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El trabajo con el sol

Hoy en día, los seres humanos poseen muchos conocimientos, pero rara vez los ponen en práctica. ¡Una inercia interior, una pereza raramente superada, los impulsa a buscar una vida sin dificultades ni sufrimientos, una existencia pacífica y sin preocupaciones! Pero la humanidad contemporánea, no puede seguir viviendo así. Debe cambiar completamente, bajo pena de perpetuar, agravando, los mismos resultados negativos: enfermedades, sufrimientos, luchas estériles.

Para renovar su existencia, el hombre debe empezar por regenerar su cuerpo, aprendiendo a alimentarse y a respirar correctamente. Luego, debe acostumbrarse a controlar sus pensamientos, sus sentimientos y sus acciones, para mantener su cuerpo y su corazón puros. La ignorancia o la negligencia de estas reglas higiénicas conllevan la acumulación en el organismo de elementos nocivos, de venenos que obstruyen los vasos sanguíneos e impiden el libre paso de las fuerzas vitales. Ácidos tóxicos, no eliminados, penetran en la sangre y en los órganos, provocando graves enfermedades y muerte prematura.

Actualmente, se puede observar en el rostro de muchos seres humanos, incluso muy jóvenes, los signos de una tensión enfermiza del sistema sanguíneo; es el resultado de la presencia en el cuerpo de elementos nocivos, debido a una manera de vivir errónea.

Para llevar una vida equilibrada, mantener el cuerpo sano, tener una mente clara y fuerte, el hombre debe aprovechar al máximo la atmósfera pura de la mañana.

¡Lo que puede recibir el organismo físico y espiritual antes de la salida del sol e inmediatamente después, no puede compararse con nada más! Si el hombre está enfermo o debilitado, si su sangre es impura, si sus órganos están llenos de sustancias venenosas, que vaya al encuentro de los primeros rayos del sol que iluminan la tierra; ningún otro medicamento podrá procurarle las fuerzas vivas naturales que así captará.

Por la mañana, el aire está menos cargado de microbios y de polvo. La naturaleza que se despierta en toda su pureza, el silencio y la quietud que reinan entonces, todo esto llena el alma de paz y de veneración. El espíritu siente nacer en él pensamientos nuevos, claros, constructivos, aptos para renovar el carácter y el cuerpo.

Es bueno para los seres de todas las edades que desean regenerarse y rejuvenecer, acostumbrarse a entrar en sí mismos, a concentrarse y orar interiormente, preferiblemente en las horas tranquilas de la mañana. Podemos hacerlo en cualquier lugar, pero preferiblemente al aire libre. De este modo se obtienen, de las fuentes universales, las fuerzas necesarias para la purificación de nuestra vida y para su renovación.

Durante todo el año, es muy útil adoptar la acostumbre de levantarse antes de la hora en que el sol debe aparecer; en ese momento, uno debe estar de pie, en posición vertical y con la conciencia bien despierta.

Levantarse temprano debe convertirse en un hábito agradable para todo ser razonable. Si el sol naciente sorprende al hombre en su cama, sus energías actúan de manera deprimente sobre el sistema nervioso.El período más favorable para acumular reservas vitales para todo el año, comienza en la segunda mitad de marzo y continúa hasta finales de julio.

No perdáis pues la oportunidad de salir al aire libre por la mañana temprano, media hora antes de la salida del sol, no importa cuánto tiempo. Caminando tranquilamente, sin prisas excesivas, o bien permaneced sentados, mirando hacia el punto donde sale el sol. No penséis en vuestros asuntos ni en vuestros problemas, si los tenéis.

No estéis distraídos ni pasivos, y concentrad vuestros pensamientos en las fuerzas vivificantes de la naturaleza a las que queréis uniros; e incluso podéis meditar en lo que es hermoso y armonioso. Podéis, por ejemplo, expresar mentalmente: “Señor, te doy gracias por la santa energía que nos envías a través del sol; siento su vida radiante penetrarme totalmente y aportarme fuerza, vitalidad, renovación. Te doy gracias, Padre celestial, por tu amor por nosotros...”

Es indispensable que todas las células de vuestro cuerpo participen en la euforia que debe ser la vuestra en ese momento. Entonces, volveréis a vuestra casa o iréis a vuestro trabajo felices y llenos de ardor juvenil.

