Читать книгу Daniel - Piedad Bonnett, Chantal Maillard - Страница 8

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Las resonancias, a veces, se disfrazan de coincidencia. Algunas, extremadamente poderosas, nos dejan sin aliento y resulta imposible desatenderlas.

Era el mes de junio de 2017 cuando recibí Los habitados. No conocía, por entonces, a Piedad Bonnett. Me quedé paralizada ante una dedicatoria interior: Para Daniel, in memoriam. Leí los poemas que seguían con los ojos cada vez más desorbitados y un ahogo en la tráquea. Tuve que cerrar el libro. Era en mi propia vida su propia muerte lo que allí se decía.

Quién vio lo que no vi, / lo que tan sólo / a mí me pertenece: // tú como un ave inversa que se entrega, / oscura y sin plumaje, / derrotada, leía. Y las palabras iban en busca de mis propios versos, me los traían de la mano como a hermanas: Los ojos en las estrellas…/ ¿Había nubes? // Pájaro de alas rotas / Mi hijo.

Hice entonces lo que nunca suelo hacer: pedir la dirección de la autora y ponerme en contacto con ella. Tenía que saber que no me equivocaba. Tenía que averiguar si aquello era delirio, un extraño desdoblamiento en el espacio-tiempo o simplemente el ejercicio de una estadística sombría.

Nuestros hijos llevaban el mismo nombre, tenían aproximadamente la misma edad cuando decidieron quitarse la vida, y lo llevaron a cabo de idéntica manera, desde la misma altura, en un mes de abril. Entre Nueva York y Málaga se estableció un vínculo del que no seríamos conscientes hasta mucho más tarde.

En el escenario a oscuras, dos sillas frente a frente. En medio, el abismo. Dos voces, trazando puente sobre la nada. Proyectados, la pena es menos pena, el dolor menos propio. Al fin y al cabo ¿no habitamos todas acaso el mismo cuerpo? Y allí donde la mente se resiste, el poema encuentra.

Con este Oficio –en ambas acepciones de la palabra– y con vuestra asistencia, la de quienes acudisteis entonces y la suya, lector, ahora, deseamos recuperar el antiguo poder de invocación y convocación del poema: invocar la voz que nos rescata en el más adentro y convocar la voz que nos une entre todas.

Os damos las gracias.

Ch. M.

Daniel

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