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ОглавлениеINTRODUCCIÓN
Las Silvas
Tal como indica su nombre, las Silvas constituyen una colección de poemas varios, que, al modo como crecen sin orden en la fraga los árboles y los matorrales de especies diversas, brotaron de la capacidad creadora de Publio Papinio Estacio (c. 45 -c. 96 d. C.) en desordenada miscelánea.
¿Fruto espontáneo de su inspiración, como él pretende, o producto, más bien, de su oportunismo?
Sin negar su extraordinaria brillantez versificadora ni, sobre todo, su facilidad asombrosa para improvisar —cualidad que considera Quintiliano1 como el más valioso fruto de los estudios literarios y oratorios—, Estacio se muestra, principalmente, como un erudito, dotado de una notable cultura literaria y mitológica, y que utiliza su indudable habilidad para granjearse, por medio de sus abyectas lisonjas y con dudoso éxito, el favor del déspota Domiciano (81-96 d. C.), así como, con mayor fortuna, el de determinados personajes, ventajosamente situados en el plano político y económico de la Roma de finales del siglo I d. C.; de esta suerte, más afortunado que su genial contemporáneo Marcial y sin haber sido cliente de ningún patrono, como lo fue, bien a su pesar, el hispano de Bílbilis, disfrutó del mecenazgo de, al menos, algunos de los destinatarios de sus composiciones.
Por lo demás, parte de ellas carecen, en el fondo, de verdadero atractivo, dada la falta de interés de muchos de los temas que tocan, y porque, además, resultan formalmente enojosas, debido a los excesos en el amaneramiento y la pedantería, rasgos que contribuyen a oscurecer innecesariamente lo que podría haber sido más transparente, más fresco y directo, más poético.
Otras piezas, por el contrario, nos ofrecen noticias históricas y culturales de innegable interés, y tampoco faltan las que destacan por la sensibilidad de su autor ante el paisaje ni, sobre todo, aquellas que manifiestan un sentimiento sincero de cariño o de dolor; entre ellas puede contarse el poema III 5, dirigido a su esposa, a la que insta para que se retiren ambos a las tierras de su amado golfo napolitano; asimismo, el V 3, poema fúnebre dedicado al padre del poeta, composición que rebosa amor y admiración, aunque Estacio aprovecha la loa para loarse a sí mismo como autor épico en la creación de la Tebaida. Está lleno de ternura el poema V 5, en que llora la muerte de su niño, al parecer un pequeño esclavo manumiso, nacido en su propia casa y al que profesaba un cariño acendrado, como si se tratara del hijo que no tuvo.
No olvidemos tampoco el breve poemita V 4, compuesto en sus últimos tiempos, cuando su prematura enfermedad le impedía dormir, y que dirige al dios Sueño para suplicarle que acuda, aunque sólo sea de pasada, a aliviar el tormento de su vigilia.
También el poema en endecasílabos IV 9, dedicado a Plocio Gripo, es en cierto modo una excepción, puesto que, aun estando dirigido a un personaje eminente del entorno de Domiciano, y aunque contiene adulaciones evidentes —dados los cargos que, por favor del César, ostentó el destinatario—, su tono y su estilo son familiares, festivos y cargados de buen humor.
Cabe, asimismo, destacar esa frescura de talante en el poema IV 6, donde, por añadidura, se pone de relieve la sensibilidad y el primor del poeta en la apreciación de las obras de arte en general y, en particular, del Hércules, pequeño de tamaño y majestuoso en su concepción y en su factura, debido al genio de Lisipo.
El texto
En la presente traducción se ha seguido, excepto en algunos detalles no significativos y salvo, sobre todo, en la puntuación de ciertos pasajes que indicamos más abajo, el texto establecido por Henri Frère, tal como aparece en la segunda edición de la Sociedad «Les belles lettres» (París, 1961), con traducción de H. J. Izaac.
El primer hallazgo de un manuscrito de las Silvas fue debido al humanista italiano Juan Francisco Poggio, que lo descubrió, probablemente en Francia —quizá en Alemania— en la primera veintena del siglo XV, pero que, por desgracia, se perdió.
Tenemos un segundo manuscrito, el Laurenciano, que se remonta al siglo X, y que nos transmite solamente el poema II 7, dedicado a Pola, la viuda de Lucano; poema notable no sólo por su métrica y por la extraordinaria personalidad de su destinataria, sino también por la sinceridad que, en medio del habitual derroche de erudición, parece transparentarse en los elogios que se tributan tanto a Pola como a Lucano. Por ello, se comprende que pudiera gozar este poema de la predilección del copista del Laurenciano. Y otro motivo sobreañadido, relacionado con el anterior, puede ser el del rencor visceral que muestra el poeta ante el recuerdo de Nerón (ver, por ejemplo, II 7, 119 y V 2, 33).
