Читать книгу Vidas paralelas VIII. Foción-caón el Joven, Demóstenes-Cicerón, Agis-Cleómenes y Tiberio-Gayo Graco. - Plutarco - Страница 6

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FOCIÓN

El orador Démades 1 , que gozaba de poder en Atenas por su [1] política favorable a los macedonios y a Antípatro pero se veía forzado a presentar y exponer muchas propuestas contrarias a la dignidad y el carácter de la ciudad, decía que merecía el perdón porque administraba los restos del naufragio del Estado. Aunque [2] tales palabras fueran muy descaradas en boca del orador, podrían parecer verdaderas referidas al gobierno de Foción 2 . El [3] propio Démades era, de hecho, un resto de tal naufragio, pues vivió y gobernó de forma tan impúdica que Antípatro dijo de él, ya en su vejez, que era como una víctima sacrificada de la que sólo quedaba la lengua y el vientre. En cambio, a la virtud de [4] Foción, que hubo de batirse, por así decirlo, con unas circuns tancias abrumadoras y violentas, la oscurecieron y empañaron [5] los infortunios de Grecia. No debe darse crédito a Sófocles cuando hace débil la virtud en los versos en que dice:

Es que, soberano, ni siquiera la sensatez que se tiene de nacimiento perdura en las desgracias, sino que desaparece 3 .

[6] Lo más que debemos conceder a la fortuna, cuando se opone a los hombres buenos, es que puede ocasionar a algunos de ellos malvados reproches y calumnias, en lugar de la estima y el reconocimiento que merecen, y menguar la creencia en su virtud.

[2] Existe la opinión de que los pueblos maltratan más a los hombres buenos cuando prosperan, pues están exaltados por [2] los asuntos importantes y el poder; pero ocurre lo contrario. Con las desgracias los caracteres se vuelven agrios, susceptibles e irascibles, y el oído desabrido y rudo, molesto con cualquier discurso y palabra vigorosa; el que amonesta a los que yerran da la impresión de que injuria sus desgracias, y el que se expresa [3] con franqueza, que los desprecia. Lo mismo que la miel produce escozor en las partes heridas y ulceradas del cuerpo, así a menudo las palabras verdaderas y sensatas muerden e irritan a los desgraciados si no son suaves y acomodaticias; por eso, sin duda, el poeta llama a lo dulce «grato al corazón 4 » porque es condescendiente con el placer del alma sin combatirlo ni resistirlo. [4] Un ojo irritado se recrea más en los colores sombríos y apagados pero se aparta de los radiantes y luminosos, y una ciudad que se encuentra en circunstancias indeseables es timorata y demasiado blanda, a causa de su debilidad, para soportar la franqueza cuando más necesita de ella, puesto que las circunstancias [5] no permiten subsanar la falta. Por eso es tan peligroso el gobierno de una ciudad en tal situación: arrastra en su ruina al orador complaciente y destruye con anterioridad al que no lo es. Entonces, [6] así como, según dicen los matemáticos 5 , el sol, ni lleva el mismo curso que el cielo ni otro directamente contrario y opuesto, sino que sigue un camino oblicuo e inclinado describiendo una espiral suave, flexible y de movimiento circular gracias a la cual el universo se conserva y mantiene la temperatura adecuada, de igual manera en política, un modo rígido y opuesto [7] en todo a los deseos del pueblo es duro y seco, como por otra parte es sumamente peligroso dejarse arrastrar por los errores que comete la mayoría y secundarlos. En cambio, el gobierno [8] que hace concesiones a quienes lo obedecen y les otorga lo que les agrada, reclamando luego a su vez lo que es conveniente (los hombres rinden muchos servicios de grado y con utilidad si no se les conduce en todo de forma despótica y violenta), es un gobierno salutífero, aunque laborioso y arduo, y encuentra dificultad para unir la severidad a la condescendencia. Pero, si lo [9] logra, surge la combinación más melodiosa y musical de todos los ritmos y todas las armonías, con la que también la divinidad, según se dice, gobierna el universo, no por la violencia, sino introduciendo lo necesario suavemente con la persuasión y la razón 6 .

Eso le sucedió también a Catón el Joven 7 . Éste, en efecto, [3] careció del carácter persuasivo y agradable para la muchedumbre y no fue por complacencia por lo que destacó en la política. Cicerón dice de él que, por intervenir en la política como en la [2] República de Platón y no en el sedimento de Rómulo 8 , perdió los comicios consulares, y a mí me parece que lo mismo les [3] pasa a los frutos que no surgen en su estación: la gente los ve con placer y los admira pero no los consume. Igualmente, la personalidad de Catón, propia de una época más antigua, cuando surgió, después de mucho tiempo, entre unas vidas corruptas y caracteres depravados, gozó de gran fama y gloria pero no se adaptó a las necesidades a causa de la intensidad y la magnitud [4] de su virtud, desmedida para los tiempos que corrían. Aunque su patria no estaba todavía en declive, como la de Foción, pero sufría una gran tempestad y agitación, su tarea en el gobierno fue solamente sujetar las velas y los cabos al lado de los más poderosos, apartado del timón y la dirección; sin embargo, libró [5] un gran combate con la fortuna. Pues ésta, por medio de otros, sometió y abatió la República, pero fue a duras penas, lentamente y con mucho tiempo, y faltó muy poco para que se salvara [6] gracias a Catón y a la virtud de Catón. Con dicha virtud comparamos la de Foción, no por semejanzas generales en tanto que [7] hombres probos y dedicados a la política. Efectivamente existe diferencia entre valor y valor, como el de Alcibíades y el de Epaminondas, y entre inteligencia e inteligencia, como la de Temístocles y la de Aristides, y entre justicia y justicia, como la de [8] Numa y la de Agesilao 9 . Pero las virtudes de estos hombres descubren, hasta en sus últimos e ínfimos matices, la misma índole, forma y color de carácter, con componentes comunes, como si estuvieran mezcladas en igual medida la austeridad y la humanidad, el valor y la precaución, la atención a los demás y la intrepidez por sí mismos, la prevención ante la vileza y el esfuerzo por la justicia, igualmente armonizados; de manera [9] que hace falta un razonamiento muy sutil como utensilio para el discernimiento y hallazgo de las diferencias.

Se está de acuerdo en que el linaje de Catón era ilustre, [4] como se dirá 10 ; en cuanto a Foción, tengo indicios de que no era de linaje totalmente inestimable y bajo. Si su padre hubiera [2] sido, como dice Idomeneo 11 , un fabricante de manos de almirez, Glaucipo, el hijo de Hiperides, en el discurso en el que ha reunido y dicho contra él innumerables insultos, no habría omitido su origen humilde; tampoco habría tenido una vida tan propia de un hombre libre y una educación tan sabia hasta el punto de haber asistido, siendo todavía un muchacho, a los cursos de Platón, y después a los de Jenócrates 12 , en la Academia, y haber sido desde el principio emulador de la más noble conducta. A [3] Foción rara vez lo vio ningún ateniense reír ni llorar 13 , ni lavarse en unos baños públicos, como ha relatado Duris 14 , ni tener la mano fuera del manto si alguna vez lo llevaba; porque al menos [4] en el campo y en las expediciones, iba siempre descalzo y ligero de ropa si no hacía un frío excesivo e insoportable, hasta el punto de que los que hacían campaña con él decían de chanza, como señal de un frío intenso, que Foción llevaba ropa.

[5] Aunque era de carácter muy agradable y humano, por el rostro parecía tan insociable y hosco que era difícil que fuera [2] a hablarle a solas alguien si no era familiar suyo. Por eso, una vez que Cares 15 hizo reír a los atenienses refiriéndose a sus cejas, dijo Foción: «Ningún daño os ha causado este ceño; [3] pero la risa de éstos ha hecho llorar mucho a la ciudad». De modo semejante, la oratoria de Foción era beneficiosa por sus hallazgos y pensamientos de provecho y tenía una concisión [4] imperiosa, severa y áspera. Lo mismo que Zenón decía que el filósofo debe proclamar su palabra impregnándola de sentido, así el discurso de Foción tenía muchísimo sentido en una brevísima [5] dicción. Por tener eso en cuenta, a lo que parece, Polieucto de Esfeto 16 dijo que el mejor orador era Demóstenes, [6] pero Foción el más eficaz. Así como el mérito de la moneda es tener el mayor valor en el menor volumen posible, igualmente la eficacia de la oratoria parece que consiste en ofrecer [7] mucho significado con pocas palabras. Cuentan que Foción mismo en cierta ocasión, mientras se llenaba el teatro, paseaba [8] al pie de la escena ensimismado en sus pensamientos y que uno de sus amigos le dijo: «Foción, parece que estás meditabundo»; y él contestó: «Sí, por Zeus, medito si puedo quitar [9] algo del discurso que voy a pronunciar ante los atenienses». Demóstenes sentía un gran desprecio por los demás oradores, pero cuando Foción se levantaba, solía decir susurrando a sus [10] amigos: «Aquí está el hacha de mis discursos 17 ». Pero quizás haya que atribuir esto a su carácter, puesto que una sola palabra y señal con la cabeza de un hombre bueno inspiran igual grado de confianza que innumerables razonamientos y períodos 18 .

En su juventud se unió, dándole escolta, al general Cabrias, [6] de quien aprendió mucho en la experiencia bélica; mas, en ocasiones, corregía la naturaleza de aquél, que era inestable y desproporcionada. Cabrias solía ser indolente y perezoso pero, en [2] pleno combate, con el ánimo excitado e inflamado, se lanzaba al ataque temerariamente junto con los más audaces; de esta forma precisamente perdió la vida en Quíos, por atacar el primero con su trirreme e intentar el desembarco a la fuerza. Entonces [3] Foción, que se mostraba prudente y enérgico a la vez, lo mismo enardecía la morosidad de Cabrias que, por el contrario, eliminaba la precipitación inoportuna de su ímpetu. Por lo cual [4] Cabrias, que era benévolo y bueno, lo estimaba y lo promovía a operaciones y mandos, de forma que lo daba a conocer a los griegos y le encomendaba los asuntos de mayor importancia. Con la batalla naval de Naxos, en concreto, proporcionó a Foción [5] renombre y gran gloria, pues le dio el mando del ala izquierda, por donde el combate presentó especial encono y tuvo un desenlace rápido 19 . Entonces la ciudad, como aquella batalla [6] naval fue la primera que, después de su toma, había librado por sí sola contra los griegos y había triunfado, sintió una estima aún mayor por Čabrias y empezó a considerar a Foción como [7] un hombre capacitado para el mando. La victoria tuvo lugar durante la celebración de los grandes misterios; por eso, Cabrias ofrecía una distribución de vino a los atenienses cada año el dieciséis de boedromión 20 .

[7] Después, según se cuenta, cuando Cabrias lo envió a recaudar las contribuciones de las islas con veinte barcos, dijo que necesitaba una fuerza mayor si lo enviaban a combatir, pero que bastaba una sola nave si iba al encuentro de unos aliados. [2] Se hizo a la mar sólo con su trirreme, dialogó con las ciudades y trató a sus gobernantes con tal amabilidad y llaneza, que volvió con muchas naves proporcionadas por los aliados para llevar el dinero a los atenienses 21 .

[3] No sólo en vida de Cabrias fue siempre solícito con él y lo honró, sino que incluso después de muerto cuidó convenientemente de los suyos; en concreto, quería hacer de su hijo Ctesipo un hombre de bien y, a pesar de que lo veía atolondrado y maleducado, [4] no renunció a corregirlo y a ocultar sus defectos. Sólo una sola vez que, según se cuenta, el muchacho, en una expedición, no paraba de molestarlo y fastidiarlo con preguntas y consejos inoportunos como queriendo corregirlo y entrometerse en el mando, exclamó: «¡Cabrias, Cabrias, qué precio tan grande pago por tu amistad soportando a tu hijo!».