Durante la primavera y el verano, es importante que realicéis, cada uno de vosotros, paseos por la naturaleza: os ayudarán a curar o a prevenir las deficiencias y las enfermedades. La naturaleza viva no aprecia a los seres débiles y tontos; nos ofrece su mesa rica y abundantemente adornada y le disgustan los distraídos o descuidados que no se aprovechan de ella, a los que considera seres poco inteligentes. Es necesario que los alumnos de una vida nueva sean ejemplos para el mundo; deben trabajar constantemente, con inteligencia y voluntad tenaz, para restablecer o mantener su salud, para dar prueba de una actividad eficaz y de una buena y alegre disposición de ánimo. De lo contrario, ¿de qué servirían nuestra comprensión, nuestros estudios, nuestras opiniones?

Antes de la salida del sol, los rayos indirectos aportan al hombre radiaciones de sabiduría y de verdad divina. Después de la salida del sol, éste les envía radiaciones de amor divino. Los ejercicios respiratorios y de gimnasia se pueden hacer instantes después de haber visto levantarse el astro del día.

El mejor momento para que el sistema nervioso se beneficie de los rayos solares, se sitúa entre las siete y las nueve de la mañana; para el estómago, los intestinos y los demás órganos, entre las nueve y el mediodía. Por la tarde, no hay que esperar energía curativa alguna. Los baños de sol deben tomarse preferentemente, con el cuerpo cubierto con una ligera prenda de algodón blanco.

Una higiene de suma importancia para la salud física y espiritual radica en el respeto a las leyes de una buena nutrición. ¿Qué comer, en qué cantidad y cómo comer?

Una primera regla debe ser observada: no hay que dejarse arrastrar por la gula, es preciso dejar de comer antes de llenarse, conservando un poco de apetito; debéis acostumbraros a ser moderados en todo. La proximidad de la nueva vida que viene, debe incitar a todo ser, si es razonable y previsor, a estudiar y experimentar las prescripciones de una alimentación sana, adaptada a las necesidades de su propio organismo.

Alimentarse es un acto importante que requiere, además de la elección de alimentos sanos, una adecuada disposición de ánimo, basada en la concentración, el amor y la gratitud. Una nutrición mecánica, que solo tiende a satisfacer su hambre, no puede hacerse por un ser que desea renovarse y mejorar su vida.

La nutrición correcta determina la calidad de la sangre, factor primordial del estado general del organismo. La naturaleza viva ha construido el cuerpo humano de una manera muy razonable, dando a los miles de millones de células que lo constituyen, la posibilidad de ser todas alcanzadas por el prana, esta energía vital, para que el proceso de renovación, de curación, sea ininterrumpido.

La acumulación de impurezas no se hace solo superficialmente, sino también en el interior, en los órganos, en forma de ácidos, de elementos calcáreos, de residuos nocivos; por eso, cada uno debe practicar conscientemente un trabajo de limpieza y de regeneración. El agua es una buena conductora del magnetismo vivificante; al beberla, preferiblemente caliente, o al lavarse con frecuencia, aporta al cuerpo y a los órganos su influencia benéfica.

Es beneficioso beber una o dos tazas de agua hervida y bien caliente cada mañana, en ayunas y, durante el día, quince o veinte minutos antes de las comidas, o media hora después. El agua caliente, tomada en cantidad suficiente, ayuda poderosamente a expulsar de los órganos los residuos que le estorban; el agua fría, a este respecto, no es eficaz. Si esta limpieza interna no se realiza, las impurezas de un alimento mal digerido penetran en la sangre y en los tejidos y participan en la calcificación de los vasos. Pero para que este proceso de limpieza dé los mejores resultados, es necesario que se realice conscientemente, con amor y gratitud por las energías purificadoras y renovadoras que el agua nos aporta.

Al estudiar los diferentes temperamentos humanos, se observa que, los seres de carácter nervioso, tienen la piel seca; es porque en ellos se producen rápidas evaporaciones que les hacen perder la humedad necesaria. Estos seres están siempre inquietos, excitados; su sueño es turbado y su pensamiento carece de concentración. Por lo tanto, les resulta especialmente útil beber una cantidad de agua suficiente para las necesidades de la digestión y para el mantenimiento de la humedad y del magnetismo en sus cuerpos.

