aliento de lo que no pudo ser dicho porque no hay retorno para el amor y tampoco para aquello que se funde en el río del olvido.

Posdíptico no es un juego de remembranza; es, más bien, un gesto de evocación. Nos trae en las palabras lo que el olvido no puede llevarse. El arte parece luchar contra la amnesia que sofoca infatigable la piel de la memoria, y la poesía instaura un nuevo espacio en el que una pintura, una fotografía o una escultura tiene su asiento más sublime. El autor —escritor y artista— sabe muy bien sobre este espacio de combate, sobre este lugar de encuentro amoroso en el que la palabra es abrazada por la imagen. Este no es un libro de crítica de arte ni una taxonomía de las imágenes. Las palabras aquí tienen otra intención; ellas han calado el camino poético de la existencia en el que las preguntas tienen el color de la vida y la forma de una pintura.

Pedro Agudelo Rendón encuentra en la poesía ese regodeo que nos pone delante del espejo en el que nos vemos, y nos recuerda la manera en que sucumbimos a las preguntas que no tienen respuesta. Su poesía es un reencuentro con la historia del arte, con la poética que le es inherente al acto de contemplar. Al mirar una imagen, el mundo nace en nuestros ojos; al leer un poema, la imagen encuentra su nicho. El escritor descubre en el pasado la orilla en el que nuestros días rozan la ficción. Con sus palabras, las cosas viajan como un aleteo de visiones pasadas, y las pinturas despiertan de su sueño perpetuo para ponerse delante de nuestra mirada y recordarnos que la poesía todavía existe.

Xiomara V. Ch.

Posdíptico

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