[5] Veía que quienes gestionaban por entonces los asuntos públicos se habían repartido, como por sorteo, la jefatura del ejército y la tribuna de los oradores y que unos, entre los cuales estaban Eubulo, Aristofonte, Demóstenes, Licurgo e Hiperides, sólo hablaban al pueblo y proponían decretos; y otros, como Diopites, Menesteo, Leóstenes y Cares, se engrandecían con el generalato y la guerra. Él quería recobrar y restaurar la política de Pericles, Aristides y Solón, como un conjunto equilibrado en ambas facetas. En efecto, cada uno de estos personajes parecía, [6] como dice Arquíloco,

a la par siervo del dios Enialio

y versado en el grato don de las Musas 22 .

Y observaba también que la diosa es guerrera al mismo tiempo que política y así se la invoca 23 .

Con dicha disposición, llevaba a cabo una política orientada [8] siempre a la paz y la tranquilidad. A pesar de ello, es el que más veces ejerció el cargo de estratego, no sólo de sus contemporáneos, sino también de sus predecesores, aunque sin pretenderlo ni solicitarlo; pero tampoco huía ni lo evitaba cuando la ciudad lo llamaba. Efectivamente, se está de acuerdo en que obtuvo el [2] cargo de estratego cuarenta y cinco veces, y eso que ni una sola vez asistió a la asamblea electoral, sino que siempre enviaban a buscarlo y lo elegían aunque estuviera ausente. Por eso quienes [3] no eran sensatos se extrañaban del pueblo. Pues éste, aunque Foción se le oponía en muchísimas ocasiones y jamás decía ni hacía nada para ganar su favor, se servía de los demagogos más ocurrentes y divertidos a modo de juego, como se acepta que los reyes se sirvan de sus aduladores después de lavarse las manos 24 ; pero, siempre prudente y cuidadoso para la designación de los cargos públicos, llamaba al más austero y sensato de los ciudadanos y el único o el que más se oponía a sus deseos e impulsos. [4] Una vez se dio lectura a un oráculo de Delfos según el cual, mientras todos los demás atenienses estaban de acuerdo, un solo hombre tenía opiniones opuestas a la ciudad. Foción se presentó y les pidió que dejaran de preocuparse, porque él era a quien buscaban; pues él era el único al que no le gustaba nada de [5] lo que se hacía 25 . En otra ocasión en que expresaba su parecer ante el pueblo y tenía aceptación y veía que todo el mundo por igual aprobaba su discurso, se volvió a sus amigos y les dijo: «¿No habré dicho algún disparate sin darme cuenta 26 ?».

[9] En una recaudación de donativos para un sacrificio, los demás atenienses los iban entregando; él, como se lo pedían con insistencia, dijo: «Pedídselo a esos ricos; yo me avergonzaría de daros el donativo sin saldar la deuda con ése», y señaló al [2] prestamista Calicles 27 . Como no cesaban de vociferar y acosarlo a gritos, les contó esta historia: «Un cobarde iba a salir para la guerra, pero graznaron unos cuervos y él depuso las armas y se estuvo quieto; luego volvió a cogerlas e iba a salir otra vez y, como graznaban de nuevo, desistió y finalmente dijo: “Vosotros graznaréis con toda la fuerza que podáis, pero a mí no me cataréis 28 ”».

[3] En otra ocasión, le exhortaban los atenienses a que los condujera contra los enemigos y, como no quería, lo tachaban de cobarde y poco hombre. «Ni vosotros —les dijo— podéis hacerme atrevido, ni yo a vosotros cobardes. Pero ya nos conocemos.» [4] En una situación de peligro, el pueblo se irritó mucho con él y le reclamó que rindiese cuentas de su cargo de estratego; él les dijo: «Primero poneos a salvo, benditos». En el curso [5] de una guerra, estaban abatidos y asustados; pero una vez hecha la paz, se envalentonaban y lanzaban gritos contra Foción porque, según ellos, les había privado de la victoria. «Tenéis la suerte —les dijo— de contar con un estratego que os conoce, porque habríais podido perecer hace mucho tiempo.» Los atenienses [6] rehusaban aceptar un arbitraje con los beocios por una cuestión territorial y preferían combatir; él les aconsejaba luchar con las palabras, en lo que eran superiores, no con las armas, en lo que eran inferiores 29 . Estaba una vez hablando y no [7] aprobaban sus palabras ni consentían escucharlas, por lo que les dijo: «Vosotros podéis forzarme a hacer lo que no quiero, pero no me obligaréis a decir contra mi parecer lo que no conviene». Uno de los oradores opuestos a su política, Demóstenes, le dijo: [8] «Los atenienses te matarán, Foción, si tienen un ataque de locura». «Y a ti si están en su sano juicio», le contestó 30 . Viendo a [9] Polieucto de Esfeto 31 que, en plena canícula, aconsejaba a los atenienses que hicieran la guerra a Filipo, y que luego, presa de un gran ahogo y sudor, porque además era muy grueso, trasegaba agua sin cesar, dijo: «Es conveniente que confiéis en éste y votéis la guerra. ¿Qué creéis que hará dentro de la coraza y con el escudo cuando los enemigos estén cerca, si ahora, al pronunciar ante vosotros un discurso que trae preparado, corre el riesgo de ahogarse?». Una vez que Licurgo profería muchas injurias [10] contra él en la asamblea, sobre todo por su consejo de entregar a los diez ciudadanos que Alejandro reclamaba, dijo: «Yo he dado a éstos muchos consejos buenos y convenientes, pero no me hacen caso» 32 .

[10] Había un tal Arquibíades, apodado Laconizante porque se había dejado crecer una barba desmesurada, vestía siempre un tabardo y ponía un hosco semblante. Foción, que estaba siendo abucheado en el consejo, solicitó su testimonio y apoyo para lo [2] que estaba diciendo. Mas aquél se levantó y dio consejos que halagaban a los atenienses; entonces él le asió la barba y le dijo: [3] «Arquibíades, ¿por qué no te has afeitado?». Aristogitón el sicofanta, que en las asambleas se mostraba partidario de las acciones bélicas e incitaba al pueblo a las mismas, se presentó al reclutamiento militar apoyado en un bastón y con las dos piernas vendadas; Foción, en cuanto lo divisó desde la tribuna, gritó: «Inscribe también a Aristogitón cojo y lisiado 33 ».

[4] Así que causa asombro cómo y por qué un hombre tan rudo [5] y hosco adquirió el apelativo de bueno 34 . En mi opinión, es difícil, aunque no imposible, que, como un vino, también la misma persona sea a la vez agradable y seca; como por el contrario otros, que parecen dulces al tratarlos, son muy desagradables [6] y perniciosos. Cuentan que Hiperides dijo una vez al pueblo: «Atenienses, no consideréis sólo si soy amargo, sino si lo soy gratis»; como si el pueblo no temiera y rechazara sólo a los que se hacen insoportables y enojosos por su codicia, sino, todavía más, a cuantos abusan del poder por insolencia, envidia, cólera o alguna clase de ambición. Ahora bien, Foción no perjudicó [7] por enemistad ni consideró enemigo a ningún ciudadano. Sólo en la medida en que era necesario hacer frente a quienes se oponían a sus actuaciones en bien de la patria, era rudo, indómito e inexorable; pero en la vida privada era benévolo, afable y humano con todos, e incluso ayudaba a sus adversarios en los [8] infortunios y abogaba por ellos si corrían el riesgo de ser condenados. Una vez le echaron en cara sus amigos que había defendido a un malvado en un juicio y replicó que los buenos no tenían necesidad de ayuda. Aristogitón el sicofanta, después de [9] su condena, lo mandó llamar y le rogó que fuera a verlo; él condescendió y se encaminó hacia la prisión, pero como los amigos no lo dejaban, les dijo: «Dejadme, benditos; pues ¿dónde podría encontrarse uno más a gusto con Aristogitón 35 ?».

Los aliados y los habitantes de las islas consideraban enemigos [11] a los enviados de Atenas cuando era otro el general que dirigía la expedición naval, y fortificaban murallas, cerraban puertos y trasladaban del campo a las ciudades ganados, esclavos, mujeres y niños; pero si la dirigía Foción, coronados y gozosos, salían lejos a recibirlo con sus propios navíos y lo llevaban a sus ciudades 36 .

Filipo intentaba introducirse en Eubea y estaba traspasando [12] allí una fuerza desde Macedonia al tiempo que se apropiaba de las ciudades por medio de tiranos, pero Plutarco de Eretria llamó a los atenienses y les pidió que liberasen la isla ocupada por el macedonio. Enviaron a Foción como general al mando de una fuerza poco numerosa porque se pensaba que [2] los de allí se le unirían con presteza 37 . Pero encontró el entorno lleno de traidores, corrompido y minado por la venalidad y se vio expuesto a un gran peligro. Se apoderó de una colina, separada por un profundo barranco de los llanos que rodean Taminas 38 , y en ella concentró y dispuso a los más aguerridos [3] de su fuerza. Respecto a los soldados indisciplinados, charlatanes y cobardes que desertaban del campamento y escapaban, exhortó a los jefes a que no se preocuparan de ellos; pues en la isla serían un estorbo a causa de su indisciplina y perjudiciales para los combatientes, y en Atenas, con tal comportamiento en su conciencia, gritarían menos contra él y no lo calumniarían mucho.

[13] Cuando los enemigos atacaron, ordenó a los suyos que permanecieran inmóviles sobre las armas hasta que él hiciera los sacrificios, en lo que se entretuvo largo tiempo, ya porque tuviera auspicios desfavorables, ya porque quisiera atraer más cerca a [2] los enemigos. Por este motivo, primero Plutarco, pensando que aquél tenía miedo y vacilaba, se lanzó a la carga con sus mercenarios; después, apenas lo hubieron visto los caballeros, no se contuvieron, sino que se lanzaron al punto contra los enemigos [3] saliendo del campamento en desorden y diseminados. Al ser vencidos los primeros, todos se dispersaron y Plutarco se dio a la fuga; algunos enemigos se acercaron a la empalizada e intentaron romperla y arrancarla, creyéndose ya dueños de una victoria [4] absoluta. En esto, una vez cumplidos los sacrificios, los atenienses, con un ataque fulminante desde el campamento, a unos los hacen retroceder y a la mayoría los matan mientras huyen entre las trincheras. Foción ordenó a su falange que se detuviera para esperar y recoger a los que se habían dispersado anteriormente en su huida y él mismo, con los escogidos, arremetió contra los enemigos. La batalla fue encarnizada y todos combatieron con [5] ardor y entrega, pero Talo, el hijo de Cineas, y Glauco, el hijo de Polimedes, situados junto al propio general, fueron los más destacados. Sin embargo, también Cleófanes se mostró merecedor [6] del máximo honor en aquella batalla, pues hizo retomar a los caballeros con gritos y ruegos de que socorrieran al general que estaba en peligro y logró, con la vuelta de aquéllos, consolidar la victoria de los hoplitas. Seguidamente, Foción expulsó de Eretria [7] a Plutarco y capturó la fortaleza de Zaretra 39 , situada estratégicamente donde es más reducida la extensión de la isla, en una estrecha franja abrazada en ambos lados por el mar. Soltó a todos los prisioneros griegos que había capturado, por miedo a que los oradores de Atenas empujaran al pueblo a comportarse cruelmente con ellos en un arrebato de ira.

Cuando, concluidas estas tareas, Foción zarpó, los aliados [14] echaron de menos muy pronto su bondad y su justicia, y muy pronto reconocieron los atenienses su experiencia y su vigor. Su [2] sucesor al frente de las operaciones, Moloso, hizo la guerra de tal manera que incluso cayó vivo en manos de sus enemigos 40 .