El manuscrito más importante entre los que nos han hecho llegar el conocimiento de las Silvas es el Matritense, que en 1874 descubrió Löwe en la Biblioteca Nacional de Madrid y que puede datarse en 1417 ó 1418; de él, según determinó Klotz, deriva, directa o indirectamente, la treintena de manuscritos italianos, posteriores a 1450, que han pervivido hasta el momento presente. En él se basa, dentro de lo posible, la lectura crítica de Henri Frère y la traducción francesa de H. J. Izaac que aparecen en la edición citada de «Les belles lettres», así como la presente traducción castellana, en la que, aparte de los aspectos estilísticos —elemento eminentemente personal— y aparte, también, de un respeto más riguroso a la literalidad del texto establecido, existen algunas discrepancias notables en cuanto a la puntuación, debidas no sólo a criterios ortográficos, sino también al empeño de facilitar a los lectores la correcta interpretación de los textos.
He aquí los lugares en que dichas diferencias han sido más importantes:
FRÈRE-IZAAC | PUNTUACIÓN ADOPTADA |
I 2, 137 y ss.:Sed dabitur iuueni, cui tu, mea summa potestas,nate, cupis, thalami quamuis iuga ferre secundisaepe neget maerens. Ipsam iam cedere sensi | Pero será entregada al joven por quien tú abogas, hijo, mi potestad suprema: por mucho que ella niegue, en su tristeza, su voluntad de entrega a un nuevo yugo, ya he notado que cede |
I 4, 65 y ss.:has ultro laudabit Iuppiter artes.Nam neque plebeiam aut dextro sine numine cretamseruo animam. Atque adeo breuiter, dum tecta subimus,expediam. Genus ipse suis permissaque retronobilitas; | Júpiter aprobará de grado nuestra empresa, porque no es la vida de un plebeyo ni la de un hombre que se haya encumbrado sin el favor divino la que intento salvar. Más aún —te pondré al corriente en pocas palabras mientras vamos a su casa—: es él quien presta lustre a su progenie y quien prestigia a sus antepasados; |
IV 6 44 y ss.:quis modus in dextra, quanta experientia doctiartificis curis pariter festamina mensaefingere et ingentes animo uersare colossos! | ¡que mesura en la diestra, qué técnica en la empresa del docto artífice! ¡plasmar al mismo tiempo adornos para una mesa y concebir en su pensamiento colosos ingentes! |
IV 6, 86:plebeia domus. | una casa plebeya: |
V 1, 85-86:—nee enim… domo—, | , ya que no existe en la mansión sagrada un cargo más complejo: |
V 1, 101:cunctaque si numerem, | si yo enumerase todas sus funciones… |
V 1, 141-142:Florebant hilares inconcussique penates:nil maestum. Quid enim..? | Vuestro hogar florecía gozoso y sin quebrantos; nada era luctuoso: y ¿qué temor cabría..? |
V 1, 155-156:Furuae miseram circum undiqueLeti nuallauere plagae, tenduntur… | Los lazos tenebrosos de la Muerte cercaron por doquier a la cuitada: se estiran… |
V 1, 234 y ss.:Accipiunt uultus haud indignata decorosnumina: circumstant famuli consuetaque turbaobsequiis, tunc rite | Las deidades admiten de buen grado tu bello rostro; te rodean tus fámulos —la multitud de siempre— con sus servicios: de acuerdo con el rito |
V 2, 11 y ss.;etiamne optanda propinquis tristia?-ut octonos bis iam tibi circuit orbesuita, sed angustis animus robustior annis,succumbitque oneri et mentem sua non capit aetas. | ¿Es que también los trances luctuosos deben ser deseados por los seres queridos, ahora, cuando tu vida ha surcado tan sólo dos veces ocho órbitas, aunque tu alma sea más robusta que esos escasos años y sucumba tu edad ante tu temple sin constreñir tu espíritu? |
V 2, 46:Ipsa uirum norat iam barbara tellus, | La misma tierra bárbara conocía ya a aquel hombre: |
V 2, 51 y ss.:Disce, puer, —nec enim externo monitore petendusuirtutis tibi pulcher amor: cognata ministretlaus animos. Aliis Decii reducesque Camillimonstrentur— tu disce patrem, | apréndelo, ya que no has de buscar el honroso deseo del valor en un maestro extraño y debe darte ánimo la gloria familiar: a otros se ostente el ejemplo de Decios y Camilos de vuelta del exilio; tú conoce a tu padre: sabe… |
V 2, 117:—si… putaui—: | Si.. en armas: |
V 2, 125-126:—nam… frater—, | : ya que… segura, |
V 2, 141-143:… Araxes.quanta Caledonios… campos!cum… | Araxes! ¡Qué… los campos caledonios cuando… |
V 2, 145-146:… castellaque longe—aspicis?— | y aquellas torres —¿las ves allá?— |
V 3, 115:comam subnexus utroque. | ciñendo sus cabellos con dos trofeos… |
