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ОглавлениеSumma de un devenir
La poesía como experiencia vital, conocimiento y belleza ha sido para Pedro Arturo el centro de su vida, de su ser. Intuición y silencio son los caminos que a lo largo de más de cuarenta años ha sabido transitar con paciencia y discreción. Tantas veces lo he visto ahondar en su propia extrañeza sin importar que la vida parezca a veces orillarlo, dejarlo un poco al margen de sus asuntos. Para él, todo fluctúa —como lo sugirió en el título de su primer libro—, entre la luz y la sombra, la claridad y la incertidumbre. Sin embargo, su voz no pierde la serenidad de quien sabe que al final pocas cosas permanecen, excepto la palabra que intenta fijar y conciliar esa antinomia de la vida, ese flujo de experiencia y misterio que denominamos “realidad”.
Cuando apareció su primer libro, Poemas en blanco y negro (Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1994), hace justamente veintiséis años, José Manuel Arango escribió: “Sus poemas son los de alguien que ha vivido una experiencia, de la que uno siente que vuelve con algún desencanto; alguien que ha dejado atrás, para decirlo con un bello verso suyo, el sueño mal soñado de la juventud. Amarga a trechos, su poesía se orienta sin embargo hacia el misterio, como si tratara de descifrar la aritmética exacta de la muerte pero también los signos que Dios escribe / en los dormitorios penumbrosos”. Todavía esas palabras mantienen vigencia puesto que a lo largo de este tiempo el tono y aun el fondo de sus poemas solo han ido depurándose, intensificándose en su decir, aunque extendiéndose también a nuevas posibilidades expresivas.
En sus libros de poesía posteriores, Fatum (Colección Autores Antioqueños, Medellín, 2000), Oscura edad y otros poemas (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2006), Suma del tiempo (Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2009), Poemas de Otra/parte (Editorial Cuadernos Negros, Armenia, 2012), Locus Solus (Sílaba, Medellín, 2013) y Monodia (Amazon, Nueva York, 2015), hasta Canción tardía y Morir al Sur, aún inéditos y de los cuales incluye aquí algunos poemas al final, ese tono, ese decir, esa visión en blanco y negro pero rica en gradaciones y matices tanto de su propia vida como del mundo que le correspondió, han adquirido madurez y plenitud, tal como ahora podemos apreciarlo en este volumen donde se recogen los textos que Pedro Arturo reconoce —con modificaciones hechas a los originales anteriores— realmente “menos malos”, según él.
Siempre he visto que Pedro Arturo vive y sueña a contracorriente de sí mismo, y esa terquedad de pretender pasar por el mundo sin que su propia sombra lo advierta, me conmueve ahora como al comienzo, cuando sin retórica innecesaria abrió para mí las puertas de un reino en el que cada palabra tiene un lugar, pero, también, un “no lugar” donde anida lo indecible. Con un poco de incredulidad frente al mundo y su propia existencia, lo veo aún adentrarse en laberintos en los que seguramente la poesía ha sido y seguirá siendo para él su verdadero Hilo de Ariadna.
Es probable para Pedro Arturo, a sus años, que la mano invisible de la poesía continúe señalándole nuevos derroteros, nuevos signos en el aire que él acogerá, continuará intentando descifrar. Por ahora, esta amplia selección de sus textos es para nosotros una prueba suficiente y bella de su paso, una indudable summa de su devenir.
Lucía Estrada
2020
A mi familia y amigos
De pie en un cruce.
Y en todas direcciones,
tarde de otoño
Seishi