Filipo, que se había forjado grandes proyectos, penetró con [3] todas sus fuerzas en el Helesponto con la intención de apoderarse del Quersoneso, Perinto y Bizancio a la vez 41 . Al disponerse los atenienses a acudir en su socorro, los oradores pugnaron [4] para que se enviara a Cares 42 como general. Él, tras hacerse a la mar, no realizaba nada digno de su fuerza ni las ciudades acogían la expedición sino que, sospechoso para todo el mundo, andaba errante exigiendo dinero de los aliados y despreciado por los enemigos; el pueblo, aguijoneado por los oradores, se mostraba irritado y arrepentido de haber enviado el socorro a [5] los bizantinos. Entonces Foción se levantó y dijo: «No conviene irritarse con los aliados que tengan desconfianza, sino con los estrategos que la suscitan. Pues éstos os hacen temibles incluso [6] para los que no pueden salvarse sin vosotros 43 ». Entonces el pueblo, conmovido por sus palabras, cambió de parecer y ordenó que él mismo marchase con otra fuerza al Helesponto en socorro de los aliados, lo que fue de suma importancia para la [7] salvación de Bizancio 44 . En efecto, la fama de Foción era ya grande; y como además León, que era el más preeminente de los bizantinos y había sido compañero de Foción en la Academia, asumió la garantía por él ante la ciudad, no permitieron que acampara fuera, como quería, sino que le abrieron las puertas y lo recibieron 45 , y llevaron consigo a los atenienses, quienes, por esa confianza, no sólo fueron irreprochables y moderados en su comportamiento, sino que incluso fueron más animosos en los [8] combates. De esta forma fue expulsado Filipo entonces del Helesponto y fue objeto de desprecio, y eso que parecía que era invencible y sin rival; mientras que Foción capturó algunas naves suyas, recuperó ciudades en las que aquél había instalado guarniciones y, haciendo desembarcos en muchos lugares de su territorio, los devastaba y realizaba incursiones, hasta que recibió una herida a manos de los que acudían a la defensa y se embarcó de regreso 46 .

Los megareos le pidieron auxilio en secreto y Foción, temeroso [15] de que los beocios se le adelantasen si se enteraban de la ayuda solicitada, convocó una asamblea al amanecer y comunicó a los atenienses las gestiones de los megareos. Una vez aprobada la moción, hizo dar la señal con la trompeta y, con las armas que habían cogido, se puso al frente de ellos directamente desde la asamblea. Los megareos le dispensaron una excelente [2] acogida, y él mandó amurallar Nisea, y construir dos muros entre la ciudad y el puerto 47 y así unió la ciudad al mar de manera que dependiera de los atenienses sin tener que preocuparse ya apenas de un ataque enemigo por tierra 48 .

Ya se había declarado la guerra con Filipo y, en ausencia [16] de Foción, habían sido designados otros generales para la lucha. A su regreso de las islas, primero intentó convencer al pueblo de que aceptara pactar con Filipo, dado que éste se hallaba [2] inclinado a la paz y tenía gran miedo del peligro. Uno de los que estaban siempre merodeando por los tribunales de justicia y ejerciendo de delatores 49 , se le enfrentó y le dijo: «¿Tú te atreves, Foción, a intentar disuadir a los atenienses cuando ya tienen las armas en las manos?». «Sí —respondió», y eso que sé que, si hay guerra, yo mandaré en ti, pero si se hace la paz, tú [3] mandarás en mí 50 ». Como no lograba disuadirlos, sino que se imponía la recomendación de Demóstenes a los atenienses de presentar batalla lo más lejos posible del Ática, dijo: «Amigo, no pensemos en dónde combatir, sino en cómo vencer. Pues así estará lejos la guerra pero, si somos vencidos, tendremos todos los peligros siempre cerca».

[4] Después de la derrota 51 , los alborotadores y revolucionarios de la ciudad arrastraron a Caridemo 52 hasta la tribuna con la pretensión de hacerlo nombrar general. Se asustaron los ciudadanos de pro 53 y, con el consejo del Areópago de su parte, mediante súplicas y llantos, a duras penas consiguieron persuadir al pueblo de que confiara la ciudad a Foción 54 . Él pensaba que [5] había que aceptar las benévolas condiciones políticas de Filipo, con una excepción: ante el decreto propuesto por Démades 55 de que la ciudad tomara parte en la paz general y en el consejo de los griegos 56 , Foción no consentía en ello antes de saber qué pretendía obtener Filipo de los griegos 57 . Pero fracasó en su propósito [6] debido a las circunstancias y cuando, muy poco después, vio a los atenienses arrepentidos porque debían proporcionar a Filipo trirremes y jinetes, les dijo: «Por temor a eso me oponía; [7] pero, ya que hicisteis el tratado, es preciso que os sobrepongáis y os animéis con el recuerdo de nuestros antepasados que, unas veces dominando y otras siendo dominados, con su buen proceder en ambos casos, salvaron la ciudad y a los griegos».

A la muerte de Filipo 58 , no consentía que el pueblo hiciera [8] sacrificios por las buenas nuevas, pues consideraba que, además de ser innoble regocijarse, el ejército que se había alineado frente a ellos en Queronea sólo había disminuido en una persona.

A Demóstenes, que injuriaba a Alejandro cuando éste avanzaba [17] ya contra Tebas, le dijo: «Desgraciado, ¿por qué quieres irritar a un hombre salvaje 59 y que aspira a una gran gloria? ¿Es que quieres arrojar a la ciudad a tamaño incendio como el que se acerca? Pero no permitiremos que éstos se pierdan ni aunque lo quieran, nosotros, los que por ese motivo soportamos la carga [2] de ser generales». Después de la destrucción de Tebas 60 , Alejandro reclamaba la entrega, entre otros, de Demóstenes, Licurgo, Hiperides y Caridemo 61 . La asamblea volvió sus ojos a él [3] que, llamado muchas veces por su nombre, se levantó; puso a su lado a uno de sus amigos, con el que tenía más trato, confianza y afecto, y dijo: «A tal extravío han conducido éstos a la ciudad, que yo, si alguien reclamara a Nicocles 62 , que está aquí a mi lado, mandaría entregarlo. Pues consideraría una dicha dar [4] mi propia vida por todos vosotros. Compadezco también, atenienses, a los tebanos que se han refugiado aquí. Pero los griegos tienen bastante con llorar a Tebas. Por tanto, más vale intentar persuadir y suplicar a los vencedores en favor de ambos pueblos que combatirlos».

[5] Se dice que Alejandro, cuando cogió el primer decreto, lo [6] tiró y se alejó volviendo la espalda a los embajadores. En cambio aceptó el segundo, llevado por Foción, al enterarse por los de más edad de que incluso Filipo admiraba a este hombre; y no sólo accedió a entrevistarse con él y atender sus peticiones, sino [7] que también escuchó sus consejos. Lo que le aconsejó Foción fue que, si aspiraba a la tranquilidad, dejara la guerra; y si aspiraba a la gloria, que apartara la guerra de los griegos y la orientara [8] contra los bárbaros 63 . Mediante numerosas consideraciones adecuadas a la naturaleza y el propósito de Alejandro, hasta tal punto lo transformó y apaciguó, que dijo que los atenienses debían permanecer atentos a los acontecimientos porque, si a él le ocurriera algo, a ellos les correspondería el mando. Hizo a Foción [9] amigo personal y huésped suyo y lo elevó a honores tan altos como gozaban pocos de los que constantemente lo acompañaban. Por ejemplo, según Duris 64 , cuando ya tenía el título [10] de Grande y había vencido a Darío, eliminó de sus cartas la fórmula de saludo 65 excepto en las que escribía a Foción, y se dirigía con ella sólo a éste y a Antípatro. Esto lo cuenta también Cares 66 .

Lo que se admite por lo general en lo referente al dinero, es [18] que le envió cien talentos de regalo. Cuando el dinero llegó a Atenas, Foción preguntó a quienes lo llevaban por qué motivo, de entre tantos atenienses, Alejandro le ofrecía a él solo una suma tan elevada. Ellos respondieron: «Porque tú eres el único [2] a quien considera hombre de bien». «Pues que me deje —dijo Foción— parecerlo y serlo siempre.» Cuando lo acompañaron a [3] su casa y comprobaron su gran sencillez de vida —su mujer amasaba y Foción sacaba él mismo agua del pozo y se lavaba los pies—, insistieron todavía más y mostraron su indignación diciendo que era intolerable que viviera de manera tan humilde siendo amigo del rey. Entonces vio Foción que pasaba un anciano [4] pobre con un manto sucio y preguntó si lo consideraban inferior a aquel hombre. Al pedirle ellos que no hablara así, dijo: «Pues ése vive con menos que yo y se conforma. En pocas palabras, o no haré uso del dinero y tendré tal cantidad de oro en vano o, si lo uso, me desacreditaré a mí mismo y al rey ante la [5] ciudad». Así es como el dinero volvió de Atenas después de mostrar a los griegos que quien no necesita una suma tan grande [6] es más rico que el que la ofrece. Alejandro se irritó y volvió a escribir a Foción que no consideraba amigos a quienes no le pedían nada 67 ; mas ni aun así tomó Foción el dinero. Le pidió, sin embargo, que pusiese en libertad al sofista Equecrátides 68 , a Atenodoro de Imbros 69 y a dos rodios, Demarato y Espartón, que habían sido arrestados y encerrados por algún motivo en Sardes. [7] Alejandro los liberó inmediatamente y, cuando envió a Crátero a Macedonia 70 , le ordenó que entregase a Foción la ciudad de Asia que eligiera de estas cuatro: Cío, Gergito, Milasa y Elea 71 , insistiendo todavía más en que se enfadaría si no la tomaba. [8] Pero Foción no la tomó y Alejandro murió poco después. La casa de Foción se enseña todavía ahora en Melite; está decorada con láminas de bronce, pero en lo demás es sencilla y simple.

[19] En cuanto a las mujeres con las que se casó, de la primera se cuenta tan sólo que era hermana del escultor Cefisódoto 72 ; en cambio, la fama de la segunda por su prudencia y sencillez era tan grande entre los atenienses como la de Foción por su bondad. [2] Una vez asistían los atenienses al estreno de una tragedia; el actor que hacía el papel de reina, cuando iba a entrar en escena, pidió al corego un cortejo de muchas damas ricamente engalanadas y, como no se las proporcionaba, se enfadó e interrumpió [3] la representación, pues se negaba a salir. El corego Melantio lo sacó a empujones a la escena gritándole: «¿No ves que la mujer de Foción sale siempre con una sola criada? Por el contrario, tú, con tu fatuidad, estás echando a perder a las mujeres». El público oyó las voces y las acogió con un aplauso grande y estruendoso. La misma mujer, a una invitada jonia que le mostraba [4] adornos de oro y pedrería en sus trenzas y collares, le dijo: «Mi adorno es Foción, que desde hace veinte años es general de los atenienses.» 73

A su hijo Foco, cuando quiso competir en las Panateneas, le [20] permitió que lo hiciera como apobátes 74 , no porque deseara su victoria, sino para que mejorase con el cuidado y el ejercicio del cuerpo; y es que el joven era, en general, bebedor e indisciplinado. Después del triunfo, fueron muchos los que solicitaron [2] ofrecerle banquetes por la victoria; pero Foción declinó los ofrecimientos y sólo a uno concedió este honor. Cuando fue al banquete [3] y vio, entre otros lujosos preparativos, que a los que iban entrando les presentaban lebrillos de vino aromatizado para lavarse los pies, llamó a su hijo y le dijo: «Foco, ¿no vas a impedir que tu compañero te estropee la victoria?». Deseoso de [4] apartar por completo al muchacho de aquella vida, lo envió a Lacedemonia y lo juntó con los jóvenes que recibían la educación espartana 75 . Esto dolió a los atenienses, pues pensaban que [5] Foción desdeñaba y despreciaba sus tradiciones. Démades le [6] dijo: «Foción, ¿por qué no convencemos a los atenienses de que adopten el régimen laconio? Si tú me lo pides, yo estoy dispuesto a redactar y proponer el decreto». «Desde luego, te quedaría muy bien a ti —le respondió—, tan perfumado de mirra y con una clámide como la que llevas, aconsejar a los atenienses las comidas en común y elogiar a Licurgo 76

[21] Escribió Alejandro pidiendo el envío de trirremes 77 y los oradores se oponían; a instancia del consejo, Foción expresó su parecer: «Pues bien, lo que os digo es que seáis los más fuertes [2] con las armas, o que seáis amigos de los más fuertes 78 ». A Piteas, que entonces estaba empezando a hablar ante los atenienses y ya era charlatán e imprudente, le dijo: «¿No callarás, y eso que acaban de comprarte para el pueblo 79 ?».