A veces, el hombre experimenta palpitaciones y concluye que el ritmo de su corazón está gravemente alterado, pero a menudo es solo el resultado de gases que dilatan su diafragma. Estos gases se producen por la acumulación de ácidos nocivos en el organismo, que son eliminados bebiendo a menudo agua caliente, y en cantidad suficiente.

Del mismo modo, cuando alguien se siente nervioso, confundido, debe beber lentamente, en pequeños sorbos, algunas tazas de agua caliente recientemente hervida, con unas gotas de limón. Y si empieza a sudar, deberá cambiarse de ropa y beber otra taza de agua caliente para restablecer el calor en su cuerpo. Para fortalecer el sistema nervioso y fortalecer el cuerpo, es útil, durante la estación cálida, lavarse con agua calentada al sol; echamos el agua tibia sobre la cabeza, luego sobre todo el cuerpo hasta los pies. La ablución puede durar dos o tres minutos, después nos secamos ligeramente, sin frotar, y podemos tumbarnos un instante y descansar.

El hombre puede también aprender, por la concentración del pensamiento y por los ejercicios respiratorios, a recibir las energías de las corrientes eléctricas y magnéticas del espacio, y de este modo será capaz de equilibrar sus propias fuerzas.

Como el agua es portadora de pureza y magnetismo, a veces es útil ir a buscarla lejos, a alguna fuente o manantial, y llevarla a casa, en un recipiente. Esto también constituye un proceso curativo que desarrolla la vitalidad.

Durante el mes de mayo, el espacio está impregnado al máximo de magnetismo, así que, cuando llueve y la temperatura es suficientemente suave, se puede salir bajo la lluvia, ligeramente vestido, y dejarse mojar abundantemente por esta agua saturada de magnetismo vivo. A continuación, es necesario volver a entrar sin demora, secarse, ponerse ropa seca y beber una o dos tazas de agua caliente para devolver el calor al cuerpo. Estas duchas de lluvia son muy útiles.

Otra condición primordial para obtener y mantener una buena salud y una mente clara, es la práctica diaria de ejercicios respiratorios. Aprended a respirar tranquilamente, profundamente, con amor, es decir, saboreando el aire que inspiráis. Tal respiración permite a todo el cuerpo, a través de las células y los poros de la piel, disfrutar de las fuerzas vitales del aire.

Si los poros de la piel están obstruidos por falta de higiene, o porque se ha llevado una vida poco razonable, la espina dorsal y otros órganos pueden sufrir y alterarse. La energía vital, regenerando el organismo, pasa por la espina dorsal; el cerebro absorbe esta energía de vida y la transmite a todo el cuerpo. En el reino vegetal, el mismo fenómeno se realiza según la ley de ósmosis y de absorción. En la naturaleza existe el doble proceso de dar y recibir. Algunas energías circulan del centro a la periferia, y otras en sentido contrario. Allí donde las dos energías se encuentran, nace la actividad de la vida. Pero tan pronto como esta corriente interior se ralentiza o se detiene, aparecen estados enfermizos: nerviosismo, duda, inestabilidad, sospecha...

Pueden producirse obstrucciones en el sistema circulatorio y entonces, los órganos ya no se alimentan normalmente. Las venas se obstruyen por las impurezas que quedan en la sangre y que provienen de una nutrición poco sabia, de una respiración superficial, y también de una discordancia entre los pensamientos, los sentimientos y los actos, opuestos los unos a los otros.

La sangre y las células empobrecidas por esta acumulación de elementos nocivos, ya no pueden luchar victoriosamente contra los microbios que se instalan en el organismo, haciéndolo vulnerable a los ataques de todo tipo de enfermedades.

¿Cómo se reconoce que un hombre está sano? El hombre goza de buena salud cuando ama; si no puede amar, demuestra una disposición enfermiza, aún cuando la enfermedad no se haya declarado. Para estar sano o volver a estarlo, el hombre debe ensanchar su alma y su corazón, extender el campo de su conciencia para experimentar amor y comprensión hacia todos los seres, alegría y gratitud hacia la belleza y la armonía de la naturaleza viva.

El hombre nuevo siente intuitivamente lo que debe aprender, lo que debe hacer, lo que debe recibir y dar; todo esto sin restricciones, libremente, con amor y discernimiento.

Vivir en armonía y salud

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