V 3, 2, 62-264:Quos ego tunc gemitus—comitum manus anxia uidit,uidit et exemplum genetrix gauisaque nouit—quae lamenta tuli! ueniam concedite, manes, | ¡Qué gemidos vertí en aquel momento! Lo vio el tropel solícito de mis acompañantes; también lo vio mi madre, y la complugo contemplar mi ejemplo: ¡qué lamentos vertí! Dadme licencia, Manes; |
Debemos reseñar, asimismo, que en algunos lugares se han preferido, a las lecturas aceptadas por Frère-Izaac, las conjeturas que se recogen en la edición oxoniense de E. Courtney (1990), por considerarlas altamente valiosas para una mejor interpretación del texto, desde múltiples puntos de vista. Los pasajes más importantes en que ha parecido preferible adoptar dichas conjeturas son los siguientes:
FRÈRE — IZAAC | COURTNEY |
I 2, 45: pensa ueheret | prensum auerteret |
I 3, 51: est experta | expertura |
II 1, 223: meruit | renuit |
II 5, 1: monstrata | constrata |
III 3, 179-80: periuria…/ litore | per Sunia…/ litora |
V 2, 117: armatumque | Martemque |
V 2, 160: et mihi! | ei mihi! |
V 5, 17: papillas | fauillas |
La traducción
Tratándose de un autor postclásico, de la llamada Edad de Plata de las letras latinas2, lo que equivale a decir barroquizante —y, dentro de la tendencia barroca, en la línea de lo que se ha llamado culteranismo por oposición al conceptismo—, en la presente traducción de las Silvas se ha procurado respetar ese espíritu y esas formas en tanto en cuanto ha sido posible.
Como resultado de tal intento, el empeño de identificación con Estacio se ha manifestado, de una manera casi totalmente involuntaria, en una traducción que, a lo largo de no pocos pasajes, se ofrece en forma de prosa métrico-rítmica, que, eso sí, procura evitar la rima, y que presenta, sobre todo, multitud de endecasílabos, de heptasílabos y de pentasílabos adónicos.
Tanto en la traducción como en los comentarios, se ha procurado prescindir de nombres y expresiones excesivamente técnicos y propios de especialistas, a fin de que todo ello estuviera al alcance de estudiosos y de amantes de la Antigüedad menos especializados. Valga, como botón de muestra, al principio del poema II 7, el uso del nombre Bacantes, de todos conocido, en lugar del sustantivo Basárides que emplea el autor para referirse a las devotas seguidoras de Basáreo, esto es, de Baco.
Del mismo modo, aunque se han utilizado ciertos cultismos inevitables en la traducción, otros han parecido excesivos y ociosos, y por ello se han sustituido por palabras o expresiones menos chocantes: así, el vocablo latino Bellipotens (Belipotente), que designa a Marte, se ha reemplazado, en los poemas I 4 y V 2, por el giro castellano «el señor de la guerra».
En otros pasajes, sin embargo, ha parecido preferible, porque de otra manera no era posible mantener la fidelidad al texto, respetar literalmente la construcción original, aclarándola mediante una nota. Así, en el poema IV 5 aparece el adjetivo bebricio, no sustituible por ninguno más usual; por consiguiente, se ha mantenido en la traducción, pero se ha explicado con la suficiente transparencia por medio de la nota oportuna y necesaria.
Por la misma razón, el adjetivo cecropio, que se emplea en los poemas II 6 y III 2 —con significados diferentes, por cierto— se ha respetado en la traducción, aclarando su empleo con la ayuda de sendas notas.
Éste es, entre otros, el motivo de que se hayan multiplicado las llamadas hasta unos límites poco usuales: Estacio, como se verá, hace gala de una erudición sin fin, erudición que se hace necesario desentrañar para ponerla al alcance de todos los lectores que, siendo cultos, no se han especializado en las parcelas que dominó el poeta.
Asimismo, a fin de facilitar a algunos posibles lectores, no excesivamente versados en cultura clásica, la comprensión del texto y de sus alusiones, se ha utilizado en algunos pasajes —pocos hasta donde ha sido posible— una traducción ligeramente aclaratoria, para no multiplicar en grado exagerado el recurso a las notas explicativas.
1 Formación del Orador Χ 7, 1.
2 PIERRON, en su Histoire de la Litterature Romaine (3.a ed., París, 1863, cap. XXXVII, págs. 531 ss.), lo incluye entre los escritores que él denomina pseudovirgilianos, esto es, aquellos que, después de Séneca y Lucano, pretenden, sin lograrlo, mostrarse como continuadores de Virgilio.