[3] Cuando Hárpalo se evadió de Asia huyendo de Alejandro y llegó al Ática con grandes riquezas 80 , los que acostumbraban a sacar provecho de la tribuna y eran corruptos corrieron a porfía a su encuentro. A ésos les soltó y echó un cebo insignificante de sus muchas riquezas; en cambio, a Foción, le mandó recado de que le ofrecía setecientos talentos y de que todos sus demás bienes, y con ellos él mismo, se los dejaba en depósito a él solo. Respondió Foción con aspereza que Hárpalo se iba a arrepentir si no cejaba en su intento de corromper a la ciudad; entonces, al [4] verse rechazado, desistió. Poco después, deliberaban los atenienses sobre esto y vio que quienes habían recibido dinero de él cambiaban de opinión y lo acusaban para no ser descubiertos; en cambio Foción, que no había tomado nada, tenía en cuenta el interés público y la seguridad de aquél al mismo tiempo. Entonces [5] se aprestó de nuevo a adularlo y, examinándolo en derredor por todas partes como a una fortaleza, lo veía insobornable; pero hizo a su yerno Caricles íntimo amigo suyo y lo inundó de mala reputación al confiarle todo y servirse de él para todo.

En concreto, a la muerte de la hetera Pitonice, Hárpalo, que [22] era su amante y había tenido una hija con ella, quiso erigirle una tumba muy costosa y encomendó el encargo a Caricles. A este [2] servicio, que ya de por sí era innoble, se le añadió aún más vergüenza por la ejecución del sepulcro. Pues se conserva todavía hoy en Hermeo, en el camino que va desde la ciudad a Eleusis, y no vale los treinta talentos que, según cuentan, presupuestó Caricles a Hárpalo para la obra 81 . A pesar de todo, cuando murió [3] Hárpalo 82 , la niña fue recogida por Caricles y Foción y recibió toda clase de cuidados 83 . Sin embargo, cuando Caricles fue juzgado [4] por el asunto de Hárpalo y solicitó a Foción que le ayudara y entrara con él en el tribunal, rehusó con estas palabras: «Yo, Caricles, te hice mi yerno sólo para lo que fuera justo» 84 .

[5] Asclepiades, hijo de Hiparco, fue el primero en anunciar a los atenienses que Alejandro había muerto 85 y Démades aconsejaba no hacer caso: pues, de ser así, el mundo entero debería estar oliendo a cadáver desde hacía tiempo; en cuanto a Foción, al ver al pueblo empujado a la revuelta, trataba de calmarlo y [6] contenerlo. Mas, dado que muchos saltaban a la tribuna y gritaban que Asclepiades proclamaba la verdad y que Alejandro estaba muerto, dijo: «Bien, si hoy está muerto, también lo estará mañana y pasado mañana, de modo que podemos deliberar con tranquilidad y, sobre todo, con seguridad 86 ».

[23] Cuando Leóstenes precipitó con entusiasmo a la ciudad en la guerra helénica 87 , ante el descontento de Foción, le preguntó en son de burla qué bien había hecho a la ciudad en sus muchos años de general 88 ; a lo que le replicó: «Uno no pequeño: que los [2] ciudadanos sean enterrados en sus sepulcros particulares 89 ». Hablaba Leóstenes ante el pueblo con gran osadía y petulancia y Foción le dijo: «Tus palabras, jovenzuelo, se parecen a los cipreses: [3] aunque son grandes y altos, no dan frutos 90 ». Hiperides 91 se levantó y le preguntó: «¿Cuándo vas a aconsejar la guerra a los atenienses, Foción?». «Cuando vea—respondió—que los jóvenes están dispuestos a guardar la formación, los ricos a tributar y los oradores a abstenerse de robar el erario público.» Muchos [4] se admiraban de la fuerza reunida por Leóstenes y preguntaban a Foción qué opinión le merecían los preparativos. «Bien para la carrera del estadio —les dijo—, pero temo la carrera de fondo de la guerra, puesto que la ciudad no posee más reservas, ni de dinero, ni de naves, ni de hoplitas 92 ». Los hechos le dieron la [5] razón. Al principio, en efecto, Leóstenes alcanzó una gran gloria por sus acciones, pues venció a los beocios en una batalla 93 y acorraló a Antípatro en Lamia. Por lo cual, según cuentan, la [6] ciudad concibió gran esperanza y no cesaba de festejar las buenas noticias y hacer sacrificios a los dioses; en cambio Foción, a los que pensaban demostrarle su error y le preguntaban si no desearía haber realizado él estas acciones, dijo: «Desde luego que sí, pero también haber dado aquellos consejos 94 »; y como seguían llegando del frente buenas noticias una tras otra, por escrito y de palabra, dijo: «¿Cuándo dejaremos de vencer?».

A la muerte de Leóstenes 95 , los que temían que Foción pusiera [24] fin a la guerra si era despachado como general, tramaron que una persona sin relevancia se levantara en la asamblea y dijera que, como amigo y condiscípulo de Foción, aconsejaba reservar y proteger al prócer, pues estimaba que no tenían a otro como él, y enviar a Antífilo a la campaña; y los atenienses se mostraron conformes. Entonces Foción compareció y dijo que [2] no había sido nunca condiscípulo de aquel individuo ni lo había conocido o tratado en ninguna otra circunstancia; «pero ahora —dijo—, desde el día de hoy te hago amigo íntimo, pues has aconsejado lo que me convenía».

[3] Deseaban los atenienses emprender una expedición contra los beocios 96 y él se oponía en un principio; cuando los amigos le decían que moriría si contrariaba a los atenienses, dijo: «Injustamente si procuro su provecho; pero si lo vulnero, con justicia 97 ». [4] Luego, al ver que no desistían sino que gritaban, dio orden al heraldo de proclamar que todos los atenienses desde la edad de la efebía hasta los sesenta años lo siguieran inmediatamente después [5] de la asamblea con víveres para cinco días. Se produjo un gran tumulto y los mayores gritaban y daban saltos y él entonces les dijo: «No es nada extraordinario; pues yo, vuestro general, a pesar de tener ochenta años, estaré con vosotros 98 ». De esta manera los contuvo entonces y les hizo cambiar de opinión.

[25] Cuando el litoral era devastado por Mición, que había desembarcado en Ramnunte con una gran fuerza de macedonios y mercenarios y hacía incursiones en el territorio, Foción condujo [2] a los atenienses contra él. Se le acercaban corriendo unos por un lado y otros por otro y se entrometían en el mando aconsejándole tomar la colina aquí, enviar la caballería allí, formar el ejército en tal lugar. «¡Oh, Heracles —dijo—, cuántos generales [3] veo y qué pocos soldados 99 !» Había alineado a los hoplitas y uno se adelantó mucho a los otros y luego, asustado por el enfrentamiento de un enemigo, volvió a la formación. «Muchacho —le dijo—, ¿no te avergüenzas de haber abandonado dos puestos, el que te asignó tu general y el otro en el que te situaste tú mismo?» Atacó a los enemigos, los puso en fuga por la [4] fuerza y dio muerte al propio Mición y a otros muchos 100 .

En cuanto al ejército griego de Tesalia, venció en combate a Antípatro, al que se había unido Leonato 101 y los macedonios llegados de Asia. Leonato cayó. El jefe de la falange era Antífilo 102 y el de la caballería el tesalio Menón 103 .

Poco tiempo después, Crátero vino desde Asia con una [26] fuerza importante y tuvo lugar otra batalla en Cranón 104 . Los griegos fueron vencidos, aunque la derrota no fue grande ni muchos los muertos; mas por desobediencia a los jefes, que eran indulgentes y jóvenes, y también por las intrigas de Antípatro en las ciudades, se dispersaron y del modo más vergonzoso abandonaron la causa de la libertad. Mientras Antípatro conducía sin [2] dilación su ejército contra Atenas, Demóstenes e Hiperides escaparon de la ciudad junto con sus partidarios 105 ; Démades, aunque [3] no podía pagar a la ciudad nada del dinero que debía por las multas (había sido condenado siete veces por propuestas ilegales y, privado de derechos políticos, tenía prohibido hablar al pueblo 106 ), fue amnistiado entonces y propuso un decreto para enviar a Antípatro embajadores con plenos poderes para que [4] trataran la paz. El pueblo, asustado, llamó a Foción diciendo que confiaba únicamente en él. «Pues si hubiera tenido vuestra confianza cuando os daba consejos —les dijo—, no estaríamos [5] deliberando ahora sobre tales asuntos 107 ». Una vez ratificado el decreto, Foción fue enviado ante Antípatro 108 , que estaba acampado en la Cadmea 109 y se aprestaba a invadir el Ática inmediatamente. Lo primero que le pidió fue que pactase sin moverse [6] del lugar. Crátero replicó: «No es justa la propuesta que nos hace Foción, que perjudiquemos con nuestra ocupación el territorio de los aliados y amigos, cuando podemos aprovecharnos del de los enemigos»; pero Antípatro le cogió la diestra y le [7] dijo: «Hay que hacer este favor a Foción». En lo demás, sin embargo, exigió a los atenienses que se entregaran a su arbitrio, como Leóstenes le había hecho a él en Lamia 110 .

[27] Por consiguiente, una vez que Foción regresó a la ciudad y los atenienses aceptaron por necesidad estas resoluciones, de nuevo marchó a Tebas con los otros embajadores y el filósofo [2] Jenócrates, agregado por los atenienses 111 . Pues tan grande era la estima de la virtud de Jenócrates y su reputación y fama entre todos, que se pensaba que no había un alma humana dominada por tanta arrogancia, crueldad o ira en la que, con sólo ver a Jenócrates, no surgiera una reacción de respeto y aprecio hacia él. Pero sucedió lo contrario a causa de cierta intransigencia y [3] menosprecio del bien por parte de Antípatro. En primer lugar, no saludó a Jenócrates, aunque había acogido amistosamente a los demás; por lo cual, según cuentan, dijo aquél que Antípatro hacía bien al avergonzarse sólo ante él por el trato intransigente que pensaba dar a la ciudad. Luego, cuando Jenócrates empezó [4] a hablar, no lo toleró y lo hizo callar con reprensiones y muestras de mal humor. Pero tras hablar Foción, respondió que habría [5] amistad y alianza para los atenienses con las siguientes condiciones: que le entregaran a Demóstenes e Hiperides, adoptaran la constitución censitaria de sus antepasados 112 , aceptaran el establecimiento de una guarnición en Muniquia 113 y, además, el pago de los gastos de la guerra y de una multa. Todos los [6] embajadores quedaron contentos con los acuerdos por considerarlos humanitarios, excepto Jenócrates; en efecto, dijo que Antípatro los trataba con moderación si los consideraba esclavos pero con dureza si los consideraba libres 114 . Foción le rogó con [7] insistencia que les eximiera de la guarnición, a lo que se dice que respondió Antípatro: «Foción, nosotros queremos dispensarte todos los favores, excepto los que te perderían tanto a ti como a nosotros 115 ». Pero otros no lo cuentan así, sino que Antípatro [8] preguntó si, en el caso de que él eximiese de la guarnición a los atenienses, Foción le garantizaba que la ciudad [9] permanecería en paz y no organizaría ninguna intriga. Pero al quedarse aquél callado y tardar en responder, Calimedonte el Langosta 116 , hombre audaz y enemigo de la democracia, dio un salto y dijo: «Antípatro, si éste dice tonterías, ¿tú vas a creerlo y no harás lo que tienes decidido?».

[28] Así fue como los atenienses recibieron una guarnición macedonia, y como jefe de la misma a Ménilo, un hombre moderado y amigo de Foción. Pero la imposición pareció una arrogancia y la exhibición de un poder que recurre a la violencia más que una [2] ocupación motivada por las circunstancias. La fecha del acontecimiento aumentó aún más la congoja, pues la tropa entró el veinte de boedromión 117 , mientras se celebraban los misterios, cuando llevan en procesión a Yaco desde la ciudad a Eleusis 118 . Con la perturbación de la ceremonia, la mayoría comparaba los [3] prodigios más antiguos y los nuevos. En efecto, antiguamente, en los mayores éxitos, las visiones y voces misteriosas se habían producido con espanto y terror de los enemigos; mas ahora, en las mismas festividades, los dioses observaban las peores calamidades de Grecia y se mancillaba la parte del año más sagrada y agradable para ellos, pues su nombre denotaba las mayores [4] desgracias. Unos pocos años antes, las sacerdotisas de Dodona habían revelado un oráculo a la ciudad: que vigilasen los promontorios [5] de Ártemis para que otros no los ocuparan 119 ; y entonces, en aquellos días, al lavarse las cintas con las que se adornan las cestas de los misterios, sacaron un color amarillo y cadavérico en vez de púrpura; y, lo más significativo, toda la ropa de los particulares que se lavó con ellas conservó su color. A un iniciado que bañaba un cochinillo en el puerto de Cántaro 120 , [6] un cetáceo se lo arrebató y devoró las partes inferiores de su cuerpo hasta el vientre, con lo que la divinidad les indicaba manifiestamente que, privados de las zonas bajas cercanas al mar, conservarían la parte alta de la ciudad 121 .

La guarnición, gracias a Ménilo, no causaba ninguna molestia [7] a la gente; pero fueron más de doce mil los que quedaron privados de derechos políticos a causa de su pobreza 122 . Unos permanecían en la ciudad, sufriendo un visible infortunio y deshonor; y otros, que por este motivo habían abandonado la ciudad y emigrado a Tracia, habitaron el territorio y la ciudad que Antípatro les había proporcionado como si hubieran sido expulsados tras un asedio.

Las muertes de Demóstenes en Calauria 123 y de Hiperides [29] cerca de Cleonas 124 , de las que ya he tratado en otra obra 125 , casi inspiraron a los atenienses amor y deseo de Alejandro y [2] Filipo. Después, cuando Antígono fue asesinado y quienes le habían matado comenzaron a atormentar y maltratar a la gente, un campesino que estaba cavando su campo en Frigia, cuando le preguntaron qué hacía, dijo suspirando: «Busco a Antígono 126 ». [3] Esto es lo que se les ocurría decir a muchos al recordar el ánimo de aquellos reyes, a cuya grandeza se unía una noble clemencia; no como Antípatro, que disimulaba su poder bajo el aspecto de un particular, la humildad de una pequeña clámide y la frugalidad de su régimen de vida y era por ello más insoportable [4] para quienes sufrían su despotismo y tiranía 127 . Con todo, Foción libró a muchos del exilio intercediendo ante Antípatro y consiguió para algunos exiliados que no se les expulsara, como a los demás desplazados, más allá de los montes Ceraunios y del Ténaro, fuera de Grecia, sino que habitaran en el Peloponeso; y entre éstos se encontraba el sicofanta Hagnónides 128 . [5] Ocupándose de los asuntos del Estado con moderación y respeto a la legalidad, a las personas corteses y amables las mantenía siempre en sus cargos, mientras que a los intrigantes y revolucionarios, que languidecían con el propio hecho de no mandar ni alborotar, les enseñó a disfrutar de sus asuntos [6] y amar el cultivo del campo 129 . Al ver que Jenócrates pagaba el impuesto de meteco, quería inscribirlo como ciudadano; pero él rehusó diciendo que no participaría en un régimen político al que se había opuesto durante su participación en la embajada 130 .

Cuando Ménilo le ofrecía dinero de regalo, respondió que ni [30] aquél era superior a Alejandro ni tenía ahora un motivo más importante para tomarlo quien no lo había aceptado entonces 131 . Pero como Ménilo seguía insistiendo en que lo tomara para su [2] hijo Foco, dijo: «A Foco, si se vuelve sensato, le bastará lo de su padre; pero tal como es ahora, nada le basta 132 ». Con más [3] aspereza le respondió a Antípatro, que quería lograr algo indigno gracias a él, pues dijo: «No puede Antípatro tratarme a la vez como a un amigo y a un adulador 133 ». Cuentan que el propio [4] Antípatro dijo que, de los dos amigos que tenía en Atenas, Foción y Démades, a uno no lo había convencido de que aceptara sus regalos, y al otro no lo saciaba por más que le diera 134 . Foción, [5] en verdad, exhibía como virtud la pobreza en la que había envejecido después de haber sido tantas veces general de los atenienses 135 y de haber tenido a reyes como amigos; en cambio Démades se jactaba de su riqueza incluso con transgresión de la ley 136 . Pues, aunque había entonces una ley en Atenas que sancionaba [6] la participación de un extranjero en un coro con una multa de mil dracmas al corego, presentó un coro en el que todos eran extranjeros, cien en total, y al mismo tiempo llevó al [7] teatro la multa de mil dracmas por cada uno. Cuando casó a su hijo Demeas, le dijo: «Cuando yo me casé con tu madre, hijo, ni el vecino se enteró; mas para tus bodas aportan su contribución incluso príncipes y reyes 137 ».

[8] Los atenienses importunaban a Foción para que hablara con Antípatro y lograra la retirada de la guarnición convenciendo de ello a Antípatro; él, bien porque no esperase convencerlo, bien porque veía que el pueblo se conducía con más moderación y dentro del orden a causa del miedo, siempre aplazaba aquella embajada 138 ; en cambio, convenció a Antípatro de que no exigiera el pago del dinero, sino que lo retrasase y difiriese 139 . Entonces [9] los atenienses lo dejaron y recurrieron a Démades. Éste aceptó encantado y partió con su hijo hacia Macedonia, al parecer conducido por un démon 140 , en el momento en que Antípatro se encontraba ya enfermo y Casandro se había adueñado del poder. Casandro había encontrado una carta que Démades había escrito a Antígono y enviado a Asia, en la que le invitaba a presentarse a los griegos y macedonios, que estaban pendientes de un hilo viejo y podrido; aludía así con escarnio a Antípatro 141 . Así que, cuando Casandro vio que había llegado, lo arrestó; en [10] primer lugar empujó a su hijo junto a él y lo degolló, de forma que el padre recibiera la sangre en su ropa y se empapase con el homicidio; a continuación, después de dirigirle muchos reproches e insultos por su ingratitud y traición, lo mató 142 .

Cuando Antípatro falleció después de designar general a Poliperconte [31] y quiliarco a Casandro 143 , éste se alzó inmediatamente y, anticipándose a controlar la situación, envió a toda prisa a Nicanor 144 como sucesor de Ménilo en el mando de la guarnición, con la orden de que se hiciera cargo de Muniquia antes de [2] que la muerte de Antípatro fuera pública. Así sucedió y cuando, pocos días después, se enteraron los atenienses de que Antípatro había muerto, Foción fue vituperado y acusado de haberse enterado antes de la noticia y haberla callado para favorecer a [3] Nicanor. Él no se preocupaba de tales habladurías pero, en entrevistas y conversaciones con Nicanor, lo hacía moderado y benévolo con los atenienses y, en particular, lo convenció de que asumiera ciertas liberalidades y gastos en calidad de organizador de los juegos públicos 145 .

[32] Entretanto Poliperconte, que tenía la tutela del rey e intentaba contrarrestar la política de Casandro, envió una carta a los habitantes de la ciudad comunicándoles que el rey les restituía la democracia y ordenaba que todos los atenienses participaran en la gestión política conforme a la constitución de sus antepasados 146 . [2] Esto era una maniobra contra Foción. Pues Poliperconte, que intentaba poner a la ciudad bajo su control, como poco después demostró con sus acciones, no esperaba conseguir [3] nada sin la caída de Foción 147 ; y esperaba que cayera una vez que hubieran recobrado los derechos políticos los que habían sido privados de ellos y de nuevo se hubieran apoderado de la tribuna demagogos y sicofantas. Los atenienses estaban [4] soliviantados con tales acontecimientos y Nicanor, deseoso de encontrarse con ellos, después de confiar su persona a Foción, se presentó en una sesión del consejo que tuvo lugar en el Pireo. Dercilo, estratego del territorio, intentó detenerlo, pero [5] aquél, puesto sobre aviso, escapó manifestando que se vengaría en seguida de la ciudad. Foción, acusado de dejar escapar a [6] Nicanor en lugar de retenerlo, dijo que confiaba en él y que no esperaba nada malo de su parte; y que, aunque así no fuere, prefería que se le viera padecer una injusticia a cometerla 148 . Esta respuesta, considerada en relación con él solo, podría parecer [7] una expresión de honradez y nobleza; pero el que arriesga la salvación de su patria, siendo general y gobernante, no sé si no transgrede con respecto a los ciudadanos una justicia de mayor importancia y prioridad 149 . Ni siquiera se puede decir que [8] Foción se abstuvo de tocar a Nicanor por temor de lanzar la ciudad a una guerra y que puso como pretexto la lealtad y la justicia para que aquél, por pudor, se contuviera y no causara ningún daño a los atenienses. Por el contrario, parece que realmente [9] tuvo una firme confianza en Nicanor, y eso que muchos se anticipaban a reprochárselo y acusarlo de querer atacar el Pireo, de transportar mercenarios a Salamina y de corromper a algunos habitantes del Pireo. Pero no admitió sus razones ni los [10] creyó y ni siquiera hizo caso cuando se decretó, a propuesta de Filomelo de Lamptras, que todos los atenienses tomaran las armas y se pusieran a las órdenes del general Foción, hasta que Nicanor, haciendo avanzar sus fuerzas desde Muniquia, comenzó a cavar trincheras alrededor del Pireo 150 .

[33] A causa de estos hechos, Foción, que quería hacer una salida con los atenienses, era objeto de abucheos y de desprecio; mientras tanto, llegó Alejandro, el hijo de Poliperconte, con un ejército, en teoría para ayudar a los ciudadanos contra Nicanor, pero de hecho para apoderarse, si podía, de la ciudad, que había caído [2] por sí misma. En efecto, los exiliados, que habían acudido junto con él, en seguida se instalaron en la ciudad, y a ellos se les unieron precipitadamente los extranjeros y los privados de derechos cívicos, y se reunió una asamblea abigarrada y desordenada en la que depusieron a Foción del gobierno y eligieron a otros [3] generales 151 . Si no se hubiera visto a Alejandro yendo solo a hablar con Nicanor junto a la muralla y no hubieran infundido sospechas a los atenienses al hacer esto con frecuencia, la ciudad [4] no habría escapado del peligro 152 . El orador Hagnónides 153 atacó en seguida a Foción y a sus partidarios y los acusó de traición; Calimedonte 154 y Caricles 155 , asustados, se marcharon de la ciudad con los suyos, mientras Foción y los amigos que se habían quedado con él se dirigieron al encuentro de Poliperconte. [5] Salieron con ellos, por deferencia con Foción, Solón de Platea y Dinarco de Corinto, que tenían fama de mantener una estrecha amistad con Poliperconte. Pero Dinarco cayó enfermo y se demoraron [6] muchos días en Elatea durante los cuales, en virtud de un decreto redactado por Arquéstrato y defendido por Hagnónides, el pueblo envió una embajada para acusar a Foción. Unos y [7] otros llegaron al mismo tiempo junto a Poliperconte, que iba con el rey 156 , cerca de una aldea de Fócide, Farigas, situada al pie del monte Acrurio, que actualmente se llama Gálata. Allí instaló [8] Poliperconte el baldaquino de oro bajo el que sentó al rey y a sus amigos; a Dinarco, nada más acercarse, ordenó prenderlo y matarlo tras darle tormento y, en cuanto a los atenienses, les concedió permiso para hablar. Alborotaban y gritaban acusándose [9] unos a otros en el consejo y Hagnónides se adelantó y dijo: «Metednos a todos en una jaula y mandadnos de vuelta para que sometamos la cuestión a los atenienses 157 », por lo que el rey se echó a reír; pero los macedonios que rodeaban el consejo y los extranjeros que no tenían nada que hacer, deseosos de escuchar, exhortaban con señas a los embajadores a hacer allí su acusación. Mas no había ninguna equidad, sino que Poliperconte interrumpía [10] constantemente a Foción mientras hablaba; hasta que dio un bastonazo en el suelo, desistió y se quedó callado. Hegemón [11] puso por testigo de su adhesión al pueblo a Poliperconte, a lo que éste replicó encolerizado: «Deja de calumniarme delante del rey». El rey dio un salto e hizo ademán de herir a Hegemón con una lanza, pero Poliperconte lo sujetó rápidamente; y de 12 esta forma se disolvió el consejo 158 .

[34] Una guardia rodeó a Foción y los que estaban con él; los compañeros que por suerte no se encontraban a su lado, al verlo, [2] se cubrieron la cabeza y se salvaron huyendo. A aquéllos los llevó Clito 159 a Atenas, en teoría para ser juzgados, pero de hecho [3] ya condenados a muerte. La tristeza de su aspecto aumentaba con el transporte, al ser conducidos en carros 160 a través del Cerámico en dirección al teatro 161 ; pues Clito los llevó y los guardó allí hasta que los arcontes reunieron la asamblea, de la que no excluyeron a esclavo ni a extranjero ni a nadie privado de los derechos cívicos, sino que abrieron la tribuna y el teatro [4] a todos, hombres y mujeres. Tras la lectura de la carta del rey, que decía que, a su entender, los hombres eran traidores, pero que otorgaba su juicio a los atenienses porque eran libres e [5] independientes, Clito presentó a los hombres. Los ciudadanos de bien, a la vista de Foción, se cubrieron la cabeza y lloraban mirando al suelo. Sólo uno se levantó y se atrevió a decir que, puesto que el rey ponía en manos del pueblo un juicio de tal importancia, era conveniente que los esclavos y los extranjeros [6] se marchasen de la asamblea. Pero la multitud no consentía y pedía a gritos apalear a los oligarcas y a los enemigos del pueblo, por lo que ningún otro intentó hablar en defensa de Foción. [7] Él mismo, escuchado a duras penas y de mala gana, dijo: «¿Queréis matamos justa o injustamente?». Algunos respondieron que justamente. «¿Y cómo lo sabréis —dijo—, sin habernos [8] oído?». Puesto que ya no le escuchaban nada más, se acercó más a la multitud y dijo: «Yo reconozco que soy culpable y merezco la pena de muerte por mis acciones políticas; pero a éstos, ¿por qué los vais a matar, atenienses, si no son culpables de nada 162 ?». Muchos respondieron: «Porque son tus [9] amigos». Foción se apartó y guardó silencio; Hagnónides leyó un decreto, que tenía ya escrito 163 , según el cual el pueblo debía votar si consideraba a los hombres culpables y éstos debían morir si eran condenados.

Tras la lectura del decreto, algunos pedían añadirle que Foción [35] fuese torturado antes de morir y daban órdenes de que se trajera la rueda y se llamara a los verdugos. Pero Hagnónides, [2] al ver que incluso Clito se indignaba y considerando que el acto era bárbaro y repugnante, dijo: «Cuando cojamos al bribón de Calimedonte, atenienses, lo torturaremos; mas para Foción, yo no propongo nada semejante». Entonces uno sensato dijo en [3] voz baja: «Haces muy bien, pues si torturamos a Foción, ¿a ti qué te haremos?». Una vez sancionado el decreto, se pasó a la [4] votación; nadie se quedó sentado, sino que todos se levantaron y la mayoría, que incluso se había coronado, los condenó a muerte 164 . Con Foción estaban Nicocles, Tudipo, Hegemón y [5] Pitocles; Demetrio de Falero, Calimedonte, Caricles y algunos otros fueron condenados a muerte en rebeldía 165 .

Cuando, disuelta la asamblea, condujeron a los hombres a [36] prisión, los otros marchaban gimiendo y lamentándose, abrazados por sus amigos y parientes; en cambio, el rostro de Foción lo veían igual que cuando era escoltado como estratego a la salida de la asamblea, y admiraban su impasibilidad y grandeza [2] de ánimo. Sus enemigos, corriendo a su lado, lo insultaban; y uno incluso se acercó a escupirle en la cara. Se cuenta que entonces Foción miró a los magistrados y les dijo: «¿Es que nadie [3] va a atajar el infame comportamiento de éste?». Tudipo, ya en prisión, al ver que estaban triturando la cicuta, se enfureció y lamentaba su desgracia, porque no le parecía justo morir con Foción. «¿Acaso —le dijo— no estás contento de morir con [4] Foción?» Cuando uno de sus amigos le preguntó si quería decir algo para su hijo Foco, respondió: «Desde luego; le recomiendo [5] que no guarde rencor a los atenienses 166 ». Nicocles, el más leal de sus amigos, le pidió que le dejase a él beber primero el veneno, a lo que respondió: «La petición, Nicocles, es para mí dura y penosa pero, ya que no te negué ningún favor a lo largo de mi [6] vida, también te concedo éste». Cuando ya habían bebido todos los demás, se acabó el veneno y el verdugo dijo que no trituraría más si no se le pagaban las doce dracmas que valía la dosis. [7] Como pasaba el tiempo y se hacía tarde, Foción llamó a uno de sus amigos y le dijo: «Ni siquiera morir es gratis en Atenas» y le pidió que entregara la suma al hombre 167 .

[37] Era el día diecinueve del mes de muniquión 168 y los caballeros que desfilaban en la procesión de Zeus pasaron por allí al lado; unos se quitaron las coronas 169 y otros, llorando, dirigieron la mirada a las puertas de la prisión. A quienes no eran extremadamente [2] crueles ni tenían el alma minada por la cólera y la envidia, les pareció que era una gravísima impiedad no esperar a que pasara aquel día, manteniendo la ciudad, mientras se celebraba aquella festividad, libre de la impureza de una ejecución pública. Sin embargo, los enemigos de Foción, como si su [3] triunfo no fuera todavía suficiente, decidieron incluso exiliar su cadáver y que ningún ateniense encendiera fuego para su funeral. Por eso ningún amigo se atrevió a tocar su cadáver y un tal [4] Conopión, que solía realizar estos servicios por dinero, transportó al difunto más allá de Eleusis y lo quemó con fuego procedente de Mégara 170 . Su mujer, que asistía con sus sirvientas, [5] levantó allí mismo un cenotafio y vertió libaciones; guardó los huesos en su seno, los llevó de noche a su casa y los enterró junto al hogar diciendo: «A ti, querido hogar, te confío estos restos de un hombre bueno; tú devuélvelos a la tumba de sus antepasados cuando los atenienses sean sensatos».

Sin embargo, al cabo de poco tiempo, cuando los acontecimientos [38] mostraron a qué jefe y guardián de la prudencia y la justicia había matado el pueblo, le erigieron una estatua de [2] bronce y sepultaron sus huesos con fondos públicos. De sus acusadores, a Hagnónides ellos mismos lo condenaron a muerte y lo ejecutaron; a Epicuro y Demófilo, que habían huido de la ciudad, el hijo de Foción los descubrió y los castigó 171 .

[3] De éste se dice que, por lo demás, no fue hombre de valía y que, enamorado de una joven prostituta, pupila de un lenón, estuvo presente por casualidad cuando Teodoro el ateo 172 exponía en el Liceo el siguiente argumento: «Si no es vergonzoso rescatar a un amigo, tampoco a una amiga; y si no lo es rescatar a un compañero querido, tampoco lo es rescatar a una querida». [4] Entonces, adoptando este argumento para sus deseos, como si fuera adecuado, rescató a su querida 173 .

[5] Volviendo a lo anterior, lo que hicieron con Foción recordó a los griegos lo que habían hecho con Sócrates, pues consideraron que este lamentable error había sido para la ciudad muy semejante a aquel otro 174 .


1 En esta biografía, el término «orador» tiene habitualmente connotaciones de demagogia. El comienzo de la Vida con la mención de este personaje refleja el interés de Plutarco en diferenciar al protagonista de su contemporáneo Démades, también de tendencia filomacedonia y muy denostado por todas las fuentes antiguas. Se ve ya una muestra de la tendencia compositiva de Plutarco: el retrato de la personalidad de Foción será trazado en gran medida por el contraste con otros personajes.

2 Quizás de esta manera Plutarco justifica la política seguida por Foción respecto a Macedonia a partir de la batalla de Queronea y, sobre todo, durante la regencia de Antípatro, cuando éste exigió la rendición incondicional de Atenas.

3 SÓFOCLES , Antígona 563-564.

4 El poeta es Homero, que emplea con frecuencia el término menoeikḗs .

5 Así se designaba a los astrónomos.

6 Este aleccionador capítulo no constituye una digresión en sentido estricto, ya que con él se pretende iluminar la biografía de Foción.

7 La pareja formada por Foción y Catón el Joven carece de comparación formal o sýnkrisis al final de las dos Vidas , pues en este capítulo se encuentra ya la comparación y la justificación del emparejamiento.

8 A Ático II 1, 8. Es decir, de forma idealista y sin tener en cuenta la realidad de la Roma de su época.

9 Sobre los distintos matices que una misma virtud puede presentar en diferentes personas, cf . el similar pasaje de PLUT ., Virtudes de mujeres 243 C-D.

10 En la Vida de Catón , paralela a la que nos ocupa.

11 Idomeneo de Lámpsaco (circa 325-circa 370), autor de una obra titulada Sobre los demagogos .

12 En este caso, debió de tratarse más bien de una relación amistosa de Foción con el círculo académico, dada su avanzada edad cuando la Academia era dirigida por Jenócrates. Este discípulo de Platón (396-314) era originario de Calcedonia y vivía como meteco en Atenas, donde dirigió la Academia entre 339 y 314 a.C.

13 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 187 F.

14 El historiador Duris de Samos (circa 340-circa 260), representante de la llamada historiografía trágica, muy censurada sobre todo por Polibio y Plutarco.

15 Es normal la contraposición del protagonista con el general Cares, del partido democrático. Cf . también 14, 5.

16 Orador del partido democrático. Cf . PLUT ., Demóstenes 10, 3; Consejos políticos 803 E.

17 Cf . PLUT ., Demóstenes 10, 3; Consejos políticos 803 E.

18 Cf . PLUT ., Demóstenes 10, 5; Consejos políticos 801 C.

19 La batalla se dio en el 376 a. C., cuando Foción tenía veinticinco años. No podemos aceptar sin grandes reservas el dato de Plutarco, ya que DIODORO , XV 34, 5 no menciona a Foción e informa de que el ala izquierda era conducida por Cedón, que murió en el combate, y que Cabrias envió un escuadrón de refuerzo para sostener el ala. Es posible que Foción mandase ese escuadrón o que, simplemente, participase en la batalla como trierarca. No se puede excluir que el dato fuese inventado por Plutarco para engrandecer la figura de Foción y exponer un primer hecho importante en su juventud, dado que la siguiente acción militar narrada por el autor se produjo cuando Foción tenía ya más de cincuenta años.

20 El 9 de octubre.

21 El trato justo a los aliados, una constante en la política de Foción, estará siempre coronado por el éxito.

22 Dístico elegíaco casi completo en el que ARQUÍLOCO , que es a la vez soldado y poeta, alude a sí mismo (Fr. 1 Adrados). Enialio es identificado con Ares, dios de la guerra.

23 Alusión a Atenea, que tenía los apelativos de Prómachos («que combate en primera fila») y Poliás («protectora de la ciudad»).

24 Es decir, durante las comidas junto con los demás entretenimientos.

25 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 187 F.

26 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 A.

27 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 A; Sobre la falsa vergüenza 533 A; Consejos Políticos 522 E .

28 Foción adapta una fábula a su situación. Cf . ESOPO , Fábulas 47 Chambry, 245 Perry: «El cobarde y los cuervos».

29 Se trata del conflicto entre atenienses y tebanos en el 366 a.C. por el dominio de Oropo. Aunque en otras ocasiones estuvo bajo dominio ateniense, en esta fecha los tebanos lograron hacerse con el control de esta ciudad de Beocia situada en la costa del Euripo, en la desembocadura del Asopo.

30 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 A. En Consejos políticos 811 A, el interlocutor de Foción es Démades.

31 Cf . 5, 5.

32 La anécdota se refiere a lo relatado en 17, 2-3.

33 Foción debía de estar presidiendo el reclutamiento en calidad de general. Sobre Aristogitón, cf . 10, 9. Se han conservado dos discursos de DEMÓSTENES contra él (25 y 26) y otro de DINARCO .

34 En la antigüedad era conocido como «Foción el bueno» (chrēstós) . NEPOTE , Foción 1, 1 dice que recibió el apelativo de bonus por su integritas vitae. Suda 769 informa de que la asamblea decidió por votación concederle este título. El honor debió de serle otorgado por servicios importantes a la comunidad, mas no conocemos las circunstancias en que se produjo. Cf . L. A. TRITLE , Phocion the good , Londres, 1988, págs. 143-145.

35 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 B.

36 Tal vez haya que relacionar este pasaje con actividades recaudatorias de Foción entre los aliados miembros de la Segunda Confederación Ateniense, como las citadas en 7, 1-2. En general, habría que conectar la actitud de los aliados respecto a Foción con su política orientada a la paz y la tranquilidad (cf . 8, 1) y su bondad y justicia (cf . 14, 1).

37 Esta intervención de los atenienses en Eubea, bajo la dirección de Foción, tuvo lugar en el 349/348 a.C., durante la guerra de Olinto. Plutarco fusiona esta expedición con otra del 341/340 a.C. (mencionada sólo por DIODORO , XVI 74, 1), también dirigida por Foción y contra los intereses de Filipo.

38 En la costa meridional de Eubea, al este de Eretria.

39 En la zona meridional de la isla.

40 Moloso sustituyó a Foción en el 348 a.C. La isla cayó bajo el control de Filipo.

41 Tras el fracasar en el asedio a Perinto en la primavera del 340 a.C., Filipo se dirigió contra Bizancio.

42 Cf . 5, 2; 7, 5.

43 Las desavenencias entre Foción y Cares recuerdan el contraste establecido por ISÓCRATES , XV 115 ss. entre Cares y el general Timoteo. En general, la política de Foción aparece encuadrada en las posiciones moderadas de corte isocrático.

44 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 B.

45 Cf . 11, 1.

46 La campaña de Bizancio tuvo lugar en el año 340/339 a.C., También la refiere DIODORO , XVI 77, 1-3. Plutarco destaca, igual que en el relato de la campaña de Eubea (12, 1-14, 1), que, antes de Queronea, Foción se opone activamente a Filipo.

47 Fue una reconstrucción de los que habían existido anteriormente y habían sido arrasados. Estas murallas que unían Mégara a su puerto de Nisea debían de ser semejantes a los «muros largos», también llamados skélē («piernas»), que unían Atenas al puerto del Pireo. Esta última denominación es la que Plutarco emplea también en este caso.

48 Plutarco no ofrece la cronología ni identifica la amenaza que se cernía sobre Mégara. Se ha intentado precisar la fecha a partir de pasajes de Demóstenes y parece la más adecuada el año 343 a.C., con lo que los hechos quedarían enmarcados en los deseos de Filipo de apoderarse de esta ciudad y las intrigas de los oligarcas que lo favorecían en el interior de la misma. Plutarco sitúa el episodio después del de Bizancio porque sirve de clímax de los temas principales tratados anteriormente, en especial el prestigio de Foción entre los aliados.

49 Con «tribunales de justicia» hemos recogido el término Heliaía , que designaba el conjunto de los tribunales populares de justicia de la democracia ateniense. Los delatores «profesionales» (se les denominaba sykophántai , y para su actividad se empleaba el verbo sykophanteîn , la forma que aparece en el texto) eran individuos que practicaban la delación como forma de ganarse la vida, pues podían obtener indemnizaciones si eran condenados los ciudadanos a los que acusaban, o sus posibles víctimas podían sobornarlos para evitar la denuncia.

50 La excelente respuesta atribuida a Foción carece de verosimilitud histórica, ya que Foción no había sido elegido general en esa ocasión. Está cargada de ideología democrática, pues la alternancia entre «gobernar» y «ser gobernado» es una importante característica de la democracia griega. Cf . PLUT ., Consejos políticos 816 E: «... cuando se vive en un régimen democrático, cada uno gobierna durante poco tiempo, pero es gobernado durante toda la vida».

51 La batalla de Queronea tuvo lugar el l de septiembre del 338 a.C.

52 Experto general simpatizante de la facción antimacedonia.

53 De forma tendenciosa, denominándolos hoi béltistoi , distingue Plutarco a los ciudadanos conservadores, simpatizantes de Foción, de sus oponentes, los partidarios de la democracia radical. Tal distinción se repite a lo largo de la biografía.

54 Con la hegemonía de Macedonia después de Queronea comienza la etapa de mayor influencia política de Foción.

55 Cf . 1, 1-3.

56 También conocido como Liga de Corinto, bajo la jefatura de Filipo, designado como hēgemṓn de la misma.

57 Antes de Queronea, Plutarco ha resaltado, con ocasión de las campañas de Eubea y Bizancio, la oposición activa de Foción a Filipo. Ahora, tras la derrota de Queronea, no deja de insistir en que Foción atiende ante todo los intereses de Atenas y no es partidario incondicional de Macedonia.

58 En el 336.

59 Odisea IX 494.

60 En otoño del 335 a.C.

61 Alejandro exigió la entrega de los dirigentes más destacados de la facción antimacedonia. En PLUT ., Demóstenes 23, 4, se dice que, según Idomeneo y Duris, eran diez pero que, según la mayoría de los escritores, fueron ocho.

62 Cf . 35, 5; 36, 5.

63 Este consejo tiene poca verosimilitud histórica, pues entra dentro de los tradicionales consejos a Alejandro por parte de sabios y filósofos. Éste en concreto tiene origen aristotélico.

64 Cf . 4, 3.

65 En concreto, la palabra chaírein .

66 Cares de Mitilene, historiador de Alejandro Magno, presenció muchos de los acontecimientos que relató, por su cargo de chambelán de la corte.

67 Sabemos por PLUT ., Alejandro 39, 4, que el rey se enfadaba más con quienes no aceptaban sus regalos que con quienes se los pedían.

68 Filósofo peripatético procedente de Metimna, en Lesbos.

69 Militar mercenario, había combatido contra Foción en Atameo.

70 En el 324 a.C.

71 Cío está situada en la costa de la Propóntide, Gergito en Tróade, Milasa en Caria y Elea en Misia.

72 Probablemente se trata del padre de Praxíteles. Muy conocido es su grupo escultórico Eirene y Pluto («La Paz y la Riqueza»).

73 En Máximas de mujeres espartanas 241 d, cuenta Plutarco una anécdota casi idéntica protagonizada por una mujer jonia y una espartana. Ello puede constituir una prueba de la elaboración literaria del retrato de los personajes: el autor les atribuye dichos de dudosa autenticidad pero que cuadran con su carácter. Cf . también Cf . PLUT ., Sobre la música 1131 B. Respecto a la frecuencia con la que Foción ejerció el cargo de general, cf . 8, 12.

74 Término que designaba al atleta que saltaba del carro en marcha y continuaba la competición corriendo. Cf . DIONISIO DE HALICARNASO , VII 73, 3.

75 Literalmente, «la llamada agōgḗ» .

76 Siempre que aparece Démades en esta biografía es para servir de contraste con las virtudes, públicas y privadas, de Foción.

77 Alejandro podía hacer eso como jefe de la Liga de Corinto.

78 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 C.

79 El contexto de esta anécdota debe de ser el mismo de la anterior, como parece indicar la palabra tóte . Foción utiliza el recurso de desacreditar a Piteas tratándolo de esclavo del pueblo o, lo que es lo mismo, de demagogo y corrupto. Foción se enfrenta a Piteas, aunque era del partido macedonio, por su carácter exaltado y su corrupción. El enfrentamiento con miembros de su propio partido, como Piteas y Démades, contribuye a la imagen de Foción como moderado. Piteas también se enfrenta a Demóstenes a menudo: cf . PLUT ., Demóstenes 8, 4-5; 27, 2-5.

80 Hárpalo, el tesorero de Alejandro, llegó a Atenas en la primavera del 324 a.C. Había huido llevándose cinco mil talentos y con seis mil mercenarios. Logró corromper a políticos de diferentes bandos (Demóstenes y Démades, por ejemplo) y también al yerno de Foción. Éste, sin embargo, se mantuvo incorruptible. Sobre el asunto de Hárpalo, cf . PLUT ., Demóstenes 25-26.

81 Se deduce del pasaje que Plutarco vio la tumba. PAUSANIAS , I 37, 5, dice que era el más digno de ver de cuantos monumentos funerarios antiguos había en Grecia, y sobre Pitonice, informa de que había sido hetera en Atenas y en Corinto.

82 Alejandro reclamaba la extradición de Hárpalo. Fue hecho prisionero en Atenas, pero se le dejó escapar y murió en Creta asesinado por uno de sus subordinados.

83 Esto puede ser considerado prueba de una relación amistosa entre Foción y Hárpalo, posiblemente anterior a su llegada a Atenas en el 324 a.C.

84 Cf . PLUT ., Consejos políticos , 808 A.

85 En Babilonia, el 13 de junio del 323 a. C.

86 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 D.

87 Más conocida como guerra de Lamia (323-322 a. C.) por la ciudad tesalia donde Antípatro fue asediado. Se enfrentaron Macedonia y la coalición de ciudades griegas, dirigidas por Atenas, que se habían sublevado contra la dominación macedonia tras la muerte de Alejandro.

88 Según se dice en 8, 2, ejerció el cargo cuarenta y cinco años.

89 Cf . PLUT ., Sobre el elogio de uno mismo 546 A.

90 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 D. Las palabras de Foción tienen carácter profético.

91 Estaba a favor de la guerra contra Macedonia. Pronunció el discurso fúnebre por Leóstenes y los demás muertos en el primer año de la guerra.

92 Cf . PLUT ., Consejos políticos 803 A. En Vidas de los diez oradores 846 E, la metáfora de las carreras se le atribuye a Demóstenes. La carrera corta, llamada stádion , era de 192 metros en Olimpia. La de fondo, dólichos , era de 12 estadios.

93 Los beocios eran entonces aliados de Macedonia. Cf . también 24, 3.

94 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 E.

95 Ante Lamia, en una salida de los asediados. Cf . DIODORO , XVIII 13, 5; HIPERIDES , Epitafio 13.

96 Cf . 23, 5 y nota.

97 Estas palabras son una anticipación de su muerte y del juicio que sobre la misma expresa Plutarco comparándola con la muerte de Sócrates (cf . 38, 5).

98 Cf . PLUT ., Sobre si el anciano debe intervenir en política 791 F; Consejos políticos 819 A.

99 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 E.

100 Nótese, una vez más, el enfoque individualizador con objeto de exaltar la figura del héroe en su última acción militar.

101 General de Alejandro, fue sátrapa de Frigia.

102 Cf . 24, 1.

103 Fue abuelo materno de Pirro. Cf . PLUT ., Pirro 1, 6.

104 La batalla de Cranón, en Tesalia, supuso el fin de la guerra de Lamia. Tuvo lugar en el mes de metageitnion (agosto) del 322 a.C. Cf . PLUT ., Demóstenes 28, 1.

105 Tras la condena a muerte votada por el pueblo a propuesta de Démades. Cf . PLUT ., Demóstenes 28, 2.

106 El impago de las deudas con el Estado (en este caso las multas) se sancionaba con la atimía , la privación de los derechos cívicos.

107 En distintas ocasiones, Foción aconseja a sus conciudadanos con previsión de los acontecimientos, pero no le hacen caso. Por ejemplo, ante Filipo (16, 2-3; 16, 5-6) y durante la guerra de Lamia (cap. 23).

108 DIODORO , XVIII 18, 2 dice que fue enviado a la embajada Démades, con Foción y algunos más.

109 La fortaleza de Tebas.

110 De alguna manera se responsabiliza a Leóstenes, ya muerto, de la dureza de Antípatro, mientras que Foción la suaviza y modera ya desde el principio.

111 Cf . 4, 2 y nota. Según DIÓGENES LAERCIO , IV 6, 15, ya había participado en anteriores embajadas atenienses ante Filipo y Antípatro.

112 La historia del pasado ateniense, que había conocido diferentes regímenes políticos, permitía que se aludiese a esta constitución censitaria, cuyo modelo más antiguo sería la constitución de Solón, como pátrios politeía , sin duda por motivos propagandísticos. La especificación de Plutarco, censitaria (apò timḗmatos) , diferencia el uso del eslogan que también utilizaban los partidarios de la democracia radical: cf . 32, 1.

113 Colina del Pireo estratégica para el control de los puertos y de su comunicación con la ciudad.

114 Mediante esta actitud firme y patriótica de Jenócrates, Plutarco critica de forma implícita la tibia resistencia de Foción a las condiciones de Antípatro.

115 La guarnición era fundamental tanto para el dominio de Macedonia como para el poder del partido filomacedonio en la ciudad.

116 Junto con Piteas, había sido expulsado de Atenas y se había unido a Antípatro. Cf . PLUT ., Demóstenes 27, 2. ATENEO , 339 F-340 E explica su apodo diciendo que le gustaba el pescado ápodo y era bizco, y cita varios pasajes de los poetas cómicos. Fue condenado a muerte en rebeldía (cf . 35, 5).

117 Correspondiente a septiembre/octubre.

118 La estatua de Yaco (Dioniso) era llevada de Atenas a Eleusis como parte de la celebración de los misterios. Cf . PLUT ., Demóstenes 28, 1; Camilo 19, 10.

119 En Muniquia había un santuario consagrado a Ártemis.

120 Una de las dársenas del puerto del Pireo. Los que se iniciaban en los misterios debían bañarse en el mar con un cochinillo lechal que luego era sacrificado.

121 Este pasaje muestra la importancia que Plutarco concede a las manifestaciones sobrenaturales y a su interpretación. Sin embargo, no constituye un excurso ajeno al hilo narrativo: los fenómenos prodigiosos ponen tintes sombríos y sobrecogedores al relato de un acontecimiento aciago para Atenas, acentuándose de esta forma la impresión de desgracia para la ciudad.

122 Según DIODORO , XVIII 18, 4, sólo quienes poseían dos mil dracmas podían ejercer los derechos cívicos. Los ciudadanos que cumplían este requisito eran sólo nueve mil.

123 Actualmente, la isla de Poros.

124 Ciudad del Peloponeso en los confines del territorio de Corinto y de la Argólida.

125 PLUT ., Demóstenes 28-30. La muerte de Hiperides, en id . 28, 4.

126 Se trata de Antígono el Tuerto. Los atenienses le dispensaron grandes honores a él y a su hijo Demetrio en el 307 a.C., pues se presentaron como libertadores de las ciudades griegas, a las que pretendían devolver la autonomía. Murió en la batalla de Ipso (Frigia) en el 301 a.C., derrotado por la coalición de Tolomeo, Casandro, Lisímaco y Seleuco.

127 Cf . PLUT ., Máximas de reyes y generales 180 E.

128 Uno de los acusadores de Foción. Cf . 33, 9; 35, 2.

129 La ausencia de libertades y de agitaciones políticas parece querer compensarse indicando cierta prosperidad económica.

130 El retrato del protagonista de la biografía adquiere aquí un matiz interesante, pues se le contrapone a Jenócrates, quien, a pesar de ser meteco, se muestra más patriota que Foción, como ocurre también en el episodio de la embajada ante Antípatro (27, 1-6). Para otras anécdotas sobre la condición de meteco de Jenócrates, cf . PLUT ., Flaminino 12, 7; Vida de los diez oradores 842 b.

131 Cf . cap. 18.

132 Cf . 20 y 38, 3-4.

133 Cf . PLUT ., Agis 2, 4; Cómo distinguir a un adulador de un amigo 64 C; Deberes del matrimonio 142 B; Máximas de reyes y generales 188 F; Sobre la falsa modestia 532 F-533A.

134 Cf . 1, 3; PLUT ., Máximas de reyes y generales 188 F.

135 Cuarenta y cinco veces según 8, 2.

136 Cf . 26, 3.

137 En estas anécdotas, como están orientadas a la caracterización del personaje y no a la narración de los hechos históricos, la línea cronológica precisa que había tomado la biografía vuelve a quedar diluida, ya que el espacio de tiempo en el que suceden es, al menos, de tres años. Esta época, desde la guerra de Lamia hasta la muerte de Antípatro, recibe un tratamiento similar al del reinado de Alejandro: el período de tiempo queda subsumido en una caracterización del personaje en relación con su incorruptibilidad y su pobreza. Además, para reforzar el paralelismo entre las dos etapas, se vuelve a comparar a Foción con su hijo Foco y con Démades, como en el cap. 20.

138 Es evidente que cundía el descontento incluso entre los que permanecieron en Atenas y no se exiliaron, y también ante la conformidad de Foción con la guarnición macedonia que aseguraba su gobierno.

139 Cf . 27, 5.

140 Nos limitamos a transcribir el término griego daímōn con el que Plutarco, siguiendo la tradición platónica, designa a genios o espíritus de carácter sobrenatural que ocupan una posición intermedia entre dioses y hombres. Pueden ser buenos o malos; aparecen con frecuencia como seres vengadores, como en PLUT ., César , 66, 1 y 69, 2. En Demóstenes 31, 4, es la justicia vengadora de Demóstenes (Dēmosthénous díkē) quien conduce a Démades hasta Macedonia. El propio Demóstenes es víctima de un daímōn adverso asociado a su týchē : cf . PLUT ., Demóstenes 21, 3.

141 En PLUT ., Demóstenes 31, 5, se dice que la carta iba dirigida a Pérdicas.

142 De todos los personajes que, a lo largo de la biografía, se van contrastando con Foción, el más destacado, sin duda, es Démades, como el personaje con las características más opuestas al protagonista tanto por su vida privada como por su política respecto a Macedonia. Plutarco tiene tanto interés en diferenciarlos, que la biografía empieza comparándolos, y dice de él expresamente lo que no se atreve a decir de Foción: que gozó de poder en Atenas por su política favorable a los macedonios y a Antípatro, y que estaba obligado a proponer leyes y a hablar en contra de la dignidad de la ciudad (1, 1-4). Su muerte concuerda con su vida y sirve de contrapunto a la muerte de Foción. Plutarco contaba con los numerosos ejemplos de las escuelas de retórica, que establecieron dos líneas diferentes en el tratamiento de la muerte de personajes ilustres: por un lado, la de los tiranos y demagogos; por otro, la de filósofos y personalidades que van a la muerte fieles a sus principios (cf . A. RONCONI , «Exitus illustrium virorum», RAC VI, 1966, cols. 1.261-1.262.

143 DIODORO , XVIII 48, 4-5, especifica que al cargo de general (stratēgós) con plenos poderes iba unido el de regente del reino (en nombre de Filipo Arrideo, hijo bastardo de Filipo II y deficiente mental). A quiliarco le añade «y segundo en el poder». Sobre este término, cuyo significado es «jefe militar de mil hombres», aclara Diodoro que se trata de un rango procedente de la corte persa adoptado por Alejandro y continuado por Antípatro. En PLUT ., Artajerjes 5, designa a un oficial de la corte persa.

144 Hijo de Próxeno de Atameo, fue adoptado por Aristóteles.

145 Estas medidas, destinadas a calmar el descontento en Atenas, hacen recaer sobre Foción la sospecha de connivencia con Nicanor.

146 Cf . 27, 5 y nota.

147 El decreto de Poliperconte restablecía la democracia en todas las ciudades griegas, con lo que esperaba atraérselas a su bando (cf . DIODORO , XVIII 55, 4). Plutarco lo refiere sólo a Atenas y como una maniobra contra Foción, debido al enfoque individualizador que da la biografía a los acontecimientos históricos.

148 Palabras inspiradas en PLATÓN , Gorgias 469 C. ELIANO , Historias curiosas II 16, transmite un dicho de Foción a los atenienses del mismo tenor que éste: «Prefiero ser perjudicado por vosotros antes que perjudicaros yo a vosotros».

149 El autor detiene el curso del relato para intervenir en primera persona y criticar a su héroe, pero lo hace de forma moderada y referida sólo a la actividad política, pues en un plano estrictamente personal, la socrática respuesta de Foción habría sido digna de elogio. Por encima de la integridad moral individual, Plutarco sitúa el bien común.

150 Para estos acontecimientos, cf . también DIODORO , XVIII 64, 5-6; NEPOTE , Foción 2-3.

151 Plutarco se esfuerza por resaltar la ilegalidad del procedimiento, tanto de esta asamblea que depone a Foción como de la asamblea que lo juzga. Cf . 34, 3.

152 Cf . DIODORO , XVIII, 65, 4-66, 1.

153 Cf . 29, 4.

154 Cf . 27, 9.

155 El yerno de Foción. Cf . 21, 5-22, 4.

156 Filipo Arrideo, hijo bastardo de Filipo II.

157 Es decir, pide que sean los atenienses quienes lo juzguen. En NEPOTE , Foción 3, Hagnónides acusa a Foción de haber entregado el Pireo a Nicanor.

158 Con este pintoresco relato, Plutarco resalta el tumultuoso encuentro de las dos embajadas, la arbitrariedad y el carácter tiránico de Poliperconte y el comportamiento indigno del rey: un ambiente totalmente desfavorable para Foción.

159 Uno de los comandantes de Alejandro. Obtuvo la satrapía de Lidia en el 321 a.C., pero, expulsado de allí por Antígono en el 319/318, a.C. volvió a Macedonia.

160 En NEPOTE , Foción 4, 1, se dice que llevaban a Foción en un carro porque, debido a su edad, no podía caminar, y que algunos sentían compasión al verlo en tal estado.

161 En el teatro de Dioniso se celebraban las asambleas en esa época.

162 El tumulto del juicio, que impedía oír a Foción, y su petición de que no se condenara a sus amigos, también se encuentra en DIODORO , XVIII 67, 1-2.

163 Se insiste en que Foción ya estaba condenado de antemano. Cf . 34, 2.

164 El entusiasmo de los enemigos de Foción les llevó a pedir su tortura, pero fueron contenidos por Hagnónides y Clito. Ahora el entusiasmo se muestra con las coronas, como si estuvieran celebrando una fiesta.

165 Nicocles: cf . 17, 3. Hegemón: cf . 33, 11. Demetrio de Falero: gobernó Atenas del 317 al 307 a.C. bajo la protección de Casandro de Macedonia. Calimedonte: cf . 27, 9. Caricles, el yerno de Foción: cf . 21, 5-22, 4.

166 Algunos de estos dichos de Foción se recogen también en PLUT ., Máximas de reyes y generales 189 A.

167 La escena está construida sobre el testimonio platónico de la muerte de Sócrates. Pasajes que reflejan una actitud similar de Sócrates ante su muerte pueden encontrarse en PLATÓN , Apología 41 D y Fedón , 115-117.

168 Corresponde a abril/mayo. Era el año 318 a.C. Se celebraba la fiesta de las Olimpieia , en honor de Zeus Olímpico. Cf . H. W. PARKE , Festivals of the Athenians , Londres, 1977, pág. 144.

169 Este espontáneo gesto de duelo de los caballeros compensa las coronas que, en gesto de gozo, se pusieron los enemigos de Foción cuando lo condenaron en la asamblea. Las coronas se usaban en las fiestas religiosas para el adorno tanto de los objetos como de las personas; representaban el carácter sagrado de la fiesta, y de ahí el temor a mancillarlas. El motivo de las coronas sagradas de la fiesta remite también a la muerte de Sócrates, que se aplazó precisamente porque el sacerdote de Apolo ya había consagrado, coronando la popa con una guirnalda, la nave que los atenienses enviaban cada año a Delos. Plutarco quiere señalar que la ejecución de Foción, además de injusta, fue una impiedad, pues no se respetó la festividad del día.

170 Plutarco no menciona la existencia de un precepto legal por el que los condenados por traición debían ser arrojados sin enterrar fuera de las fronteras. NEPOTE , Foción 4, 4, informa de que quien se ocupó de su entierro fue un esclavo; el nombre Conopión, diminutivo de «mosquito», apunta también en este sentido.

171 La rehabilitación debió de producirse a partir del 317 a.C., durante el régimen censitario dirigido por Demetrio de Falero.

172 Filósofo originario de Cirene, estuvo en Atenas al menos en la época de Demetrio de Falero.

173 Un tópico de las biografías de Plutarco es hablar de la descendencia del personaje después de su muerte.

174 El hecho de que la comparación explícita con Sócrates se haga en la frase que cierra la biografía, indica la importancia que Plutarco le da a este paralelismo.

Vidas paralelas VIII. Foción-caón el Joven, Demóstenes-Cicerón, Agis-Cleómenes y Tiberio-Gayo Graco.

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